Quiero darte un beso

By Sumeeer

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-¿Qué quieres de mi Eric? Te lo he dado todo-le grité fríamente y sin mirarlo, ni girarme- Me he entregado a... More

Prólogo
¡No es justo!
Ma belle
Nuevas y viejas amistades
Primer beso de un chico
No me conoces, no me juzgues
Eres mi limón
Mi abuela habla de mi vida sexual
Tortuga montada en caracol
Clases de baile
Conociendo a los Woodgate
¿Norte o sur?
¿Norte o sur?(2°parte)
¿Tortura?No,amigas enamoradas
Fiesta de Halloween
No me esperaba esa reacción
Disculpas
Pero que tonta eres
Cuando mis abdominales hayan desaparecido
Día productivo
Neon Party
Hay algo que no cuadra
Navidad...Navidad...¿dulce Navidad?
Oh,oh...¿insectos?
Beso de Fin de Año
La dejo cinco minutos y...
¿Y si....?Dudas,muchas dudas
Noches de vodka
Días extraños y noches largas
No,no,no...¡NO!
Indiferencia vengativa
¡Estoy aquí!
¿Quieres ver algo?
Haciendo amigos debajo del agua
¡Feliz cumpleaños!
Ella me está esperando
No es un adiós, es un hasta luego
Definitivamente he creado un monstruo
Ah...mira dónde estaba...
Conociendo al famoso Mike
Spring Break
¡No me odies!
Estado de shock
Estado de shock(resubido)
Amélie Maunier
Epílogo
Agradecimientos y aclaraciones
Capítulo Especial
Reescribiendo
Primer capítulo de la nueva versión

¿Podemos ser amigos?

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By Sumeeer

POV: Arianne

Tras un primer día nefasto en todos los sentidos. Llegué a mi casa y me tiré en el sillón, con mochila y todo.

-¿Qué tal tu primer día de clase pequeñina?-me preguntó mi abuelo Thomas, mientras me tendía una galleta de chocolate. ¡Oh! Mi abuelo era más mono, siempre me consentía.

Entrado ya en años, de joven tuvo que haber sido atractivo.

Con unas facciones alargadas, tenía unas arrugas que adornaban su cara, dándole un aspecto sabio.

Tenía unos preciosos ojos verdes con puntitos amarillos y siempre llevaba su vieja cachimba en la boca. Aunque mi abuela no le permitía fumar dentro de la casa.

Con un cuerpo atlético todavía, ya que se mantenía siempre haciendo deporte, con las huertas que tenía aquí (más o menos grande) y luego en casa de mis padres (que era enorme) así siempre estaba entretenido.

Él y mi padre, eran los hombres de mi vida. Ya que mi otro abuelo había fallecido hacía unos años.

-Horrible-dije en un gruñido-Pero da igual, ya lo olvidé-aseguré mientras me levantaba de un salto y le arrebataba la galleta:

-¿Y abu? ¿dónde está?-le pregunté. El sonrió y cogió mi mochila.

-En casa de tus padres-se explicó, mientras el también cogía una galleta-Yo estaba esperando por ti ¿Vamos?

-Sí, pero tengo que coger un libro antes.

Cuando ya hube cogido el libro, salimos a casa de mis padres, quedaba cerca, se podía ir caminando y no tardabas más de 5 minutos

-Buenos días señora Smith-saludamos a nuestra vecina, que se encontraba en el jardín regando las flores.

-Buenos días Thomas-luego me miró-Arianne cielo, espera un momento para que lleves un bizcochón que preparé esta mañana para ti.

Le sonreí, pero ella no me dio tiempo de nada entrando en la casa con rapidez:

-No hace falta, señora Smith- le grité, aunque creo que no me había escuchado.

-Claro que sí, el otro día cuidaste a mi nieto-dijo mi vecina mientras salía con una enorme bandeja de flores.

-No fue nada, Bryan es un niño encantador.

-¿Encantador? Un demonio diría yo-dijo dándome la bandeja-No sé qué le hiciste, pero ahora quiere ir siempre a jugar contigo.

Yo reí divertida, luego nos despedimos.

Podéis decir que soy una ñoña o una pelota, pero me da igual, simplemente trataba bien a las personas que me habían demostrado que lo merecían.

No iba de rebelde sin causa.

Trataba bien a aquellos que me trataban bien a mí, era así de simple.

