Pov. Harriet
Había pasado algunas semanas desde que llegué a este mundo y tendría que admitir que, durante ese tiempo, era un total infierno vivir con los Dursley, tenía que limpiar la casa o si no me quedaba sin comer, sin mencionar las veces que mi "primo" me molestaba casi siempre, ahora entendía a Harry y la profesora McGonagall tenía razón al decirles que eran los peores entre los muggles.
Ahora me encontraba en el auto de los Dursley dirigiéndonos al zoológico de la ciudad, la razón era el cumpleaños de Dudley, aunque prefería quedarme en casa, pero ellos temían que cuando volvieran encontrarían la casa destruida además que no había nadie para cuidar de mí, así que de mala gana tuvieron que llevarme con ellos no sin antes recibir una pequeña advertencia.
— Te lo advierto, si haces algo raro, lo que sea, te quedas sin comer durante una semana.
Un rato después habíamos llegado al zoológico, era sábado y el día se encontraba soleado. Observaba a las personas que se encontraban en el lugar, hablando, riendo y pasando el tiempo en familia.
Sonreí débilmente al recordar a Harry, sus primeros años jamás había recibido amor por parte de sus tíos, él era el sirviente de ellos, su infancia no fue para nada fácil no hasta que recibió la carta de Hogwarts. La escuela en donde aprendería acerca del mundo mágico y donde viviría los mejores momentos, al igual que lograría hacer grandes cosas durante los seis años que pasaría allí.
Observe el cielo despejado, ahora viviría su vida, esta era ahora mi vida.
Desde que era una niña adoraba las películas de Harry Potter al igual que los libros, eso era lo único que compartía con ella.
Sentí como unas cuantas lágrimas resbalaban en mis mejillas, me limpié rápidamente con la manda de mi blusa, la extrañaba demasiado pero ahora lo único que tenía que tener en mente era evitar ciertos acontecimientos.
— ¡Harriet! — me llama Petunia sacándome de mis pensamientos, dejé salir un leve suspiro, gire sobre mis talones y empiezo a caminar en dirección a ellos.
<<Esto será un día largo>>.
[.....]
Eran eso de las 2:20 p.m. después de ir a comer fuimos al área de los reptiles. Estaba oscuro y hacía frío, había vidrieras iluminadas a lo largo de las paredes. Detrás de los vidrios, toda clase de serpientes y lagartos se arrastraban y se deslizaban por las piedras y los troncos. Dudley quería ver las gigantescas cobras venenosas y las gruesas pitones que estrujan a los hombres. Dudley encontró rápidamente la serpiente más grande.
Dudley permaneció con la nariz apretada contra el vidrio, contemplando el brillo de su piel.
— Haz que se mueva — le exigió a su padre.
Tío Vernon golpeó el vidrio, pero la serpiente no se movió.
— Hazlo de nuevo — ordenó Dudley.
Tío Vernon golpeó con los nudillos, pero el animal siguió dormido.
— Esto es aburrido — se quejó Dudley. Se alejó arrastrando los pies.
Me moví frente al vidrio para contemplar a la serpiente que se encontraba dormida.
— Discúlpalo, él no sabe lo que se siente estar encerrado, noche y día — le dije mientras sonreía.
De pronto, la serpiente abrió sus ojillos, pequeños y brillantes como cuentas. Lentamente levantó su cabeza hasta que sus ojos estuvieron al nivel de los míos.
Guiño un ojo.
La mire fijamente. Luego echó rápidamente un vistazo a mí alrededor para ver si alguien me observaba. Nadie me prestaba atención. Miró de nuevo a la serpiente y también le guiñó un ojo.
La serpiente torció la cabeza hacia Vernon y Dudley, luego levanto los ojos hacia el techo. Me dirigió una mirada que decía claramente:
— Me pasa esto constantemente.
— Entiendo esa sensación — le respondí a través del vidrio, hablando pársel — Debe de ser realmente molesto.
La serpiente asintió vigorosamente.
— Eres de Brasil, ¿Verdad?
