Lauren.
Escuchaba cada palabra del gerente de mi compañía mostrando las estadísticas del primer trimestre del año, donde los números positivos aumentaban con consideración, era una buena noticia pero no era lo que me ponía feliz, de hecho me emocionaba el triple escuchar a Noah leerme un texto o verlo escribir su nombre, el de sus hermanos, el de Camila y también el mío, eso me ponía demás feliz que los números positivos de mi compañía, estar sentada en esa silla rodeada de gente de la élite solo anhelaba estar con mis hijos, que eran lo más importante en mi vida. No era el trabajo lo que me daba la felicidad, no era construir edificios gigantes, sino ellos porque al final del día todo lo lo demás queda atrás y ellos eran lo más importante en mi vida, pero también sabía que está parte de mi vida era necesaria, tenía que tener con que vivir y darles los mejor a ellos, pero a veces me obsesionaba mucho, el trabajo me había destruido, porque había sido una de la razones por las que mi matrimonio se terminó, lo priorice tanto sobre las otras cosas que me había olvidado completamente de Camila, de ella como mujer, como mi amante, como mi otra mitad... tuvo mucho que interferir en el desgaste de nuestra relación y siempre lo supe pero jamás me dediqué a ponerle una pausa porque creía que ese éxito era el único que me importaba, a pesar de que él año anterior gane por segundo año consecutivo al premio de mejor arquitecta a nivel nacional, no significaba nada si había perdido mi matrimonio, mi hogar y a la mujer que amaba, sabía que este año lo iba a ganar de nuevo más si tenemos el diseño terminado del rascacielos más grande de los Estados Unidos y mi carrera se estaba internacionalizando totalmente a Europa y próximamente Asia, ¿Que lograba eso si no tenía con quien compartirlo? No tenía a Camila a mi lado alentándome a seguir a delante, sintiéndose orgullosa de mi como yo me siento de ella cada vez que logra algo importante, amaba el trabajo de mi esposa porque tenía una calidad increíble dejando a su familia en lo más alto pero insisto, no la tenía a mi lado para celebrar todos nuestros logros juntas, con botellas de champaña, mirando las estrellas hablando hasta la madrugada y fantaseando con cosas que no íbamos a hacer nunca, pero aún así lo hacíamos porque era como solíamos hacerlo.
Pero todo lo había perdido y esta reunión no podía importarme menos. Más cuando ella estaba sentada a unos metros de mí junto a sus asistente Adam, quien escribía todo mientras que Camila sería ponía atención muchas veces dando su opinión, pero se veía tan atractiva con su cabello liso, el maquillaje que la hacía lucir igual de perfecta que sin el, su cuerpo tapado por un vestido color rosado y sus piernas descubiertas pero llevaban panties por el frío, las uñas a juego con su vestimenta y algunas joyas en sus dedos donde ya no estaba nuestro anillo de matrimonio, dolía ya no verlo y aún no me acostumbraba a la sensación de no tenerlo puesto en mi propia mano, pero era lo que habíamos escogido hace unos meses atrás, pensando que era lo mejor para ambas, pero para mi había sido lo peor.
La extrañaba y la necesitaba.
Solo me dediqué a mirarla, a observar sus movimientos como una estúpida, y ella lo notó sintiéndose nerviosa la conocía tan bien que notaba ese nerviosismo acumularse en su interior, jugando con sus manos sonriendo tímidamente intentando hablar con Adam para distraerse, pero yo no era capaz de dejar de mirarla, no cuando lucia extremadamente hermosa, más cuando mi cuerpo anhelaba todo de ella... la necesitaba bajo de mi, encima de mi, dándonos todo lo que siempre hicimos pero que ahora no era posible. Además de que una parte de mi estaba feliz porque ella había sacado ese colchón, a pesar de ser una tontera me dejaba ver que Camila quería borrar cualquier rastro de él y yo quería borrar esos rastros de su cuerpo, haciéndola sentir como lo merecía y la manera de que nunca nadie podrá...
La necesitaba. Mierda.
Mucha mierda.
-Lauren, ¿Algo que acotar?.- pregunta uno de los hombres, lo miro confundida porque no tenía ni idea de que hablaba escuchando la risa burlesca de mi ex esposa.
-Me parece todo bien.- digo arreglando mi garganta acomodándome en mi asiento, sintiendo la mirada triunfante de Camila sobre mi.
Maldita arrogante.
-¿A que hora termina esto?.- pregunto directamente, estaba aburrida.
-Falta la evaluación de Jackson y estaríamos señora Jáuregui.- dice mi secretaria y asentí.
-Que sea rápido porque tengo hambre.- Era la jefa podía decir lo que quería.
