Irremediablemente Tú y Yo

By newromaantic

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Ella era sinónimo de tranquilidad, inteligencia y responsabilidad, mientras él era el caos, la rebeldía y la... More

Sinopsis y advertencias
0. Prólogo.
1. New Romantics.
2. Gorgeous.
3. Blank space.
4. Red.
6. Tolerate it.
7. My tears ricochet.
8. I knew you were trouble.
9. Begin again.
10. I did something bad.
11. It's nice to have a friend.
12. False god.
13. Sparks fly.
14. Untouchable.
15. The 1.
16. Holy ground.
17. Mr. Perfectly fine.
ESPECIAL HALLOWEEN
18. ...Ready for it?
19. Stay, stay, stay.
20. I think he knows.
21. Treacherous.
22. End game.
23. State Of Grace.
24. Our song.
25. Crazier.
26. Ours.
27. Hey Stephen.
28. Snow on the beach.
29. I can see you
30. So it goes.
31. Call it what you want
32. Marjorie.

5. Wonderland.

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By newromaantic

"We found Wonderland
You and I got lost in it and we pretended it could last forever".

—Taylor Swift (2014). 1989.


BROOK

—De verdad pensé que irías a la fiesta de hermandad —rompo el silencio cómodo que se ha formado dentro del auto de Matt—. Adrien fue quien...

—Adrien debe estar tan ocupado con Lauren que ni siquiera notará mi ausencia.

La mención de la pelirroja hace que exponga una de las tantas ideas que tenía en mente.

—Al principio, creí que ellos dos tenían una relación —su carcajada provoca que incline la cabeza para mirarlo.

—Adrien no tiene relaciones, Brook. No ha tenido una en bastante tiempo y tampoco creo que esté cerca de tenerlo —se concentra en el camino y gracias a ello no logra ver como pongo los ojos en blanco. Era exactamente la respuesta que me esperaba.

—Lo aprecias mucho ¿verdad? —despega los ojos de la carretera para mirarme solo unos segundos antes de regresar la vista.

—Hago mucho más que apreciarlo. Ha sido mi mejor amigo desde que tengo memoria.

Matt, Chris, Justin y Adrien son buenos amigos por lo que he notado, pero por lo que Avery me ha contado, Matt y Adrien son algo más que amigos. Prácticamente han crecido juntos desde que eran bebés, comparten un lazo sumamente fuerte, lo que fácilmente los convierte en una especie de hermanos.

Sé que Adrien no es un tipo malo, y lo sé por lo mucho que sus amigos lo aprecian, solo que simplemente él y yo no logramos congeniar y está bien, no siempre puedo llevarme bien con todos, además, me alegra saber que Matt tiene a alguien que lo apoya incondicionalmente.

—¿Y tú? ¿Dejaste a alguien importante en Dallas?

Sip, en conversaciones anteriores ya hemos tocado ese tema. Acerca de los miles de kilómetros que dejé atrás.

—Además de mi familia, no —coloco las manos sobres mis muslos para evitar moverlos demasiado.

—¿Ni un amigo? —niego—. ¿Novio? —vuelvo a negar, soltando una pequeña risa—. ¿Amigo con derechos?

—¡Mierda no! ¿Quién te crees que soy? —se ríe pidiendo disculpas.

—¿Nada de nada?

—No era la persona más amigable del mundo —me sincero—. Tenía compañeros de clase con los que me llevaba bien, pero no puedo considerarlos amigos. Así que no.

—Eso es bueno, entonces —frunzo el ceño. ¿Cómo no tener amigos puede ser bueno?—. Digo, no hubo alguien que te retuviera allá.

—Aunque lo hubiera, es mi futuro del que estamos hablando, nadie más que yo tiene derecho a intervenir —respondo segura.

Si hay algo en lo que más seguridad tengo, es en mi futuro y en lo que quiero ser. Nada, ni nadie tiene permitido cambiar mis planes, no otra vez.

—Me encanta la forma en la que piensas.

Sonrío mirando al frente.

—Supongo que gracias —me relajo un poco, moviendo el brazo hasta colocar mi codo derecho sobre la ventana y mi cabeza sobre la palma de mi mano—. ¿Sabes? Nunca había ido a los bolos —confieso un poco apenada, sin apartar la vista del auto que va frente a nosotros.

—Entonces me alegra ser el primero con el que compartas la experiencia.

Suelto una risita, y es que a mi también me gusta la idea de que él sea el primero con el que comparta algunas primeras veces.

El trayecto es rápido y en menos de 10 minutos el auto se detiene en el enorme estacionamiento del centro comercial, lugar que ya había visitado en la última semana junto a Avery y Justin. Es la tercera vez que salgo del Campus, y la idea de comenzar a conocer algunos lugares de la ciudad me llena de emoción.