La boa constrictor señalaba con la cola hacia el pequeño cartel que había cerca del vidrio.
<<Boa Constrictor, Brasil. — Este espécimen fue criado en el zoológico>>
— Ya veo, ¿no te gustaría ir allí? — le pregunto.
— Por supuesto que me encantaría ir — me responde la serpiente.
— Yo te puedo sacar de este lugar.
— ¿Cómo? — me mira confundido — Estoy encerrado.
— Lose, pero yo puedo usar magia — sonrió de oreja a oreja
— Imposible, ¿Cómo una bruja como tú estás con esos muggles? — pregunta señalando a los Dursley
Abrí mis ojos mostrando sorpresa, vaya que esa pregunta era lógica.
— ¿Sabes del mundo mágico?
— ¡Claro que lo sé! — me mira indignado — cualquier animal del mundo sabe acerca del mundo mágico. No porque esté encerrado signifique que sea ignorante.
Reí por debajo.
— Tranquilo, solamente no sabía acerca de ese pequeño dato, pero dejando eso a un lado — ladeó mi cabeza mientras sonreía — te puedo sacar de aquí, solamente tengo que hacer desaparecer el vidrio y ¡Puff! — alce mis brazos — Eres libre.
La serpiente se quedó pensándolo durante un momento y antes que me diera una respuesta, un grito ensordecedor detrás de mí hizo que saltara.
— ¡MAMÁ! ¡PAPÁ! ¡VENGAN A VER LO QUE ESTÁ HACIENDO LA SERPIENTE!
Dudley se acercó lo más rápido que pudo.
— Quita de en medio — dijo golpeándome en las costillas.
Me había cogido por sorpresa, caí al suelo cemento. Lo mire enfadada y sin pensarlo dos veces hice que el vidrio desapareciera en donde Dudley estaba inclinado haciendo que aullara de terror.
Me incorporé y sonreí satisfecha ante mi cometido, ya no se encontraba el vidrio que cerraba el cubículo de la boa. La descomunal serpiente se había desenrollado rápidamente y en aquel momento se arrastraba por el suelo. Las personas que estaban en la casa de los reptiles gritaban y corrían hacia las salidas más cercanas. Mientras la serpiente se deslizaba hacia mí.
— Brasil, allá voy...Gracias, amiga.
— Te dije que te iba a sacar — dije mientras sonreía.
— ¿Si quieres puedo aplastarlo por ti? — me pregunta mientras señalaba a Dudley que se encontraba en shock.
Solté una carcajada mientras movía la cabeza hacia los lados en señal de negación.
— Es tentador, pero no — le dije aun riendo — Es mejor que te vayas, te espera un largo viaje o si no te atraparan.
La serpiente volvió a agradecerme y se fue deslizándose por el suelo para salir del lugar. Dudley se había incorporado para salir de ahí pero el vidrio volvió aparecer. Empezó a gritar llamando a sus padres mientras golpeaba el vidrio. Ellos gritaron en cuanto lo vieron ahí dentro, no pude evitar reírme al ver que esa escena era demasiado divertida, pero me callé de golpe al sentir la mirada amenazadora de Vernon.
Lo que sucedió después fue que el encargado del zoológico pidiendo disculpas y no sabía cómo había sucedido lo del vidrio. Dudley estaba asustado que ni con el té que le habían dado le calmaba el susto al igual que los nervios de Petunia.
En cuanto llegamos a casa, Vernon lo primero que hizo fue encerrarme en la alacena y quedarme sin comida por una semana. Bueno por esa parte no me preocupaba ya que tenía suficiente comida para sobrevivir durante ese tiempo ya que días antes me había escabullido a la cocina para tomar alguna que otra cosa del refrigerador sin que ellos se dieran cuenta.
Me dejé caer sobre mi pequeña cama, mientras miraba el techo triangular. No me arrepentía de nada, al final del día fue demasiado divertido.
Empezó a cerrar los ojos lentamente hasta caer en brazos de Morfeo.
Número de palabras: 873
Fecha de publicación: 8/ Septiembre/ 2019