¿Podrás con la oscuridad?- Em...

AmeliaBencc

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Tras volver de la muerte, Alison DiLaurentis descubre que las cosas han cambiado en su ausencia, y que sus tr... Еще

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 69
Capítulo 70
Capítulo 71
Capítulo 72
Capítulo 73
Capítulo 74
Capítulo 75
Capítulo 76
Final
Epílogo
Aviso!!

Capítulo 68

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AmeliaBencc

    El mar comenzó a encresparse a la entrada de la noche. La arena, ya desprovista de la más mínima señal de la presencia del sol pocas horas antes, se percibía fría y húmeda en contraste con la piel de los pies descubiertos.

    Las nubes que tapizaban el cielo ocasionaban que las luces del festival y de las chozas del pueblo, a la derecha, destacasen como no lo habrían hecho en otras condiciones; alcanzando así, con su fulgor amarillento, aunque tenue, la costa de la Playa de la Calavera.

    Alison caminaba a la delantera, con Paige dirigiéndola pocos pasos por detrás. Todo el entorno y la situación en sí le parecían algo irreal; como si estuviese siendo testigo de una escena extraña a sí misma; del avance de un par de personas desconocidas, en la serenidad de una noche encapotada de mediados de verano, hacia un destino indefinido. Una historia pasada y presente completamente ajena, de enemistad y venganza; de amor y tragedia, de dolor y desesperanza, y del indudable e indescifrable fin que se aproximaba a pasos agigantados.

    Parecía que se dirigían a los muelles, así que sacó la conclusión de que, muy probablemente, acabarían por abordar un barco como la última vez.

    Se sorprendió cuando Paige la hizo desviarse antes del puerto y la dirigió por la pendiente en la cual se encontraba la casa de Ellen. De inmediato fue invadida por un mal presentimiento.

- ¿A dónde vamos? ¿Por qué tomamos éste camino?

- Ya verás.- Replicó Paige con evidente complacencia.

    Alison se inquietó.

- ¿Qué significaba aquello de que "el recreo ha terminado"?-Inquirió directamente, como había querido hacer desde hacía rato- ¿Te aburriste? ¿Vas a acabar conmigo?

- ¿Siempre tienes que preguntar lo mismo? ¿Acaso te he dado esa impresión alguna vez? ¿De ser tan simplista?

- ¿Entonces qué? ¿Sólo querías sacarme a caminar? ¡Con un demonio, Paige! ¿Para qué armaste todo este escándalo? ¿Para atemorizarme? ¿Para inquietar a Emily?

- No te he traído en vano, Alison. Nada de lo que hago es en vano. Si hemos llegado hasta aquí, es por mi deseo de darte una última lección.

- Venga ya, ¿y luego qué? ¿Te irás de vacaciones?- Se mofó temerariamente la rubia.

    Paige esbozó una semi-sonrisa.

- Si supieras lo que estás a punto de ver, te olvidarías de ese estúpido humor tuyo- Le dijo -. El tiempo pasa, y la vida avanza. No me malinterpretes, el goce que me produce éste juego no es menor que antes, pero el maldito te consume por dentro. Te arrastra sin que lo sospeches, y me he encontrado en un punto en el que me doy cuenta de que le estoy entregando íntegramente los mejores años de mi vida, cuando, con un plan más simple y poco atareado, podría sacarlo y volverlo a guardar siempre que quisiera, pese a que no pretendo hacerlo.

    La casa de Ellen se hizo visible sobre la cresta de la colina. Las luces estaban apagadas, y desde la distancia, Alison oyó los escandalosos ladridos del pequeño Pip.

    Paige la sostuvo por el brazo para hacer que se detuviera, girándola bruscamente en su dirección.

- Sé que ya no me temes. Lo vi en tus ojos la noche en que conociste a mi hermano- Alison permaneció en silencio, contemplándola-. Y es razonable, supongo- Hizo un gesto de indiferencia-. Te has dado cuenta de que sólo soy una persona, ¿no es así? Te has enterado de que, haga lo que te haga, no puede ser peor que las cien idas y venidas al infierno que has hecho durante estos años. Pero te equivocas.

    Los ladridos de Pip se tornaron aún más agresivos, ocasionando que Alison volviera la vista hacia la casa.

- Escúchame- Paige la obligó a girarse hacia ella nuevamente-.Hay cosas peores. Mucho peores que el odio o la venganza. Cosas contra las que no puedes luchar.

