Irremediablemente Tú y Yo

newromaantic द्वारा

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Ella era sinónimo de tranquilidad, inteligencia y responsabilidad, mientras él era el caos, la rebeldía y la... अधिक

Sinopsis y advertencias
0. Prólogo.
1. New Romantics.
2. Gorgeous.
3. Blank space.
4. Red.
5. Wonderland.
6. Tolerate it.
8. I knew you were trouble.
9. Begin again.
10. I did something bad.
11. It's nice to have a friend.
12. False god.
13. Sparks fly.
14. Untouchable.
15. The 1.
16. Holy ground.
17. Mr. Perfectly fine.
ESPECIAL HALLOWEEN
18. ...Ready for it?
19. Stay, stay, stay.
20. I think he knows.
21. Treacherous.
22. End game.
23. State Of Grace.
24. Our song.
25. Crazier.
26. Ours.
27. Hey Stephen.
28. Snow on the beach.
29. I can see you

7. My tears ricochet.

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newromaantic द्वारा

"And if I'm on fire, you'll be made of ashes, too
Even on my worst day, ¿did I deserve, babe, all the hell you gave me?"

—Taylor Swift (2020). Folklore.


BROOK

Fue un día agotador, por lo que apenas me acuesto en mi cama siento como los músculos de mi cuerpo comienzan a relajarse, pero la sonrisa boba de mi rostro no desaparece.

Una cita.

Voy a tener una cita con Matt.

Lo último que pensé que Matt haría esta noche era pedirme una cita, pero lo hizo, y claramente le dije que sí.

Estoy emocionada a niveles descomunales porque por primera vez en mi vida tendré una cita, y con alguien que me gusta. Ahora entiendo cuando dicen que lo mejor siempre tarda en llegar.

He decido no contar nuestras salidas anteriores como citas, pues esta es la primera vez que me lo pregunta directamente y por fin podré sentir la experiencia en todo su esplendor: podré ir a comprar un lindo vestido con Avery, iremos a hacernos la manicure, me arreglaré lo suficiente para dejarlo sin palabras y con suerte ese día será el mejor de mi vida.

Ahogó una risa interna y me quedo mirando el techo sin poder creer que está nueva vida comienza a gustarme. Llegué a este lugar con pocas expectativas, en primera, ni siquiera esperaba que tendría la suerte de que mi habitación de residencia fuera casi un mini departamento, digo suerte porque no hay otra explicación lógica que explique aquello. Segundo; no tenía tantas esperanzas de formar una amistad con mi compañera de cuarto, soportarnos sería un milagro, y mírenme, Avery ahora es como mi alma gemela.

Tercero; no esperaba tener amigos. Me refiero a amigos como los que ahora tengo, de esos que hasta organizan cenas para pasar tiempo juntos, y de los que aman y disfrutan los juegos de mesa como si siguieran siendo niños. No es una queja ni por asomo, es un claro: Gracias al universo.

Y por último, pero no menos importante. Matthew.

Matthew, Matt, Matty, como quieran llamarlo. El tipo que ahora me tenía suspirando con cada palabra que salía de su dulce boca.

Definitivamente algo bueno hice en mi vida anterior, o tal vez el universo ya me había dado tantos golpes que se dijo "tiene demasiadas heridas, dejemos que cicatricen un poco". Lo que sea que esté pasando, no me quejo.

La vibración de mi celular suena sobre mi mesita de noche y me apresuro a cogerlo para volver a recostarme sobre mi cama.

—¿Si? —contesto y muerdo mi labio inferior para esconder mi emoción.

—Mmm —suena nervioso y sonrío aún más—. ¿Estabas durmiendo?

—Estaba en ello, pero por una extraña razón no puedo hacerlo.

—Entonces somos dos —comienzo a meterme bajo las sábanas—. ¿Puedo confesarte algo?

—Por supuesto, aunque si es algo malo que pueda volverme cómplice de algún delito mejor guárdatelo.

Logro mi cometido cuando escucho su risa a través del micrófono.

—De los dos, la más propensa a cometer un delito eres tú, niégalo.

—Por supuesto que lo niego ¿qué clase de persona crees que soy?

—Alguien muy inteligente, como para saber aprovecharse.

—Podré ser inteligente, pero te prometo que jamás usaría mi inteligencia para cometer un delito.

—Que desperdicio —bufa—. Estaba a punto de confesarte que en realidad soy parte de una mafia y quería negociar contigo para hacerte mi cómplice.

