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By TheBooksTravelerGirl

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"La muerte es un castigo para algunos, para otros un regalo, y para muchos un favor." -Séneca "¿De qué otra f... More

*𝔼𝕡í𝕘𝕣𝕒𝕗𝕖:*
*ℂ𝔸ℙ𝕀𝕋𝕌𝕃𝕆 𝟙*
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Epílogo
~NOTICIAS <3~

Número 15

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By TheBooksTravelerGirl

Pasé encerrada al menos una semana, luego de haber intentado escapar la primera vez, el ángel de Pierre sello de alguna manera la cerca para que no pudiera salir. Rita vino todos los días, siempre disculpándose y trayéndome comida sin pasar de la puerta, aún sintiendo la culpa y tristeza que cargaba no me atrevía a mirarla, menos cuando venía por la noche recogiendo la bandeja en el mismo lugar que la dejo, con toda la comida que preparaba.

Pierre duro los primeros tres días encerrado conmigo vigilándome, sin preguntar nada pues aunque lo hiciera, en mis planes no estaba responderle y él lo sabía. Me estaba comportando grosera, intentando ser lo suficientemente mala para que me echaran fuera por decisión propia, amenacé a Pierre con matarlo si no me dejaba sola, así que por ello comenzó a patrullar y entrenar más a los demás hombres, aunque supiera que no podría hacerle daño, me estaba dando el espacio que consideraba suficiente.

Sabía que el volvía cuando creía que dormía y se quedaba despierto acariciando mi cabello, varias veces pensé en detenerlo, pero el hecho de que siguiera ahí apoyándome y estando tan tranquilo me hacía sentir mejor y lo disfrutaba, de igual manera siempre antes de dormirse besaba mi frente.

— Nesi, tienes que comer algo — esta vez sí entro y se sentó a la orilla de la cama —. Lo que no quieres es ver al sujeto en la enfermería y si no comes irás a dar a su lado.

Giré a verla, dándole una gran sonrisa que pude ver le erizó la piel y se removió incómoda.

— Pequeña, no sé que te haya dicho Pierre para que te animaras a entrar — apretó las manos a sus costados —. Pero considero que deberías saber que estos alimentos — pasé el índice por la orilla de la bandeja que se mantenía en sus piernas, haciéndola temblar —, no están en mi dieta y solo me producen asco.

Se aclaró la garganta antes de hablar.

— ¿Eres vegana? — sonreí. El miedo en sus ojos me llenaba de vitalidad.

—No, adoro la carne. Solo que mi dieta se basa en almas, entre más frescas y jóvenes mejor.

La charola en el regazo de Rita cayó al suelo, la comida se desperdigo el suelo al igual que el cristal y la cerámica de la vajilla. No gritó, solo se quedó parada y estática, las lágrimas comenzaron a mojar sus mejillas. Se abrazo a si misma y pude ver la situación en la que estuve una semana atrás, quería levantarme y abrazarla hasta que se calmara, pero no lo hice.

— Hola Rita — Pierre se recargó en el marco de la puerta como era su costumbre —. ¿Sucede algo?

— Aléjala de aquí antes de que decida matarla — se acercó rápidamente a la niña.

— Rita, ven. Vámonos de aquí — decidió tomarla por los hombros.

Al instante en que la tocó, comenzó a gritar y arañarse a sí misma.

— ¡No, no, no, no! ¡Aléjense de mí! No me coman por favor — no me sentía mal por disfrutar su dolor, después de todo era un monstruo peor que Azrael — ¡Ella es uno de ellos, tienes que matarla, aléjala a ella! ¡Tiene esos ojos rojos Pierre, no dejes que me haga daño!

Luego de que recuperó un poco la cordura le suplicó a Pierre que me matará hasta desmayarse en sus brazos. Él me miró molesto al ver mi sonrisa, levantó a la niña en brazos y dio la vuelta para salir, pero se detuvo luego de atravesar el marco de la puerta.

— El hombre en la enfermería despertó, por si te interesaba saberlo. Llevaré a Rita a su casa — mi sonrisa se apagó luego de que se fue.

Me sentía lenta y pesada, como si hubiera comenzado a hundirme en arena movediza. Me moví en automático hasta el lugar a donde fui con Rita, sentía los labios secos y sentía que los oídos me palpitaban.

— Rita ya se fue.

— No vengo a buscarla a ella — no se ofendió por la manera en la que respondí.

— Él está dormido — volvió a hablar.

— No me interesa — volví a responder en tono borde antes de cerrar la puerta.

