Irremediablemente Tú y Yo

By newromaantic

1.6M 99.4K 67.7K

Ella era sinónimo de tranquilidad, inteligencia y responsabilidad, mientras él era el caos, la rebeldía y la... More

Sinopsis y advertencias
0. Prólogo.
1. New Romantics.
2. Gorgeous.
3. Blank space.
4. Red.
5. Wonderland.
6. Tolerate it.
7. My tears ricochet.
8. I knew you were trouble.
9. Begin again.
10. I did something bad.
12. False god.
13. Sparks fly.
14. Untouchable.
15. The 1.
16. Holy ground.
17. Mr. Perfectly fine.
ESPECIAL HALLOWEEN
18. ...Ready for it?
19. Stay, stay, stay.
20. I think he knows.
21. Treacherous.
22. End game.
23. State Of Grace.
24. Our song.
25. Crazier.
26. Ours.
27. Hey Stephen.
28. Snow on the beach.
29. I can see you

11. It's nice to have a friend.

49.9K 3.1K 3.8K
By newromaantic

"Call you babe,

Have my back, yeah, every day".

—Taylor Swift (2019). Lover.


BROOK

Si alguien me hubiera dicho hace tres semanas que Adrien y yo podríamos convivir sin intentar sacarnos los ojos me habría reído en su cara, y de paso le hubiera dado un golpe para que dejara de decir tonterías. Pero está pasando, ha pasado por tres días y algo me dice que no se detendrá.

He de admitir que se siente bien pasar tiempo con él, cuando está de humor, y cuando no lo está es aún más divertido. Incluso comienzo a creer que soy más feliz cuando está de mal humor. Odio hacer la comparación que haré, pero debo dar una idea.

Cuando estaba con Matt las cosas eran sencillas, se sentía como estar en un sueño, como si estuviera en una burbuja y todo fuera ajeno a mí. En cambio, ya había dicho antes que el aura de Adrien es envolvente, atrayente y jodidamente arrasador, pero tiene algo que me hace ver las cosas más reales, como si las risas fueran mías y no producto de un sueño. Solo es más real, dolorosamente real.

Un fuerte chirrido logra sacarme de mis pensamientos y levanto la vista de mi latte frío hacia el lugar de donde proviene el ruido.

La figura alta de Matt es lo primero que veo, seguido de la mirada de los chicos con los que estaba sentado. El pánico amenaza con hacerme vomitar con cada paso que da en mi dirección.

¿Qué le pasa? ¿Ahora ni en público puedo estar segura?

Estoy por levantarme del asiento para salir corriendo antes de que llegue a mí, pero unas manos en mis hombros me lo impiden y mantienen mi trasero sobre la silla. Provocando que Matt se detenga de golpe.

—Buenos días —me suelta, rodea la pequeña mesa y procede a jalar la silla al otro lado de la mesa, para poder sentarse, robándose mi atención—. ¿Pensabas huir? —susurra lo suficientemente alto para que solo yo pueda escucharlo.

Sí, eso es justo lo que iba a hacer.

—¿No? —titubeo, bajando la mirada para que no vea mi sonrojo.

—Eres más valiente que eso, Roberts —habla con voz firme—. Ahora, mírame. Odio que bajes la cabeza.

Su orden activa los nervios de mi cuerpo y obedezco, pero no estaba preparada para la descarga eléctrica que siento en mi espalda cuando dos témpanos de hielo hacen contacto con los míos.

Genial, el día de hoy sus ojos son azules, más oscuros y menos cálidos que los míos.

Reúno todas mis fuerzas para no volver a bajar la cabeza, en cambio, recibo una pequeña sonrisa de su parte, demasiado pequeña, pero lo suficientemente grande como para notarla.

—¿De qué te ríes? —frunzo el ceño. Algo me dice que se ríe de mí.

—No me estoy riendo —levanta las manos y luego las cruza sobre su pecho.

Se recarga en el respaldo de su silla, estirando todo su gran cuerpo por debajo de la pequeña mesa que nos separa. Inevitablemente mis piernas rozan con las suyas y termino juntándolas para no hacer más contacto.

Paso saliva y me obligo a controlar el golpeteo de mi corazón. No me malinterpreten, el contacto masculino me pone nerviosa. Creo.

Tranquila, Brook, solo es Adrien. Si, el Adrien idiota.

Me reacomodo en mi lugar.

—¿Planeas ser mi sombra, ahora? —jugueteo con la trenza improvisada que logré hacerme esta mañana, buscando cambiar de tema para que no note lo nerviosa que me pone su contacto—. Porque es mucha coincidencia que siempre aparezcas cuando lo necesito.

Suelta una risa ronca y se descruza de brazos.

—No me gusta ir detrás las personas, Brook. Así que si, debe ser una coincidencia.

Asiento conforme, luego, de forma automática desvío mi vista a la mesa de Matt quien aparentemente no puede dejar de mirarme. Me remuevo incómoda y nuevamente siento que mis mejillas se calientan.

—¿Podrías, por lo menos, fingir que ya no te gusta? —la voz de Adrien hace que su amigo y yo rompamos contacto visual.

¿Qué?

—No me gusta —lo contradigo.

—Los corazones en tus ojos no dicen lo mismo —se inclina sobre la mesa—. Asegúrate de no ser tan obvia, por favor. Tanto azúcar podría darme diabetes.

Bufo y suelto mi cabello.