Y, de momento me había ido muy bien con ese método.

-Mmm...bizcochón, que rico-dijo mi abuelo, curioseando debajo del plástico que tenía por encima la bandeja.

-Ya lo probarás en casa de mamá y papá-dije dándole una palmadita en la mano para que la retirase.

Llegamos a casa de mis padres y Lea fue la primera en abrirnos.

-Hola abuelo-dijo con una sonrisa encantadora como siempre. Luego cambió el chip a modo maligno-¿Y? Cuéntame con todo detalle tu día ¿Qué profesores te tocaron? ¿las clases?¿Lizzie te dijo algo?¿muchos chicos guapos?

-Mi día un asco, los profesores no están mal, las clases tampoco, me enfrenté a Lizzie y no vi ningún chico potable.

Mi hermana parecía decepcionada, chasqueó la lengua.

-¿Seguro que no había ni un chico guapo?

Negué con la cabeza al tiempo que me encogía de hombros.

-Además soy la tutora de un chico nuevo-murmuré entre dientes, estúpido Peterson.

Eso interesó mucho a mi hermana que enarcó una ceja:

-¿Y...?-me alentó a que continuase con las manos.

-No lo soporto, lo siento-ella se dio por vencida y nos dejó entrar en la casa por fin.

No sin antes soltar un par de maldiciones sobre chicos y cosas que no entendí.

Cuando llegué al enorme salón, mis padres y mi abuela estaban allí. Tras saludarlos y comer un poco de bizcochón, hablamos de mi día en el instituto.

Luego vino lo serio, que habíamos estado evitando durante toda la tarde.

-Arianne, este curso cumplirás 18 años-dijo mi madre, como buscando la forma de que fuese más fácil hablar, pero Paul siempre es mucho más directo.

-Eso significa que es hora de que te presentemos a todos nuestros socios y personas potencialmente importantes-dijo seriamente, apretando la mano de mi madre sobre la mesa.

Me asusté, llevaba mucho tiempo queriendo asistir a una de esas famosas fiestas.

Pero, en ese momento se veía lejano y ahora estaba aquí, delante de mí, ya era la hora.

Y me asusté, mi garganta se cerró y acudieron los nervios a mi estómago.

Aunque realmente no sabía si estaba asustada o emocionada, porque sentía un ligero cosquilleo en mi pecho.

O simplemente era hambre, podía ser. Yo siempre tenía hambre.

Asentí, ya que no sabía si me saldrían las palabras.

Mi hermana dio un gritito muy agudo, que nos hizo sobresaltar a todos, pero luego reímos al comprobar que no era nada malo.

-¡Que emocionante!-exclamó dando un salto y aplaudiendo.

-El vestido, ¡oh dios no hay tiempo!-dijo asustada caminando de un lado a otro-¡los tacones! eso es más importante-Se paró de golpe.

-¡No! ¿Qué vas a hacer? Se me ocurre un número con fuego que...

-¡Lea!-la reprendió mi madre-No hemos decidido nada todavía, ni la fecha.

Se quedó quieta un momento, como analizando las palabras y luego se sentó de nuevo, alisando su camisa como cada vez que se decepcionaba.

-Cierto.

-Bueno, seguramente hagamos una fiesta un mes antes de Navidad, como es tradición...-dijo Paul rascándose la cabeza, pidiéndole aprobación a mi madre.

-¿QUÉ?-gritó mi hermana-ESO ES MUY PRONTO-se llevó las manos a la cabeza tirando de sus pelos.

-NO HAY SUFICIENTE TIEMPO-lloriqueó dando unas patadas al suelo en plena rabieta.

Mis padres suspiraron poniendo los ojos en blanco.

-Estamos a 8 de septiembre y la fiesta será casi a finales de noviembre-dijo mi padre apretándose el puente de la nariz-Son casi 3 meses Lea.

Ella se volvió a sentar sopesando las palabras.

-Cierto-repitió de nuevo, enrollando los bordes de su camisa con los dedos.

-El caso es, Arianne-dijo mi madre con una sonrisa-Que nos gustaría que te mudases con nosotros,

Mi primera reacción fue mirar a mis abuelos. No quería mudarme, adoraba a mis padres, pero es que al vivir con mis abuelos todo era sencillez y la casa era perfecta y luego, por el contrario, la casa de mis padres rezumaba lujo y comodidad.