Respiré hondo varias veces antes de seguir caminando, puse en pausa todas mis preocupaciones, dolores y pasado, para volver a verlo un instante. Un efímero momento que me hiciera recordar por lo que pretendía luchar en un principio.

Corrí la cortina azul, tiré de la silla metálica para acomodarla a un lado de la cama. Su pecho se movía tranquilo, la mitad de su cuerpo estaba cubierto por una delgada sabana y la parte de arriba por vendas, su brazo izquierdo llevaba una escayola y sus ojos estaban cubiertos por la misma venda que rodeaba su cabeza y ocultaba sus hermosos rizos cobrizos. Observé su piel blanca, cómo se delineaba su rostro aún más que la última vez que lo vi y sus labios, de un rosado más oscuro por lo pálido de su piel. Una alarma en la mesita al lado de la camilla empezó a sonar.

— Cariño, si quieres quedarte más tiempo tienes que darle el medicamento y quitarle la venda de la cara — abrió el estante y saco un vaso pequeño de papel con un par de pastillas. Caminó y espero que extendiera la mano —. No estoy contenta contigo, jovencita.

No respondí, no quería que él fuera a reconocerme por mi voz.

— ¿Me ayudarás a sentarme? — un nudo se formó en mi estómago al escuchar de nuevo su voz.

Devolví la silla a su lugar, tratando de controlar el ruido que hacía al respirar, algo muy bobo siendo que no lo necesito. Moví la palanca para poder empujar la camilla, cuando quedó con la suficiente inclinación volví a atorarla para que ya no se moviera. Controlando el temblor en mis manos, le pase las pastillas y con su mano sana las puso en su boca, le di el vaso con agua pero al ver que no tenía mucha fuerza para sostenerlo alejé su mano, puse mi otra mano bajo su barbilla y puse el vaso en sus labios. Lo retiré luego de verlo hacer una seña con la mano.

— Bueno, ahora sigue la venda — espero una respuesta que no llegó —. ¿Eres muda? Mierda, si lo eres no podrías responder a la pregunta, lo siento — reí un poco, pero callé al darme cuenta —. Al menos te hice reír.

Empecé a quitar la venda, fingiendo estar tranquila ante el revoltijo de emociones. Aproveché para tocar sus mejillas cuando quité los cuadritos de gasa que estaban sobre sus ojos, me senté en la cama esperando que abriera los ojos. Esperaba una mueca, maldición o furia, pero en lugar de eso, solo abrió los ojos con sorpresa y luego sonrió coqueto.

— Pues al parecer mi vista está de maravilla, porque estoy viendo a un ángel — la de la mueca fui yo.

— Pensé que estarías muy enojado al verme.

— No tengo razón para hacerlo, eres una bonita enfermera cuidando de mí — posiblemente no tenía buena cara en ese momento —. Lo lamento ¿Tendría que conocerte?

Imposible, tenía que ser una broma.

— No claro que no. Toma más agua, cualquier cosa llama a la enfermera, mi turno terminó — le sonreí y caminé a la puerta.

— ¿Podrías...? — no escuché más pues ya había salido.

No entendía la razón para que me doliera tanto que no me recordara, no me hacía sentir mejor que por eso él me tratara bien como si lo mereciera, pensé que no volvería a verlo y esa herida no sería abierta, pero desgraciadamente ahora el mundo es muy pequeño.

— No entiendo cómo es que hay quiénes se vuelven tan débiles por otra persona, pensé que quitarle los recuerdos malos te ayudaría a sentirte mejor y no querer salir huyendo — el rodó los ojos, fastidiado.

— Él ni siquiera me recuerda, déjame ir de aquí — si no me recordaba, todos sus recuerdos conmigo eran malos. Me acerqué dispuesta a ponerme de rodillas para que quitara lo que sea que no me permitía irme.

— Te has vuelto un pequeñito ratón, Génesis. No puedo creer que tú, hayas hecho caer tan bajo a mi hermanito — él se levantó y me interceptó —. Seguramente te estaba haciendo una broma, así que no puedes irte.

— Regresa su memoria, yo me voy — acarició mi mejilla y su blanca sonrisa no indicaba nada bueno.

—Si quieres que regrese su memoria, está bien. Pero tú de aquí no te irás, supongo que ya tienes algún problema con eso de hacer que te odien y te encanta el dolor, pero no me órdenes o créeme que seré peor que Azrael — estaba encerrada en la cueva de otro lobo, perfecto.

— Quítame las manos de encima — di un paso atrás —. El dolor no fue lo único que me enseñó, no solo me dio ese problema, me infectó cual parásito y ahora puedo temerle a él, pero no a los demás.

