βž€ Yggdrasil | Vikingos

By Lucy_BF

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π˜π†π†πƒπ‘π€π’πˆπ‹ || ❝ La desdicha abunda mΓ‘s que la felicidad. ❞ Su nombre procedΓ­a de una de las leyendas... More

β€– π˜π†π†πƒπ‘π€π’πˆπ‹
β€– ππ‘π„πŒπˆπŽπ’ 𝐈
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━ Proemio
π€πœπ­π¨ 𝐈 ━ 𝐘𝐠𝐠𝐝𝐫𝐚𝐬𝐒π₯
━ 𝐈: Hedeby
━ 𝐈𝐈: Toda la vida por delante
━ 𝐈𝐈𝐈: Fiesta de despedida
━ πˆπ•: Una guerrera
━ 𝐕: Caminos separados
━ π•πˆ: La sangre solo se paga con mΓ‘s sangre
━ π•πˆπˆ: Entre la espada y la pared
━ π•πˆπˆπˆ: Algo pendiente
━ πˆπ—: Memorias y anhelos
━ 𝐗: No lo tomes por costumbre
━ π—πˆ: El funeral de una reina
━ π—πˆπˆ: Ha sido un error no matarnos
━ π—πˆπˆπˆ: Un amor prohibido
━ π—πˆπ•: Tu destino estΓ‘ sellado
━ 𝐗𝐕: SesiΓ³n de entrenamiento
━ π—π•πˆ: SerΓ‘ tu perdiciΓ³n
━ π—π•πˆπˆ: Solsticio de Invierno
━ π—π•πˆπˆπˆ: No es de tu incumbencia
━ π—πˆπ—: Limando asperezas
━ 𝐗𝐗: ΒΏQuΓ© habrΓ­as hecho en mi lugar?
━ π—π—πˆ: PasiΓ³n desenfrenada
━ π—π—πˆπˆ: No me arrepiento de nada
━ π—π—πˆπ•: Tus deseos son Γ³rdenes
━ 𝐗𝐗𝐕: Como las llamas de una hoguera
━ π—π—π•πˆ: Mi juego, mis reglas
━ π—π—π•πˆπˆ: El veneno de la serpiente
━ π—π—π•πˆπˆπˆ: ΒΏPor quΓ© eres tan bueno conmigo?
━ π—π—πˆπ—: Un simple desliz
━ 𝐗𝐗𝐗: No te separes de mΓ­
━ π—π—π—πˆ: Malos presagios
━ π—π—π—πˆπˆ: No merezco tu ayuda
━ π—π—π—πˆπˆπˆ: Promesa inquebrantable
━ π—π—π—πˆπ•: Yo jamΓ‘s te juzgarΓ­a
━ 𝐗𝐗𝐗𝐕: Susurros del corazΓ³n
━ π—π—π—π•πˆ: Por amor a la fama y por amor a OdΓ­n
π€πœπ­π¨ 𝐈𝐈 ━ π•πšπ₯𝐑𝐚π₯π₯𝐚
━ π—π—π—π•πˆπˆ: Donde hubo fuego, cenizas quedan
━ π—π—π—π•πˆπˆπˆ: MΓ‘s enemigos que aliados
━ π—π—π—πˆπ—: Una velada festiva
━ 𝐗𝐋: Curiosos gustos los de tu hermano
━ π—π‹πˆ: Cicatrices
━ π—π‹πˆπˆ: Te conozco como la palma de mi mano
━ π—π‹πˆπˆπˆ: Sangre inocente
━ π—π‹πˆπ•: No te conviene tenerme de enemiga
━ 𝐗𝐋𝐕: Besos a medianoche
━ π—π‹π•πˆ: Te lo prometo
━ π—π‹π•πˆπˆ: El inicio de una sublevaciΓ³n
