El Lobo Y El Zorro (Omegavers...

By MilMoonAn

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"Prometo hacer hasta lo imposible para volver a verte en nuestra próxima vida. Ser lo suficientemente pacien... More

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-1- Una verdadera amistad
-2- El principio.
-4- El destino suele ser doloroso
-5- Pareja
-6- Se puede romper
-7- Más vale un humano que un Gamma
-8- Otra clase de amor
-9- Felicidad
-10- Uno más
-11- Negación
-12- Dena
-13- Salvación
-14- Una amistad
-15- El lobo y el zorro
Epílogo

-3- El mito que se hizo verdad

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By MilMoonAn

Era dulce, una vez que el empalagoso aroma se evaporaba entonces un olor dulzón parecía bailar en su nariz. Invitándolo a sonreírle. A amarle.

—Tus manos siempre están frías. 

—Las tuyas nunca dejan de ser cálidas.

—Tu aroma ahora...

—¿Sabes? Nosotros los Gamma no tenemos olfato. No distinguimos a nuestras parejas destinadas por el aroma. Nosotros lo único especial que tenemos es la capacidad de ver. Porque los ojos nos transportan al interior del alma.

—¿Qué ves en mis ojos?

—Veo dolor, rencor, peligro y odio ¿Por qué hay tanto odio en tu alma?

—¿Y por qué no?

Los Gamma tenían el peor olfato de todos. Ellos no reconocían a su pareja incluso si esta estaba frente a ellos y  aquello era un método de autodefensa. Como el Gamma siempre era el eslabón débil entonces si encontraban a su pareja y este los rechazaba el dolor llegaría a matarlos. Era un método para sobrevivir a su propia debilidad y Kato nunca había sabido aquello hasta aquel día en el que vio la confusión en su pareja. Porque le sorprendía que cuando él  ya sabía que eran destinados, el Gamma parecía no inmutarse en él.

—Dejaste vivo a uno.

En definitiva no pudieron atrapar al otro, el Delta los derribó con facilidad y escapó. Kato lo dejó ir porque no le interesaba, porque en aquel instante el único que tenía su atención era el Gamma.

—¿Por qué?

Su mirada estaba pegada al muchacho que temblaba en la celda de metal. Kato no encontró otra manera para mantenerlo vigilado, temía el apartar la vista y que el Gamma desapareciera. Por eso prefería mantenerlo cautivo, a su lado, sin libertad, pero a su lado.

Dena se notaba preocupado, el Omega era inteligente y Kato lo sabía, pero en aquel momento nada más importaba, absolutamente nada.

—¿Cuál es tu nombre? —Sin que Kato se dieran cuenta, Dena abrió la celda y se acercó al Gamma, con amabilidad, como siempre era él.

Sorprendentemente el Gamma le dirigió la mirada a Kato, congelando el alma del Alfa y destruyendo su careta despreocupada.

Kato carraspeó, incómodo y decidió irse de aquel lugar.

—¡Por favor! —Pero el grito del Gamma hizo que volteara a verle, a ver a aquel destrozado muchacho que lloraba y que parecía estar a punto de caer— ¡Déjeme ir! ¡Quiero ir con él! ¡Por favor!

Kato sintió el mismo infierno en aquel instante, sintió su espíritu desmoronarse y partirse frente a aquel Gamma que desafortunadamente resultó ser su mate. Muy mala suerte para el Gamma.

—No está marcado —Dena observaba con curiosidad al Gamma—. Quizá lo separaste de su familia. Deberías dejarlo ir.

—No se irá —Kato fue serio, sin dar su brazo a torcer. Él no dejaría al Gamma, no hasta saber lo que haría con él.

—Está sufriendo, es un Gamma, es débil. Déjalo ir.

—¡No se irá! —Kato tomó a Dena del brazo y lo sacó de aquella celda. No le agradaba aquella situación.

—Por favor —el Gamma seguiría suplicado incluso si el Alfa se perdiera de vista.

La región dejó de creer en las parejas destinadas hace mucho tiempo. Ellos habían perdido a la región Gamma por ser mate de un Delta. Quizá desde aquel momento repudiaron la idea de que la luna escogiera un destino para ellos. Temían que pase algo similar. Que el mate de alguien sea una persona prohibida. Ellos se negarían absolutamente a cualquier predicación de aquel suceso. Para ellos la pareja destinada era un mito.

Kato lanzó todos los libros que tenía a su alrededor. Él llegó a la biblioteca con la única misión de encontrar un libro que explique lo que estaba sintiendo, aquello que hacía que quisiera estar junto al Gamma por siempre. Quería encontrar respuestas, pero lo que halló hasta ese momento no le agradaba ni siquiera un poco.

