Mis pies se movían con velocidad entre los pasillos del instituto tratando de esquivar a cualquiera que se interpusiera en mi camino. La primera hora del día era Biología, y no quería llegar tarde, ya suficiente mala reputación tenía con el profesor Lombard, debía respetar las reglas al pie de la letra.
Ayer por la noche, Luke me envió las preguntas en un mensaje de texto y me pidió disculpas por haberse comportado como un patán con aquel chico, aunque por parte se lo agradecía y él insistió en que si no hubiera reaccionado así el chico probablemente me hubiera pasado las preguntas.
Hoy mi día empezó bien cuando me di cuenta de que había llegado medianamente temprano, tomé asiento en la parte del medio dejando mi mochila caer en el suelo.
El salón comenzó a llenarse y segundos después la profesora entró con Luke detrás de ella. Mordí mis labios al fijarme que su mirada estaba perdida en algún punto no específico. La mujer acomodó sus cosas en su escritorio y se puse en frente.
—Muy buenos días alumnos. —saludó en una sonrisa. —Solicito que dejen sus trabajos en dos pilas a un lado de mi escritorio, califico y los entrego. —indicó tomando un marcador rojo de su escritorio y se volteó para escribir algo en la pizarra. La mayoría comenzó a levantarse para dejar lo pedido por ella.
Me levanté del asiento a dejar mi trabajo, y al ver que el rubio no había hecho lo mismo decidí poner en marcha mi plan. ¿Cómo se lo tomaría? ¿Me lo agradecería? En una de nuestras conversaciones había comentado que no le gustaba Biología, y que no le interesaba aprobarla, pero yo no permitiría eso. No dejaría que arruine su calificación. Tal vez debía ponerle más empeño en tratar de entender la materia, o si quiera hacer un esfuerzo de aprobarla, pero siendo honesta sabía que a él no le apetecía hacerlo.
Cuando me levanté de mi asiento sentí la mirada de alguien a mis espaldas y, no tuve que voltear para saber de quien se trataba. Mi sensación me decía que era Luke. Volví a mi lugar y mordí el interior de mejilla y saqué mi cuaderno para poder anotar lo que la profesora había escrito. Tarea en el salón de clases. Bien, si el trabajo que le realicé a Luke estaba lo suficientemente bien, podría recuperar algo. Aunque sea una nota intermedia. Me giré disimuladamente y lo miré de reojo, estaba escribiendo algo, sonreí internamente al pensar que podría ser de la materia. Él levantó la vista y miró hacia el pizarrón para luego chocar la mirada con la mía, que de inmediato me giré rápidamente.
Minutos más tarde todos estaban—o fingían—hacer la tarea. Era de encontrar algunos puntos en el libro y anotarlos en el cuaderno, algo fácil de hacerla, pero con mucho esfuerzo porque Bennet se daba cuenta y odiaba los copie y pegue. La profesora empezó a dar los trabajos llamando uno por uno para fuera a buscarlo y decirles en qué habían fallado o que tan suficiente había sido. Me llamó con una voz suave y fui a recogerlo. Pude visualicé el nombre del alumno que seguía después de mí; comenzó a latir mi corazón con fuerza y me senté sin hacer contacto con mi compañero de atrás.
—Luke Reinhard. —la mujer lo llamó con su voz suave.
Si mi estado emocional hubiese estado descontrolado, literalmente estaría debajo de la mesa escondida. Mi boca se había secado y miré como el rubio se levantó y se acercaba con pasos lentos frunciendo el ceño hacia la profesora quien sostenía una carpeta mirándolo. La cara de confusión de Luke era impresionante, y yo sonreía por dentro. Era lo menos que podía hacer por él; ayer había salvado mi trasero tres veces. Se la debía. Y no solo, si no que, realmente quería hacerlo. Quería hacerle saber que él me importaba.
—¿Sí? —preguntó en un susurro no muy seguro.
—Muy buen trabajo, estoy impresionada de ti. —la profesora le regaló una sonrisa de orgullo extendiendo la carpeta hacia el ojiazul.
—Pero yo...—él se quedó pensando unos momentos y decidió tomar el trabajo.
