Cuervo (fantasía urbana)

By AvaDraw

1.8M 275K 211K

Alexia debe averiguar por qué se está convirtiendo en un monstruo, mientras suspira por el sexy chico gay que... More

Nota
Parte 1
Parte 2
Parte 3
Parte 4
Parte 5
Parte 7
Parte 8
Parte 9
Parte 10
Parte 11
Parte 12
Parte 13
Parte 14
Parte 15
Parte 16
Parte 17
Parte 18
Parte 19
Parte 20
Parte 21
Parte 22
Parte 23
Parte 24
Parte 25
Parte 26
Parte 27
Parte 28
Parte 29
Parte 30
Parte 31
Parte 32
Parte 33
Parte 34
Parte 35
Parte 36
Parte 37
Parte 38
Parte 39
Parte 40
Parte 41
Parte 42
Parte 43
Parte 44
Parte 45
Parte 46
Parte 47 (I)
Parte 47 (II)
Parte 48
Parte 49
Parte 50
Parte 51
Parte 52 (I)
Parte 52 (II)
Parte 53
Parte 54
Parte 55
Parte 56
Parte 57
Parte 58
Parte 59
Parte 60
Parte 61
Parte 62
Parte 63
Parte 64
Parte 65

Parte 6

35K 5K 3.1K
By AvaDraw

Ya que Héctor estaba de buen humor, dentro de lo que podía ser su buen humor, pensé que estaría bien saludarle. Pero poco antes de que llegara a donde estaban me vio, me miró decepcionado y se dio la vuelta. Elena fue detrás de él.

Unos chicos de otro curso vieron aquella jugada y se echaron a reír. Por suerte pasó frente a mi Tatiana, y le hice un gesto para despedirme. Tampoco me contestó. Los chicos tuvieron aún más motivos para reírse.

Aquel lunes estaba jugando al ping pong con mi estado anímico. Era una especie de juego sádico. Primero me daba esperanzas, y cuando bajaba la guardia me volvía a hundir.

Cada vez me costaba más convencerme de que mi ausencia de vida social no era un problema, de que solo tenía que aguantar en el instituto hasta junio. Quería alguien que me respaldara en el insti, alguien a quien poder contarle lo que pensaba de Tati, lo que sentía por Héctor o que probablemente yo era un mutante de X-men que movía papel higiénico.

Llegué a casa con la firme idea de encerrarme en mi cuarto y probar mis poderes. Mi tía estaba enfrascada leyendo uno de sus libros forrados con papel de periódico y ni me saludó, así que fue sencillo atravesar el salón sin que me detuviera.

Al entrar en mi habitación vi una caja sobre la cama, entre varios calcetines. Era un móvil nuevo con una tarjeta de teléfono.

Aquello me puso los pelos de punta, aunque no estaba segura de si me asustaba más la idea de que mi tía hubiese averiguado de alguna forma que yo estaba sin móvil, o temía que hubiera entrada en mi habitación y hubiera visto el caos de ropa, libros, cajas y zapatos en el que la había convertido.

Era inquietante que no me hubiese regañado por tener el cuarto así.

Tenía que averiguar que pasaba, así que fui al salón con el móvil en la mano.

—Tía.

Ella ni me miró, hizo un ruido con la boca cerrada para indicar que me escuchaba.

—El teléfono que hay en mi cama...

—Me lo han regalado —no me miró, pero parecía molesta por su tono de voz—, por cambiar de contrato. Pero el mío es mejor así que...

—Este está bien.

—Si no lo quieres lo tiro —me gruñó enfadada.

—No, no. El mío se apaga a veces —mentí—, me viene bien.

—No me importa lo que le pase a tu móvil —por fin me miró. Estaba furiosa.

No supe si estaba molesta porque no la dejara leer tranquila o aquella era su forma de expresar que estaba enfadada por cómo tenía mi cuarto. Quizá era buena idea que ordenara.

—Me dan una línea extra por el mismo precio, es de esa tarjeta —me dijo mi tía, algo más calmada, antes de que me metiera en mi cuarto—. El número es nuevo, pero si no lo quieres...

—Sí, lo quiero —dije parapetándome detrás de la puerta por si volvía a enfadarse—. Gracias.

