Inside

By TheBooksTravelerGirl

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"La muerte es un castigo para algunos, para otros un regalo, y para muchos un favor." -Séneca "¿De qué otra f... More

*𝔼𝕡í𝕘𝕣𝕒𝕗𝕖:*
*ℂ𝔸ℙ𝕀𝕋𝕌𝕃𝕆 𝟙*
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Epílogo
~NOTICIAS <3~

Número 11

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By TheBooksTravelerGirl

Recogí el cuchillo viendo el líquido carmesí desaparecer, miré a la sala y me encaminé hasta la botella para salir al jardín y lanzarla lo más lejos que me fue posible. Me acerqué a la casita que le había comprado al pequeño revoltoso y comencé a sacar las cosas, una cobija llena de pelos, aquella pelota de béisbol y un peluche, dejando un bulto al final. Me estiré un poco para alcanzar la tela al fondo y quedarme en cuclillas para estirar y ver qué era; deje la sudadera de Dan reposar en mis piernas.

No estaba sucia, no tenía el pelaje canino y conservaba el mismo aroma que cuando la use.

Envolví las cosas en la manta y caminé hasta estar frente a la chimenea, la prendí y empecé a arrojar todo al fuego. La pelota trono y se abrió hasta quemarse, el pequeño peluche se quemó tan pronto toco las llamas al igual que la cobija, no pude deshacerme de la sudadera. La dejé en el suelo y me fui a dejar caer sobre el sillón presionando accidentalmente el control de la televisión, la pantalla se iluminó y un anuncio apareció.

- No los dejes ganar, nosotros estamos para apoyarte... - de ahí el extraño momento en mi cabeza.

El hombre que supongo sería el padre, arrastro a la niña lejos de la madre. Dejando papeles de divorcio, propiedades y sobre la tutela de la niña cómo rastro. Un buffet de abogados, que seguramente ya no tendrían mucho trabajo.

Me di golpecitos en la frente y terminé tallando mi cara con la misma mano. La televisión seguía emitiendo y haciendo ruido que comenzó a estresarme, no dejaba de darle vueltas a todo en mi cabeza para encontrar la punta del enredo. Entre el ruido sin sentido y el desespero por hacer algo, comencé a fastidiarme a tal grado que el sonido se detuvo luego de que el control rompiera la pantalla plana.

Fui a uno de los cuartos que nunca utilicé de la casa, tomé la mochila y vacíe su contenido, corrí a la habitación que usaba, metí un par de prendas y cosas necesarias, cambié la ropa que tenía por algo mucho más cómodo. Miré la prenda frente a la chimenea, me agaché y la até a mi cintura, saqué la daga y la caja metálica de su escondite, saliendo con prisa dejando que el aire fresco chocará contra mi piel y la noche me diera la bienvenida. Me juré a mi misma no permitir que nadie volviera a lastimar a quienes quería y con la idea en la cabeza fui hasta mi antiguo departamento.

Subí hasta el nivel de mi departamento corriendo, entré siendo consiente del nudo en mi estómago hasta mi recámara y llegando a donde estuvo la caja de metal en la que encontré la daga. Di pequeños golpecitos por toda la pared buscando el punto hueco que deseaba encontrar, una vez lo encontré pateé el papel tapiz que me separaba de mi objetivo, hiriendo un poco mis manos rompí más para dejarme vía libre, recé porque no hubiera pequeños bichos que quisieran morderme y metí el brazo entero hasta que mi cuello chocó con la pared, tanteé el lugar buscando el pequeño interruptor hasta lograr activarlo. Miré la pared del fondo y empecé a tirar todos los ganchos con restos de ropa para poder ver como en un espacio se abría un pequeño cubo dejando ver una pantalla con una cuadrícula de líneas verdes.

- Que siga funcionando y no me hayan sacado del sistema, por favor - puse la palma de la mano viendo la línea pasar, la levanté y espere por lo que se sintió como una eternidad, a que aparecieran los números - ¡Sí!

