Girls Love Girls and Boys ➵ h...

heyitskmila द्वारा

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GLGAB.HG|❝Las chicas aman a las chicas y a los chicos, el amor no es una elección.❞ Al estar en su quinto año... अधिक

━ GIRLS LOVE GIRLS AND BOYS
━ ACT ONE
━ BACK TO HOGWARTS
━ BLACK IS AT HOGWARTS
━ THE CUTE GIRL AND THE ANIMAGUS
━ SOME THINGS ARE CHANGING
━ SOULMATES AND THE TRUTH
N O T A
N O T A D O S
-MOONEY, WORMTAIL, PADFOOT AND PRONGS
-MOONEY, WORMTAIL, PADFOOT AND PRONGS II

━ THREE BROOMSTICK WITH THE GOLDEN TRIO

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heyitskmila द्वारा

iv. three broomstick with the golden trio

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  PESE A LAS QUEJAS DE SIRIUS, Hydra les devolvió el mapa a los gemelos, claro está, que no les dijo que sabía lo que era, simplemente les dijo que esperaba no volver a verlos fuera del toque de queda.

  Octubre y Noviembre habían pasado volando, igual que su cumpleaños, Draco le regaló un collar con una foto de ellos de pequeños y muchos chocolates, mientras que Klaus le regaló una chaqueta de cuero con una serpiente bordada en la espalda. Su madre le envío una carta felicitándola junto a más dulces y de su padre no recibió nada.

  A la rubia no le gustaba mucho la idea de festejar su cumpleaños, por lo cual solo Klaus y su familia sabían cuando era, es por eso que Sirius no le regaló nada.

  Siguió reuniéndose con Hermione en la biblioteca lo cual llevó a que se conocieran mejor y también siguió yendo a La Casa de Los Gritos para encontrarse con su tío y ayudarlo con su venganza.

  Junto a la nieve también llegó la segunda salida a Hogsmeade, había invitado a Klaus pero él iría con Fred y George, así que cuando vió a Hermione a punto de subirse a una carroza, le preguntó si no tenía problema en que vaya con ellos (el hermano de los gemelos también iba con ella), y aunque el pelirrojo pareció dudar, la menor aceptó alegando que no había ningún problema.

  Al observar que solo eran Hermione y Ron se preguntó por qué no venía Harry junto a ellos.

  ―¿Por qué Potter no viene con ustedes? O ¿Tendrán una cita?

  ―¿Qué? ¡No, Claro que no!

  Por alguna razón, la rubia estaba aliviada de que no estuvieran juntos.

  ―¿¡Yo con ella!? No te ofendas Hermione pero no saldría contigo aunque fueras la última chica en el mundo ―la chica lo miró bastante ofendida y le respondió:

  ―Por si no sabías Ron, decir "no te ofendas" no hará que no me ofenda y mucho menos si dices esas cosas.

  ―Yo creo que Hermione es hermosa ―cuando ambos la miraron sorprendidos, supo que lo había dicho en voz alta, la menor se sonrojó y Hydra no pudo evitar que una leve sonrisa apareciera en su rostro.

  ―Aunque basándonos en tus gustos...

  ―¿Hay algún problema Ronald? ―el pelirrojo simplemente la miró y negó, Hydra no dejaría que hablase de ella sin conocerla y mucho menos que dijese que Hermione no era hermosa.

🐍🐍🐍

  AL LLEGAR A HOGSMEADE FUERON DIRECTO A HONEYDUKES, Hydra necesitaba conseguir más chocolate para Sirius (le había dicho a la rubia que le hacían recordar a alguien) y los menores querían ver las nuevas variedades de dulces. Luego de un tiempo, los tres se acercaron a los dulces que se encontraban bajo un letrero que decía «Sabores Insólitos».

  ―Uf, no, Harry no querrá de éstos. Creo que son para vampiros ―dijo Hermione mientras miraban unos dulces con sabor a sangre.

  ―A Cedric le gustan ―alegó la rubia agarrando algunos para su amigo.

  ―¿Y que les parece esto? ―preguntó Ron acercando un tarro de cucarachas a ambas.

