Irremediablemente Tú y Yo

By newromaantic

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Ella era sinónimo de tranquilidad, inteligencia y responsabilidad, mientras él era el caos, la rebeldía y la... More

Sinopsis y advertencias
0. Prólogo.
1. New Romantics.
2. Gorgeous.
3. Blank space.
5. Wonderland.
6. Tolerate it.
7. My tears ricochet.
8. I knew you were trouble.
9. Begin again.
10. I did something bad.
11. It's nice to have a friend.
12. False god.
13. Sparks fly.
14. Untouchable.
15. The 1.
16. Holy ground.
17. Mr. Perfectly fine.
ESPECIAL HALLOWEEN
18. ...Ready for it?
19. Stay, stay, stay.
20. I think he knows.
21. Treacherous.
22. End game.
23. State Of Grace.
24. Our song.
25. Crazier.
26. Ours.
27. Hey Stephen.
28. Snow on the beach.
29. I can see you

4. Red.

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By newromaantic

"Loving him is like trying to change your mind once you're already flying through the free fall... Loving him was red".

—Taylor Swift (2021). Red Taylor's Version.


BROOK

La resaca no me tiene tan mal, pero no puedo decir lo mismo de mi amiga, quien aún no abre los ojos. Yo al menos he terminado de ducharme y ahora estoy con unos simples pantalones de chándal y una cómoda sudadera rosa pastel.

Planeo ir por algo de desayunar, mejor dicho, almorzar, pues faltan minutos para que sea mediodía.

Me coloco un poco de maquillaje para tapar las pocas ojeras que me he ganado, rubor en crema, máscara de pestañas para no verme tan simple y...

Dos golpes en la puerta me asustan logrando que mi párpado ahora esté de un horrible color negro.

Mierda.

Paso un poco de algodón tratando de quitar la mancha, pero siguen tocando la puerta, por lo que dejo la tarea inconclusa y salgo dispuesta a abrir y encontrar a la persona culpable de mi desastre.

—Ya voy —abro la puerta con más fuerza de la necesaria.

—Buenos días —la sonrisa de Matt es lo primero que veo. Alza las dos bolsas que trae en sus manos y mira detrás de mí. Percibo un delicioso aroma, y no sé si mi mal humor se fue por el hecho de que un lindo chico está parado frente a mi o porque trajo comida consigo, pensaré que fue lo segundo—. ¿Puedo pasar?

—Claro, adelante —me hago a un lado y cuando entra cierro la puerta.

—¿Cómo amanecieron? —deja las cosas sobre la mesita de la sala y comienza a abrir las persianas de las ventanas, dándole un poco de luz al lugar.

—Bien, hablo por mi —rodeo los sofás para poder sentarme sobre uno—. Avery sigue sin despertar.

—¿Segura que está dormida?

Asiento, cruzando mis piernas por debajo de mis muslos.

—Le puse un espejo bajo la nariz y sigue respirando —ríe y se sienta junto a mí—. Estaba a punto de ir por algo de comer, me has evitado la pena de tener que salir.

—Entonces de nada —hurga en una de las bolsas y saca una charola que abre.

Es una ensalada con rastros de frutos rojos y con un trozo de carne a lado, se ve realmente apetitoso y, cuando el olor llega a mis fosas nasales, mi estómago emite un no muy discreto gruñido.

Me sonrojo, pero él me sonríe con algo de ternura entregándome la charola y los cubiertos de plástico.

—Gracias —se encoje de hombros y también se inclina para tomar su charola, no sin antes entregarme un vaso de plástico con jugo de naranja.

Vale, esto es genial.

—¿Quieres ver algo? —cojo el control remoto y enciendo la televisión.

—Lo que quieras está bien —abre su comida.

Termino poniendo una película adolescente que no es para nada buena, pero si entretenida, y aparentemente Matt piensa lo mismo, pues no aparta la vista de la pantalla.

—Él puede decirle la verdad ¿sabes? —hablo después de unos minutos y una vez que ya he notado el inconveniente en la película. Matt asiente conforme—. Se lo ocultará y al final tendrán un problema que los separará.

—Se supone que ese es el punto de la película ¿no?

—No son las personas más inteligentes —afirmo y luego me meto otro pedazo de carne a la boca.

—Supongo que a veces no es tan sencillo.

—Puede que no lo sea, pero es mejor hacerlo antes de que todo te explote en la cara, eso sería peor.

Abre la boca para contestar, pero mi amiga hace acto de presencia.

—Buenos días —las ganas con las que habla son las mismas que yo tengo de vivir.

Trae el cabello amarrado en un moño bajo y sigue en pijama, pero al menos se lavó la cara.

—Buenas tardes, bella durmiente —le contesta Matt.

—No entiendo como ustedes se ven tan bien —sonrío y le tiendo la última charola—. Bueno, al menos se acordaron de mí.

