Mírame con Amor | Caché

By Cookiechispitas

539K 44.6K 21.7K

Diez años habían pasado desde la última vez que María José vió a Daniela después de su ruptura, era como si l... More

Mírame con amor
Prólogo.
Capítulo 1. Cuarto empolvado.
Capítulo 2. Pochélina y Albina.
Capítulo 3. Mejor que un hombre.
Capítulo 4. Ese no sé qué.
Capítulo 5. Felices los 4.
Capítulo 6. El primer paso.
Capítulo 7. Tensión sexual.
Capítulo 8. ¿Qué tramas?.
¡Capítulo sorpresa!
Capítulo 10. Propuesta indecente.
Capítulo 11. ¿Adulterio?
Capítulo 12. Plan macho.
Capítulo 13. Novia loca.
Capítulo 14. Heteroreligiosa.
Capítulo 15. Caminata fallida.
Capítulo 16. Como Mila Kunis a Natalie Portman
Capítulo 17. Mini Poché.
Capítulo 18. Remember
Capítulo 19. Hoy es el día.
Capítulo 20. Karma.
Capítulo 21. Papito suegro.
Capítulo 22. Swing.
Capítulo 23. Un día.
Capítulo 24. Fuera de Narnia.
Capítulo 25. Atacando de nuevo.
Capítulo 26. Lady Di.
Capítulo 27. Before.
Capítulo 28. Frustración.
Capítulo 29. El entusiasmo tiene nombre.
Capítulo 30. Raritas infieles.
Capítulo 31. Recuerdo.
Capítulo 32. Plot twist
Capítulo 33. Plano perfeito.
Capítulo 34. Cartagena.
Capítulo 35. Bipolar.
Capítulo 36. Hasta donde el mundo nos lleve.
Capítulo 37. Mi felicidad

Capítulo 9. Eres un juguete.

13.5K 1.1K 715
By Cookiechispitas



POCHÉ.

Sus caderas danzaban de un lado al otro hasta la mesa de madera en donde disfrutaban nuestras amistades, en ningún momento despegué la mirada de su cuerpo, que como recordaba seguía siendo despampanante.

El hormigueo en mis labios seguía intacto, sin poder evitarlo, los saboreé tratando de recordar el sabor de sus carnosos labios; todas las sensaciones que alguna vez en mi vida había sentido volvieron en un abrir y cerrar de ojos con tan solo un roce.

Una sonrisa se asomó en mi rostro y mis yemas tocaron mis labios para luego darme cuenta de lo estúpida que me veía y de la sonrisa burlona del rostro de Calle mientras observaba mi acto.

El nombre de Santiago llegó a mi cabeza de forma inmediata, recordándome que tenía pareja y que estaba comprometida.

Recapacita, María José —susurré. Debería de estar en casa enlistando los preparativos para mi boda en vez de bailar con Daniela Calle. ¿En qué estaba pensando?

—Deberíamos irnos —le dije cortante a Alba una vez llegué donde ella, quien estaba entretenida en su sesión de besos con su novia.

—¿Por qué? Estabas de lo más entretenida bailando con Daniela —habló mientras acariciaba la espalda de Aida.

—Vámonos —volví a gruñir. Escuché la risa de Daniela en el fondo mientras hablaba con Natasha. Que hipócrita es. 

—Solo un rato más Poché, no seas aburrida —dijo para volver a besar a su novia sin prestarme más atención. Bufé molesta, necesitaba irme de aquí, sabía que había sido una mala idea haber aceptado venir, sobretodo si Daniela estaba incluida en aquellos planes.

—Yo me voy —gruñí tomando mi bolso que estaba en el asiento al lado de Natasha, quien estaba bastante entretenida con su novia como para prestarme atención.

Todo hubiera sido diferente si Santiago no hubiera desaparecido de la nada, sin dar señales de vida, en este momento estaríamos probando la cena para nuestra boda.

Caminé furiosa hasta la salida del lugar, el aire frío golpeo mi cuerpo haciéndome estremecer; me lamenté por el simple hecho que habíamos venido en el auto de Alba y no en el mío, mi única salida era tomar un taxi hasta mi edificio, el cual no tardó en llegar.

Durante el trayecto, no paré de llamar a Santiago, esto ya me estaba preocupando demasiado y no quería llamar a Damian ni a Marian, preocuparlos así como yo no era buena idea.