  ―Aún peor ―a el pelirrojo casi se le cayó el bote de las manos, Hydra se dio la vuelta y vió a Harry Potter parado frente a ellos, el mismo Harry Potter que no tenía autorización para estar en Hogsmeade.

  ―¡Harry! ―gritó Hermione ―. ¿Qué haces aquí? ¿Cómo... cómo lo has hecho...?

  ―¡Ahí va! ―dijo Ron impresionado ―. ¡Has aprendido a aparecerte!

  ―Por supuesto que no ―respondió Harry, y sin reparar en la presencia de Hydra, les contó en voz baja como los gemelos le habían dado el mapa del merodeador.

  ―¿Por qué Fred y George no me lo han dejado nunca? ¡Son mis hermanos!

  ―¡Pero Harry no se quedará con el! ―dijo Hermione como si la idea fuera absurda ―. Se lo entregará a la profesora McGonagall. ¿Verdad Harry?

  ―¡No! ―contestó él.

  ―¿Estás loca? ―Ron miró a Hermione con los ojos muy abiertos ―. ¿Entregar algo tan estupendo?

  Hydra siguió viendo los dulces, sabiendo que no era parte de la conversación aunque continuó escuchando.

  ―¡Si lo entrego tendré que explicar donde lo conseguí! Filch se enteraría de que Fred y George se lo robaron.

  ―Pero ¿Y Sirius Black? ―susurró Hermione ―. ¡Podría estar utilizando algunos de los pasadizos del mapa para entrar al castillo! ¡Los profesores tienen que saberlo!

  Hydra no pudo evitar mirar a la menor, Hermione era la bruja más brillante de su edad ¡Sirius si estaba utilizando uno de esos pasadizos para entrar al castillo!

  ―No puede entrar por un pasadizo ―dijo Harry. Error, pensó Hydra ―. Hay siete pasadizos secretos en el mapa, ¿Verdad? Fred y George saben que Filch conoce cuatro. Y en cuanto a los otros tres... Uno está bloqueado y no se puede atravesar; otro tiene plantado en la entrada el sauce boxeador, de forma que no se puede salir; y el que acabo de atravesar yo..., bien..., es realmente difícil distinguir la entrada, allí abajo, en el sótano, así que a menos que supiera que se encontraba allí...

  Hydra, quien pensó que Hermione querría pasar tiempo con Harry y Ron, decidió que se iría mientras ellos seguían hablando sobre Sirius. Agarró algunos dulces y luego de pagarlos, salió del local.

  ―¡Hydra! ―gritó Hermione ―¿Ya te vas?

  La rubia volteó cuando escuchó que la llamaban y se acercó al trío.

  ―Si, supuse que querrían pasar tiempo juntos así que probablemente vuelva al castillo.

  ―¿No quieres venir con nosotros a las tres escobas? ―la rubia se lo pensó un momento y luego respondió:

  ―Si claro, ¿Por qué no? ―le dio una sonrisa y los cuatro comenzaron a caminar hacia el bar.

  El lugar estaba calentito y lleno de gente, de bullicio y de humo. Una mujer guapa y de buena figura servía a un grupo de pendencieros en la barra.

  ―Ésa es la señora Rosmerta ―dijo Ron ―. Voy a por las bebidas ―añadió sonrojandose un poco.

  Hermione, Harry y Hydra se dirigieron a la parte trasera del bar, donde quedaba libre una pequeña mesa, entre la ventana y un bonito árbol navideño, al lado de la chimenea. Ron regresó cinco minutos más tarde con cuatro jarras de caliente y espumosa cervezas de mantequilla.

  Hydra le había dado un sorbo cuando una repentina corriente de aire la despeinó. Se había vuelto a abrir la puerta de las tres escobas, la rubia pasó sus manos por su cabello para arreglarlo y cuando se dio cuenta, Harry ya estaba debajo de la mesa escondido. La profesora McGonagall había entrado al bar seguida por el profesor Flitwick, Hagrid y el Ministro de Magia Cornelius Fudge.

  ―¡Mobiliarbo! ―susurró Hermione.

  El árbol de navidad que se encontraba a su lado se elevó unos centímetros, se corrió un poco, y finalmente volvió a posarse frente a ellos, ocultándolos. Hydra oyó a los profesores y al ministro resoplar y suspirar mientras se sentaban. Luego se escucharon pasos y una voz femenina.