—Guarda silencio y come —le ordeno.

Ella acepta y la abre atragantándose de inmediato con la comida.

—Gracias —murmura con la boca llena—. Esto está realmente delicioso.

—Cierra la boca —le pide Matt con asco.

—Estoy siendo agradecida, imbécil —mastica y traga—. Eso me gano por ser amable.

Matt y yo reímos.

Los tres continuamos devorando la comida y mirando los últimos minutos de la película.

—Es un idiota —concluye Avery y todos asentimos—. La chica debería largarse lejos de él, así que apaga o cambia esa cosa, porque sospecho que no lo hará y por el amor que siente lo perdonará. No tengo ganas de romper el televisor.

—¿Demasiado predecible, Avy?

—Demasiado predecible, Matty —la castaña le ofrece una sonrisa falsa.

Cambio la película, pues ella tiene razón. Todos en la sala sabemos cómo acabará todo y tampoco soy fanática de ver ese tipo de cosas.

Comienzo a limpiar los restos de comida que quedaron en la mesita y tiro los residuos a la basura.

Ambos castaños se ponen a hablar de la noche anterior, y la verdad es que mis recuerdos se ven reducidos hasta la tercera copa que tomé del líquido rojo que Adrien me dió, un punto a su favor, porque sabía exquisito.

Si algo bueno puedo decir de él, es que tiene un gusto excepcional.

Ni siquiera sé si hablé con él de más. Estoy segura de que yo iba con el objetivo de llevarnos mejor y no recuerdo que pasó, solo cosas borrosas y distorsionadas que no tienen sentido, pero que tampoco me esfuerzo en recordar.

—¿Quieres ir? —la pregunta de Matt me saca de mis pensamientos.

—¿A dónde?

—A los bolos —contesta.

—Am —en ese momento su celular comienza a timbrar y él lo saca del bolso de su chaqueta, levantándose para contestar.

Uff.

¿Que si quiero ir? Obvio que sí, pero temo que las cosas que ayer me dijo hayan formado parte de mi imaginación y que pasar tanto tiempo conmigo llegue a aburrirlo.

—No jodas, James —se pasa la mano por el cabello—. Voy para allá.

Cuelga y se acerca a mí.

—¿Podemos dejarlo para después? —indaga con el sentimiento de culpa en sus ojos—. Mi hermano necesita ayuda en algunas cosas.

—Claro, no te preocupes, tampoco estaba lista —me río para tranquilizarlo.

—En serio, lo lamento —se inclina un poco hacia mí.

—Ya te dije que no es nada. Vete tranquilo —tomo sus manos y acaricio sus nudillos, inconscientemente.

Lo veo quedarse quieto y yo también lo hago. Doble mierda.

La inseguridad y el arrepentimiento me corroen, pero luego sonríe y el alivio se hace presente.

—Te llamo más tarde —me dice y yo asiento.

Se despide de mi amiga y sale dejándome con una sonrisa boba.

—Si, es lindo —ella dice por mí, metiéndose un pedazo de carne a la boca.

—¿Verdad? —sonrío tirándome de nuevo al sofá.

—Te está empezando a gustar ¿cierto? —deja de comer para mirarme con una sonrisa cómplice.

¿Qué si me está empezando a gustar? Pero claro que si.

—Un poco —le confieso sin demostrar lo mucho que me emociona eso—. Es agradable, además de que es muy atento y ¿has visto su sonrisa? Es muy linda, y sus ojos, son tan...

Se ríe.

—Olvídalo, él ya te gusta demasiado.

Oh-oh.

*****

—¿Estarás ahí? —Avery pregunta y yo asiento animada.

—Claro que sí. Si esto es importante para ti, obvio que estaré.

—Gracias —hace un puchero, sacando un poco su labio inferior—. Todo sería mejor si tú te animaras a hacerlo conmigo.

Sonrío, pero niego.

—Soy horrible para eso, además, ya estoy viendo algunas opciones. Estoy pensando en un club de lectura, o taller de repostería, soy un desastre en la cocina, así que eso sería de ayuda.

Asiente un poco desanimada.

—Entonces te veré ahí. Recuerda que es a la una.

—Por supuesto. Y ahora vete que volverás a llegar tarde —la corro.

Se ríe y deja un beso en mi mejilla.

—Te veo más tarde, cariño —sale de mi habitación dejándome un poco descolocada por la forma tan cariñosa en la que es, y es que aún me cuesta demostrarle sentimientos de vuelta, en cambio, ella me trata como si me conociera de toda la vida.

Suspiro y sin perder tiempo me meto a la ducha para comenzar mi día.

Salgo de la residencia Clinton media hora antes de mi primera clase con el señor Michaels, y camino apresuradamente a la cafetería. Está vez planeo patearle el trasero al primero que intente meterse a la fila.

La típica campanita suena cuando entro al establecimiento, pero nadie me presta atención por el gran bullicio que decenas de universitarios provocan.