Caminamos juntos hasta la entrada del lugar y mis pensamientos se detienen al notar a toda la gente que hay, caminando de aquí para allá, mientras una canción de Dua Lipa se reproduce de fondo.

—Por aquí —Matt le da un toque a mi espalda lo suficientemente pequeño como para apenas notarlo.

Me enderezo siguiéndolo.

Vamos Brook, compórtate, pareces una tonta que jamás había visitado un centro comercial.

Reduce sus pasos y me acomodo a su lado.

—Matthew —un chico se ojos celestes lo saluda cuando entramos a un salón enorme—. Hace mucho que no venías por aquí.

—No demasiado si eres capaz de recordarme —Matt palmea ligeramente la espalda del chico.

—No eres alguien fácil de olvidar —le guiña un ojo y entiendo aquello, me remuevo incómoda, causando que el tipo suelte una carcajada.

—¿Puedes prestarnos unos pares de zapatos a mi amiga y a mi? —el chico deja de reír y asiente ofreciéndome una sonrisa amigable.

Después de darle mi numero de calzado comienza a buscar un par para cada uno y entramos al lugar, directo a unos sofás de distintos colores que se encuentran esparcidos.

—¿Algo de beber? —me pregunta el castaño.

—Una coca cola está bien.

Se aleja y lo observo platicar con una chica en el área de comida. Minutos después regresa conmigo y se sienta a mi lado.

—¿Al menos lo has intentado? —señala las pistas y niego. Luego me concentro en unos chicos que ya están jugando a unos metros de nosotros.

—Presiento que seré un asco —miro a Matt, quien no evita la risa ronca que sale de su garganta.

—No seas pesimista.

—Soy realista.

—Ven, vamos —toma mi mano y me obliga a levantarme. Se posiciona al inicio del pequeño caminito que lleva directo a los diez pines colocados perfectamente en un triángulo invertido—. Primero debes escoger una bola adecuada, ya sabes, debe ser un poco pesada, pero no demasiado como para que se te dificulte cargarla.

Prueba con algunas bolas hasta que elige una morada.

»Generalmente empiezas caminando con el pie derecho —explica realizando los pasos y facilitando mi comprensión. Falla debido a sus movimientos lentos, pero en la siguiente lo hace más rápido y logra tirar 8 bolos.

Lo hace unas veces más, hasta que las ganas por intentarlo me sobrepasan.

—Ya va, quiero intentarlo —escojo una bola y hago a un lado a Matt para que no me estorbe—. No debe ser tan difícil.

Respiro profundo antes de seguir sus pasos y, cuando cruzo un pie tras el otro, suelto la bola que va directo a la orilla sin siquiera acercarse a los bolos.

Se veía tan fácil.

Suelta una carcajada y me enderezó colocando las manos en mis caderas. Estudio el camino que siguió la ultima bola y frunzo el ceño al darme cuenta de lo chueca que se fue.

—Si quieres puedo seguir... —Matt intenta acercarse, pero levanto un mano para que se detenga.

—No, lo haré de nuevo —en ningún momento quito la mirada de los 10 bolos que se han convertido en mi nueva presa.

Tomo otra bola y enfoco mi objetivo intentando muchas veces más, fallando catastróficamente y provocando las risas de mi compañero.

Esto no es nada fácil. Malditos bolos.

—¿Segura que no...

—No —lo interrumpo.

Tomo una bola entre mis manos y mido su peso. Perfecto. Me pongo en posición, dispuesta a tirar todos los bolos esta vez.

Ya estoy caminando hacia mi objetivo cuando el castaño a mi lado decide soltar las siguientes palabras:

—Lamento ser yo quien tenga que decírtelo, pero eres horrible en esto.

Mi concentración se esfuma al igual que la bola de mis manos cuando esas palabras salen de su boca y me giro indignada, dispuesta a reprocharle, hasta que escucho el ruido de los bolos cayendo.

Vuelvo mi vista y...

—Lo hice —la incredulidad que posee mi voz es el claro ejemplo de como me siento—. ¡Lo hice! —grito, esta vez emocionada—. ¿Viste eso?

Me giro golpeando su pecho y dando pequeños saltitos.

Asiente conteniendo la risa.

»Esto es facilísimo —echo mi cabello sobre mi hombro—. Dame otra bola.

No puedo dejar de sonreír y al tirar la siguiente vuelvo a hacer que todos los pines caigan.

Brinco en mi lugar.

—Joder, soy buenísima en esto —el orgullo y la emoción me sobrepasan.

—Suerte de principiante —bromea.

—Para nada, el talento está en mi sangre—me defiendo.

Nuestras risas llaman la atención pero ninguno de los dos le da importancia, y así pasamos el resto de la noche; jugando, comiendo, y disfrutando de la presencia del otro.