—Te molesta porque nadie te mire así a ti ¿Verdad? —sonrió cínica, completamente segura de que es eso—. No es porque no te guste, es porque no tienes lo que él y yo.

Un sentimiento de superioridad lucha por salir desde lo más profundo de mis entrañas, pero de inmediato de esfuma cuando vuelve a abrir la boca.

—Ustedes dos no tienen nada —afirma seguro—. Además de una bola de mentiras.

Auch. Es verdad.

—No es lo único que dije —recuerdo para no caer en sus provocaciones—. ¿No te gustaría tener a alguien que te mire como si de verdad le gustaras?

—¿Te estás ofreciendo? —me ofrece una sonrisa pícara.

Santísima madre de las papayas. ¿Porque hace eso? Ahora entiendo porque casi nunca sonríe. Pese a que me encanta, odio que lo haga.

—Pff, no te lo mereces —resoplo y niego, intentando espantar esa sensación de mi pecho—. Pero me refiero a alguien más.

Borra cualquier rastro de sonrisa y su semblante cambia a una totalmente diferente, que se me antoja indiferente. Se reacomoda en su lugar y me mira con la cara de culo que siempre tiene.

—Ya la tengo —se regocija, dejándome en blanco por breves segundos, por lo que me obligo a espabilar.

—¿Lauren? —indago, pues es la única chica con la que lo he visto comportarse como algo más que un simple amigo.

Se ríe, niega y luego extiende las manos.

—Mira a tu alrededor, Brook. Le gusto a todos, no necesito más atención.

No la necesita y aun así la tiene. Veo a nuestro alrededor y es verdad, todos lo miran, no pueden evitar no hacerlo, aunque lo intenten, tarde o temprano sus ojos recaen en la figura del tipo frente a mí, como si tuviera un imán. Y lo peor de todo es que sé porque lo hacen y lo comprendo a la perfección.

—Pero esa clase de atención no. Me refiero a esa mirada que te dice que le gustas de verdad y no como si fueras un pedazo de carne —me recompongo ante la idea de que tiene razón, sin embargo, yo también la tengo.

Adrien de alguna u otra forma es poseedora de miradas lascivas, de admiración y unas cuantas de envidia, pero parece ser que a él no le importa.

—¿Qué puede ser mejor que eso? Si quiero a alguien simplemente la miro y listo, la tengo junto a mí en menos de un segundo.

Ruedo los ojos.

—Algo más, Adrien —me inclino sobre la mesa, como si eso fuera suficiente para hacerlo entrar en razón. Quiero que entienda mi punto—. Alguien con quien pasar el rato, con quien puedas pasar el tiempo hablando hasta de lo más insignificante —obvio mis palabras—. No todo en esta vida es meterla y sacarla.

Le hacen gracias mis palabras, pues una diminuta sonrisa tira de la comisura de sus labios.

—No me interesa pasar el tiempo de esa forma con alguien más que no sean mis amigos.

—¿Y planeas pasar el resto de tu vida así?

—Por supuesto que no —se acerca de la misma forma que yo—. Pero soy joven, somos jóvenes, Brook. No quiero ser amarrado por alguien en esta etapa de mi vida, quiero ser libre, disfrutar y cuando llegue el momento ya veremos que sucede.

—Cuando llegue el momento ni siquiera lo notarás, poco a poco estarás tan amarrado que no tendrás oportunidad de escaparte y, lo peor para ti, es que no será una tortura como tú lo ves en estos momentos. Ese es el tipo de relación que del que te hablo —termino con orgullo.

—¿Te sentías de esa manera con Matt? —me tira la pelota de vuelta.

¿Lo hacía?

Lo pienso unos segundos.

Con Matt me encontraba en una especie de limbo, donde todo era perfecto. Me hice ilusiones de cosas de las que no estaba segura, pero así soy yo, me gusta pensar en el futuro, me gusta imaginar lo que puede suceder y eso no es bueno, porque cuando las cosas no salen como imagino siempre termino decepcionada.

—Para nada —soy sincera—. No soy estúpida, tampoco soy de las que se enamoran fácil. Matt fue una gran tipo conmigo y si, definitivamente es una persona de la que podría enamorarme si tan solo no hubiera hecho las cosas como las hizo.

Dejo de hablar, él se mantiene callado, no me responde y parece encontrase procesando todo.

—No busques enamorarte más, Brook —dice, después de su largo silencio, como si fuera algo malo—. No todos en esta vida lo hacen y son más felices.

¿Cómo tú? Quiero decir, pero al final me arrepiento y coincido con él. No buscaré cosas en todas partes, seguiré su consejo y dejaré que la vida me sorprenda.

—No lo haré, pero prométeme una cosa —indago en sus ojos, esperando una respuesta que no llega, hasta que un pequeño brillo en sus ojos me da una afirmación—. Tú no te cierres ante las posibilidades de encontrar a alguien que logre romper ese duro caparazón que protege el gran corazón que seguro tienes.

—¿Tan segura estás de que tengo un gran corazón?

—Lo estoy —asiento sin poder despegar mis ojos de los suyos. Y es que ese brillo que rara vez tienen lo hacen ver aún más llamativo—. De lo contrario no estarías aquí.

Y efectivamente, sé que tengo razón cuando aleja su vista de la mía.

—Promételo —insisto, buscando, en un acto de valentía, su mano por encima de la mesa y atrayendo su atención a mí de vuelta.