- ¿De qué diablos estás hablando?- Preguntó la rubia, intranquila.

- Del final, Alison- Replicó Paige con serenidad-. Hoy acaba todo- Anunció, no sin cierta sorna-. O por lo menos, así será para mí. Hoy me despido, pero no me iré sin más. Tenía que arrancarte el último trozo del alma que aún no había podido alcanzar. Termina para mí –repitió-, pero para ti, es solo el comienzo de la pesadilla...

    Alison frunció las cejas, retrocediendo para alejarse de Paige. De alguna forma, sus palabras habían conseguido llegar a una de las zonas más recónditas de su conciencia, haciendo mella sobre ésta y advirtiéndole que lo que la joven decía, no era nada que pudiera tomarse a la ligera.

    Corrió en dirección a la casa. Un terror helado escalaba por su espalda a cada paso que completaba. Quería y a su vez no quería llegar.

    Abrió la puerta, que estaba sin llave. En seguida vio cómo Pip se aproximaba entre las sombras, con su menudo cuerpo, dando saltos hacia ella entre gemidos y sollozos.

    Alison intentó tranquilizarlo. Nunca lo había visto tan alterado.

    Mientras palpaba su pelaje, notó una especie de humedad sobre el mismo; un líquido tibio que se le adhirió a los dedos y las palmas de las manos.

    Se enderezó y miró alrededor, tanteando en busca de un encendedor o una linterna.

    En la biblioteca, Ellen siempre guardaba un par de focos. Le bastó con ponerse de puntillas para alcanzar el estante donde sabía que se hallaban.

    Trató de encender uno de éstos; pero en lugar de cumplir su función, el mismo parpadeó y volvió a apagarse. El otro hizo lo mismo. Frustrada, avanzó con cautela al tiempo que golpeaba el aparato contra la palma de su mano, dirigiéndose a la cocina con el aterrorizado Pip pegado a las piernas y amenazando con hacerla tropezar. El silencio era abrumador.

    Al fin consiguió que el foco se encendiera, pero tan pronto como fue capaz de ver algo, lo dejó caer.

    Sangre, muerte y dolor. Eso era lo único que conseguiría recordar de aquella noche.

    Soltó un grito tan elevado, que en el momento creyó que habían podido desgarrársele las cuerdas bucales.

- ¡NO!- Decía una y otra vez-¡NO, no, no!

    El descomunal peso de esos años, de sus desventuras; de las pérdidas, tragedias, desazón y terror, así como el de aquella terrible imagen, cayó sobre ella de un solo y soberbio golpe, arrojándola al suelo, donde Ellen Fields yacía con los ojos abiertos, vidriosos, y los labios separados en la mueca de un último suspiro. Su ropa estaba cubierta de sangre, y se podía ver por encima de la tela, las ranuras de las delgadas puñaladas del arma mortal.

    Alison se derrumbó sobre el cuerpo sin vida de la mujer, convulsionando entre sollozos y soltando respingosos gemidos.

- Ella nunca te perdonará por esto- Anunció Paige a su espalda.

    Pip gruñó. Alison ya no tenía fuerzas siquiera para sobresaltarse, ni para luchar, ni para enfurecerse. Ya nada le importaba.

- ¿Por qué no me mataste a mí?- Preguntó a media voz, poniéndose de pie con apoyo de la mesada. Las piernas le temblaban, y sentía que las mismas no podrían mantenerla erguida por su cuenta-. ¿Por qué diablos no lo hiciste? ¿EH?

    La impotencia, la angustia y la pena se fueron tornando poco a poco en una rabia ciega, que tiende a ser, quizás, la más peligrosa de todas las emociones.

    Se aventó hacia Paige y la tomó por la camiseta.

- ¡MALDITA COBARDE!- Espetó- ¡SÓLO UNA MALDITA COBARDE HARÍA UNA COSA ASÍ!

    Paige sonrió relajada y contenta, acrecentando su cólera.

    Alison apretó la tela de la prenda entre sus puños, gruñendo frustrada y desolada; cerrando con fuerza los párpados y sintiendo cómo el dolor se filtraba a través cada una de sus venas, llenándola de odio y debilidad.

    Se tambaleó hacia el cuerpo de Ellen, cayendo sobre éste nuevamente y abrazándolo como si quisiera darle calor.

- Eres lamentable- Dijo Paige.

- Mátame- Soltó Alison, trémula-. Mátame ahora mismo, si tienes las agallas.