━ π—π‹π•πˆπˆπˆ: Que los dioses se apiaden de ti
━ π—π‹πˆπ—: Golpes bajos
━ 𝐋: Nos acompaΓ±arΓ‘ toda la vida
━ π‹πˆ: Una red de mentiras y engaΓ±os
━ π‹πˆπˆ: No tienes nada contra mΓ­
━ π‹πˆπˆπˆ: De disculpas y corazones rotos
━ π‹πˆπ•: Yo no habrΓ­a fallado
━ 𝐋𝐕: Dolor y pΓ©rdida
━ π‹π•πˆ: No me interesa la paz
━ π‹π•πˆπˆ: Un secreto a voces
━ π‹π•πˆπˆπˆ: Yo ya no tengo dioses
━ π‹πˆπ—: TraiciΓ³n de hermanos
━ 𝐋𝐗: Me lo debes
━ π‹π—πˆ: Hogar, dulce hogar
━ π‹π—πˆπˆ: El principio del fin
━ π‹π—πˆπˆπˆ: La cabaΓ±a del bosque
━ π‹π—πˆπ•: Es tu vida
━ 𝐋𝐗𝐕: Visitas inesperadas
━ π‹π—π•πˆ: Ella no te harΓ‘ feliz
━ π‹π—π•πˆπˆ: El peso de los recuerdos
━ π‹π—π•πˆπˆπˆ: No puedes matarme
━ π‹π—πˆπ—: Rumores de guerra
━ 𝐋𝐗𝐗: Te he echado de menos
━ π‹π—π—πˆ: Deseos frustrados
━ π‹π—π—πˆπˆ: EstΓ‘s jugando con fuego
━ π‹π—π—πˆπˆπˆ: Mal de amores
━ π‹π—π—πˆπ•: CreΓ­a que Γ©ramos amigas
━ 𝐋𝐗𝐗𝐕: Brezo pΓΊrpura
━ π‹π—π—π•πˆ: Ya no estΓ‘s en Inglaterra
━ π‹π—π—π•πˆπˆ: Sentimientos que duelen
━ π‹π—π—π•πˆπˆπˆ: ΒΏQuiΓ©n dice que ganarΓ­as?
━ π‹π—π—πˆπ—: Planes y alianzas
━ 𝐋𝐗𝐗𝐗: No quiero perderle
━ π‹π—π—π—πˆ: Corazones enjaulados
━ π‹π—π—π—πˆπˆ: Te quiero
━ π‹π—π—π—πˆπˆπˆ: La boda secreta
━ π‹π—π—π—πˆπ•: Sangre de mi sangre y huesos de mis huesos
━ 𝐋𝐗𝐗𝐗𝐕: Brisingamen
━ π‹π—π—π—π•πˆ: Un sabio me dijo una vez
━ π‹π—π—π—π•πˆπˆ: Amargas despedidas
━ π‹π—π—π—π•πˆπˆπˆ: Te protegerΓ‘
━ π‹π—π—π—πˆπ—: El canto de las valquirias
━ 𝐗𝐂: Estoy bien
━ π—π‚πˆ: Una decisiΓ³n arriesgada
━ π—π‚πˆπˆ: TΓΊ harΓ­as lo mismo
━ π—π‚πˆπˆπˆ: Mensajes ocultos
━ π—π‚πˆπ•: Los nΓΊmeros no ganan batallas
━ 𝐗𝐂𝐕: Una ΓΊltima noche
━ π—π‚π•πˆ: No quiero matarte
━ π—π‚π•πˆπˆ: Sangre, sudor y lΓ‘grimas
━ π—π‚π•πˆπˆπˆ: Es mi destino
━ π—π‚πˆπ—: El fin de un reinado
━ 𝐂: HabrΓ­a muerto a su lado
━ π‚πˆ: El adiΓ³s
━ 𝐄𝐩𝐒́π₯𝐨𝐠𝐨
β€– π€ππ„π—πŽ: πˆππ…πŽπ‘πŒπ€π‚πˆπŽΜπ 𝐘 π†π‹πŽπ’π€π‘πˆπŽ
β€– π€π†π‘π€πƒπ„π‚πˆπŒπˆπ„ππ“πŽπ’
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β€– π’π„π†π”ππƒπŽ π‹πˆππ‘πŽ