—El alumno superó al maestro —canturreo con el corazón latiendo fuerte contra mi caja torácica, una vez salimos del establecimiento en el que debimos pasar casi 3 horas.

—De saber que te burlarías de mi después de haberte enseñado a jugar, jamás lo hubiera hecho.

—Te irás al cielo Matt. Haz hecho que una novata aprendiera a jugar boliche y que en tan poco tiempo lo hiciera como una profesional.

—Merezco un premio ¿no lo crees?

—¿Ir al cielo no es suficiente? —pregunto, tratando de no reír.

—¿Qué tiene el cielo de especial?

—Debe ser hermoso. Me lo puedo imaginar con ángeles de aquí por allá, caminando sobre nubes... —suelto una pequeña risa, apenada—. Es estúpido, lo sé.

Niega y levanta su mano. No entiendo lo que pretende comunicar hasta que lo veo a los ojos y estos me señalan su mano, que se sacude como si estuviera pidiendo algo. Lo capto. Con un poco de nerviosismo levanto la mía y la junto con la de él. Matt se ríe y entrelaza nuestros dedos, apretando mi mano y generando que el nerviosismo vaya disminuyendo de a poco, pues su toque es cálido y fuerte, como si supiera perfectamente lo que está haciendo.

—Tengo otro concepto de cielo.

Su respuesta me genera curiosidad y no me aguanto las ganas de preguntar.

—¿Cuál?

Levanta nuestras manos unidas y me las enseña como si fuera lo más obvio.

—Tú, Brook, y todo lo que tenga que ver contigo. Eres lo más cercano al cielo que he conocido.

No, definitivamente no me esperada esa respuesta, así que me quedo callada unos segundos sin saber que contestar, y luego digo lo más estúpido que he dicho alguna vez.

—¿Siempre eres así de cursi? —me arrepiento al instante en que esas palabras salen de mi boca.

Lo he arruinado, pienso. Pero la risotada que suelta me deja aun mas confundida.

—La verdad es que no —deja de verme y mira al frente con la diversión plasmada en su rostro—. Suelo ser un idiota en mis tiempos libres, pero ser cursi contigo suena como una mejor idea.

El corazón se me apretuja un poco y siento pequeñas cosquillas dentro de mi estómago. Esta vez no puedo evitar la sonrisa boba en mi rostro.

—Entonces puedo dejar de ser una anti-cursilerías la mayor parte de mi día y comenzar a aceptar las tuyas sin ningún problema.

Lo he dicho.

—¿Estas declarando abiertamente que puedo coquetear contigo?

Siiii.

—Talvez —me encojo de hombros mirando las tiendas como si fueran lo más interesante que he visto en mi vida. Siento su mirada en mi rostro, pero no soy capaz de mirarlo de vuelta.

—Lo tomaré como un sí.

Ambos reímos.




*****

—Ella planeó quedarse despierta toda la noche para ver a Santa Claus y no tuve de otra que acompañarla. Obviamente nos quedamos dormidas y al día siguiente ya estaban los regalos bajo el árbol, pero Cassy afirmaba que vió a Santa e incluso platicó con él. Tuve que decirle que no existía y dejara de ser una chismosa. Pase navidad castigada.

—Veo que siempre has sido tan cruel —su comentario elimina toda la concentación que tenía en mi helado y en mi historia.

—Oye —le doy un empujón y se queja en voz baja—. Yo no soy cruel, solo no soporto a la gente chismosa y mentirosa.

—Pero ¿era necesario romper las ilusiones de una niña de 9 años?

No, no lo era. Admito que si me pasé.

—Fue su culpa —me encojo de hombros dandole una lamida a mi helado de vainilla.

—Eres todo un caso.

—Se supone que deberías ser cursi conmigo y justo ahora me siento ofendida —me quejo.

—Jamás dije que fueras un caso terrible ¿o si?

—Dijiste "caso", lo que fácil puede traducirse a algo negativo —niega y veo que comienzo a exasperarlo.

—Eres todo un caso, Brook, pero uno hermoso —sonrío por el cambio de palabras.

¿Desde cuando me gusta la cursilería? Juraba y perjuraba que las parejas cursis me daban asco. Nunca me han gustado las palabras bonitas, pero talvez solo las había recibido de personas incorrectas, personas que nunca habían logrado llamar mi atención, y luego está este tipo, que me hace desear que cada palabra rosa que sale de su boca sea para mi.

—¿En tus planes tenías hacerme engordar? —pregunto cambiando de tema y para que no note el leve sonrojo que mi rostro comienza adquirir.

—En mis planes no tenía comprar helados, palomitas, dulces y toda las cosas que compraste, pero tu los querías.

—Los autocinemas son para comer, Matt, no para ver películas.

