Odiaba muy pocas cosas en el mundo. Odiaba la hipocrecía y la traición, el pulpo crudo que comían en Corea, y el olor que se impregnaba en mi ropa y cabello cuando freía algo. A esa pequeña lista, se le habían añadido dos cosas en un solo día: las miradas fijas de las personas, cuando caminaba tomada de la mano de Jinyoung, y el constante murmullo que nos acompañaba a todas partes.
¿Acaso la gente no tenía sus propios asuntos de los que preocuparse? ¿Por qué parecían extremadamente necesitados de alimentarse de lo que Jinyoung y yo hacíamos?
Cuando sabían que era su asistente, nadie se preocupaba ni del color de uñas que llevaba. Pero desde que Jinyoung tuvo la brillante idea de comenzar a presentarme como su novia con el staff y actores del drama, todo cambió. Si nos sentábamos a comer, la gente se fijaba de qué elegíamos. Si hablábamos en los descansos entre escena y escena, la gente quería escuchar qué decíamos, a toda costa. Incluso cuando iba al baño, sentía la mirada fija de las chicas al más mínimo movimiento que hacía.
Era abrumador el cambio. Había pasado de ser la invisible asistente a ser la novia de un idol.
- Estás nerviosa. - murmuró en mi oído Jinyoung, mientras caminabámos fuera de la locación. - Tu mano está sudando.
- No me gusta tener tanta atención. - admití, permitiéndome descansar mi cabeza en su hombro. - Por eso escogí una carrera que me situara detrás de las cámaras, no en frente. - Jinyoung asintió.
Él, mejor que nadie, comprendía como me sentía. Yo acababa de comenzar a vivir ese acecho, pero él lo sufría a diario desde que había debutado.
- Tal vez debí esperar más para decirle a todos que eres mi novia.
Jinyoung se detuvo y tiró de mi mano para que pudiese detenerme también y me parara frente a él. Sus ojos, a pesar de que sus palabras sonaran apagadas, se veían llenos de vida, llenos de amor. Aquello me encantaba de él y es que no había mejor sensación en el mundo que el ver los ojos de la persona que amas brillar por el simple hecho de estar a su lado.
- Pero anhelé tanto poder estar contigo que, cuando aceptaste, no quise ocultar mi felicidad de nadie. - dijo, antes de que mis manos acunaran sus mejillas con dulzura y le sonriera.
- Está bien. - repliqué. - Puedo tolerar que la gente esté sobre nosotros, al menos por un tiempo. - Jinyoung asintió, comprendiendo lo que había detrás de mis palabras.
No iba a ser su asistente por siempre. Yo tenía una carrera y experiencia en ella, así que, eventualmente, le dejaría y conseguiría un trabajo como fotógrafa. Eso lo tenía claro, pero lo que todavía estaba borroso era en qué momento lo haría.
- Bueno. - añadió en un suspiro. - ¿En dónde vas a reunirte con Junmyeon? - la mención de su nombre me hizo sentir incómoda.
Era extraño hablar de él con Jinyoung, con mi novio, y era aún más extraño el hecho de que se hubiese ofrecido a llevarme al encuentro de Junmyeon.
- En su apartamento. - respondí, desviando la mirada. - No quiero que nos vean fuera y se malinterprete la situación. - Jinyoung asintió complacido y pasó su pulgar por mi mejilla.
- Esa es mi chica. - susurró cerca de mi rostro, tan cerca que su aliento rozó mis labios.
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- ¿Soo Ah? - preguntó un confundido Sehun al verme en la puerta del apartamento que compartía con Junmyeon.
- Buenas noches. - repliqué con una reverencia, sin saber bien cómo comportarme con él, que era amigo y compañero de piso de Junmyeon.
- ¿Vienes a ver a Junmyeon? - quiso saber, llevándose una mano detrás de la nuca, y en cuanto me vio asentir, se hizo a un lado y me dejó pasar. - Está en el estudio. Le llamaré.
Me senté en la sala que había visitado incontables veces, desde que me habiá mudado a Corea, pero que en esa ocasión en específico se sentía como la mismísima morgue. Saqué mi teléfono del pequeño bolso que cargaba conmigo a todas partes y, mientras esperaba, le envié un mensaje a Jinyoung para actualizarle de la situación. Su respuesta llegó casi de inmediato, recordándome por enésima vez que me esperaría un par de calles abajo, por si necesitaba apoyo.
- Soo Ah. - escuché que me nombraron y solo entonces, levanté la mirada de mi celular.
Junmyeon estaba en el pasillo, sin poder decidir si debía acercarse a darme un abrazo y un beso en la mejilla, como tantas otras veces, o limitarse a hacer una reverencia. Así que fui yo la que se puso de pie y se acercó a él para saludarle.
- Sentémonos en el sofá. - dijo, evidentemente aturdido por mi saludo, y sin esperarme, se acomodó en su sala.
- ¿Cómo has estado? - quise saber, mientras, en un acto de nerviosismo, comencé a jugar con el asa de mi bolso.
- Bien. - replicó en un suspiro. - Ya sabes, con las cosas del grupo y los preparativos para mi ingreso al servicio militar.
- ¿Eso no era el próximo año? - Junmyeon asintió, sin dirigirme la mirada.
Parecía tener miedo de ver mi rostro.
