Golden Prison

By Thifranehe

58.3K 2.2K 4.4K

Ariadna, princesa bastarda de Corona, tiene una vida complicada viviendo con su padrastro y alejada de sus pa... More

Introducción
I
II
III
IV
V
VI (Primera Parte)
VI (Tercera Parte)
VII
VIII
IX
X
XI (Primera Parte)
XI (Segunda Parte)
XI (Tercera Parte)
XII
XIII
XIV
XV
Epílogo

VI (Segunda Parte)

2.5K 109 142
By Thifranehe

Lilith contemplaba la desesperación del joven alquimista sin inmutarse...

Nuestros héroes no se habían percatado de que mientras contemplaban los recuerdos de Rapunzel, Lilith había realizado un encantamiento. Ahora, bajo el alquimista, se hallaba trazado un círculo. La mujer sonrió mientras una luz comenzaba a aparecer en el círculo. Desde la orilla del mismo, salieron unas cadenas brillantes que rodearon al joven. Rodearon sus brazos, su cuello, su torso...

- ¡¿Qué mierda?! –Grito Cassandra, retrocediendo ante aquella visión, pero Varian ni siquiera se inmutó. Sus ojos estaban perdidos en la nada, parecía un zombie.

Lilith seguía con la vista clavada en el joven alquimista.

- Colega de mi maestro... Cae en la desesperación – Sentenció.

 Ariadna levantó la cabeza y contempló horrorizada al muchacho.

- ¡VARIAN! - Gritó la princesa con todas sus fuerzas.

Cassandra y Ariadna intentaron acercarse, pero una corriente eléctrica alejó a ambas de Varian. Lilith negó con la cabeza, obviamente no les permitiría salvarle. Cassandra se llenó de rabia y sacó su espada, apuntando a la captora de su compañero.

- ¡Libéralo! ¡¡¡Libéralo ahora!!!

- No. Esa es tarea de la princesa – Lilith contempló a la niña. –Ve, Ariadna vi Corona... Sálvalo. Sálvalo de la oscuridad en su corazón. O él jamás podrá volver...

Los ojos de la princesa brillaban cual antorchas, mientras corría hacia el joven. En el momento en que Ariadna entró en el círculo, una ráfaga de electricidad intentó sacarla, pero ella pudo mantenerse firme y abrazó al joven.

La pequeña había cerrado los ojos y, al abrirlos, notó una oscuridad inmensa, un frío le recorrió el cuerpo y pudo ver vapor saliendo de sus labios. Se abrazó a sí misma tratando de mantener el calor. Miró a su alrededor y notó que estaba a la mitad de la nada, a mitad de una horrible tormenta.

- Oh, Dioses - La niña avanzaba a paso lento, llamando al alquimista a grandes voces.

Ariadna se estremeció al escuchar unos gritos de dolor, pero no dolor físico, si no interno. Un dolor intenso que la hacía estremecer. La pequeña corrió en dirección hacia donde escuchaba los gritos y poco a poco comenzó a divisar una pequeña aldea. Se horrorizó al notar todas aquellas rocas negras que invadían casas y establos, destruyendo fácilmente todo en su paso. Era Old Corona. O más bien, los restos de esta aldea.

La princesa siguió caminando, acercándose más y más a aquel llanto desgarrador hasta que llegó a una casa que ella reconocía, la había visto una vez en uno de los dibujos de su madre.

Entró por la pesada puerta de madera y se encontró dentro del laboratorio de Varian. Lo vio allí, un pequeño de 14 años, llorando amargamente frente a la roca que aprisionaba a su padre.

- ¿Varian? – Lo llamo la princesita y corrió hacia él. - ¡Varian!

El joven alquimista giró para verla. Sus ojos empapados en lágrimas y enrojecidas mejillas le mostraron que tenía mucho tiempo llorando en soledad. Varian no se levantó, sólo la miró confundido, temblaba y su voz era rasposa, se había vuelto así de tanto gritar.

- ¿Quién eres tú? - Dijo sin parar de sollozar.

- Soy una sirvienta de la princesa Rapunzel - Le respondió en tono tranquilo. -Me envió en su lugar porque no tiene permitido dejar el palacio.