Esta vez no me aleja, al contrario, voltea su mano hasta que su palma está debajo de la mía y como acto reflejo enrosco mis dedos sobre los suyos. Él parece atónito ante la situación, asustado incluso.

Pinky promise —tomo su dedo meñique con el mío y deja escapar una risa escandalosa.

—¿Qué clase de mierda es eso?

—Promesa de meñique, idiota —lo regaño—. Es aún más poderosa que cualquier otra promesa, y deberás cumplirla.

—Según quién? —sigue riéndose.

—Según yo y mi puño —sentencio.

Y todo deja de importar cuando su risa se vuelve aún más grande. Está riendo, y no, no lo hace con burla, no lo hace con picardía o cualquier otro objetivo, lo hace como si realmente se estuviera divirtiendo. Lo mejor de todo es que dos pequeños hoyuelos aparecen en sus mejillas y las ganas de tocarlos me pican los dedos. ¿Lo peor? Me encanta y me encanta ser yo quien haya hecho eso.

Siempre tengo que ver el lado bueno y el malo de las cosas. Pero pese a eso, algo me dice que en esta ocasión no hay nada malo.

Pinky promise —aprieta mi dedo con el suyo y eso revienta la burbuja en la que me encontraba—. Y yo, Brook, no rompo promesas.

—Yo tampoco, Adrien —jalo un poco su mano y se ríe.

Su risa tiene algo que me hace imposible ignorarlo, es ronca y provoca vibraciones que recorren todo mi cuerpo. Es alucinante y todos en la estancia lo saben, es por ello que si antes solo tenía la mitad de la atención, ahora la tiene totalmente.

En otra circunstancias ya habría salido corriendo con tal de no ser el centro de atención justo como lo estamos siendo, pero su agarre me hace sentir segura y no puedo dejar de sonreír.

—Deja de mírame de esa manera —y hago todo lo contrario.

—¿De qué manera? —bato mis pestañas, haciéndome la inocente.

—Como si te hubieras salido con la tuya —levanto las cejas con burla.

—¿Y no lo he hecho? —cuestiono con descaro.

—Claro que si —responde—. Pero porque yo lo he permitido.

Giro los ojos y rompo el contacto de nuestros cuerpos, recabándome en mi silla con los brazos cruzados.

—Fingiremos que es así, si eso te hace feliz.

Remplaza su sonrisa a una de suficiencia.

—Es así —sentencia—. Las cosas suceden porque yo las permito, recuerda eso.

Ahí está de nuevo, el Adrien arrogante que todos conocemos, solo que esta vez no lo dice con superioridad, lo dice como si fuera broma, aunque ambos sepamos que lo dice completamente en serio.

—Bla, bla, bla —le resto importancia con la mano.

Me mira con diversión y luego se levanta.

—Me largo —se pone la mochila en el hombro y antes de que se aleje completamente, logro tomarle la mano.

Se detiene y me mira.

—¿No vas a desayunar? —pregunto cuando me doy cuenta de que no pidió nada y por lo tanto no ha comido nada.

Una sonrisa tira de su comisura derecha.

—¿Te preocupas por mí? —hace el intento de verse tierno. No funciona, se ve sexy.

—Es lo que hacen los amigos ¿No? —me encojo de hombros y miro a otra parte—. Preocuparse por el otro.

—¿Ahora somos amigos? —finge sorpresa y atrae mi atención de nuevo.

—Es lo que le has hecho creer a media escuela. Así que si, somos lo suficientemente amigos como para no dejar que mueras de hambre.

Entonces hace algo que nunca pensé que haría. Se estira y toma mi latte con sus largos dedos y en cámara lenta veo como se lo lleva a los labios, le da un sorbo y vuelve a dejarla frente a mí.

Mi mandíbula casi toca la mesa y creo que esa es la razón por la que su sonrisa se hace aún más grande.

—Ya comí, gracias.

No repara más en mí y en nadie más cuando se aventura a la salida dejándome atónita y... Sonrojada.

Las mejillas me arden, pero decido ignorar las miradas que recibo y solo me concentro en terminar mi bebida para poder ir a la Biblioteca antes de mi primera hora.

*******

No, nadie pensaba que éramos solo amigos y llegué a esa conclusión cuando una compañera de mi facultad se acercó a mí por primera vez, intentando iniciar una conversación.

Todo iba bien, no fue hasta que de alguna manera terminó soltando la pregunta de oro.

—¿Sales con Adrien? —interrumpió mi explicación acerca de las procariotas y sus organelos. Un tema que me apasiona si me lo preguntan, es por eso que casi ni he oído la voz de la chica, hasta ese momento.

—¿Qué? —fue lo primero que dije.

—¿Que sí sales con Adrien, nuestro quarterback?

Lo primero que sentí fue asombro, seguido de una molestia indescriptible.

—No —titubeé con mi respuesta, pero no porque no estuviera segura de ella, sino porque la furia comienza a nublar mi razonamiento.

—Supongo que entonces ¿solo son buenos amigos?

Buenos amigos no es la terminación más acertada que definiría lo que sea que tengamos. Un "intento de amigos" suena mejor, si es que eso es posible, pero no es algo que ella tenía que saber.

—Lo somos —contesté, contrario a todos mis pensamientos.

—Eso es genial —su voz sonaba mucho más animada de lo que lo era al inicio—. ¿Sabes si sigue saliendo con la chica pelirroja de la fraternidad?

Fruncí el ceño.

—¿Lauren?

