—Si me sigues mirando de esa forma, voy a creer que te has enamorado de mí.
—No sería difícil, es usted hermosa doctora.
—Hae Ji, soy solo Hae Ji.
—Hae Ji-ssi...
JiMin la miró con ternura.
Era ran bonita, tan radiante, que el ver como analizaba su historia clínica era hipnotizante. Dicen que las vidas pasadas existen. Que somos almas inmortales que se encuentran y reecuentran a lo largo de nuestras vidas, con algunas facturas por pagar y deudas pendientes.
Así como morimos, volvemos a nacer.
Los lazos que nos unen a las personas que amamos, a veces son ataduras que vienen del pasado y que precisan ser sanadas porque somos seres espirituales destinados a encontrarse una y otra vez en el eterno ciclo de la vida. Y JiMin sentía que Hae Ji era alguien con quién alguna vez se reencontraría.
Y Hae Ji pensaba exactamente igual.
—Sabes, me recuerdas a alguien JiMin —preguntó la doctora, creando curiosidad en el rubio.
—¿A quién si se podría saber?
—A un ex novio que tuve.
—¿Está filtreando conmigo Hae Ji? —preguntó JiMin divertido, causando una risa en la pelinegra.
—¿Por qué lo dices? —cuestionó divertida.
—Porque eso de "me recuerdas a un ex", es una frase muy común para ligar —respondió tan coqueto como él mismo.
—Pues no lo sabía, pero sí te pareces —sonrío tan bonito que JiMin sintió ganas de abrazarla.
—¿Y él cómo era?
—La mejor persona de este mundo —mencionó. Hae Ji suspiró un poco al recordarse de JiHyun. El tiempo que lo amó, el tiempo que él fue de ella.
—Entonces, ¿por qué terminaron? —preguntó JiMin con curiosidad.
—Porque se enamoró de su hermano.
En el pecho de JiMin, un dolorsito apareció.
—Ok doctora, hasta yo tengo un amor prohibido, pero meterse con un hermano...
—Es una larga historia...
—Y yo soy un gran oyente —respondió JiMin con entusiasmo—, podría invitarte un café o a almorzar y ahí me contarías todo.
—La relación paciente doctora fuera de las instalaciones no está permitido —respondió Hae Ji—, pero como yo soy la directora y esta es la clínica de mi ex, puedo hacer lo que yo quiera. Acepto ese café.
—Entonces después de todos esos exámenes que me hagas y me digas que estoy sanito, iremos.
Hae Ji rió con dulzura. Aquel chico tenía un aura maravilloso y ella solo podía sentir una enorme conexión. Y si no se equivocaba, estaba muy segura que el rubio sentía exactamente igual.
—Tus exámenes saldrán dentro de unos días y solo ahi podre decirte que estás "sanito" —recalcó—, pero podemos ir a comer ahora mismo.
JiMin se levantó de su asiento aún con una enorme sonrisa, se paro delante de la doctora y le tendió la mano. No se había equivocado. Sus manos sintieron electricidad. Y la sensación era mágica.
Llegaron a un restaurante cerca al hospital.
HaeJi estaba contándole una historia que tenía a JiMin impactado. Su pecho por alguna extraña razon dolía mientras la trágica historia era contada. Se preguntaba cómo dos jóvenes pudieron sufrir tanto y cómo una hermosa persona como la doctora pudo haber caído en tan dolorosa historia. Incluso hubo muertes y sangre derramada.
Esperaba que su historia con JungKook no acabara igual.
—Le juro que esa historia parece sacada de una novela de ficción.
—Lo sé —asintió HaeJi—, pero fue verdad. Fueron verdad las verdades ocultas, el sufrimiento, el dolor de la gente que amábamos.
—¿TaeYang cierto?
—Nuestro TaeYang... Nuestro hermoso TaeYang sufrió demasiado.
—Es algo realmente sorprendente HaeJi —dijo JiMin desconcertado, siempre con ese pequeño dolor en el pecho—. ¿Cómo superaron esa etapa de sus vidas?
—Miles de terapias y mucho amor. Éramos familia despues de todo —sonrió recordando—. Dicen que el llamado de la sangre...
