Annie y el Cรกliz de Fuego

By -luxtomlinson

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El inicio de una guerra, acontecimientos descubiertos y un baile, ยฟalguna vez podrรก tener un aรฑo normal? [HER... More

C A S T
1. Funny Vacations
2. I love you more
3. Time at the burrow
4. Nice dinner with family
5. Traslator
6. The camping
7. People from the ministry
8. Winky
9. Veelas and leprechauns
10. Scared
11. Tenebrous Mark
12. Back to the Burrow
13. King's Cross
14. Soaked
15. Mad eye Moody
16. Burned by a sneaky
17. Malfoy is a ferret
18. Forgiven curses
19. Imperius
20. Beauxbatons and Durmstrang
21. The goblet of fire
22. Harry Potter
23. Ron is stupid
24. The kiss
25. Theo and Hermione
26. Accio Annie!
27. Winky and Dobby
28. Yule ball
29. Merry Christmas
30. I love you
31. Day after
32. The bath
33. Second task
34. Sirius
35. I could do this all my life
37. Harry's Scar
38. Training
39. Cedric is dead
40. Fudge is stupid
41. End fourth year

36. Hate mail

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By -luxtomlinson

CORREO DE ODIO

Al día siguiente, para el desayuno, se había disipado el mal humor de sus amigos. Cuando llegaron las lechuzas, Hermione las miró con impaciencia; parecía que esperaba algo.

—Percy no habrá tenido tiempo de responder —dijo Ron—. Enviamos a Hedwig ayer.

—No, no es eso —repuso Hermione—. Me he suscrito a El Profeta: ya estoy harta de enterarme de las cosas por los de Slytherin.

—¡Bien pensado! —aprobó Harry— Annie, parece que hay algo para ti.

La castaña, confundida, levantó la vista para observar a una lechuza gris que se posó delante de ella.

—Que extraño —murmuró. Seguido, unas cuatro lechuzas más llegaron.

—¿Pero qué..?

Tomo una carta al azar y la abrió.

—¿Qué mierda..? —resopló al leer el contenido.

—¿Qué pasa? —preguntaron Hermione y Harry.

Les pasó la carta que al parecer tenía recortes de letras.

eRes una ChicA malVAdA. HaRRy PottEr se merEce alGo MejoR quE tú. vUelve a tU sitIO, mUggle.

—Todas son iguales... —musitó frunciendo el ceño y abriéndolas.— «Harry Potter puede llegar mucho más lejos que la gente como tú...» «Te mereces que te escalden en aceite hirviendo... » ¡Ay!

Annie al abrir el último sobre un líquido verde amarillento con un olor a gasolina muy fuerte se le derramó en las manos, que empezaron a llenarse de granos amarillos.

—¡Pus de Bubotubérculo! —exclamó Hermione.

Annie se mordió el labio intentando aguantar las lágrimas. Harry se alarmó.

—Vayamos a la enfermería —dijo apresuradamente.

—Iré yo, ustedes vayan con Hagrid —sonrió un poco entre lágrimas mientras se levantaba.

—¡Annie! —exclamó una voz. Era Issa que venía corriendo—. ¿Qué te pasó? Ven, te acompaño a la enfermería.

Harry observó como Issa y Annie salían del gran comedor, sintiéndose horrible.

—Estará bien —lo consoló Ron dándole una palmada en el hombro— vamos, vayamos con Hagrid.

(...)

—Muchas gracias, Madame Pomfrey —dijo Annie levantándose de la camilla. Le había untado una crema y vendado ambas manos, el efecto tardaría un poco.

—No hay problema. Ten este justificante para tus clases, no creo que puedas escribir por unos días —le tendió el papel a Issa y ambas salieron de la enfermería.

—Son horribles algunas personas. El odio y envidia actúan y no comprenden las consecuencias —dijo la Hufflepuff frunciendo el ceño.

—¿Me acompañas con los chicos?

—Claro. No tengo nada que hacer —se encogió de hombros. Salieron a los terrenos y Annie observó que aún estaban en clase.

Bajó por las colinas en compañía de Issa.

Harry la observó y su pecho se comprimió. Tenía las manos vendadas y rastros de lágrimas cubrían sus mejillas.

—Hola —saludó al llegar con una sonrisa triste.

En esos momentos sonó la campana del colegio anunciando la comida. Todos regresaron al castillo salvo Harry, Ron, Annie, Issa y Hermione, que se quedaron ayudando a Hagrid a guardar los escarbatos en las cajas, menos Annie.

—¿Estás mejor? —preguntó Harry acariciando su cabello.

—Un poco. No podré escribir durante un par de días —se encogió un poco de hombros.

—¿Qué te pasó en las manos, Annie? —preguntó Hagrid. 

Annie Le contó de los anónimos que había recibido aquella mañana, y el sobre lleno de pus de bubotubérculo.

