Sakura
―¿Estás lista?
―Si, solo... ―dudo en decirle.
―Aún te duele ―afirma con un toque de molestia. Asiento cabizbaja. ―Ven ―me llama y acorto la distancia que nos separa, ―eres algo testaruda.
"¡Auch! Eso dolió más que los golpes que aún traigo en la espalda y el abdomen".
Su cercanía me pone muy nerviosa, trago saliva, respiro profundo, pero es en vano, mi respiración se agita.
Desabrochó la fajilla de mi cintura y levanto mi blusa por debajo de mis senos, cierro los ojos y los aprieto rogando que nada delate como me siento. Tan pronto como mis pensamientos vuelan, siento su tacto frío, sus dedos masajean sin morbo mi espalda bajando sutilmente mientras unta el ungüento de hierbas.
―Gracias ―digo tragándome la pena que siento.
―No vuelvas a hacerlo ―sentencia tajante. Me siento como una niña pequeña siendo regañada por sus padres, es irónico.
―Lo prometo.
Ajusto mi fajilla y cuelgo mi mochila de mis hombros. El alba está a punto de levantar, hemos salido en medio de la madrugada a recolectar provisiones para el camino y borramos todo rastro de nuestra presencia en la cueva. El clima es perfecto, pinta para ser un buen día. El canto de los pájaros es melodioso, y provoca una sensación de paz para quien sea que lo pueda escuchar.
―Sakura... vamos ―ordena tajante. Su poco tacto al decir las cosas aún me causa cierta incomodidad, aunque para ser realistas es tonto pensar que puede cambiar su actitud de la noche a la mañana. Sé que él se da cuenta y repara en corregirlo, con eso me basta. Está por demás decir que esto es algo nuevo para ambos, mucho más lo es para él.
Sasuke se ha adelantado a la salida sin esperarme, y eso ha provocado que sienta como un choque eléctrico se clava en mi corazón haciéndolo doler. Creo que estoy dramatizando un poco, pero estar encerrada una semana completa junto a él, hizo que me acostumbrará a su forma de ser, aquí. Ahora que saldremos y nos expondremos en el mundo, no sé cómo resultará nuestra relación.
Tomo mi capa y me la colocó abotonándola por el cuello. Salgo detrás de él, soltando un suspiro profundo.
Camino sin voltear atrás. Salgo y su presencia me sorprende una vez más, siento mi estómago doler, muerdo mi labio y reprimo una obvia sonrisa. Sasuke está al pie de las rocas esperándome para ayudarme a bajar, se ha asegurado de elegir un buen camino para que pueda descender sin mayor complicación. Me observa y sin decir palabra alguna me ofrece su mano para apoyarme de él. Instantáneamente me sonrojo -estoy segura -siento mis mejillas arder. Bajo la mirada evitando la suya y tomo su mano.
« No puede ser. Eres patética Sakura» me reprocho internamente mientras bajo de la zona rocosa, de su mano.
Sin duda Sasuke ha cambiado muchísimo, bueno en realidad no es un cambio, sencillamente está mostrando una faceta de él que nadie, absolutamente nadie conoce y de la cual yo soy la única privilegiada en conocer. Una parte de él, que siendo sincera conmigo misma creí que no existía, no creí posible que alguna vez Sasuke se portará de tal modo. Siempre quise estar con él sin importar que fuera frío e inexpresivo, autoritario y poco sentimental. Más nunca me importo, yo estaba dispuesta a aceptarlo tal cuál es y pensaba que aprendería a vivir con ello sin importar nada, pero ahora, toda expectativa está siendo superada, como todo lo que Sasuke siempre se propone.
―Gracias Sasuke-kun ―. Le sonrió.
―Cuando te sientas agotada, o necesites algo no dudes en decírmelo, Sakura ―demanda con firmeza poniendo énfasis en sus últimas palabras. Aún está molesto por lo que pasó minutos antes.
―No hará falta, Sasuke-kun, me siento muy bien, pero de todos modos lo tomaré en cuenta.
