βž€ Yggdrasil | Vikingos

By Lucy_BF

230K 21.6K 24.8K

π˜π†π†πƒπ‘π€π’πˆπ‹ || ❝ La desdicha abunda mΓ‘s que la felicidad. ❞ Su nombre procedΓ­a de una de las leyendas... More

β€– π˜π†π†πƒπ‘π€π’πˆπ‹
β€– ππ‘π„πŒπˆπŽπ’ 𝐈
β€– ππ‘π„πŒπˆπŽπ’ 𝐈𝐈
β€– π€π‚π‹π€π‘π€π‚πˆπŽππ„π’
β€– ππ„π‘π’πŽππ€π‰π„π’
β€– π†π‘π€Μπ…πˆπ‚πŽπ’ 𝐈
β€– π†π‘π€Μπ…πˆπ‚πŽπ’ 𝐈𝐈
β€– π“π‘π€Μπˆπ‹π„π‘π’
━ Proemio
π€πœπ­π¨ 𝐈 ━ 𝐘𝐠𝐠𝐝𝐫𝐚𝐬𝐒π₯
━ 𝐈: Hedeby
━ 𝐈𝐈: Toda la vida por delante
━ 𝐈𝐈𝐈: Fiesta de despedida
━ πˆπ•: Una guerrera
━ 𝐕: Caminos separados
━ π•πˆ: La sangre solo se paga con mΓ‘s sangre
━ π•πˆπˆ: Entre la espada y la pared
━ π•πˆπˆπˆ: Algo pendiente
━ πˆπ—: Memorias y anhelos
━ 𝐗: No lo tomes por costumbre
━ π—πˆ: El funeral de una reina
━ π—πˆπˆ: Ha sido un error no matarnos
━ π—πˆπˆπˆ: Un amor prohibido
━ π—πˆπ•: Tu destino estΓ‘ sellado
━ 𝐗𝐕: SesiΓ³n de entrenamiento
━ π—π•πˆ: SerΓ‘ tu perdiciΓ³n
━ π—π•πˆπˆ: Solsticio de Invierno
━ π—π•πˆπˆπˆ: No es de tu incumbencia
━ π—πˆπ—: Limando asperezas
━ 𝐗𝐗: ΒΏQuΓ© habrΓ­as hecho en mi lugar?
━ π—π—πˆ: PasiΓ³n desenfrenada
━ π—π—πˆπˆ: No me arrepiento de nada
━ π—π—πˆπˆπˆ: El temor de una madre
━ 𝐗𝐗𝐕: Como las llamas de una hoguera
━ π—π—π•πˆ: Mi juego, mis reglas
━ π—π—π•πˆπˆ: El veneno de la serpiente
━ π—π—π•πˆπˆπˆ: ΒΏPor quΓ© eres tan bueno conmigo?
━ π—π—πˆπ—: Un simple desliz
━ 𝐗𝐗𝐗: No te separes de mΓ­
━ π—π—π—πˆ: Malos presagios
━ π—π—π—πˆπˆ: No merezco tu ayuda
━ π—π—π—πˆπˆπˆ: Promesa inquebrantable
━ π—π—π—πˆπ•: Yo jamΓ‘s te juzgarΓ­a
━ 𝐗𝐗𝐗𝐕: Susurros del corazΓ³n
━ π—π—π—π•πˆ: Por amor a la fama y por amor a OdΓ­n
π€πœπ­π¨ 𝐈𝐈 ━ π•πšπ₯𝐑𝐚π₯π₯𝐚
━ π—π—π—π•πˆπˆ: Donde hubo fuego, cenizas quedan
━ π—π—π—π•πˆπˆπˆ: MΓ‘s enemigos que aliados
━ π—π—π—πˆπ—: Una velada festiva
━ 𝐗𝐋: Curiosos gustos los de tu hermano
━ π—π‹πˆ: Cicatrices
━ π—π‹πˆπˆ: Te conozco como la palma de mi mano
━ π—π‹πˆπˆπˆ: Sangre inocente
━ π—π‹πˆπ•: No te conviene tenerme de enemiga
━ 𝐗𝐋𝐕: Besos a medianoche
━ π—π‹π•πˆ: Te lo prometo
━ π—π‹π•πˆπˆ: El inicio de una sublevaciΓ³n