En mi mente se presentaron todos los momentos que había tenido con Daniela, desde que apareció nuevamente en mi vida hasta lo que pasó hace algunos minutos atrás. Me besó, me besó luego de diez años de no haberlo hecho y aunque no fue un beso profundo, con suerte un roce, me había hecho viajar al pasado en tan solo unos segundos.

En aquel pasado en donde ambas éramos felices, en donde ambas disfrutábamos de nuestro amor como si fuera el último día, en donde nos amábamos como las adolescentes que éramos.

—Maldita castaña... —susurré para mí.

Por más que intentaba descifrar su actitud y tratar de leer sus movimientos no podía, no sabía que estaba jugando, no sabía que tramaba y muchos sé hasta cuanto podré durar con todo esto.

Mi teléfono vibró haciéndome salir de mi trance para fijar mi mirada en la pantalla.

NATASHA🌼
¿EN DONDE TE METISTE?

Suspiré al leer, no tenía ánimos de hablar con nadie en este momento ni mucho menos con Natasha. Algo dentro de mí se removía con remordimiento al recordar lo que pasó con Daniela mientras bailábamos. Sus miradas coquetas y sus sonrisas irónicas que me hacían volver loca en el mal aspecto, además del beso innecesario que me dio al final.

Mentiría si dijera que no había logrado causar nada en mí, porque al final del día, ella tenía razón... Jamás volví a experimentar lo que sentía con ella aunque estuviera con Santiago.

Lo amaba con mi alma, él me hace sentir segura, amada y comprendida, y aunque los cosquilleos de adolescente no se formaban con él, con lo anterior nombrado me bastaba.

Me adentré al ascensor a esperar a que este llegara hasta mi piso, todo estaba en completo silencio y siendo casi las dos de la mañana no me era sorpresivo. Una vez adentro, lo primero que hice fue correr hasta mi habitación, deshacerme de toda mi ropa y colocarme una camiseta vieja y grande que escondía en mi armario, era el pijama más cómodo que tenía.

Abriendo las sabanas de mi cama me acosté en ella soltando un suspiro de cansancio, no sabía cuando todo en mi vida se había vuelto tan complicada, necesitaba pensar todo lo había pasado esta noche y todo lo que había dicho Daniela que sin dudar, habían logrado desorientarme.

De un momento a otro, el sonido de la puerta abriéndose se hizo presente y los tacos retumbaron en el piso de madera, no pensé que volverían tan rápido de la fiesta.

—¡¿Poché?! —el grito chillón de Nath se hizo escuchar, inmediatamente me acobijé en mis sabanas dispuesta a cerrar los ojos, no tenía muchas ganas de conversar ni mucho menos con Nath, sentía que la había traicionado de alguna manera.

—¿Poché? —la puerta se abrió al mismo tiempo en el que escuché sus palabras, mi plan de fingir estar dormida había fracasado al pillarme con la intención de apagar la luz, maldita sea —Que alivio que estés aquí, pensé que te habían raptado o algo por el estilo —dramática.

—Aquí estoy —hablé tomando asiento en mi cama, un suspiro salió de su boca y se sentó a los pies de la misma.

—Intenté que despejaras tu cabecita por un momento, creo que no lo logré —mordió su labio inferior colocando un mechón de cabello detrás de su oreja. Medio sonreí por su intenciones; Natasha no era mala persona, mala hierva era la novia que se gastaba —¿Lograste comunicarte con Santiago? 

—Aún no —suspiré —No tengo ánimos de nada.

—¿Daniela hizo algo que te molestara? —preguntó temerosa —Algo debió pasar para que te quisieras ir tan pronto.

Reí por su tono de voz negando con la cabeza, era un poco gracioso la manera en la que se preocupaba de la relación que puedo llevar con Calle, al parecer no era la primera vez que su novia arruinaba sus amistades o al menos eso me daba a entender.

—¿Tienes muchos problemas con ella? —me atreví a preguntar.

—No es eso, solo que a veces es muy impulsiva, no piensa lo que dice o hace —carcajeó un poco —Sé que tal vez no se llevan muy bien, pero ten paciencia, estoy segura que serán muy buenas amigas. 

—Al parecer tu plan de no distraerte para la universidad no está funcionando —carcajeé un poco, necesitaba que Natasha entendiera que no podía volver a traer a Daniela a este apartamento, no después de lo que pasó, que aunque no fue la gran cosa, puede dar pie a algo mucho peor.