-Podría invitarnos a comer Jefa.- bromea Louis, mi amigo y esposo de Dinah Jane.
-En tus sueños.- rio también. -Jackson diez minuto.- le pido y el asintió, mire de reojo a Adam solo para molestarlo y él se sonrojó.
Sabía que ellos tenían algo, y lo aceptaba demasiado porque eran buenos chicos, al menos estaban enamorados y quería que el amor triunfara no como el mío, que solo fracaso pero eso sería lamentarme demasiado, así que no seguiré diciendo. ¿Se han dado cuenta que cuando uno quiere que el tiempo pase rápido pasa lento? Así fueron los Diez minutos de Jackson, al menos no volví a mirar a Camila, no hasta que la reunión terminó y casi grite ¡Aleluya! Pero no lo hice, por respeto y también porque quería librarme de todos rápidamente e ir a comer. Me despedí de cada persona abandonando la oficina escuchando unos tacones más altos que los míos a mi espaldas, no tenía que sospechar, sabía quien era e incluso sabía a que venía, así que cuando llegue a mi oficina, abrí la puerta dejándola entrar delante de mi tomando el atrevimiento de mirarle el trasero.
¿Podía hacerlo? ¿O era acaso? Pero en mi defensa ese trasero fue mío durante mucho tiempo, podía mirarlo... bueno no tanto pero si echarle un leve vistazo además que resaltaba demasiado y no era mi culpa, era difícil estar tanto tiempo sin sexo aunque estuve apunto de ir al club luego de mi divorcio un par de veces no lo hice, primero porque no era mi ambiente y segundo no tenía ganas de acostarme con nadie más al menos que fuera Camila, y no era patético porque no me iba acostar con alguien sin desearle, sin siquiera tener una ereccion, no quería que fuera aburrido y aún no conocía a alguien que me calentara como lo hacía mi ex esposa y si eso es ridiculo para algunas lo lamento pero no me voy a acostar con alguien que no me hará sentir nada importante.
-¿Que te trae por acá?.- cierro la puerta a mis espaldas, mirando su sonrisa levemente arrogante y su postura de mujer llena de seguridad que tomaba asiento en mi escritorio.
Karla Camila en todo su esplendor siendo una autoritaria.
-¿Como es eso de que planean ir a Italia?.- cuestiona alzando una ceja.
-Salió un proyecto allá, pero no iré mandaré a alguien a tantear el terreno y si es necesario viajaré.- le explicó caminando hacia el pequeño bar sacando la botella de Whisky. -¿Quieres?.- Ella asintió de inmediato.
-¿Por que no te veo feliz de ese acontecimiento?.- cuestiona confundida sin moverse de mi silla, le entregue el vaso sirviendo otro para mi.
-Porque no es tan emocionante, más si viajo y no veré a los niños por unos días.- le explicó tragando el líquido.
-Era algo que deseabas.- dice segura.
-Deseaba, pasado, las cosas cambian.- le aclaro, ella hizo una mueca pero luego sonrió arrogante por estar en mi silla. -¿Que se siente estar en la silla de alguien genial.?.- digo arrogante y ella río fuertemente.
-Me siento en mi silla todos los días.- dice triunfante, reí fuertemente negando con mi cabeza.
-Punto para ti Cabello.- termino mi vaso de Whisky.
-¿Puedo hacerte una pregunta?.- dice burlona y asentí. -¿Por que me mirabas tanto en la reunión?.- alza una ceja triunfante.
-Tenias un moco.- me defiendo, ella hizo una mueca tocándose la nariz tratando que no me de cuenta pero la conozco y se lo que hacía. -La verdad me gustaba tu vestido, es bonito al igual que el de la otra vez.- la halago.
-Gracias, tú también te ves bien.- dice con una sonrisa Algo tímida.
-Siempre me veo bien.- le guiño el ojo, riendo al mismo tiempo juntas.
Nos quedamos en silencio por unos segundos, Camila se mantuvo sentada y mi mirada seguía recorriendo su cuerpo como un maldito iman, la extrañaba, quería acercarme a ella y abrazarla, besarla, tocarla, como tantas veces lo hice en esta misma oficina durante horas en la mañana, en la tarde, cambiando reuniones por besos, maquetas para construir mañanas hermosas a su lado, olvidando el trabajo centrándonos en nosotras, fue así los primeros años de matrimonio, hasta que el trabajo se volvió más importante, olvidando lo nuestro. Quería estar a su lado, quitar ese vestido hermoso y hacerla mía otra vez sobre esa mesa que tantas veces fue testigo de lo que sentíamos, lo anhelaba pero... ya no tenía ese privilegio.
Dos golpes se dejaron sentir.