—Y tú deberías ser muy estúpido como para confesar algo así por teléfono, podría estar llamando a la policía en estos momentos.

Su risa es contagiosa.

—Por muy interesante que suene todo, en realidad no escondo algo tan gordo.

—Acabas de confesar que escondes algo —contraataco, pero su silencio me hace borrar la sonrisa del rostro—. Oye...

—Todos escondemos algo, Brook, sea algo grande o pequeño, pero todos tenemos secretos —su voz se torna seria.

—Cuéntame un secreto, Matt. Uno pequeño —le pido y por un momento creo que no lo hará, hasta que habla.

—Hoy tenía tanto miedo de que dijeras que no —es su respuesta—. Los cinco segundos que tardaste en decidir si salir conmigo o no era buena opción, fueron una agonía. Estaba a punto de cagarme en los pantalones.

Su última frase le quita hierro al asunto y suelto una carcajada.

—Tus nervios son absurdos.

No tiene sentido, ¿Quién en su sano juicio rechazaría una cita con él? Si era lo más cercano al chico ideal que llevaba años imaginando.

—Sentí esa extraña sensación de cuando darás tu primer beso y no sabes si saldrá bien o terminarán vomitándote encima.

—Que comparación tan horrible, Matt —digo con asco.

—Así de horrible sería si me hubieses rechazado.

—¡Dios, no! Yo prefiero mil veces ser rechazada a ser vomitada. Y créeme no creo que sea ni un poco similar.

Suelta una carcajada y luego se mantiene en silencio unos segundos.

—Es tu turno —decide hablar.

—¿Ah?

—Cuéntame un secreto —pide en voz baja, casi en un susurro.

Un secreto. Sus rostros son lo primero que aparece en mi memoria y sonrío inconscientemente.

Me planteo la idea de compartir algo tan íntimo y personal con Matt, pues nos conocemos desde hace poco, pero se siente como si estuviera segura con él, solo cuando estoy a su lado aparece esa sensación cálida en mi pecho, una sensación que solo había sentido estando en casa.

Sé que ama el color rojo y el blanco, no le gusta el café, a menos de que sea un americano, odia el desorden y evita a toda costa los problemas, prefiere las camionetas antes que los autos deportivos, porque según él, son más seguros, y aun sabiendo cosas como esas no puedo evitar pensar en lo superficial y banal que suena todo aquello, porque ambos hemos intentado mantener nuestra vida personal a parte, no sé cómo se llaman sus padres, ni él sabe acerca de los míos, no sé si tiene una mascota o una ex novia loca, lo que me hace llegar a la conclusión de que no se casi nada de su vida.

—No tengo secretos —me limito a contestar, porque en verdad ninguno se me viene a la mente.

—Claro que los tienes, todos los tienen —ríe y casi puedo imaginarme sus ojos entrecerrándose con desconfianza—. ¿No crees que pueda guardar tu secreto?

—No es eso, solo que ahora mismo no logro recordar ninguno —me sincero.

La verdad es que el cansancio está comenzando a hacer de las suyas y no puedo concetrarme en algo más que no sea su voz.

—Haré como que te creo —habla y escucho un poco de movimiento desde el otro lado de la línea—. Pero necesito oír un secreto tuyo, así podremos ser una especie de cómplices.

Quiero decirle que su secreto es demasiado mediocre y jamás se igualaría a los que yo tengo, pero no quiero sonar grosera y opto por guardarme mis opiniones.

—Pensaré en uno ¿de acuerdo?

—Me vale, por ahora —se conforma y de nuevo surge un silencio para nada incómodo—. Me gustaría dejarte dormir, pero la verdad es que no quiero colgar.

Me quedo helada por un momento y luego una sonrisa boba hace amago de aparecer.

—No cuelgues, entonces.

—No lo haré.

—Pero que sepas que ahora si me estoy muriendo de sueño —le digo y sin querer un bostezo sale de mi boca.

—¿Soy lo suficientemente aburrido como para provocarte sueño? —suelta una exclamación falsa.

—Para nada. Tu voz es lo suficientemente tranquilizadora como para relajarme —admito, esperando que no se lo tome mal.

—Entonces seguiré hablando si eso te relaja, y lo haré hasta que te quedes dormida.

—¿Harías eso por mí?

Nunca he sido de cursilerías, pero esto hace que por primera vez sienta un revoltijo raro en el estómago, producto de una felicidad inexplicable.

