Prisioneros de la muerte ➂ #D...

Av andreamarianaar

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Muchas veces el final de algo, es el comienzo de una consecuencia mucho mayor. Nuestra materia se transformó... Mer

Información
ᴍᴇᴍᴇɴᴛᴏ ᴍᴏʀɪ
1. Ya no eres mas mi religión
2. Gane
3. No era lo que quería
4. Los muertos están vivos
5. El temible emperador
6. Todos tenemos un pasado
7. Llamada nocturna
8. No necesitas a nadie
9. Momentánea paz
10. Tormenta
11. ♀♂
12. Míos
13. Navegando lejos
14. Odisea
15. Mamá
16. El hermano mayor
17. La verdad
18. Ángeles
19. O demonios
20. Las dichosas consecuencias
22. La pólvora explotó
23. Era una celebración
24. Corazón hecho de cristal
25. Un mejor padre
26. Mi familia
27. Supervida
28. Piedad para la familia
29. Memento para la eternidad
30. La victoria esta asegurada
31. Querida melancolia
32. La gotica mexicana
33. Otro triste traidor
34. A donde vamos cuando todo esta perdido
35. El trono esta libre
36. ¿Tienes miedo de la oscuridad?
37. Pandora
Epilogo primera parte: Mi religión
Epilogo segunda parte: Perdi la fe
Epilogo tercera parte: Rompe las cadenas
⚠️AVISO⚠️
Extra: "FAUSTO".

21. Dejaste nuestro amor en el olvido

305 25 8
Av andreamarianaar

Indra.
CDMX.
Dante me ayudo a bajar del helicóptero en medio de la noche iluminada por las luces de la gran metrópolis.

Me sentí más segura cuando él chino detrás mío me tendió un portabebes, el otro le fue entregado a Dante en medio de la heladez y el fuerte viento producto de las aspas del helicóptero.

Uno de los hombres enmascarados nos tenía abierta la puerta de la azotea del gran y lujoso edificio que de seguro también le pertenecía al hombre de tatuajes.

Me hubiese gustado que Dasha estuviera con nosotros, pero ella ahora mismo debería estar llegando a Rusia con Johanna. Luka y Sofia habían tomando un avión de nuevo a Canadá después de una corta visita de fin de semana.

Me quede de nuevo solamente con Dante en medio de esta ajetreada vida que parecía tener de pronto el hombre.

Seguí al número de seguridad de Dante. Por supuesto el chino se ofreció a tomar a mi hijo que yacía en el porta bebés pero yo no me quise sentir una inútil por completo.

Después de descender dos pisos en el elegante elevador de madera fina finalmente aparcamos en nuestra puerta de pesada madera y mármol. No me asombraría el saber que esta puerta fuera a prueba de balas.

Lo primero que noté fue la espectacular vista hacia el resto de los edificios que cubría demasiado terreno.

La pared de cristal abarcaba completamente toda la pared de la sala, comedor y cocina.

Con cuidado Dante dejo el portabebes de Fara sobre la mesa de mármol de la cocina, lo mire atender una llamada y luego perderse en el pasillo que conectaba con unas escaleras de metal entre monosílabos hacia la persona detrás del teléfono.

Deposite el porta bebés de de Franco a lado de su hermana y luego solté un ligero suspiro de cansancio.

—Será mejor que nos acostumbremos a esto Indra— dijo Jorge al aire. Segundos después se lanzó a uno de los gigantes y mullidos sillones de piel color marrón. El chino se colocó todas las almohadas azules de gamuza que pudo detrás de la cabeza y luego lo mire cerrar los ojos cuando se cruzó de brazos, dispuesto a tener una siesta ajeno completamente al escándalo a su alrededor.

No quise decirle absolutamente al hombre de cabello rizado. Solo podía pensar que ahora tendría que hacer todo de nuevo, acondicionar un cuarto para mis hijos. Rectificar las medidas de seguridad que Dante implementaba en cada lugar al que acudíamos.

