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By TheBooksTravelerGirl

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"La muerte es un castigo para algunos, para otros un regalo, y para muchos un favor." -Séneca "¿De qué otra f... More

*𝔼𝕡í𝕘𝕣𝕒𝕗𝕖:*
*ℂ𝔸ℙ𝕀𝕋𝕌𝕃𝕆 𝟙*
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Epílogo
~NOTICIAS <3~

Número 10

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By TheBooksTravelerGirl

Su risa seguía dentro de mi cabeza, rebotando como un eco interminable. Mis lágrimas se confundían con la mancha que se formó a mí alrededor luego de que el súcubo dejara mi cuerpo, estaba exhausta. Cada parte de mi dolía y sus burlas me hicieron llorar hasta que ya no pude más.

Si me hubiese querido como él lo dijo ¿por qué desconfío tan rápido?

Yo tenía la culpa, debí prever un movimiento de su parte. ¿Qué forma tendría de resolverlo? Lo mejor sería terminar el problema de raíz pero si yo no moría de qué manera podría cortarlo de tajo. Tenía que levantarme y dejarme de lamentos, pero tan débil como estaba sería difícil, decidí cerrar un momento los ojos tal vez al abrirlos podría continuar.

Sin estar del todo consiente sentí algo suave, una suave presión en mi hombro me hizo abrir los ojos. Sentía cosquillas cerca del cuello, mi espalda entera crujió cuando algo me arrastró escaleras abajo y yo seguía sin poder levantarme, gruñó y se acostó a un lado, sacudiéndose hasta que logré cruzar mis brazos por su cuello. Este no era el cachorro que deje en casa, esto era un Blues hasta cinco veces más grande y que no tenía ni idea de cómo me encontró, soportó cargar mi peso y caminó hasta afuera, trotó sin dejar que me callera a la mitad del bosque, podía mirar las estrellas y las copas de los pinos. Giré mi rostro mirando mi mano extendida sobre la nieve rosada, no estaba cerca de casa, la nieve nunca cayó por allí. Aulló a la luna con dolor, sentí que todo daba vueltas, podía escuchar animales y cascabeles, las estrellas cada vez brillaron cada vez más hasta que iluminaron todo y perdí la consciencia.

Tibio, algo tibio está tocándome.

— ¿Qué tienes con levantarme de esta manera? — me senté y acaricié al Blues de tamaño normal — Y ¿cómo te encogiste de nuevo?

Me sentí llena de energía y con el cuerpo ligero, sacudí el pasto que picaba en mi espalda... momento ¿Qué no estaba sobre la nieve?

Me levanté deprisa, sosteniendo mi cabeza con los ojos cerrados por el dolor que provocó levantarme tan repentinamente. Había un círculo perfecto excluido de nieve, lleno de varitas de madera, hojas y plumas, estratégicamente acomodados para hacer una estrella de seis puntas; hasta donde sabía las brujas me odiaban.

— Vayamos a casa, Blues — dije antes de levantarme y esparcir las ramas con pequeñas puntapiés.

Ya nada me mantenía lo suficiente asombrada o curiosa como para tomar detalles. Luego de al menos unas tres horas, logré salir del bosque aunque no ubicarme del todo, caminé por la orilla de la carretera hasta el oscurecer, fue en ese entonces cuando nos detuvimos o detuve porque yo llevaba al canino dormido en mis brazos hacia un rato atrás. Traté de recordar lo sucedido pero como al principio de todo, algo bloqueaba lo que pasó y las emociones desde que la súcubo invadió mi cuerpo y eso era desde que le di la espalda a los baños donde murió la chica.