—Eso parece, pero no puedo negarle algo a Calle —retiró sus zapatos y se sentó más cómodamente en la cama —Soy tan débil cuando se trata de ella —asentí, conocía ese sentimiento a la perfección —Tal vez sientes lo mismo por Santiago.

—Puede ser —hablé, nunca me había tomado el tiempo de hablar con Natasha sobre mi noviazgo con Santiago, sus consejos tal vez pueden ser más útiles de los que me da Alba en donde siempre destaca el "deja a ese cristiano de mala muerte y vamos a pecar a un pub".

—Te ves muy feliz con él, son como la pareja perfecta —rió logrando sacar una sonrisa en mi rostro, no era la primera que lo decía.

—Lo estoy, por algo es mi prometido —toqueteé el anillo que descansaba en mi dedo, inmediatamente Natasha agarró mi mano para apreciar el objeto bañado en oro.

—No me canso de verlo, es muy bello —hizo un pequeño puchero con su boca —Tienes mucha suerte.

—Así parece y con lo que respecta a Daniela no te preocupes, no pasa nada —solté un bostezo para después callar. El silencio inundó el espacio por tan solo unos segundos cuando la voz de Nath me sobresaltó, al parecer estaba quedándome dormida sentada.

—Quería decirte que solo arrendaré hasta Enero, termino mi carrera justo en esa fecha y a Daniela se le ocurrió que tomáramos unas vacaciones lejos de aquí —alcé ambas cejas de la sorpresa, solo esas palabras me hicieron reaccionar —Yo hice la misma expresión cuando me lo comentó —carcajeó —Hasta compró los pasajes y todo.

—¿A dónde irán? digo, si es que se puede saber —mordí mi mejilla interna, un revoltijo dentro de mi sistema se hizo notar.

—A Escocia —sonrió emocionada —Hace mucho tiempo que viajar a Edimburgo estaba en mi lista de cosas por hacer y gracias a mi amor lo podré cumplir.

Sonreí ante la energía que trasmitía sus palabras, sin duda Natasha era una chica muy especial y única, no podía no encariñarme con ella, aunque llevamos pocos días siendo roomies, sentía que la quería sin importar que la novia que tenía era mi ex, al fin y al cabo, ella no tenía la culpa de nuestro pasado.

—Escocia es muy lindo, me alegra que puedan disfrutar de esas vacaciones —

—Partimos el 25 de Enero y no sé cuando volveremos, todo fue tan repentino que no he tenido tiempo de asimilarlo ni mucho menos avisarle a mis padres del viaje que pienso emprender en pocos meses —sus palabras retumbaron en mi cabeza, un nudo ocluyó mi garganta y una punzada en mi pecho apareció.

—¿El 25 de Enero? —tragué grueso, pensando en que posiblemente había escuchado mal.

—Ajá, ella decidió la fecha hace algunos días atrás -se encogió de hombros —Pensé que era muy pronto, pero creo que está bien.

—Sí, supongo —carraspeé mi garganta, comencé a rascar mi nuca de la ansiedad que comenzaba a sentir —Creo que es un poco tarde, mañana es Domingo y tengo que madrugar.

—¿Acaso vas a la iglesia o qué? —su tono bromista se hizo presente de forma evidente junto con una mueca cómica y al ver la expresión fría de mi rostro la desapareció en un instante —¿Entonces si vas?

Me mantuve sería y en silencio, al parecer eso fue lo que necesitó para contestar sus preguntas.

—Que duermas bien, Pochas —habló suavemente para salir de mi habitación cerrando la puerta tras ella.

Solté un gran bufido cuando la soledad se hizo presente en mi habitación, una tormenta comenzó a formarse en mi cabeza con todo lo que acababa de hablar con Natasha, el mal sabor de boca que me había dejado sus palabras no me lo podía quitar nadie; sin duda Daniela Calle sabe como darle en el clavo cuando se trata de nuestra relación.

"—Cuando seamos más grandes, te prometo que nos iremos de este lugar —sonrió cerca de mis labios, sin evitarlo deposité un fugaz beso en su boca, sus apetecibles labios.

—¿A sí? ¿Y a dónde me llevarás? —el tono juguetón que manejaba era de mi agrado, amaba cuando estaba en ese plan. Su mano se dirigió a mi mejilla para con su pulgar acariciar mi rostro. Las caricias que me proporcionaban sus manos siempre han tenido un gran efecto en mí.