━ π—π‹π•πˆπˆπˆ: Que los dioses se apiaden de ti
━ π—π‹πˆπ—: Golpes bajos
━ 𝐋: Nos acompaΓ±arΓ‘ toda la vida
━ π‹πˆ: Una red de mentiras y engaΓ±os
━ π‹πˆπˆ: No tienes nada contra mΓ­
━ π‹πˆπˆπˆ: De disculpas y corazones rotos
━ π‹πˆπ•: Yo no habrΓ­a fallado
━ 𝐋𝐕: Dolor y pΓ©rdida
━ π‹π•πˆ: No me interesa la paz
━ π‹π•πˆπˆ: Un secreto a voces
━ π‹π•πˆπˆπˆ: Yo ya no tengo dioses
━ π‹πˆπ—: TraiciΓ³n de hermanos
━ 𝐋𝐗: Me lo debes
━ π‹π—πˆ: Hogar, dulce hogar
━ π‹π—πˆπˆ: El principio del fin
━ π‹π—πˆπˆπˆ: La cabaΓ±a del bosque
━ π‹π—πˆπ•: Es tu vida
━ 𝐋𝐗𝐕: Visitas inesperadas
━ π‹π—π•πˆ: Ella no te harΓ‘ feliz
━ π‹π—π•πˆπˆ: El peso de los recuerdos
━ π‹π—π•πˆπˆπˆ: No puedes matarme
━ π‹π—πˆπ—: Rumores de guerra
━ 𝐋𝐗𝐗: Te he echado de menos
━ π‹π—π—πˆ: Deseos frustrados
━ π‹π—π—πˆπˆ: EstΓ‘s jugando con fuego
━ π‹π—π—πˆπˆπˆ: Mal de amores
━ π‹π—π—πˆπ•: CreΓ­a que Γ©ramos amigas
━ 𝐋𝐗𝐗𝐕: Brezo pΓΊrpura
━ π‹π—π—π•πˆ: Ya no estΓ‘s en Inglaterra
━ π‹π—π—π•πˆπˆ: Sentimientos que duelen
━ π‹π—π—π•πˆπˆπˆ: ΒΏQuiΓ©n dice que ganarΓ­as?
━ π‹π—π—πˆπ—: Planes y alianzas
━ 𝐋𝐗𝐗𝐗: No quiero perderle
━ π‹π—π—π—πˆ: Corazones enjaulados
━ π‹π—π—π—πˆπˆ: Te quiero
━ π‹π—π—π—πˆπˆπˆ: La boda secreta
━ π‹π—π—π—πˆπ•: Sangre de mi sangre y huesos de mis huesos
━ 𝐋𝐗𝐗𝐗𝐕: Brisingamen
━ π‹π—π—π—π•πˆ: Un sabio me dijo una vez
━ π‹π—π—π—π•πˆπˆ: Amargas despedidas
━ π‹π—π—π—π•πˆπˆπˆ: Te protegerΓ‘
━ π‹π—π—π—πˆπ—: El canto de las valquirias
━ 𝐗𝐂: Estoy bien
━ π—π‚πˆ: Una decisiΓ³n arriesgada
━ π—π‚πˆπˆ: TΓΊ harΓ­as lo mismo
━ π—π‚πˆπˆπˆ: Mensajes ocultos
━ π—π‚πˆπ•: Los nΓΊmeros no ganan batallas
━ 𝐗𝐂𝐕: Una ΓΊltima noche
━ π—π‚π•πˆ: No quiero matarte
━ π—π‚π•πˆπˆ: Sangre, sudor y lΓ‘grimas
━ π—π‚π•πˆπˆπˆ: Es mi destino
━ π—π‚πˆπ—: El fin de un reinado
━ 𝐂: HabrΓ­a muerto a su lado
━ π‚πˆ: El adiΓ³s
━ 𝐄𝐩𝐒́π₯𝐨𝐠𝐨
β€– π€ππ„π—πŽ: πˆππ…πŽπ‘πŒπ€π‚πˆπŽΜπ 𝐘 π†π‹πŽπ’π€π‘πˆπŽ
β€– π€π†π‘π€πƒπ„π‚πˆπŒπˆπ„ππ“πŽπ’
β€– πŽπ“π‘π€π’ π‡πˆπ’π“πŽπ‘πˆπ€π’
β€– π’π„π†π”ππƒπŽ π‹πˆππ‘πŽ