━ π—π—πˆπˆπˆ: El temor de una madre

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By Lucy_BF

────── CAPÍTULO XXIII ──────

EL TEMOR DE UNA MADRE

────────ᘛ•ᘚ────────

( NO OLVIDES VOTAR Y COMENTAR )

◦✧ ✹ ✧◦

        TODO ESTABA LISTO PARA ZARPAR. 

El muelle de Kattegat permanecía abarrotado de gente. Los guerreros y escuderas que habían accedido a formar parte del Gran Ejército que vengaría la muerte de Ragnar Lothbrok no dejaban de ir de un lado a otro con aparente ajetreo. Muchos de ellos habían aprovechado aquellos últimos minutos para despedirse de sus respectivas familias, a las que no verían en muchas lunas, mientras que otros —aquellos que provenían de fuera— se habían limitado a realizar rápidos recuentos de todo lo que iban a necesitar durante el viaje.

En tanto Hilda y Eivør intercambiaban unas últimas palabras, Kaia y Drasil, que se hallaban a su lado, se fundieron en un afectuoso abrazo. La Imbatible tuvo que apretar los labios en una fina línea para poder mantener sus inestables emociones bajo control. Y es que la sola idea de que su hija, su mayor tesoro, fuera a pasar los próximos meses lejos de su lado le ponía el vello de punta.

—Siempre supe que este momento llegaría —pronunció Kaia, todavía abrazada a Drasil, cuyos iris verdes no tardaron en cristalizarse debido a la emotividad del momento—. Pero jamás pensé que sería tan doloroso. —La voz de la afamada skjaldmö se quebró al articular esas últimas palabras.

No mentía. Desde que Drasil fue lo suficientemente mayor —y consciente— para saber que quería viajar y conocer lugares inexplorados, supo que algún día volaría del nido e iría en busca de su propio destino. Sin embargo, eso no cambiaba el hecho de que, como madre, tuviera miedo de lo que pudiera llegar a sucederle en aquellas truculentas expediciones. Porque por mucho que su retoño fuera una hábil espadachina, el hecho de que contase con tan poca experiencia en el campo de batalla podría jugar en su contra.

«—Necesito que hagas algo por mí —manifestó Kaia.

Al escucharlo, los orbes celestes de Björn, aquellos que había tenido la suerte de heredar de su padre, brillaron con expectación.

—Lo que sea —respondió él, cruzándose de brazos.

—Es por Drasil —confesó La Imbatible, a lo que el rubio asintió con vehemencia, como si ya sospechara que se trataba de algo relacionado con la susodicha—. Ha tomado la decisión de acompañaros a Inglaterra, al igual que Eivør... Y tú sabes tan bien como yo lo peligrosa que puede ser una incursión a tierras cristianas. —Realizó una breve pausa antes de proseguir, lo justo para relamerse los labios y respirar hondo—. No voy a pedirte que la protejas, porque sé perfectamente que mi hija es capaz de cuidar de sí misma, pero sí quiero que la vigiles, que evites que cometa cualquier imprudencia. Necesito saber que, en caso de que lo requiera, la ayudarás. ¿Puedo contar contigo? —interpeló con el desasosiego relampagueando en sus titilantes pupilas.

Él era el único en quien confiaba. 

Los sajones no serían los únicos enemigos a los que Drasil y Eivør tendrían que hacer frente, sino que también deberían ser precavidas con aquellos que lucharían en su mismo bando. De ahí que, en un acto completamente desesperado —producto de la intranquilidad que la atenazaba desde que Drasil le había comunicado que quería formar parte del Gran Ejército Pagano—, le hubiese pedido ayuda a Björn. Porque tan solo él podría garantizarle la seguridad y el bienestar de su vástago.