Sentía un vacío en mi estómago, no de hambre sino de sentimientos. Ahora lo único que quedaba era Blues en mis brazos, luego de que me gruñera lo baje y miré dando vueltas, hasta que continuo caminando a mi lado. Iba descalza con los pies terriblemente adoloridos y cansados, no me detuve hasta llegar a la ciudad lo cual no fue en poco tiempo, sabía que kilómetros atrás comencé a dejar huellas rojas pero no podía importarme menos. Al empujar la puerta, el can a mi lado entró primero brincando por todos lados hasta que le di un filete, atravesé el pasillo hasta el cuarto luego de ver a blues salir por la puerta del jardín, tomé un par de cosas y fui hasta el baño, limpié las costras en las plantas de mis pies mientras el agua se ponía tibia, me levanté y terminé de quitarme la ropa echando un vistazo a las manchas de sangre que ya habían tomado un color café, la dejé caer y me metí a la regadera.

Terminé sentada en el cuadro de cerámica que conformaba el interior de la regadera, ya no más bañera. Deje que mi espalda se relajara un poco al pegarla a la cerámica fresca, estaba siendo egoísta al pensar que prefería muerto a Dan, en lugar de que me odiara ya que hacía más verdad lo que Azrael decía.

Me quedé observando las gotas condensadas resbalar en el vidrio, enviándome a un recuerdo borrado.

»Acomodé la almohada bajo mi cabeza, tenía unas mini vacaciones del proyecto, las cuales decidí pasar junto a él. Me acomodé para quedar más cerca de su cuerpo, su mano hizo cosquillas en mi cintura antes de que abriera los ojos.

Buenos días — habló ronco, recién levantado después de todo.

Quiero quedarme aquí más tiempo. — rio y acomodó mi cabello.

Tampoco quiero irme, pero si vienen a buscarte no quiero saber lo que te harán para castigarte, no deberías estar conmigo — suspiré porque lo sabía bastante bien.

Solo nos queda este día antes de que tenga que regresar a ese infierno — se apoyó sobre un brazo y retiró la mano en mi cintura para hacerme mirarlo.

Entonces escapa y quédate aquí conmigo.

Sabes que no es la cosa más fácil — lo besé para callar cualquier cosa que se le ocurriera decir.

Siempre encontré el tiempo para escapar y encontrarme con él, fue genial pasar tanto tiempo hablando con él. Acaricié su suave cabello y me separé hasta que mi vejiga me hizo correr al baño. Sentí pena de verlo entrar tan seguro de sí mismo a darse una ducha sin importarle que estuviera ahí.

¡No puedes entrar así! — me cubrí y sonrojé.

Te molestan cosas tan banales — salí antes de que se metiera a la regadera.

Preparé el desayuno con música, moví el sartén mientras comía una tostada y pegué un brinco cuando llegó directo a abrazarme. Dejó un beso en mi cuello y se inclinó oliendo la comida.

¿Qué es? Huele bien — quitó y mordió la tostada que estaba comiendo mientras caminaba a sentarse en el banco de la barra.

Algo tan especial y delicioso como huevo con tocino y tostadas — dejé el plato recién servido frente a él, junto al zumo de naranja y cubiertos —. Yo ya desayuné, iré a bañarme.

Me siguió con la mirada.

Sabes, creo que me dieron ganas de darme otro baño — solté mi cabello y giré a sacarle la lengua —. Yo también te quiero, terroncito. «

Tenía que preguntarle si recordaba la dirección del departamento si volvía a verlo, aunque dudo que fuera a ser pronto. El loft lo había adquirido para mis vacaciones inicialmente y sabía que si nadie más que él sabía de su existencia, debí de haber ocultado algo importante ahí.

Estiré la mano y cerré el agua, me quedé ahí hasta sentir que mi trasero se había entumecido, luego de secarme y ponerme un camisón salí para ir a la cocina por un encendedor que utilicé frente a la chimenea para quemar la ropa. Las voces en mi cabeza ardían más que el fuego en la chimenea, no paraban y cada vez subían el volumen, seguí imaginando las manos negras arrastrándome hacia abajo, a las personas ardiendo en el infierno y gritando que no lo merecían, demonios burlándose esperando a consumir la carne quemada.

