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By TheBooksTravelerGirl

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"La muerte es un castigo para algunos, para otros un regalo, y para muchos un favor." -Séneca "¿De qué otra f... More

*𝔼𝕡í𝕘𝕣𝕒𝕗𝕖:*
*ℂ𝔸ℙ𝕀𝕋𝕌𝕃𝕆 𝟙*
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Epílogo
~NOTICIAS <3~

Número 12

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By TheBooksTravelerGirl

En el camino al refugio, Pierre me contó que tardó en acostumbrarse luego de que un ángel lo trajera de vuelta diciendo que aún no era su tiempo. Le pregunté acerca de si le había dejado alguna marca o lo visitaba muy seguido, prometió enseñarme las únicas marcas que le habían quedado y me dijo que no lo veía en bastante tiempo, pues el estaba resolviendo errores de otro y reviviendo a las personas que no debieron morir ni por el accidente.

— ¿Tú recuerdas todo lo que sucedió desde que estuviste trabajando para esa gente? — me miró por el rabillo del ojo, para no desviarse en la carretera.

Él manejaba la troca que tomé prestada, pues dijo que sería un viaje largo. Yo acomodé el asiento para ponerme de lado y acostarme.

— Lo siento, chérie. Aunque recuerdo todo, no tengo información que pueda ser útil, yo solo debía de entrenarte y hacer que controlarás las rabietas por las inyecciones — me puse la sudadera en mi cintura.

— ¿Sabes qué era lo que me inyectaron?  — repiqueteó en el volante antes de responder.

— Solo me dijeron que era una transfusión de sangre alterada, que de efecto secundario tenía arranques de ira, pero dudo de que hubieran dicho la verdad completa — Azrael no mentía con que yo ya había tenido su sangre antes.

— Yo también morí — declaré —, ambos somos zombis.

Pierre rio y estiró la mano sacudiendo el pelo en mi coronilla.

— Duerme un poco, que ya te estás pareciendo demasiado a ellos — lo miré ofendida, no tenía mal aspecto ¿o sí?

— Perdón, señorito con apariencia y cuerpo de Dios griego — se carcajeó y una vez calmada las preciosas orbes verdes amieladas me miraron directamente.

—Tú también eres muy bonita, demasiado — me sonrojé por la seriedad de su mirada —. Aunque también muy terca y roncas, pero sabes cómo patear traseros muy bien.

Me guiñó el ojo y se concentró de nuevo en el camino. No di respuesta e intenté dormirme.

Soñé estar en un campo, viendo un hombre sin camisa, sentado en una banca mirando al atardecer, cuando me acerqué noté una cicatriz en su espalda que inmediatamente reconocí, sin saber muy bien que hacer seguí avanzando. Las cicatrices enrojecieron y dos alerones desplumados se abrieron paso, parecían las ramas de un árbol quemado, sin hojas y demasiado oscuras.

Caminé hasta ver su perfil, encontrando que su mano libre sujetaba un par de plumas. Una blanca y una negra, contrastando perfectamente como si una fuera la sombra de la otra. Las dejó en su regazo y su mano se dirigió a su bolsillo, sacando algo que después colgó en su cuello.

La llave que le di del departamento, él tenía que saber dónde estaba.

Me acerqué buscando ver si el tenía en cuenta que estaba ahí, porque si yo lo estaba viendo en mi cabeza él podría saberlo y mover las cosas a su gusto para estar ahí de manera omnipresente. Pero no me veía, enfurecida estiré la mano buscando arrancar la llave que brillaba con los pocos rayos de luz restantes sobre su pecho, solo logré moverla pero eso fue suficiente para que se levantara de sobresalto, guardara lo que alguna vez fueron sus alas y se volviera el espeso humo negro para desvanecerse.

Desperté con leves palmaditas en mi mejilla y el rostro de Pierre delante del mío.

— Despierta, chérie. Bajamos por algo de comer y seguimos — empujó la puerta decidido a bajar con los demás.

Hasta ahora había visto puros hombres, adultos todos.

— Claro — igual no comería nada o terminaría devolviéndolo.

— Oh, por cierto — rio por lo bajo, mirándome sin bajar por completo del vehículo —. Límpiate un poco, venías babeando.

En cuanto se bajó, moví el retrovisor y efectivamente una marca blanca de baba estaba en mi mejilla.

Bajé para verlos sentados alrededor de una fogata asando bombones con chocolate y galletas, también un par de brochetas, nada interesante se sentía en kilómetros, así que me senté tranquila a ver el fuego.

— ¿No comerás nada? Tienes todo el día dormida, parecías cansada así que no te desperté hasta la cena — se sentó a mi lado.

— Como de vez en cuando, no lo necesito y no me dura — me miró y acarició la mejilla del lado de mi orbe platinada.