Esto era cansado. En esto se convertiría nuestra vida. ¿No tendríamos un lugar fijo durante mucho tiempo? ¿Cómo iban a crecer mis hijos? ¿Ellos tendrían oportunidad de ir a un colegio? ¿Qué se supone que consideraban hogar estas personas?

Marzo fue relativamente tranquilo entre idas y venidas a Oaxaca y a la Ciudad de México.

Incluso mi cumpleaños número veintitrés fue demasiado calmado con un pastel casero hecho por la pequeña hermana de Salazar.

Un pastel que ni siquiera pude disfrutar porque los hombres de esta casa Jorge y Dante, se habían lanzado sobre este cómo si fuese competencia para ver quién podía comer más.

Se sintió tan bien tener una reunión tranquila como esa. Luka y Dasha habían hecho FaceTime conmigo, incluso Johanna participo en las felicitaciones.
Los tres estaban ahora mismo en Rusia atendiendo trabajo de Dante.

Jorge trajo mientras tanto una temporada a Sofía en nuestros viajes, lo cual fue un alivio para mi en medio de la extraña seriedad que se había instalado en nuestros hogares temporales.

Sofía se había pegado como chicle a mí, ambas vimos el rápido crecimiento de mis hijos.

Fara parecía un periquito a todas horas, nunca se callaba. "Apa" era su palabra favorita, la única que sabía decir realmente.

Franco no había pronunciado aún una palabra realmente pero era un alivio para mi corazón escuchar sus altas carcajadas cada vez que su hermana comenzaba a hablar intentando imitar a Sofía.

Yo ya no podía cargar por mi cuenta a los gemelos, necesitaba ayuda para transportarlos. Para educarlos, dormirlos. Incluso para alimentarlos. No podía quitar el ojo de ellos mientras andaban en sus andaderas o cunas portátiles. Estaban creciendo demasiado rápido. Pronto serían conscientes de todo esto.

A pesar de que Sofía y yo habíamos intentando tener una plática sobre el futuro de los gemelos. Ambas nos aterramos de más y cambiábamos el tema por cualquier otro. Nadie parecía tener las ganas de hablar un tema tan importante como este.

¿Cómo los iba a educar? Mi mayor preocupación era la escuela, su desarrollo en este entorno. ¿Conocerían el manejo de un arma? Yo no los quería cerca de nada peligroso. De nadie malo.

A pesar de que Dante realmente nunca fue a una escuela, podía notar como se desvivía por asegurarse que Sofia no desperdiciara ninguna oportunidad escolar. La protegía con su vida y sus millones de dólares.

Yo quería lo mismo para los gemelos y no sabía cómo pedirlo. Sentí que mi burbuja de cristal que había formado yo misma a base de otros pedazos emocionales se comenzó a caer nuevamente. Me sentí extraña después de tanto tiempo de sentirme bien.

Dante nos dejó regresar finalmente a nuestra casa en Puerto Escondido el primero de abril. Este era el único hogar que consideraba mio después de tanto.

Incluso los gemelos se sentían más tranquilos jugando frente a un precioso atardecer en el mar.

Los 3 nos habíamos acostumbrado perfectamente a las nuevas ausencias de los cercanos de Dante. Cuando uno se iba, otro venia en su lugar.

Pero nunca me dejaban completamente sola y eso me agradaba.

Sofia mientras tanto había comenzado a hacer los preparativos para el majestuoso primer cumpleaños de los gemelos.

Yo me atreví a preguntar si podría venir mi mamá de nuevo, pero el silencio de Sofía seguido de una evasiva demasiado grande me confirmó mis sospechas de que ese pequeño privilegio que tenía se había agotado.

Esta bien. Me obligue a guardar dentro de mi la opresión en mi corazón como lo había hecho con todas mis demás emociones. Yo debía ser fuerte por mis bebés.

Apenas Dante puso un pie en la casa a finales de la primera semana de abril, llegó gritando y exigiendo que tomáramos cursos intensos de clases de defensa, clases de armamento para mi y para su hermana en lo que Dasha se comía en besos de bienvenida a mis hijos.