— Y qué me dices de que el amnésico o Pierre, mueran — estiró la mano apretando mi cuello — Incluso que tú lo hagas.

Me reí, jamás algo podía ser tan bueno para ser verdad en estas alturas, ni los ángeles parecían ser buenos.

— Soy una marioneta, ni siquiera estoy realmente viva como para que puedas amenazarme con eso.

Aproveché la fuerza de su brazo para levantar los pies, cruzarlos por su cabeza y usar la fuerza para tirarlo al suelo. Me quedé sobre él sosteniendo su mano y riendo de su expresión.

— Debí saberlo, ahora eres... — no lo deje terminar.

— Me pregunto ¿cómo sabrá la pureza de un alma angelical? — no mostró el miedo que esperaba que tuviera.

— Si me matas ¿quién devolverá la memoria de tu amigo? — touché.

— Me ahorra problemas que no me crea el monstruo que soy — ahí sí vi arrepentimiento en sus ojos.

— ¿Y Pierre? Él sigue bajo mi control — vi el gesto de dolor cuando comencé a arrebatarle ese brillo.

— Ya lo deje morir una vez, tontito — mencioné viéndolo retorcerse bajo mi toque.

— Gen, ¿qué haces? — toda la maldad se fue de mi cabeza y el alma se devolvió a su envase original.

— Hola, Pierre — dijimos ambos mientras lo ayudaba a levantarse del suelo.

— Levi, Gen — dijo en modo de saludo.

— Bueno, yo me voy — dijo quien ahora conocía por Levi.

— ¿Te acompaño a la salida? — me miró mal y simplemente se desvaneció en el aire.

— Me da gusto que estés mejor — no sonaba a que lo hiciera.

Luego de eso Pierre tomo ropa de su armario y volvió a salir para ir a darse un baño.

...

Me había quedado dormida esperándolo. Luego de acostumbrarme a la falta de luz vi que estaba utilizando el pecho de Pierre como almohada, el dormía plácidamente, no podía haber pasado mucho rato desde que llegó pues su cabello aún se notaba medio húmedo.

Intenté no ser muy brusca al moverme para evitar despertarlo, salí de la cama y echando pequeños vistazos me puse la ropa para dormir, en cuanto terminé comencé a caminar hacía la cocina buscando un poco de agua, me sentía inquieta y extraña por querer algo de beber tan de pronto. Me acerqué al fregadero con el vaso en la mano y me detuve al sentir que no estaba sola en la cocina.

— ¿Qué quieres ahora? — le respondí poniendo el vaso a un lado, sin voltear a verlo.

— Hablar — arrastró la silla para sentarse —. Ya sabes cuál es mi nombre, así que ya has de haber investigado.

— Leviathan — giré a ver cómo sonreía, había acertado.

— Aun cuando ambos podemos consumir almas — recargó sus brazos en la mesa, jugando a darle más seriedad al asunto —, hay algo diferente en ti.

— ¿Qué tú solo consumes cosas malas? — él se echó hacia atrás, riendo.

— Ya veo porque mi hermano decidió no escaparse de ese lugar.

— No podía hacerlo, le quemaron sus alas — me entró la curiosidad al mencionarlo —. ¿Cómo son tus alas?

— Blancas con ciertos toques dorados, muy bonitas y todo. ¿Cómo quemaron sus alas? Hasta donde sabía, él aun las tiene — negué con la cabeza.

— No lo sé o no lo recuerdo, era como ver las ramas de un árbol quemado — él asintió asimilando lo que acababa de decir.

— ¿Llegaste a quererlo de verdad? — negué rápidamente — En dado caso, te propongo un trato.

— En la mañana estabas intentando asesinarme.

— Quería y necesitaba molestarte, en verdad que eres una fiera — le hice una seña para que continuará —. Si tú me ayudas a atrapar a mi hermano, yo te daré un poco de información a cambio.

— Dame un adelanto y tal vez lo piense — iba a hacerlo, que lo atraparan significaba que yo sería libre.

— Azra es mucho muy egoísta, si quiere algo para si mismo, va a eliminar a todo aquel que pueda quitárselo — eso lo sabía muy bien —. Te odia demasiado, incluso más que a sí mismo pero ustedes dicen que del odio al amor solo hay un paso ¿no es así?

— Me sorprende que se odie — notó que no quería hablar de ello, así que saltó el tema.

— Cosas que hizo y siente que no debió haber hecho. Y otra cosa, mientras estés aquí serás completamente humana, me refiero a que será como si no hubieras muerto o te hubieran cambiado en ese laboratorio — abrí la boca para preguntar, pero continuó —. Él habría sentido tu presencia luego del incidente de en la mañana, así que modifiqué la barrera que cuida a la gente de aquí, además eso me asegura que no me mataras porque enserio eres alguien a quien temerle.