Abrí la carpeta para poder ver el trabajo que había sido impreso, a un lado, en la pestaña de la carpeta tenía escrita la calificación con letra bien prolija y roja. Un diez. Eso quería decir que Luke también había aprobado. El timbre sonó y por encima de mi hombro volteé hacia el chico rubio quien ya no estaba en el salón, y había dejado el trabajo en el pupitre. La tomé entre mis manos una vez que guardé todo lo mío y abrí la de él; al final del trabajo con bolígrafo negro estaba escrito lo siguiente: "No necesito tu caridad. De todas maneras, gracias."
No entendía a este chico. Quería levantarme e ir directo a patearle el trasero y preguntarle porqué era tan desagradecido y qué pretendía de mí, porque yo no entendía nada de sus acciones. Me dejaba de hablar por días, luego hacía tres buenas acciones hacia mí y ahora que le devolvía el gesto me lo despreciaba, ¿quién se creía?
Estaba confundida y creando preguntas con respuestas empleadas por mí que no me di cuenta de que me había quedado sola en el salón con la profesora que corregía las libretas de los alumnos le iban dejando en la esquina del escritorio, cada que se retiraban del salón. La tarea. Mierda. Dejando lo único que tenía escrito en ella y me levanté y la deposité junto a las otras.
Rápidamente salí del salón buscando con la mirada a Luke que había salido hace varios minutos. Corrí directo hacia los pasillos en busca del chico, dando con su cabellera y su ancha espalda que era cubierta por un buzo negro. Por un segundo pensé que iría a las gradas, pero me equivoqué cuando me di cuenta que se dirigía al patio trasero, apresuré mis pasos para poder alcanzarlo, casi no había alumnos por acá y podía suponer porqué venía.
—¡Luke! —grité tratando de que se detuviera. Y así fue, él detuvo su paso y dio media vuelta.
—Vogler. —pronunció cuando me vio.
Qué satisfacción fue oír eso, admito que extrañaba muchísimo el cómo sonaba mi apellido salir de él.
—¿Por qué has rechazado el trabajo que he hecho por ti? —inquirí una vez que estuve cerca de él.
—¿Por qué lo has hecho? —elevó una de sus cejas.
—¿En serio vas a preguntarlo? —soné un poco irónica y dudosa.
—A veces tu estado de inteligencia me sorprende. —y aquí íbamos otra vez con sus toques de ironía, mucho más notables y seguros que los míos. Fruncí mis labios y el rió pasando uno de sus dedos por su labio donde yacía una cascarita de una herida. —Sí, en serio te estoy preguntando.
—Creo que era lo menos que podía hacer por ti; ayer me salvaste el trasero tres veces en el día. —confesé mordiendo mis labios. —Si tú no escribías la respuesta en aquel papel estoy segura que me hubieran hecho un reporte por no prestar atención en clase, si no aparecías cuando el idiota ese dijo esa grosería, y permanecías callado, no sé qué hubiera pasado realmente y el otro...—me interrumpió alzando sus manos en el aire.
—Sí, ya sé lo que hice ayer Vogler. De todas maneras, no deberías haberlo hecho, sé como recuperar la nota. —me guiñó un ojo.
Asentí no muy segura. En cierto punto Luke me seguía preocupando, y era algo que odiaba por el simple hecho de que él no quería eso, y hacía que lo sacara de quicio. O ambos lo hacíamos.
—Gracias. —pronuncié en un aludido. No había tenido la oportunidad de hacerlo.
—Uh-huh—musitó sin importancia.
Se dio la vuelta y sacó del bolsillo de su pantalón un cigarro para encenderlo y comenzar a caminar lejos. Quería decirle a mis piernas que dieran la vuelta para ir a mi siguiente clase, pero ya me veía a lado de Luke con él mirándome extraño. No sabía que estaba haciendo. Ni él, ni yo.
—Lo siento. —murmuré. ¿Qué la dignidad y el orgullo? ¿Dónde estaban los estúpidos?
—¿Por qué? —su voz sonó confundida y estaba claro por entrecejo fruncido.
—Por tratar de imponer algo en tu vida—susurré un poco incómoda mirando mis pies, que caminaban juntos con los de él.