━ π—π—πˆπ•: Tus deseos son Γ³rdenes

2.1K 274 263
By Lucy_BF

────── CAPÍTULO XXIV ──────

TUS DESEOS SON ÓRDENES

────────ᘛ•ᘚ────────

( NO OLVIDES VOTAR Y COMENTAR )

◦✧ ✹ ✧◦

        EL VIAJE HABÍA SIDO DURO Y AGOTADOR. Dos meses habían pasado en alta mar. Dos interminables meses en los que se habían visto en la obligación de hacer frente a numerosas tormentas y a otras inclemencias meteorológicas que por poco no les habían enviado directos a las profundidades del océano. Gracias a los dioses pudieron salir adelante, aunque eso no les dejó exentos de sufrir alguna que otra baja. Y es que el riesgo de las incursiones vikingas no radicaba únicamente en la peligrosidad de guerrear contra los cristianos u otros paganos, sino también en la crudeza de las propias travesías. No era la primera vez que flotas enteras perecían en una tormenta, de ahí que, cada vez que se embarcaban en alguna expedición de tal calibre, no les quedara más remedio que concienciarse de que tal vez esa sería la última en la que participarían.

Eivør siempre había sabido que aquellos viajes no eran aptos para todo el mundo, que podían resultar sumamente fatigosos —y hasta incluso angustiantes—, pero jamás imaginó que lo serían tanto. 

Los primeros días fueron, sin lugar a dudas, los peores. Se los pasó vomitando, dado que su organismo no estaba acostumbrado a los constantes meneos del barco, y maldiciendo el momento en que accedió a formar parte del Gran Ejército. Ahora, dos lunas después, las náuseas prácticamente habían desaparecido y la sequedad del clima marino ya no le mordía tanto la piel.

Tal y como le comentó a Drasil antes de zarpar, aquella travesía había sido, cuando menos, bastante peculiar. Por un lado estaban los Ragnarsson, especialmente Ivar, con quien había protagonizado infinidad de disputas que siempre acababan con la morena intentando abalanzarse sobre El Deshuesado para hacerle callar a golpes. Y, por el otro, estaba el ambiente enrarecido que, desde que habían abandonado Kattegat, se había instaurado entre ella y Björn.

El interés que el rubio sentía por ella parecía haber aumentado de manera considerable en esas últimas semanas. Las miradas furtivas y las insinuaciones se habían convertido en algo habitual entre ellos, así como las pláticas a la luz de la luna, donde habían compartido numerosas experiencias y opiniones.

Era evidente que entre ambos había surgido una fortísima atracción. Björn la colmaba de atenciones y siempre aprovechaba la más mínima oportunidad para entablar conversación con ella, y Eivør le seguía el juego, disfrutando del dominio que tenía sobre él.

La escudera inspiró por la nariz. Estaba en la proa del snekke, oteando el horizonte. Su cabello azabache ondeaba al compás de la brisa marina, al igual que la capa que cubría sus menudos hombros. Las vistas desde esa parte del navío eran magníficas, un auténtico deleite para los sentidos.

Cruzó los brazos sobre su pecho y cerró los ojos, dejándose envolver por aquella sensación tan vivificadora, la de cómo el viento le golpeaba en el rostro. Apenas un instante después, los volvió a abrir, centrando nuevamente su atención en el montículo de tierra que ya podía divisarse en la lejanía.

—Northumbria, el hogar del rey Ælla —pronunció una voz tras ella.

Eivør dio un respingo, sobresaltada. Volteó la cabeza y miró por encima de su hombro, topándose con Björn, que la observaba con una mueca inescrutable contrayendo sus facciones. El mayor de los Ragnarsson avanzó un par de pasos, situándose a su lado.

—Jamás pensé que ansiaría tanto pisar suelo sajón —indicó la muchacha, guasona.

Ante ese último comentario, Björn carcajeó.

—El primer viaje siempre es el peor —explicó bajo la atenta mirada de su interlocutora—. Pero te acabas acostumbrando. Y sino ya me lo dirás la próxima vez. —Él también se cruzó de brazos, adquiriendo una pose desenfadada.

A Eivør no le pasaron desapercibidos los músculos que, pese a permanecer ocultos por la camisa que llevaba puesta, podían advertirse gracias a la forma en que aquella tela de color cian se adhería a su torso. 