- Xiumin, uno de los miembros de mi grupo, entrará al servicio este año y, luego de analizarlo, creo que sería conveniente entrar juntos.
- ¿Por qué? - solté, de pronto, sintiendo una mezcla de remordimiento e incomodidad.
Junmyeon rascó la piel de su nuca, mientras mordisqueaba su labio inferior. Entonces, lo supe. Él no quería entrar al servicio militar, lo estaba haciendo por otra cosa.
- Es lo mejor, Soo Ah. - dijo, apoyándose sobre sus rodillas. - La única razón por la que postergaba mi entrada era por ti, pero ahora que las cosas cambiaron, me he dado cuenta que es lo mejor para mi grupo.
Su respuesta me dejó sin palabras. No había una sola cosa que yo pudiese decirle para hacerle cambiar de opinión sin arruinar más las cosas.
- Lo lamento. - fue lo único que se me ocurrió decir. - De verdad, lo lamento. - Junmyeon negó con la cabeza y agachó la cabeza.
- No te disculpes por enamorarte de alguien. - replicó. - Yo mejor que nadie sé que uno no controla esas cosas.
- ¿Prefieres que dejemos el tema de lado?
- Por favor. - dijo, casi de inmediato. - La razón por la que estás aquí es para saber de tu madre, ¿no es así? - no respondí, sintiéndome mal por no haberme preocupado por él antes.
Junmyeon y yo éramos amigos cercanos, y en cierto punto, creo que incluso yo pensé que podría pasar algo entre nosotros. Pero, luego, llegó Jinyoung y cambió todo.
Junmyeon tenía razón, uno no controla de quién se enamora. Si bien Junmyeon me parecía un hombre increíble, había sido Jinyoung quien había remecido todo mi interior y me había gando completamente.
- No entiendo por qué te llamó a ti y no a mí.
- Yo tampoco, para ser sincero. - replicó, animándose a dirigirme la mirada, por primera vez. - De hecho, me pidió que no te lo dijera, pero no lo consideré apropiado.
- ¿Qué fue lo que dijo? - Junmyeon soltó un suspiro, dándome a entender que no era algo de lo que quisiera hablar.
- Las fans de tu novio les han tomado algunas fotos juntos y las subieron a internet. - explicó. - Tu madre vio una de esas fotos y...
- ¿Y? - insistí, en vista de que Junmyeon no sabía bien cómo continuar.
- Soo Ah, toma esto de la mejor manera, por favor.
- ¿De qué estás hablando?
- Jinyoung es el niño que tu padre salvó.
No, no, no, se repetía en mi mente. No quería que nadie más supiese eso, no quería que se tocara el tema porque ni siquiera yo había sido capaz de hablarlo con el propio Jinyoung.
- Pero eso... Eso no te sorprende. - continuó Junmyeon, deduciéndolo todo. - ¿Desde hace cuánto lo sabes?
- Desde hace un tiempo. - admití.
- Entonces, ¿es por eso que estás con él? ¿Por culpa? - no quise creer lo increíblemente felices que se vieron sus ojos ante la posibilidad.
- Claro que no. - repliqué, sintiéndome ofendida por la pregunta. - Quiero a Jinyoung por quién es, no por lo que le sucedió cuando pequeño.
- ¿Te repites eso todas las noches?
El Junmyeon que tenía frente a mí era uno muy diferente al que había conocido. El Junmyeon frente a mí era codicioso, quería más, quería todo. Tenía la mirada llena de malicia y aquello hizo que todo mi cuerpo se pusiera alerta.
¿Quién era ese hombre?
- Creo que no tengo por qué explicarte a ti este tipo de cosas. - Junmyeon se removió en su asiento, evidentemente molesto por mi respuesta.
- Bien. Haz lo que quieras, Soo Ah, no me voy a meter en tus decisiones. Pero si en algún momento te arrepientes, estaré aquí para ti. Siempre voy a estar para ti.
Su respuesta me pareció como una puñalada por la espalda, mientras alguien me abrazaba. No podía creer que él estuviese diciendo cosas como esas, así como tampoco podía creer lo falsas que sonaban sus palabras.
No podía decir con certeza si ese era solo su mecanismo de defensa o si él había sido así siempre y yo había sido tan ciega como para no darme cuenta. Aquella idea me dolió más que sus palabras.
- Creo que será mejor que me vaya. - dije, tomando mis cosas del sofá.
Junmyeon se levantó al mismo tiempo que yo lo hice, pero ninguno se animó a acercarse al otro para despedirse. No parecía correcto tener esa cercanía, cuando acabábamos de tener esa conversación. Así que me limité a asentir y di media vuelta para dirigirme a la puerta.
- Soo Ah. - escuché detrás de mí, cuando llegué a mi objetivo. - Casi olvido decirte que tu madre lo sabe también y quiere que cualquier tipo de contacto con él termine.
- Soy lo suficientemente grande para tomar mis propias decisiones. - repliqué sin siquiera voltear a verlo y abrí la puerta principal.
- Deberías decírselo tú misma. - añadió, antes de que pudiese salir. - Ella vendrá a Corea.
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Lamento haberme demorado más de lo usual. pero aquí está, ya llegó el capítulo que han estado esperando. Espero lo disfruten mucho y estén preparadas. Tal y como se lo están temiendo, se vienen los problemas.