—Haría muchas cosas por ti, Brook —sonrío—. Ahora metete a la cama, pon el celular sobre la almohada y escúchame hablar.

Toda la situación me parece ridícula y tierna en partes iguales, pero no me opongo y obedezco sus instrucciones. Termino de cubrirme bien y coloco el celular como él me lo ordenó.

—No soy mucho de hablar de cosas como estás pero aquí vamos, te contaré la trágica historia de cómo vomitaron a un pobre adolescente cuando estaba por dar su primer beso —empieza y eso me hace soltar una risita baja—. Tengo que aclarar que esto le pasó a un conocido, no a mí, no vayas a pensar que fue a mí.

Por la manera en la que se esfuerza en recalcar que no es él de quién habla, todo apunta a que, en efecto, fue a él.

—El pobre chico tenía 14 años cuando...

Y no, para nada estaba dispuesta a escuchar la "La trágica historia de como rayos le vomitaron cuando dio su primer beso", por lo que apenas comienza su narración, mi cerebro activa el modo ahorro de energía y todo a mi alrededor comienza a desaparecer, hasta que su voz se convierte en susurros que poco a poco se desvanecen, dándole paso a un largo y reconfortante sueño.

******

Los jueves por lógica son uno de los días más odiados de la semana, o bueno, para mí lo son. Por alguna extraña razón se me hacen extremadamente aburridos y terriblemente largos, sin embargo, mi humor no es como un jueves cualquiera en el que habitualmente me levantaría con bolsas moradas bajo los ojos, con el cabello alborotado y con ganas de que el día se acabase de una vez. No, esta vez es diferente y creo que todos sabemos a qué se debe.

No recuerdo la última vez que dormí tan bien, pero agradezco a Matt y a mi horario que me permite dos horas más de sueño.

La sonrisa es inmediata apenas pienso en él y cuando mi celular vibra por la alarma me apresuro a apagarla y salir de la cama, dispuesta a comenzar mi día.

Hago lo habitual; una ducha caliente y un poco de maquillaje. Me visto con un jean rasgado, botas y una chaqueta lo suficientemente calentita, porque la entrada de agosto trae consigo los primeros cielos nublados que aseguran que en unos días cargar el paraguas será algo indispensable, y eso no hace más que aumentar mi felicidad, porque si hay algo que puedo asegurar amar en esta vida es la lluvia.

Me aseguro de dejar preparada mi bolsa del uniforme de porristas, pues más tarde tendré que pasar por ella, y sin más me cuelgo la mochila sobre el hombro y salgo cerrando con llave la puerta principal.

La voz de Harry Styles hace eco en mis oódos mientras bajo el elevador rumbo a la recepción. Me despido con la mano de Roger –el portero de mi residencia– y él me corresponde deseándome un buen día. Confío en sus palabras, porque desde que abrí los ojos no puedo dejar de sonreír.

Apenas pongo un pie en la acera del edificio una ráfaga de aire revuelve mi pelo y cala mis huesos, obligándome a apretujar mi chaqueta contra mi cuerpo y meto mis manos en la bolsas de la misma.

El frío nunca ha sido un problema para mí, basta con chamarras calientitas, café y una mantita si es necesario para ser feliz. En cambio, el calor es insoportable, no hay aire acondicionado que solucione el problema, me hace sudar y sudar me pone de mal humor, y no es algo que me esté inventado o que solo me ocurra a mi, está comprobado científicamente que el calor aumenta la ansiedad, la fatiga, el cansancio, entre muchas otras cosas. Por ello no entiendo cómo es que hay gente que prefiere el calor por encima del frío.

Sigo mi camino habitual rumbo a la cafetería que se ha convertido en mi favorita, no por el hecho de que suela toparme con Matt, ni porque la música del lugar sea buena, sino porque el café ahí es delicioso y las personas que atienden son muy amables.

Logro visualizar la cafetería, hasta que mi vista se ve interrumpida por el ser menos agradable que he conocido en mi vida. Obligo a mis pies a detenerse antes de terminar estrellándome con su cuerpo. Otra vez.

Cuando nota mi presencia también se detiene y termina deslizando levemente, sobre el tabique de su nariz, los lentes obscuros que trae, sin quitárselos del todo y dejándome ver esos ojos color tormenta. No, no son grises, son azules y verdes, pero resulta que ahora mi tormenta tiene los ojos de tales colores.