- Ella... ¿Te envió? -. El tono del joven rompía el corazón de la niña. - Pero... ¿Por qué ella no vino? - Las lágrimas comenzaron a caer con más sentimiento que antes. - ¡¿Por qué ella rompió su promesa?! Por qué ella...- Sus palabras se quebraban y se cortaban por sus sollozos. - ¡¿Por qué ella me abandonó??!

El joven trataba de limpiar sus lágrimas, pero incluso ambas manos no eran suficiente para pararlas, seguían brotando aun cuando él creía que ya no podía llorar más. La princesita sintió una punzada en el pecho al verlo. Esta visión de Varian distaba mucho de aquel adulto que conocía. No se veía peligroso o aterrador. Tampoco se veía como el joven fuerte que la protegió y le sonrió al despertar. Esta vez, Varian no era más que un pequeño roto.

- ¡¿Por qué?! Ahora mi padre está... Él está... - No terminó la frase, sólo siguió llorando como un niño pequeño, frágil y destrozado. Sin dudarlo, la pequeña lo abrazó con todas sus fuerzas.

- La princesa realmente quiere verte, pero no se le permite marchar. Los reyes no están y ella debe quedarse a cargo - Ariadna hablaba con un tono dulce y suave, acariciando la espalda del joven.

La joven princesa se mantuvo unos minutos en esa posición abrazando al joven alquimista. Sin darse cuenta, el clima afuera cambió, la nevada se detuvo y el sol volvió a brillar. Y en instantes cayó la noche, y nuevamente volvió el día. Ariadna levantó la vista observando la ventana. Día, noche, día, noche. Los astros pasaban rápido trayendo y llevando consigo la luz y la oscuridad.

- No- Dijo él casi en un susurro en el oído de la princesa. -No. Ella jamás vino. Ni cuando fue la tormenta ni después. Yo... Yo la esperé. La esperé mucho. Quise creer que ella no me habría abandonado, que ella no me había traicionado, pero... Pero ella nunca llegó.

El niño empujó a la princesa alejándola de él. Él seguía llorando, sin embargo, su rostro era diferente ahora. Estaba lleno de furia y rencor. Estaba destrozado.

- ¡¡Ella nunca vino!! ¡¡Ella me abandonó!! ¡¡Hice todo por ayudarla, por ayudarlos a todos!! - gritaba con rabia. - ¡¡Lo di todo!! ¡ ¡¡Mi corazón y mi vida!! ¡¡¡Y ella se olvidó de mí!!! ¡¡Mi vida está destruida!! ¡¡Mi padre está atrapado y a nadie le importa!! ¡¡A NADIE LE IMPORTO!!!

Los gritos del niño resonaban por todo el lugar. Casi parecía que su garganta iba a desgarrarse por la forma en que se expresaba. Pero Ariadna notó sus ojos, él seguía llorando.

- ¡No es cierto! ¡Rapunzel no dejo de pensar en ti ni un solo día! ¡Todo es culpa del infeliz del rey! ¡Él no la dejo ir a verte! - Los ojos de la niña estaban llenos de lágrimas, la imagen de su madre llorando, pronunciando una y otra vez el nombre del niño, estaban grabadas en su corazón.

El joven alquimista se detuvo al escuchar esas palabras y la miró directamente a los ojos. Su labio temblaba y las lágrimas no dejaban de caer. Parecía que se desmoronaría en cualquier segundo.

- ... ¿Qué?... El... ¿El rey?

- Él la encerró en su cuarto. Mandó matar a una paloma que llevaba una carta para ti. La encerró en las mazmorras. La azotó hasta desgarrar su espalda. Pero aun así, ella quería verte...

- Ella quería... ¿Verme? - Repitió como si no lo creyera. - En... ¿En verdad?

Ariadna asintió suavemente. Varian caminó lentamente hacia la pequeña. Una sonrisa comenzaba a formarse en sus labios temblorosos. Pero antes de que llegara, en un instante todo se volvió negro alrededor de ellos. Varian, asustado miraba a todos lados, llevó sus manos a su pecho, protegiéndose de lo que se avecinaba.

- ¡Allí está! – Se escuchó la voz de un hombre adulto.

- ¡Sí, ese es el mocoso! – Dijo otra voz.

- ¡Ese es el maldito que atacó a la princesa! – Añadió una tercera.