Asintió efusivamente y en sus ojos había esperanza, no quería ni pretendía sonar grosera, pero uniendo los puntos, creo que si había sido grosero de su parte usarme para obtener información de Adrien.

—Me tengo que ir —recogí todas la cosas de mi pupitre y las metí a mi mochila—. Si tanto te interesa pregúntaselo tu misma, no me gusta dar información de mis amigos a gente desconocida.

—Pero...

—Hasta luego —la corté y mis pasos resonaron con fuerza sobre los escalones mientras bajaba rápidamente rumbo a la salida.

No era normal, de verdad que no era normal que las únicas interacciones que tenía con gente externa a mi círculo de amigos solo se dieran porque les interesaba saber acerca del estado sentimental en el que se encuentra "mi amigo".

Casi ha pasado una semana desde que Adrien declaró abiertamente que nadie tiene permitido meterse conmigo, ni con Avery, y me atrevo decir que es aún peor.

Es verdad, la mayoría de las personas se limitan a ignorarme, pero el otro sector femenino privilegiado ahora me ve como una amenaza, y hay dos formas en las que reaccionan. Una, como la chica a la que acabo de dejar atrás; que se acerca a mí para obtener información de él de una manera "amable", dentro de lo que cabe, y dos; como el sequito de amigas de Maddie que se llenan la boca diciendo que soy una aprovechada y buscona que ahora va detrás del dinero de Adrien.

Ni siquiera entiendo cuál es la razón por la que ponen al dinero antes que nada. De cualquier modo, creo que si me sintiera atraída por Adrien sería por tantas razones, como lo guapo que es, el magnetismo que desprende, la personalidad tan arrolladora que posee e incluso por lo bien que huele, pero el dinero no sería una razón suficiente para atraerme.

Además ¿qué les hace creer que si corté lo que sea que había entre Matt y yo, siendo él uno de los tipos más ricos del lugar, intentaría algo con Adrien, quien ni siquiera sé en qué escalón de poder se encuentra? Unos menos que Matt seguro, pues el castaño viene siendo como la punta de pirámide.

Y ahí está de nuevo, recargado en el árbol que se encuentra frente al edificio de medicina, apenas me ve su ceño se frunce y ninguno pierde tiempo en llegar al otro.

—¿Qué sucedió? —mira detrás de mí.

—¿De qué hablas? —me hago la desentendida—. No ha pasado nada.

—Estás enojada ¿Qué ha pasado?

—¿Cómo sabes que estoy...

No veo venir su mano cuando ésta hace contacto con mi rostro y con su pulgar masajea el lugar entre mis cejas.

—Estás molesta, esto te delata.

Por un momento me quedo en blanco y me odio por eso, seguramente luzco como una boba.

La semana ha pasado rápido y en más de una vez él me ha tocado, pero su toque no deja de ponerme nerviosa, y cada vez que lo hace es peor.

Me alejo de su toque y luego suspiro, aunque no sé porque exactamente.

—¿Vas a contarme o tendré que usar mis contactos para averiguarlo por mi cuenta?

Pongo los ojos en blanco.

—Eres muy entrometido ¿lo sabías?

—Tengo que saber que pasa contigo para no terminar con toda la Universidad antes de saber quién es el culpable de tu ceño fruncido —habla despreocupadamente. Suena como una broma, pero todos sabemos que Adrien no bromea—. Ahora ¿vas a decírmelo o recurro a mis propias estrategias?

Me rindo.

—Todos piensan que... —me quedo callada, intentando formular mi respuesta sin sentirme tan avergonzada—, piensan que...

Paso saliva y desvío mi mirada, sus ojos ahora son un poco más verdes que azules y eso solo quiere decir una cosa.

He descubierto que los ojos de Adrien lucen azules por la mañana, o cuando está relativamente tranquilo, pero se oscurecen haciéndolos lucir más verdes cuando está enojado o intranquilo, aún no decido cuáles son mis favoritos.

—Olvídalo, no es algo tan importante —paso por su lado intentando escapar del peligro inminente que significa estar cerca de él.

—¿Qué piensan? —me toma del codo y me obliga a girar, pegando mi espalda contra su pecho, de manera discreta e incluso delicada.

Tomo un respiro, aun debatiéndome en si decirle la verdad es buena idea o solo se reirá en mi cara.

»Brook —exige y las palabras brotan de mi boca antes de que me dé cuenta.

—Creen que tú y yo tenemos algo.

Espero su reacción, espero sus carcajadas, espero todo y en cambio obtengo nada.

—¿La idea de salir conmigo es lo suficientemente malo como para que eso te moleste?

Frunzo el ceño y esta vez me giro para poder mirarlo a la cara y ver si acaso sus palabras se tratan de una broma, pero no lo es. Su semblante se mantiene serio.

Esa respuesta no me la esperaba.

—¿Acaso no me escuchaste? —hablo—. La gente piensa que salgo contigo, con el mejor amigo del tipo con el que antes salía ¿Qué te dice eso? Te daré una idea: zorra, buscona, trepadora, caza fortunas y puedo seguir.

Nombro solo algunas de las cosas que las personas murmuran en voz baja y sólo a sus grupitos tratando de ser discretos, aunque no lo logran.

—La gente ignorante habla mierda, Brook, no deberías prestar atención a cosas como esas.