Se relamió los labios, sintiendo cómo las mejillas se le arrebolaban. Debía reconocer que el primogénito de Ragnar Lothbrok era muy, pero que muy apuesto. Su cuerpo parecía haber sido esculpido por los mismísimos Æsir y sus rasgos, bien marcados y definidos, le conferían un aura de misterio que a ella personalmente le fascinaba.

«Es el esposo de Torvi», la reprendió una voz en su cabeza.

—Dudo que haya próxima vez —impugnó, una vez recuperada la compostura.

Björn la miró con una ceja arqueada.

—¿No te gustaría conocer nuevos mundos? —cuestionó.

Eivør clavó sus iris pardos en los azules del hombre, que eran tan fríos como el hielo. Sabía que Björn había heredado el espíritu aventurero de su padre y que fantaseaba con continuar viajando. Era, en otras palabras, un alma libre. Y aunque ella también lo fuera, no compartía, ni de lejos, su entusiasmo por visitar lugares inhóspitos y conocer nuevas culturas.

En ese aspecto no solo difería de él, sino también de Drasil. El mayor sueño de su mejor amiga siempre había sido viajar, al igual que el de Björn. Ella, por el contrario, poseía otras aspiraciones, como convertirse en la mejor escudera de toda Escandinavia. 

Quería que su nombre infundiera temor y respeto, y que sus hazañas fueran conocidas en los Nueve Mundos de Yggdrasil. Quería participar en cientos de batallas y, llegada la hora, morir como una auténtica guerrera. Simplemente deseaba vivir a su manera, en su patria y rodeada de su gente.

—Todo lo que necesito está en casa —respondió Eivør, encogiéndose de hombros con naturalidad—. Con eso me basta y me sobra —apostilló, justo antes de volver la vista al frente.

Al escucharlo, Björn se quedó meditabundo.

—Entonces, ¿qué te impulsó a venir con nosotros? —quiso saber, presa de la curiosidad. Aquella jovencita era todo un enigma; cuando pensaba que ya lo sabía todo de ella, sacaba a relucir una parte que desconocía—. Porque algo me dice que no nos has acompañado solamente para vengar la muerte de Ragnar —tanteó, sagaz.

Eivør se colocó un mechón rebelde detrás de la oreja antes de contestar:

—No te voy a mentir. Si estoy aquí es por Drasil, porque no quería que viniera sola —atestiguó, tan directa y espontánea como acostumbraba a ser. No iba a decir algo que no era verdad. Porque no, no se había embarcado en aquella incursión para honrar la memoria de un hombre al que no llegó a conocer, sino para velar por la seguridad y el bienestar de su mejor amiga—. Siempre nos hemos cuidado la una a la otra —prosiguió tras una pequeña pausa—. Solo quiero asegurarme de que regrese sana y salva a Kattegat.

Una vez finalizado su alegato, viró la cabeza y desvió la mirada hacia el rincón del snekke en el que se encontraba Drasil. Esta platicaba con Helga, con quien había congeniado bastante desde que habían soltado amarras y puesto rumbo hacia Inglaterra.

No le sorprendió verla con la esposa de Floki, puesto que tanto ella como Björn —y a mayores Aven— habían sido los tripulantes con los que más tiempo habían pasado en aquella embarcación.

—Eso te honra. —La voz de Björn volvió a colarse en sus oídos, provocando que la skjaldmö focalizara toda su atención en él—. No solo como amiga, sino también como persona —manifestó el rubio—. Drasil tiene suerte de poder contar con alguien como tú.

Por segunda vez en lo que llevaban de coloquio, las mejillas de Eivør se tornaron del mismo color que las amapolas. Aquello no le pasó por alto al Ragnarsson, que esbozó una sonrisilla bribona, ocasionando que la muchacha se aclarara la garganta con cierto nerviosismo.

Todavía azorada, Eivør se arrebujó en su capa.

Björn había logrado lo que muy pocos podían: dejarla sin palabras.

Drasil se estremeció. Los dedos de Ubbe no titubearon a la hora de trazar el contorno del tatuaje que tenía grabado en la espalda, el cual se extendía desde la zona cervical hasta la lumbar. Las líneas de tinta, de un matiz negro azulado, revelaban la inconfundible figura del Árbol de la Vida, el fresno perenne del que derivaba su nombre.

El primogénito de Ragnar y Aslaug sonrió ferozmente mientras paseaba la mirada por el cuerpo desnudo de la escudera, que permanecía tumbada a su lado, bocabajo.

