โž€ Yggdrasil | Vikingos

By Lucy_BF

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๐˜๐†๐†๐ƒ๐‘๐€๐’๐ˆ๐‹ || โ La desdicha abunda mรกs que la felicidad. โž Su nombre procedรญa de una de las leyendas... More

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โ” Proemio
๐€๐œ๐ญ๐จ ๐ˆ โ” ๐˜๐ ๐ ๐๐ซ๐š๐ฌ๐ข๐ฅ
โ” ๐ˆ: Hedeby
โ” ๐ˆ๐ˆ: Toda la vida por delante
โ” ๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Fiesta de despedida
โ” ๐ˆ๐•: Una guerrera
โ” ๐•: Caminos separados
โ” ๐•๐ˆ: La sangre solo se paga con mรกs sangre
โ” ๐•๐ˆ๐ˆ: Entre la espada y la pared
โ” ๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Algo pendiente
โ” ๐ˆ๐—: Memorias y anhelos
โ” ๐—: No lo tomes por costumbre
โ” ๐—๐ˆ: El funeral de una reina
โ” ๐—๐ˆ๐ˆ: Ha sido un error no matarnos
โ” ๐—๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Un amor prohibido
โ” ๐—๐ˆ๐•: Tu destino estรก sellado
โ” ๐—๐•: Sesiรณn de entrenamiento
โ” ๐—๐•๐ˆ: Serรก tu perdiciรณn
โ” ๐—๐•๐ˆ๐ˆ: Solsticio de Invierno
โ” ๐—๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: No es de tu incumbencia
โ” ๐—๐ˆ๐—: Limando asperezas
โ” ๐—๐—: ยฟQuรฉ habrรญas hecho en mi lugar?
โ” ๐—๐—๐ˆ๐ˆ: No me arrepiento de nada
โ” ๐—๐—๐ˆ๐ˆ๐ˆ: El temor de una madre
โ” ๐—๐—๐ˆ๐•: Tus deseos son รณrdenes
โ” ๐—๐—๐•: Como las llamas de una hoguera
โ” ๐—๐—๐•๐ˆ: Mi juego, mis reglas
โ” ๐—๐—๐•๐ˆ๐ˆ: El veneno de la serpiente
โ” ๐—๐—๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: ยฟPor quรฉ eres tan bueno conmigo?
โ” ๐—๐—๐ˆ๐—: Un simple desliz
โ” ๐—๐—๐—: No te separes de mรญ
โ” ๐—๐—๐—๐ˆ: Malos presagios
โ” ๐—๐—๐—๐ˆ๐ˆ: No merezco tu ayuda
โ” ๐—๐—๐—๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Promesa inquebrantable
โ” ๐—๐—๐—๐ˆ๐•: Yo jamรกs te juzgarรญa
โ” ๐—๐—๐—๐•: Susurros del corazรณn
โ” ๐—๐—๐—๐•๐ˆ: Por amor a la fama y por amor a Odรญn
๐€๐œ๐ญ๐จ ๐ˆ๐ˆ โ” ๐•๐š๐ฅ๐ก๐š๐ฅ๐ฅ๐š
โ” ๐—๐—๐—๐•๐ˆ๐ˆ: Donde hubo fuego, cenizas quedan
โ” ๐—๐—๐—๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Mรกs enemigos que aliados
โ” ๐—๐—๐—๐ˆ๐—: Una velada festiva
โ” ๐—๐‹: Curiosos gustos los de tu hermano
โ” ๐—๐‹๐ˆ: Cicatrices
โ” ๐—๐‹๐ˆ๐ˆ: Te conozco como la palma de mi mano
โ” ๐—๐‹๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Sangre inocente
โ” ๐—๐‹๐ˆ๐•: No te conviene tenerme de enemiga
โ” ๐—๐‹๐•: Besos a medianoche
โ” ๐—๐‹๐•๐ˆ: Te lo prometo
โ” ๐—๐‹๐•๐ˆ๐ˆ: El inicio de una sublevaciรณn