—Es fácil para ti decirlo porque todos te alaban y te idolatran como si de un Dios se tratara, nadie siquiera puede dirigirte la palabra, pero no lo es para mí. Si tu sales conmigo y con Lauren al mismo tiempo no te dirán nada. Matt salía conmigo mientras estaba con Maddie y mira quien está siendo crucificada por algo de lo que no tenía ni puta idea. Haga lo que haga, la mala siempre seré yo y no Matt.

Mis palabras surten el efecto deseado, veo su rostro contraerse, pero no se aleja, se mantiene firme frente a mí.

Examina mi rostro y hace una mueca cuando nota las lágrimas retenidas detrás de mis ojos, producto de mi arrebato.

—Dales lo quieren —habla en un tono neutro—. Deja de hacerte la víctima, deja de intentar pasar desapercibida, no permitas que te sigan pisoteando y dales lo que quieren.

—¿De qué hablas?

—En la vida solo sobreviven los más fuertes, Brook, no puedes pasar la vida lamiéndote las heridas y dejar que pasen por encima de ti. Deja de esconderte y dales lo que tanto piden a gritos.

El impacto de sus palabras me hace ver un camino que ya no solo es gris. Entiendo su punto.

"Darles lo que quieren".

—En cuanto a mí, no me molestaría si alardeas de lo buenos que somos en la cama, siempre y cuando me lo digas para poder secundarte y decir lo maravillosa que te sientes.

Le doy un golpe en el hombro y hago una cara de asco.

—Seguiré negando lo que piensan de nosotros, esa ni siquiera es una opción.

—Tu decisión —levanta las manos deslindándose del problema y luego hace algo que no me espero toma mi cabeza y me mira los ojos—. Nunca permitas que te hagan sentir menos, Brooklyn, si lo haces y me entero por otras personas, no me haré cargo de lo que pueda pasar.

Las ganas de preguntarle la razón por la qué está haciendo eso se quedan en la punta de mi lengua. Es extraño sentir el apoyo de alguien que no sea Avery, pero lo agradezco y por esa razón no pienso mis movimientos cuando doy un paso al frente y envuelvo mis brazos en su cuello, descansando mi barbilla en su hombro derecho.

El movimiento lo toma desprevenido y lo sé por lo tenso que se encuentra su cuerpo. Paso unos segundos esperando que me aleje, pero no lo hace y cuando sus manos envuelven mi cintura lo tomo como una señal. Esconde su rostro en el hueco entre mi hombro y mi cabeza y escucho su suspiro.

—Gracias —murmuro sobre su hombro—. Por tener las palabras que necesitaba escuchar.

Un sonido nasal me deja en claro que está sonriendo.

—Es lo que hacen los amigos ¿No?

—¿Somos amigos? —bromeo.

—Jodidamente los somos.

Adrien es la definición de aquella frase que dice: No juzgues a un libro por su portada. Y esta última semana me ha demostrado que no puede estar más equivocada en cuanto a lo que Adrien realmente es, o al menos parcialmente.

*******

ADRIEN

—¿A dónde vas? —la pregunta de Matt llega a mis oídos y alejo mi mano del botón del elevador.

—¿Ahora tengo que informarte de los lugares a los que salgo? —regreso a la sala, que es de dónde provino su voz y lo encuentro con las manos en el control del Xbox.

—Vas a salir con ellas ¿Verdad? —ignora mi respuesta.

Frunzo el ceño y me dejó caer en el otro sofá.

—Es viernes, Matt —tomo el otro control y hago que se salga del juego para comenzar uno nuevo—. Voy salir a divertirme, en vista de que tú has perdido el significado de esa palabra.

Deja el control a un lado y siento su pesada mirada encima, taladrándome el cráneo en busca de respuestas que no pienso dar del todo.

—¿Qué estás haciendo? —su pregunta me hace dejar a medias la acción y me mantengo quieto, mirándolo.

—Nada malo, lo prometo —alzo las manos, intentando desviar su pregunta.

—No estoy jugando ¿Qué estás haciendo?

Uh-uh. Se ha puesto serio.

—Nada malo —repito.

—¡Maldita sea! No estoy para tus estúpidas bromas, Adrien.

La sonrisa lobuna desparece de mi rostro y me esfuerzo por no levantarme del sofá y darle un puñetazo. Es mi mejor amigo, pero últimamente está colmando mi paciencia con su comportamiento pasivo-agresivo. Además, eso no le permite gritarme.

—Hago lo que tú no pudiste, o más bien, no quisiste hacer por ella.

Sé perfectamente que la causa de su arrebato tiene nombre y apellido y unos lindos ojos azules.

—Hago lo que puedo para no dejar que la loca de tu prometida le haga daño, porque ¡sorpresa! ella es una perra con Roberts —dejo de lado el control y me levanto del mueble—. Claro que es algo que no te pusiste a pensar cuando te lo repetí hasta al cansancio.

No me alcanzarían los dedos de la mano para poder contar las veces en las que le advertí que lo que hacía estaba mal. Cada maldito día, cada maldita noche era lo mismo y su respuesta era la misma: se lo diré.

Já, si no fuera mi mejor amigo, y yo no hubiera salido salpicado en sus tonterías, me habría partido de la risa, pero he aquí los resultados; ahora tengo que ser la niñera de dos castañas y asegurarme de que todos en la Universidad entiendan que no tienen permitido molestarlas. A eso me refería cuando dije que siempre me toca limpiar la mierda de Matt.