La fila es enorme y escucho los gritos de desesperación que exigen ser atendidos.

La probabilidad de que pueda obtener mi café a tiempo es casi nula y menos cuando todos comienzan a empujarse a mi alrededor, hasta que la fila es inexistente.

Olvídenlo, no puedo patearles el trasero a decenas de estudiantes, no cuando algunos incluso me hacen sentir como una hormiga, y eso que no soy exactamente baja.

—¡Brook! —escucho una voz gritar mi nombre, pero no logro distinguir de dónde proviene, entonces siento como cogen mi codo y pronto me sacan del mar de estudiantes en el que me estaba ahogando.

—¿Qué hacías formada ahí? —Matt interroga con molestia, una vez alejados de los neandertales frente a la barra.

—Pedir un café, que claramente no obtuve y no obtendré hoy —el mal humor comienza a hacerse presente.

Ignora mi tono de voz y me lleva de la mano hasta una mesa al fondo de la cafetería, es una especie de cubículo, pero lo suficientemente grande para que quepan sofás y una mesa, incluso tiene una buena vista a la Universidad. Ahí se encuentran los demás chicos.

Aún me es incómodo dirigirme a ellos como amigos, porque ciertamente con los únicos que he podido interactuar son con Chris y Matt, ya que el rubio se la pasa todo el tiempo con Avery. Por otro lado, el pelinegro demuestra que no tiene intención de dirigirme la palabra, no me trata mal y eso es aún peor, porque no tengo idea de cómo comportarme a su alrededor.

—Estaba formada para pedir un simple café —Matt les dice a los demás y esbozan sonrisas burlonas, menos uno y sé que no hace falta decir quién.

Agradezco que se mantenga callado, porque si llega a abrir esa boca para decir estupideces o burlarse de mí, le tiro encima el café negro que tiene frente a él.

—Brook —Justin es el único que tiene mantiene la sonrisa amable que lo caracteriza—. ¿Nos ves haciendo fila? —niego y el asiente—. Tú tampoco tienes que hacerlo, solo siéntate con nosotros y espera a que alguien venga a pedir tu orden, o llámalos.

Frunzo en el ceño con confusión. No sé qué hagan estos chicos, pero si eso es verdad, deben tener algo que los haga poseedores de ciertos privilegios, y no creo que solo sean sus lindos rostros.

—No sabía que ser guapo tenía sus beneficios.

—Ser atractivo a la vista es ciertamente una gran virtud y de mucha ayuda, pero eso no es tan importante, ¿Sabes qué si es importante? —una voz ronca logra hipnotizarme por unos breves segundos.

—¿El dinero? —contesto de manera automática.

—Exacto, el dinero mueve y pone el mundo a tus pies —continua, apartando su vista de la ventanilla para poder mirarme—, así que asegúrate de ser inteligente y millonaria —se encoje de hombros, un gesto poco propio de él—. La belleza no es tan importante como muchos creen.

Ja. Lo dice quién es capaz de opacar a todos en el lugar con tan solo quitarse los lentes y mostrarle al mundo esos maravillosos ojos sin color definido.

Chris alza las manos y enseguida una mujer aparece en mi campo de visión.

—¿Qué se les ofrece?

—Nuestra amiga necesita ser atendida —me señala y la mujer se gira hacia mi preguntándome con la mirada.

—Un frapuccino de caramelo, por favor —digo rápidamente, ella asiente y se aleja.

Matt me obliga a sentarme junto a ellos.

—Estábamos por irnos, es una fortuna que Adrien te haya visto entrar, de lo contrario te hubieses quedado entre el desastre de allá —con la cabeza señala a los estudiantes hambrientos.

Yo levanto la vista hacia Adrien, quien ahora tiene la vista en la pantalla de su iPhone y se mantienen serio tecleando algunas cosas.

—¿Sueles venir todas las mañanas? —pregunta el castaño a mi lado y yo asiento.

—El café aquí es delicioso.

—Opino lo mismo. Nosotros solemos venir solo los lunes, es un buen lugar para recuperarnos de los fines de semana

—Entiendo —sonrío.

—Antes de que comiencen con las miraditas cursis que se dan —el moreno del grupo nos señala a Matt y a mi— permíteme decirte, fierecilla, que lo que viste el viernes en el bar, no fui yo realmente. Estaba muy cansado y ya sabes...

Controlo las de reírme al acordarme de un Chris desparramado en el sofá del bar, completamente dormido.

—Claro —hablo con burla—. Totalmente entendible.

—Gracias. Estaba tan cansado y esas cervezas realmente me relajaron.

—Es eso, o ese líquido asqueroso te está quemando las neuronas —Justin lo contradice y me río.

—No te metas rubio —Chris lo empuja y suelto una carcajada cuando comienzan a empujarse entre ellos y a despotricar cosas intimas el uno al otro.