  ―Una tacita de alhelí...

  ―Para mí ―indicó la voz de la profesora McGonagall.

  ―Dos litros de hidromiel caliente con especias...

  ―Gracias, Rosmerta ―dijo Hagrid.

  ―Un jarabe de cereza y gaseosa con hielo y sombrilla.

  ―¡Mmm! ―dijo el profesor Flitwick.

  ―El ron de grosella tiene que ser para usted, señor ministro.

  ―Gracias, Rosmerta, querida ―dijo la voz de Fudge ―. Estoy encantado de volver a verte. Tomate tu otro, ¿Quieres? Ven y únete a nosotros...

  ―Muchas gracias, señor ministro.

  La rubia oyó los pasos de Rosmerta ir y regresar. Miró a los demás y le dio un sorbo a tu cerveza de mantequilla mientras observaba como Hermione parecía a punto de desmayarse.

  ―¿Qué lo trae por estos pagos, señor ministro? ―preguntó la señora Rosmerta.

  ―¿Que va a ser, querida? Sirius Black. Me imagino que sabes lo que ocurrió en el colegio en Halloween ―susurró Fudge.

  ―Sí, oí un rumor ―admitió la mujer.

  ―¿Se lo contaste a todo el bar, Hagrid? ―se escuchó la voz de la profesora McGonagall enfadada.

  ―¿Cree que Black sigue por la zona, señor ministro? ―susurró la señora Rosmerta y Hydra asintió disimuladamente, si tan solo supieran.

  ―Estoy seguro ―dijo Fudge escuetamente.

  ―¿Sabe que los dementores han registrado ya dos veces este local? Me espantaron a toda la clientela. Es fatal para el negocio, señor ministro.

  ―Rosmerta, querida, a mi no me gustan más que a ti ―dijo Fudge con incomodidad ―. Pero son precauciones necesarias... Son un mal necesario. Acabo de tropezarse con algunos: están furiosos con Dumbledore porque no los deja entrar en los terrenos del castillo.

  ―Menos mal ―dijo la profesora McGonagall tajantemente ―. ¿Cómo íbamos a dar clases con esos monstruos rondando por allí?

  ―Bien dicho, bien dicho ―se escuchó al profesor Flitwick.

  ―De todas formas ―objetó Fudge ―, están aquí para defendernos de algo mucho peor. Todos sabemos de lo que Black es capaz...

  «Es capaz de tirarse al suelo para que le rasques la barriga», pensó Hydra.

  ―¿Saben? Todavía me cuesta creerlo ―dijo pensativa la señora Rosmerta ―. De toda la gente que se pasó al lado tenebroso. Sirius Black era el último de qué hubiera pensado... Quiero decir, lo recuerdo cuando era un niño en Hogwarts. Si me hubieras dicho entonces en lo que se iba a convertir, había creído que habrías tomado demasiado hidromiel.

  Hydra no pudo evitar rodar los ojos, «en lo único en que se convirtió fue en un perro».

  ―No sabes ni la mitad de la historia, Rosmerta ―dijo Fudge con aspereza ―. La gente desconoce lo peor.

  «¿Que es un animago ilegal?»

  ―¿Lo peor? ―preguntó la señora Rosmerta con la voz impregnada de curiosidad ―. ¿Peor que matar a toda esa gente?

  «¿Te refieres a los mortifagos que mató, Rosmerta?». La rubia le dio otro trago a su bebida y siguió escuchando.

  ―Desde luego, eso quiero decir ―dijo Fudge.

  ―No puedo creerlo. ¿Qué podría ser peor?

  ―Dices que te acuerdas cuando estaba en Hogwarts, Rosmerta ―susurró la profesora McGonagall ―. ¿Sabes quién era su mejor amigo?

  ―Pues claro ―respondió la señora Rosmerta riendo ligeramente ―. Nunca se los veía al uno sin el otro. ¡La de veces que estuvieron aquí! Siempre me hacían reír. ¡Un par de cómicos, Sirius Black y James Potter!

  Hydra escuchó el sonido de metal cayéndose y cerró los ojos fuertemente, se suponía que el chico no debía de enterarse de eso.