—¡Bah, no te preocupes! —le dijo Hagrid amablemente, mirándola desde lo alto de su estatura—. Yo también recibí cartas de ésas después de que Rita Skeeter escribió sobre mi madre. «Eres un monstruo y deberían sacrificarte.» «Tu madre mató a gente inocente, y si tú tuvieras un poco de dignidad, te tirarías al lago.»

—¡No! —exclamó Hermione, asustada.

—Sí —dijo Hagrid, levantando las cajas de los escarbatos y arrimándolas a la pared de la cabaña—. Es gente que está chiflada, Annie. No abras ninguna más. Échalas al fuego según vengan.

Se despidieron y caminaron en dirección al castillo.

—Te perdiste de una buena clase, Annie —dijo Hermione— los escarbatos son geniales, ¿no Ron?

Pero Ron miraba ceñudo el chocolate que Hagrid le había dado. Parecía preocupado por algo.

—¿Qué pasa? —le preguntó Harry—. ¿No está bueno?

—No es eso —replicó Ron—. ¿Por qué no me dijiste lo del oro?

—¿Qué oro?

—El oro que te di en los Mundiales de quidditch —explicó Ron—. El oro leprechaun que te di en pago de los omniculares. En la tribuna principal. ¿Por qué no me dijiste que había desaparecido?

—Ah... —dijo recordando—. No sé... no me di cuenta de que hubiera desaparecido. Creo que estaba más preocupado por la varita. 

Subieron la escalinata de piedra, entraron en el vestíbulo y fueron al Gran Comedor para la comida.

—Tiene que ser estupendo —dijo Ron de repente, cuando ya estaban sentados y habían comenzado a servirse rosbif con budín de Yorkshire— eso de tener tanto dinero que uno no se da cuenta si le desaparece un puñado de galeones.

—¡Mira, esa noche tenía otras cosas en la cabeza! —contestó Harry perdiendo un poco la paciencia—. Y no era el único, ¿recuerdas?

—Yo no sabía que el oro leprechaun se desvanecía —murmuró Ron—. Creí que te estaba pagando. No tendrías que haberme regalado por Navidad el sombrero de los Chudley Cannons.

—Olvídalo, ¿quieres? —le pidió Harry.

Ron ensartó con el tenedor una patata asada y se quedó mirándola. Luego dijo:

—Odio ser pobre.

Annie no sabía que decir. Miró los diversos platos frente a ella. No podía tomar las cucharas para servirse.

Harry obviamente se dio cuenta y comenzó a servirle en el plato.

—Abre —dijo sosteniendo el tenedor.

—Harry.. —dijo Annie sonrojándose.

—Ann.. —dijo en el mismo tono. Buscó apoyo de Hermione y Ron.

—Hazle caso —dijo Hermione con una sonrisa divertida. Annie entrecerró sus ojos.

—Amor —llamó Harry. Hermione abrió su boca en una "o" mientras sonreía. Ron aun estaba enfurruñado por el oro leprechaun como para notarlo.

Annie, resignada, hizo lo que Harry le pedía.

Ajenos a ellos, Hermione planeaba una buena venganza contra Rita Skeeter.

(...)

Annie siguió recibiendo de ese tipo de correo durante las siguientes semanas, pero hizo caso a Hagrid y no los abría. Los alumnos comenzaban a molestarla y Harry no se separaba de su lado para protegerla.

Hermione, sin que ellos supieran, comenzaba su investigación acerca de cómo vengarse de Skeeter.

Pasaron unas vacaciones de Pascua con muchos deberes, pero era bueno un descanso de vez en cuando. Hedwig no volvió hasta el final de las vacaciones de Pascua. La carta de Percy iba adjunta a un paquete con huevos de Pascua que enviaba la señora Weasley. Tanto el huevo de Ron como el de Harry y Hermione parecían de dragón, y estaban rellenos de caramelo casero. El de Annie, en cambio, era más pequeño que un huevo de gallina.

Annie suspiró, decepcionada.

—¿Tu madre no leerá por un casual Corazón de bruja? —preguntó en voz baja Hermione.

—Sí —contestó Ron con la boca llena de caramelo—. Lo compra por las recetas de cocina.

Dejó el pequeño huevo y comenzó a trazar figuras irregulares en la mesa. No es que Annie tome en cuenta los comentarios de odio, pero pasados un tiempo, comienzan a desilusionarte.

—¿Quieres ver lo que mandó Percy? —preguntó Harry abrazándola.

Annie asintió.

Como constantemente declaro a El Profeta, el señor Crouch se está tomando un merecido descanso. Envía regularmente lechuzas con instrucciones. No, en realidad no lo he visto, pero creo que puedo estar seguro de conocer la letra de mi superior. Ya tengo bastante que hacer en estos días aparte de intentar sofocar esos ridículos rumores. Les ruego que no me vuelvan a molestar si no es por algo importante.