โ” ๐—๐‹๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Que los dioses se apiaden de ti
โ” ๐—๐‹๐ˆ๐—: Golpes bajos
โ” ๐‹: Nos acompaรฑarรก toda la vida
โ” ๐‹๐ˆ: Una red de mentiras y engaรฑos
โ” ๐‹๐ˆ๐ˆ: No tienes nada contra mรญ
โ” ๐‹๐ˆ๐ˆ๐ˆ: De disculpas y corazones rotos
โ” ๐‹๐ˆ๐•: Yo no habrรญa fallado
โ” ๐‹๐•: Dolor y pรฉrdida
โ” ๐‹๐•๐ˆ: No me interesa la paz
โ” ๐‹๐•๐ˆ๐ˆ: Un secreto a voces
โ” ๐‹๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Yo ya no tengo dioses
โ” ๐‹๐ˆ๐—: Traiciรณn de hermanos
โ” ๐‹๐—: Me lo debes
โ” ๐‹๐—๐ˆ: Hogar, dulce hogar
โ” ๐‹๐—๐ˆ๐ˆ: El principio del fin
โ” ๐‹๐—๐ˆ๐ˆ๐ˆ: La cabaรฑa del bosque
โ” ๐‹๐—๐ˆ๐•: Es tu vida
โ” ๐‹๐—๐•: Visitas inesperadas
โ” ๐‹๐—๐•๐ˆ: Ella no te harรก feliz
โ” ๐‹๐—๐•๐ˆ๐ˆ: El peso de los recuerdos
โ” ๐‹๐—๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: No puedes matarme
โ” ๐‹๐—๐ˆ๐—: Rumores de guerra
โ” ๐‹๐—๐—: Te he echado de menos
โ” ๐‹๐—๐—๐ˆ: Deseos frustrados
โ” ๐‹๐—๐—๐ˆ๐ˆ: Estรกs jugando con fuego
โ” ๐‹๐—๐—๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Mal de amores
โ” ๐‹๐—๐—๐ˆ๐•: Creรญa que รฉramos amigas
โ” ๐‹๐—๐—๐•: Brezo pรบrpura
โ” ๐‹๐—๐—๐•๐ˆ: Ya no estรกs en Inglaterra
โ” ๐‹๐—๐—๐•๐ˆ๐ˆ: Sentimientos que duelen
โ” ๐‹๐—๐—๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: ยฟQuiรฉn dice que ganarรญas?
โ” ๐‹๐—๐—๐ˆ๐—: Planes y alianzas
โ” ๐‹๐—๐—๐—: No quiero perderle
โ” ๐‹๐—๐—๐—๐ˆ: Corazones enjaulados
โ” ๐‹๐—๐—๐—๐ˆ๐ˆ: Te quiero
โ” ๐‹๐—๐—๐—๐ˆ๐ˆ๐ˆ: La boda secreta
โ” ๐‹๐—๐—๐—๐ˆ๐•: Sangre de mi sangre y huesos de mis huesos
โ” ๐‹๐—๐—๐—๐•: Brisingamen
โ” ๐‹๐—๐—๐—๐•๐ˆ: Un sabio me dijo una vez
โ” ๐‹๐—๐—๐—๐•๐ˆ๐ˆ: Amargas despedidas
โ” ๐‹๐—๐—๐—๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Te protegerรก
โ” ๐‹๐—๐—๐—๐ˆ๐—: El canto de las valquirias
โ” ๐—๐‚: Estoy bien
โ” ๐—๐‚๐ˆ: Una decisiรณn arriesgada
โ” ๐—๐‚๐ˆ๐ˆ: Tรบ harรญas lo mismo
โ” ๐—๐‚๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Mensajes ocultos
โ” ๐—๐‚๐ˆ๐•: Los nรบmeros no ganan batallas
โ” ๐—๐‚๐•: Una รบltima noche
โ” ๐—๐‚๐•๐ˆ: No quiero matarte
โ” ๐—๐‚๐•๐ˆ๐ˆ: Sangre, sudor y lรกgrimas
โ” ๐—๐‚๐•๐ˆ๐ˆ๐ˆ: Es mi destino
โ” ๐—๐‚๐ˆ๐—: El fin de un reinado
โ” ๐‚: Habrรญa muerto a su lado
โ” ๐‚๐ˆ: El adiรณs
โ” ๐„๐ฉ๐ขฬ๐ฅ๐จ๐ ๐จ
โ€– ๐€๐๐„๐—๐Ž: ๐ˆ๐๐…๐Ž๐‘๐Œ๐€๐‚๐ˆ๐Žฬ๐ ๐˜ ๐†๐‹๐Ž๐’๐€๐‘๐ˆ๐Ž
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โ” ๐—๐—๐ˆ: Pasiรณn desenfrenada