Habían desembarcado en las costas de Northumbria hacía apenas unas horas, pisando tierra firme por primera vez en dos meses. Dos largos y tortuosos meses en los que habían tenido que guardar las apariencias, fingiendo que no había nada entre ellos para no levantar sospechas. De modo que no era de extrañar que, tras tanto tiempo sin poder catarse, no hubieran podido resistirse a la tentación de pasar juntos la primera noche en territorio cristiano.

De nuevo, habían sucumbido a la lujuria y al deseo, uniéndose en una sola carne en la intimidad de la carpa que le habían proporcionado a Ubbe. Sin embargo, aquella vez no había sido como la del pajar, ni mucho menos. No había predominado el ansia ni la desesperación, tampoco la frustración, sino la pasión y el erotismo. 

Habían admirado la desnudez del otro con calma, con pausa, centrándose en cada detalle, grabando en su memoria cada lunar, cada marca, cada imperfección... El joven había descubierto muchas cosas de la anatomía de Drasil que antes ignoraba, como el tatuaje que con tanto orgullo lucía en la espalda o la mancha de nacimiento que tenía en el pecho izquierdo, muy cerca de la areola. Y ella había tenido la oportunidad de acariciar sus incipientes músculos y besar las cicatrices que, debido a los arduos entrenamientos a los que se había visto sometido, ya tiznaban su bronceada piel.

Drasil dejó escapar una risita un tanto estridente cuando la mano de Ubbe se asentó en su nalga derecha, masajeándola con contundencia. Tuvo que apretar los labios en una fina línea para no resollar. El Ragnarsson sabía muy bien cómo provocarla y llevarla al límite.

—¿Cómo has conseguido escaquearte? —preguntó Ubbe, fijando sus orbes celestes en el armonioso semblante de la skjaldmö, que jugueteaba distraídamente con su trenza.

Drasil se encogió de hombros.

—Bueno, digamos que Eivør piensa que estoy con otra persona... —solventó con simpleza.

Reprimiendo una sonrisa maliciosa, alzó la mirada hacia el muchacho, a la espera de alguna reacción por su parte. No en vano había dejado la oración a medias, omitiendo el nombre del sujeto con el que su mejor amiga creía que tenía una aventura.

—Déjame adivinar... Con ese herrero de pacotilla, ¿no es así? —rezongó Ubbe. La mención de Aven, aquel joven al que tantas veces había atisbado intentando coquetear con Drasil, hizo que frunciera el ceño y que arrugase la nariz con desdén.

La hija de La Imbatible le propinó un suave codazo. La sonrisa que pugnaba por escapársele continuaba cosquilleando en sus labios.

—No seas tan cruel con él —lo regañó—. Es un buen chico.

Se mordisqueó el interior del carrillo, sintiéndose tremendamente hipócrita por lo que acababa de decir. El aprendiz de herrero siempre se había portado muy bien con ella. Era agradable y atento, simpático y divertido... Y aun así ella no había tenido ningún reparo a la hora de utilizarle en su propio beneficio.

Porque sí, se había aprovechado de él para hacerle creer a todo el mundo que entre ellos había algo, reduciendo a cero cualquier tipo de duda y/o sospecha hacia lo que realmente sentía por Ubbe. Y sí, era consciente de que aquello no estaba bien, que Aven no merecía que lo manipulasen de esa manera tan ruin y retorcida, pero no podía correr riesgos. No cuando su situación actual era tan delicada.

—Está muy encaprichado contigo —masculló Ubbe entre dientes, haciendo que Drasil emergiera de sus cavilaciones—. Cada vez que veo cómo te mira...

—¿Y cómo me mira, si puede saberse? —lo cortó ella, intrigada.

—Como lo hago yo —respondió el primogénito de Ragnar y Aslaug. Sus ojos brillaban de pura crispación y en sus mejillas podía apreciarse un rubor furibundo—. Te desea, y eso me hace sentir... —Calló antes de concluir la frase, sin saber muy bien cómo expresar esa desazón que le oprimía el pecho cada vez que los veía juntos—. Rabioso —finalizó.

Aquella confesión bastó para que Drasil elevara las cejas con asombro.

No esperaba tanta sinceridad por su parte.

—¿Te preocupa que pueda surgir algo entre Aven y yo? —consultó.

