Bad boy.

By AnyBooksTime

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Lea Lowell era todo lo contrario a las otras chicas del Instituto. Aunque ella esté en sus gloriosos dieciséi... More

Introducción
1. Ojos.
2. Salvación.
3. Devolviendo un favor.
4. Tutorias.
5. Incomodo.
6. Ian P.O.V
7. Nuevo vecino.
8. Tan tu.
9. Vaya distraccion.
10. Casi.
11. Confesiones.
12. ¿Celosa?
13. Drástico cambio de planes.
14. Drásticos cambios.
15. ¿Y ahora qué?
16. Sorpresas.
17. Diferente.
18. Estupida.
19. Algo nuevo.
20. Un "gran" lunes.
21. Roto. (1/3)
23. Increíble. (3/3)
24. Preguntas y respuestas.
25. Escape.
26. Sentimientos.
27. "Nadie perdió a nadie".

22. Rota. (2/3)

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La tensión entre nosotros bajó notablemente, gracias a Dios.

No creo que les interese leer sobre como llevamos a cabo la sesión de la Segunda Guerra Mundial, pero lo único interesante de esta fué que Ian me sonreía como antes, y eso, era suficiente como para hacerme el día.

Que sentimental...me dije a mi misma irónica y a la vez divertida.

Pero no todo estaba bien, me daba cuenta ya que era mas que obvio que él seguía algo deprimido, no lo culpaba ¿quién no podría estarlo luego de semejantes acontecimientos? y no solo por un día. Sino que por dos largos años.

Y al terminar la sesión, no tuvimos que decir ni una palabra para saber que me iría con él para ver a Melanie, como se lo había pedido al comienzo de la sesión. Mi pregunta era ¿adonde me llevaría Ian? porque, francamente, no creía que Melanie se encuentre en su casa. Pensé en la tal Crystal...todavía no sabía quien era y tampoco lo había preguntado. Pero suponía que era su niñera o amiga o tal vez pariente. Pero Ian y Mel hablaban de ella como alguien muy especial, así que tenía que ser alguien cercano.

La moto de Ian fué a una velocidad mucho mas alta que las otras veces que me había subido en ella y recuerden que una vez, exactamente la primera, la moto se dobló peligrosamente en una curva.

Y ahora lo hacía en todas.

Pero a Ian parecía divertirle mientras que yo luchaba para agarrarme de él sin sacarle el aire completamente de los pulmones.

-¿Qué pasa si hay algún policía? ¿No te estas pasando de la velocidad máxima? - grité por encima del viento mientras me aferraba más a Ian. Emití un grito ahogado cuando un camión nos tocó la bocina mientras que el gordo y viejo conductor nos gritaba lo que alguien probablemente malhumorado podría gritarles a unos adolescentes que casi chocan contra su carga por poco.

-No hay policias por la zona- gritó Ian, parecía bastante seguro de ello.

-¿Como lo sabes?- le cuestioné.

-Solo lo sé- dijo sin darle tanta importancia como yo lo hacía. Arqueé una ceja tratando de pensar en cuentas veces tendrá que encontrarse con algún policía por la calle para saber por donde se encontraban.

-Aún así tendrías que tener más cuidado- lo reproché aunque me encontrara mas ocupada tratando de que mi pierna no se raspe contra el asfalto en una curva.

Al decir esa frase pensé en algo horrible: empezaba a sonar como mi madre.

-Tranquila, se lo que hago- dijo riendo. Esa típica risa de él que tanto me deseperaba antes, debo decir que sorprendentemente me tranquilizó.

Sentí que se me formaba una sonrisa también mientras daba un pequeño grito ahora mas de emocion que se otra cosa cuando el zigzagueaba en la carretera vacía, sabiendo que yo lo odiaba...aunque se estuviera convirtiendo en algo divertido poco a poco.

¿En cuantos lios exactamente se habrá metido Ian? cuesta creer que en este momento no me importe. La adrenalina del viaje hacía todo mucho mas emocionante y peligrosamente divertido. Tal vez por eso le guste tanto a Ian ir tan rapido.