Las voces venían de todos lados. La princesa no veía a quienes las producían, ni ella ni Varian, pero él parecía realmente aterrorizado. De un instante a otro, un golpe salió de la nada y atestó contra el abdomen del joven alquimista. Él cayó arrodillado, pero otro golpe dio en su rostro y lo tumbó al suelo. Un grupo de sombras se formaron alrededor de él, imponentes, aterradoras. Varian abrió los ojos con miedo y cubrió su rostro con sus brazos. Lo sabía, sabía qué iban a hacerle. Lo hicieron muchas veces.

Estas sombras le daban golpes y patadas mientras repetían una y otra vez -¡Criminal! ¡Maldito! ¡Esto es por atacar a la princesa! -Varian se había puesto en posición fetal tratando de cubrirse de los golpes. Ariadna notó que su llanto había vuelto. La princesita se puso frente a él.

- ¡QUITENLE SUS ASQUEROSAS MANOS DE ENCIMA! – Grito mientras sacaba sus dagas. -Malditos desgraciados... Igual que Antes. Igual que Siempre. No importa cuántos años pasen, la escoria siempre sea escoria - Declaró, con un tono que recordaba horriblemente a su abuelo.

- ¡Quítate de enfrente, mocosa! ¡¡Ese mocoso hirió a la princesa!!

- ¡Sí! ¡¿Cómo se atreve?!

- ¡Yo no le hice daño! Yo sólo quería su ayuda – Gritó Varian llorando.

Las sombras se mofaban del joven alquimista y seguían intentando atacarlo. Ariadna lo protegía, pero ya se comenzaba a hartar. La princesa se arrojó sobre aquella gente ignorante y cruel, y, lanzando cortes con sus navajas, destrozó aquellas sombras, se ocupó de ellos del mismo modo que lo hacía con las quimeras. Estas se desvanecieron poco a poco, dejando a una furiosa niña tomando aire con fuerza.

- Soy Ariadna. Princesa Bastarda del Reino de Corona. Y juro que mientras viva... ¡NADIE SE METERÁ CON MIS AMIGOS! – Gritó llena de furia.

- ¿Amigos? - Escuchó decir al joven desde atrás mientras se ponía de pie. Ella se giró para verle de frente. -No. No somos amigos. Yo no tengo amigos, ni uno solo. Yo estoy solo.

El pequeño retrocedió. Tras él apareció un enorme Automaton, y luego otro y otro. Toda la armada que había construido. Su ropa cambió, tenía una gabardina verde oscuro y una máscara metálica sobre su cabeza, tenía también su bastón con tubos de ensayo fluorescentes que iluminaban en verde el rostro del niño. Se veía más amenazante que antes, pero su rostro seguía siendo el de un niño asustado y destrozado, lleno de golpes y magulladuras.

- No somos amigos. No puedo ser tu amigo. Yo hice todo esto... - En las manos del Automaton más grande aparecieron Cassandra y la reina Arianna. Ambas eran apretadas en las manos del robot y gritaban de dolor al casi ser partidas por la fuerza del agarre. -Iba a matarlas... Iba a hacerlo... Y no me importó - Las lágrimas no paraban. -Iba a matarlas. Iba a matar a Rapunzel, herí a muchos soldados... Yo... - Apretó sus manos contra su pecho, justo donde está el corazón. -Yo hice todo eso. Y si la princesa... Si Rapunzel sí quería ayudarme... ¿Entonces por qué? – El joven miró sus manos, sus guantes negros estaban empapados de sangre-. ¿Por qué lo hice? - agachó la cabeza.

-Porque estabas desesperado... Y te sentías solo... - La niña caminó hacia él, con los brazos extendidos. –Pero ya no estás solo,  yo estoy contigo Varian...  -Ariadna lo abrazó de nuevo, con todo el cariño que puede dar un niño.

El joven alquimista comenzó a llorar con la misma fuerza que al inicio. Él entrelazó los brazos devolviendo el abrazo, pero su abrazo era distinto, él temblaba y apretaba el cuerpo de la niña contra él. Sus dedos se encajaban en la espalda de la pequeña, él había ocultado sus ojos contra el hombro de Ariadna, pero su boca estaba libre, libre para, por fin, gritar y soltar todo ese dolor que se mantenía en su pecho, destrozandolo.

Estaba tan roto, necesitaba tanto ese abrazo, esas palabras de apoyo, esa calidez y entendimiento que no tuvo jamás después de aquella nevada. Que no tuvo jamás por más de diez años. Diez años en los que tuvo que fingir ser fuerte. Diez años de soledad y duda. Diez años de desesperación y angustia. Diez largos años...