—Es poderoso y atrae al corazón —interrumpió JiMin terminando la frase.
—¿Conocías la frase?
—No, yo no —respondió JiMin tratando de procesar de dónde le salió aquella frase—, creo que fue mi corazón.
—Tan dulce como siempre... —respondió HaeJi mirándolo con ojos brillosos, quedando hipnotizada—. Y bueno, ahora todos estamos bien y tenemos otro TaeYang que adoramos.
—Espere... ¿tambien tenía un gemelo? —preguntó JiMin escandalizado—, creo que usted me está tomando el pelo Hae Ji.
—No, claro que no —rió con gracia—, ellos tuvieron un bebé y lo llamaron TaeYang.
—Permítame decirle que si yo escribo una novela con su historia, me hago famoso. Le hacemos película, serie, ganamos el óscar y hasta los premios TV y novelas.
—¿Qué son los premios TV y novelas?
—Ni idea, pero YoonGi hyung siempre me dice que soy un dramático y que debería ganar uno de esos premios.
La doctora rió aún más fuerte.
JiMin la miró y conectaron miradas. Almorzaron cómodamente mientras se contaban un poco de sus vidas y luego el rubio fue a dejarla a la clínica. Se despidieron con un abrazo que los conectó de una forma extraña y prometieron volver a verse.
—Recuerda que tienes que venir dentro de una semana a verme JiMin, no lo olvides —comentó la doctora despidiéndose mientras entraba a su trabajo.
—Yo nunca me olvidaría de ti —susurró—. Hae Ji-ssi...
》》 《《
Cuando JiMin llegó a casa, no encontró a nadie.
Su móvil estaba con la batería baja y lo puso a cargar. Entró a la ducha y salió minutos después. Su corazón aún mantenía ese dolor punzante, pero trató d eno pensar en ello. Imaginó todos los escenarios que viviría de hoy en adelante. Su cuerpo tembló y no pudo evitar llorar. Sabía lo que tenía que hacer ahora, sabía lo que debía decir. Sabía que tenía que escoger.
Aunque todo estaba ya destinado.
Las lágrimas que caían solo podían significar un adiós que no podía evitar. Su pecho volvió a hincar mientras recuerdos en su mente aparecían una tras otro. Su respiración entrecortada y sus lágrimas reprimidas lo ahogaban. Quería gritar fuerte y así poder olvidarse de todo, quería escapar, queria borrar de su corazón los sentimientos que lo hacían caer.
Tenía que decir un maldito adiós.
Se limpió las lágrimas y trató de calmarse. No podía perdet la cordura y darse el paso a la locura. Tenía que respirar calmadamente como siempre lo hacía cuando ya no podía, tenía que cerrar los ojos un instante y pensar calmadamente, pero su mente seguía dando mil vueltas, pues había algo de lo que parecía estar olvidándose. Entonces lo descubrió. Se colocó las pantunflas y salió de su cuarto hacia el que estaba frente a él mientras limpiaba cualquier rastro de debilidad.
Se había olvidado de MinJi.
Entre lágrimas rió por eso. Regresó a sucuarto nuevamente, se lavó el rostro y volvió a la puerta de al frente. Quizo sentir pena por haber dejado a su hermano todo un día amarrado, pero no pudo. ¿Qué es lo que le estaba haciendo MinJi? ¿Por qué no pudp sentir un poquito de compasión y todo lo que se le vino fue rencor? Tuvo miedo. La rabia apoderándose de él lo sorprendía mientras abría la puerta y cerraba cuidadosamente con llave nuevamente.
Entró hasta al baño, usó otro juego de llaves y abrió. MinJi estaba de lado, sobre las frías lozas del piso. Con sus ojos inyectados de ira cuando lo vio entrar. Se acercó a él y le quito la mordaza, mientras lo levantaba para sentarlo.
—Eres un hijo de puta —fueron las primeras palabras que dijo MinJi, con la voz rasposa y llena de odio.
—Cállate —le ordenó JiMin mientras lo desataba—, ¿disfrutate tu estadía en el lujoso piso de tu baño hermanito?