Me encerré en mi habitación. Tuve que apartar el montículo de ropa para poder sentarme en la cama. Abrí la caja y examiné el móvil nuevo. No era de una marca conocida, pero estaba bastante bien. Era el mejor teléfono que había tenido hasta entonces.

Lo encendí, lo configuré y antes de introducir mis cuentas en redes sociales me detuve a pensarlo mejor.

Tener un número nuevo me obligaba a tener un WhatsApp nuevo y perder el contacto con toda la gente del pueblo, con toda la gente de mi pasado.

Para otra persona eso sería un gran problema, pero era lo mejor que me podía pasar a mi. Me daba la oportunidad de empezar de cero.

Así que también me creé una cuenta nueva de Instagram. Seguí a algunos usuarios que recordaba que me gustaban. Sobre todo músicos y perros famosos.

Poca gente conocía mi correo electrónico así que no me hice otro. Entré a mirarlo y, para mi sorpresa, tenía un email de mi madre:

"Hola cariño, ¿cómo estás? Aquí en China estamos muy bien, hace mucho calor. He podido conseguir internet unos segundos para escribirte.

Quiero que sepas que te quiero mucho y que estoy muy orgullosa de ti."

Como siempre no me contaba mucho. Busqué en Internet qué temperatura hacía en China. Dependiendo de la región del país hacía mucho frío o mucho calor. Había varias zonas con temperaturas altas, por lo que era difícil saber dónde estaba mi madre.

Respondí el correo. Le dije que estaba bien y le pregunté en qué región estaba, sin demasiada esperanza de que me contestara. Mi email fue casi tan breve como el suyo. No me gustaba demasiado escribir a mi madre cuando estaba en China, siempre me pareció muy impersonal.

Volví a Instagram y estuve cotilleando los perfiles de mis antiguos amigos. No me llevó mucho ya que solo dos estaban abiertos: el de Belén, que se había ido a estudiar a Sevilla y el de Fran que compartía únicamente memes de fútbol. Hubo un par de personas que no quise ni siquiera buscar.

En el perfil del pueblo había fotos de amaneceres, de la iglesia y de cigüeñas que se habían ido al sur a pasar el invierno.

Busqué los perfiles de mis nuevos compañeros de clase. Probé sin éxito un par de ellos hasta que encontré el de Tatiana. Fue una suerte que usara su nombre real en Instagram. Para alguien que no la conociera en persona, Tatiana podía parecer una persona interesante de acuerdo a su Instagram. Tenía muchos seguidores, casi tantos como conjuntos de ropa. Los selfies y las fotos de ella en distintos lugares se alternaban con frases dichas por famosos y un montón de indirectas acompañando a sus fotos, como la que había escrito aquella mañana. Encontré una foto de febrero en la que salía en una pista de patinaje sobre hielo con otros compañeros de clase. Le agradecí mentalmente que hubiera etiquetado a todas las personas que salían en aquella foto, eso me facilitaba mucho las cosas. Mario tenía el perfil cerrado, Elena también. Cotillee el de Martina, el de Macarena y el de un chico que siempre se dormía en clase.

Estaba echando un último vistazo a la foto en la pista de hielo, lamentándome de que Héctor no apareciera en aquella foto, cuando por fin le reconocí. Era normal que me hubiese costado verle. Estaba muy cambiado.

De inmediato entré en su perfil y casi le dedico un baile de celebración cuando vi que lo tenía abierto y podía verlo todo. Había publicado un montón de fotos, pero no actualizaba desde abril de este año.

Me chocó muchísimo lo distinto que parecía. Podía haber pasado por otra persona. No tenía la cicatriz de la ceja, ni la escayola, y tenía un corte de pelo más corriente. Vestía más colorido, parecía relajado y siempre estaba sonriendo, salvo cuando hacía alguna mueca sacando la lengua y poniéndose bizco.

Por lo que pude ver tenía muchos amigos, jugaba a menudo al fútbol y casi siempre estaba con Mario. El día del Orgullo Gay se pintó un arcoíris en una mejilla y en Halloween se disfrazó con Mario, Elena y otros cuatro amigos de ladrones de "La casa de papel".