Meto la mano en la caja de palomitas de maíz con caramelo que me compré y agarro un puñado para comérmelas, intercambiando una palomita y una lamida a mi helado.

—Eso es asqueroso —hace una mueca.

—No sabes lo que dices —trago por completo—. Prueba un poco.

—No, no quiero pasarme el fin de semana en el baño.

—Eres un exagerado. Sabe delicioso —tomo la caja de palomitas y la empujo hacia él, para que tome un poco y luego le hago una seña para que le de una probada a su helado.

Mastica y saborea todo.

»¿Y bien? —me remuevo en mi asiento para poder mirarlo mejor.

—No puedo mentirte de esta manera —el asco en sus fracciones es evidente y un poco de desilusión se asienta en mi pecho—. No es horrible, pero definitivamente no es algo que comería por cuenta propia.

Bufo y le arrebato las palomitas para ponerlas entre mis piernas. Estoy sin zapatos y sentada al estilo indio en el asiento del copiloto del auto de Matt, afortunadamente no es de las personas que cuidan su auto como si de un hijo se tratara.

Hemos dejado de prestarle atención a la película casi desde que comenzó y es que me resulta más interesante escuchar cualquier tontería que salga de su boca, así como me encanta la risa ronca que emite cada que se ríe por cosas que digo.

—No puedo convivir con personas que no sepan apreciar los buenos gustos.

—Dale a probar a cualquier persona eso y verás que el de los malos gustos aquí no soy yo.

Arrugo un poco la nariz, pues creo que de cierta manera tiene razón, siempre he tenido gustos raros, pero eso es algo que no admitiré en voz alta y menos frente a él.

—Se lo daré a Avery, ya verás que le encantará.

—Lo dudo —habla con seguridad.

Sin otra cosa que agregar termino enseñándole la lengua para luego levantarme y estirarame hacia la parte trasera del auto. Termino pasando todo mi cuerpo por el pequeño espacio entre los dos asientos delanteros y me acomodo en los asientos traseros, rodeada de toda la comida que compramos. Vuelve a reírse de mi, pero lo ignoro acomodando mi cabello tras mi oreja y comezando a urgar entre las bolsas.

Encuentro las papitas y abro el empaque para comenzar a comérmelas. Puede que sea muy tarde para esto, pero estar despierta tan tarde hace que me de hambre.

Un flash me sorprende y me deja confundida por un instante. Levanto la cabeza hacia el culpable, quien tiene su celular frente a mi rostro.

—Borrala —es lo primero que digo.

—¿Porqué? Sales bien —gira el celular y me muestra la pantalla donde claramente no luzco bien mientras me atraganto con la bolsa de papas.

—No soy muy fotogénica y odio verme en fotos.

—Para no ser tan fotogénica realmente luces genial.

Intento quitarle el celular pero lo aleja lo suficientemente rápido como para no lograr mi cometido y, en vez de guardalo, comienza a sacarme más.

—Matt —me quejo tratando de cubrir mi rostro, pero sin poder evitar que la situación me cause risa.

—Brook —responde—. Vamos, regalame una sonrisa.

Odio sonreír para las fotos, pero sus flashes no se detienen y sé que no lo harán si no le doy lo que quiere. Decido dejarme llevar y alejar la mano de mi rostro, mostrándole la sonrisa que desea ver, pero se siente tan natural que la incomodidad nunca llega.

—¿Ves? No era tan dificil —tira su celular al asiento del copiloto y yo saco el mío.

—¿No crees que estoy en desventaja? —le muestro mi celular.

—Vamos, toma las que quieras —su respuesta me sorprende un poco, pero no pierdo el tiempo en preguntarle si lo dice en serio cuando ya estoy con la cámara preparada.

¡Claro que tomaría las que quisiera!

Él a diferencia de mi, sonríe sin ningún tipo de incomodidad, hace diferentes tipos de poses y me divierto cada que su rostro se distorsiona en muecas graciosas.

Las carcajadas inundan el interior del auto y no me importa el hecho de sea más de medianoche. Estoy disfrutando de su compañía y me alegro tanto por mi misma el haber aceptado su invitación, que espero con todas mi fuerzas no fuese la ultima.



*******

La vibración de mi celular repiquetea en algún lugar y con las manos intento tomarlo de la mesita de noche, pero mis manos chocan con algo diferente. El ruido cesa solo unos segundo antes de volver a vibrar.

Un quejido me hace fruncir el entrecejo, porque claramente yo no lo hice.

—Apaga esa mierda, Brook —la voz me deja helada. Ay no—. Brooook.

Con el corazón latiendo fuertemente en mi pecho me levanto de donde sea que estaba acostada y torpemente comienzo a indagar de donde proviene el sonido. Encuentro mi celular bajo el asiento del conductor y contesto la llamada sin ver quien es.