Había algo que tenía que admirar mucho del temido diablo y era que siempre te obligaba a superarte. Literal siempre me exigía mas y mas. Emocional, física y mentalmente.

No nos daba por sentadas solo por ser mujeres.

El decía que siempre teníamos que estar alerta, porque nosotras íbamos a ser nuestra única y propia salvación. Siempre.

Las clases de box se habían vuelto mis favoritas, Dante era un buen maestro y yo sentía que podía sacar toda mi ira y frustración a través de un saco de boxeo.

El atardecer lleno de colores azules y grises frente al mar era de lo mas lindo que había para admirar en este momento en el cual intentaba hacer que un poco de aire entrara en mis pulmones después de la paliza que me había puesto Dante en el improvisado ring que habían hecho los hombres de la casa.

—¿Ya me vas a preguntar?— alce las cejas al escuchar el tono agitado de Dante hacia mi.

—¿De que hablas?— intente sonar tranquila sentándome en la arena para poder tomar un trago de mi botella de agua.

—El cumpleaños de los gemelos, mi hermana ya comenzó a organizar y pagar demasiadas cosas— dijo burlón Dante sentándose a mi lado.

—Le pedí que no exagerara, pero Sofia al parecer no conoce esa palabra— respondí mas tranquila.

—¿Para que quieres a tu mamá aquí Indra?— me pregunto Dante directo y yo sentí un ligero cosquilleo en las plantas de los pies.

—Yo no he dicho nada— intente mentir hablando rápido, pero mis oídos se pusieron calientes y con la cola de caballo que dejo mi rostro al descubierto no tuve que ser genio para saber que me había puesto colorada.

—Entiendo que es tu mamá, la abuela de tus hijos pero...no creo que sea bueno traerla de nuevo— Dante termino de hablar suavemente y yo trague el pequeño nudo que se había formado en mi garganta.

—Lo entiendo— dije simplemente sin dejar de ver hacia el mar, la vista era aún mejor desde que el chino se había llevado de nuevo el mega barco a tierras desconocidas.

Me levante despacio de la arena al mismo tiempo que soltaba todo el aire retenido.

—Lo sé, se que eres muy inteligente y madura.— Dante se callo de pronto y yo busqué su mirada.

—¿Acabas de darme un cumplido?— pregunté poniéndome las manos en la cintura.

Dante rodó los ojos. —Qué no se te suba a la cabeza Indra o te haré mierda en el próximo entrenamiento— me dijo el diablo lanzándome su botella de agua la cual esquivé fácilmente entre cortas risas.

—No soy ese tipo de persona Dante— le respondí con una pequeña sonrisa y mire como rápido Dante desvió la vista de mi, frunciendo el ceño de pronto.

—Tu mamá no puede venir porque Villanueva no la deja salir de Cancún— me dijo de pronto y sin titubear el hombre repleto de tatuajes y músculos.

Tan solo la mención del apellido de Fausto la sentí como una especie de micro latigazo en mi corazón. Sin embargo el enojo le ganó a cualquier otra emoción en mi.

—¿Por qué no deja en paz a mi familia? Mi mamá no tiene nada que ver en esto...ya se llevo a mi hermano— mi voz salió rasposa y Dante se estiró en su lugar.

La familia de un mafioso paga los pecados de él, no lo olvides bonita. Mis hombres habían sacado a tu mamá sin problemas las primeras dos veces, pero supongo que a Villanueva le emputo el hecho de que su hermana quisiera venir a verte— Dante hablo y luego se encogió de hombros como si no fuera la gran cosa esta información valiosa para mi.

—Gracias— le conteste rápida a el hermano mayor de Sofía.

—¿Por?—.

—Por decirme la verdad; no tenías necesidad Dante— le dije tendiéndole una mano para que se pudiera levantar aún cuando yo sabía de sobra que este hombre no la necesitaba.

Dante tomó mi palma abierta con indecisión y cuando ambos quedamos parados miramos el apagado sol a punto de esconderse para darle paso a su hermana mayor la luna.