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By Lucy_BF

N. de la A.: cuando veáis la almohadilla #, reproducid la canción que os he dejado en multimedia y seguid leyendo. Prometo que no os arrepentiréis.

✹.✹.✹

────── CAPÍTULO XXI ──────

PASIÓN DESENFRENADA

────────ᘛ•ᘚ────────

( NO OLVIDES VOTAR Y COMENTAR )

◦✧ ✹ ✧◦

        AQUEL BESO LO HABÍA CAMBIADO TODO. Pese a que ya habían transcurrido prácticamente dos semanas desde que Ubbe la había sorprendido con aquel arrebato tan pasional, Drasil lo recordaba todo a la perfección. La manera en que él acunó su rostro y posó sus labios sobre los suyos había despertado en su interior un sinfín de emociones insospechadas. Al principio se dejó llevar por la magia del momento, olvidándose de todos sus problemas y preocupaciones, pero, en cuanto su parte racional se activó, esta la forzó a apartarse del chico. 

«No vuelvas a hacer eso. Jamás», le había increpado, completamente azorada. Ante su esperada reacción, Ubbe esbozó una sonrisa traviesa, provocando que las mejillas de la skjaldmö se tornaran del mismo color que las amapolas. Drasil no esperó a que el muchacho arguyera algo en su defensa: ingresó en la vivienda que compartía con su progenitora y cerró la puerta tras de sí, pudiendo escuchar al otro lado del umbral la inconfundible risa de Ubbe.

No habían vuelto a hablar desde entonces, por más que el primogénito de Ragnar y Aslaug lo hubiera intentado. Y es que, en vez de afrontar la situación, Drasil había preferido huir de ella, ignorando a Ubbe cada vez que coincidía con él en algún sitio. Era evidente que estaba confundida, que los últimos acontecimientos la habían trastocado enormemente, pero de sobra sabía que tarde o temprano tendría que aclarar las cosas con el Ragnarsson.

A Kaia no le había pasado desapercibida aquella actitud tan retraída por parte de su hija, quien estaba más callada de lo habitual. No obstante, siempre que se aventuraba a preguntarle algo al respecto, Drasil le respondía con evasivas. 

Astrid y Eivør también se habían dado cuenta de ello, pero ninguna de las dos había logrado descubrir el motivo por el que la castaña estaba tan distante con todo el mundo. Tampoco habían querido presionarla, puesto que conocían a Drasil lo suficiente como para saber que necesitaba su espacio. 

Aunque no podían evitar estar preocupadas por ella.

Aquella era la noche previa a la travesía.

El Gran Ejército debía zarpar con la primera marea, de modo que Lagertha no lo había dudado a la hora de pedirles ayuda a los dioses. 

A lo largo de esos últimos días se habían realizado varios blóts, pero el que iba a llevarse a cabo aquella noche era, sin lugar a dudas, el más trascendental de todos. Se trataba del mayor ejército que jamás habían enviado, de ahí que la soberana hubiera hecho tanto hincapié en que este debía contar con la bendición y el amparo de los Æsir y los Vanir. 

Porque su fracaso supondría el fin de su pueblo.

«—¿Qué vas a sacrificar? —quiso saber Astrid, dirigiéndose a Lagertha.

—No preguntes qué —intervino Torvi, que permanecía sentada a su lado—, sino a quién —corrigió, haciendo que la morena observase con desconcierto a su amante.»

Fue el Conde Jorgensen, de Suecia, quien, nada más enterarse de los planes de la reina, se ofreció voluntario para el sacrificio. Así pues, cuando la luna llena alcanzó su cénit, el jarl, junto a su hermano Hoskuld, se encaminó hacia el altar que se erigía en el centro de la plaza del mercado y en torno al que se habían congregado numerosos aldeanos, además de los guerreros y escuderas que formarían parte del Gran Ejército.