Vuelve a subir sus lentes hasta privarme de tremenda vista, aun así alcanzo a ver un atisbo de diversión en ellos que me hace poner los ojos en blanco.

Quitó los auriculares de mis oídos y los guardo dentro de las bolsas de mi chaqueta.

—Si vas a decir algo insultante, mejor ahórrate tus palabras —es lo primero que digo y lo esquivo, dispuesta a seguir mi camino.

—Buenos días a ti también, solecito —se burla, frenándome abruptamente por el apelativo que acaba de usar.

Lucho contra el golpeteo salvaje que retumba en mi pecho. Siento como los bellos de mi piel se erizan y emociones que solo traen nostalgia comienzan a despertar, emociones que me había obligado a esconder desde hace unos años atrás.

Trago saliva y me giro despacio hacia él, sin poder evitar formar puños con las manos y no porque quiera golpearlo, más bien como una forma de defensa o una estrategia para no ponerme a llorar.

—Estaba siendo un buen día, hasta que llegaste a arruinarlo —la agriedad en mi voz es sincera y de verdad espero que no note el leve temblar de mis labios.

—Ay —finge estar ofendido—, justo en donde me vale mierda.

Se recompone y vuelve a tomar esa postura prepotente.

—Ayer hablamos de igualdades, tú me desagradas, yo te desagrado, tu arruinaste mi primer día de clases, yo arruino tu mañana. Estamos a mano.

Vuelvo a poner los ojos en blanco.

—Que infantil eres —le digo para molestarlo, pero termina elevando las comisuras de sus labios—. Ayer hablamos y quedamos en algo. Lo único que quiero es que me ignores, no me hables, ni siquiera me mires si te parezco tan poca cosa para Matt o si piensas que no estoy a la altura de que tus ojos me vean. Haz lo que te apetezca, pero por favor, ignórame —no pretendía que lo último saliera como una súplica y quiero golpearme por eso.

El chico es alguien con quién debes tener los pantalones bien puestos, una mirada suya y se te caen del miedo, es por eso por lo que siempre estoy a la defensiva con él. Quiero mantenerme al margen y no involucrarme más en su aura, porque ciertamente tiene ese tipo de magnetismo que te obliga a mirarlo y no despegar la vista hasta tener cada rasgo de su rostro grabado. Asusta y atrae de la misma forma.

Sin embargo, mis palabras logran borrar su sonrisa y unas arrugas se forman en medio de sus cejas. Me doy palmaditas mentales en la espalda por eso.

—El problema es que ignorarte es imposible —la determinación abandona mi cuerpo y ahora soy yo la que frunce el ceño con una sensación desagradable en el estómago—. No puedo ignorarte cuando estás hasta en mi puto plato. Si no es por Matt es por Avery y eso es algo que ninguno de ellos dos puede evitar.

Si, tenía razón. De alguna u otra manera siempre terminábamos en la misma mesa, en la misma habitación y en las mismas situaciones.

—Nadie más que tú y yo, y créeme que yo no voy a alejarme de quienes han sido mis amigos por años, mucho menos por alguien como tú —sentencia.

Él y yo nunca llegaremos a un acuerdo, está más que claro.

—Ok.

Evito con todas mi ganas permanecer con la boca cerrada para no perder los estribos, respiro, niego y luego sonrio como lo estaba haciendo antes de que arruinara mi día con su presencia.

Levanto la cabeza sin borrar la sonrisa de mi rostro.

—Que tengas un excelente día, Adrien —veo la sorpresa en su rostro, pero no me espero a ver más.

Seguir discutiendo con él es perder tiempo y no necesito perder el tiempo con tipos como él.

Me doy media vuelta y recompongo mis auriculares. Una hora de lluvia cae sobre mi mejilla y me encojo de hombros, cubriendo mi cabeza con el gorro de mi sudadera.

El día definitivamente puede mejorar.


******

No, no pudo mejorar.

Debido a la fuerte lluvia que se desató por la tarde tuvieron que cancelar el ensayo de porristas, hasta ahí la situación iba bien, mientras menos tiempo pase en ese lugar, rodeada de tipas que lo único que hacen es mirarnos a Avery y a mí como si fuéramos mierda, mejor.

No es un secreto el que no me guste estar dentro, incluso en algunos momentos la idea de salirme había cruzado por mi cabeza, sin emabargo, ya había hecho una inversión en los uniformes que claramente no pagué yo y que gracias a la falta de dinero en la tarjeta de Mike mamá se había enterado.

