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Cada vez que intentaba alejarse, la recaída era peor, podía tratar de engañar a su mente tratando de ocultar lo que pasaba, pero su cuerpo reaccionaba por si solo cuando estaba cerca de esa mujer que la estaba volviendo loca.
Las manos de esa mujer recorrían quedamente la simetría de su figura, provocando un sin fin de emociones que se acumulaban en varias partes de su ser. No tenía vuelta atrás, necesitaba tener su cuerpo envuelto con el cuerpo de su tentación.
—Me vuelves loca—jadeo desesperada a su oído, aquella mujer.
—Tú, me haces perder el control —logró mencionar la rubia extasiada.
Leo empezó a descender por el vientre de aquella rubia que trata siempre de alejarla, pero ella no cede ni cederá, porque sus sentimientos han vuelto a florecer gracias a ella, y sabe que puede llegar a conquistarla por completo.
Siguió descendiendo hasta encontrar lo que buscaba, aquel lugar que adoraba devorar, sin antes, dejar pequeños besos alrededor de su centro.
Cuando estuvo a punto de recorrer con su lengua su lugar favorito, su celular empezó a timbrar, intentó no prestar atención pero al ver la insistencia gruñó y tomó la llamada.
—¿Quién?—respondió de la mala gana.
—Sí, la misma ¿qué pasa?
—¿Cómo? ¿En qué hospital? Voy para allá.
Era lo que menos esperaba escuchar en una llamada, tomó su ropa que estaba esparcida por toda la habitación, vistiéndose presurosamente, con unos ojos puestos en ella que no dejaban de mirarla, pero que no se atrevían a preguntar qué había sucedido.
—Perdón, tengo que irme—menciono.
—Por tu cara, es algo importante.
—Lo es—simplemente respondió.
—¿Necesitas ayuda?—preguntó, no sabía porque lo ofrecía, pero lo hizo.
—No es necesario. ¿Te veré otro día?—Quiso saber antes de irse.
—No. No es buena idea—confesó
—Ya veremos—Contesto Leo, saliendo del departamento.
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Rebecca condujo lo más rápido posible, aquella llamada la dejó desconcertada, debía llegar pronto y asegurarse que había escuchado bien.
Cuando estuvo en el hospital, estaciono su auto y salió corriendo a emergencias para preguntar por la persona que alguna vez quiso demasiado.
Encontró a una enfermera en recepción, la cual despejó su duda, efectivamente se encontraba internada Valería, su esposa, por un accidente automovilístico.
—Por ahora se encuentra en cuidados intensivos, tiene serias lesiones en sus órganos vitales, que podrían dejar secuelas—menciono el doctor encargado que había atendido a su esposa.
—Gracias doctor, manténgame al tanto de lo que suceda, por favor.
—Así será. La mujer que venía con ella ¿es familiar, o amiga?—preguntó. No sabía a qué se refería.
—¿Mujer?—insto
—Sí, una mujer que lamentablemente falleció por sus complicaciones. Su nombre es Arantxa.
Rebecca no se sorprendió, era de esperarse, por más que Valería le jurara amor, ella seguía con su enemiga. Sintió pena por aquel infortunio, no podía sentir alegría, porque igual era un ser humano, con muchos defectos pero no podía juzgarla. El destino se había encargado de ella.
Rebecca Pov
Seguía impactada por todo lo acontecido, Valería en estado grave, Arantxa muerta, eran cosas difíciles de asimilar, y en todo ese tumulto de emociones, Sara aparecía en mi mente, no puedo dejar de lamentarme por haberla dejado sola, pero esa llamada me desestabilizó, aún quería a Valería no de una forma amorosa, más bien era aprecio por todos los años juntas.
—Hey, Becca—saludo Leo
—Hola. ¿Qué haces aquí?—pregunté confundida.
—Me llamaron por un accidente que sufrió Arantxa, ¿y tú? —devolvió la interrogante.
—Por lo mismo—respondí. Leo alzo su ceja, sin entender—Valeria y Arantxa venían juntas—despejé la duda.
—Arantxa me mintió cuando dijo que se alejaría de ella, porque ya no le interesaba. Se lo reclamaré —habló, enojada.
—¿No has hablado con los doctores?—Quise saber
—Aún no, recién llego. ¿Por qué?
—Arantxa murió, sus lesiones fueron muy graves—Leo cayó sentada en el asiento que estaba a mi lado, sin creer lo que había escuchado.
—No puede ser—susurro
—Pero lo es. Valería sigue en cuidados intensivos.
—Bueno, no era la mejor mujer, sin embargo, siento que no merecía morir de esa manera—declaró Leo.
—Nadie merece morir en esa situación, pero nada se puede hacer. ¿Te harás cargo?—interrogué.
—No tengo de otra, ella no tiene familiares aquí. Iré a ver que necesito, ya vuelvo —se levantó y volví a quedar sola.
Recosté mi cabeza en la pared, quería llamar a Sara, no obstante, era de madrugada y lo más razonable es que esté durmiendo.
Empecé a jugar con mi celular pasaba los contactos llegaba al número de mi chica ojos color cielo, y volvía a salir, no es una hora adecuada; hasta que mi celular se alumbró, el nombre de Sarita apareció en ella, casi se me cae por la sorpresa. Abrí la llamada inmediatamente.
