PROMETEME UNA COSA

By IsTaSa

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-¡ISABELLA! -¿Diego? -espera...por favor, espera -¿que haces acá? ¿como lograste entrar? -eso no importa -per... More

sinopsis
CAPITULO 1
CAPITULO 2
CAPITULO 3
CAPITULO 5
CAPITULO 6
CAPITULO 7
CAPITULO 8
CAPITULO 9
CAPITULO 10
CAPITULO 11
CAPITULO 12
CAPITULO 13
CAPITULO 14
CAPITULO 15
CAPITULO 16
CAPITULO 17
CAPITULO 18
CAPITULO 19
CAPITULO 20
CAPITULO 21
CAPITULO 22
CAPITULO 23
CAPITULO 24
CAPITULO 25
CAPITULO 26
CAPITULO 27
CAPITULO 28
CAPITULO 29
CAPITULO 30
CAPITULO 31
CAPITULO 32
CAPITULO 33
CAPITULO 34
CAPITULO 35
CAPITULO 36
CAPITULO 37
CAPITULO 38
CAPITULO 39
CAPITULO 40
CAPITULO 41
CAPITULO 42
CAPITULO 43
CAPITULO 44
CAPITULO 45
CAPITULO 46
CAPITULO 47
CAPITULO 48
CAPITULO 49
CAPITULO 50
CAPITULO 51
CAPITULO 52
CAPITULO 53
CAPITULO 54
CAPITULO 55
CAPITULO 56
CAPITULO 57
CAPITULO 58
CAPITULO 59
CAPITULO 60 - FINAL
EPILOGO
ESPECIAL EXTRA
TU NO CUMPLISTE TU PROMESA
¡AVISO!
COMUNICADO

CAPITULO 4

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By IsTaSa

-          Upss – sonrió inocentemente

Se dio media vuelta y subió las escaleras hasta el salón. Yo me levanté del suelo con ayuda de Tatiana y me acomodé el uniforme mientras me lo sacudía.

-          ¡Oye! – rugió Elizabeth. Obviamente enfadada - ¡¿Qué te pasa, estúpida?!...¡tú…!

-          ¡señorita Johnson! – regañó la auxiliar que caminaba cerca de nosotras – modere su vocabulario. Una dama como usted no debe…

-          Hablar groserías – imitó su voz- ya lo sé, ya sé. No me lo tiene que recordar.

Cuando la auxiliar se marchó, todas me miraron preocupadas. Les sonreí y le quité importancia a lo que acababa de pasar. Recogí los restos de mis anteojos y los tiré a la basura. Iba a tener que volver al oculista para que me dé unos nuevos, otra vez.

Seguramente se preguntaran ¿Por qué no hemos acusado a las huecas con la auxiliar? Pues, la respuesta es muy sencilla: no nos creen. Como la familia de Luciana, Vanessa y Anahí tienen mucho más dinero y poder (sobre todo influencia) les creen todo a ellas. O al menos, solo los profesores y auxiliares, el director si nos trata a iguales cada vez que llegamos a su oficina cada vez que hay un encuentro mano a mano de Elizabeth y Luciana.

Llegamos al salón cinco minutos antes de que llegara el profesor de literatura con los exámenes bimestrales de física.

-          Buenos días, chicos – nos saludó

-          Buenos días, profesor – respondimos todos al mismo tiempo

-          Siéntense, por favor – obedecimos – bien, saquen sus cartucheras para que…

-          Disculpe profesor – lo cortó una voz que jadeaba - ¿puedo pasar?

Miramos a la persona parada en la puerta. Era Ana.

-          Pase, pase.

-          Gracias – respondió aliviada

Caminó hasta que llegó a su lugar, justamente delante mío y al costado de Elizabeth.

-          ¿Qué pasó? ¿Por qué llegaste tarde? – le susurró Elizabeth

-          Es que…

-          ¡Señoritas! – les llamó la atención el profesor - ¿tienen algo importante que hablar? Porque si es así por favor retírense del salón.

Ana y Eli se quedaron calladas y bajaron la mirada avergonzadas. Unas risitas llamaron mi atención. Eran las odiosas huecas burlándose de mis amigas. Está claro que ellas estaban gozando del momento.