  ―Exactamente ―dijo la profesora McGonagall ―. Black y Potter. Cabecillas de su pandilla. Los dos eran muy inteligentes. Excepcionalmente inteligentes. Creo que nunca hemos tenido dos alborotadores como ellos.

  ―No sé ―dijo Hagrid, riendo entre dientes ―. Fred y George Weasley podrían dejarlos atrás.

  ―¡Cualquiera habría dicho que Black y Potter eran hermanos! ―terció Flitwick ― ¡Eran inseparables!

  «No me sorprende. Por lo que Sirius me contó, ambos se veían como hermanos»

  ―¡Por supuesto que lo eran! ― dijo Fudge ― Potter confiaba en Black más que en cualquier otro amigo. Nada cambió cuando dejaron el colegio. Black fue el padrino de boda cuando James se casó con Lily. Luego fue el padrino de Harry. Éste no sabe nada, claro. Ya te lo puedes imaginar cuánto se sorprendería si lo supiera.

  «Pues creo que ya se enteró, señor ministro»

  ―¿Por que Black se alió con Quien Ustedes Saben? ―susurró Rosmerta.

  ―Aún peor, querida... ―Fudge bajó la voz y continuó en un susurro casi inaudible ―. Los Potter no ignoraban que Quien Tú Sabes iba tras ellos. Dumbledore, quién luchaba incansablemente contra Quien Tú Sabes, tenía cierto número de espías. Uno le dio el soplo y Dumbledore alertó inmediatamente a James y a Lily. Les aconsejo ocultarse. Bien, por supuesto que Quien Tú Sabes no era alguien de quién uno se pudiera ocultar fácilmente. Dumbledore les dijo que su mejor defensa era el encantamiento Fidelio.

  ―¿Cómo funciona eso? ―preguntó la mujer, muerta de curiosidad.

  El profesor Flitwick carraspeó.

  ―Es un encantamiento tremendamente complicado ―dijo con voz de pito ― que supone el ocultamiento mágico de algo dentro de una sola mente. La información se oculta dentro de la persona elegida, que es el guardián del secreto. Y en lo sucesivo es imposible encontrar lo que guarda, a menos que el guardián secreto opte por divulgarlo. Mientras el guardián secreto se negara a hablar, Quien Tú Sabes podía registrar el pueblo en que estaban James y Lily sin encontrarlos nunca, aunque tuviera la nariz pegada a la sala de estar de la pareja.

  «Lo lamento, profesor, ¿Pero acaso usted lo ha visto? Porque déjeme decirle que no tiene naríz».

  ―¿Así que Black era el guardián secreto de los Potter? ―susurró la señora Rosmerta.

  ―Naturalmente ―dijo la profesora McGonagall ―. James Potter le dijo a Dumbledore que Black daría su vida antes de revelar dónde se ocultaban, y que Black estaba pensando en ocultarse él también... Y aún así, Dumbledore seguía preocupado. Él mismo se ofreció como guardián secreto de los Potter.

  ―¿Sospechaba de Black? ―exclamó la señora Rosmerta.

  «¿Lo hacía?».

  ―Dumbledore estaba convencido de que alguien cercano a los Potter había informado a Quien Tú Sabes de sus movimientos ―dijo la profesora McGonagall con voz misteriosa ―. De hecho, llevaba algún tiempo sospechando que en nuestro bando teníamos un traidor que pasaba información a Quien Tú Sabes.

  «Sí, y su nombre es Peter Pettigrew, Minnie».

  ―¿Y a pesar de todo James Potter insistió en que el guardián secreto fuera Black?

  ―Así es ―confirmó Fudge ―. Y apenas una semana después de que se hubiera llevado a cabo el encantamiento Fidelio...

  ―¿Black los traicionó? ―musitó la señora Rosmerta.

  «Pettigrew los traicionó, Rosmerta, querida».

  ―Desde luego. Black estaba cansado de su papel de espía. Estaba dispuesto a declarar abiertamente su apoyo a Quien Tú Sabes. Y parece que tenía la intención de hacerlo en el momento en que murieran los Potter. Pero como todos sabemos, Quien Tú Sabes sucumbió ante el pequeño Harry Potter. Con sus poderes destruidos, completamente debilitado, huyó. Y esto dejó a Black en una situación incómoda. Su amo había caído en el mismo momento en que Black había descubierto su jugada. No tenía otra elección que escapar...