—Eres una mujer libre —expuso Ubbe, evadiendo por completo la interpelación de la castaña—. Puedes hacer lo que quieras con quien quieras. Yo no soy quién para coartarte. —Negó con la cabeza, enfatizando así sus palabras.

Drasil no pudo hacer otra cosa que sonreír, enternecida. Esa era una de las cosas que más le gustaban de él: su nobleza. El Ragnarsson jamás restringiría su libertad ni haría nada que pudiese atentar contra sus principios. No era controlador ni posesivo, aunque en ocasiones celara de determinadas personas de su entorno más próximo. La respetaba, y eso era algo que ella tenía muy en cuenta.

—Exacto, tú mismo lo has dicho —señaló Drasil mientras hundía los dedos en la barba que le oscurecía el mentón—. Soy una mujer libre. —Acercó su rostro al del chico, ocasionando que sus alientos se entremezclaran—. Y tú... —murmuró con un hilo de voz—. Tú eres el hombre que ha puesto todo mi mundo patas arriba.

—¿Debería sentirme afortunado entonces? —inquirió Ubbe, siguiéndole el juego. Había sustituido su rictus contrito por uno más pícaro y jovial.

La sonrisa de Drasil se ensanchó al entender esa referencia. El comentario del muchacho la había retrotraído a la noche en la que se conocieron, a aquella velada que tan a fuego se había quedado grabada en su mente. Parecía mentira que ya hubiera transcurrido prácticamente un año desde entonces.

—Muy afortunado —completó ella.

Al oírlo, Ubbe rio por lo bajo. Rebasó los escasos centímetros que lo separaban de la escudera y cubrió sus labios con los suyos, besándola suavemente. Cuando se separaron segundos después, ella continuó jugueteando con su trenza y él volvió a repasar las líneas de su tatuaje.

—¿Estás nervioso por la batalla? —Esta vez fue Drasil quien rompió el silencio.

—No. —Aquel vocablo salió con rotundidad de la boca de Ubbe—. Lo que estoy es ansioso por hacerle pagar a Ælla todo el sufrimiento que le infligió a mi padre —aseveró.

La hija de La Imbatible lo miró de soslayo.

—Tienes suerte de poder vengar su muerte. —Realizó una breve pausa antes de proseguir, lo justo para tragar saliva—. Yo nunca he tenido la oportunidad de hacerlo —musitó, alicaída.

Ubbe dejó de acariciarle la espalda.

—Lo dices por tu padre, ¿verdad? —ahondó.

—Murió en Frankia. —Drasil emitió un grácil suspiro—. Los hombres de Rollo lo mataron —farfulló, escupiendo ese nombre con desprecio. La sangre le hervía cada vez que pensaba en aquel maldito traidor—. Aún recuerdo el día que mi madre regresó sin él. Yo tenía ocho años.

El primogénito de Ragnar y Aslaug posó una mano en su mejilla, tratando de apaciguar sus furias y desterrar esa aflicción que se había apoderado de ella. Sin romper el contacto visual con la joven, paseó el pulgar por su pómulo, dibujando pequeños círculos. Su piel era suave y tersa, de un adorable tono rosado.

Ante la intensidad con la que la contemplaba, Drasil sintió un hormigueo en el estómago.

—Yo también estuve en Frankia, al igual que Hvitserk —comentó Ubbe—. Ragnar consideró que ya teníamos edad suficiente para participar en nuestra primera incursión, así que nos llevó con él. Obviamente aquello no le hizo mucha gracia a nuestra madre. —Carcajeó, logrando contagiar a Drasil. Aquello sonaba muy propio del caudillo vikingo—. Era muy joven por aquel entonces, pero recuerdo a tu padre. Era un gran guerrero.

—También fue un gran hombre —secundó la skjaldmö.

—No lo dudo.

De nuevo, Drasil suspiró. Giró sobre sí misma, cambiando de posición, y clavó la vista en el techo de la tienda que los cobijaba. Se mantuvo así durante unos minutos, hasta que sus iris esmeralda volvieron a posarse en Ubbe, que no se había apartado de su lado.

La castaña notó un ardiente calor en sus mejillas cuando pilló al chico escrutándola vorazmente, con un brillo casi febril en sus orbes azules. Sus pulmones parecieron encoger de tamaño cuando su mirada y la de él se encontraron, provocando que el calor que la había embargado tan repentinamente se tornase aún más sofocante.