—¿Hola?

—¿Has visto la hora que es, señorita? —la voz de Avery es lo primero que escucho—. Pense que habías salido a desayunar, pero tu cama está hecha ¿Dónde estás, Brook? No. Más bien ¿Dónde pasaste la noche?

—Yo... yo... —balbuceo.

No recuerdo ni siquiera que fue lo que preguntó.

—¿Con quién estás? —pregunta con curiosidad.

Me tallo los ojos y comienzo a estirar las manos para desperezarme.

—Tantas preguntas me están dando jaqueca, Avery. Es sábado ¿porqué molestar tan temprano? —esa voz evidentemente no es mía.

—¿Matt? —la confusión con la que habla mi amiga es casi similar a como yo me encuentro—. ¿Que haces con... —la exclamación exagerada me hace sonreír solo un poco—. ¡Pasaron la noche juntos!

Oigo un chillido y borro la sonrisa de mis labios.

—Están juntos, joder ¡durmieron juntos! —suena como si hubiera tapado la bocina para que no pudiera escuchar lo que dice, pero sus gritos hacen imposible que eso pase—. Maldita sea. Tuvieron más acción que nosotros cuatro juntos.

¿Nosotros cuatro?

—Podemos escuchar todo lo que dices ¿sabes? —Matt suelta un bostezo y levanta sus brazos, estirandose—. No seas tan gilipollas Avy, Molestar tan temprano se te da tan bien.

—Callate, hijo de puta —la voz de Chris se escucha desde el otro lado de la línea, un poco más fuerte de lo que mis oídos pueden soportar a tan temprana hora del día, por lo que tengo que alejar el celular de mi rostro—. Ya veo porque no quisiste acompañarnos anoche. Además, faltan minutos para el medio día, imbécil.

Ahora si abro mis ojos de par en par y caigo en cuenta de que en efecto, el sol esta en su máximo esplendor.

Observo el lugar en el que me encuentro. Estoy en los asientos traseros del auto de Matt, rodeada de envolturas de dulces y comida chatarra, el castaño se encuentra en el lado del conductor, acostado en su asiento un poco inclinado hacia atrás y con uno de sus brazos sobre su rostro.

—¿Están en condiciones de desayunar con nosotros? También acabamos de despertar —la voz de la cordura se hace presente.

—¿O es que les apetece un mañanero? —Chris suelta un carcajada y luego un quejido.

—Rubio, me lastimas.

—¿Brook? ¿Matt? —Justin vuelve a hablar.

—Yo he... —no sé que decir.

—Mándanos la ubicación, vamos para allá.

—Vale —se escuchan algunos murmurllos y risas de fondo—. Los esperamos.

Termina la llamada y no entiendo que es todo lo que acaba de pasar.

—Buenos días —caturrea el castaño, aún con el brazo sobre el rostro.

—Buenos días —suelto un quejido antes de volver a tirarme en el asiento.

Me mantengo en los asientos traseros tratando de acomodar mi ropa y limpiar un poco el desastre que hay, mientras Matt se acomoda en su lugar y pronto nos encontramos fuera del autocinema.

Se detiene en una farmacia y aprovecho para entrar a uno de sus baños y asearme un poco. Cuando digo "asearme" me refiero a desenredar mi cabello tanto como mis dedos me lo permiten, lavar mi rostro, quitando todo rastro de maquillaje, y cepillar mis dientes con el cepillo y pasta que compré.

Una vez lista, agradezco a la señora que atiende el lugar y me apresuro al auto donde Matt ya me espera.

—¿Lista?

—No tanto como me gustaría, pero si.

Pone en marcha el auto y minutos después estaciona frente a un restaurante que a simple vista se nota lujoso, es de 4 pisos y con una terraza al final.

Matt sale dispuesto a abrir mi puerta, pero me le adelanto, bajando de un brinco.

Una persona nos recibe y parece reconocer a Matt pues nos deja entrar sin poner peros.

El castaño coloca su mano en mi espalda baja, lo que provoca un pequeño estremecimiento de mi parte, pues me he dejado la chaqueta en el auto y ahora solo traigo un top rosa que deja a la vista esa parte de mi piel.

Trato de ignorar lo nerviosa que me pone y lo sigo al elevador del lugar. Presiona los botones y rápidamente nos encontramos subiendo hasta el ultimo piso.

Las puertas metálicas se abren y dan paso a la enorme terraza del lugar que tiene una vista estupenda a la ciudad. El sol no es un problema, pues hay un techo sostenido solo con pilares, pero claramente el lugar no cuenta con paredes.

Hay mesas rodeadas de sofás que se notan cómodos y varios están siendo ocupados. Distingo –al final de todas las mesas– el cabello rubio de Justin y los pequeños rulos negros de Chris. También notan nuestra presencia, pues todos se giran a mirarnos.