El mayor de los Ragnarsson tomó las manos de Kaia y las estrechó con fuerza, en un intento por transmitirle todo su apoyo. Podía percibir la angustia que expelía la castaña, lo mucho que le asustaba la idea de que a la única familia que le quedaba pudiera pasarle algo.

Aún recordaba la primera vez que la vio en Hedeby, hacía veintiún inviernos. Ella era una jovencita de dieciséis años que aspiraba a convertirse en una guerrera de la talla de su hermana mayor, Jórunnr, y él un crío de once que se había visto en la obligación de afrontar la dolorosa separación de sus progenitores.

Kaia fue su primer encaprichamiento, la mujer con la que, durante la entrada a su pubertad, fantaseó con casarse y formar una familia. 

Obviamente aquello tan solo se quedó en eso, en una simple ilusión creada por la mente de un chiquillo que todavía no sabía nada de la vida. No obstante, lo que sí llegaron a forjar fue una fortísima amistad, una camaradería que no había tenido con nadie más, ni siquiera con sus propios hermanos.

—Cuidaré de ella, puedes estar tranquila —garantizó—. No le ocurrirá nada. No permitiré que le ocurra nada. —El énfasis en esa última locución fue más que notorio—. Lo juro por mi brazalete.»

Los ojos de Kaia, tan grises que parecían plata líquida, fueron a parar a la embarcación que se erigía frente a ella: un majestuoso snekke* de treinta metros de eslora, equiparado con cuarenta remos y con la capacidad de embarcar a noventa personas. Allí, a estribor de aquel imponente navío, vislumbró a Björn, que conversaba animadamente con Ubbe, Hvitserk y Sigurd.

De manera instintiva, el mayor de los Ragnarsson desvió la mirada hacia ella, que continuaba adherida al cuerpo de Drasil. Björn realizó un gesto afirmativo con la cabeza, dándole a entender que no se preocupara, que podía confiar en él y en su palabra.

Kaia le regaló una sonrisa desvaída.

—Te voy a echar mucho de menos —musitó Drasil en cuanto se hubieron separado. Tenía la nariz congestionada y los labios curvados en un rictus amargo.

—Y yo a ti —contestó Kaia. Con suma ternura, acunó el rostro de Drasil entre sus maltratadas manos y depositó un beso en su frente. 

Apenas un instante después, la más joven, luego de susurrarle un conmovedor «te quiero», se acercó a Hilda, a fin de despedirse también de ella. Eivør, por su parte, se posicionó delante de Kaia, con sus hermosos iris pardos reluciendo a causa de la emoción.

—Eivør. —La Imbatible la abrazó con la misma efusividad con la que había envuelto a Drasil, ocasionando que la mencionada sollozara—. Cuidad la una de la otra, ¿de acuerdo? —apostilló mientras posaba las manos en sus hombros.

La morena asintió, cariacontecida.

—Esto no va a ser lo mismo sin vosotras.

La voz de Astrid se coló sin previo aviso en los oídos de las aludidas, provocando que estas desviaran su atención hacia ella, que se encontraba unos metros por detrás de Hilda y Kaia. 

Los semblantes de ambas se iluminaron por completo al verla.

—¿Eso que percibo es nostalgia? —bromeó Eivør, recibiendo una mirada cómplice de parte de Drasil, que se vio incapaz de contener una carcajada—. Vaya, Astrid... Sí que te hemos calado hondo —continuó picándola, sabedora de que no iba a poder hacerlo en mucho tiempo.

La pupila de Lagertha también rio.

—Cierra el pico y abrázame.

Eivør no se hizo de rogar. Se aproximó a ella y, con un molesto nudo constriñéndole la boca del estómago, la rodeó con sus brazos. Drasil no demoró en imitarla, uniéndose a aquel tierno gesto que, sin ser consciente de ello, sería el último que compartirían.