Felices Pascuas.

(...)

No pasó nada importante durante semanas, exceptuando el cumpleaños número quince de Annie, que celebró con sus amigos casi como el año pasado.

Lo importante comenzó a suceder a finales de Mayo. La profesora McGonagall llamó a Harry, pues debía estar en el campo de Quidditch a las ocho y media. Annie se durmió temprano ese día, pues estaba algo cansada.

Al día siguiente, Hermione la levantó en la madrugada, y de camino a la lechucería le comenzaron a explicar todo lo que había pasado la noche anterior.

—Hay dos posibilidades —dijo Hermione frotándose la frente—: o el señor Crouch atacó a Viktor, o algún otro los atacó a ambos mientras Viktor no miraba.

—Tiene que haber sido Crouch —señaló Ron—. Por eso no estaba cuando llegaste con Dumbledore. Ya se había dado el piro.

—No lo creo —replicó Harry, negando con la cabeza—. Estaba muy débil. No creo que pudiera desaparecerse ni nada por el estilo.

—Nadie se puede aparecer en los terrenos de Hogwarts —les recordó Annie.

—Vale... A ver qué les parece esta hipótesis —propuso Ron con entusiasmo— Krum ataca a Crouch... (esperen, esperen a que acabe) ¡y se aplica a sí mismo el encantamiento aturdidor!

—Y el señor Crouch se evapora, ¿verdad? —apuntó Hermione con frialdad.

—Vuélvelo a contar, Harry —pidió Hermione—. ¿Qué dijo exactamente el señor Crouch?

—Ya te lo he dicho, lo que explicaba no tenía mucho sentido. Decía que quería advertir a Dumbledore de algo. Desde luego mencionó a Bertha Jorkins, y parecía pensar que estaba muerta. Insistía en que tenía la culpa de unas cuantas cosas... mencionó a su hijo.

—Bueno, eso sí que fue culpa suya —dijo Hermione malhumorada.

—No estaba en sus cabales. La mitad del tiempo parecía creer que su mujer y su hijo seguían vivos, y le daba instrucciones a Percy.

—Y... ¿me puedes recordar qué dijo sobre Quien-tú-sabes? —dijo Ron con vacilación.

—Ya te lo he dicho —repitió Harry con voz cansina—. Dijo que estaba recuperando fuerzas.

—Pero y si...

—¡Chist! —los acalló Hermione de repente. Alguien subía hacia la lechucería

—... eso es chantaje, así de claro, y nos puede acarrear un montón de problemas.

—Lo hemos intentado por las buenas; ya es hora de jugar sucio como él. No le gustaría que el Ministerio de Magia supiera lo que hizo...

—¡Te repito que, si eso se pone por escrito, es chantaje!

—Sí, y supongo que no te quejarás si te llega una buena cantidad, ¿no?

La puerta de la lechucería se abrió de golpe. Fred y George aparecieron en el umbral y se quedaron de piedra al ver a Harry, Ron, Annie y Hermione.

—¿Qué hacen aquí? —preguntaron al mismo tiempo Ron y Fred.

—Enviar una carta —contestaron Harry y George también a la vez.

—¿A estas horas? —preguntaron Hermione, Annie y Fred.

Fred sonrió y dijo:

—Bueno, no les preguntaremos lo que hacen si no nos preguntan.

Annie alzó una ceja.

—Bueno, no queremos entretenerlos —añadió Fred haciendo una parodia de reverencia y señalando hacia la puerta. Pero Ron no se movió.

—¿A quién le hacen chantaje? —inquirió. La sonrisa desapareció de la cara de Fred. George le dirigió una rápida mirada a su gemelo antes de sonreír a Ron.

—No seas tonto, estábamos de broma —dijo con naturalidad.

—No lo parecía —repuso Ron. Fred y George se miraron. Luego Fred dijo abruptamente:

—Ya te lo he dicho antes, Ron: aparta las narices si te gusta la forma que tienen. No es que sean una preciosidad, pero...

—Si le están haciendo chantaje a alguien, es asunto mío —replicó Ron—. George tiene razón: se podrían meter en problemas muy serios.

—Ya te he dicho que estábamos de broma —dijo George. Se acercó a Fred, le arrancó la carta de las manos y empezó a atarla a una pata de la lechuza que tenía más cerca—. Te estás empezando a parecer a nuestro querido hermano mayor. Sigue así, y te veremos convertido en prefecto.

—Eso nunca.

George llevó la lechuza hasta la ventana y la echó a volar. Luego se volvió y sonrió a Ron.

—Pues entonces deja de decir a la gente lo que tiene que hacer. Hasta luego.

Los gemelos salieron de la lechucería dejando a Annie con algunas dudas.

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