  ―Sucio y asqueroso traidor ―dijo Hagrid, en un tono tan alto que la mitad del bar se quedó en silencio.

  ―Chist ―lo calló la profesora McGonagall.

  ―¡Me lo encontré ―bramó Hagrid ―, seguramente fui yo el último que lo vio antes de que matara a toda esa gente! ¡Fui yo quien rescató a Harry de la casa de Lily y James, después de su asesinato! Lo saqué de entre las ruinas, pobrecito. Tenía una herida grande en la frente y sus padres habían muerto... Y Sirius Black apareció en aquella moto voladora que solía llevar. No se me ocurrió preguntarme lo que había ido a hacer allí. No sabía que él había sido el guardián secreto de Lily y James. Pensé que se había enterado del ataque de Quien Ustedes Saben y había acudido para ver en qué podía ayudar. Estaba pálido y tembloroso. ¿Y saben lo que hice? ¡ME PUSE A CONSOLAR A AQUEL TRAIDOR ASESINO! ―exclamó Hagrid.

  Hydra solo rodó sus ojos, Hagrid no le caía del todo bien y que estuviese formando un escándalo no ayudaba.

  ―Hagrid, por favor ―dijo la profesora McGonagall ―, baja la voz.

  ―¿Cómo iba a saber yo que su turbación no se debía a lo que les había pasado a Lily y a James? ¡Lo que le turbaba era la muerte de Quien Ustedes Saben! Y entonces me dijo: «Dame a Harry, Hagrid. Soy su padrino. Yo cuidaré de él...» ¡Ja! ¡Pero yo tenía órdenes de Dumbledore y le dije a Black que no! Dumbledore me había dicho que Harry tenía que ir a casa de sus tíos. Black discutió, pero al final tuvo que ceder. Me dijo que usara su moto para llevar a Harry hasta la casa de los Dursley. «no la necesito ya», me dijo. Tendría que haberme dado cuenta de que había algo raro en todo aquello. Adoraba su moto. ¿Por qué me la daba? ¿Por qué decía que ya no la necesitaba? La verdad es que una moto deja demasiadas huellas, es muy fácil de seguir. Dumbledore sabía que él era el guardián de los Potter. Black tenía que huir aquella noche. Sabía que él ministerio no tardaría en perseguirlo. Pero, ¿Y si le hubiera entregado a Harry, eh? Apuesto a que lo habría arrojado de la moto en alta mar. ¡Al hijo de su mejor amigo! Y es que cuando un mago se pasa al lado tenebroso no hay nada ni nadie que le importe...

  Tras la perorata de Hagrid hubo un largo silencio en el cual Hydra intentó no reír. ¿Habría arrojado a Harry al mar? ¡No tenía ni pizca de sentido! Por no obviar el hecho de que si Sirius le había dado la moto era para que llevase al niño más rápido. Por si algún mortífago los veía e intentaba atacarlos.

  Luego, la señora Rosmerta dijo con cierta satisfacción:

  ―Pero no consiguió huir, ¿Verdad? El ministerio de magia lo atrapó al día siguiente.

  ―¡Ah, si lo hubiéramos encontrado nosotros...! ―dijo Fudge con amargura ―. No fuimos nosotros, fue el pequeño Peter Pettigrew: otro de los amigos de Potter. Enloquecido de dolor, sin duda y sabiendo que Black era el guardián secreto de los Potter, el mismo lo persiguió.

  «Creo que la realidad es distinta, si me permite opinar, señor ministro».

  ―¿Pettigrew...? ¿Aquel gordito que los seguía a todas partes? ―preguntó la señora Rosmerta.

  ―Adoraba a Black y a Potter. Eran sus héroes ―dijo la profesora McGonagall ―. No era tan inteligente como ellos y a menudo yo era brusca con él. Pueden imaginarse como me pesa ahora... ―su voz sonaba como si tuviera un resfriado repentino.

  «Creo que se lo merecía querida Minnie».