—Voy a destruirte cuando me sueltes, ¡juro que voy a acabar contigo!
—Entonces no te desato.
—¡Suéltame ya imbécil! —gritó MinJi soltandose de las cuerdas—. Me duele todo el cuerpo, no puedo moverme.
—No seas exagerado MinJi, no te vas a morir por eso —dijo JiMin mientras se paraba delante de él, mirándolo desde arriba y con desdén—, es lo mínimo que podrías pasarte por todo el daño que me has hecho. A JungKook y a mí.
—Se... ¿Se lo dijiste? ¿Le mostraste las cartas? —preguntó MinJi con miedo.
JiMin vio sinceridad.
Por primera vez vio sinceridad en MinJi aunque no para algo bueno Vio el miedo reflejado en sus ojos y la descoordinación de su cuerpo adormecido. Se preguntó qué pasaría si él revelaba esas cartas, si siquiera las leía por completo. Seguramente todo cambiaría. Y lo haría, claro que lo haría. Pero cuando él lo decidiera. En el instante que él mejor creyera.
Cuando el adiós que se pronosticaba, doliera.
—No —respondió secamente.
—¿Qué?
—No se las mostré.
MinJi rió.
Sus ojos de miedo en maldad se volvieron a convertir. Pensó en lo idiota que era JiMin y como pudo perder tal oportunidad. JungKook no sabía nada, absolutamente nada y eso era una gran opprtunidad para él. Tal vez no todo estaba perdido y sus planes irían tal como él planeaba. Estúpidas marionetas. JiMin había perdido y no se había dado cuenta.
O esp era lo que MinJi creía.
—¡Qué imbecil eres! —rió levantandose a medias—. Tuviste la oportunidad de vencerme y no la usaste. Ahora espera a ver como termino de destruirte JiMin, solo espera...
—Eres tan predicible MinJi —escupió el rubio mientras lo tomaba del brazo y lo jaloneaba hasta tirarlo a su cama—, esas cartas que nos robaste, las voy a usar cuando yo lo decida mientras me divietto un poco contigo.
—No estás hecho para esto JiMin, no sabes con quié te metes...
—El que no lo sabe eres tú MinJi, guardas tanto odio que te ciega la mente y no te hace pensar claramente. El rencor hay que saber vengarlo con inteligencia, algo que tú no tienes.
—No me asustas.
—Deberías, porque de hoy en adelante MinJi vas a ser un juguete, una pantallita que muestra lo que no es, vas a hacer lo que yo quieras mientras disfruto lo que me robaste, eso... te lo juro.
—Estás equivocado si crees que puedes venir a ordenarme algo —gritó MinJi—, tú no vas a tener nada, ¡nada! Todo esto es mío, JungKook es mío...
—En eso tu te equivocas MinJi —se acercó amenazante—, preguntas el por qué no le di las cartas a JungKook, ¿cierto? —sonrió de lado—. Porque no necesite enseñárselas para que me haga el amor toda la noche hasta la madrugada.
—¡Mentiraaaaa! Cállate, ¡cállateeee! Te odio, te odio tanto.
—Vas a sufrir MinJi, lo mismo, lo mismo que yo sufrí. Te voy a quitar todo, ¡todo lo que es mío!
—Pues a JungKook a no, ¡él es mi novio!
—Pero yo soy el hombre que ama —respondió dejando a MinJi con los ojos abiertos, con la ira en su corazón, con el odio en la garganta—. Nunca más tu marioneta MinJi, ni yo, ni JungKook seremos nunca más ¡tu maldita frágil marioneta!
Su corazón dolió.
JiMin salió de la habitación rápidamente mientras se ahogaba. Sabía que estaba a punto de empezar una vida diferente. No había tiempo para calmarse. Era ahora nunca. Entró temblando a su cuarto, cogió el móvil y lo prendió. Las lagrimas saliendo mientras buscaba el número que tenía guardado. Un, dos, tres timbradas.
Esa voz que tanto amaba.
—¿Minnie? ¿Minnie estás bien?
—Tae.
—Minnie, mi amor ¿qué pasa?
—Tae, te-tenemos que hablar...
Tan frágil marioneta y la crónica anunciada.