Abrí los ojos cuando escuché a Blues rascando la puerta para entrar, que no recordaba haber cerrado. Entró con prisa, dando vueltas alrededor de mí para luego correr a subir al sillón.

- ¿Y ahora qué te pasa a ti? -me acerqué viéndolo morder algo. - ¿Qué tienes ahí? Dame. Venga suéltalo ya.

Dejó caer una pelota de béisbol. Ladró y corrió al jardín, lo seguí buscando el propietario de la pelota ¿De dónde pudo haberla traído? Blues ladró de nuevo, estirándose sobre sus patas delanteras y moviendo la cola, se levanto hasta llegar detrás de mí y empujarme. No buscaba jugar con ella, quería que lo siguiera, me mordí la mejilla al ver el nombre borroso por babas en la pelota; yo conocía al dueño.

Seguí a mi amigo lobuno, que se detuvo en el bosque a jugar con ardillas y cansarme de lanzarle la varita, luego regresó a la ciudad acompañándome a tomar un par de cosas como disculpa y un par de premios para él. Tomamos el camino de vuelta al bosque, ya casi estaba oscureciendo y me arrepentí de no haber traído un paraguas conmigo cuando la lluvia comenzó a caer. Corrí por el único camino, llenando mis zapatos de lodo hasta llegar a la calle de concreto, Blues y yo seguimos hasta dar con la cerca que ya se me hacía costumbre ver en malos momentos.

Estaba abierta, cosa extraña y poco usual. Sentí un empujoncito y caminé despacio pero me quedé a la mitad del camino, Blues tiró la pelota de mi mano y la tomó, corrió a la puerta y dando brincos sin saber bien cómo, logró abrir la puerta y entró en la casa, ahí fue cuando reaccione y corrí detrás de él.

— ¡Blues ven acá! — se puso a jugar sin dejar que lo atrapará.

Brinco por todos lados cómo le gustaba hacer, dejando huellas de lodo en los plásticos de los sillones; cuando vio que lo noté, paró de moverse.

Miré todo mi alrededor, empecé a negar en voz alta como si alguien fuera a responder, corrí escaleras arriba entrando a un cuarto ahora vacío, con apenas esencia de la persona que días atrás dormía ahí. Se fue, en verdad se fue.

Sentí el frío caer sobre la casa, los demonios tomarían posesión de ella por todas las emociones que la mantuvieron como un hogar, dejando en claro que él no volvería, que no lo volvería a ver. ¿Por qué Blues quería que viniera? Parecía querer que me diera cuenta que ya no estaría ahí si lo necesitaba, aunque dudo mucho que quisiera ayudarme ahora. A veces parecía ser más una persona que yo. Bajé lentamente con los recuerdos de Dan la segunda vez que vine por la pulsera. El cachorro me esperaba sentado junto a la puerta, lamió mi mano y me acompaño de vuelta a casa.

Entré yo sola luego de verlo correr en otra dirección, solo cambie mi ropa y cepillé mi cabello, no era como si fuera a pescar un resfrío si no tomaba un baño.

Los siguientes días se basaron en salir a jugar con aquella pelota al bosque, sentarme mirando a la nada y fingir tener conversaciones con Blues. Oh claro y conseguir un teléfono para llenar el buzón de Dan sin respuesta alguna, mismo que terminé estrellando con la pared.

Nada importante sucedía y comenzaba a aburrirme, terminé al menos tres videojuegos, resolví más de treinta rompecabezas, sudokus y libritos de encontrar diferencias, acabe con los dulces y cereales del mercado o al menos con los que me gustaban, claro. Descubrí algún par de cosas en mis tiempos con Blues en el bosque, como también descubrí los libros de recetas y como hacer helado, no había dormido en toda la semana, supongo que por eso logré hacer tanto y no me faltaba tiempo. Ocupé más tiempo para cazar, los demonios estaban muy activos en la zona últimamente lo cual era bueno y malo, porque me daban mucha más energía, pero no tenía como gastar en algo productivo.