  ―Venga, venga, Minerva ―dijo Fudge amablemente ―. Pettigrew murió como un héroe. Los testigos oculares (muggles, por supuesto, tuvimos que borrarles la memoria...) Nos contaron que Pettigrew había arrinconado a Black. Dicen que sollozaba: «¡A Lily y a James, Sirius! ¿Cómo pudiste...?» Y entonces sacó la varita. Aunque, claro, Black fue más rápido. Hizo polvo a Pettigrew.

  La profesora McGonagall se sonó la nariz y dijo con voz llorosa:

  ―¡Que chico más alocado, que bobo! Siempre fue muy malo en los duelos. Tenía que habérselo dejado al ministerio...

  Hydra ya quería ver la cara de la Profesora Mcgonagall cuando se enterase (si es que algún día se enteraba) de que lloró por quien no debía.

  ―Les digo que si yo hubiese encontrado a Black antes que Pettigrew, no habría perdido el tiempo con varitas... Lo habría descuartizado, miembro por miembros ―gruño Hagrid.

  «Pero si acabas de decir que fuiste el último que lo vio y no le hiciste nada porque no lo sabías. Además, ¿Realmente crees que hubieras siquiera podido acercarte a él? Sirius es muchísimo mejor que un semi-gigante»

  ―No sabes lo que dices, Hagrid ― dijo Fudge con brusquedad ―. Nadie salvo los muy preparados Magos de Choque del Grupo de Operaciones Mágicas Especiales habría tenido una oportunidad contra Black, después de haberlo acorralado. En aquel entonces yo era el subsecretario del Departamento de Catástrofes en el Mundo de la Magia, y fui uno de los primeros en personarse en el lugar de los hechos cuando Black mató a toda aquella gente. Nunca, nunca lo olvidaré. Todavía a veces sueño con ello. Un cráter en el centro de la calle, tan profundo que había reventado las alcantarillas. Había cadáveres por todas partes. Muggles gritando. Y Black allí, riéndose, con los restos de Pettigrew delante… Una túnica manchada de sangre y unos… unos trozos de su cuerpo.

  «¿Con restos de Pettigrew te refieres a su dedo?»

  La voz de Fudge se detuvo de repente. Cinco narices se sonaron.

  ―Bueno, ahí lo tienes, Rosmerta ― dijo Fudge con la voz tomada ―. A Black se lo llevaron veinte miembros del Grupo de Operaciones Mágicas Especiales, y Pettigrew fue investido Caballero de primera clase de la Orden de Merlín, que creo que fue de algún consuelo para su pobre madre. Black ha estado desde entonces en Azkaban.

  «Yo creo que no se lo merecía»

  La señora Rosmerta dio un largo suspiro.

  ―¿Es cierto que está loco, señor ministro?

  «¿No lo estamos todos acaso?»

  ―Me gustaría poder asegurar que lo estaba ―dijo Fudge ―. Ciertamente creo que la derrota de su amo lo trastornó durante algún tiempo. El asesinato de Pettigrew y de todos aquellos muggles fue la acción de un hombre acorralado y desesperado: cruel, inútil, sin sentido. Sin embargo, en mi última inspección de Azkaban pude ver a Black. La mayoría de los presos que hay allí hablan en la oscuridad consigo mismos. Han perdido el juicio… Pero me quedé sorprendido de lo normal que parecía Black. Estuvo hablando conmigo con total sensatez. Fue desconcertante. Me dio la impresión de que se aburría. Me preguntó si había acabado de leer el periódico. Tan sereno como se lo puedan imaginar, me dijo que echaba de menos los crucigramas. Sí, me quedé estupefacto al comprobar el escaso efecto que los dementores parecían tener sobre él. Y él era uno de los que estaban más vigilados en Azkaban, ¿Saben? Tenía dementores en la puerta día y noche.

  Hydra hizo un recordatorio mental para llevarle crucigramas la próxima vez que lo viera.

  ―Pero ¿qué pretende al fugarse? ― preguntó la señora Rosmerta ―. ¡Dios mío, señor ministro! No intentará reunirse con Quien Usted Sabe, ¿verdad?