Las sonrisas cómplices y miradas sugerentes no se hacen esperar mientras caminamos hacia ellos. Pongo los ojos en blanco en un gesto que hace notar lo poco agradable que resultan.

Por una extraña razón mi cuerpo se tensa cada vez que nos acercamos a ellos, no entiendo porque hasta que desvío levemente la vista hacia la única persona que no ha dicho nada. Tiene la vista fija en el lugar donde reposa la mano de Matt y me embargan unas ganas tremendas de alejarla de mi cuerpo. Entonces eleva la mirada y ahí están de nuevo, los azules y gélidos ojos del tipo que me detesta.

Gracias a la mano de Matt es que no me quedo estática, de ser por mi ya hubiese salido corriendo del lugar. Me guía hasta los sofás y me invita a sentarme justo a lado de Avery y él a lado mío.

La castaña es la primera en hablar, sin borrar la boba sonrisa de su rostro.

—Entonces, ¿ustedes dos... —hace un gesto con los dedos índices de ambas manos, como si estos estuviesen uniéndose.

—¿Se han enrollado? —Chris es más directo.

Estoy por contestar, pero el rubio del grupo se me adelanta.

—Déjenlos en paz, no sean pesados —ese por supuesto es Justin, el tipo que últimamente me agrada incluso más que Avery.

—Si nos hemos enrollado o no, es nuestro problema y ustedes no tienen porque estar enterados —Matt habla por los dos, cosa que agradezco, pero no tanto por lo que ha dado a entender.

—Ese es un claro si —mi amiga asiente sonriendo, tomando el vaso de agua frente a ella y dándole un largo trago.

—¿Y? —la pregunta sale de la boca de quién menos lo esperaba—. ¿La pasaron bien?

—La verdad es que si —mi voz suena más segura de lo que en realidad me siento y no tengo idea de porqué diablos he hablado—. Nos divertimos bastante. Matt es un buen maestro y yo soy una buena aprendiz.

Me volteo levemente hacia el mencionado quien ya tiene una sonrisa en el rostro, mientras recuerdo lo buena que fui en los bolos.

El resto se aclara la garganta y me da la impresión de que están tratando de no reír.

—Puedo notarlo, no siempre amanece de tan buen humor —Adrien mira de reojo a su amigo y este le muestra su dedo corazón, antes de levantarse.

—Iré por algo de desayunar —me avisa Matt—. ¿Quieres algo en específico?

—Lo que decidas está bien —le sonrío.

Asiente de acuerdo y se aleja hacia donde varias personas están haciendo atendidas.

No pasa ni un minuto cuando Adrien se levanta abruptamente y lo sigue. Sin poder evitarlo los observo hablar y por lo que veo no es de algo agradable, pues las expresiones de Adrien denotan enojo y las de Matt ¿frustración?

Por último veo negar al pelinegro antes de que ambos se giren y me atrapen mirándolos. Me sonrojo un poco y aparto la vista al resto de mis amigos.

—¿A que si, Brook? —Chris me pregunta.

Sonrío asintiendo sin saber de que habla.

En cuestión de segundos veo a Adrien sentarse de vuelta en su lugar, me mira un momento y decide que es buena idea ocupar el lugar de Matt, pues se sienta tan cerca de mi que puedo sentir su pierna rozar la mía.

Los nervios se acentúan en la parte inferior de mi estómago y miro al resto de nuestros amigos en busca de ayuda, pero están tan concentrados charlando con una pareja de chicos que se mantienen de pie cerca de nuestra mesa. Conocidos, supongo.

—No vas a hacerme caso ¿cierto? —nota mi confusión, pues aclara—: mantenerte alejada de Matt.

Respiro con pesadez.

—Nop.

—Eres tan terca y exasperante ¿lo sabías? —suelto una pequeña risa.

—¿Es por eso que no te agrado?

—No exactamente, pero forma parte de ello —luce tan tranquilo mientras habla.

—No eres el primero al que le resulto exasperante, en realidad, varias personas me han dicho lo mismo.

—Entonces no soy al único al que no le aceptas consejos —afirma y me encojo de hombros.

—No si no tienen algo más que críticas que aportar a mi vida.

—No te estoy criticando.

—Estas juzgando aspectos de mi persona.

—Mencioné algunos aspectos, pero nunca te dije si eran buenos o malos, que a mi no me agraden no quiere decir que al resto tampoco le agradarán.

Odio que salga con tanta palabrería porque de una u otra forma siempre me deja más confunda de lo que por si ya estoy.

—¿Que quieres, Adrien? ¿Hacer las pases?

La risa que suelta hace que borre la sonrisa que estaba intentando mantener desde que se sentó junto a mi.