-Pase.- dije sacando mi mirada del cuerpo de mi ex esposa para dirigirme a la puerta.
-Señora Lauren, disculpe interrumpir.- dijo mi secretaria, que estaba recién egresada de la carrera de secretaria. Ella miraba a Camila Algo nerviosa.
-No interrumpes Lucy.- le sonrió amablemente, Camila la miraba arrogante como siempre. -¿Que necesitas?.- pregunto suavemente, ella seguía nerviosa y tímida, era tierna pero no la veía con otros ojos jamás lo haría.
-Venia a decirle que me iba, ¿Se acuerda que le pedí permiso?.- asentí de inmediato. -Deje todo ordenado y listo, cualquier cosa puede revisar su correo, y si sucede algo me puede llamar.- Camila no quitaba la mirada de ella siendo de lo más pesada posible, siendo Camila.
-Lo tendré en cuenta, vaya nomas y suerte en todo.- le sonrió.
-Gracias señora Jáuregui.- miro de reojo a Camila poniéndose más tímida y mi ex esposa se sentía de lo más triunfante por eso.
-De nada, puedes retirarte.- le digo con cuidado.
-Adiós, y adiós señora Cabello.- le dijo a la morena.
-Adiós.- dijo en seco viendo cómo Lucy se iba, yo me reí fuertemente al ver como la puerta se cerraba. -Lucy Vives estaría decepcionada que ella se llamara igual que ella.- dice segura.
-Lucy no le importa, está muy concentrada en Vero para pensar en si alguien más se llama como ella.- le aclaro segura caminando por la oficina acercándome al ordenador ante la atenta mirada de mi ex esposa. -Permiso.- le digo abriendo mi correo parada aún mirándola de reojo.
-No quiero ver tus páginas pornograficas.- bromea.
-Puedes moverte y darme el asiento.- la miro y ella negó riendo. -Ves que es eficiente.- le muestro los correos de Lucy.
-¿No hay ninguna foto de ella desnuda ahí?.- pregunta riendo. -No me digas que nunca se ha lanzado a ti, de hecho tiene la pinta, aunque eres mujer pero todas son débiles ante ti.- dice recordando mi lema arrogante.
-Ha trabajado un tiempo aquí, además creo que tiene novio o algo así.- me encojo de hombros restándole importancia a su comentario. -¿Estas celosa?.- pregunto arrogante.
-¿Hay un problema si lo estoy?.- contraataca.
-¿Lo estás confirmando?.- mi réplica.
-¿Ganaría algo con eso?.- dice mirándome con una ceja alzada.
-¿Quieres ganar algo?.- Tambien alzó mi ceja.
-¿Contigo?.- ríe con ironía.
-¿Te da miedo?.- me apoyo contra el mueble quedando casi frente a ella sintiendo nuestras piernas rozarse.
-¿Miedo a que? Sabes que en este juego siempre gano yo.- asegura con una sonrisa.
-No, nunca has ganado Cabello.- le digo segura. -Te da miedo a lo que no puedas resistirte.- Ella negó.
-No me da miedo, sabes que lo que menos tengo es miedo.- cambia el cruce de piernas dejando la derecha sobre la rodilla izquierda dejándome una muestra mayor de su pierna. -En cambio tú no puedes ocultarlo, es la razón por la que me mirabas tanto hoy.- asegura triunfante.
-Te pusiste nerviosa.- le recuerdo y ella negó.
-Estaba hablando con Adam.- intenta zafar pero me reí sabiendo que no era así.
-No seguiré con eso Cabello, solo se que el cumpleaños de Amy es luego.- recuerdo y ella asintió.
Estaba escapando otra vez.
-Dos años cumple nuestro bebé... es increíble como pasa el tiempo.- dice con nostalgia terminando con el ambiente tenso que habíamos creado.
-Pasa rápido, ¿Que haremos para su cumpleaños?.- le pregunto.
-Le gusta mucho Frozen y esas películas que tú le mostraste.- me acusa y yo reí.
-Son las mejores Camila, no me digas que no, en el fondo siempre soñé con ser una princesa.- le recuerdo.
-Fuiste mi princesa ocho años Lauren.- dice de manera natural. -Pero hagámosle de princesas y nos disfrazamos.- propone.
-Eso estaría bien para ella, siendo Que después no se va a acordar de esto.- Ella me miro mal y yo reí.
-Hay hacerlo especial igual, como con los niños.- se puso de pie.
-Esta bien, iré a verlos hoy otra vez y mañana también.- le anuncio.
-Ellos estarán felices de que vayas a casa.- me dice con una media sonrisa.
-¿Y tú?.- pregunto. -¿Te gusta que vaya?.- la miro y ella soltó suspiro.
-Si, me gusta.- dijo.
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