  ―Me atrevería a afirmar que es su… su… objetivo final ―respondió Fudge evasivamente y Hydra cubrió su boca con la palma de su mano para no reír ―. Pero esperamos atraparlo antes. Tengo que decir que Quien Tú Sabes, solo y sin amigos, es una cosa… pero con su más devoto seguidor, me estremezco al pensar lo poco que tardará en volver a alzarse…

  Hubo un sonido hueco, como cuando el vidrio golpea la madera. Alguien había dejado su vaso.

  ―Si tiene que cenar con el director, Cornelius, lo mejor será que nos vayamos acercando al castillo.

  Hydra escuchó pasos, luego volvió a abrirse la puerta de Las Tres Escobas, entró otra ráfaga de nieve y los profesores desaparecieron.

   Ron y Hermione se metieron su cabeza debajo de la mesa y preguntaron:

  ―¿Harry?

🐍🐍🐍

  ANTES DE QUE HARRY SE DIRIGIERA HACIA HONEYDUKES Hydra puso una mano en su hombro haciendo que se detuviera.

  ―Hey, ¿Lo que escuchaste ahí dentro? Olvídalo, la mayoría son invenciones del idiota de Fudge.

  ―Es fácil para ti decirlo. Tu padrino no es el asesino más buscado en toda Inglaterra, ni mucho menos traicionó a tus padres ―le dió una mirada gélida.

  ―Bueno, mi padrino no. Pero mi madrina está en Azkaban ―la rubia se encogió de hombros como si fuera lo más normal del mundo y miró a otro lado antes de volver a posar su mirada en él ―. De cualquier manera, créeme cuando te digo que Fudge mentía. Black nunca tuvo un juicio, no hay forma de comprobar que lo que el ministro dijo es cierto.

  ―Pero si hay testigos que afirman lo que el ministro dijo sobre Pettigrew acribillandolo. Sobre él siendo el guardián secreto. ¡Él era su amigo! Black traicionó a mis padres y gracias a él están muertos. Es todo lo que me importa.

  El miope dió la vuelta y entro al local. Hydra suspiró y emprendió su camino hacia el castillo alejándose un poco de los menores. Sirius no se pondría para nada feliz cuando se enterase.

  ―¿Tu madrina está en Azkaban? ―escuchó la voz de Ron y se detuvo para mirarlo.

  ―Sí, lo está. Su celda también es una de las más custodiadas.

  ―¿Y lo dices como si fuera normal? ―preguntó incrédulo.

  ―Es que lo es ―la rubia lo miró como si fuera obvio ―. Para mí lo es.

  Hermione le hizo una seña al pelirrojo para que se adelantara y éste lo hizo sin rechistar.

  ―¿Sigues manteniendo contacto con ella?  ―Hydra miró a Hermione y negó.

  ―Antes le enviaba cartas frecuentemente, madre me ayudaba. No entendía por qué se la habían llevado y nadie queria explicarmelo. Luego dejé de hacerlo y solo recibo sus felicitaciones en mis cumpleaños, a veces ni eso.

  ―Debió haber sido muy duro para tí ¿No?

  ―Tenía tres años cuando se la llevaron ―comenzó mientras asentía ―. Prometió estar para mi cuarto cumpleaños pero no la ví ahí. Luego me enteré de que se la habían llevado a Azkaban y no la ví nunca más.

  ―¿Eran muy unidas? ―preguntó con cautela, no quería que pensara que estaba obligada a responder.

  ―Claro que lo eramos. Siempre lo fuimos ―Hydra bajó la mirada y luego volvió a mirar a la menor como si nada ―. De cualquier manera, ella está en Azkaban y yo no soy la misma de hace doce años.

  Hermione la miró y titubeó un poco antes de ponerse en puntillas para dejar en un beso en su mejilla.

  ―Lamento que hayas tenido que pasar por eso ―dijo bastante sonrojada.

  Hydra la miró con sorpresa y luego le sonrió, estaba dispuesta a contarle más sobre su pasado si terminaba con ella besándola de nuevo.

🐍🐍🐍

¡Finalmente les traigo el capítulo cuatro!
No es de mis favoritos hasta ahora pero al menos tenemos un acercamiento entre Hermione y Hydra AAAAAAA

¿No son tan tiernas?

Lamento el retraso, estuve algo ocupada en estos días, pero de ahora en más intentaré publicar un capítulo cada semana.

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