— Así que eran más que viejos amigos, eh — habló el que conocí como Raúl.

Ambos negamos con la cabeza, él bajó la mano y tomo la mía para arrastrarme al auto, apenas llegamos a la parte trasera donde nadie nos viera, habló.

— Me preguntaste si tenía marcas. Yo te mostraré, pero tendrás que mostrarme — lo había hecho en un tramo del camino hasta aquí.

Se quitó la camisa de tajo y comenzó a bajarse el pantalón.

— ¿Pero qué demonios haces, Pierre? — los colores subieron a mi rostro, haciéndome dar la vuelta.

— ¿Querías ver, o no? — me mordí la lengua antes de girar. Él estaba dándome la espalda — Estás son las únicas marcas.

Me arrodillé una vez estuve a centímetros de él, una línea que cruzaba de la parte trasera de la rodilla hasta unos diez cm arriba del talón en ambas piernas, me puse de pie, viendo las marcas que dejaban saber dónde se situaba cada hueso de la columna. Un escalofrío me recorrió al recordar la manera en que Azrael simplemente sacó la espina de su cuerpo como si le sacara un alfiler a un muñeco de trapo.

Apenas acerqué la mano para tocar aquellas rojizas cicatrices se dio la vuelta antes de que lograra mi cometido. Entonces vi en su pecho, sobre su corazón, una marca. Un par de guadañas atadas con un listón del cual sus orillas eran alas, todo eso del mismo tono rojizo de sus cicatrices.

— ¿Eso era lo que buscabas? — lo miré subir su pantalón — Supongo que debes tener una tú.

Miré a todos lados buscando que no hubiera gente y una vez lo hube verificado, levanté mi playera hasta que solo se vio el sostén de encaje.

— Es la única marca con que me quedé, además de la heterocromía — acomodé mi ropa.

— Cuando regresé, me dijeron que quien me había matado y mandado al infierno era en un principio un ángel. Dijeron que ya era un incomprendido y renegado por tener que cuidar las puertas de no sé qué y que cuando lo atraparon comenzó a llenarse de rencor pensando que su familia lo traicionó — suspiró como si eso lo fastidiaran y me hizo señas para que lo siguiera de regreso —. Dijeron que tiene a alguien en la mira y que yo estaba dentro de los objetivos para lograr lo que quería.

— ¿No te dijeron que deberías ocultarlo o algo? — asintió.

— Eres esa persona que tienen en la mira, chérie. Y no te ocultare nada, no creo que les moleste que te lo diga, porque creo que igual lo sabías — asentí.

— ¿Vas a pedir alguna información a cambio? — pregunté para verlo negar — Aun así, lo único que tengo por informar sería, que siendo el objetivo, él intenta cazarme y si me encuentra ahí con los demás, no dudará en matarlos.

— Te lo dije, el lugar está rodeado del mismo material que las armas y no pueden atravesarlo ni detectar a nadie que esté dentro — no me convencía del todo —. Solo tendrías que estar siempre adentro y no salir con nosotros, como supongo pasara por tu cabeza en dado momento.

— Me envenenó para ser un monstruo como él, consumo almas y las mando a dónde me dé la gana — vi la duda en su mirada.

— Seguimos vivos, hasta ahora no nos has dañado — torció el gesto —. Puedo llamar al ángel que me trajo de vuelta, tal vez el pueda ayudarte.

Me detuve detrás de él.

—No, no lo hagas. Jamás de ser posible — notó mi angustia y respondí antes de que lograra preguntar —. La última vez que creo haber visto uno, explotó el lugar donde vivía y como me dieron permiso de salir como alma que lleva el diablo, supongo que solo me han de querer muerta.

— He aprendido a que tus suposiciones usualmente son ciertas, así que trataré de mantenerlo lejos — me sonrió buscando que me tranquilizara, cosa que no logró.

— Puedes dormir en el auto, dormiré en los sacos con los demás — se alejó mientras yo iba a subirme.

Me pase la noche en vela, jugando en la tableta hasta que se le agotó la batería y me quedé dormida del aburrimiento.

Esta vez abrí los ojos viendo unas planicies llenas de trigo que no parecían tener final. Estuve caminando sin rumbo, preguntándome cuál era el propósito de este sueño, ya que últimamente siempre significaban algo, incluso maligno. Una puerta de madera roja se alzó frente a mí, al no tener perilla me decidí por empujarla aunque al ser solo una puerta nada me aseguraba que está me llevará a algún otro lado. La empujé y tan pronto la atravesé quedé a la mitad de una carretera, una luz al frente se acercaba, tan pronto reaccione empecé a retroceder y di la vuelta para correr; escuché las llantas chirriar contra el asfalto cuando estuvo atrás de mí y espere un golpe que no llegó.