—Jamás haría las pases con alguien que está cerca de desaparecer de mi vida. Encariñarme de personas pasajeras no es lo mío.

Ruedo los ojos con frustración.

—¿Y que es lo tuyo? —indago, girándome en el asiento y acomodandome de manera que ahora tengo el codo derecho reposando en el respaldar del sofá y me es más fácil inspeccionar su rostro—. ¿Hacer sentir incómoda a las personas que solo intentan ser amigables contigo? ¿Sacarme de quicio? Porque te tengo una noticia, no soy la única exasperante de aquí.

Las comisuras de sus labios tiemblan levemente que incluso me hacen pensar que es parte de mi imaginación.

—Eres algo más que exasperante, Roberts —es la primera vez que me llama por mi apellido. Al menos de esa forma no dice mi nombre sin que suene como una burla.

—¿Que intentas...

—Están hablando sin tratar de matarse, ese es un gran avance —Matt interrumpe mi pregunta, colocando un plato con un poco de huevo, tocino y una especie de ensalada frente a mi.

Adrien no habla, se limita a levantarse y sentarse en el lugar que anteriormente estaba ocupando.

—¿Mañana que harás? —es la pregunta que hace el castaño una vez toma asiento junto a mi.

—Mmm —dudo un poco antes de contestarle—. Tengo clases hasta las cuatro de la tarde y entrenamiento con el equipo de animadoras hasta las seis.

—Perfecto, un café nos caería de maravilla ¿no lo crees?

Y es que, independientemente de lo cursi que sea el tipo, mientras me lleve a lugares para comer es obvio que aceptaría, y más aún si es café.

—Vaya que si.

Me guiña un ojo y sonrío desviando la vista para evitar sonrojarme, sin embargo mi ojos reposan en el pelinegro que niega y me observa con el ceño fruncido.

Es la última vez que sus ojos me miran, pues en lo que resta del desayuno/almuerzo no vuelve hacerlo, y me encuentro deseando en más de una ocasión que lo haga.



*******

Matt no mintió cuando me mandó un mensaje diciendo que me esperaba fuera del edificio de mi residencia.

Odiaba con todas mis ganas los lunes, pero hoy no fue del todo mal y encontrarlo aquí, esperando por mi, lo hace mejor.

Traigo el pants del uniforme de animadoras y la correa de la mochila de deporte colgando del hombro. Cuando me ve se acerca para quitarmela y comenzar a cargarla él.

—Hasta aquí puedo sentir tu cansancio —habla—. Si prefieres dejar para después la salida e ir a descansar no tengo problema.

—¿Y perderme de un delicioso café frío? Jamás —río.

—Hablo enserio, Brook —su semblante también lo demuestra.

—Yo también —borro cualquier rastro de sonrisa y me atrevo a colocar una mano sobre su hombro—. Tengo muchas ganas de ir por ese café.

Evidentemente se relaja y me invita a subir a su camioneta mientras él mete mis cosas en los asientos traseros.

No vamos muy lejos del campus, y de no ser porque pasamos con la persona encargada de abrir las rejas de la entrada del lugar, diría que seguimos en dentro de la Universidad.

Desde afuera puedo notar lo acogedora que es la cafetería a la que me trajo Matt, pues noto que hay mucha gente en ella y varias luces adornan el lugar, haciéndola lucir cálida.

No me espero a que intente abrir mi puerta y nos bajamos casi al mismo tiempo.

Me invita a entrar primero y varias cabezas se giran a vernos. Me resulta incómodo que varios pares de ojos estén centrados en nosotros, pero que Matt coloque una mano en mis hombros me hace sentir tranquila.

Me doy cuenta de que la mayoría de las personas que vienen a este lugar son chicos y chicas de nuestra edad, talvez es por el hecho de que queda cerca del campus.

Nos sentamos en una mesa a lado de una ventana que da vista a la carretera por donde transitan varios automóviles y donde perfectamente se puede ver como la oscuridad comienza a llenar la ciudad.

—¿Qué van a ordenar? —una chica de nuestra edad se acerca con una libreta en mano y un delantal café. Nos muestra una sonrisa amigable.

—Hola —respondo—. Un iced latte para mi, por favor.

Miro a Matt quien se encuentra mirándome y me aclaro la garganta para que espabile.

»Matt —estiro mi brazo y doy pequeños golpes en la mesa frente a él.

Niega y asiente hacia la chica, aclarándose la garganta.

—Un americano.

La chica anota nuestros pedidos y se va.
Matt se acomoda en su asiento, recostando su espalda en el respaldar de la silla, sin dejar de verme.

—¿Estás bien? —pregunto levemente confundida.

—Perfectamente ¿por?