Seguí mirando su perfil hasta llegar a las fotos del verano pasado, donde salía en la playa con otros amigos. En una de ellas salía sonriendo con los ojos cerrados y un enorme manojo de algas en la cabeza a modo de peluca. En la siguiente foto seguía en la playa, de pie sobre unas rocas, sujetando triunfal las algas de la otra foto y asustando a una chica con ellas. Me llamó mucho la atención, quizá por la alarmante cantidad de algas, quizá porque solo llevaba un bañador puesto y se podía apreciar lo bueno que estaba.

Me despisté y, maldita mi suerte, le di sin querer un like. ¿Cómo podía ser tan torpe? En todas sus fotos hasta ese momento salía perfectamente vestido, absolutamente en todas menos en esa y se me había tenido que ir el dedo precisamente sobre aquella foto. Es más, cuando traté de quitarlo le di like a la siguiente foto, donde salía sentado mirando hacia la playa con la espalda llena de arena... su perfecta espalda desnuda, obviamente.

Apreté el puño un segundo para castigar a los traidores dedos de mi mano.

Quité un like, luego el otro, borré mi nueva cuenta, borré los emails relacionados con esa cuenta, cerré Instagram, bloqueé el móvil y no le prendí fuego porque quizá era excesivo.

El nombre de usuario que había elegido para mi nueva cuenta era "lasaña-y-colacao", no había publicado nada ni me había puesto una foto de perfil, así que era imposible que supiera que había sido yo. Pero me aterraba la idea de sumar a mi fama la etiqueta de "acosadora". Aunque fuera la única que me merecía.

Me recosté sobre la cama y parte del montículo de ropa se derrumbó sobre mi. Si quería dormir cómoda esa noche, y no acabar devorada por el desorden, tenía que ordenar.

Miré a mi alrededor y me dio muchísima pereza, no sabía ni por donde empezar, había cosas por todas partes. Además, quería probar antes mis poderes.

Me entusiasmó la idea de combinar ambas cosas y ordenar mi habitación usando mi poder, como hacía Mary Poppins, así que me puse manos a la obra.

Intenté sin éxito mover unos pantalones, varias camisetas, mi almohada, calcetines limpios, calcetines sucios, libros, bolis, el móvil nuevo, pero no pasaba nada. Casi me desespero hasta que logré mover por fin algo: el plástico que envolvía la caja del móvil. Hice que diera varias vueltas por el cuarto. Muy entretenido, pero no me ayudaba a ordenar.

Traté de que el plástico recogiera un calcetín, como si se tratara de una mano invisible, pero solo logré que lo empujara un poco.

Me puse a pensar en cómo funcionaba mi poder. Era capaz de mover el envoltorio de un chicle, papel de baño y una lámina de plástico. A lo mejor solo podía mover papelitos. Era mejor que nada, pero no parecía un poder muy impresionante, aunque...

Metí la mano en el bolsillo del vaquero, allí tenía un billete de cinco y otro de diez euros. Parte del cambio de cuando fui a comprar leche.

Un billete es un papelito al fin y al cabo. Si era capaz de mover billetes con la mente quizá podría usar mi poder para hacerme rica de alguna manera.

Pero no, por más que me concentré el dinero no se movió hasta que no soplé, y esa no era la idea. Me dio la impresión de que era lo más pesado que había intentado mover hasta entonces.

Frustrada guardé los billetes y fui a ducharme. Cuando salí mi tía estaba esperándome en la mesa con la cena lista. Melón con jamón y una madalena. Apenas hablamos durante la cena. Mi tía me dijo cómo se decía melón con jamón en italiano.

Recogí la mesa. Cuando acabé de fregar fui al baño y cogí un rollo de papel higiénico para seguir con mis experimentos.

Mi tía me detuvo antes de que entrara en mi cuarto.

—Alexia... —dijo algo insegura.

—Dime.

—Tú tienes catorce o dieciocho o algo así ¿no? —me examinó—. Años

—Diecisiete —se lo había dicho ya, cuando me preguntó por qué la habían llamado del instituto si yo ya era mayor de edad—. Cumplo dieciocho a finales de diciembre.

—Tu madre ya habló contigo de... de esas cosas ¿verdad?

¿"Esas cosas"? No sabía a qué se refería. Prácticamente todo en el universo puede ser definido como "esas cosas". Mi madre y yo hablábamos a veces, pero también pasaba mucho tiempo en China trabajando y no habíamos tenido tiempo de charlar todas las cosas. Nunca habíamos hablado de las invasiones otomanas, las ladillas o las leyes de la física.

