El elevador de Central Park

Door CreativeToTheCore

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¿Cuál es el mejor lugar para trazar un plan de espionaje? El malhumorado Xiant Silver no tiene nada en común... Meer

Sinopsis
1. Hígados en Nueva York
2. Cuernos desde mayo
3. Viernes de investigación
4. El idioma de la decepción
5. Pactar con demonios
6. Alcohólico mañanero
7. Dramatizar
8. Se busca traductor
9. El test del lector
10. Ideas asesinas
11. Aborten misión
12. Al confesionario
13. Media naranja
14. Ensalada de licores
15. Cita con el dentista
16. No soy el sol
17. Paso en la dirección correcta (o incorrecta)
19. El día que lo arruinaste
20. Tacaño viscoso
21. Malos niñeros
22. Lo que le dices a los niños y los niños te dicen a ti
23. Pretérito
24. La reina y su heredero
25. Protégelo
26. Ficción para adultos
27. Gallos
28. Dos ciudades, dos mujeres
29. Chalecos de fuerza
30. Amistad en construcción
31. Brillo y sangre
32. Lejos, lejos, lejos
33. Espermatozoides asustados
34. Para mañana
35. El rebaño
36. Grisáceo
37. Gato comprimido
38. Citar la fuente
39. Una última bala
40. Te quiero
41. Amigos en noviembre
42. Cosas que (no) te gustan
43. Nueva misión
44. Para mi flor preferida
45. Elevadores en Lisboa
Epílogo
¡En físico!

18. Donde no soy tú

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Door CreativeToTheCore

27 de octubre, 2015

Preswen

—¿Cómo va el asunto del libro? —pregunta Wells mientras se afloja la corbata.

Niego con la cabeza para hacerle saber que no es un buen momento para hablarlo y apuro lo que resta de mi copa de vino por mi garganta, acurrucada contra la cabecera de la cama.

Se desabotona las mangas de la camisa y las enrolla hasta sus codos al sentarse a mi lado. Hay empatía en sus ojos cuando me sonríe. Cree que estoy desanimada por eso cuando lo que me lleva a beber alcohol en la cama es él.

—No te preocupes, linda. Tú…

—Por favor, no me digas una de esas frases de Disney sobre que los sueños se hacen realidad y solo debo esperar.

Me quita la copa y la deja en la mesa de noche. Su sonrisa es dulce.

—Jamás te diría eso. Es una mentira que los adultos dicen con demasiada frecuencia a los niños. Los sueños no se cumplen, tú debes cumplirlos. A la mayoría nada le cae regalado del cielo. Iba a decirte que sigo apoyándote. Conozco la clase de mujer que eres. Tú no te das por vencida. No importa la cantidad de veces que te pateen el trasero, eventualmente lo lograrás. Tómate el tiempo que necesites y trabaja las horas que sean necesarias.

Alza ambas de sus espesas cejas castañas, esperando una respuesta de mi parte. Es tan atractivo que suspiro, no solo por la tierna manera en que ladea la cabeza, inclina el mentón con interés o por lo bien que le quedan los primeros botones de la camisa desprendidos, sino porque de verdad me gusta. Me encanta Wells. Sus palabras siempre son las correctas. Sospecho que es de esas personas que ensaya lo que va a decir en cada ocasión, porque es imposible que alguien sea tan bueno hablando en los momentos en que más lo necesitas.

Sus oídos escuchan las inseguridades en tu cabeza para que no debas luchar para sacarlas a través de la voz.

—¿Cómo haces para ser tan perfecto? —pregunto, probándolo.

Se encoge de hombros.

—No lo soy.

—Más que yo sí, estoy segura.

Se ríe y todos los continentes tiemblan bajo esa risa.

—No existe una escala de perfección para los seres humanos, Pres. ¿Por qué eres tan dura contigo hoy? —cuestiona, pero luego reflexiona al examinarme—. En realidad, tal vez no sea cosa solo de hoy... ¿Por esto has estado tan rara las semanas?

—¿Rara?

Se pasa una mano por la nuca, disgustado pero dispuesto a decir lo que le molesta.

—Desde que empezaste a ir a editoriales nos hemos distanciado. Yo trabajo, y cuando estoy, tú no estás. Hay días que nos vemos solo por la noche y estamos tan cansados que apenas nos hablamos antes de ir a la cama. —No dice nada que no sepa y no le digo que a veces, mucho últimamente, finjo estar dormida para no hablarle—. A veces pienso que estamos tan ocupados que terminamos descuidando lo que más deberíamos cuidar, al otro.

Esa es la línea de película más dulce que escuché en mucho tiempo, y me enoja. Odio que me esté ocultando lo de Brooke, pero a su vez sé que se preocupa por mí. Las palabras de aliento sobre el libro fueron sinceras, lo sé. Aunque engañaba a Vicente me preocupaba por él, porque mentirle a una persona en un sentido no implica que seas deshonesto con ella en otros. Lo que me molesta de su frase es lo de descuidar lo que más deberíamos cuidar. Esa parte es un arma de doble filo.

—¿Y qué tienes pensado hacer al respecto?

—Hablarlo —responde con sencillez.

Es mi turno de reír.

—Hablar no soluciona ciertas cosas, Wells.

Se tensa y eso dispara todas las alertas en mi cabeza. Le sostengo la mirada tratando de expresar que sé lo que en realidad está consumiendo sus pensamientos.

—Pero sí la mayoría. Una buena comunicación, aunque es de las cosas más difíciles de conseguir, resuelve mucho.

Niego con la cabeza. No quiero escucharlo mentirme acerca de lo mucho que me extraña y me ama. No deseo oírlo decir que cree que esta relación se ha estado enfriando o deteriorando como si no fuera consciente del por qué.