—Olvídalo. —sacudió su mano y rió. —Es algo espléndido que te preocupes por mí.
—Lo hago por todos. —recalqué para darle a entender que él no era único por quien me preocupaba.
Él asintió.
—¿Y ellos se preocupan por ti? —dijo deteniéndose y con ello, también yo. Su mirada era difícil de descifrar, no era vacía, pero tampoco divertida. Tenía un pequeño toque de seriedad. —¿Crees que la gente valora esas bobadas? ¿Por qué darles importancia cuando no lo hacen?
—Mi madre me lo ha enseñado, —respondí. —Es bueno ayudar a los demás, aunque ellos no lo valoren, es una manera de demostrar que tú eres mejor que el otro, que no eres malo. Es algo de apoyo equitativo.
—Lo que acabas de decir es muy estúpido. —jadeó, abrió su boca para volver a hablar, pero fue interrumpido por el sonido de un celular. El suyo. Sacó del bolsillo de su buzo el pequeño aparato y observó la pantalla dando un bufido. Cortó la llamada y este volvió a sonar, y esta vez atendió llevándoselo al oído. —Estoy en clases, ¿qué quieres? —farfulló a la persona del otro lado de la línea. —¿Y qué mierda puedo hacer yo con eso? Me vale tres hectáreas de moco tu cita, imbécil. Sí accedo a tu estúpida idea ¿qué te parece si me compras una bandeja enorme de sushi y cervezas? —su voz sonaba llena de fastidio, él rodó los ojos y bufó. —Llevas a tu novia a lugares de mal agüero y si no, les pago todo yo. Deja de ser tan cabrón y págale lo que se merece. —Luke rió, tomó una calada de su cigarrillo y luego expulsó el humo. —Arón, ojalá tu Violet se entere de esto y te deje. Aparte, hoy no trabajo.
Después de eso; colgó la llamada y devolvió su celular al bolsillo de su buzo. Lo miré y alcé una ceja.
—¿Quién es Arón? —pregunté un poco intrigada.
—Si un,,, —él dejó la frase buscando palabra para definirlo.
—¿Amigo? —pregunté intentando completar su frase.
—Creo que recuerdo haberte dicho que era un conocido. Yo no tengo amigos, Vogler. —sonó burlón retirando el cigarrillo de sus labios para luego tirarlo al suelo y aplastarlo. —Solo tengo conocidos.
—Oh. —fue lo único que dije.
El ambiente se volvió un poco incómodo y mis ganas de querer salir corriendo era una de las principales ideas que me gritaba mi subconsciente. Con Luke era todo un poco tenso por momentos, como otros no, querer hablar algo con él también lo era. Al final fue él quien terminó hablando.
—Ven. —él sonrió causando que el famoso hoyuelo se marcara en su mejilla. Tomó m mano y corrió conmigo un poco más atrás, llegamos a un árbol frondoso y alto para sentarnos debajo de este. —El aire aquí es fresco, es sensacional la tranquilidad que hay aquí. Me gusta este lugar.
El tomó asiento en el pasto frente del tronco estirando sus largas piernas por este, con una de sus manos indicó que me sentara a su lado, hice caso a su petición y me senté haciendo que mi espalda se apoyara en el tronco del árbol. Luke seguía con la sonrisa en sus labios haciéndolo lucir un poco indefenso.
—Escuché los CD's que me indicaste. —informé mirándolo.
—¿Cuáles escuchaste?
—Sex Pistols, Nirvana. —enumeré con mis dedos. —Mi favorita es No Fun de Sex Pistols.
—¿Escuchaste Holiday in the sun? Dios mío, sin dudas es mi favorita. —gimió en un pequeño parpadeo.
—Sin duda alguna amé Pretty Vacant, honestamente es increíble lo pegadiza que suele llegar a ser esa canción. —reí y él se unió. —y Problems es muy triste a pesar de que es movida.
—¡Oye! Ten más cuidado con esa canción, ¡no debes quejarte ella! —gritó divertido. —Es como dejarte caer al vacío cuando la escuchas, ¿escuchaste algo de nirvana?