—Sí —mentí. No tenía ni idea de a qué se refería.

—Y sabes como funcionan las cosas ¿verdad?

—Sí —ni idea.

—Las cosas de las chicas.

—Sí —¿estaría hablando de tampones?

—Las chicas no se llevan papel higiénico a su cuarto.

—¿No? —pregunté confusa.

—No. Son los chicos, para limpiarse después de hacerse pajas, limpiarse el se...

—Lo sé —la interrumpí algo incómoda. Me daba muy mal rollo oír a un familiar hablar de ese tema—. No es por eso, es para mi alergia.

—¿Vas a usarlo para la alergia? —se puso de pie alarmada.

—Sí, claro —expliqué—. Me está dando mucha alergia en Madrid. Se que es raro tener alergia en octubre, pero... creo que es porque no estoy acostumbrada a la contaminación, supongo.

Me miró aterrada. Mi tía solía asustarse por muchas cosas, pero nunca la había visto tan preocupada por algo como por mi alergia. Me dio la impresión de que apenas respiraba.

—¿Qué síntomas tienes? —me puso las manos sobre los hombros.

—Pues lo normal. No es nada malo, no te asustes —le dije, pero era ella quien me estaba asustando a mi—. Lo típico: Me pica la nariz, la garganta, estornudo a veces... esas cosas.

Tragó saliva. Me acarició la mejilla y me soltó. Su expresión seguía siendo de terror.

—Usa el papel, claro.

Se dio la vuelta, abrió la puerta del apartamento que tenía cerrada con llave, entró y la cerró tras ella.

Tardé unos segundos en recuperarme de la impresión. Me metí en mi cuarto, cerré y estuve arrancando trozos de papel higiénico y haciéndolos volar por la habitación con mi poder. Pero no podía dejar de pensar en la reacción de mi tía. ¿Qué le pasaba? ¿Acaso tenemos alguna alergia grave en la familia? Me tuve que recordar a mi misma que yo había mentido, que no tenía ninguna enfermedad de la que preocuparme y que mi tía estaba como una cabra.

Sobre las once y media apagué la luz y cerré los ojos para quedarme dormida. Pegué la espalda al montículo de ropa. Estaba muy cansada pero no logré dormirme. A los pocos minutos volví a sentir el huevo en la garganta de la noche anterior. La imagen de Héctor vino a mi mente, pero no visualizaba su sonrisa, ni sus muecas de Instagram, ni en aquella foto en la playa. No me vino a la cabeza una imagen, sino que me había invadido una sensación muy molesta de desasosiego.

Poco después me empezaron a picar los brazos y el pelo. Sentía mucha angustia y me costaba respirar hasta el punto de que me planteé llamar a mi tía.

Pasaron unos veinte o treinta minutos y de repente, a medianoche, el huevo, la angustia y el picor desaparecieron.

Todo había pasado, ya podía quedarme dormida, pero aquello había sido muy desagradable.

Por fin entendía por qué se dice que el amor duele. Estaba perdidamente enamorada de Héctor y no me estaba gustando nada. 


Hola!

¿Alguna vez os han picado los brazos por amor? A lo mejor es que no conocéis el amor verdadero, jaja.

Hemos superado las mil lecturas y no os puedo estar más agradecida. A veces me cuesta seguir, pero es que no paráis de votar y comentar y aish... sois amor.

Este capítulo se lo dedico a SandraMichRdz por su apoyo y por el mensaje que me ha dejado esta mañana y me ha hecho ponerme seria con el capítulo :D

Continue Reading

You'll Also Like

19.4K 1K 33
¿Que pasaría si Adam Cambiará puesto con Charlie? esta Historia será como Adam tratara de Mostrar la Redención y que los pecadores puedan Tener una s...
19.1K 1.6K 51
Twilight al saber que la ex alumna de Celestia le robó la corona decide junto con Spike ir a recuperarla, para eso debe viajar a un mundo diferente a...
239K 47.8K 200
En un giro del destino, Jun Hao, un despiadado matón callejero conocido por su fuerza bruta y sus agudos instintos, muere a manos del jefe al que ser...
46K 5.4K 21
jeon Jungkook un príncipe heredero que va en busca de la princesa del reino enemigo para despojarla y asi poder convertirse en rey. kim taehyung es e...