"Es genial, Brook. Por fin vas a convivir con otras chicas de tu edad, me hace feliz que estás adaptándote ahí, mi vida" "Mándame un foto tuya usando el uniforme en tu primer partido".

Ay, mamá, si supieras que estás chicas de mi edad me repelen como si fuera algún tipo de enfermedad venérea.

—Deja de castañear, el sonido de tus dientes hace que me dé más frío —habla Avery a mi lado.

Nos encontramos caminando con los brazos entrelazados hasta el gimnasio de la universidad. No sé a quién se le ocurrió la estúpida idea de ensayar a las cuatro de la tarde después de tremendo tormentón. Lo único que me apetece es encerrarme en mi minúscula habitación de residencia, dentro de mis sábanas calentitas y con algo de café si es posible.

—A este paso voy a morir de hipotermia —susurro y solo logro ver cómo asiente.

El viento helado nos hace estremecer y aceleramos nuestros pasos.

—Anne puede meterse sus ensayos por el culo —gruñe mi amiga—. Olvídalo, espero que se le congelé el culo, así de paso nos hace un favor a Justin y a mi.

Río con la poca gracia que el frío no ha congelado.

—Ayer Justin terminó llevándome a la residencia, pero antes de entrar lo obligué a contarme como está la situación con Anne —el desagrado tiñe su voz cuando pronuncia el nombre de la rubia.

—¿Es que no querías saber nada acerca del pasado amoroso de Justin?

—Y no quiero —afirma—. Solo necesito conocer el terreno que estoy pisando. ¿Qué tal si es una loca de remate?

Suelto una carcajada por la imaginación tan ilógica de Avery.

Anne era el tipo de chica a la que le encantaba ser el centro de atención, tenía carisma, pero de ese tipo cruel. Siempre estaba rodeada de su séquito de porristas y eran de las que iban por la Universidad luciendo las faldas extremadamente cortas del equipo, era buena en lo que hacía, por lo que no era la típica rubia tonta de las películas, era malvada hasta cierto punto, contando la forma cruel a la que se refería hacía otras personas que no fueran de su círculo de amigos, pero si no te notaba podrías vivir perfectamente.

Cosa que no ha pasado con nosotras, porque está más que claro que nos ha notado.

—No lo creo, se ve como que tiene una fila de chicos esperando salir con ella ¿Porqué rayos obsesionarse con alguien que ya te ha demostrado que no le interesas?

—Ni yo lo sé, pero el cerebro de las personas no funcionan igual.

—Además, es hermosa —digo y mi amiga se detiene de golpe, mirándome como si hubiese dicho algo prohibido.

—Su cabello rubio no es real ¿Lo sabías?

—¿Y? —la miro sin entender—. El rubio le queda bien.

Ella sonríe y me envuelve los hombros con un brazo.

—Tienes razón —concuerda conmigo—. Aunque yo soy más hermosa.Río y envuelvo mi brazo en su espalda.

—Eres preciosísima —la apoyo y deposita un beso en mi mejilla instándome a caminar más rápido.

—Tú también eres...

Mi cuerpo se ve sacudido cuando alguien se interpone en mi camino. Genial, ahora soy un imán de accidentes o un peligro andante para cualquier persona.

De no ser por Avery de seguro ya estaría en el piso y la que terminaría con el culo congelado sería yo.

—¡¿Eres ciega?! —el grito de la chica con la que he tropezado casi me deja sorda y es tan fuerte que termino haciéndome chiquita.

—Perdón —murmuro levantando poco a poco la vista con la vergüenza subiendo a mi rostro.

Suelta un bufido y comienza a sacudirse la gabardina café como si le hubiese manchado de algo, pero no tiene ni una sola pelusa sobre su ropa.

Termina de mirarse y levanta la vista, haciéndome estremecer con los ojos esmeralda que se carga. Ni siquiera los de Adrien dan tanto miedo.

Me inspecciona de pies a cabeza y niega.

—Trata de ser más cuidadosa, odio a la gente imbécil —me hace a un lado y pasa con Anne siguiéndole los pasos, hasta que se detiene abruptamente.

—La quiero fuera —le dice a nuestra capitana.

—Pero, Maddie. Ellas fueron elegidas por...

—Me importa un bledo quien las eligió —se gira hacia Anne—. La quiero fuera.

La rubia teñida parece empequeñecer bajo la mirada intensa que le dedica la otra rubia, que debo recalcar, no es teñida, pero ambas poseen el mismo tono de rubio.