Tal vez fue mala idea buscar respuestas en un libro Gamma. Porque ahora las preocupaciones estaban sobre él.

La debilidad de los Gamma no era un chiste. Era peligroso acercarse a él. Y mucho más ser su pareja. Los cuidados que debía darle eran demasiado. Si llegase a estar a su lado no podría dejarlo ni siquiera un día —su lobo movía la cola por ello, pero él no—. Además estaba el hecho de que si llegar a tener una familia con él entonces el Gamma podría morir en el proceso. Ellos eran como una copa de cristal. Un solo toque mal y se romperían al instante.

Kato lanzó aquel libro a la pared. Su madre lo veía desde la lejanía. Ella lucía mal, especialmente el día de hoy, estaba casi agonizando en su asiento. Sus ojos rojos la delataban y su piel pálida se parecía a la de un fantasma cada vez más.

Cuando Kato estaba sacando aquel libro que contaba la historia de un Delta que inició la más grande revolución entre regiones y un Gamma que se enamoró del Delta.

Cuando Kato estaba por abrir aquel libro y darse cuenta de lo que ocurría a su alrededor. Entonces su madre colapsó. Su cuerpo cayó en un golpe seco y la inconsciencia la tomó.

El lobo negro dejó caer el libro y corrió hasta su madre. Sus temblorosas manos intentaban despertarla mientras el dolor en su pecho se hacía más grande.

—¡Dena!

No supo a quien más llamar, dudaba que su padre llegara a ayudarlo.

En cuando Dena entró a la habitación, varios guardias llegaron con él. Y sorprendentemente su padre fue el primero en entrar.

El hombre tomó a su esposa en brazos y sus oscuros ojos brillaron en ira.

Riku amaba a su esposa, quizá el amor y cariño sea algo que no exista en su vocabulario, pero estaban en su alma, en lo más profundo de su corazón. Porque ella era la única luz que se quedó a su lado después de haber cometido tantos errores en el pasado y a pesar de seguir cometiendo los mismos ella le sonreiría con suavidad y le daría un beso en la mejilla. Ella era su todo. No podía perderla.

El alfa llevó a su esposa fuera de la biblioteca y ordenó preparar un transporte para su esposa. Iría a una región alejada para ver si había una cura para ella. Y si era necesario entonces sería capaz de pisar la región de humanos a dos semanas de viaje de su hogar. No podía perderla.

Riku partió aquella misma tarde. Un grupo de veinte guardaespaldas lo seguirían a donde fuese y un beta de su confianza sería el que le remplazaría.

Kato se quedó en la puerta de su hogar. Procesando cada aspecto que había ocurrido. En un solo segundo su madre colapsó y él no pudo ayudar en lo más mínimo ¿Sería capaz de proteger a su pareja?

Sus pasos avanzaron sin siquiera notarlo.  Kato bajó hasta las celdas del lugar. Se dirigía hacia donde su pareja estaba. Él haría lo correcto: preguntaría su nombre. Se presentaría y le dejaría libre.

Dejaría que el Gamma decida lo que sería de aquello. Porque podían romper el lazo en aquel instante. Mientras no lo conozca demasiado entonces no le dolería mucho dejarlo de lado.

Claro que pelearía por tenerlo a su lado. Le conquistaría como manda la ética y moral. También se disculparía por haberle encerrado.

Sí...

El Gamma no estaba en su celda.

Cuando llegó a la celda en la que se supone que estaría su pareja, se encontró con la ausencia del Gamma. La puerta estaba abierta y las cadenas que lo mantenían preso abiertas.

Kato tomó el cuello del primer guardia que vio a su alrededor. Apretó tanto que el hombre estaba a segundos de perder la vida. Kato lo soltó solo cuando vio a su víctima a escasos segundos de su muerte.

—¿Quién lo dejó salir?

Kato no era tonto. El Gamma no era lo suficientemente fuerte para forzar la reja y las cadenas. Hubiese muerto en el proceso.

—Usted, señor. Su pareja vino a decirnos que usted quería ver al prisionero.

Dena...

Kato cambió a su forma lobuna y se dispuso a salir a buscar al Omega. No importaba los varios años de amistad. Dena se había vuelto su enemigo en aquel instante.

La noche no era la más amable de todas. Una fuerte lluvia bañaba el inmenso bosque. El viento soplaba con tanta insistencia que las hojas de los árboles estaban a punto de ser arrancadas desde las ramas. Las gotas golpeaban el suelo con fuerza.

Varios guardias se unieron para ayudar a Kato en su búsqueda, si encontraban a Dena con el prisionero entonces no importaría sus lazos con la familia alfa. Dena sería juzgado igual que cualquier otro lobo. Incluso Kato estaba dispuesto a darle uno de los peores castigos que se le ocurriera. Porque llevarse al Gamma, a su pareja destinada. Eso significaba la mayor ofensa.