Que era agradable, no me malinterpretéis, pero a veces me agobiaba.

Era un gran cambio, ya que había pasado los últimos años con mis abuelos.

Éstos me miraban con ternura y me asintieron:

-Creo que ya es hora pequeñina-dijo mi abuelo guiñándome un ojo.

-Nos podrás ver todos los días-aseguró mi abuela Therese  (sí, como la secretaria, pero mucho mejor) con su siempre presente sonrisa cariñosa.

-Está bien-dije rindiéndome. Mis padres se miraron complacidos y visiblemente contentos.

-Mañana mismo mandaremos a...-comenzó mi padre sacando su móvil y marcando algún contacto.

-No-lo paré extendiendo las manos-Déjame un par de días para organizarlo todo-le dediqué mi mejor sonrisa de niña buena.

-Sabes que no me gusta que toquen mis cosas.

-Está bien-dijo mi padre volviendo a guardar el móvil-Prepáralo todo y ya nos avisas.

-Gracias.

-Bien, pues eso es todo, un placer hablar en familia-dijo Lea levantándose.

-Voy a llamar a Gabriela, después que yo, es la mejor en temas de moda.

Dicho esto se levantó y subió por las escaleras con un paso ligero.

-¿Y qué tal tu primer día de clase?-me preguntó mi madre sentándose a mi lado.

-¿Algún chico te molestó?-dijo mi padre seriamente estirando su cuello en un gesto amenazador.

-No, no, tranquilo-lo tranquilicé ruborizándome al pensar en Peterson.

Mentirosa, Peterson no dejó de tocarte las narices.

En realidad, fue un poquito más abajo.

Oye, que la conciencia soy yo.

Si somos la misma persona.

No te soporto sabelotodo.

-El día fue normal, caras nuevas, algunos profesores de otros años-dije aburrida, jugueteando con mis dedos-soy tutora de un chico, tengo una nueva amiga y me enfrenté a Lizzie.

Me miraron curiosos y sorprendidos.

-Cuéntalo todo-pidió mi abuela cogiendo un trozo de bizcochón.

Después de contarle todo con detalles, mi madre me dio un abrazo y mi padre me chocó los 5, igual que mis abuelos.

-Muy bien pequeñina, esa niña es un demonio...-se escuchó un gritó desde la parte alta un y luego unos pasos corriendo, Lea estaba hablando con Gabriela...un momento, ¡CON GABRIELA! , ella le contaría todo sobre Peterson pues lo había visto.

-Bueno, nos vemos después-me despedí rápidamente, ellos estaban confundidos por mi cambio de actitud-Voy a llevarle bizcochón a Mike.

Lea ya estaba bajando las escaleras a toda prisa.

-ARIANNE LOWELL WOODGATE-me llamó-¿¡PUEDES EXPLICARME ESO DE NINGÚN CHICO GUAPO!?¿Y ESE PETERSON?

-Hablamos luego hermanita, tengo que ir a ver a Mike, hace como dos meses que no lo veo-me despedí saliendo de allí prácticamente corriendo.

-Os quiero, volveré a las 8 como siempre-cerré la puerta tras de mí y seguí corriendo, escuchando los gritos de mi hermana.

Iba a matarme cuando me pillase.

Podía ir caminando hasta la residencia de Mike, así que pasé por casa para recoger los recuerdos de Italia para él y me puse en camino. Tenía muchas ganas de verlo.

De repente sonó mi móvil, número desconocido ¿sería Lydia? Juraría que había guardado su número.

-¿Sí?

-Salut*, ma belle-dijo una voz masculina. Colgué al instante, maldito Peterson ¿cómo había conseguido mi número?

Volvió a llamar y esta vez lo cogí.

-¿Cómo tienes mi número?-le pregunté antes de que me dijera nada.

-Lydia-contestó divertido. Mie*da, eran hermanos, ya no me acordaba.-Oye no me...

Volví a colgarle.

A los pocos segundos volvió a sonar. Le colgué. Volvió a insistir durante un rato hasta que me cansó:

-Voy a seguir llamándote hasta que pueda hablar contigo, ma belle-dijo rápidamente, como si temiese que le volviera a colgar:

Gruñí poniendo los ojos en blanco.

-Habla-dije seca-Y no me llames "ma belle"-Pude oír su risa.