Al pensar en lo anterior me dí cuenta de que lo mismo que le gustaba a Ian de sus viajes en moto, era lo mismo que me gustaba a mi de él. Que tenga esa adrenalina que hacía todo emocionante y peligrosamente divertido...aunque al principio no sea tan facil acostumbrarse a eso y puede resultar tanto irritante como frustante.

Pero si le gustaba tanto eso, no habría la posibilidad de que a él le guste ya que él no podría encontrar esas caracteristicas en mi. Ni aunque buscara insaciablemente no las encontraría.

Luego de unos pocos minutos mas, llegamos a una casa pequeña. Tal vez más pequeña que la de Ian. Esta se encontraba a dos calles de la casa de Kay y en el recorrido hasta aqui pude reconocer unas cuadras atras una esquina en donde había una casa aparentemente abandonada con muchos graffitis en ella y supe que era la esquina donde Kay y yo habiamos visto al grupo de Ian tomando y fumando en el cesped de la casa, cuando nada de esto había siquiera comenzado.

Sonreí ligeramente para mis adentros al recordar la escena.

-Odio los cascos- susurré sacandome a toda prisa el casco que Ian me había obligado a ponerme.

-Te veías ridícula- me dió la razón mientras me sonreía y se bajaba de la moto.

Lo miré ofendida, aunque ya supiera tal cosa, y pasamos unos segundos de esa forma. Segundos en los que Ian ensanchaba cada vez mas su sonrisa y yo trataba de que su estupidamente perfecta sonrisa no se me pegara pero luego de unos segundos tal tarea resultó imposible y terminé rindiendome en nuestra lucha de miradas.

-Ni siquiera me has visto con el- le dije confusa ya que él parecía tener los ojos sobre el camino en todo momento y nunca lo había visto girarse a verme, ni siquiera en los semaforos.

-Espejos retrovisores, cariño- dijo dando unos golpecitos con el nudillo a uno de los espejos.

Rodé los ojos aunque podría jurar que me había sonrojado por no haberme dado cuenta, aunque la razón principal fué que el me halla dicho cariño.

-Solo no me obligues a usarlo nunca mas- dijo dandole una palmada de despedida en la parte superior del casco negro y gastado y me bajé yo también de la moto- hasta tú lo dijiste, me veo ridícula.

-Y esa es una de las razones por la cual lo usaras siempre- me informó divertido mientras señalaba el casco- Además, nunca te dejaría subirte sin uno- terminó empezando a caminar en dirección a la pequeña casa.

Era mejor que ahora no me haya visto porque ahora si que me había sonrojado.

Al empezar a caminar hacia la casa detras de Ian, todo rastro de despreocupación o diversión desapareció de mi en un abrir y cerrar de ojos. Pude notar lo mismo en Ian, pero el sabía contener su preocupación mucho mejor que yo. La preocupación que salió a la luz en la biblioteca.

-¿Esta es la casa de Crystal?- pregunté en una voz mas baja de lo que me esperaba.

-Eh, si- dijo mirando hacia el piso. Lo imité.

-¿Seguro que está bien que entre? ya sabes, no has avisado que vendría ni nada...-susurré. Era gracioso que haga esto ahora cuando la primera vez que entré a su casa lo había hecho de una forma tan segura. Supongo que me irritaba no poder saber porque tanto Ian como Melanie actuaban tan raros y misteriosos de un momento a otro. Bueno, Ian ya era raro y misterioso pero el nivel de misterio aumentó como nunca. Y ahora ya sabía porque, y por eso actuaba mucho mas cuidadosa y era mas conciente de mis actos.

Mas ahora que la situación si bien ya era grave, se volvió mucho peor.

-Esta bien-me dió una sonrisa rapida como para tranquilizarme pero no lo logró, por mucho. Aún así asentí.

Era increíble que ahora sepa diferenciar sus sonrisas tan facilmente cuando hace un mes apenas les prestaba atención. Solo nesesitaba una sonrisa verdadera para saberla diferenciar con la mayoria de ellas, o sea falsas.