El auto me atravesó como si yo no estuviera ahí, lo vi seguir maniobrando como si solo fuera un fantasma en la escena. El auto giró abruptamente y comenzó a dar vueltas. Cada golpe parecía expandirse y llegar como ondas hasta donde estaba para darme un dolor intenso en el pecho, una vez el auto dejó de girar seguí el camino de cristales y entre más me acercaba, me costaba respirar y coordinar mis movimientos, probablemente como un efecto del ataque de pánico que comenzó luego de ver las características del auto. Me rompí con cada paso y terminé hecha añicos cuando llegué.

El vehículo se mantuvo volcado, dejando un cuerpo golpeado colgado del asiento goteando sangre que combinaba con lo pelirrojo de su cabello. Podía escuchar el suave golpeteo en su pecho reduciéndose, al igual que el brillo en sus ojos.

Aún cuando quise ayudar, seguía atravesando el material y no pude evitar lo que le sucedía. Aunque estuviera dormida, no sentía que esto fuera un sueño sino una realidad; todo se tornó frío y comenzó a sacudirse hasta que caí al suelo.

— ¡Despierta! — algo me haló de vuelta a la realidad.

Tenía demasiado frío, mis dientes parecían castañuelas y mis mejillas un estanque de lágrimas. Mis puños estaban concentrados en hacer desaparecer la prenda por la presión.

— Lo siento, yo... tenía una pesadilla. Solo necesito un poco de aire — me limpié la cara con las manos y bajé tan deprisa que me lleve algo entre los pies que casi me hace caer de frente —. ¡Maldición!

Se escuchó el portazo de la otra puerta, sabía que venía a ver qué pasó. Me agaché a recoger mis adoradas armas desperdigadas en una parte de la tela del vestido y el suelo, tomé primero las púrpuras y las enrede. Pierre las tomó y volvió a poner bajo el asiento, mientras yo limpiaba algunas gotitas que se quedaron en mi mejilla. Estiré la mano para tomar las restantes en cuento miré que la suya se acercó. Pretendía tomar el lomo de una para acercarla, quemándome la mano de por medio apenas la toqué.

— ¡Necia! ¿Te cortaste? — tomó mi mano para revisar, ardía como la lava en mis recuerdos.

— ¡Solo la toque! — expedí un chillido cuando tocó la zona — ¡Cuidado, idiota!

— ¡Deja de gritar! — tiró de mi mano para que no la quitará — Tú eres la que salió y tiró todo, si me hubieses dejado ayudar no te hubieras ¿Cortado? ¿Cómo te cortaste tanto si solo la tocaste?

Revisé con curiosidad mi mano, un corte atravesaba mi palma.

— No lo sé, además no está sanando — susurré.

— ¿Se supone que lo haga por arte de magia? — me estiré a tomar la navaja en su cinturón — ¿Y ahora qué haces? Mierda ¡No Génesis!

Hice un corte a lo largo de mi antebrazo, tardó un poco pero se fue cerrando bajo la asombrada y confusa mirada de Pierre.

— Sano demasiado rápido, pero esto no se está curando — miró de nuevo a mi mano.

— Iré por algo para eso — se levantó y rodeo el vehículo para traer el botiquín, reaccionó mejor de lo que espere.

Yo me quedé sentada en el suelo, viendo como se deslizaba el líquido por mi mano enrojecida. Seguimos el camino, una vez hubo terminado de vendar mi mano. El trayecto estaba siendo llenado por la música que salía de los altavoces, Pierre seguía a los demás sin mirarme y podía asegurar que su cabeza estaría siendo orquestada por muchas teorías raras. Por un corto segundo miró mi mano lastimada.

— ¿Eso se te curará a ritmo normal? — bajé el volumen para prestarle más atención.

— No lo sé, cuando las heridas tardaban más en curar era porque necesitaba alimentarme, pero la otra se curó — subí y doblé la pierna sobre el asiento, recargándome en la puerta para ver su perfil —. Tal vez comiendo algo me cure más pronto.

—En el día están más inactivos y no creo que les siente bien a los demás ver que comes monstruos — reí por la extraña comparación.

Miré el camino, dos autos y un todo terreno avanzaban por delante, enfoque la vista avanzando un par de kilómetros dónde un ojo normal ya no vería.

— Hay uno en el camino si sigues recto. No es muy grande, pero serviría para probar — frenó de pronto, haciendo a mi mente volver al sueño y poniéndome nerviosa.

Los demás vehículos se detuvieron, las voces de los conductores y algunos pasajeros comenzaron a brotar del walkie-talkie.

— Me adelantaré, la chica nueva tiene un corte que parece estarse infectando y subiendo su temperatura — el aparato crujió antes de que alguien contestara.

— Seguiremos al mismo ritmo, te vemos allá — lo dejo en dónde se ponen los refrescos.