-Quería disculparme por lo de hoy, yo no suelo ser así, pero estaba un poco....enfadado con mis padres por habernos mudado y lo pagué contigo, lo siento.

Puede que me compadeciera un poco, vaya, tenía que ser duro cambiarse de país y de continente, dejándolo todo atrás.

-¿Te gustaba más Francia?

-¿Cómo....?

-Lydia-oí un gruñido, seguramente se había dado cuenta de que era una agente doble-Aparte tienes un poco de acento y dices esas tonterías de ma belle-intenté imitar su acento y tono.

-Pues sí, lo echo de menos-dijo susurrando-Bueno, a lo que vamos, quiero que sepas que no intentaré nada contigo-lo soltó así de golpe. No sabía si estar aliviada o decepcionada.

-No es porque no estés buena, porque la verdad tienes un culo que....

-Al grano-lo corté. Menos mal que no podía ver mi sonrojo en estos momentos.

-Pues eso, que si me acuesto contigo luego sería incómodo estar en clase y eres mi tutora...

Reí divertida:

-¿Y cómo sabes que iba a acostarme contigo?

-Esto...pues...es obvio ¿no?

Volví a reír y colgué.

Maldito egocéntrico.

Volvió a llamar:

-¿Puedes parar de hacer eso?-me pidió más molesto.

-Vale-concedí alargando la E.

-Mira, yo te dejo en paz, no voy a molestarte, ni a besarte más, ni a decirte nada fuera de lugar...-me aseguró. Ahora es cuando venía el pero:

-Pero, me gustaría que me dieses un beso-casi me atraganto con mi propia saliva-Es lo único que pido y luego te dejo en paz.

-No-me negué rotundamente llevándome una mano a la cabeza.

-¿No?¿por qué?-parecía confundido por mi respuesta.

-Porque....nunca he besado a un chico y...-admití un poco avergonzada,

-Bueno pues si te reconforta, yo tampoco he besado a ningún chico-dijo con arrogancia.

Eso me había dado una idea un poco cruel.

-Mira, solo quiero un beso, quiero ser el primero, no pido nada más y soy muy buen besador....

-Me da un poco de asco la verdad-me sinceré con él, lo cierto es que no me esperaba un primer beso de película, pero tampoco lo quería con un completo extraño.

-O vamos no he besado a tantas...-dijo divertido.

-Claro, es por las chicas que has besado y no por ti...-dije irónica, este chico era un caso perdido.

-Auch, eso dolió-dijo con una carcajada- ¿Y?¿Qué me dices?

-¿No intentarás nada más seguro?-pregunté dudosa, seguía sin estar muy segura de hacerlo.

-Lo prometo.

¿Te lo estás planteando en serio?

Pues sí, prefiero un beso a que intente cosas raras en clase, bastante bochorno tuve hoy.

¿Tienes ganas de besarlo?

No sé, atractivo es y habla francés...pero...

Te tira para atrás esa aura de mujeriego.

Como me conoces,

Soy tú.

Cierto.

-Está bien-dije al fin, mordiéndome el labio, me iba a arrepentir seguro.

-Perfecto ¿nos vemos mañana a primera hora en los vestuarios? ¿Tenemos Gimnasia, no?-preguntó con su habitual tono irritante-¿O prefieres que sea en público?

Qué horror, miles de personas mirando.

Bueno quizás no tantas, pero seguro que llamaríamos la atención ya que era el chico nuevo.

-No, no, en los vestuarios está bien....nos vemos mañana entonces-me despedí de él-Adiós.

-No, no espera.

-¿Qué?

-Después de esto ¿podemos ser amigos? No me gustaría llevarme mal con mi tutora y dado que la directora parece segura con su decisión...

-Veremos-dije, y esta vez sí que colgué, y él no me llamó.

Suspiré abatida, Dios, este chico me agotaba emocionalmente.

Sin darme cuenta, ya había llegado a la residencia de Mike.

La residencia era preciosa: un gran edificio antiguo, con enormes jardines de cientos de diferentes flores y muchos bancos de madera en cada esquina, árboles frondosos y verdes...dónde los ancianos hablaban en grupitos de tiempos ya pasados o dónde jugaban a las cartas y leían libros.

Y a veces, simplemente observaban el cielo con tranquilidad.

-¡Arianne!-me llamó la señora Pestana, sí, el apellido es gracioso.