—Cállense, parecen críos —la voz irritada de Adrien no tarda en llegar.

—Y tuuuu deberías dejar de ser tan amargado, te vas a arrugar pronto —Chris lo mira mal, recibiendo un último golpe de Justin.

—Quisieras —le contesta mostrando una pequeña sonrisa traviesa.

Oh mi Dios.

—¡Adrien! —Chris se escandaliza y le avienta una servilleta—. Compórtate, hombre, tenemos a una damita entre nosotros.

Todos soltamos a reír, sin excepciones.

La risa de Matt es preciosa, pero no es en la que me centro, sino en la de alguien más, y no porque sea mejor que la de Matt, sino porque nunca lo había escuchado reír.

Soy la única sorprendida, lo que me hace pensar que los demás están acostumbrados a oírlo. El sonido que sale de su garganta es ronca y envolvente, por no decir otra cosa.

—Aquí tienen —la mujer regresa con nuestro pedido, y me tiende el vaso de plástico.

Levanto mi brazo y reviso la hora en el reloj rosa que cuelga en mi muñeca.

¡Es tardísimo!

—Me gustaría quedarme, chicos, pero tengo una clase a la que llegar —me levanto nuevamente, tomando mis cosas y con el vaso en mi mano—. Gracias por esto.

Levanto mi vaso y dejo dinero sobre la mesa.

—Nos vemos en el almuerzo —intento alejarme, pero de nuevo alguien rodea mi muñeca y tira de mi dejándome petrificada.

No sé en qué momento Matt se levantó de su asiento, lo único que sé es que ahora tengo una de sus manos en mi mejilla izquierda y sus labios rozando mi mejilla derecha.

—Suerte —habla en voz baja en mi oído y se separa—, nos vemos más tarde.

No puedo evitar el sonrojo, pero reacciono asistiendo rápidamente, y saliendo del lugar antes de que todos noten que estoy a punto de explotar.

Maldito Matt, debe dejar de hacer eso. Odio sonrojarme y él no hace más que provocarme eso.

Mis pisadas son fuertes, pero logro llegar 5 minutos antes de que comience la clase, aún con la sensación de sus labios contra mi piel, lo que provoca que el calor vuelva a subir a mi rostro.

Hablo con algunos de mis compañeros, para no pensar más en ello, mientras comienzo a sacar mis libretas y lapiceros para hacer notas.

Apenas el señor de mediana edad entra, mi mente solo se concentra en cada palabra que sale por su boca. Una semana ha pasado desde que iniciaron las clases y puedo decir con seguridad que el señor Michaels es mi profesor favorito y que definitivamente estoy amando mi nueva vida universitaria.

****

Las voces, gritos y chillidos me aturden un poco, pero disfruto el ambiente.

Estoy en un banquillo en la orilla del enorme campo de fútbol americano, rodeada de varias personas que van de un lugar a otro mientras una señora de unos 30 años comienza a dar órdenes para que se alejen del lugar.

Está exasperada y puedo notarlo, no la culpo, porque pese a sus esfuerzos para que la gente se aleje del campo, es como si estuvieran sordos.

—¡Foster, Foster! —un par de gritos masculinos llegan a mi oídos haciendo que centre mi atención en el entrenamiento que hacen los chicos de fútbol americano, pero debido a la gente me es imposible ver algo.

Me subo al banquillo y mi panorama se amplía.

No reconozco a ninguno debido a sus cascos y el uniforme que poseen, pero debo admitir que juegan genial. Nunca he sido fan de ver deportes, digamos que el deporte y yo no nos llevamos muy bien, sin embargo, esta vez me quedo embobada admirando los pases largos que lanzan, la velocidad con la que corren, los choques que me hacen preguntarme ¿cómo rayos es que siguen levantándose, una y otra vez?

Observo como toman sus lugares a un poco más de la mitad del campo y, cuando se escucha un silbato, empieza el desastre. Veo como brutalmente evitan que el balón cruce, como se empujan entre ellos, otros tantos ya se encuentran en el suelo y en cierto momento un tipo se acerca a la zona de touchdown, pero sin el balón, por lo que comienzo a buscarlo.

—¡Morgenstern! —gritan y como por arte de magia el balón aparece siendo lanzando por el aire hasta llegar al hombre que ya estaba en la zona de anotación. Algunos al darse cuenta corren tras el primer tipo, se abalanzan a él, pero es demasiado tarde porque apenas lo rozan cuando ya tiene el balón en sus manos.

El sonido del silbato vuelve a hacerse presente, terminando con el partido. Gritan emocionados y sonrío divertida por la emoción que desprenden.

Comienzan a dispersarse y se quitan los cascos permitiendo que pueda ver sus rostros.

La sorpresa se hace presente al reconocer a Justin quien viene acompañado de Matt y Adrien. Toma todo de mi mantenerme de pie y no caerme de culo, porque Matt es guapo, pero Matt sudado y con ese traje es algo más que guapo.