— ¿Ya no tendré que preocuparme por comerme a nadie? — me reí de mi misma, sería la pregunta más tonta que haría en la vida.

— A menos que te comas a Pierre, no — rodé los ojos, era estúpido creerlo —. Ya casi me tengo que ir, así que te diré dos cosas más. Primera: le devolví la memoria a tu amigo, pero hice que no estuviera tan... así contigo.

— ¿Y la segunda? — abrió la puerta mientras lo seguía.

— Creo que serán tres, alguien te tiene mucha envidia aquí así que cuidado con eso y la última, estás soñando, sigues en el pecho de Pierre y para cuando despiertes la barrera empezará a funcionar.

— Esas fueron más de tres — sonrió, ya estando fuera de la casa.

Tenía razón, sus alas eran hermosas.

Era domingo, por lo que está vez Pierre si estaba en la cama cuando yo desperté. Se veía tan relajado que solo busqué acomodarme más a su lado y volver a cerrar los ojos, pero ¿por qué hice eso en lugar de empujarlo como era mi costumbre? Desgraciado ángel del demonio.

Esta vez pase sobre él para salir de la cama, pues yo dormía del lado de la pared. Iba a partirle la cara a Levi en cuanto pudiera, aunque eso significará estropear mis nudillos. Mis labios picaban por entrar en contacto con los suyos, quería acariciar su piel bronceada, que me estrechara entre sus brazos y no me soltara, todo por obra del capricho tonto de Levi.

Me fui antes de hacer una estupidez, todavía en ropa para dormir salí de la casa para ir a la enfermería a hablar con Dan.

Mila no estaba en su lugar usual, imaginé que estaría atendiendo a algún enfermo así que por eso mismo entre sin tocar a la habitación donde estaban las camillas. No tenía razón para sentirme mal, dolida o alguna otra cosa al ver tal escena, sin embargo, lo hice. Salí de ahí antes de que mi desaliñada presencia fuera notada e interrumpiera.

Escuché la risa más cercana, así que traté de salir lo más pronto posible y escabullirme para que no me viera.

Cuando llegué a la puerta de la casa donde dormía me topé con Pierre justo en la puerta, me miró confundido y luego echó un vistazo sobre mi hombro, sonrió con cariño, por lo que la curiosidad me gano miré hacia atrás para toparme por un lacónico momento con los ojos chocolate de quién me odiaba. Sabía que su mirada se había quedado atrapada así que no desviaría la vista y más cuando Rita comenzó a caminar en nuestra dirección. Mi corazón se apretujo, dolía como si lo estuvieran exprimiendo y lo primero que se me ocurrió hacer fue vengarme de la manera más tonta que se me ocurrió de Levi y de Dan, aunque eso no le podría doler en lo más mínimo al segundo de ellos.

— Sígueme la corriente, por favor — al haber sido mi compañero por tanto tiempo, podía entender cómo seguir lo que quisiera hacer como si se lo hubiera dicho paso, por paso.

Subí los brazos a su cuello, él acomodó los suyos por mi cintura y se acercó sonriendo esperando a que lo besara una vez más con propósitos no románticos.

— Parece estar muy enojado en este momento — notó la indecisión, así que continuó dándome un empujón.

Sus manos bajaron hasta mis muslos para levantarlos y dejar mis piernas enrolladas a su tronco, dio la vuelta y se entretuvo con mi cuello para que yo pudiera comprobar lo que había dicho con anterioridad, Rita que iba de la mano de Dan se había detenido, sus ojos estaban rojos y apenas comenzaba a llorar, mientras tanto, Dan me miraba con despreció. Su mandíbula apretada y las orejas rojas, la forma en la que respiraba y el leve tono rosáceo en sus mejillas me decía que estaba enojado y avergonzado, notó que lo miré y solo sonrió.

Alguna vez leí que los ojos eran una puerta al alma y por lo que pude ver, en los ojos de Dan solo se encontraba la promesa de destruirme, y su estúpida sonrisa me decía que no se rendiría hasta hacerme caer. Agradecí el momento en el que Pierre cerró la puerta, pues como una idiota comencé a llorar, Dan me conocía mejor o lo suficiente para entender mis acciones, por lo que podría saber en cuanto me vio que lo hice cobrando lo que él hizo. Pero aun así fue un idiota al no ver cuando Azrael trato de dejarme como la mala.

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la historia va a ser divertida y habrá lemon🍋😉 ⚠️perdón por mis faltas de ortografía ⚠️