- No está dentro de mis planes.

- ¡Que lo hagas, maldición!

    Paige se aproximó en silencio y se acuclilló frente a ella, tomando su cabeza entre sus manos y obligándola a levantarla.

- Una vez te prometí un destino mucho más terrible que la muerte- Le dijo-. Y aquí estamos- Alison contorsionó el rostro-. Te diré lo que he hecho ésta noche; he sembrado una semilla. La semilla del caos. Quizás Emily no te abandone por esto. No en seguida, al menos. Lo más seguro es que se diga que no ha sido tu culpa, sino la mía, pero en el fondo, pese a lo noble y leal que puede ser, la pobre sabe la verdad- palmeó su rostro, haciéndola parpadear un par de veces-. Ambas sabemos que le estoy haciendo un favor. Tú eres la verdadera semilla del caos, y, Dios así lo quiera, envejecerás y morirás sola, infeliz y maltrecha en un encierro perpetuo.

    Dejando en el suelo aquel miserable resto de quien alguna vez había sido su enemiga, se puso de pie, llevando una mano al bolsillo de su pantalón, y extrajo un intercomunicador.

- Ya pueden llevársela.

    No más de diez minutos después, Holbrook y otro oficial uniformado penetraron en la estancia.

    Pip se puso como una fiera.

    El detective, con ayuda de su linterna, observó la escena desconcertado.

- ¿Y esto?- Exclamó, mirando a Paige- No dijiste nada de otro homicidio.

    La castaña se encogió de hombros, haciendo un gesto de indiferencia.

- Cárgalo a la cuenta, si tanto te fastidia. En todo caso, ya tienes a alguien para echarle los cargos, de ser necesario. No creo que esté dispuesta a decir nada en su defensa.

    Holbrook asintió con reserva mientras contemplaba a Alison, sin poder evitar cierta conmoción ante su estado.

    Haciendo de tripas corazón, hizo una señal a su compañero; un joven alto, de pelo pajizo y desordenado, que parecía estar muerto de miedo.

- Arréstela, Oficial Gómez. Me aseguraré de que consiga su placa luego de esto, siempre que mantenga la boca cerrada. Andando.

    El muchacho avanzó con inseguridad hacia la chica, tomándola por los brazos y obligándola a separarse del cuerpo de la mujer difunta sin ninguna consideración.

    Alison hizo ademán de resistirse, por lo que Paige se acercó a ella, tomando su mentón mientras el oficial Gómez la esposaba.

- Protegeré a Emily siempre que colabores. En lo que a ti respecta, ésta parte de tu vida nunca ha existido. Estuviste huyendo de un sitio a otro, asesinaste a Tanner cuando se acercó demasiado, me asesinaste por despecho (lo cual se verá respaldado por los archivos de Linda, que ya tienen en custodia del departamento), y por último, mataste a Ellen Fields para vengarte de Emily por abandonarte.- Los ojos de Alison permanecían en el suelo, por lo que Paige apretó el agarre- ¡Mírame, perra!- La rubia obedeció-. No digas una sola palabra de mí, ¿entendiste?

    Alison asintió débilmente, aunque habría sido imposible determinar si había comprendido una sola palabra.

- Bien. Llévensela.

    La camioneta de los policías –una cuatro por cuatro como la de los O'Brien –, estaba aparcada en la entrada, por lo que quedaba en claro que Holbrook había acudido luego de la llamada de Paige, probablemente habiendo estado esperando con su vehículo en las cercanías.

    Tres siluetas subían la colina con apremio. En cuanto se acercaron lo suficiente, Alison consiguió distinguir a Emily. Los otros dos de seguro serían Zoé y Luke, dada su altura y delgadez.

    La morena emprendió una corrida hacia ella, gritando su nombre. La luna se había abierto paso entre las nubes, por lo que la escena de los dos hombres llevándose a la chica se veía con suma claridad.

    Holbrook detuvo la marcha, observando a Emily con gesto inmisericorde.

    La joven evidenció un alto grado de sorpresa y horror al reconocerlo.

- Emily...- Exhaló Alison. Habría preferido no volver a verla. Irse sin mirar atrás- Emily, lo siento... Lo siento tanto...- Gimió.

- Ali...

- Debe retirarse, señorita Fields- Dijo Holbrook con sequedad-. No se atreva a interferir.

- ¡No dejaré que se la lleve!- Exclamó Emily con osadía-. ¡No lo entiende, ella es inocente!- Trató de decirle, desesperada- ¡No hizo nada!