-Mirad es Arianne-le dijo a los otros. Me gustaba ir por allí, ellos me contaban sus historias de cuando eran jóvenes y yo escuchaba atenta pues eran mejor que muchos libros.

Les gustaba hablar y recordar de cuando sus padres emigraron o ellos mismos, e incluso de guerras, pero también me contaban sus primeros amores, sus bailes, sus anécdotas...esos locos años 60.

Muchos de ellos están solos allí, la mayoría viudos, sus familias los llevan allí para que no estén solos en sus casas o tristemente, porque no pueden cuidarlos y estar pendientes de ellos.

Me da mucha pena, porque sus vidas se ven reducidas a paseos por los jardines o a breves salidas a la calle, y, creo que a les hace bien contarme todas sus historias.

Después de saludarlos a todos y de contarles como es Italia de hermosa, y de darles unos dulces típicos de allí que les había comprado, pregunté por Mike, ya que no lo había visto por allí.

-Ay mi niña, está viendo la televisión en su cuarto-me explicó el señor Robinson-Ha estado un poco tristón sin tus visitas.

Al llegar a su habitación, Spike me oyó (u olió) y empezó a ladrar.

-¿Quién es Spike? ¿Nuestro ángel?-en seguida oí los pasos y un sonriente Mike me abrió la puerta. Mike era un hombre ya mayor al que yo había ayudado hacía un par de años y por eso era "Su ángel".

Era alto y esbelto, tenía el cabello completamente blanco, siempre peinado hacia atrás y con las marcas del peine en la gomina, imprescindible para él, su rostro era afable y bonachón, con una sonrisa permanente en la boca.

Era ciego, por eso le permitían que Spike estuviese con él.

Extendió una mano hacia fuera y yo se la tomé:

-¡Hola Mike!

-¡Arianne! Cuánto me alegro de oír tu voz-me tomó el rostro en sus manos, como hacía siempre, para poder formar una cara en su mente-¡Pero cómo has cambiado! ¿Y las gafas? ¡Te noto más delgada! ¿Vamos a dar un paseo y me lo cuentas todo?

-Claro Mike, vamos Spike-llamé al perro que correteaba a nuestro alrededor.

Spike era un precioso dálmata siempre alegre, no era precisamente un perro guía, pero siempre había estado con Mike y ambos se habían acostumbrado a cuidar al otro.

Mike cogió su bastón y entrelazó el brazo con el mío, mientras que Spike corría a nuestro alrededor.

Nos sentamos en un banco debajo de un árbol y yo le di su regalo, que consistía en unas figuras del coliseo y demás lugares famosos, que a Mike le gustaba coleccionar, una pelotita para Spike y unos dulces para todos, que los comimos junto al bizcochón de la señora Smith.

Estuvimos hablando mucho tiempo de mi cambio y de la dieta, el deporte y Lizzie, ya que Mike había sido uno de los que me animaba.

También le conté de Italia, uno de sus países favoritos, había querido que viniese con nosotros un par de semanas, pero él se había empeñado en que era mi verano y que él solo haría que me desconcentrase.

-Y cuéntame ¿es tan bello todo cómo pienso?

-Créeme el coliseo es majestuoso; construido con resistentes piedras antiguas, curtidas y colocadas a mano, un poco deteriorado ya por las guerras y el duro paso del tiempo, lo único que esto consigue es que resulte aún más imponente. Dentro están las gradas donde se colocaba el pueblo y el patio en el que se producían las peleas de gladiadores. Y te quedas pensando, apoyada en las paredes ¿cuántas personas habrán muerto aquí? ¿cuántos se habrán apoyado dónde estoy yo?¿cuántos habrán reído, llorado, enfadado o besado aquí, en este mismo lugar?

>>Y sólo te queda la congoja y la admiración hacia ese lugar. Y es en ese momento, dónde te das cuenta de que eres insignificante y minúscula comparado con el paso del tiempo.

Mike me escuchaba atento, cuando hablas con el tienes que utilizar muchas palabras. Y describirlo todo para que él se pueda hacer una idea de cómo es el mundo que lo rodea por todos lados, pero que no puede ver.

Me gustaba estar con Mike, porque él no me había juzgado nunca por mi aspecto. Me veía solo por lo que era en el interior.

Ojalá todos fueran así.

Holaaaa ¿cómo van?

Besooos

Ya saben,si les gusta comenten y voten.

Graaaciaaas

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