Han pasado alrededor de cuarenta minutos desde que salimos de la cueva. Cada vez nos adentramos más en el bosque y está resultando bastante fascinante nuestro recorrido. Vamos a paso lento y en completo silencio; de esos que no son para nada incómodos, de esos que se sienten bien y se disfrutan. Caminamos uno al lado del otro, en algunas ocasiones nuestras miradas se han cruzado y solo me he limitado a regalarle una sonrisa sincera a lo que él corresponde de la misma forma, muy a su manera, muy sutil. Eso me basta por ahora y sé que para él también es suficiente.
―Sakura.
―¿Si?
―¿Estás bien? ―inquiere preocupado.
―Si. ¿Por qué la pregunta?
―Vienes muy callada y sé que no eres así. Por lo menos, ya hubieras hecho un par de preguntas, ni siquiera me has preguntado a dónde vamos ―sonrío, tiene razón y me gusta que demuestre que me conoce más de lo que pienso.
―Solo no quería ser inoportuna, Sasuke-kun.
―Sé que esto es nuevo para ti. Sin embargo, debes de saber que también lo es para mí ―enfatiza y hace una pausa, su dedo levanta mi mentón con sutileza y una vez más me pierdo en sus ojos, ―pero podremos con esto, ¿cierto?
―Por supuesto ―digo emocionada. Siento ganas de soltarme a llorar por tan maravilloso momento, porque espere muchos años para esto y aún me cuesta creerlo. ―Esto se siente bien, caminar a tu lado es lo que por mucho tiempo había estado deseando, no importa a dónde vayamos, solo quiero estar contigo ―respondo sincera, él sonríe con suficiencia y es hermoso verlo así. ―¿Puedo? ―pregunto con la intención de entrelazar mi brazo en el suyo. Se lo hago saber con un juego de miradas.
―Si.
Cuando él lo consciente hago lo propio y retomamos el camino. Mis latidos se disparan, mis mejillas arden y siento que vuelo.
Algo dentro de mí se remueve. Me parece sorprendente y de cierto modo un lindo detalle que aún conserve en sus recuerdos lo poco o mucho que llegó a conocer de mí.
Sasuke muestra una actitud comprensiva conmigo, habla con tanta seguridad cuando se dirige a mí que me llena de confianza en ese instante y cualquier miedo o duda se disipa. Tengo miedo, miedo de que esto se acabe, no podría vivir ya sin él.
Quise dejar de lado aquellos pensamientos, no quiero ponerme triste, no ahora que hay razones para estarlo. Me suelto de él y me acerco a un árbol de manzanas, se ven apetitosas y quiero llevar unas cuantas para el camino. Hago una especie de bolsa con mi capa y pongo ahí las que he logrado cortar, me giro para regresar con él y en cuanto lo veo mi corazón palpita presuroso, es tan guapo. Se mantiene de pie con la espalda recargada en el tronco de un árbol, y una pierna flexionada al frente, su mano aprisiona el mango de su espada y mantiene los ojos cerrados. Mi estómago duele de tantas emociones.
Me dirijo a donde descansa. Antes de que llegue abre los ojos y me mira complacido. Le ofrezco una manzana y me siento sobre el pasto para comerla, él se mantiene en la misma posición, me hace sentir protegida y muero de amor por él.
La tarde cae y seguimos el mismo ritmo.
―Hemos llegado, pasaremos la noche aquí ―indica expectante a mi reacción, pronto comprendo por qué.
No lo puedo creer, es hermoso el paisaje: hay un árbol de cerezo en el centro del campo verdoso, algunos otros son pequeños. Frente a nosotros se extiende un gran lago; la corriente de aguas cristalinas resplandece con los últimos rayos del sol, pero sin lugar a dudas lo mejor de todo es estar con él, justo en este lugar que parece de ensueño. No puedo pedir nada más, me siento plena y demasiado feliz.
―¡Es increíblemente hermoso, Sasuke-kun! ―. Lo tomo del brazo y recargo mi cabeza en su hombro.
―Esto es solo el inicio Sakura.