Tan solo cuando el sonido de un cuerno llenó el aire, anunciando que todo estaba preparado para soltar amarras, las tres se separaron.

—Procurad no meteros en muchos líos —volvió a hablar Astrid, en cuyos orbes azules podía apreciarse una ligera pátina que reflejaba a la perfección lo mucho que le afligía su partida—. Que yo no voy a estar para salvaros el pellejo —añadió con picardía.

Ante ese último comentario, Eivør le dio un toquecito en el hombro, divertida. La iba a extrañar muchísimo, al igual que al resto de sus compañeras.

—Debéis iros —las apremió Kaia.

Drasil y Eivør intercambiaron una fugaz mirada antes de asentir. Comprobaron una última vez el contenido de sus morrales, cerciorándose de que no se habían olvidado de nada, y sin más preámbulos echaron a andar hacia el snekke en el que pasarían, si sus cálculos no fallaban, las siguientes dos lunas.

—Recuérdame por qué diantres vamos a viajar en la misma embarcación que los Ragnarsson —masculló Eivør entre dientes, dejando entrever su irritación—. En serio, Dras. Aún estamos a tiempo de ir en otro barco —insistió mientras tironeaba de la capa de la castaña como una niña pequeña y berrinchuda.

Drasil chasqueó la lengua.

—Porque Björn ha insistido en que vayamos con él —solventó, encogiéndose de hombros con simpleza. Se detuvieron frente al navío y, con cuidado de no tropezar, subieron a cubierta—. Además, no tendremos que relacionarnos con ellos si no queremos. —Su amiga resopló de puro hastío—. Ellos ignorarán nuestra presencia y nosotras la suya.

Eivør no dijo nada más al respecto. En su lugar, se limitó a escrutar las inmediaciones del snekke, al igual que Drasil. Los iris esmeralda de la hija de La Imbatible fueron saltando de un tripulante a otro, tratando de familiarizarse con la cara de todos aquellos que, de ahora en adelante, serían sus compañeros de viaje.

Floki, Helga, Tanaruz —la niña musulmana a la que el matrimonio había adoptado tras su estancia en Algeciras—, Björn, Hvitserk, Sigurd, Ivar y... Ubbe. 

Al divisar al primogénito de Ragnar y Aslaug, con quien había pasado una extenuante noche de pasión, el calor le subió a las mejillas y a las orejas. Aquella mañana se había despertado con un ligero dolor en la entrepierna, fruto de la rudeza de los empellones, y con varias marcas repartidas por todo el cuerpo.

Se mordisqueó el interior del carrillo. Aún podía paladear el sabor de sus besos y sentir la fogosidad de sus caricias... No cabía la menor duda de que el muchacho había logrado satisfacerla como ningún otro hombre lo había hecho antes.

Fue entonces cuando su mirada y la de Ubbe se encontraron. Los dos tuvieron que hacer un grandísimo esfuerzo para no sonreírse el uno al otro.

Drasil se forzó a romper el contacto visual con él para no levantar sospechas, dado que no había olvidado que Eivør se encontraba a su lado. Se aclaró la garganta, haciendo todo lo posible para relegar a un rincón de su mente los recuerdos de la ardiente velada que había compartido con Ubbe, y centró toda su atención en el grupo de hombres que, con gran afán, había empezado a izar las velas.

El corazón le dio un vuelco al creer reconocer a uno de ellos.

Aquella mata de rizos castaños, aquella tez tostada, aquellos brazos musculosos... Todo le resultaba condenadamente familiar. Demasiado.

«Oh, dioses...», pensó, una vez que pudo distinguir con claridad a Aven.

Como si gozara de un sexto sentido, los ojos color miel del aprendiz de herrero se posaron en ella, que no lo dudó a la hora de maldecirse en su fuero interno. Una resplandeciente sonrisa culebreó en los carnosos labios de Aven, obligándola a corresponder al gesto.