Aparentemente siente mi mirada, pues levanta la cabeza y me descubre observándolo.

Sonríe.

Uff. ¿Ya dije que amo su sonrisa?

Aparto la vista y me bajo rápido del banquillo, esperando que pasen de largo, pero no, Adrien y Matt se abren paso entre la multitud que me rodea y quedan parados frente a mi.

¿Cómo jodidamente yo no sabía que ellos eran parte del equipo de futbol de la Universidad?

Algunas cosas comienzan a hacer click en mi cabeza; los deportistas siempre son populares, ellos lo son. Y odio el hecho de que se vean tan bien en esos uniformes.

—No pensé que también fueses a inscribirte a esto —Matt señala a las decenas de chicas que chillan emocionadas y procede a sentarse en la banca junto a mí, con el casco entre los dos.

—Pensaste bien. Solo vengo a animar a Avery —miro a mi castaña, quien se encuentra haciendo algunos calentamientos.

—Afortunadamente —murmura alguien y giro mi cuello disimulando la sensación no tan agradable que me provoca.

—Hola de nuevo —le ofrezco una sonrisa de lo más falsa. Adrien me la devuelve.

—Deberías intentarlo —habla Matt haciendo que vuelva a concentrarme en él.

—En realidad no. Soy demasiado torpe y poco coordinada.

—¿De verdad? —el pelinegro se mete en nuestra conversación y no me queda de otra que asentir—. Interesante.

Frunzo el ceño con confusión, estoy por preguntarle qué es lo que le parece interesante, pero alguien más se me adelanta.

—Adrien —una melena roja hace su aparición, enredando sus brazos en el cuello del susodicho y deja un beso en su mejilla, cerca de sus labios.

¿Me toma desprevenida? Si.

—Te extrañé este fin de semana —habla mimosa, en voz baja.

—Estuve ocupado.

—Por lo menos me hubieses llamado.

—Se me pasó —suena cortante, pero eso no parece molestar a la chica, pues ella sonríe alejándose de él.

—Oh, hola Matt —saluda al castaño, su sonrisa se borra cuando me enfoca, y es remplazada por una mirada curiosa— Eres nueva ¿cierto? No te había visto antes.

Asiento dando la razón.

—Soy Lauren, amiga de Adrien, ¿y tú eres...?

Creí que eran pareja.

—Brook.

—Mucho gusto —me ofrece su mano y la estrecho—, ¿Sales con Matt? —el mencionado que se encontraba tomando agua se atraganta. Ella se ríe y niega—, veo que no. ¿Cuándo llega Maddie? —esta vez la pregunta va para él.

—Aún no, claramente —contesta Matt.

—Afortunadamente querrás decir, sigo sin entender como ustedes la soportan —la pelirroja habla con evidente disgusto.

—¿Quién es Maddie? —hablo en voz baja al castaño.

—Alguien sin importancia —contesta con desdén.

—¿Sin importancia? —la chica se mofa—. Joder Matt, pero si el imbécil aquí es Adrien, porqué rayos...

—Cierra la boca Lauren —Adrien la obliga a callar y esta se encoje de hombros.

—Son unos idiotas —dice la chica, sentándose sobre las piernas de Adrien quien no vi en qué momento se sentó.

No puedo evitar mirarlos y es que la chica es guapa, sumamente hermosa, y él con el cabello húmedo y los ojos azules con motas verdes, provocan que juntos sean una vista bastante atrayente. Son personas que no pasan desapercibidos fácilmente y me doy cuenta de que varios a su alrededor también los miran. Puede que no sean novios, pero hay que admitir que harían una pareja increíble.

La chica toma el rostro de Adrien y le planta un beso, pero uno de esos besos que solo se dan en lugares privados. Me remuevo y aparto la vista incómoda, sintiéndome una intrusa en la intimidad de ambos jóvenes.

—¡Maldita sea! —la palabrota acompañada del ruido de un silbato hace que todos nos quedemos en silencio e incluso provoca que los tórtolos se separen—. ¡Lárguense a las gradas! ¡Si se les dice que se alejen del lugar, ustedes mueven sus malditos culos del lugar!

El hombre que gritó tiene la cara roja, tal vez del coraje o por el calor, pero su aspecto realmente da miedo y yo me levanto apresurada del lugar.

—Tú no, Brook —Matthew habla y me doy cuenta de que en efecto, las personas que se mueven eran aquellas que estorbaban el espacio que estaba designado para las pruebas de animadoras.

Vuelvo a colocar mi trasero sobre la banca.

—Decir ese tipo de cosas ¿está bien? —indago.

—No —Matt contesta—. Pero el entrenador Riley hace lo que quiere, y ciertamente su manera de hablar hace que cualquiera lo escuche.