Empezaba a ver las cosas que las criaturas hicieron y podía decidir si mandarlas de vuelta al infierno para que siguieran sufriendo o darles una segunda oportunidad y limpiarlas de los pecados aunque eso involucrará un buen de dolor físico para mi.

Blues trato de animarme, incluso trajo un conejo de peluche parecido a Tambor, el de la película de Bambi, que luego de lavar decidió quedarse con el metiéndolo en su casita de perro que decidí traerle. Comencé a preguntarme a qué tamaño llegaría al ser adulto y si no tomaría una actitud hostil hacia mí como cualquier animal salvaje.

— Blues, quítate de encima gordo — siempre que dormía adentro de la casa tenía que estar sobre mi.

Gruñó y se dio la vuelta quedando con la panza hacia arriba. Sentía que hoy no sería un buen día, ya que no tenía ni ganas de levantarme. Lo regañé luego de rascarle la panza ya que venía lleno de lodo, quité las cobijas sucias y las eché a lavar, tomé el jabón para perros y salí al jardín a ensuciarme intentado bañar al canino que ya tenía pasaba el metro y medio aun sentado, lo deje secarse al sol con la advertencia de no ensuciarse y yo me metí a bañar. Toda la noche estuvo tranquila, lo más increíble fue resbalar y lastimarme la mano en el baño. Hice la limpieza y luego salí a correr aunque Blues parecía estar decaído, ni siquiera persiguió ardillas hoy. Hubo un rato en el que desapareció por el bosque, tiempo que yo aproveché en buscar algo para cazar, luego de no encontrar nada en el bosque, fui a la ciudad donde tampoco hubo nada. Comenzaba a preocuparme el hecho de no ver nada, pero igual terminé entrando a todas las tiendas y tomando lo que me gustó, para Blues lleve más premios y latas de carne para perro, caminé por cada pasillo hasta que llegué a uno que me revolvió el estómago.

Montones de cosas en miniatura de colores pastel, pañales y juguetes. Era adorablemente tétrico y lastimoso para mí ya que no podría ser madre. Respiré hondo y salí con prisa, me detuve con las bolsas frente a la puerta del mercado mirando el cielo, no había indicios de lluvia, el sol estaba en su punto más alto y no había ninguna nube. Continúe caminando un rato por en medio de las calles, viendo las tiendas con los vidrios rotos y llenas de cadenas, lugares cerrados y lo que esperaba fueran simples grafitis en lugar de manchas de algún otro tipo, todo tenía un toque más sombrío desde que las pocas personas abandonaron la ciudad y los alrededores. Me quedé observando el edificio en el que anteriormente me hospedaba, destruido y negro como si hubiera sido quemado en su totalidad. Blues llegó casi al atardecer cuando iba de vuelta a la casa, su actitud juguetona se había desvanecido completa en un solo día, parecía venir exhausto así que en cuanto llegamos a la casa se echó en el sillón a descansar. Guardé las cosas en su lugar y puse música para cocinar, dejé la sopa hirviendo en el agua y envolví el pollo para meterlo en el horno, luego de terminar con la sopa me fui a sentar a ver algo con Blues, que solo apoyo la cabeza en mis piernas y volvió a dormir; era extraño su comportamiento.