Ian llamó a la puerta de la misma forma que yo lo hacía cuando iba a visitar a Kay, como alguien que repite tal acto tantas veces que ya se vuelve ridículamente familiar como si lo hicieras en tu propia casa.

Me sorprendió que la persona que abriera la puerta no sea una persona exactamente joven. Ya que aunque era joven, podría ser mi madre y por un momento pensé que podría ser alguna tía de Ian por la forma en la que lo abrazó apenas lo vió pero era practicamente imposible que sea pariente de Ian porque, a pesar del afecto entre ellos, las posibilidades familiares terminaban allí, en el afecto ya que en parecido no tenían absolutamente nada. Ella tenía el cabello impresionantemente oscuro recogido en un moño desordenado y sus facciones no se parecían en nada en las de Ian. Mientras que ella tenía labios pequeños, Ian los tenía conciderablemente grandes. Mientras que sus ojos eran marrones y grandes, los de Ian eran celestes y pequeños.

Podría estar segura de que Crystal se parecía mucho mas a Roland.

Y pensandolo bien, era bastante probable que ella sea la madre del rasta teniendo en cuenta lo cercanos que parecían con Ian.

Apenas el se deshació de los brazos de la señora con cariño pero incomodamente, ella se giró a mi con una gran sonrisa.

-Hola- susurré con una timidez que no recuerdo que nunca halla estado en mi.

-Ella es Lea, viene a verla-dijo Ian hablando en clave respecto a Melanie meintras adquiría una posición con las manos en los bolsillos de su pantalon.

-Oh- dijo mientras la sonrisa se volvía mas triste pero cariñosa- nunca antes habías traido a alguien contigo.

-Lo sé- dijo Ian con una pequeña sonrisa.

-Soy Crystal- me informó mientras me invitaba a pasar con una mano sobre mi espalda- Y tu eres la novia de Ian ¿verdad?

¿Por qué todos preguntaban eso?

Forcé una sonrisa.

-No- respondimos Ian y yo al mismo tiempo.

-No lo es- volvió a negar Ian negando con la cabeza.

-Soy su tutora, una amiga- le expliqué, recibiendo una mirada de Ian, ¿era la amiga de Ian? Lo dudaba mucho. Nuestra relación era mas bien de dos personas desconocidas que se conocian muy bien. Una vez mas, algo relacionado con Ian era confuso.

-Mmm- dijo frunciendo el seño mostrando duda pero al final solo murmuró un:- Que lastima...

Parpadeé varias veces.

-Crystal- advirtió Ian.

-¿Qué? es verdad, harían una gran pareja- dijo mirandome como si fuera obvio.

-Crystal-dijo entredientes Ian mas que incomodo.

-Además, Lea, él siempre...

-Esta bien, ya basta- la interrumpió Ian pero me había quedado con ganas de saber lo que iba a decirme.

-Bien, bien- puso una cara igualita a la de Roland.

-Iremos a la habitación- dijo él dandome una mirada para que lo siguiera y así lo hice.

El recorrido hasta la habitación no fué muy grande, solo tuvimos que cruzar la sala, la cocina y el comedor que se encontraban en la misma habitación para ir a un pasillo lleno de puertas y entramos en la segunda a la izquierda. La habitación parecia una especie de sala de invitados, con dos camas a cada lado de la pequeña habitación, una con sabanas azules parecidas a las de un hotel y cuyo estado estaba completamente prolijo y liso como si nadie la hubiera usado en mucho tiempo. La otra cama era todo lo contrario, Melanie estaba sentada en ella jugando entre las sabanas con un conejo rosa demaciado afelpado. Se sobresaltó un poco cuando Ian abrió la puerta pero se calmó al ver quien era y cuando yo aparecí detrás de él su boca se abrió en sorpresa para luego convertirse en una sonrisa que se semejaba mas a una mueca.

Ian tenía razón, no se había recuperado y no la culpo.

-Hola, linda-susurró Ian llendose a sentar a su lado y acomodandole el despeinado flequillo con ternura.

-Hola- lo saludó ella devuelta y me dirigió un saludito rapido con la mano a mi también- ¿Qué haces aquí, Lea?