—Va a ser un viaje... interesante. —Le oyó decir a Eivør, a quien seguía sin entusiasmarle el hecho de tener que convivir con Ivar y sus hermanos durante las próximas semanas.

Drasil se masajeó el tabique nasal en un gesto cansado.

—Sí, eso parece.

Kaia emitió un suspiro. 

Sus falanges tamborileaban sobre su vientre desnudo y sus ojos escudriñaban con sumo detenimiento las vigas de madera que conformaban el techo de su alcoba. Volvió a suspirar pesadamente, provocando que el cuerpo que descansaba a su lado se removiera bajo las mantas.

—¿No puedes dormir?

La Imbatible viró la cabeza hacia su derecha, topándose con aquellas angulosas facciones que, desde que las había atisbado por primera vez, no habían hecho otra cosa que inflamar sus más puros instintos. Se mordió el labio inferior en tanto admiraba aquellos orbes del mismo color que el mar embravecido.

La mano de su acompañante, que estaba repleta de durezas y callosidades, acarició fugazmente la línea de su mandíbula, causándole un pequeño estremecimiento. Sus dedos descendieron con lentitud por su cuello, deleitándose ante su suave tacto, hasta detenerse en su clavícula. Kaia resolló cuando un sutil ardor se instauró en su zona íntima.

—Siento haberte despertado —murmuró la escudera, una vez recuperada la compostura. El hombre con el que llevaba acostándose desde hacía varias semanas negó con la cabeza, como queriendo restarle importancia al asunto, mientras jugueteaba con un par de mechones de su ondulada melena—. Me está costando bastante conciliar el sueño —añadió, volviendo a extraviar la mirada en las irregularidades del techo.

Su amante la observó con condescendencia.

—Estás preocupada por tu hija, ¿no es cierto? —tanteó, perspicaz.

Al oírlo, los iris cenicientos de ella se clavaron en los zarcos de él. 

Se tomó unos segundos para poder estudiar cada detalle de su atractiva fisonomía. Era alto y corpulento, de piel bronceada debido a las agotadoras jornadas que pasaba trabajando a pleno sol, en un barco pesquero. Sus ojos eran pequeños y vivaces, y su nariz algo aguileña. Tenía ambos laterales de la cabeza afeitados, contando únicamente con una larga trenza de cabello castaño que le llegaba a la cintura, y una barba de varios días le oscurecía el mentón.

—No he podido dejar de pensar en ella desde que se fue —confesó Kaia—. Supongo que no estoy acostumbrada a tenerla lejos de mí —puntualizó al tiempo que se restregaba los lagrimales con pesadumbre.

El pescador tomó su mano derecha y la besó con galantería.

—Eres una buena madre.

Ante esa última alegación, Kaia rio con desgana.

—No, no lo soy —contradijo sin variar lo más mínimo la expresión de su rostro. Este no transmitía emoción alguna, sino que permanecía cubierto por una máscara de fría impasibilidad—. Si lo fuera, me habría ido con ella.

Su interlocutor entornó los ojos.

—¿Y por qué no lo has hecho? —cuestionó, presa de la curiosidad.

—Porque alguien debía quedarse para proteger Kattegat —respondió Kaia bajo la atenta mirada del hombre, cuya mano continuaba entrelazada con la suya—. Ahora que nuestros mejores guerreros se han ido a Inglaterra para vengar a Ragnar, somos más vulnerables que nunca. —Se desasió de su agarre para poder masajearse las sienes, que le palpitaban a causa de un incipiente dolor de cabeza.

No se arrepentía de haberse quedado, puesto que, ahora que los mejores guerreros y escuderas del reino se habían marchado, Lagertha iba a necesitar mucha ayuda para defenderlo de posibles enemigos. Enemigos que no lo dudarían a la hora de atacar un territorio cuya defensa había mermado de forma considerable tras la partida del Gran Ejército. Sin embargo, tampoco se enorgullecía. Algo dentro de ella no dejaba de repetirle que había cometido un error, que debía haber acompañado a Drasil en su primera incursión a tierras cristianas. Tenía la impresión de que las cosas no iban a salir tan bien como todos pensaban, y eso la aterraba.