Lo levanté con mimos en la cabeza, para poder moverme y ver como iba el pollo. Tomé un cuchillo que se deslizó en la blanda y jugosa carne, corte la mitad para Blues y lo deje afuera en su plato de comida, desperezándose salió a comer. Yo me fui a sentar a la sala para seguir viendo la serie, terminando de comer fui directo a lavar los trastes y dejar la cocina limpia, cuando di la vuelta me di cuenta que dejé el cuchillo con el que partí el pollo en la barra, decidí lavarlo después. Apenas eran las cuatro cuando me recosté en el sillón, intenté estar atenta pero algo no se sentía bien del todo. Las voces en mi cabeza no tardaron en hacer presencia volviendo todo frente a mi negro, llenando mi vista de rostros que parecían salir de alguna especie de pared gritando y llorando sangre, cada vez que intentaba girarme aparecían de nuevo frente a mi y podría apostar que en la realidad estaría llenándome de aruños. Una voz coherente sonó a mi espalda, las caras desaparecieron y todo se centró en ella, una pequeña niña de dos años, tenía la manita levantada como si estuviera tomando la mano de alguien más pero estaba segura de que podía verme. Llevaba unas coletas atadas con listones blancos que contrastaban con su cabello castaño casi rubio, con un vestidito azul que la hacia parecer una pequeña Alicia. Me sonrió e intenté acercarme a ella, estiró la manita regordeta en mi dirección pero de un momento a otro, la persona que la sostenía la haló. Sus pequeñas mejillas y nariz se tornaron rojizas, se soltó llorando mientras la arrastraban, no trate de seguirla solo la vi irse sin saber bien porque tenía la idea de haber vivido algo parecido como si hubiese visto a alguien portándose de esa manera. Lloraba desconsoladamente y aunque se alejó el eco más bajo del llanto se quedó en el lugar.

Un descorche y gorgoteo me hicieron abrir los ojos.

— Pareciera que quisieras arrancarte los oídos — estaba en la barra de mi cocina sirviendo vino en una segunda copa.

— Prefiero arrancarte la cabeza — caminó hasta estar enfrente de mí, sonriendo monótonamente.

Me ofreció la copa.

— Oh venga, inténtalo — escupí el contenido haciéndolo reír —. Por cierto, encontré una cría de lobo afuera, pensé que no te importaría beber su sangre. Luego de ver como lo trajiste con tanto esmero.

Abrí los ojos y sentí algo detenerse dentro de mi, levantó la copa brindando y la bebió mientras sonreía. Deje la copa caer y corrí hasta afuera sin encontrarlo por ninguna parte, entre y tomé el cuchillo que deje en la barra, volví hasta donde estaba hecha una furia, sin inmutarse se levantó y se acercó.

— Lo siento, planeaba darte un cojín de su pelaje pero era demasiado pequeño — algo brilló en sus ojos.

Dejé que el cuchillo atravesara su piel, rompiendo el tan adorado traje negro que siempre llevaba puesto — Eres... un...

— ¿Por qué no hacemos esto más divertido? — levantó la mano y la puso sobre la mía, retiró el cuchillo y se transformó.

Volvió a clavarlo sobre su corazón, sin dejar que soltara el mango, vi la sangre salir de su boca y quería detenerme pero su mano no me lo permitía. Tomó la apariencia de Dan y me dio a entender la forma en la que yo lo apuñale, mis ojos picaban y le grité que parara. Pasó la mano libre sobre su mentón limpiando la sangre.

— ¡Perdón! — se detuvo un segundo — ¿Es eso lo que querías escuchar? Viste todo en mi cabeza y ya sabes porque lo acepte ¿por qué sigues haciéndome esto?

— Diversión, tal vez — ladeó la cabeza —. ¿Es esto lo que tú quieres?

Sus labios chocaron con los míos, mis ojos estaban abiertos por la sorpresa. El cuchillo tintineó en el suelo y él me sujeto para evitar que me alejara, cerré los ojos e intenté alejarme pero él era más fuerte. Lloré y trate de quitarlo hasta que me fue imposible y seguí el beso dejándolo satisfecho, se detuvo y alejo muy poco, con su mano acariciando mi labio inferior, volví a abrir los ojos viendo que había tomado su apariencia usual.

— Ahora lo recuerdas Miel, que Dan no fue el primer hombre al apuñalaste directo al corazón — desapareció, sin darme tiempo a preguntar sobre la dirección del departamento.

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