—No lo sé, te siento raro —me reacomodo en mi lugar, colocando los codos sobre la mesa—, tienes esa sonrisa rara en el rostro...

Señalo mi cara con el dedo índice.

—No eres consciente de lo bonita que eres ¿cierto?

Borro la sonrisa de mi rostro, pues su confesión me deja sin habla, porque tiene razón, nunca me he considerado una persona "bonita", o a lo mejor si, pero no del tipo que llama la atención o del que les gusta al género masculino. Siempre que chicos se acercaban a mi con otras intenciones prefería huir, algo muy en el fondo me decía que era mentira y que yo era un tipo de juego o reto, así que simplemente lo evitaba, porque ¿quién en sus cinco sentidos querría salir con alguien como yo?

—Ya te dicho que tienes una idea distorsionada de las cosas, Matt —niego, intentando controlar el nudo de nervios que se ha formando en mi estómago.

—Deja de decir esas cosas, no te hagas menos —frunce un poco el ceño.

—No lo hago, solo creo que estás exagerando —le digo—. No soy demasiado "bonita" como para que me mires de esa forma en la que lo haces.

—¿Cómo te miro? —es su turno de colocar los codos sobre la mesa.

—Como si realmente te gustara.

—Lo haces. Realmente me gustas.

Pues si sigue mirándome de esa forma cada que estamos justo voy a comenzar a creérmelo.

Las dos semana anteriores he tratado de mantener mi corazón alejado de todo esto, pero cada que dice cosas como esas, provoca que mi pecho se caliente y mi estómago se revuelva.

Si algo teníamos Adrien y yo en común, era que a mi tampoco me gustaba encariñarme rápido de personas a las que acabo de conocer, pero Avery y Matt han sido la excepción y eso también logra asustarme y emocionarme en partes iguales.

—Tengo algo que decirte, Brook —cualquier rastro de diversión o sonrisa se va de su rostro y veo un atisbo de miedo cruzar esos preciosos ojos miel.

—Soy toda oídos —me pongo seria, pues algo me dice que lo que tiene que decir también lo es.

—Yo, tengo...

Su celular comienza a vibrar sobre la mesa y no lo deja terminar, cuando lo levanta y mira la pantalla ve algo que lo hace ponerse pálido.

»Disculpame —se levanta y sale del local.

A través de la ventana logro ver que la llamada no le resulta agradable, ya que igual a la conversación que tuvo con Adrien, logra que Matt se pase una mano por el pelo y no hace falta escucharlo para notar que algo le molesta.

La chica de antes regresa con nuestros pedidos, le agradezco.

—Que lo disfruten. Si se les ofrece algo más estaré por allá —señala hacia el lugar donde algunas personas están paradas haciendo sus pedidos.

Asiento y se va.

Comienzo a darle un trago a mi iced cuando Matt vuelve a sentarse frente a mi.

—¿Todo bien? —indago intentando no parecer metiche.

—Si, algunos problemas con mi hermano.

Asiento sin creerle del todo. Aún puedo ver la preocupación en sus ojos.

—¿Y? —pregunto tratando de recuperar la conversación en la que estábamos, pero me da una mirada como si no supiera de que hablo—. ¿Qué es eso que tenías que contarme?

Se pasa una mano por el cuello y mira a todos lados menos a mi.
—Olvídalo, te lo contaré después.

No logro entender, pero no insisto.

—Vale.

—Mejor cuéntame de las prácticas de hoy.

Sonrío recordando el calambre de Avery y comienzo a relatarle las partes graciosas de dicha situación. Nuestras risas llaman la atención, pero nunca les damos importancia, hasta que llega un momento en el que creo que algunas personas son indiscretas, pues nos miran más tiempo de lo normal, aún así no permito que eso arruine el buen momento que estoy pasando.

Con Matt es así, las cosas comienzan a sentirse más normal, más real y más perfecto. Todo me hace creer que esta vez puede ser diferente.



*****

El último capítulo del año y nuevamente les doy las gracias por estar aquí, por esperarme y por siempre apoyarme.

Este año fue muy importante para la historia, pues le di el descanso que necesitaba, acomodé ideas y tengo muchas más que espero y los sorprenda. Quien ha estado desde el principio, sabe los altibajos por los que la historia ha pasado y eso es lo que no solo la convierte en mía, también es de cada una de ustedes que espera las actualizaciones, que comenta, que vota y que poco a poco se va uniendo a esta aventura.

Muchas gracias, espero que ustedes reciban todo el amor que me dan y le dan a esta historia. Les deseo un año próspero, lleno de salud, amistad y amor.

Nos leemos el próximo año. Y asegúrense de estar preparados para lo que se viene, porque aunque sean #Releyendo habrán cosas nuevas.

¿Están listos para este nuevo año de aventuras? Espero que .

Los amo. Muak, muak.

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