Estoy tan concentrada en su cabello lacio y brillante que, cuando vuelve a enfocar las dos esmeraldas que carga como ojos, un sentimiento extraño me hace estremecer.

Se pasa una mano por el pelo y se acomoda la bufanda negra. Esta vez sí da media vuelta y se aleja a paso decidido haciendo sonar sus botines sobre el cemento mojado.

Ahora me encuentro en un dilema de si entrar o no al gimnasio.

Estamos justo en la puerta y esa es la razón por la que choqué con Regina George, pues ella se encontraba saliendo del lugar, mientras yo estaba tan enfrascada en mi conversación con Avery que no la noté.

—Ya la escuchaste —esta vez Anne regresa a nosotras con la misma actitud altanera de siempre, nada que ver con la chica cabizbaja de hace unos minutos—. No hace falta que te aparezcas en los próximos ensayos, estás fuera.

¿Qué?

¿Asi es cómo se siente salir de un lugar al que nunca quise entrar? Porque no se siente tan bien como imaginé y tal vez sea por el hecho de que no estoy saliendo por cuenta propia, me están echando.

—Pero no puedes sacarnos así porque si —el reclamo de mi amiga no se hace esperar—. ¿Quién es ella para decidir algo así?

—Cierra la boca, estúpida. Hecharon a tu amiga, no a ti, así que cállate si no quieres irte con ella también —le contesta la otra—. Y ella es más que cualquiera de ustedes dos, así que cuida tu forma de hablar.

Mi amiga suelta una carcajada que no hace más que enfurecer a la rubia.

—La única estúpida aquí, eres tú. Ubícate y entérate de quién soy, no vas a hablarme como si estuviéramos al mismo nivel, porque no lo estamos, cariño. Tú y esa... —Avery señala la dirección por la que se ha ido la rubia natural sin despegar los ojos de Anne que de a poco va retrocediendo con la cercanía a la castaña—, no son nada. ¿Te suenan los Morgens...

—¡Avery! —la tomo del brazo cuando la espalda de la chica choca contra la pared del establecimiento y noto que Avy no planea detenerse—. No hagas esto —le suplico ejerciendo un poco de fuerza sobre su piel.

—No voy a permitir que me trate como si fuera una de las lamebotas de allá dentro, estoy arta —se aleja considerablemente de la chica e incluso puedo ver cómo ésta respira con alivio—. Y no planeo entrar a ese lugar sin ti.

—Avy...

—¡No Brook! —grita y la rubia y yo damos un respingo por el susto— ¿Sabes algo? Métete a tu equipo por el culo..., y espero que se te congelé con ellas adentro —escupe y me toma del codo para alejarnos de nuestra odiosa y miedosa capitana, quién por supuesto se ha quedado callada.

—No tenías que hacer eso —la detengo una vez estamos lejos de la vista de Anne—. Sé perfectamente lo mucho que te ilusionaba estar dentro, Avy. Lo lamento.

—No tienes nada de que disculparte, cariño. Lo hice por ti, si, pero también por mí. Esas dos tipas nos trataron como si fuéramos el piso bajo sus pies y no iba a dejar que nos pisotearan de esa forma.

—Pero... —chasquea la lengua y niega con la cabeza.

—También lo hice un poquito por Justin —confiesa y suelta una risita inocente.

—Hubieras dicho eso desde el principio.

No tendría porque decirlo, pero ciertamente escucharla decir eso logra relajarme un poco, así la culpa es menos.

—Y no nos quedaremos fuera por mucho tiempo. Tengo conexiones y te aseguro que en menos de lo que esperas ya estaremos dentro de nuevo. Bueno, si te apetece volver.

—Si estás ahí, obvio si.

Chilla y me abraza dando saltitos que me obligan a seguirla, ríe en mi oreja y acaricia mi espalda con sus palmas.

—Ahora estamos juntas en esto ¿De acuerdo? —susurra en mi oído y asiento—. Somos geniales juntas, Brook, y pronto todos entenderán que con nosotras nadie se mete.

Me río, pero la abrazo con más fuerza. Este tipo de promesas y complicidad solo la tenía con mamá y Cassy, y que Avery diga eso me hace sentir cada vez más fuerte y segura. Definitivamente mi admiración por ella crece cada día más.

Por segunda vez en el día, una gota cae sobre mi frente y luego se le unen muchas más.