—Nos iremos al otro lado de mundo, muy lejos en donde tu y yo podamos ser muy felices —mis piernas rodearon su cadera juntando aún más nuestros cuerpos —A Escocia o a Croacia, hasta Bélgica si es necesario, te lo prometo —tomó mis manos y las besó.

—No me importa en donde estemos, solo quiero estar contigo para siempre —besé su mejilla, su barbilla, su mandíbula hasta llegar a su cuello para luego morderlo ligeramente —Te amo mucho, bebé.

—Yo te amo mucho más, mi Poché —no tardó en chocar sus labios con los míos para fundirnos en un gran beso, en donde nuestros labios encajaban a perfección y nuestras lenguas eran participes para demostrarnos el gran amor que nos teníamos. La amaba, amaba a Daniela Calle más que a mi propia vida y si tenía que llegar hasta el subsuelo para estar con ella, estaba dispuesta a hacerlo."

Las lágrimas inundaron mis mejillas en un instante por culpa de los recuerdos que bañaban mi mente, el pasado culposo que tenía me atormentaba siempre y ahora con la aparición de la protagonista de la historia era mucho más intenso, no podía dejar que Daniela jugara con mis sentimientos de la manera en la que lo ha estado haciendo desde que apareció nuevamente en mi vida.

No entendía a que jugaba con hacer la relación que tenía con Natasha todo lo que nosotras no pudimos lograr, sin dudar su objetivo es hacerme sentir culpable y apuñalar mi corazón cada vez que se le antoje y lo está logrado.

Me duele al pensar que esto es solo el comienzo.



—¡María! Llegas tarde —gruñó mi padre, besé su frente mientras trataba de calmar mi respiración —Tu prometido está adentro preguntando por ti, te he dicho que es descortés llegar tarde.

—Lo sé padre, perdóneme —le dije, él negó con su cabeza en desaprobación por mi comportamiento, tomé su codo con mis manos y caminamos hasta la entrada de la iglesia. Agradecidamente aún no comenzaban y eso me dio tiempo para entrar y saludar con una sonrisa a los padres de Santiago, quienes al verme, no tardaron en mostrar su felicidad.

Por culpa de la maldita alarma que no escuché y la resaca que tenía en la cabeza por el alcohol y las lágrimas que boté la noche anterior había logrado enfadar a mi padre. Al darme cuenta de la hora, salí disparada de mi cama hasta la ducha, necesitaba deshacerme de las ojeras y de mis ojos inflamados por el llanto, estaba echa un asco y agradecí que Natasha no estuviera despierta a esa hora, me evité un gran interrogatorio por mi estado.

—Hola amor —me dijo Santiago, solo tomé aire y besé su mejilla sin decir nada más para luego posarme a su lado. Pude notar la extrañes de su rostro, la furia que mantenía de la noche anterior no se había desvanecido con nada.

No había tenido la decencia de hablarme hoy en la mañana y no puede venir a fingir que no pasó nada y hacer como si todo siguiera normal; habíamos perdido nuestra cita con la pastelería y con el restaurante contratado para nuestro banquete de bodas y eso me ponía bastante molesta.

O tal vez era el hecho que por su culpa tuve que al bar anoche y pasar más tiempo con Daniela del necesario, sumándole que me beso y eso no debió de ocurrir.

—¿Está todo bien? —susurró en mi oreja, en ese momento no supe que responderle y agradecí que el padre Gabriel apareciera al frente de todos para comenzar con el discurso de esta semana.

La misa transcurrió con normalidad, de vez en cuando mi prometido intentaba tomar de mi mano o preguntar que era lo que me ocurría, pero simplemente callaba.

—¡Padre! —la emoción de mi progenitor me bajó a tierra, el anciano calvo, canoso con una túnica negra estaba frente a nosotros, una sonrisa con una dentadura perfecta decoraba su rostro como siempre lo recordaba desde que tengo 17 años —Me alegro de compartir otro Domingo con usted.

—Siempre me da gusto verlos —habló el padre Gabriel acercándose a nosotros —No hay Domingo que no los vea —me sonrió después de saludar a mi padre y a los padres de Santiago, lo salude cordialmente —María, me alegra tu compromiso, de verdad quedé muy sorprendido cuando Santiago vino a pedir el día para la boda.