-Wow, pensé que ibas a estar mas feliz al verme- dije sentandome al otro lado de donde estaba sentado Ian.

-Claro que estoy feliz- dijo abrazandome, sonreí mientras Ian nos miraba con una media sonrisa.

-Las dejaré un momento- dijo llendose por la puerta una vez que nosotras asentimos.

-Entonces...¿quieres jugar?- me mostró su conejito de felpa.

-Claro ¿por qué no?- me encojí de hombros y agarré un peluche al azar en el montón que tenía ella a sus costados. La verdad nunca me había gustado jugar con muñecas ni peluches de niña, raro pero como sea.

-Y...¿como estas?- susurré.

-Uh...-murmuró insegura de que contestar.

Excelente pregunta, Lea. Muy bien hecho...

-Lo siento- dije arrepintiendome.

-Esta bien- dijo con una sonrisa muy diferente a las otras suyas- entonces ya lo sabes.

Parpadeé algo extrañada por la naturalidad con la que lo dijo pero aún así, asentí lentamente.

-Lamento lo que pasó.

-Tarde o temprano pasaría- una vez mas, me sorprendí de que ella hable del tema de esa forma. Sorbió por la nariz mientras miraba a su conejito en sus manos y yo miré hacia el piso pensando en las palabras correctas para reconfortarla.

-¿Recuerdas cuando te dije que podrías venir a casa en cualquier momento?- ella asintió- también pudes acudir a mi en cualquier momento, quiero que lo sepas- hablé en un susurró suave, Melanie seguía mirando hacia abajo, entonces continué- y no me puedo imaginar lo que estas sintiendo ahora o lo que has sentido los ultimos años, debió ser muy duro para tí pero aquí tienes a alguien más dispuesta a ayudarte, sabes. Y no soy la única pero creo que lo sabes, sabes que no estas sola.

De repente la escuché hacer sonidos raros y supe que estaba llorando, a continuación ella envolvió mi cuello con su brazos y me abrazó. Obviamente se lo devolví.

-Él dice que fué nuestra culpa, dice que fué nuestra culpa que mamá mueriera, Ian dice que no lo fué pero estoy empezando a creer que si lo fué, Lea- dijo como pudo entre sollozos- Fué mi culpa.

Entendí que Melanie hablaba igual que Ian refiriendose a su padre como él.

También entendí que Ian no era el único roto aquí. Y eso que era solo una niña pequeña.

-No digas eso- fruncí el seño mientras la estrechaba aún mas- no fué tu culpa, cariño- mientras en mi mente estaba despreciando con todo mi ser a lo que ellos tenían que llamar padre, ¿cuán desgraciado y horrible tenia que ser para decirle a sus hijos que fué su culpa que su madre muriera?- ¿Por qué le crees eso?- susurré.

Melanie aflojó sus brazos y se sentó derecha en su cama, se secó las lagrimas aunque estas siguieran cayendo de a montones.

-P porque cuando era pequeña él cuidaba de mi mamá pero casi no tenía tiempo por nosotros- en ese momento el llanto era imparable, me pregunto si ella le habrá comentado a alguien esto además de su hermano- y cuando murió él empezó a hecharnos la culpa, nos odia tanto...y yo me pregunto si tiene razón porque de no haber sido por nosotros mi mamá tal vez podría seguir viva- comenzó a hipar, a mi se me formó un nudo en la garganta al igual que con Ian- Él le pega a Ian cuando él trata de defenderme, eso también es mi culpa. Es mi culpa que él esté triste ahora. Extraño como era todo antes, extraño a mis padres.

En ese momento un Ian con la cabeza gacha entró en el cuarto a paso rapido y decidido, supe que había escuchado y que Melanie no le había comentado tal cosa.

Él se sentó en donde había estado antes y abrazó como nunca a Melanie, lo abservé triste mientras le daba un rapido beso en la parte superior de la cabeza mientras cerraba los ojos y me pareció ver una pequeña lagrima que salía pero él apoyó la frente en la cabeza de Melanie impidiendome verlo.

-Deja de pensar así, niña- su voz sonaba mas rota que nunca.

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