-          Muy bien, como estaba diciendo…saquen sus cartucheras, mochilas cerradas y en el piso. Ya vamos a comenzar el examen.

Exámenes bimestrales. Cada dos meses hacen evaluaciones de todos los cursos para poder ver nuestro rendimiento académico. En una parte es bueno, porque así sabremos que tal vamos; pero, por otra parte, es malo, porque los resultados los publican en el pasadizo donde se encuentran los cuatro salones del mismo grado y los ponen en nuestra libretas de notas.

-          Pueden comenzar

Tras la indicación del profesor, todos volteamos las hojas y comenzamos a resolver.

“pásate la dos, pásate la cinco” se susurraban mis compañeras en la parte de atrás del salón, que es justamente en la parte donde me siento con mis amigas. La verdad es que es divertido observar como los alumnos, a la hora del examen, hacen hasta lo imposible por poder aprobar. Una de esas cosas es poder sacar el cuaderno del curso a escondidas del profesor, o hacer pequeñas anotaciones en una hoja diminuta donde cada uno entiende lo que ha escrito. El profesor está demasiado ocupado sentado en el escritorio que esta frente a todos los asientos, leyendo un libro de no sé qué cosa, como para darse cuenta de lo que estamos haciendo. Justo cuando puedo respirar tranquila por haber acabado el examen, el profesor grita:

-          ¡Bien! – nos sobresaltó a todas.- el examen termino. Bajen los lapiceros  entreguen sus exámenes.

Un gran “NO” se escuchó por parte de todas mis compañeras.

-          ¡ya! ¡paso a recoger los exámenes en el primer asiento de cada fila!

Rápidamente todas comenzaron a escribir lo que sea en el examen con tal de rellenar los espacios en blanco que les quedaban. Los exámenes comenzaron a pasar de atrás hacia adelante. El profesor los recogió y se sentó en su asiento para ordenarlos.

-          ¿Cómo les fue? – preguntó Elizabeth

-          Excelente – exclamó Ana – estoy segura que obtendré un 19 por los menos

-          Yo doy para un 15 – dijo Tatiana

-          Yo un 13

-          Siempre dices eso, Sandra – le sonreí – al final terminas con 16 o 17

-          Bueno, pero la física no se me da mucho- dijo con una mueca - ¿y tú Isa? ¿Cuánto crees que saques?

-          Mmm…un 16 o 15. No lo sé. ¿Eli?

-          No sé. Creo que voy a reprobar.

Elizabeth es una excelente amiga y consejera, pero cuando se trata de estudios, no es la mejor que digamos. Saca bajas notas y siempre tiene que venir a las clases de verano para poder pasar de año.

Seguimos conversando hasta que llegó la profesora de matemáticas con el examen de Religión. Nuevamente lo mismo. Susurros, plagios y llamadas de atención por parte de la profesora pidiéndonos silencio. Ella es mucho más estricta que el profesor de literatura. Resolvimos el examen hasta que tocó la campana que anuncia el inicio del recreo.

¿saben? Se supone que el recreo es para poder relajarse y divertirse para luego poder seguir con las clases del día. Pero, eso es prácticamente imposible si solo te dan de 15 a 20 minutos diarios. El recreo debería durar por lo menos una hora entera, aunque creo que nunca tendremos suficiente parte del tiempo para relajarse y poder estar con nuestros amigos.

-          ¿me acompañan al baño antes de que termine el recreo?

-          Claro, vamos

Acompañamos a Tatiana al baño y aprovechamos para usarlos nosotras también. Cuando todas estábamos lavando las manos, la puerta del baño se abrió.