—Me pone muy feliz que sea usted quien nos case, padre Gabriel —le sonreí de vuelta, el agarró mis manos sin dejar de sonreír.

—Para mí será un honor casarlos, par de tortolos —dijo al mismo tiempo que abrazaba a Santiago.

—Padre Gabriel, ¿Cree que nos pueda bendecir antes de irnos? —dijo Santiago, lo miré de reojo. Nunca había escuchado que haya pedido eso con anterioridad pero al parecer al padre Gabriel no se le hizo extraño.

—¡Claro! —dijo feliz —Los quiero como a unos hijos y me alegra que no dejen sus tradiciones como venir hasta aquí.

—Es que usted nos ha dado mucha paz, padre —habló mi progenitor interrumpiendo nuestra conversación con una sonrisa en su rostro.

—Espero seguir acompañándolos en lo que queda de mi vida, hasta que Dios me lo permita —anidó las manos de mi padre entre las suyas y nos guió hasta la fuente de cerámica en donde descansaba un pozo de agua bendita.

No tardó mucho en bendecirnos y era lo mejor, lo único que quería era llegar a mi apartamento y arroparme en mil cobijas, ver una películas, comer frituras y ahogarme en pañuelos desechables. Mis ánimos estaban por los suelo y el dolor de cabeza comenzaba a presentarse en mí.

—Estás muy hermosa, hija —el padre Gabriel llevó su brazo hasta rodear mis hombros -Ya quiero verte con el vestido de novia -sonreí.

—Será la novia más linda que haya pisado esta iglesia —habló mi progenitor sonriendo —Y con el mejor esposo que pudo encontrar —mi padre palmeó la espalda de Santiago, quien no dejaba de mirarme con preocupación.

—¿Cómo van con los preparativos? —preguntó el padre.

—Muy bien, ayer tuvimos una reunión con las personas que prepararán la comida y todo marcha de maravilla —habló mi prometido, sus palabras me confundieron, no pude evitar mirarlo con el ceño fruncido.

—Que bueno escucharlo, ya espero con ansias que llegue el día —nos abrazó por última vez en forma de despedida para después salir todos en marcha hasta los autos que estaban estacionados frente a la iglesia.

Caminé dispuesta a montarme en el auto para volver a mi apartamento cuando la mano gruesa de Santiago tomó mi brazo, deteniéndome con fuerza.

—¿No piensas hablar conmigo? —preguntó tomando con su otra mano mi brazo libre.

—No tengo ánimos ni ganas de hablar contigo Santiago, no en este momento —mi tono frío me sorprendió.

—Deberíamos hablar sobre lo de ayer -susurró, fruncí más mi ceño —Te debo una gran disculpa, mi amor.

—Pues no las quiero escuchar ahora, Santiago —me solté agresivamente de su agarre —Menos si están mis padres y los tuyos presentes, no quiero que piensen que tenemos problemas —susurré igual que él, lamentablemente mi padre tenía un oído excepcional y lo menos que quería era que él se enterara de los problemas amorosos de su hija.

—Deja que te explique...

—No te estoy pidiendo explicaciones de ninguna naturaleza, Santiago —hablé ofuscada —Anda a tu casa y te hablaré cuando quiera conversar contigo.

—No actúes como niña pequeña María por Dios -alzó un poco la voz —Deja de ser terca y hablemos ahora mismo -tomó mi mano —Te invito a desayunar para que hablemos tranquilamente —su jaloneo hizo que me tambaleara un poco, estaba en dirección hasta su auto.

—¿Qué parte de que no quiero hablar contigo no entiendes? —me separé de él. Pude sentir la mirada de mi padre encima de nosotros.

—Eres tan complicada algunas veces —sobó sus cienes —Entra al auto.

—Al único auto que entraré es al mío —afirmé con furia, sintiendo los pasos de mi padre aproximarse —Así que espera mi llamado porque antes de eso no voy a hablar contigo —el perfume de mi padre inundó mis fosas nasales, su brazo rodeó mis hombros y besó mi cabeza.

—¿Tienen algún problema? —su voz gruesa me provocó escalofríos —Se ven un poco ofuscados.

—Ningún problema, papá —acaricié su mano —Tengo muchas cosas que hacer para mi trabajo y...

—La invité a tomar desayuno y se niega rotundamente —habló Santiago interrumpiéndome, mi padre fijo su mirada penetrante en mí.