Avery y yo entrelazados nuestras manos y juntas echamos a correr antes de que la lluvia se desate y terminemos congeladas.

Definitivamente no pudimos llegar a tiempo a nuestra residencia y lo primero que Roger nos dijo al vernos entrar fue:

—¿Café o té?

—¿No tendrás chocolate por ahí? —el señor niega ante la pregunta de mi amiga.

—No soy bueno haciendo chocolate ¿Café o té? —vuelve a ofrecer.

—Ninguno —mi amiga comienza a caminar al elevador, pero yo si me acerco al mostrador. No quiero que se sienta mal porque ella rechazó su ofrecimiento.

—Café, por favor —sonrío.

—Date una ducha rápido o te dará pulmonía —me tiende el café.

—Gracias, Roger —le digo.

—De nada, linda. Buenas noches.

—Buenas noches.

No era noche, pero las nubes grises hacen ver todo más oscuro y creo que también lo dijo porque con la que está cayendo fuera supuso que no saldría.

Las puertas del elevador se cierran una vez entro y cuando nos deja en nuestro piso caminamos de puntitas hasta nuestro cuarto, para evitar mojar más de la cuenta el piso.

—Pido la ducha primero —Avery sale disparada a su habitación apenas abre y en segundos vuelve a salir para meterse al baño sin darme oportunidad de hablar.

Le doy sorbos a mi café mientras me dirijo a mi habitación para despojarme de mi ropa mojada y en cuanto Avery termina me meto a la regadera buscando que el agua se lleve consigo todo lo malo de este día.

*******

—¿Sabes qué es lo único bueno de todo lo que pasó con las rubias teñidas?

—¿Qué te desquitaste de Anne?

—Aparte —se mete una palomita a la boca.

—¿Qué marcaste indirectamente territorio con Justin?

—No tonta —me lanza una palomita que termina rebotando en mi cabeza—. Qué mañana tendremos toda la tarde para ir de compras para tuuu cita. No tendremos ensayos y podremos concentrarnos en ti.

Se pone de rodillas en mi cama y comienza a saltar. Me estiro tomando la computadora y la pongo en mi regazo para evitar accidentes.

—Parece que la de la cita eres tú y no yo —me río de su arrebato infantil.

—Anda alégrate, mujer —me quita la computadora de las piernas y corre a ponerla en mi escritorio para luego regresar, aventarse a la cama y obligarme a ponerme de pie en ella—. Vas a tener una cita, de esas romanticas, con velas, música clásica, probablemente con una reservación exclusiva con vistas maravillosas, a la luz de la luna y si todo sale perfecto ¡mucho sexo!

Grita y comienza a saltar sobre mi colchón.

—Iremos a buscar el vestido perfecto, hablaré con Matt para poder elegir uno adecuado a la situación, podremos ir al spa, nos haremos las uñas, arreglaremos nuestro cabello y nos pondremos hermosas —continua.

Me hace gracia que esté hablando en plural. Aunque ella no sea la de la cita nos las pasaremos bien en el proceso. Con el corazón comenzando a latir rápido por la emoción que Avery ha instaurado, comienzo a brincar con ella sin importar que mi cama sea tan pequeña y frágil que en cualquier momento podría romperse, y además de un vestido tendría que comprar también una cama, en ese caso no sé que excusa podría darle a mi madre.

******


—Me iré primero, cariño —la voz de de Avery me despierta—. Sé que tienes clases más tarde. Nos vemos en el almuerzo.

—¿Qué hora es? —balbuceo.

—Las seis cincuenta —habla en el mismo tono bajo—. Justin me llevará a desayunar fuera de la Universidad.

—Mhum —me remuevo y subo las cobijas hasta cubrir la mitad de mi rostro.

Basta con escuchar sus pies alejarse y enseguida la puerta principal cerrarse para volver a caer rendida.

*******

La emoción que sentí apenas abrí los ojos esta mañana no ha dismuido ni un poco, al contrario, creo que cada vez es mayor y producto de ello he tenido que ir al baño dos veces desde que salí de la residencia.

Mi idea de que pueda controlar mi pulso se va por el caño cuando entro a la cafetería donde conocí a los que ahora sí puedo considerar amigos y que desde ese entonces hemos frecuentado casi diariamente o al menos cuando nuestros horarios nos permiten reunirnos.

Mi pulso en vez de disminuir, aumenta con cada paso que doy. Ellos también me notan porque voltean casi al mismo tiempo y comienzan a aplaudir y vitorear.

