Número 8

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No quería levantarme. Me acomodé mejor en lo calientito dispuesta a dormir más, luego comencé a percatarme de algunas cosas: estaba en una cama que no era la mía, alguien respiraba cerca de mi cuello y alguien estaba a punto de abrir la puerta.

Ella gritó, Dan se levantó de golpe y yo me cubrí hasta arriba.

— ¡Fotos no, basta, sal ya! — el obturador sonó seguido de risas y una puerta cerrada.

— Pimienta de mi corazón — gritó su madre riendo desde el pasillo.

Bajé la cobija con cautela viéndolo recargado en la puerta.

— Buenos días — esto sería incómodo de explicar.

El desayuno ya estaba servido para cuando salí de la habitación, estaba demasiado avergonzada como para decir algo, Dan parecía muy concentrado en su desayuno y ella parecía contener una sonrisa traviesa mientras nos miraba a ambos.

— ¿Cómo durmieron mis niños preferidos? — mencionó, levanto el tenedor y sin borrar su sonrisa siguió comiendo.

— ¿Podrías parar, por favor? — parecía que eso solo la motivaba.

— Alguien se levantó gruñón ¿a caso no durmió suficiente? — yo no podía mirarla de la pena.

— Tuve un pequeño accidente ayer, solo se quedó verificando que siguiera respirando así que no durmió — levanté la vista cuando escuché el tenedor golpear el plato. Su cara cambio de divertida a preocupada.

— ¿Qué te pasó? ¿Estás bien? ¿Necesitas algo? — le sonreí.

— Ya estoy mejor, lamento si interrumpí algún compromiso que tuviera ayer u hoy — Dan pareció respirar luego de cambiar el rumbo de la conversación.

— Nada de eso, solo venía a ver que todo estuviera bien. Yo me encargo — desapareció por el pasillo y se escuchó que salió por la puerta principal.

— Bueno, eso fue raro — miré su perfil, y había unas ojeras un poco marcadas —. Sube a dormir un rato más, yo me encargo de recoger.

Pareció dudar un momento, luego de bostezar me hizo señas para que levantará mi camisa, probablemente no dormiría hasta que lo hiciera. La subí solo lo suficiente para que la marca no se viera, él levantó los vendajes para ver si no se habían infectado.

— Ayer casi parecía que te atravesarían y hoy parecen simples rasguños — terminó de quitarlo, fue y volvió con una crema, la aplicó de manera suave y con cuidado de no lastimarme, bajó la playera y subió a su cuarto.

Me levanté a recoger y limpiar cada parte de la casa sin entrar a habitaciones cerradas o tocar cosas que parecían importantes, había ya pasado rato y parecía que aún no despertaba. Me di una ducha, verificando que la marca siguiera apagada, en cuanto volviera a estar activa tendría que correr tan lejos como pudiera de aquí. Había tomado otro cambio de ropa prestado, le di una vuelta y el seguía dormido ¿Se habría quedado toda la noche despierto? Yo por lo menos ya estaba acostumbrada a dormir muy poco. Hice comida y la puse en una charola, sentía que tenía una deuda.

— Fosforito, despierta dormilón — comencé a picar su estómago —  ¡Despierta! — comencé a sacudirlo.

Me tomó de las manos y giró a un lado haciéndome quedar acostada al otro lado, grité de manera muy ridícula, él sonrió y se acomodó.

— Haces demasiado ruido, duerme otro rato tú también — lo miré acomodarse en mi pecho y empecé a dar suaves palmadas en su mejilla.

— Si tiraste la comida yo no me haré cargo — me miró con cara de 'eres un fastidio' pero terminó levantándose.

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