—¿Qué? —preguntó Drasil.

—Podría estar así toda la noche —reveló Ubbe. Dejó que su mirada vagase por el apetecible cuerpo de la muchacha. Sus senos, su cintura, sus caderas, sus piernas... Todo lo que formaba parte de ella lo enloquecía, conduciéndole al borde del abismo.

—¿Hablando de nuestros padres muertos? —soltó la hija de La Imbatible en un improvisado tono jocoso.

Los labios de Ubbe se curvaron en una sonrisa torcida.

—No, admirando tu desnudez.

Drasil jadeó cuando el Ragnarsson se agachó hacia ella, amenazando con eliminar la poca distancia que los separaba.

—¿Solo admirándola? —lo incitó la escudera, traviesa.

Dejó escapar un segundo resuello cuando el cuerpo de Ubbe se inclinó sobre el suyo, haciendo que ciertos puntos de sus respectivas anatomías entraran en contacto. Sus inquietas manos no tardaron en alcanzar el tonificado pecho del joven, pudiendo percibir el acelerado ritmo de su corazón.

—No me tientes, escudera —gruñó él.

—Tal vez ese sea mi objetivo —bisbiseó Drasil con voz trémula.

—En ese caso... —Ubbe terminó de colocarse encima de la castaña, que abrió tentativamente las piernas, dándole libre acceso a aquel cálido paraíso que albergaba en su interior. Drasil sintió un agradable escalofrío cuando el guerrero comenzó a besar su cuello, y gimió en el momento en que sus dientes pellizcaron la carne sensible de sus clavículas—. Tus deseos son órdenes —añadió, justo antes de besarla apasionadamente.

▬▬▬▬⊱≼≽⊰▬▬▬▬

N. de la A.:

¡Hola, corazones!

Sé que he tardado un poco más de lo habitual en actualizar, pero, como ya anuncié en mi tablón, decidí cancelar la publicación de la semana pasada por motivos completamente ajenos a la plataforma. No me sentía con fuerzas ni ánimos para escribir, de ahí que haya preferido esperar unos días hasta que las cosas se normalizaran un poco. Pero bueno, ya estoy aquí de nuevo. 

Lo cierto es que siento como una especie de amor-odio por este capítulo. Por un lado me gusta cómo ha quedado, pero por el otro siento que es un poco flojo en cuanto a narración. No sé, paranoias mías. Espero que no se os haya hecho muy pesado, ya que es el más largo hasta el momento, pero no quería cortarlo. Me parece súper importante para conocer más a fondo a las chicas y asentar un poco sus relaciones con los personajes canon.

Y, ya entrando en materia, ¿qué os ha parecido la primera escena? Porque, a partir de ahora, va a haber muchísimo salseo de parejas. ¿Cuáles son vuestras predicciones para Eivörn? Aviso que no lo van a tener nada fácil... Primero porque Björn está casado con Torvi, segundo porque Björn es un picha-alegre que le da a todo lo que se menea y tercero porque Eivør es mucha Eivør xD

¿Y qué me decís de Drabbe? Sé que soy muy pesada con ellos, pero es que son mis bebés preciosos xP Adoro escribir sus escenas, se me cae la baba con ellos. Y lo del tatuaje... Ahora tiene sentido que el primer acto se llame La leyenda tatuada, ¿no?

En fin, ya me callo, que me enrollo más que las persianas. Espero que os haya gustado el capítulo. Si es así, por favor, no olvidéis votar y comentar =)

Y eso es todo por el momento.

¡Besos!

Continue Reading

You'll Also Like

155K 7.1K 42
Una nueva amenaza se ha creado. Alexia es ahora un vampiro a merced de sus instintos, y junto a Stefan, ahora siguen y obedecen al hΓ­brido original K...
2.3K 433 10
Atsushi era un niΓ±o muy tranquilo, vivΓ­a una vida totalmente tranquila junto a sus padres, quienes siempre estaban al pendiente de Γ©l y sus necesidad...
1.5M 174K 42
❝ YoonGi es un padre soltero que acaba de perder a su amada y JiMin es un omega roto que acaba de perder a su bebé, ¿Qué pasarÑ cuÑndo ambos caminos...
72.9K 5.2K 34
Enero es especial, y no en el buen sentido. Es la chica loca que se sienta al lado de la ventana y que parece de todo menos normal, pero no es la her...