—Te has tardado tanto en llegar, Brookie —habla Chris en un quejido—, Avery no me ha permitido comer nada.

—Comeremos todos juntos —ella le responde.

—Adrien hace rato que ha terminado —se queja el moreno.

—Adrien se pasa por el culo todo —Justin responde.

—¿Y por qué yo no puedo hacerlo?

—Atrévete y verás —mi amiga lo señala con el tenedor y él levanta las manos pidiendo paz.

Como es costumbre tomo asiento entre Avery y Matt quien ya me espera con un brazo recargado en el respaldo de mi silla.

—Estoy que me cago del miedo por hoy —siento su aliento rozar mi oreja y un escalofrío recorre toda mi columna vertebral incitándome a ponerme recta en el asiento.

—Yo ya he ido al baño dos veces, deduce como me siento —suelta una carcajada y ese sonido es suficiente para relajarme un poco.

—Me da...

—¡Brook! —Avery grita y se gira en su asiento para mirarme con los ojos muy abiertos y una emoción sincera en ellos—. He comprado algo para ti.

Se agacha y saca por debajo de la mesa una bolsa de color blanco con dos letras; una W y otra W invertida, casi como si se tratase de una M. La primera letra se encuentra en negro y la segunda en color dorado, puedo asegurar que he visto ese símbolo en algún lugar, pero justamente ahora no logro recordar de donde.

—No es mi cumpleaños —es lo primero que digo tomando con desconfianza la bolsa.

—Ya lo sé, cumples en julio —gira los ojos—. Es algo que he visto y lo primero en lo que pensé fue en ti. Ábrelo.

Su emoción me hizo recordar a un niño, ingenuo, feliz por abrir sus regalos de cumpleaños o de navidad.

—Está bien —siento las miradas curiosas de todos en la mesa y de a poco comienzo a abir la bolsa para terminar descubriendo que es una caja negra forrada elegantemente y con un listón rojo rodeándola y formando un bonito moño.

—Era para agregarle emoción al asunto —hace un gesto con la mano restándole importancia y sonrío ante sus palabras.

Me tomo el tiempo de acariciar la caja y sin perder más el tiempo tomo el inicio del listón para deshacer el moño, hasta que el sonido de la puerta siendo abierta provoca que deje la acción a la mitad y me giro buscando la fuente de donde proviene el ruido.

Una chica rubia entra sonriendo y haciendo resonar sus tacones de quince centímetros sobre el piso de la cafetería. Recibe la atención de todos en la estancia, incluso la mía, más aun cuando la reconozco.

Espero que pase de largo, pero con cada paso que da, la idea cada vez es más imposible. Tal vez Anne le habló del comportamiento de Avery ayer, pero de ser así no traería la sonrisa que esbozan sus labios pintados de rojo, que combinan estrategicamente con los instrumentos mortales que la hacen ver aún más alta, como de si una modelo se tratara.

Escucho como una silla chirria. Veo a Adrien levantarse y caminar hacia ella para tomarla del brazo, interrumpiendo su camino hacia nosotros. No sé si solo es a mi, pero percibo una extraña capa de tensión y algo me dice que algo no está bien.

Adrien se encuentra de espaldas hablando con la rubia, pero las comisuras de sus labios se elevaban aun más y aleja, en un gesto brusco, su brazo del agarre del pelinegro y continúa su camino hasta que solo se encuentra a un metro de distancia de mi.

—¿Me extrañaste, cariño?

Nadie contesta y miro a Justin y Chris esperando que alguno de ellos diga algo, pero no lo hacen, se mantinen con los ojos abiertos y más blancos que una hoja de papel.

—Me presento —ella mira a Avery primero y cuando su vista se posa en mí, permanece más tiempo ahí, sin borrar la escalofriante sonrisa de sus labios—. Madeline Ford, la prometida de Matt, un placer.

Y así, así es como siento que la vida que estaba comenzando a gustarme se cae a pedazos, siendo aplastados por los tacones de la prometida Matthew.



*******
Llego tarde, pero mejor tarde que nunca. Espero que les esté gustando la historia y que hayan pasado un hermoso día de San Valentín.

Gracias a quienes han llegado hasta aquí y a quienes se nos han estado uniendo en esta aventura. Oficialmente la historia comienza, disfruten lo que se viene.

Dejen su estrellita y comentarios para saber si les gusta la historia, ya saben que amo leerlos.

Les mando un abrazo enorme. Muaaaak 🤍

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