Y vaya que si, la multitud que antes se encontrara esparcida ya no está, solo es el grupo de chicas que harán la prueba y esta vez puedo observar mejor a Avery.

—Gracias entrenador Riley —la voz de la señora que, anteriormente se encontraba gritando, ahora se escucha más calmada—. ¿Listas?

Les habla a las chicas. Avery me sonríe y yo levanto mis pulgares.

—Vamos, vamos. Sigan mis pasos ¿ok? 1... 2... 3... —su voz es opacada por la música pop que comienza.

—Señorita Evans —el grito de Adrien nos sorprende a todos y hace que la mencionada se gire—, mi amiga quiere intentarlo.

—Ven aquí, chica, rápido —se me queda viendo y yo no entiendo nada, hasta que tiran de mi mano y veo que Adrien es quien me sujeta, para enseguida empujarme en medio de las demás jóvenes.

¿Amiga?

Ni siquiera me da tiempo de refutar, ya que varias chicas comienzan a tropezarse conmigo, por lo que no me queda de otra que seguir sus movimientos para evitar golpearlas o que me golpeen aún más de lo que ya lo están haciendo

Las carcajadas de alguien en específico no se hacen esperar, y si antes me parecían increíbles, ahora mismo se me antojan exasperantes, horribles e insufribles.

Amiga cuando le conviene, tremendo hijo de la papaya.

Minutos después termino agotada y no bromeo cuando digo que me tiro al suelo apenas damos el último salto.

—¡Muy bien chicas! —la mujer –que ahora descubro es la entrenadora– aplaude emocionada—. 10 minutos y diremos quiénes fueron las seleccionadas.

Recuesto mis piernas sobre el pasto verde.

—Si te sirve de consuelo, no lo hiciste tan mal —Avery se arrastra hasta a mí y me sonríe apenada.

—Eso es un claro "lo hiciste terrible", lo sé, no tienes por qué ocultarlo.

—Lo digo en serio, lo hiciste genial. Solo quería que lo supieras para que te sirviera de consuelo que te hayan obligado a hacerlo.

Mi consuelo es que sé que no quedaré, sin embargo, estoy sudada y eso es lo suficientemente desagradable como para ponerme de mal humor.

—Espero no haberlo hecho lo suficientemente bien como para quedar.

—Pesimista.

Ella me ofrece de su botella de agua y acepto sin chistar, pues estoy realmente agotada y sedienta.

Avery tiene el entrecejo fruncido y eso me causa curiosidad.

—¿Estás bien? —le pregunto después de unos minutos.

—¿Las conoces? —sigo su mirada que está en la persona que acompaña al ser más desagradable que existe.

—Se llama Lauren —ella gira a mirarme y me encojo de hombros—. Se presentó hoy.

—Lauren —prueba el nombre—. No me agrada, se nota a leguas que es una oportunista.

—¿Qué te hace deducir eso?

—La manera en que toca a Adrien es como si fuera un lindo arreglo de oro.

—Yo no la veo así. Además, mírala, no es como que necesite de alguien como tú primo para hacerse notar.

La verdad no sabría decir quién era más afortunado en esa relación, si Adrien por tener a alguien como ella, o Lauren, por tenerlo a él.

No. Realmente me compadecía de ella, soportar a alguien como él debe ser una pesadilla.

—No me agrada —finaliza.

—Pues a mí no me molesta, así que...

No es que me agradará totalmente, pero no me molestaba su presencia, además, la acababa de conocer, no puedo tener una opinión definitiva de ella.

Me hecho aire con la mano mientras con la otra tapo los intensos rayos del sol que dan directo a mi rostro. Avery imita algunos de mis movimientos y cuando la entrenadora se acerca nos ponemos de pie.

—Listo chicas. Algunos de mis compañeros me ayudaron observando sus movimientos y juntos hemos tomado la decisión de quienes formaran parte del equipo de animadoras de la Universidad.

Intercambio el peso de mi cuerpo de un pie a otro.

Comienza a señalar a una por una y, contrario al resto de mis compañeras, respiro con alivio cada que no me eligen.

No me gusta ser rechazada, sin embargo en estos momento es lo que más deseo.

—Ustedes dos —la señora señala en nuestra dirección y volteo a ver a quién se encuentra detrás de mí—. Sí, ustedes.

Frunzo el ceño con confusión al ver que la chica detrás de mí no se mueve, y siento como vuelven a tirar de mí.

Avery me arrastra con ella y chilla tomándome por sorpresa y haciéndome caer en cuenta.

No, no, no.

—Esto... que... pero... —no puedo ni siquiera formular algo coherente— ¿cómo es posible?

¡¿Qué maldita sea, acaba de pasar?!

Estaba más que segura de que lo había hecho terrible.

Esto tiene que ser una jodida broma, porqué ¿cómo se les ocurre que yo, siendo la persona más descoordinada había sido seleccionada?

