Ocho balas

By MayStrauss

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Aunque acabe de cumplir dieciocho, Lara es la mejor asesina de La Fundación, una organización secreta cuyo pr... More

Segunda bala: La secretaria
Tercera bala: El misterio
Cuarta bala: La sospecha
Quinta bala: La decisión
Sexta bala: La traición
Séptima bala: La verdad
Octava bala: Mi nueva vida
Nota
Wattpad me odia
Capítulo 1 (2ª Temporada): Comienza la caza
Capítulo 2 (2ªTemporada) : Primer enfrentamiento
Capítulo 3 (2ª Temporada) : Huida
Capítulo 4 (2ª Temporada) : Secuestro
Capítulo 5 (2ª Temporada) : El plan de Charlie
Capítulo 6 (2ª Temporada) : Las despedidas
Capítulo 7 (2ª Temporada) : Final
Epílogo
Nota

Primera bala: El fallo

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By MayStrauss

Llevaba dos horas apostada en el tejado de aquel edificio completamente quieta. Comenzaban a dormírseme las piernas pero la paciencia era parte de mi trabajo. Observaba por la mira telescópica del fusil de francotirador que tenía entre las manos, aguadando a que apareciese mi objetivo.

Marco Lansky, veintiocho años, líder del grupo Lansky desde que muriese su padre hace nueve años. De cara al público eran una empresa de construcción con filiales en todo el país. En las sombras traficaban con drogas y estaba imputado de tres asesinatos. Otra vez, una cuantiosa suma de dinero hizo que el juez olvidara el caso por falta de pruebas pero ahí era donde entrábamos nosotros.

Observé la foto que tenía sujeta a un fajo de documentos a mi lado. Rubio, ojos verdes, metro noventa de estatura y complexión atlética. No estaba mal para ser un mafioso asesino. Lansky me observaba desde la imagen con una expresión seductora. Esperé unos minutos comenzando a impacientarme.

Llevaba un mes entero siguiéndole la pista a ese capullo. Sabía a qué hora se despertaba por las mañanas, qué desayunaba, cuándo salía del trabajo y con quién se acostaba por las noches. Lo sabía todo de él. No por nada el Presidente me encargaba siempre los trabajos más difíciles. Después de estudiar sus movimientos había decido que la forma más simple de hacer el trabajo era esperar a que su BMV negro doblase la esquina de la Gran Avenida, en dirección a su reunión semanal de los viernes a mediodía. Aquello estaba atestado de gente y el tráfico era horrible por lo que podría esconderme fácilmente y salir de allí sin dejar rastro.

A pesar de que los objetivos de la Fundación eran conseguir un mundo más seguro, evidentemente nuestros métodos estaban fuera de la legalidad. Para la policía no éramos distintos de los asesinos a los que matábamos por lo que debíamos andarnos siempre con cuidado.

Comenzaba a ponerme nerviosa, mi objetivo debía de haber pasado por mi punto de mira hacía casi media hora. ¿Había cometido algún error? Hoy le había vigilado como de costumbre hasta hacía solo dos horas. Todo parecía normal. Nada había cambiado. Me incorporé un poco moviendo las piernas para desentumecerlas. Estaba enfadada. Debería de haber terminado con esto hoy. Ya iba a marcharme cuando el BMV de Lansky apareció al final de la calle. Me coloqué en posición de tiro de nuevo  y apunté. “Mierda, casi se me escapa” pensé irritada. Justo cuando iba a doblar la esquina apreté el gatillo. La bala atravesó la ventanilla trasera del coche que paró en seco paralizando el tráfico. Sonreí segura de que había acertado. Sin embargo, Lansky salió del asiento trasero ileso y escotado por dos gorilas enormes. Uno de ellos sacó algo del bolsillo de su chaqueta. Me agaché a tiempo y la bala impactó contra el tejado. Estaba tan sorprendida que casi no esquivo la segunda que me rozó el hombro dejando un dolor punzante a su paso. Recogí el rifle y salí corriendo. No sólo había fallado si no que me habían descubierto. ¿Cómo demonios ha pasado esto? Afortunadamente ya había trazado varias rutas de escape. Salté al tejado del edificio vecino y bajé por la escalera de incendios, aunque los guardaespaldas de Lansky me persiguiesen ya estaba demasiado lejos. Había desmontado el fusil por el camino y lo llevaba guardado en una funda de guitarra. Para cualquier persona que me viese ahora, sólo era una adolescente que volvía de su clase de música. Caminé fastidiada hasta la parada del autobús, intentando parar la hemorragia de mi hombro con un pañuelo. Afortunadamente sólo me había rozado y la herida no era profunda. Me subí al primer autobús que pasó y bajé frente a un enorme rascacielos, pulsé el botón de la última planta y esperé. Cuando se abrieron las puertas me encontraba en las oficinas centrales de uno de los bancos más importantes de país.

-Quiero ver al Presidente- le dije a la chica de la recepción.

-Oh, eso es imposible- me dijo hablándome como si fuese tonta- ¿Eres su hija o algo?

-Sólo dígale que Lara Bansk quiere verle.

Supongo que la chica quedó impresionada por mi seguridad. Marcó algún número en el teléfono que tenía en las manos y al cabo de un rato se levantó y me pidió que le siguiese. Me guio hasta el enorme despacho del Presidente y me dejó allí.

-Le atenderán enseguida señorita Bansk.

Yo asentí. Hacía tiempo que no pasaba por allí pero aquello seguía tan ostentoso como siempre. El Presidente no sólo lideraba uno de los bancos más potentes del país, si no que usaba sus ganancias para financiar en secreto a un grupo de mercenarios a sueldo que asesinaban maleantes. Él mismo formó la Fundación después de que su mujer muriese a manos de la mafia cuando era joven y su asesino sólo pasase un año y medio en la cárcel. Era algo así como un justiciero moderno y millonario.  