Nadie descansó aquella noche. La calma de la noche era rota por la furia de Kato y el miedo de Dena.

Hugo, un enorme Alcón de alas inmensas y mirada penetrante, el tipo era un amigo cercano de la familia. Él no peleaba, simplemente lanzaba planes que llegaban a la victoria. Fue Hugo quien guió el camino de Kato y los demás lobos.

En cuanto vio a los dos fugitivos, él lanzó un silbido que aceleró el paso de todos.

Los habían encontrado.

Quizá la historia no era nueva

Kato los encontró en segundos. El aroma de Dena era inconfundible. Su aroma le recordaba a las moras que daban en cierta época. Era dulce y era lo que en aquel momento le delató.

La manada acorraló al Omega y Gamma en orillas del lago. Dena parecía intentar proteger al Gamma, pero Kato no lo dejaría. La lluvia seguía cayendo.

—Es mío.

La voz grave y fuerte de Kato hizo que cualquier orden suya fuera acatada. Su voz de alfa.

Dena siempre había anhelado ser llamado de aquella forma. Ser llamado "Mío" por Kato. A pesar de su amistad en diferentes términos. Él esperaba aquel día en el que iba a finalmente entrar en el corazón del Alfa. Pero aquella noche sus esperanzas fueron destruidas de la peor manera.

Porque aquella palabra no era dirigida al Omega, era para el Gamma quien parecía estar a segundos de caer.

Dena fue tomado por sorpresa. Su suave pelaje fue sujetado con brusquedad por los guardias del alfa. Se lo llevaron en seguida. Sin miedo ni temor. Lo apartaron dejando solo a un Gamma quien parecía estar más que asustado.

—Mírame —Para ese entonces Kato ya estaba en su forma humana, completamente desnudo, pero tan majestuoso como solo él podía estar—, Mírame —Volvió a exigir, no se detendría hasta conseguir lo que quería.

Y supo callar cuando vio como el pequeño zorro del desierto elevada la vista hasta chocar miradas. Sus grandes orejas hacia atrás y su mirada delataba la precaución que estaba tomando en aquel instante.

—¿Cuál es tu nombre?

—Señor —Uno de los guardias interrumpió la conversación—, él le dió su nombre a Dena. Se llama Mika. Es una Gamma de la familia de los pumas negros.

—Mika.

Fue la misma gloria. Kato sintió en su lengua cosquilleo cuando soltó aquel nombre. Se halló un poco más cerca de el Gamma. Pensó que podía tenerlo.

—Mika, necesito que mires mis ojos directamente y me digas lo que ves en ellos.

Porque Kato sabía que el olfato de los Gamma era casi nulo, pero que su sentido sobrepasaba la vista. Ellos podían ver el alma y las emociones de cualquiera con solo ver sus ojos. Kato quería darle una oportunidad para que su futuro infierno no se repita, pero no prometía nada. Si el Gamma incluso de esa forma no lo reconocía como pareja entonces lo haría a la fuerza. Su idea de hacerlo por las buenas se acabó cuando se dio cuenta que el Gamma había escapado.

—¿Qué es lo que ves en mis ojos?

—Veo —Mika cambió igual a su forma humana. Incluso de aquella manera él mantenía la cabeza agachada— Dolor, soledad y también puedo ver una gota de calma.

Mika practicó en los ojos de Karim. Él siempre leía la mirada del Delta y sonreía cada vez que notaba el amor hacia él en aquellos ojos que le sonreían.

—¿Algo más?

—Odio, mucho odio —A Mika le parecía extraño como, a pesar de tener miedo, se acercaba al Alfa con confianza, como si lo hubiese conocido hace tanto— ¿Por qué hay tanto odio en tu alma?

¿Nada más? Eso era lo único que el Gamma podía ver en él. Kato estaba decepcionado y algo dolido. Quizá aquella unidad que sugeríab sobre las parejas destinadas era un mito después de todo. Mika no lo había reconocido como su pareja destinada.

—¿Y por qué no?

Los guardias tomaron a Mika de los hombros y se dispusieron a llevarlo preso una vez más.

—Señor —el mismo Alcón en su forma humana se acercó a Kato— ¿Lo llevamos a su celda?

—Sí.

Estaba decepcionado ¿Quizá realmente no existía un lazo entre ellos y solo él se estaba imaginando aquello? Tal vez tantas batallas habían dañado su cabeza.

—Esperen —Pero Kato quería a aquel Gamma, lo intentó por las buenas y no funcionó. Era hora de cambiar de plan, no importaba el costo—, llévenlo a mi habitación.

Sí, quizá la historia estaba repitiéndose una vez más.

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