Su silencio me resulta ensordecedor y puedo hacer la comparación de la ciudad que se logra vislumbrar desde las ventanas de pared completa que forman nuestro departamento. Es tranquilo desde donde puedo verlo, pero sé que aunque yo no lo oiga hay un caos dentro de su cabeza, en el caso de la ciudad; un caos entre sus calles.

—Esto no tenía que pasar, ella no tenía que enterarse de esta forma. –escucho un atisbo de dolor en su voz y sé que está tratando de no romperse. Sé que esa chica fue importante para él, aún más de lo que fue Maddie en su momento.

Lo vi en sus ojos la primera vez que me platicó de ella; en la segunda hora del primer día de clases. Ella era importante para él y puedo admitir que mi curiosidad se moría por conocer a la chica que tenía sonriendo a Matt de esa manera, solo que no pensé que sería la misma que había terminado de arruinar mi día.

Sé que sigue siendo importante para él y es por ello que hago lo que hago. Si fuera cualquier otra chica habría dejado que despareciera, como las otras tantas, pero a Brooklyn la protejo porque es algo que Matt no puede y que se muere por hacer, aunque haya sido su culpa.

Claro que sus sentimientos y sus buenas intenciones no justifican la manera en la que actuó, ni mucho menos las consecuencias que tuvo. Lastimó a alguien que no lo merecía y Brooklyn no es un daño colateral que ninguno de los dos piensa dejar a su suerte.

—¿Y de qué forma se supone que debería enterarse? Te advertí que esto acabaría así, la llegada de Madeline sólo adelantó lo que de todas formas iba que pasar.

Me mantengo sereno, con los brazos cruzados, mirando por los ventanales como la oscura noche cubre la ciudad.

—Pero ella había dicho que llegaría el fin de semana pasado no ESA semana —se enoja.

—Ya te lo dije —camino tranquilamente sin acercarme él—. Esta vez no es culpa de Maddie, esta vez quien provocó todo fuiste tú y deberías aprender a enfrentar tus problemas y no culpar a otros por algo que tú hiciste. Y si lo quieres es protegerla, lo mejor es que la dejes en paz y que le digas a Madeline que la castaña ya no te interesa, de lo contrario seguirá intentando hacerle la vida imposible.

Descruzo los brazos y tomo mi chaqueta del sofá.

»Ahora, deja que arregle tu desastre y a la próxima, intenta no llevar las cosas a un nivel que no puedas controlar.

Esta vez sí me dirijo al elevador, dispuesto a salir del lugar, pero nuevamente su voz me detiene. No, la palabra correcta es "petrifica".

—No te enamores de ella —sus palabras calan mis huesos, como si de un ventarrón de aire helado se tratara.

¿Enamorarme de alguien como ella?

No lo creo, aun así no entiendo porque su petición me ha dado escalofríos. Dudo en dar la cara o no hacerlo, pero obedezco a la primera opción.

—No podría enamorarme de alguien que fue tuya primero, hermano —hablo con la seguridad de siempre. No hay titubeo cuando lo digo, no hay duda, porque esa es una de las reglas con la que hemos crecido—. La chica está fuera de mi alcance, lo supe desde que los vi juntos.

La manera en la que su pecho baja con evidentemente alivio apretuja mi pecho, es como si el peso que ha estado cargando me lo haya pasado a mí.

—Gracias, Adrien, gracias por cuidarla —agradece con sinceridad y me limito a asentir, porque el enorme nudo no me permite contestar.

Esta vez sí salgo del departamento a la fría noche de agosto. Tomo una gran bocanada de aire y, reuniendo todo mi valor, me subo a mi auto en busca de ambas chicas.

*******

Todo ese valor despareció cuando las vi caminar hacia mí. Unos lindos vestidos cortos, piernas largas, tacones y bolsas brillantes, así luce el tormento papara mí.

Eso es lo que pensé cuando pasé a recogerlas a su residencia, pero al diablo todo. Mi tormento luce un vestido blanco en específico y unos ojos del azul más claro que existe, las ondas de su cabello se ven más marcadas y se mueven cada que brinca y baila junto a mi prima. No debería, pero son un jodido espectáculo que yo y toda la discoteca está disfrutando.

—No deben ser reales —es lo primero que oigo de la boca del rubio a mi lado.

—Lo son —digo casi en el mismo tono que Justin.

—No deberían —recalca.

—¿Ya dije que son terriblemente calientes? —aporta alguien más.

Ambos giramos en dirección al Chris.

El moreno nota nuestras miradas y despega la vista de la pista.

—¿Qué? —intenta defenderse—. Por respeto a ti, hermano... —mira a Justin—, no he intentado nada con Avy, y por respeto a Matt tampoco lo he hecho con Brook, pero hay que decir las cosas como son. Son un par sexy.

Los tres regresamos la vista a la pista de baile, que es alumbrado por las luces de colores y los reflejos de la bola de espejos que cuelga del techo.

—Tráelas aquí —ordeno a Chris, ignorando la verdad que acaba de decir.

—¿Qué? ¿Y yo por qué? —se queja.

—Porque yo no quiero ir ahí.

Sacude la cabeza y le da un trago a su cerveza antes de dejarla sobre la mesa que compartimos. Hago una mueca de asco.

—Pues lo lamento, pero necesito ir a divertirme con alguien, a pesar de que disfruto la vista, odio quedarme con las ganas.