A mí me reclutaron cuando tenía trece. Vivía en un orfanato hasta que decidí escaparme y comencé a vagar por las calles. Él me encontró y me ofreció trabajo. Me entrenaron como a un militar y pronto descubrí que se me daba bien.  Supongo que era un trabajo bastante cuestionable pero ganaba mucho dinero y me permitía vivir por mi cuenta sin depender de nadie. Tampoco tenía una familia que pudiese sentirse decepcionada por lo que hacía así que no me importaban esas cosas.

-Lara, perdona la espera- me dijo el presidente entrando en su despacho y estrechando mi mano- No esperaba que vinieses aquí.

Normalmente me mandaban la información sobre mis nuevos objetivos por correo o mediante algún emisario. El Presidente procuraba mantenerse al margen en lo posible para evitar sospechas.

-Lo sé, es que ha habido un problema.

-¿Un problema? ¿No me dijiste que acabarías hoy con Lansky?- preguntó extrañado. Después reparó en la sangre de mi camisa- ¿Estás bien?

-Sí, no es nada- dije molesta- Verás… algo salió mal.

Dudé un rato, nerviosa, realmente era vergonzoso lo que iba a decir

- Fallé el disparo.

El presidente abrió mucho los ojos.

-Bueno todo el mundo falla alguna vez, ¿Te descubrieron?

-No me vieron la cara- aseguré.

-Vaya- dijo pensativo- Bueno habrá que hacerlo de otra forma. No te preocupes, ve a descansar. En unos días me pondré en contacto contigo.

Yo asentí, me di la vuelta  y salí del despacho. Quizás si necesitase descansar. Era la primera vez que fallaba un tiro y estaba realmente contrariada. Mi piso no estaba muy lejos de allí así que fui caminando y repasando mentalmente los sucesos de la mañana. Ese Lansky era un tipo con suerte.

Gracias a la gran cantidad de dinero que conseguía con mi trabajo, podía permitirme el alquiler de un ático enorme en el centro. Abrí una cerveza y me dejé caer en el sofá, cansada.  Vaya día de mierda. El brazo me dolía pero la herida ya había dejado de sangrar así que no le di importancia. No quería pensar en el desastre de hoy así que cuando había bebido suficiente cerveza como para que no me preocupase me fui a dormir.

Durante el resto de la semana no tuve noticias de la Fundación. Debido a mi trabajo pasaba meses fuera de casa. Era un problema cuando estaba en el instituto ya que tenía que inventar excusas todo el tiempo pero afortunadamente ya me había graduado. Lo único bueno que tenía el colegio era que me mantenía ocupada cuando no tenía trabajo, ahora sólo leía o paseaba por el barrio, a fin de cuentas, no tenía nada que hacer. Tampoco tenía ningún amigo con el que quedar y dentro de la Fundación, la mayoría no nos conocíamos entre nosotros para evitar problemas. Se podría decir que era una persona muy solitaria.

Cuatro días después, un repartidor llamó a mi puerta y me entregó un sobre marrón y grueso.

-Para la señorita Lara Bansk.

-Sí, soy yo.

Esperé a que se fuera y lo abrí apresurada. Dentro había varios documentos sobre contabilidad y un currículum con mi foto que aseguraba que me había licenciado en economía en Harvard. También había una nota del Presidente.

Plan B

Lansky ha reforzado su seguridad por lo que no podrás volver a pillarlo fácilmente, además creemos que tiene contacto con otros peces gordos de la mafia cuyo paradero desconocemos. Tu misión consiste en infiltrarte en su empresa, ganar su confianza y conseguir la información que necesitamos. Después debes deshacerte de Lansky.

Entrarás como su ayudante de contabilidad de la empresa, lo hemos preparado todo para ti, tienes tu entrevista de trabajo el martes a las 9:00 horas, no llegues tarde.

El Presidente

Hice una bola con la nota y la lancé a la otra punta de la habitación contrariada. Nunca me habían mandado un trabajo así. Para empezar yo no sabía nada de contabilidad y desde luego que jamás había pisado Harvard. Tampoco me hacía ninguna gracia tener que acercarme a mi presa. Yo siempre trabajaba desde lejos y fingir ser alguien que no era no se me daba nada bien. Comencé a estudiar los documentos que venían en el sobre. Esto no iba a salir bien.

Pasé casi toda la noche buscando información que pudiese serme útil, después  me duché, me puse el vestido más formal que encontré en mi armario y me maquillé lo que pude. Según el currículum se suponía que tenía veinticuatro. Cuando llegué a la oficina central de las empresas Lansky comencé a ponerme verdaderamente nerviosa. Tenía que haber rechazado este maldito trabajo. Me habían disparado hacía menos de una semana, seguro que tenía derecho a unas vacaciones.

-Acompáñeme por favor- me dijo la chica de recepción cuando el expliqué a qué había venido.

La seguí por varias plantas y pasillos hasta que paró frente a unas gruesas puertas de roble.

-Adelante.

Yo entré intimidada, en teoría sólo era una entrevista de trabajo ¿Por qué tanto lujo? La habitación donde me encontraba tenía las paredes de cristal y sillones de cuero negro. Yo observaba todo impresionada.

-Siéntese por favor- dijo una voz grave al otro lado del enorme escritorio de madera.

Yo obedecí y miré a mi interlocutor.

-Tiene un currículum increíble señorita Bansk, no pude evitar la curiosidad de conocerla en persona.

Al otro lado de la mesa estaban los ojos verdes de Marco Lansky mirándome fijamente. Mierda.

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