Ni siquiera era algo que yo deseara. Yo quería mis talleres de lectura o por lo menos hornear pastelillos, aunque también podría incendiar la cocina. Todo era una buena opción, menos esto.

La idea de decirle a la entrenadora que no quería estar en el equipo me daba miedo, sería ridículo que al ser seleccionada denegara la oportunidad, pero en mi defensa yo no quería hacer estas pruebas.

—¡Es genial! —mi amiga me abraza con bastante felicidad—. Sé que no es lo que querías y si lo que en verdad deseas es negarte te puedo apoyar, pero solo piensa en lo bien que lo pasaremos juntas.

Trago con dificultad sin saber que hacer, pero cuando la entrenadora nos da una sonrisa amigable relajo mis hombros.

"A los retos no se les huye, solecito, se les enfrenta".

La voz de mi padre llega como un flashback directo al corazón, y suelto un suspiro.

Todo lo que hago por ti.

—Bueno, puede que tengas razón —le digo a la castaña—. No puede ser tan malo.

Lo último lo digo más para mí, tratando de convencerme. No puede ser tan malo ¿verdad?

******

Si, si es tan malo como lo imaginaba. Apenas vamos una semana con entrenamientos y juro que ya no puedo más.

Ni siquera puedo caminar o bajar escalones sin que me duelan las piernas. Lo que es no estar acostumbrada al ejercicio.

"Solo es mientras te acostumbras" las palabras de Avery tampoco fueron muy alentadoras.

La semana se basó en ir a clases, comer con los chicos e ir a la prueba de uniformes. Tuve que hacer uso de la tarjeta de crédito de Mike para pagar la ropa, otra cosa que también me hacía un poco de ruido y que cada vez me convencía de que debía encontrar un trabajo lo más pronto posible.

—Estamos todos invitados —la voz emocionada de Chris me distrajo—. Cortesía de nuestro buen amigo, Adrien, y de su buenísima amiga, Laurie.

—Lauren, idiota —lo corrige el mencionado.

—Es lo mismo.

Frunzo el ceño. También en esta semana había entendido que Adrien y yo no podríamos llevarnos bien, así que ya ni siquiera me molestaba en darle importancia a sus comentarios sarcásticos o miradas desagradables.

—¿Irán? —pregunta el moreno y todos asienten menos yo—. ¿Brook?

Muevo mis pies con nerviosismo.

—Lo lamento, tengo un poco de tarea este fin de semana.

—Pero... —Avery intenta convencerme y antes de que si quiera diga algo la interrumpo.

—Lo siento —me disculpo un poco intimidada por las miradas que todos me dan.

Matt toma una de mis manos que tenía sobre mi muslo y la aprieta, haciéndome sonreír.

—Entonces, supongo que los demás nos vemos ahí —afirma Justin y todos vuelven a hablar, haciendo que mis hombros se relajen.

La verdad es que algo dentro de mí me decía que en cualquier momento ellos se darían cuenta de lo aburrida que soy. Sin embargo, ellos no le daban tanta importancia a mis negaciones y siempre iban con o sin mí, cosa que no me molestaba en absoluto, pues tampoco quería ser un estorbo en sus planes.

Una hora después me despido de todos deseándoles que se la pasen bien en la fiesta y salgo de la cafetería caminando tranquilamente hacia uno de mis lugares favoritos. La biblioteca.

Entro al lugar, que pese a no tener ese estilo antiguo de otras Universidades, es realmente grande y atrayente. Las paredes son blancas, los estantes altos, interminables y de varios pisos, hay zonas donde las mesas están esparcidas para que cualquiera pueda sentarse a hacer tareas, otras son más creativas, con puffs en el suelo, alfombras y otro tipo de cosas, supongo que para estar más cómodos.

Opto por una mesa, pongo mis cosas en la silla a mi lado, silencio mi celular y comienzo a hacer mi tarea.

Llevo avanzando un poco más de la mitad cuando una señora de mediana edad pone sus manos sobre la mesa llamando mi atención.

—Ya vamos a cerrar, cariño —reacomodo mis lentes mirando a mí alrededor y le doy un vistazo a mi reloj.

Ni siquiera había notado todo el tiempo que había pasado, y a través de las ventanas visualizo oscuridad total.

—Oh, perdón, solo recojo y me voy —ella asiente y se aleja.

No soy la única en el lugar, algo que me hace sentir bien de cierta manera, pero me apresuro en meter mis libretas y lapiceros a la bolsa.

Al llegar a la residencia, Avery ya se encuentra sobre el sofá de la sala con su computador y algunas libretas dispersas en el mueble y la mesita de centro.

—Hasta que llegas —habla sin dejar de presionar las teclas del ordenador.

—Se me pasó el tiempo volando —contesto, sentándome junto a ella.

—¿Has terminado? —cuestiona haciendo anotaciones en una libreta.

