Personalidades fingidas.

Por Merakii13

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¿Qué pasa cuando dejas salir tus demonios internos y te gusta la destrucción que causan? Pues... Mamá siempr... Más

⚠️ ATENCIÓN ⚠️
PLAY LIST
I N I C I O
✞ Sinopsis ✞
✞ Prólogo ✞
『Capítulo 1』
『Capítulo 2』
『Capítulo 3』
『Capítulo 4』
『Capítulo 5』
『Capítulo 6』
『Capítulo 7』
『Capítulo 8』
『Capítulo 9』
『Capítulo 10』
『Capítulo 11』
『Capítulo 12』
『Capítulo 13』
『Capítulo 14』
『Capítulo 15』
『Capítulo 16』
『Capítulo 17』
『Capítulo 19』
『Capítulo 20』
『Capítulo 21』
『Capítulo 22』
『Capítulo 23』
『Capítulo 24』
『Capítulo 25』
『Capítulo 26』
『Capítulo 27』
『Capítulo 28』
『Capítulo 29』
『Capítulo 30』
『Capítulo 31』
『Capítulo 32』
『Capítulo 33』
『Capítulo 34』
『Capítulo 35』
『Capítulo 36』
『Capítulo 37』
『Capítulo 38』
✞Epílogo✞

『Capítulo 18』

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Por Merakii13

Sonrisa hermosamente diabólica (Parte 2)

Pero qué demonios me sucedía...

Estaba temblando por el miedo irracional producido al ver aquella sombra, gracias a eso, no pude reaccionar cuando unas manos detuvieron mi cuerpo por detrás, ocasionando que un grito ahogado saliera de mis labios. Luché para soltarme, golpeaba y pataleaba sin parar provocando que mi garganta se desgarrara. Mi cuerpo fue girado y la persona frente a mí tomó forma.

Azrael me sujetaba firmemente por los hombros para tratar de controlarme. Poco a poco fui relajando el cuerpo, mi respiración se sentía pesada y mis pulmones ardían por la falta de oxígeno, a pesar de eso, un alivio inevitable invadió mi ser. Me ponía muy contenta saber que la persona frente a mí era él y no un animal salvaje o un asesino en serie.

No obstante, me enojaba haber pasado por todo esto, así que me solté de su agarre al concienciar que él era quien me había seguido, retrocedí para inclinarme un poco a recuperar el aliento. Cuando me repuse, vi como Azrael se encontraba observándome fijamente.

—Casi me matas del susto —solté con hastío.

—Nada de esto habría pasado si hubieras entrado conmigo —odiaba admitirlo, pero tenía razón.

Me quede detallando un poco su cuerpo, se encontraba relajado y tranquilo, a diferencia de mí que parecía haber corrido una maratón.

—Vamos, hay que subir —pidió, rompiendo el silencio que se había formado. Pasó a mi lado para avanzar, no hice más que seguirlo a regañadientes, pues no deseaba volver sola al auto.

Me confundía el hecho de que siempre se esforzaba por mantener esa fachada de chico frío e indescifrable, aunque a veces sentía que solo era su forma de autodefensa.

Estábamos subiendo la colina, que desde este punto no parecía tan empinada, cuando una oleada de frío me rodeó, me detuve un momento, mi respiración seguía pesada por haber corrido y el clima no ayudaba a regularla.

Tan pronto como aquel oscuro chico sintió que no lo seguía, se detuvo. Me dio una rápida mirada para después acercarse, en un movimiento rápido se sacó la cazadora y me la extendió. La sorpresa en mí era evidente, quedé mirando su brazo por algunos segundos, luego mi vista pasó a enfocarse en sus rostro, este se encontraba serio, esa frialdad característica en él no lo había abandonado.

—Póntela o morirás congelada —pidió. Susurré un gracias y la tomé.

Él se quedó observando como filtraba mi cuerpo en la cazadora. Al pasar mis brazos dentro de ésta, su embriagador olor me envolvió provocando que cerrara los ojos disimuladamente para aspirar su aroma. Después de abrigarme un poco, retomamos el camino en silencio.

Cuando por fin llegamos a la cima no podía creer la hermosa vista que tenía. Las luces de la ciudad habían desaparecido y solo veía árboles que eran de un color verde opaco. Por otro lado, la niebla que cubría la parte inferior de los arbustos, le daba un toque lúgubre pero hermoso a la vista humana. La luna alumbraba el valle y el contraste de los árboles con su luz en la parte superior, era algo majestuoso.

Probablemente estaba frente a la mejor vista que tenía en años. Azrael aclaró que esta era la montaña más alta de los alrededores, supo decir que cuando recién llegó, salió de su casa a investigar y fue así como encontró este lugar. También comentó que le gustaba la soledad de la montaña ya que le hacía sentir paz. De mis labios solo salió un "Es hermoso" él asintió para después sentarse al filo del risco, imité su acción y me coloqué a su lado.

Su mirada estaba fija en las copas de los árboles mientras que la mía permanecía en él y en su forma de observar el lugar a detalle. A pesar de que Azrael llevaba una fina camisa de tela, parecía no estar afectado por la altura. Me concentré tanto en sus facciones que su voz me sobresaltó.

—A veces siento que somos como aquel punto blanco —habló señalando una pequeña luz que se veía al fondo, parecía ser una casa de campo—. Algo insignificante para el universo.