—Para tener una buena comunicación primero no hay que tener secretos.

Se echa hacia atrás. No sé si está confundido de verdad o solo actúa.

—¿Qué clase de secretos, Preswen?

Repaso el plan de Tasha en mi cabeza. No quiero hacer esto, pero debo.

El domingo, cuando regresamos al bar, la discusión de siempre volvió a surgir. Xian insistió en que ir de frente con nuestras respectivas parejas sería lo mejor, y volví a sostener que necesitábamos pruebas. A diferencia de las veces anteriores, ahora comprendíamos el por qué cada uno quería hacerlo a su modo, pero Tasha nos ayudó al decir que podíamos hacer ambas.

—Van a ir de frente, pero de una forma más indirecta y sutil, para evitar peleas. Les darán la oportunidad de sentir la presión y confesar. Si ellos se quiebran, ahí acaba todo. Si los dos lo niegan, seguirán recolectando evidencia y los expondrán para que no tengan nada más que hacer que reconocerlo a la fuerza. Si, por ejemplo, Brooke confiesa pero Wells no, Preswen ya tendrá toda la evidencia que necesita cuando Xian le cuente lo que sabe, y viceversa. Ayúdense entre ustedes. Apóyense —dijo.

Eso me recordó a una frase de mi escritor favorito, Amir Dallimus: «No necesita que reme por él y no necesito que reme por mí. Cada uno es responsable de salvar su propio bote, pero saber que no estamos solos a la deriva en este gran océano, es un propulsor para remar con más ganas. No hay que subestimar la compañía y las palabras de aliento, sobre todo cuando vienen de una persona que no dudaría en prestarte un remo si en un desliz emocional dejas caer los tuyos; quien es, además, la primera en ofrecerte ayuda para buscarlos. Alguien que reduce la velocidad solo porque quiere llegar a la playa al mismo tiempo que tú… Pues, lo vale, ¿no? Al menos sé que no lo dejaría ser comida para tiburones. Ese es un gran paso».

Lo más fácil sería romper con ellos y marcharnos, pero si Xian y yo coincidimos en una cosa, es que necesitamos un cierre. Si te alejas de alguien sintiendo en una parte de ti, por más pequeña que sea, que podrías haber hecho más y queda algo que salvar, jamás podrás soltar la relación en paz para que siga el curso que debe tomar. Siempre regresarás al pasado e intentarás convertirlo en presente, mientras este último se escurre entre tus dedos. Lo sé porque me pasé la vida entera regresando a corazones ajenos con la esperanza de cambiar algo, como si dicho cambio no tuviera que darse en conjunto.

Gran y terca ilusa

Una bicicleta de una única rueda funcional es un desperdicio. Para eso me quedo con mi monociclo.

—Hay algo que nunca te dije —confieso—. Yo…

—Espera.

Me arrebata todo el oxígeno de los pulmones cuando busca mi mano sobre las mantas y entrelaza sus dedos con los míos. Deposita un beso en el dorso, con dulzura.

—¿Por qué hiciste eso? —susurro.

—Porque cuando queremos confesar algo, nos ponemos nerviosos, nos asustamos o nos preocupamos de más, creyendo que el otro no lo entenderá. Quiero que sepas que no debes sentirte así conmigo. No importa lo que digas, te amo y tú también me amas. No lo olvides.

¿Por qué hace todo tan difícil? ¿No puede ser un imbécil como lo es Xian la mayor parte del tiempo?

Sus palabras me hacen pensar si me dice esto en un intento de que mi reacción sea más comprensiva el día que me diga que se enamoró de otra persona. ¿Es sincero? ¿Puede que todo sea un malentendido al final?

—Antes de ti había otro. Su nombre era Vicente y le fue infiel contigo.

Su agarre vacila por un segundo, pero se recompone y me da un apretón.

—¿Por qué no me lo contaste antes? —Su tono es bajo.

¿No suena repugnado porque él es igual a mí o porque su corazón y mente están abiertos de par en par?

—¿Tú me contarías algo así? ¿Admitirías que eres infiel?

No responde, en su lugar asegura un mechón de mi cabello fuera de mi rostro y traza la línea de mi mandíbula. Mis latidos van en aumento.

—Sería difícil.

—Pero lo correcto —insisto, a lo que asiente en concordancia.

—¿Por qué me cuentas esto ahora?

Recuerdo que una vez confeccionamos una lista de 96 preguntas para dársela a Amir Dallimus. El hombre dejaba cabos sueltos a propósito, pero en exceso, y era algo que odiábamos. Siempre nos consideré buenos haciendo preguntas, pero nunca me pregunté si seríamos igual de buenos a la hora de contestarlas.

—Porque tú también has estado raro estas últimas semanas.

El peso de mis acusación pasiva lo golpea. Estoy, suavemente, transmitiendo todas mis sospechas. Sus manos dejan de tocarme. Echa la cabeza hacia atrás, mirando el techo por un segundo antes de sacudir la cabeza y volver a mirarme.

—No te estoy siendo infiel, Preswen. —Me descoloca. No hay furia en su voz, no la que esperarías oír de alguien a quien acaban de señalar como adúltero—. Créeme, yo jamás te haría algo como eso…

—¿Lo dices porque yo sí soy una mentirosa? —El contraataque sale disparado como una bala.

—No, lo digo porque no soy así.

«No soy tú».

He escuchado esas palabras antes. Se las dije a Vicente, de esa y mil formas diferentes.

Luce apenado, y por primera vez veo culpa en él.

Culpa que no debería sentir si no fuera exactamente como yo.

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