—Sí. De In utero mi canción favorita fue Pennyroyal Tea. —asentí segura de mi gusto.
—Esa y All Apologies han sido mis favoritas. —mencionó Luke emocionado.
Se acostó en el pasto con los brazos detrás de su cabeza mientras seguíamos hablando sobre las canciones que habían sido buenas, aunque para él no habían ninguna mala, para él todas eran asombrosamente geniales sin defectos. Un gran fan sin duda. Adoraba como hablaba con entusiasmo sobre las canciones o tarareaba el coro de alguna, su voz era preciosa. Intentaba dar el ritmo de alguna palmeando sus manos con las piernas. Luke podía llegar a ser entretenido y una gran persona cuando podías conocer sus gustos o lo que solía agradarle. La música era un tema demasiado bueno para poder entablar una agradable conversación con él.
—Me ha gustado más Brain Demaged. —pronuncié ladeando la cabeza. —Me encantó mucho la frase and if your head explodes with dark forebodings too i'll see you on the dark side of moon. —hablé para luego reír. —Creo que, sus pocas letras en sus canciones los hace especiales.
—Totalmente de acuerdo. Pink Floyd es especial. Vogler el mundo está lleno de genios, y Roger es uno de ellos.—halagó Luke—¿Entiendes ahora porque es una puerta a mi alma? —asentí sonriendo y mordí mis labios. —¿Qué opinas de Echoes? —preguntó mirándome. —Exigí que la escucharas.
—Me encantó la historia que hay detrás de la letra, y la melodía. Realmente estoy sorprendida por tal banda.
—Siendo honesto amo los álbumes en donde cantan más sinfónico y espacial, esas canciones que te provoca cerrar los ojos inconscientemente y pensar en algo especial. O alguien...—dejó la frase en el aire y rió.
Reí al ver que chillaba de emoción como un niño pequeño, si de algo que jamás cansaría, era de ver a Luke sonreír.
—Eres como letra X en una ecuación, una incógnita, como algo desconocido, escondes tanto que no quieres dar a conocer nada. —murmuré. Me di cuenta que pensé en voz alta cuando Luke se incorporó para mirarme directamente. Sentía de nuevo venir una discusión.
—No obstante, contigo dejo de ser tan incógnito. —él habló cálida y pacíficamente. Lo que me sorprendió, y me veía equivocada con mi pensamiento.
—Astilla. —siseé. Él frunció el ceño como si algo le molestara.—¿Puedo hacerte una pregunta?
—Realmente lo haces. —pasó la mano por su mentón y tragó saliva para crear una sonrisa sin despegar sus labios. Hizo un gesto con las manos indicándome que siga hablando.
—¿El ángel de tu poema era yo?—él se quedó por unos segundos observándome, y yo sentía mis mejillas arder. Mordí mis labios nerviosa y los relamí sin despegar la mirada de la suya.
Sí, Vogler.—respondió encendiendo un cigarrillo y comenzó a fumarlo.—Mañana vienes conmigo después de clases, necesito tu ayuda para cambiar algunas cosas en mi habitación. ¿Sí?
Mi mente iba a mil por hora, estaba trabajando demasiado rápido, que no sabía que responder, no tenía que hacer a menos de ir a casa, hacer tarea y esperar a que mi madre llegar muy tarde.
—Bien. —accedí.
Luke sonrió y se levantó del césped tendiéndome su mano, la cuál tomé haciendo un fuerte escalofrío en toda mi espina dorsal, y sabía que no era a causa del frío, y me ayudó a levantarme.
—¿Qué clase tienes a continuación? —preguntó retirando el humo del cigarro al aire.
—Química—respondí. —¿Y tú?
—Geografía. —gruñó causándome gracia por como lo había dicho. —Detesto a esa vieja, y su materia.
Saber que ya volvía hablar con él y no tener que evitarlo, o él a mí, me hacía sentir bien. En estos días que no interactuamos me había dado cuenta que el chico ya estaba siendo una pequeña—gran—parte de mi vida. Solía ser una persona maravillosa cuando se mostraba como era en realidad, y otras veces su disfraz de insípido lo traía puesto.
Él se movía tan rápido en su mundo, que quemaba seguirlo.