Salió de la fila y avanzó a mayor velocidad, a los quince minutos ya no se veían sus autos y sentía que nos acercábamos más al demonio.

— Chérie, eso no es algo pequeño — miré a una especie de gorila combinado con una araña, demasiados brazos y ojos rojos.

— No es nada con lo que no haya luchado antes — me agaché y tome la catana morada —. Detén el auto.

Esta vez frenó de manera suave, dejé la puerta abierta luego de bajar y comencé a caminar hacia el demonio. Como si el arma pesará en mi mano, hice que chocará y se deslizara por el asfalto, dejando pequeñas chispas y un chirrido que fastidiaba en demasía a lo que logró salir del infierno. Corrió hacia mí en cuanto me detectó, hasta cuándo estuvo suficientemente cerca, posicioné una pierna adelante y doblándola tomé el impulso para girar de tal manera que corte su cabeza, para finalizar lo atravesé partiéndolo a la mitad. Me agaché viendo el espeso humo salir de su cuerpo y trepar por mi brazo extendido, relajando con pequeñas cosquillas.

— Hasta luego, simio — Pierre se quedó recargado en el capo, con los brazos cruzados y una mirada molesta.

— Disfrutas esto demasiado — levanté los hombros para que supiera que no podía importarme menos.

— Sube al auto y veamos si funcionó — gruñó exasperado pero acató mi orden.

Levanté la vista luego de haber estado perdida en mi misma, la voz de Pierre mencionando que habíamos llegado se mantenía como un eco sin fin. Comencé a estresarme cuando llegábamos a la puerta de entrada, esperaba que en mi pecho no se notará mi ritmo tan acelerado, si no lograba tranquilizarme en los dos minutos que tardaría Pierre en abrir la cerca, probablemente tendría un ataque nervioso. La puerta se cerró haciéndome dar un brinco en mi lugar.

— ¿Lista? — alterné la mirada entre la reja y las orbes verdes cálido.

Me perdí los dos minutos, la reja estaba abierta y él se mantenía atento a lo que hacía, apreté los puños que se mantuvieron ocultos dentro del bolsillo de la sudadera.

— No — sentí mi piel erizarse.

— Te prometo estar si sucede algo, confía en mí, nada malo pasará — asentí y puso el auto en marcha.

Esperaba que al entrar pudiera calmarme, como al entrar a la casa de Dan; pero no paso.

— ¿Duermes en algún lugar apartado? — musitó un sí —. ¿Podré dormir ahí al menos hasta que vuelva a ser cuerda para convivir?

— Claro, pero aun así tenemos que atravesar por dónde todos andan para llegar — tomé su muñeca y con la mano libre subí el gorro.

Comencé a oír más bullicio y eso solo indicaba que tendría que haber mucha gente.

— ¿No quieres mirar? — respiraba con dificultad y sentía mis pies anclados al suelo.

Me aseguré de estar atrás y levantar la cabeza tan lento para mirar sobre su hombro. El cielo se llenó de nubes rojas y el color en el ambiente se volvió naranja oscuro, por lo menos veinte personas estaban acomodadas en columnas enfrente, todos ellos adultos con una cara tan seria. Sus ojos comenzaron a brillar y una sonrisa comenzó a surcar sus rostros. Me mordí la lengua hasta que sangro, sabía que era otra alucinación pero no podía evitar sentir la mezcla de emociones en mi estómago como si todo fuera real. No obstante al volver a prestar atención, todos estaban con la cabeza ladeada mirando con curiosidad con una sonrisa sangrando por haberse extendido hasta sus oídos, alguna extraña cosa parecida al petróleo comenzó a caer de las bocas de todos, y fue entonces que las manos negras comenzaron a emerger trepando por las extremidades de todos ellos. Las figuras de unos niños pequeños bañados en ese líquido negro comenzaron a trepar por las personas, emitiendo ruidos raros y risas que no podían ser mas que tétricas, subieron hasta estar como pequeños simios sosteniéndose de los hombros y cabezas, me dejaron ver lo contentos que estaban de escapar y sacando las malditas lenguas viperinas, arremetieron con la piel dejando la baba negra a su paso, me había aferrado a los hombros de Pierre que seguía tan inmóvil como yo, hasta que un trueno me hizo soltarme y retroceder. Varios más sonaron antes de que cayera al suelo y empezara a escuchar los lamentos, en cierto momento el francés desapareció y la lluvia de sangre comenzó. Con el ataque inhabilitando mi razón, retrocedí sin levantarme del suelo. Mis manos punzaban por las piedras que se clavaban en ellas, por más que me arrastré no me alejaba nada de la escena, todo comenzó a ser más lento cuando los demonios terminaron a sus presas y torciendo sus cuerpos de maneras extrañas comenzaron a avanzar hacia mí.

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