Yo también odio eso, pero no puedo escoger un coño antes que la seguridad de mi prima y mi intento de amiga. En otros casos obligaría a Chris a quedarse e ir por las castañas, porque si yo no obtengo diversión está noche, nadie más lo hará, pero se supone que estoy tratando de ser mejor persona.

—Si no regresas en diez minutos te abandonamos aquí —doy un ultimátum.

—Pero, Ad...

—Diez minutos, Christian.

Bufa.

—De acuerdo, tendré que esforzarme por acabar rápido —se aleja pisando fuerte como un niño chiquito y me aguanto las ganas de reír.

Una castaña pasa frente a mí y me regala la típica sonrisa coqueta, pero paso completamente de ella por dos cosas; hoy no pienso con la polla, y dos; es castaña.

Cinco minutos después ya no aguanto más el ruido y las miradas lascivas que me lanzan las personas que pasan frente a mí.

—Saldré al balcón un momento —golpeo levemente con el codo a Justin.

No hace falta decirle que cuide de las chicas porque desde que llegamos parece un halcón acechándolas con la mirada y cuidando que estén seguras.

Asiente sin despegar la mirada de ellas y me dirijo a las puertas de cristal que dan al balcón. Asiento al tipo de negro que se encuentra custodiando y abre las puertas.

El aire de la fresca noche inunda mis pulmones y despeina mi cabello. Aprovecho para sacar un cigarrillo y encenderlo.

La idea de fumar diario me parece tan asquerosa como beber cerveza barata, por ello solo lo hago una vez cada dos semanas o cuando estoy estresado, está vez es la segunda. Han estado surgiendo algunos problemas en las empresas de Nueva York y papá ya tiene suficiente como para ponerse a pensar en eso.

Necesito mejorar y aumentar el valor de los servicios sin afectar la integridad del personal, es bien sabido que el aumento de salarios no mejorará su desempeño, e incrementar personal solo dejará las mismas ganancias.

Niego cada vez que mis ideas llevan al mismo punto y, la idea de mandar todo al carajo para dedicarme a lo que realmente me gusta, toma mi mente.

—Deberías dejar de hacer eso —su dulce voz desvía mis pensamientos. Lo segundo que noto es ese olor a frutas característico de ella—. Hablo en nombre de tus pulmones.

Una sonrisa tira de la comisura de mis labios y tomo lo que sobra del cigarro para alejarlo, no sin antes darle una calada.

—Te estás creyendo muy bien tu papel de amiga —me mantengo quieto mirando las luces que producen los autos y los edificios de la ciudad.

—Sí, también el hecho de que planeo ser doctora, pero no es un secreto para nadie que esa mierda puede ser mortal para el hombre.

—Es mortal para los idiotas que lo usan muchas veces al día, o a la semana. Son contadas las veces en las que yo fumo —aclaro y eso parece callarla solo unos segundos.

—¿Te gusta? —inquiere con real curiosidad.

—Ayuda con el estrés —me encojo de hombros y luego la siento junto a mí.

—¿Qué te preocupa? —vuelve a preguntar, con las manos sobre el barandal del balcón.

Esta vez sí volteo a verla y mi mente no está preparada para la imagen que captura. Sus mejillas sonrosadas, el cabello alborotado y pequeñas gotas de sudor comienzan a perlar su frente y su cuello. La manera en la que pregunta la hace parecer una niña pequeña, dulce e inocente.

—Problemas familiares —me limito a contestar y agradezco que comprenda que no quiero hablar del tema. Su cuerpo se estremece cuando una pequeña ráfaga de viento nos llega—. ¿Qué haces aquí? Deberías estar adentro.

—Estoy un poco cansada y los pies no me dan para más —intercambia su peso de un pie a otro.

—No pienso cargarte de nuevo si es lo que buscas.

Sus mejillas adquieren un nuevo nivel de sonrojo.

—Para nada. Estoy cansada, no borracha. —vuelve su vista al frente.

Sin poder evitarlo paso mi dedo índice sobre la piel desnuda de sus brazos y noto lo erizada que la tiene.

Nunca he sido la persona más caballerosa que existe, me gusta respetar a las personas, pero no me gusta ser caballeroso con ellas, sin embargo, me quito la chaqueta y se la pongo en los hombros.

Oigo su agradecimiento en voz baja.

—Si vas a ser doctora deberías ya saber que cambiar drásticamente de temperatura puede provocarte problemas de salud, tonta.

Gira su rostro y frunce con ternura el ceño, dispuesta a pelear, pero se queda boqueando como un pez fuera del agua y sonrío con suficiencia.

—¿Tengo razón? —me acerco a su rostro y ella se aferra a mi chaqueta, como si fuera un escudo.

—Que egocéntrico eres —me da una mala mirada y vuelve la vista al frente.

—¿Sabes que soy además de egocéntrico?

—¿Qué?

—Perfecto —susurro cerca de su oído y me separo disfrutando de su reacción.

Sacude la cabeza lentamente.

—Cada vez eres más idiota —da un paso atrás, comenzando a caminar hacia el interior del lugar nuevamente.

—Y guapo, no lo olvides —alzo la voz.

Por la manera en la que camina sé que he logrado mi objetivo y termino tirando la colilla del cigarro en el cenicero, siguiéndola adentro.

******

Su cabello brilla gracias a las luces neones del lugar, gracias a eso y a la maldita cosa que ambas chicas se pusieron en el pelo, un tipo de laca con brillos.