—Comprendo. —La voz de su acompañante hizo que emergiera de sus pensamientos—. Tienes tus obligaciones, un deber que cumplir, pero no por eso eres mala madre —indicó él, justo antes de colocarle un mechón rebelde detrás de la oreja.

Aquellas palabras consiguieron arrancarle una efímera sonrisa a La Imbatible. Esta, sin romper el contacto visual con el pescador, apartó las mantas que tapaban su desnudez en un mohín bastante sugerente. Su curvilíneo cuerpo no tardó en ser devorado por la hambrienta mirada de su amante, que también sonrió.

—Bésame —ordenó Kaia.

El hombre obedeció sin rechistar. Acortó la distancia que los separaba y atacó su boca con frenesí y desesperación, como un lobo abalanzándose sobre su presa. 

Apretó su anatomía contra la de la skjaldmö y, antes de que esta pudiera tomar el control de la situación —tal y como había sucedido la mayoría de las veces que habían tenido sexo—, la penetró ferozmente, rebosándola, doblegándola... Haciendo que gimiera su nombre.

—Trygve...

▬▬▬▬⊱≼≽⊰▬▬▬▬

· ANOTACIONES ·

—El snekke (en plural, snekkar) es un barco de guerra vikingo. Aunque el apelativo es menos conocido que el de los drakkar, se refiere a uno de los más grandes navíos construidos por los nórdicos entre los siglos IX y XII, y también uno de los más utilizados en sus expediciones. El snekke navegaba, indistintamente, con vela para los grandes trayectos o con remos cerca de la costa o para remontar las aguas de los ríos y adentrarse en los territorios interiores. Eran tan livianos que no necesitaban usar puertos. Podían ser sacados a tierra e incluso ser transportados tierra adentro.

▬▬▬▬⊱≼≽⊰▬▬▬▬

N. de la A.:

¡Hola, mis pequeños vikingos!

Aquí os traigo un nuevo capítulo. Puede que a primera vista parezca de transición, pero no lo es. Gracias a él hemos descubierto alguna cosilla sobre nuestra hermosa Kaia. Apuesto lo que sea a que no os imaginabais que hubiese sido el primer crush de Björn xD Pero remarco que tan solo se quedó en eso: Björn por aquel entonces era un crío. Por no mencionar que Kaia se casó con Søren a los dieciocho, so... El caso es que estos dos forman un brotp precioso <3

¿Y qué me decís de nuestro querido Aven? ¿Os esperabais que fuera también a Inglaterra? Lo cierto es que, en un principio, no tenía pensado nada de esto, pero me apetecía sacarle más partido a su personaje. Total, que su presencia va a dar mucho salseo, ya lo veréis. Recemos a los dioses para que Ubbe sepa controlarse x'D

¡Y Trygve! ¡Ay, que tenemos OC nuevo! Decidme, ¿cuál ha sido vuestra primera impresión? ¿Qué vibraciones os transmite? ¡¿Qué pasará ahora con Kagertha?! Lo descubriréis en los próximos capítulos xP Por cierto, si no os acordáis de su face-claim, lo tenéis en el apartado de personajes.

Y ahora que hemos cerrado otra etapa de la historia, me gustaría saber qué os gustaría que pasara en los próximos capítulos. Habladme desde vuestro lado fangirl y fanboy, que me encantaría saber cuáles son vuestras preferencias, jajaja. Y no vale decir «pues yo quiero que haya más Eivörn/Kagertha». No, no, no... que esa es la respuesta fácil y me la sé de memoria ya xD

Y eso es todo por el momento. No olvidéis votar y comentar =)

Besos ^3^

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