Era la primera vez que tenía a un Azrael diferente frente a mí, sus muros de «aléjate, apestas» parecían haber desaparecido, tanto, que su aura ahora era más relajada.

—¿Eso hemos sido siempre para ti, un insignificante punto blanco? —pregunté. Él solo sonrió mientras negaba con la cabeza, su sonrisa era hermosa—. No lo veo justo.

—Creo que lo es, los seres humanos no somos el mejor ejemplo de vida.

—¿Por qué lo dices?

—Esa es nuestra naturaleza —inquirió posando sus ojos en mí—. Destruimos a otros para no colapsar con nuestra propia maldición. Gia, dañar a las demás personas nos da vida —Corto sin más, dejándome sin palabras.

Parecía absorto en sus pensamientos. Aquella versión de él me estaba sorprendiendo, calmado, atento y dulce, me gustaría que se mantuviera así por siempre.

—Azrael —llamé su atención—. ¿Por qué lo haces?

—¿Despreciar a la humanidad? —Bromeó

—Confundirme. Hacer que tus acciones me griten soy un maldito psicópata al tiempo que tus palabras susurran un esto es lo mejor que tengo, por favor no te vayas —expliqué calmada.

—Es inevitable, hay cosas que no se pueden controlar —me sorprendió que no se negara a responder o a asumir que tenía un carácter contradictorio.

Sus oscuros y hermosos ojos seguían clavados en mí, por primera vez en toda mi vida pude ver el dolor en ellos. Pronto su mirada volvió a caer en los árboles.

—Si, claro que puedes.

—No sabes lo que dices. No es tan fácil.

—Lo es, solo te alejas de aquello que te consume y ya está —presioné sin más.

—Si fuera así de fácil ya te hubieras alejado de Jean —añadió sorprendiéndome.

—¿Qué? —inquirí algo agobiada por sus palabras.

—Él no es bueno para ti, tú eres luz.

—Y que ¿él es oscuridad? —indagué burlona, como si aquello fuera ridículo. Azrael pareció sorprenderse, pero trató de disimularlo.

—No —dijo tajante—. Hasta la oscuridad es cegadora para alguien que carece de luz —No podía apartar mis ojos de su piel, de verdad se había transformado en alguien irreconocible. Sin embargo, no dejaría que desviara el tema.

—¿Por qué siempre haces esto? —estaba comenzando a temblar, no sabía si de rabia o de frío, ya no las identificaba.

—¿Hacer qué? —su voz sonó exasperada.

—Meter a Jean en nuestras conversaciones. Ahora estamos hablando de ti y de tu bienestar.

—Intento protegerte —respondió, y aunque sus palabras sonaron dulces, su voz se escuchó lejana.

—Si, ¿pero quién te protege a ti? —contraataqué.

—Gia, no necesito protección y no quiero hacerte mas daño.

—No lo harás, nunca lo has hecho —Susurré.

Sus ojos repararon mi rostro mientras sus facciones se suavizaban. Mi extraño pero dulce acompañante giró su cuerpo lentamente hacia mí para poder tenerme frente a él, yo solo imité su acción. Luego, sus manos subieron a mis mejillas y el impulso de frotar mi rostro en ellas se hizo presente, cerré mis ojos tratando de disfrutar el momento.

Desde el primer día que lo vi ahí observándome indescifrablemente, algo en él llamó mi atención, quería conocerlo más pero no tenía el valor de acercarme, su imponencia me hacía sentir diminuta. Por mucho tiempo me contuve, pero no lo haría más, me liberaría para ser valiente y poder tomar lo que creía, me hacía sentir bien.

Sin duda alguna lo gritaría a los mil vientos, tan alto que toda la Ucla lo escucharía. No me reprimiría por lo que pensara Jean, o por las advertencias sin fundamentos de Jessica, tampoco dejaría que Ozana me impida ser feliz, ella ya había dudado de mí y eso demostraba que quizás nunca fue mi amiga.

Admito que soy un poco testaruda y que cuando me entrego a algo lucho por mantenerlo, pues, cuando de pensar con el corazón se trataba yo era una prodigio y eso ocasionaba que siempre saliera perdiendo aquellas batallas. Porque si, era fuerte para sostenerme en lo más alto de una colina helada, pero mis piernas temblaban cuando lo veía cruzar frente a mí.

Tan pronto como ubicaba mis pensamientos, su rostro se juntó con el mío, su fría respiración caía sobre mi piel y se sentía tan jodidamente bien que no podía quejarme.

—Te voy a hacer daño Gia —su voz hizo eco en mis oídos como un susurro—. Estoy más jodido que el puto infierno.

—Creo que eres muy egoísta. Hay cosas que veo en ti que ni tú ves —dije impulsivamente.

—No creas todo lo que tus ojos observan, pequeña.

—No creo lo que veo, creo lo que necesito. Te necesito en mi vida.

Por mucho que lo ocultara, el calor que emanaba su cuerpo era tan relajante que me hacía sentir acogedor este clima del demonio. Pasamos a mirarnos fijamente a los ojos sin articular palabra, Una sonrisa cómplice salió de mis labios ocasionando que él hiciera lo mismo.

Fue entonces que pude percibirlo, así era cómo se sentía querer a alguien con cada célula de tu cuerpo aun conociendo sus peores facetas.

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