Querido insomnio:
Te dedico esta pequeña parte de mi vida; me has acompañado durante estos últimos años, antes de convertirme en adulto, con la mínima diferencia de que estaré sintiendo lo mismo de todos los años.
Has estado allí, cuando mis lágrimas caían cómo cataratas; cuando mis pensamientos se convertían en mil maneras de acabar con mi vida.
Me has enseñado que entre más profunda y la larga sea la noche, más sinceros y armoniosos son mis sentimientos; entre más fría y espesa sea la oscuridad, más dulces y carismáticos son mis sueños; entre más incómoda y dura sea la almohada, más placentero es el querer despertar.
No eres culpable de que al amanecer no pueda pensar con claridad, no eres culpable de que tenga sueño por las mañanas y que mis tardes se conviertan en horas de dormir, mucho menos que eres culpable del que no pueda dormir; en lugar de ello, agradezco que hayas aparecido, porque contigo aprendí cosas que puedo y no sabía hacer: "Escribir".
Con amor, Santii.
"DE TI APRENDÍ, QUE ENTRE MÁS FRÍA Y ESPESA SEA LA OSCURIDAD, MÁS DULCES Y CARISMÁTICOS SON MIS SUEÑOS... A LAS 3:00 A.M."