—Hola, Sara —respondí agitada y nerviosa a la vez, es el efecto que provoca en mí.
—Hola, me quede preocupada por la manera en que se fue, dude un poco pero no podía seguir con la intriga —confeso
—Lo siento, no quería dejarte, solo que... me llamaron del hospital, Valería sufrió un accidente es por eso que tuve que irme.
—Qué pena, ¿en qué hospital está? Puedo ir a hacerle compañía —se ofreció. Por un momento, pensé que sería una buena idea, no obstante, no son horas para que salga de su casa, qué pensarían sus padres.
—No te preocupes, está todo bien por aquí. Descansa, mañana debes hacerte cargo de la oficina con Lau—pedí, no es buen lugar para que esté.
—Bueno, solo quería estar contigo—expreso
Mi corazón, se me acelero con esas simples palabras.
—Es lo que más quisiera, pero un hospital no es el sitio más romántico—bromee
—Si tú estás, cualquier lugar es perfecto—quede sin palabras. Dicen que en la madrugada es donde se afloran nuestros sentimientos y empiezo a creerlo.
—Te aseguro que tendremos nuestro momento, solo espérame un poco más, no te defraudaré—expresé, a la chica que se había robado mi corazón.
—Espero puedas descansar. Cuídate—se despidió de mí. Respondí de la misma forma, me tiene hechizada, puede ser el peor momento, pero saber de ella siempre me pone feliz.
Ahora solo quiero que amanezca, saber que Valería está mejor, y poder seguir tratando de darle rumbo a mi vida.
Busque un lugar donde podría descansar un poco, de suerte encontré un mueble amplio en otro pasillo, en el cual podre dormitar sin problema. No será la mejor cama, pero ni bien me recosté, sentí un gran alivio, mi cuerpo pedía descanso.
No sé cuántas horas habré dormido, de a poco empecé a abrir mis ojos, por un momento me asuste al ver paredes alrededor de mí, hasta que logre ubicarme en qué lugar estaba. Me senté, tratando de ordenar mi cabello, el dormir me hizo muy bien.
—Toma—escuché, alce mi mirada y era Leo, ofreciéndome un vaso con café caliente. Lo tome y di un pequeño sorbo.
No será el mejor, pero en algo ayuda.
—Gracias, lo necesitaba —agradecí.
—No es nada. Anoche te busqué y no te encontré en el lugar donde estuvimos—mencionó
—Buscando donde pasar la noche, encontré este sitio, perdón por no avisar.
—Mi celular estuvo descargado, una de las enfermeras muy amablemente me dejó quedar en su cama—la miré incrédula —no me mires así, ella tenía turno, no había problema en que me quedara.
—Suerte la tuya, yo dormí en este reconfortante mueble—presumí
—Sí, se ve muy cómodo, y muy amplio, entrarían unas seis personas—bromeo
—Deja el sarcasmo, que no te queda—rezongue
—Tranquila. Ya resolví lo de Arantxa, será trasladada, sus padres la enterraran en su ciudad natal. Ya me encargue del papeleo, ellos recibirán a su cuerpo lo más pronto posible. Y Valería ¿cómo sigue?—interrogo
—Aún no he recibido noticias, creo que buscaré al doctor para saber su estado.
—Te acompaño—se ofreció, Leo.
—Vamos
Volvimos al pasillo primero, con la buena fortuna de encontrar al médico.
—Buenos días, ¿cómo sigue mi esposa?—pregunté
—Fue trasladada a una habitación, seguirá en estudios, pero está fuera de peligro por el momento.
—Puedo verla—pedí
—Aún no, tenemos que revisar si tiene alguna secuela del accidente. Cualquier novedad, se le informará, permiso.
—Gracias
—Tranquila Becca, hierba mala nunca muere —molesto Leo, en ese momento me recordó a Lau, solo a ella se le ocurriría bromear en esta situación.
—Y Arantxa—seguí el juego
—Para todo hay excepciones
—Claro. ¿No piensas ir a trabajar?—interrogué
—¿Me estás botando?—devolvió la pregunta
—No, solo curiosidad —confesé
—Me tomare el día libre, seguro tú no te moverás de aquí, ¿quieres que vaya por ropa para ti?
—No te preocupes, llamare a Lau
—¿Por qué? ¿Piensas que me robare tu ropa interior?— golpee su hombro por las estupideces que mencionaba.
—¡Auch! Fue broma, calma
—Perdón, tú te lo buscaste. Sabes, anoche me fije de algo.
—De qué —se interesó en saber
—No pasé desapercibido que tenías manchada la camisa de labial, y unas marcas en tu cuello—se puso de todos los colores al escuchar mi observación.
—Ah, no, no. Bueno sí, es que estuve con alguien.
—De eso me di cuenta, pero con quien es lo importante —tenía mucha curiosidad por saber cuál es la chica que tiene embobada a Leo.
—Pues debo confesar, que ella es...es A
—¿Alexa?
No entraré en detalles el porqué de mi ausencia. Espero disfruten el capítulo.
Gracias por seguir la historia.