Definitivamente no fue buena idea traerlas aquí y no lo digo por ellas, porque siento que realmente se están divirtiendo, lo digo por el imbécil que está junto a ellas actuando la canción que suena por los altavoces.

"Ooh, ooh, ooh", canta Chris.

"We called it off again last night", le sigue Brook.

"Ooh, ooh, ooh", vuelve a cantar el moreno.

"This time, I'm telling you, I'm telling you", es el turno de Avery.

"We are never ever, ever getting back together,

We are never ever, ever getting back together,

You go talk to your friends, talk to my friends, talk to me,

But we are never ever, ever, ever getting back together

Like, ever".

Los tres son un coro de voces horribles y actuaciones desastrosas, definitivamente esto luce como una pesadilla.

—¡Es Taylor Swift, imbéciles! —nos grita nuestro amigo—. ¿Cómo cojones no van conocer sus canciones?

Conozco sus canciones, pero no es que me las sepa de memoria, además, su estilo no va conmigo. Sin embargo, Brook no piensa eso, porque está experimentando una especie de éxtasis que le da el doble de energía y que la hace atrevida y risueña.

Sin un atisbo de pena se sienta en mis piernas y acerca el micrófono a mis labios cuando comienza el coro, pero me niego a cantar, entonces la canción se ralentiza y ella se lleva el micrófono a los labios y me mira como si me la estuviera cantando a mí.

"I used to think that we were forever ever, ever,

And I used to say, "never say never..."

Se lleva una mano a la oreja simulando un teléfono.

Ah, so he calls me up and he's like, "I still love you",

And I'm like, I'm just, I mean this is exhausting, you know?

Like we are never getting back together, like, ever".

Termina dándome un toquecito en la nariz antes de levantarse y volver al escenario con la otra castaña y el idiota que la apoyan como si de la mismísima Taylor se tratara.

Sonrío sin poder negar que la situación es de lo más divertida.

Brook es ese tipo de chica que siempre mantiene la compostura; es educada, delicada e incluso me atrevería a decir que refinada, siempre aparenta tranquilidad y sobriedad, pero la Brook que ahora agita el cabello de un lado a otro y que levanta las manos dirigiéndose al público que solo somos Justin y yo, ésta Brook es mil veces mejor, y me fascina ver este lado de ella.

*******

—Te gusta cargarme —ríe en mis brazos cuando me acerco a su puerta y con un golpe del pie la abro.

No, no estaba borracha, estaba completamente sobria, pero tan cansada como para seguir. Se negó a que la cargara hasta aquí, pero se quedó dormida en el auto de regreso y no iba a despertarla y hacerla caminar en este estado.

—No, es molesto —digo y me agacho para poder dejarla en la cama con cuidado.

—Admítelo —presiona, negándose a soltar mi cuello una vez está sobre el colchón.

—No confundas mi amabilidad con comodidad, solecito —hablo y siento como su cuerpo se contrae.

—No me digas así —noto como su estado de ánimo decae.

—¿Porqué?

—Me trae recuerdos —empieza hablar y esa es una señal de que no está tan sobria como pensaba.

Suena como algo personal para ella y por lo poco que la conozco sé que no es de las que habla cosas íntimas con alguien a quien apenas conoce.

»También me gusta cómo suena cuando tú lo dices y eso no está bien, Adrien, no lo está.

Me quedo quieto un momento, procesando sus palabras.

¿Le gusta que se lo diga, pero a la vez piensa que es algo malo?

—¿Porque está mal?

Siento que me stoy aprovechando de su estado, pero ahora me ha dejado ansioso por saber a qué se refiere y no me gusta quedarme con la curiosidad.

—Porque suenas como él y yo lo amaba —gimotea y su confesión me deja helado.

¿Él? ¿Matt?

Imposible, nadie ama a alguien en tan solo días.

Me muerdo la lengua para no preguntar más y está vez si me quedo callado.

La cubro con sus mantas y apago las luces.

—Descansa, solecito —digo y vuelve a gimotear con tristeza, provocando que mi pecho se apretuje un poco.

Brook esconde cosas y la idea de que alguien le haya hecho daño me molesta a tal punto en el que quiero saber cada detalle de esos recuerdos y descubrir que es lo que la atormenta en sueños para poder controlar su dolor.

"Lo voy a averiguar".

Me hago la promesa, y yo no rompo promesas.

******

Quiero agradecerles la paciencia que me han tenido y espero que este capítulo les haya gustado. Ya saben que sus comentarios son muy importantes para mí, asi que no se olviden de dejarlos.

Ok, este capítulo también va dedicado a la asquerosa de mi hermana que ha descubierto la historia y practicamente toda la vida virtual que llevo escondiendo por más de 6 años.

Si lees esto: "Gracias pendeja, por reírte de mi, lo aprecio demasiado".

Soy el meme, ayudaaaa.

Continue Reading

You'll Also Like

102K 13.2K 163
Entra para obtener más información de la historia 💗
36.5K 2.7K 21
Rea Mclean, la chica que pinta el mundo de rosa. Para ella no había algo fuera de su control y la fachada de perfección siempre la acompaña, pero últ...
143K 7.8K 33
Ella era el atardecer. Él era el anochecer. Ella era alegría y tranquilidad. Él era tristeza y sequedad. Ella era habladora y le gustaba mucho los li...
176K 10.5K 30
Julie Anderson había desafiado los estereotipos de género su vida entera. Desde pequeña le interesaban los deportes y no las muñecas gracias a su tío...