- Apártese ahora mismo, o dejaré de hacer la vista gorda a lo que claramente sucede aquí. ¿Conoce la sentencia por complicidad, señorita Fields? ¿Y sabe los años que pueden llegar a sumarle si se enteran del matrimonio ilegal en el que está metida?

- Por favor...- Rogó la morena, planteándose ponerse de rodillas ante él- No puede llevársela...

- Está bien, Em...- Alison ladeó la cabeza-. Ya no sufras. Sabíamos que esto ocurriría.

- Basta de demoras, nos vamos- Anunció Holbrook.

- ¡Aguarde, por favor!- Exclamó Emily.

    Luke y Zoé, desazonados, les dieron alcance en ese momento.

    El detective los miró, soltando un suspiro y, al considerarlo durante unos momentos, hizo un gesto a su compañero para que soltara a la rubia, mientras que él hizo lo mismo.

- Tienen dos minutos.

    Emily exhaló y recibió a Alison en sus brazos.

- Shh... Tranquila, amor- Dijo, acariciando su cabello en busca de consolarla, aunque tan alterada como ella-. Yo... n-no descansaré hasta sacarte de allí.

    Alison lloró aún más fuerte.

- No quiero que hagas nada- Estrujó la frente contra su cuello, lamentándose por no poder hacer uso de sus brazos para devolverle el abrazo-. Prométeme que seguirás con tu vida.

- Ali...

- ¡Hazlo, maldición!- Plañó la chica- ¿No lo entiendes, Emily? ¡Ya no tiene caso! ¡Se terminó!- Su llanto casi le impedía hablar-. No quiero que te involucres. No quiero que nadie más muera por mi culpa. Hazte un favor y desvincúlate de mí. Necesito que seas feliz.

- No digas esas cosas...

    Alison se apartó, agobiada.

- No quiero discutir ahora. Solo... abrázame, Em. Ésta es la última vez, y quiero que dure.

- ¡No será la última vez!- Gimoteó Emily, aunque sin embargo, hizo lo que le pidió, besando su rostro compungido a la vez-. No es el final- Dijo, tanto para alentarla a ella como a sí misma. De pensar otra cosa, no habría sido capaz de soltarla-. Te amo, Alison- Presionó sus labios contra los de ella-. Muchísimo.

- Yo a ti, Emily.

    Se dieron otro beso y unieron sus frentes.

- Ya, venga- Interrumpió Holbrook, comenzando a perder la paciencia.

- ¡Aguarde!- Luke y Zoé se aproximaron llorosos a la chica, encerrándola en un abrazo.

- ¡Meteré a mis mejores abogados a trabajar en esto, Ali!- Exclamó Zoé-. No te preocupes, te sacaremos.

- No va a ser necesario. Ocúpense de cuidar de mi Em, ¿sí?- Les pidió a los dos, aunque mirando a la morena. Esbozó una media sonrisa-. Suele hacerse la fuerte, pero necesita de su familia.

    La chica, soltando un dolido sollozo, ladeó la cabeza y se aventó de nuevo hacia ella, escondiendo el rostro en su cuello.

    Antes de marcharse, Alison indicó a Luke que se agachara, pidiéndole en un susurro que le dijera a Emily lo que ella misma no había sido capaz de transmitirle.

    El muchacho, fuertemente golpeado por la noticia, se retiró bruscamente, mirándola con los ojos como platos, llamando la atención de las otras dos.

    Alison ladeó la cabeza.

- No ahora.

    Luke, tragando saliva y combatiendo con todas sus fuerzas para no perder los estribos, se las arregló a duras penas para asentir y retroceder en silencio.

    Los policías subieron a Alison a la camioneta. Emily conseguía verla apenas a través del vidrio oscuro; el tibio vaho que salía de su boca adhiriéndose al cristal; sus preciosos ojos azules llenos de desgracia y angustia...

    Aunque la esperanza de conseguir liberarla aún impedía que perdiese la cordura, diciéndole confortantemente que aquello era temporal, no podía deshacerse de la sensación de que le habían arrebatado la mitad del corazón, y que no era algo de diez días, o de un año, sino algo perpetuo.

    La camioneta se alejó entre las apacibles dunas, y Alison dio un último vistazo al mar, al pueblo, las chozas y el faro, mirando en retrospectiva todo aquello que el lugar le había obsequiado, y sonriendo con tristeza ante su maravillosa vida perdida.

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