Pulsé los números seis, cuatro, tres y cinco. Las letras en negrita 'Bienvenida, Miel.' aparecieron y luego fue reemplazada por un círculo con una x en el centro, para cerrar cuando terminara. Por cada lado del cuadro se delinearon dos rectángulos con su lado largo paralelo a la pared, cuando la figura se completó comenzaron a salir de la pared. Una tablilla de goma transparente fue lo que vi, con mis armas preferidas pegadas en ella y bien cubiertas para evitar que se ensucien. Me alegré de verlas y las manos me cosquillearon reconociendo a sus viejas amigas, saqué todas las del lado izquierdo viendo el hermoso brillo tornasol ser cubierto por un vestido y luego me encargué del embelesador resplandor blanco de las armas en los cuadros derechos, hasta donde recortaba estás no debían chocar o harían un desastre. Empujé a su lugar los rectángulos y toqué la pantalla para cerrar, salí y baje un par de pisos, espere no equivocarme de departamento, deteniéndome frente a la puerta tomé mucho aire y retuve la respiración antes de entrar. Parecía que mi piel transpiraba el fétido aroma, revolviéndome el estómago y dándome un leve mareo.

"No mires las paredes y solo busca las llaves. Puedes hacerlo, Génesis." Me motivé a mi misma. Di con el tazoncito en la barrita viendo la fruta podrida llena de gusanos y retuve la bilis que amenazó con subir por mi garganta.

Se supondría que ya no debería de haber ni rastro de la frutilla, pero al parecer el moho decidió crecer, generar hongos y acumular larvas. No supe ni porque mi mirada se concentraba en eso, miré a un lado viendo dónde se colgaban las llaves y agradecí a las estrellas que estuvieran ahí. Las tomé y corrí a la salida con una mano en la boca mientras que la otra la utilicé para sostenerme con la pared, pase la saliva y cerré los ojos buscando tranquilidad, acomodé ambas mochilas en mi espalda. Bajé hasta el estacionamiento del edificio buscando la doble cabina que alguna vez me trajo de vuelta, cuando la encontré intenté usar los botones para abrirla pero no tenían pila, así que tuve que usar lo manual. Abrí la puerta del conductor, aventé las cosas a los asientos de atrás y con el corazón latiendo más rápido que la velocidad que alcanzaba el vehículo, puse la llave y giré escuchando el rugir del motor. Me auto motivé una vez más a mantener la calma, después de todo volvería a conducir. Avancé muy lento hasta la salida acostumbrándome un poco, una vez logré salir conduje hasta la gasolinera y vacié todo el contenido y llené el tanque, luego fui a la ferretería, tomé todo lo necesario, poniéndolo en la caja de herramientas para que no hiciera mucho bulto, cambié las pequeñas pilas del control de la alarma y luego fui al supermercado, tomando todo lo que seguía comestible lo puse en la caja de la troca junto a las herramientas. Pasé a la tienda de electrónicos, tome una computadora, un nuevo teléfono y una tableta, me quedé sentada en la banqueta mientras comía una paleta de caramelo y ponía mis cuentas para tener todos mis archivos de vuelta, investigué lo necesario y una vez lo obtuve, desactivé el internet que administraba desde la computadora y seguí de 'compras' hasta tener satisfechas las ideas en mi cabeza. Desplegué la lona sobre la cajuela para que nada decidiera salir volando o si llovía nada se mojara, dejé puesta una de mis antiguas carpetas de música y dejé que mi cuenta ahora infinita sin cobro alguno, utilizara el internet para que el GPS me dirigiera al lugar más remoto y lejano lejos de las ciudades que pudiera haber.