—Nop, pero avancé una buena parte ¿Y tú?

Ella suspira dejando de teclear y se recuesta sobre el respaldar del mueble.

—Tampoco, pero continuaré con esto el domingo —estira los brazos—. Si es que la resaca me lo permite.

—Suerte con eso —doy pequeños golpecitos en sus piernas antes de levantarme—. Iré a descansar.

—Buenas noches, guapa —me lanza un beso y yo río deseándole de vuelta una buena noche.

Así es esta chica, le encanta irse de fiesta, pero yo mejor que nadie he visto lo mucho que se esfuerza para mantener buenas notas.

Cierro la puerta de mi habitación antes de comenzar mi rutina de noche y meterme a la cama.

********

Golpes en la puerta me hacen dejar de lado el computador que yacía en mis piernas y levantarme.

Seguramente Avery olvidó sus llaves.

—Te he dicho que... —abro la puerta con un poco de fuerza y de nuevo vuelvo a quedarme quieta cuando observo a la persona frente a mi.

—Hola.

La sorpresa me hace imposible contestar y solo niego un poco confundida.

—Si buscas a Avery, se ha ido hace unos minutos.

—Lo sé, me la crucé en el lobby —ríe provocando un cosquilleo en la parte baja de mi abdomen.

—¿Entonces? —enarco una ceja, pero no me contesta—. Matt, ¿qué haces aquí?

Puede que suene un poco grosera, pero que no diga la razón de su visita, me pone de nervios.

Comienza a mirar el departamento—, ¿puedo pasar?

—Claro, solo ignora el desorden —me aparto de la puerta para que pueda entrar—. Avery no suele ser la persona más ordenada.

—Eso lo sé bastante bien. Cuando era pequeña solía dejar sus muñecas tiradas en cualquier lugar de mi casa —se sienta de lado en uno de los sofás, sin quitarme la vista de encima, pero no me muevo y me quedo en mi lugar, recargada en la puerta que acabo de cerrar.

Suelta una carcajada, mostrándome sus maravillosos diente blancos. —Ven aquí, Brook —extiende su mano y sonrío, acercándome a él—. Me miras como miras a Adrien, y eso realmente me hace sentir mal.

Me relajo cuando me siento junto a él.

—Con la única diferencia de que tú si me agradas —inclino la cabeza suprimiendo una sonrisa burlona—. No quiero parecer grosera Matt, solo que me sorprende tenerte aquí, cuando pensé que estarías con los demás chicos.

—Pensaba ir —se sincera—, pero luego pensé en que no estarías ahí y se me ocurrió un idea, porque no creas que me tragué eso de que tenías mucha tarea.

Siento mis mejillas calentarse. Pero bueno, no todo era mentira.

—¿Puedo saber qué es? —asiente.

—¿Sigue en pie nuestra salida a los bolos?

La emoción y el nerviosismo me toman desprevenida.

—¿Los bolos? —pregunto con una sonrisa en el rostro, porque es lo que menos pensé que diría.

—Si —me responde con una sonrisa igual a la mía, causando que una duda cruce mi mente.

—Es una... am...

No lo digas Brook, no lo digas.

—¿Cita? Si, es una cita —termina y afirma por mi. Mierda. Muerdo mi labio inferior para evitar sonreír como tonta.

—¿Crees que me veo en condiciones de salir a una cita? —estiro mis brazos a los lados de mi cuerpo.

—Estás perfecta.

—Aprecio tu caballerosidad, pero esta vez no puedo creerte.

¿Quién en su sano juicio va a creer que estoy perfecta cuando estoy en pantalones deportivos y playera?

—Créeme que lo estás.

Niego y él -con cuidado y mucha lentitud- toma un mechón rebelde que se ha escapado de mi coleta y lo pone detrás de mi oreja, rozando mi mejilla.

—Vamos —la mirada que me da es tan tierna y hermosa, y me doy cuenta de lo difícil que me va a resultar negarle cosas a este tipo.

—De acuerdo —cedo "ay, al menos hazte del rogar, mujer"—. Solo, dame tiempo para arreglarme un poco.

Sonríe de acuerdo, y antes de levantarme del sofá, le doy las gracias.

—Gracias por esto —sin poder evitarlo, mis manos buscan las suyas, y al encontrarse, él las aprieta y luego las lleva a sus labios, dejando un beso en mis nudillos que provocan una pequeña risa nerviosa de mi parte.

—No hay nada que agradecer, esto también lo hago por mi.

Niego un poco sin entender, pero no me espero a preguntarle, pues me levanto antes de hacer algo de lo que pueda arrepentirme.


*****

Tarde pero seguro.

No me canso de agradecerles el apoyo que le están dando a la historia, y a quienes poco a poco se van uniendo, sean bienvenidos a esta aventura.

No olviden votar y comentar, me ayuda bastante.

Muak, muak.

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