La niña lo dejó desahogarse, deseaba de todo corazón que ese joven tan amable curase las heridas de su alma. Ella había escuchado muchas historias de él, todos decían que era cruel y despiadado, pero ella había sido capaz de conocerlo. Al principio, ella solo vio el criminal, sin embargo, ahora su corazón se enternecía conociendo la faceta más frágil del joven. Suspiró y lo abrazó un poco más fuerte.

El llanto poco a poco fue cesando, volviéndose más suave hasta convertirse en sollozos. El agarre también se liberó, a la pequeña le dolía la espalda donde fuesen encajados los dedos del alquimista, pero ella no le prestaba importancia. Ella acariciaba su cabeza y sin darse cuenta había comenzado a tararear la misma canción que Cassandra le había cantado en su habitación. Esa canción la había hecho feliz y esperaba que también hiciera feliz al niño.

Poco a poco Varian comenzó a crecer, a volverse más alto, más corpulento y ahora la pequeña tenía que estirarse para mantener el rostro de él en su hombro. Ariadna escuchaba los sollozos de un hombre adulto justo al lado de su oído y no podía dejar de pensar en el niño solo y abandonado.

Con mucho cariño, continuó consolando al desdichado joven. Cuando acabó de cantarle aquella canción, empezó con otra. Una que su madre le cantaba cada noche antes de dormir, la canción de la Flor Dorada. En lo que cantaba, los mechones dorados de su cabello empezaron a brillar cual estrellas.

De los cabellos de la princesa se desprendieron hilos dorados de magia que comenzaron a rodearlos y que poco a poco fueron centrándose en el joven, envolviendo su pecho y creando un destello dorado justo donde se encuentra el corazón. El brillo que se creó al finalizar la última estrofa de la canción fue inmenso, tanto que era imposible de ver.

Segundos después la luz se desvaneció y todo estaba en silencio. La niña sintió cómo Varian se alejaba de ella lentamente, enderezandose frente a su rostro. Él abrió sus ojos, rojos de tanto llorar, pero ahora tenían un brillo diferente, la pequeña podía ver unos ojos que conducían al más puro corazón, a un corazón sanado y liberado. Esa mirada era mil veces distinta a aquella que encontró la primera vez que vio esos ojos celestes.

Varian esbozó una brillante sonrisa y abrazó a la pequeña princesa. Ahora ella sintió un abrazo cálido y lleno de cariño.

- Gracias, Ari...

Las cadenas que rodeaban al joven desaparecieron, así como el círculo bajo sus pies. Cassandra había estado discutiendo con Lilith mientras ellos estaban inmersos en aquella pesadilla, la guardiana del recinto no perdía su porte serio, lo cual causaba que la guerrera se desesperara, pero se detuvo al ver que Varian se había liberado. La niña pareció despertar y se separó de Varian, quien, a pesar de tener lágrimas en sus mejillas, la miró del mismo modo que en aquella visión.

Ariadna se puso de pie lentamente, luego le tendió la mano a Varian para ayudarlo a levantarse. Varian tomó la mano de la pequeña y lentamente se puso de pie también. Una vez erguido tuvo un traspié y pareció que caería, pero se mantuvo. Usó su antebrazo para limpiar sus lágrimas, luego dedicó una mirada llena de determinación a la mujer frente a Cassandra. Lilith le dio al joven y la princesa una mirada amable y una gran sonrisa.

- Felicidades a los dos, han pasado la prueba....


Chapter Art

Art By: Kaede02mangaka

Continue Reading

You'll Also Like

12.4K 1.1K 18
Secuela de "Un simple sueño adolescente" Una historia la cual se basa en varios clichés al igual que la anterior, por lo que no será algo único y ori...
6.7K 538 42
Pequeños cortos o historias del ship Alecan, a veces tristes, a veces felices. primer lugar de alecan el día: 04/01/22 (♥ω♥*) awueboo jaja uwu
9.6K 837 19
¿No es acaso el amor lo que una persona suele buscar? Kana Arima es una joven entusiasta y decidida que desde muy joven se ha dedicado a la actuación...
419K 32.5K 167
~SINOPSIS DE LA 1ª PARTE~ Anya Forger, la adorable y telepática niña, se ve envuelta en un enredo de rumores junto con Damian Desmond, el hijo del pr...