—Podríamos ir a Cancún, digo no podrías hacer gran cosa. Solo ver a tu familia como dos horas, en lo que atiendo unos pedos, pero bastara para que los gemelos convivan con tus hermanos— los vellos de la piel se me erizaron al escuchar la rapidez con la que hablaba Dante.

—¿De verdad?— los ojos me brillaron involuntariamente y Dante me asintió rápidamente.

—Si, es un viaje de entrada por salida. No veo problema, solo que mi hermana no va, tampoco Dasha. Si te parece, pues vamos— las primeras lágrimas de felicidad cayeron por mis mejillas al mismo tiempo que estampe mi cara contra el sudado pecho de Dante para poder abrazarlo.

—Si, si, si. Esta bien, no tengo problema. ¡Gracias, Gracias!— Dante se quedó estático, pero luego me dio unas palmadas en la cabeza como si yo fuera una especie de perrito.

—Entrada por salida Indra— me repitió Dante y yo me limpié la cara rápidamente para asentirle.

De reojo mire a Sofía con una genuina sonrisa recargada contra el balcón, no sabía cuánto tiempo llevaba ahí y tampoco me importó.

Dante tenía su parte escondida de bondad, ahora podía entender un poco las similitudes con su hermana menor.

Ni siquiera pude dormir bien los siguientes días de tanta emoción que me embargo.

Quería ver a mi mamá, tal vez incluso estaría Emiliano en la casa y podría escuchar su versión; mi hermana mayor se moriría de ternura al ver a mis hijos... Dios mío hasta me emocionaba la idea de ver a Ariana.

¡También podría aclarar las cosas con mi padre!

Sofía me ayudo a hacer las maletas de los gemelos como si nos fuéramos a ir por una semana cuando en realidad íbamos y regresábamos el mismo día.

Las carriolas de los gemelos parecían rompecabezas para el chino el cual intentaba meterlas a la camioneta estresado. El nos acompañaría durante el viaje ya que tenía cosas que hacer con Dante.

Durante el trayecto hacia el aeropuerto en punto de las siete de la mañana les ofrecí reiteradas veces desayuno casero a los hombres ya que mi emoción era demasiada.

Jorge me tuvo que callar literalmente poniendo una mano sobre mi boca cuando iba a volver a hablar.
—A penas y puedo con una Sofia...no necesitamos dos— dijo el chino con los lentes de sol puestos de seguro por alguna cruda.

Dante se carcajeó en la Suburban al escucharlo y yo rodé los ojos cuando quite su mano de mi cara.

Fara aclamó la atención de Dante cuando subimos al jet, el la aceptó en brazos con todo y la mamila de leche.

Franco al contrario sólo miraba todo con sus enormes ojos verdes, parecía analizar cada cosa que se le atravesaba por su vista desde el portabebes.

El chino se desmayó en el primer sillón que encontró así que Dante y yo tomamos los asientos de piel que estaban frente a frente.

—En serio muchas gracias por esto— Dante me chito cuando iba a comenzar de nuevo a hablar.

—Si vuelves a darme las gracias te voy a encintar la boca— me respondió el hombre con tatuajes y yo me mordí los labios para no contestarle. Pero es que la emoción estaba pudiendo mucho conmigo.

Como extrañaba a mi mamá. Y al mismo me sentí asustada, no quería que mis bebés tuvieran esta sensación de no saber si nunca más me verían a mi.
No imaginaba mi vida sin ellos.

El viaje de los gemelos pasó sin contratiempos a excepción del ataque de vomito que le dio al chino al aterrizar en el aeropuerto de Cancún.

Por supuesto que Dante y Fara se carcajearon del hombre de cabello rizado. Últimamente a mi hija le encantaba imitar a Dante en todo. Parecía un chicle con el. Fara solo quería que Dante la cargaba casi todo el día. Incluso comenzó a rechazar mis brazos.

Dasha me había dicho que solo era una fase. Qué ya se le pasaría.

Suspire tomando en brazos a Franco para luego poder bajar los escalones del avión.

De pronto escuché el sonido del flash. Mire por el rabillo del ojo a Dante sacarse una selfie con Fara la cual tenía una manita en su boca y no pude evitar sonreír de más ante aquella mundana situación.