Tomé un descanso luego de un par de horas manejando, con el sol iluminando ya el lugar. Detuve el vehículo y bajé a estirar las piernas, disfruté como todo mi cuerpo tronó despabilándose. Miré el lugar, el viento silbaba y movía las hierbas crecidas del campo, el cielo estaba de un hermoso color azul tibio, examiné los alrededores y al no ver nada que me sirviera como refugio momentáneo decidí seguir mi travesía.

Cuándo al fin encontré un lugar que no fuera el auto para pasar la noche, la luna ya sonreía en lo alto del cielo y las estrellas le daban un toque más bello, continúe por el camino que ya comenzaba a borrarse debido a la falta del paso de autos hasta dar al frente de la pequeña casa al fondo. Agradecí la estructura de adobe que mantenía más calor dentro, aunque la cama no era muy cómoda logré acomodarme y quedarme dormida viendo hacia la ventana.

Un paso, dos pasos, tres pasos. Una corriente de alerta me atravesó el cuerpo y espere que lo que sea que estuviera ahí se acercara más, continúe respirando lentamente para que no me notara despierta. Sin abrir los ojos supe que ya sería de día, pues en lugar de ver negro se veía un poco gris.

Tocaron mi hombro y en menos de un segundo, doblé el brazo para tomar su muñeca e impulsándome con la otra mano tomé su hombro halándolo para que cayera con la cara hacía abajo y me trepé sobre su espalda doblando completamente su brazo hacia atrás y ejerciendo presión para que supiera que de un movimiento rompería su brazo.

- ¿Quién eres y por qué intentaste tomarme por sorpresa? - interrogué.

- Mierda, solo quería saber si estabas dormida - su voz me causo una conmoción que me hizo aflojar el agarre.

El sujeto lo aprovechó y con un extraño movimiento me tiró hacia un lado, caí de espalda en el frío suelo y solté todo el aire, pero no por el golpe sino por quién se encontraba aprisionándome con ambos brazos, mirándome sorprendido hasta que se quejó cuando pellizque su estómago.

- Eres real - se rio y acarició mi mejilla.

- Sabes, creí que no me querías pero tu mirada parece decir lo contrario en este momento - estaba feliz de verlo, pero seguía sin saber cómo estaba aquí, conmigo.

Volví a golpear su mejilla, para asegurarme que estaba vivo y no era una extraña alucinación mía.

- Hola - él se puso sobre sus rodillas.

- ¿Solo eso dirás? - me apoye en los codos, se levantó y me tendió la mano.

- ¿No me odias o algo? - tomé su mano y me levantó.

- ¿Por qué? No había nada que pudieras hacer para ganar y que no me matara - me sonrió -. Bueno, la táctica de 'él no me importa en lo más mínimo' era buena pero ni eso me salvó.

- No lo entiendo, te vi morir - abrió la boca para hablar, pero lo interrumpió un hombre en la puerta.

- ¿Se conocen? - preguntó el hombre moviendo de forma curiosa el bigote.

- Raúl, ella es... - se me quedó mirando - una vieja amiga, que se llama... - tarde en entender que quería que dijera mi nombre, pues él solo me conoció por 'Miel'.

- Génesis, pero dime Gen - el hombre asintió.

Musitó un 'ya vámonos' y se retiró, dejándonos solos en la habitación.

- Así que, Génesis - solté una carcajada.

- Este sería el momento en el que me dices tu nombre - me sonrió con dulzura y tomando mi cintura y nuca, me acercó a él.

- Soy Pierre, mucho gusto - le devolví el abrazo -. Tratemos de evitar decirle a los demás que morí hace tiempo.

- ¿Demás? ¿Cuántos son? - caminé a su lado y atravesé primero la puerta.

- Siempre has sido tan curiosa, son bastantes. Están en un refugio que mantiene a toda criatura sobrenatural fuera, así que los mantiene a salvo del peligro - giró a verme cuando me detuve ¿y si yo no podía entrar?

- Dix... Pierre, no creo que deba acompañarte - declaré.

- No te preocupes, encontrare un lugar para ti - frustración, eso sentía.

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