—¿Cómo es eso, María José? —habló serio —No puedes negarle una salida a tu novio, eso no hace una futura esposa, ¿Qué no te he enseñado modales?

—Padre...

—Padre nada, no puedes negarle nada a Santiago, es tu prometido y tienes que cumplir con tus obligaciones como novia y futura esposa —frunció el ceño —Y no quiero saber más quejas de tu comportamiento, ahora sube con Santiago y hace lo que él te diga.

—No se preocupe señor Garzón, la cuidaré mucho y la dejaré en el apartamento muy temprano —la mano de mi padre me empujó hasta Santiago, quien no tardó en sostener mi cintura con firmeza.

—Confío en ti Santiago, que la pasen bien —sonrió para luego retirarse de nuestra vista. Nunca he podido llevarle la contraria a mi padre por más que lo intentara, sabía que se ponía de mal humor con facilidad y que esté enojado conmigo no me convenía para nada.

—¿Subes? —preguntó abriendo la puerta de auto, rodeé los ojos para subir a este, la sonrisa de mi novio no tardó en aparecer al saber que había logrado su objetivo gracias a mi padre.



Abrí la puerta de mi apartamento después de un ajetreado desayuno en donde no había conseguido más que excusas por parte de Santiago, de las cuales no pienso reflexionar ni calentar mi cabeza.

Necesitaba un poquito de paz y pensaba tener lo que resta del día de Domingo libre para mí y pensar que es lo que esta pasando con mi vida, ordenar mis pensamientos y tratar de buscar una solución para no tener que compartir más con Daniela. 

—¿Qué tu no tienes casa? —gruñí rodeando los ojos al ver quien se encontraba sentada en mi sofá como perro por su casa, adiós a mis planes.

—Buenos días para ti también —habló mientras se acomodaba en el sofá —Que bueno que llegaste, así preparas algo para comer, ¿O todavía derrites fuentes de plástico como antes? —sus palabras me hicieron gruñir nuevamente, siempre jugaba con mi mente a su antojo.

—¿Y Natasha? —pregunté suspirando tratando de olvidar sus palabras. No se me hacía extraño que ella estuviera aquí, de alguna forma, su presencia había invadido mi espacio personal en tan poco tiempo hasta hacerme olvidar como era mi vida sin ella de vuelta.

—Salió y vuelve en un momento, la universidad la aleja de mí —dijo mientras cambiaba de canal cada cinco segundos, solo asentí. No la había visto luego de lo de ayer y no se me apetecía entablar una conversación con ella más de la necesaria —¿En donde estuviste toda la mañana que llegas a estas horas? —preguntó, alcé una ceja.

—No es de tu incumbencia —dejé mi bolso en el sofá y caminé hasta la cocina por un vaso de agua.

—Solo pregunto —se encogió de hombros para volver a tener su viste en el televisor.

—Al único que le tengo que dar ese tipo de información es a mi novio, ¿No crees? —recalqué pero ella no respondió. Retiré la chaqueta que traía de mi cuerpo con toda la intención de ir a mi habitación pero su voz me interrumpió.

—Creo que igual tienes que contarle a quien besarte ayer, ¿No crees? —sus palabras y su tono de burla hicieron voltearme inmediatamente, el ceño fruncido en mi rostro se hizo presente y la ira comenzó a acumularse en mi sistema, descarada.

—¡Upa! ¿A quién besaste ayer, Poché? —habló una agitada Natasha entrando por la puerta principal y fue en ese entonces cuando la sonrisa burlona de Daniela desapareció.












He vuelto.

Naani.

Continue Reading

You'll Also Like

505K 81.1K 34
Park Jimin, un padre soltero. Por culpa de una estafa termina viviendo con un completo extraño. Min Yoongi, un hombre solitario que guarda un triste...
116K 3.1K 29
la tipica historia de universos viendo otros universos atraves de pantallas flotantes que aparecerán en sus mundos aunque también agregare otras cosa...
456K 46.5K 117
La verdad esta idea es pervertida al comienzo, pero si le ves más a fondo en vastante tierno más que perverso. nop, no hay Lemon, ecchi obviamente, p...
74.3K 6.3K 40
Ella llega al Área sin saber nada de si misma. Sin recuerdos. Vacía. Su primer instinto fue buscar el cielo al verse en una caja encerrada. Luego -po...