Vería a mamá, mis bebés estaban protegidos con los Salazar, tenía un poco de estabilidad en mi vida.

Gracias destino por darme un poco de paz.

Dante se cercioró de que la camioneta Lincon asombrosamente sin polarizar pero si blindada pudiera soportar los feroces portabebes con los que el tatuado aún batallaba para ponerlos en su lugar.

—Solo tendrás un chofer para no llamar de más la atención, una hora y media llegando a tu casa Indra, aprovéchala bien. Yo pasaré por ustedes y estaremos de regreso para la comida porque quiero que Sofia me cocine ese pescado que atrape ayer— le asentí de nuevo a Dante aun demasiado emocionada para hacer otra cosa.

Cuando Dante bajo de la camioneta después de asegurarse que mis hijos estuvieran sujetos, no pude evitar abrazarlo de nuevo. —En serio muchas gracias— le dije genuinamente eufórica y para mi asombro el me dio una pequeña sonrisa. Sus manos tomaron mis cachetes para sacudirlos.

—No te acostumbres nada más. Tengo una reputación que mantener enana— me dijo Dante divertido obligándome a subir a la camioneta después y yo solté todo el aire.

Respira Indra; si no te va a dar un infarto antes de ver a tu mamá.

El chofer parecía saber su ruta de memoria por lo que me quede absorta viendo por los cristales un poco de la ciudad que me vio crecer.

El tráfico que parecía crecer más y más, los nuevos edificios. Dios...extrañaba mi casa. Claro que lo hacía.

¿Qué habrá sido de mis amigos? ¿De Julieta y Valentina? ¿Fer y Berni? ¿Alguien me extrañaba aquí?

Tome los piecitos de Franco los cuales solo traían calcetas y los acaricié para calmarme.

Mi corazón casi se me sale por la garganta cuando aparcamos en medio del soleado día en la tranquila calle que daba hacia mi antiguo hogar.

Le pedí al chofer que esperara aquí con los gemelos, quería sorprender a mi familia y sobre todo a mamá para que ella personalmente me acompañara a recogerlos.

Inserte la llave que Dante me había dado la cual entró a la perfección en mi portón de metal que chillo tal y como lo había hecho siempre. Tome una gran respiración para oler el pasto recién cortado y el sonido de el sistema de riego.

Jamás pensé poder regresar a casa. Aunque solo fuera una hora. Era más que suficiente. Incluso podría tomar cosas de mi antiguo cuarto, fotos para que los gemelos tuvieran un poco de su familia con ellos.

¡Mis hijos podrían conocer a sus tíos!

Me emocione de más al tocar fuertemente la puerta y tuve que tomar una gran bocanada de aire para calmarme porque ahora podría ser yo la que le causará a mi mamá un susto.

Escuche los cerrojos de la puerta de madera siendo abiertos y plasme una enorme sonrisa dispuesta a correr a los brazos de mamá como había deseado hacer desde hace mucho.

El olor a café fue lo primero que inundó mi mente.

La puerta se abrió completamente de un portazo y yo perdí la sonrisa que había tenido segundos atrás.

La emoción se transformó en un sentimiento más fuerte y demasiado doloroso. Cómo si todo el presente que hubiese construido se cayera a pedazos para revivir fuertemente cada escena de mi pasado desde que el llego a mi vida.

Me quede helada en mi lugar sintiendo como todo mi cuerpo se calentaba de sobre manera tratando de liberar demasiadas emociones e intentando entender a quien estaba viendo frente a mi.

Fausto de Villanueva me devolvió la dura mirada, sus esmeraldas se notaron cansadas, su barba de varios días estaba en perfecto estado.

Quise hablar, quise gritar, quise hacer muchas cosas, pero en ese momento me fue imposible porque antes de que pudiera reaccionar ante la situación, las manos de Fausto llenas de anillos como el primer día que lo había visto fueron rápidas hacia mi garganta.

Tarde en entender lo que estaba sucediendo en este momento.

Fausto de Villanueva me estaba atacando.

Fortsett å les

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