-          Vaya, vaya. – Luciana entró con las manos en la cintura seguidas por Anahí y Vanessa – miren, chicas. El baño se lleno de peste – dijo con desagrado – ay, perdón…eran ustedes- sonrió inocentemente – la santa – me miró – la tardona – miró a Ana – la arrastrada – miró a Sandra

-          Miren quien viene a hablar de ser arrastrada – dijo Sandra presionando las manos en su espalda tratando de controlarse

-          la regalona – continuó mirando a Tatiana e ignorando a Sandra

-          El que me sepa vestir bien no significa que sea una puta, como si lo son otras – se defendió Tatiana mirándola de arriba abajo con las manos en las caderas y apoyándose en un solo pie

-          y por supuesto, la retrasada mental – miró a Elizabeth

-          ¡¿Qué dijiste?! – gruñó Elizabeth

-          Ah, ahora también eres sorda – se burló Anahí

-          Escúchenme bien, huecas estúpidas – encaró Eli – no se metan con nosotras porque van a salir perdiendo

-          A nosotras no nos amenaces, idiota

Esto no va a salir nada bien. Lo sé. La mirada de Elizabeth así lo dice.

-          Entonces tú tampoco vengas a insultarnos a nosotras, pero creo que esta más que claro que una hueca como tú no entiende el significado de la palabra “respeto”

-          Ay, escucharon chicas. La burrita se reveló. Me impresiona que sepas algo más que no sea tu nombre, retrasada – se burló Luciana

-          Arg….te vas a arrepentir – gruñó al tiempo que se abalanzaba sobre la hueca

Ambas cayeron de bruces al suelo. Elizabeth encima de Luciana. Ambas gruñían y gritaban mientras se jaloneaban el cabello y se arañaban la cara.

-          ¡Eli! – grité desesperada - ¡ya basta! ¡por favor!

-          ¡hagan algo! – gritó Vanessa horrorizada – se va a malograr la manicura – dijo dramáticamente

-          ¿es enserio? – preguntó Anahí incrédula - ¿te preocupa eso? Se van a matar

-          Chicas hagan algo – miré a mis amigas

-          Déjalas, si nos metemos allí no vamos a poder frenar el impulso de golpear a esa hueca – respondió Tatiana.

-          ¡vamos, Eli! – la animó Sandra - ¡tú puedes!

En eso Luciana lanzó un grito de dolor. Elizabeth le había arrancado un mechón de sus extensiones de cabello.

-          ¡eso! – siguió Sandra

-          ¡dale mas, Eli! ¡dale duro! – gritó Ana

Miré con incredulidad a Ana. Acababa de gritar animando a Elizabeth. ¿Cuándo ella hacia eso?

-          ¿Cómo…? – susurré mirándola

-          ¿Qué? – preguntó confundida

-          ¡ay! ¡suéltame! – chilló Luciana

-          ¿haber pues? Defiéndete ahora hueca hipócrita- gruñó Elizabeth entrecortadamente

Esto no va a salir nada bien, en muchos sentidos. Me siento totalmente impotente en esta situación. No sé cuanto tiempo ha pasado desde que comenzó la pelea. Lo único que sé es que ni una ni otra van a salir ilesas de esto.

Me acercó hasta donde esta Elizabeth y la cojo de la cintura con toda la fuerza que puedo reunir en mis delgados brazos y trato de apartarla de encima de Luciana, pero Elizabeth es más fuerte que yo, logra apartarme de un empujón provocando que me estampe contras la puerta de una de las cabinas de los baños.

-          ¿estás bien? – pregunta Tatiana acercándose rápidamente a mi

-          S-si – el golpe a quitado todo el aire de mis pulmones – sí, estoy bien

Me pongo de pie con una mueca de dolor y la puerta principal del baño se abre de golpe.

-          Pero…¡¿Qué demonios está pasando acá?! – ruge la auxiliar con la cara totalmente descompuesta

-          ¡auxilio! ¡ella está loca! – gritó la hueca, como siempre, haciéndose la inocente

-          ¡señoritas! – tocó su chillante silbato - ¡sepárense inmediatamente!

-          ¡ayúdeme! –suplicó Luciana

-          ¿y ustedes que hacen ahí paradas? – nos gritó la auxiliar – ayúdenme a separar a sus compañeras.

Obedecimos sin decir una sola palabra. Nosotras agarramos a Elizabeth quien estaba completamente enojada y las huecas junto con la auxiliar levantaron a Luciana, quien lloraba a mares. Sí, claro. ¿ella llorando? Que se vaya a otro perro con ese hueso.

-          A la dirección inmediatamente – nos dijo la auxiliar - ¡¿Qué esperan?!

Salimos del baño y caminamos hasta la dirección del colegio

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