Allí lo aguardaba Lagertha, con las manos entrelazadas sobre su regazo y una mueca inescrutable coloreando sus facciones. Lucía bella e impertérrita, tal y como debía verse una soberana.

Drasil inspiró por la nariz mientras el Conde Jorgensen se despedía de su hermano, que no dejaba de repetirle lo afortunado que era de poder cenar esa noche con los dioses. Inconscientemente sus ojos se posaron en Ubbe, que se hallaba en la fila de enfrente, en compañía de Hvitserk, Sigurd y Margrethe. No le extrañó ver a la esclava con ellos, dado que, según tenía entendido, esta había sido liberada por Hvitserk, con quien había contraído matrimonio.

La castaña arrugó el entrecejo, asqueada. Le enervaba el hecho de que aquella sucia thrall —porque para ella continuaba siéndolo, por mucho que se hubiese desposado con un Ragnarsson— fuera ahora su igual. 

Había algo en Margrethe que no terminaba de convencerla. No sabía el qué, pero estaba segura de que no era lo que aparentaba. Por no mencionar la inquina y la soberbia con la que, desde que se había convertido en una mujer libre, se dirigía a ella y a sus compañeras.

Fue entonces cuando su mirada y la de Ubbe se encontraron.

Casi de forma inmediata, el calor le subió a las mejillas y a las orejas, seguido de un intenso hormigueo en el estómago. Drasil tragó saliva, cohibida, justo antes de volver a centrar toda su atención en el Conde Jorgensen, que ya estaba preparado.

—¿Te encuentras bien? —consultó Eivør a su derecha.

Los músculos de Drasil se tensaron bajo la tela de su vestido.

—Sí, perfectamente —respondió sin querer entrar en más detalles.

La morena enarcó una ceja, no muy convencida. Estuvo a punto de replicar, de decirle que últimamente estaba muy rara, pero la sensación de que alguien la estaba vigilando hizo que se quedara con la palabra en la boca. 

Sus iris pardos no demoraron en localizar los azules de Björn Piel de Hierro, quien, desde su posición, junto a Torvi y Guthrum, la escudriñaba con una ferocidad apabullante.

Eivør mantuvo con firmeza su acuciante mirada. 

Desde que el mayor de los Ragnarsson había regresado de su viaje por el mar Mediterráneo, este había mostrado un gran interés por ella. Porque aquella no era la primera vez que Eivør lo pillaba observándola de esa manera, con ese brillo casi febril en su mirada, y estaba convencida de que no sería la última.

El sonido de los tambores llenó el aire.

Con Iðunn sobre el hombro, Lagertha subió al altar. Una vez allí, la rubia se hizo con un portentoso cuchillo que le robó el aliento a más de uno. Giró sobre sus talones y, con él entre manos, se aproximó al jarl.

—Conde Jorgensen, ¿estás dispuesto a sacrificar tu vida para apaciguar y honrar a los dioses? —preguntó Lagertha con voz solemne.

—Sí. No tengo miedo —contestó el susodicho.

La reina esbozó una cálida sonrisa.

—En ese caso, los Æsir y los Vanir te esperan —sentenció.

La expectación aumentó en el momento en que un hombre rasgó la camisa del Conde Jorgensen, dejando al descubierto su torso. Lagertha enarboló su arma y apuntó con ella al jarl, que estaba demostrando una valentía admirable. Apenas unos segundos después, el filo del puñal comenzó a perforar su pecho.

Drasil no pudo evitar sobrecogerse al ver cómo el conde tomaba a la soberana de los hombros y tiraba de ella hacia sí para que el cuchillo terminara de atravesarle. La sangre empezó a descender lentamente por su abdomen, dejando a su paso un recorrido escarlata que le arrancó varios sonidos agónicos.

La escudera tragó saliva en tanto el cuerpo de Jorgensen caía al suelo con un ruido sordo. Lagertha se arrodilló junto a él, al igual que Hoskuld, acompañándolo en sus últimos momentos.

En ese preciso instante, alguien tironeó de su capa. Drasil viró la cabeza hacia su izquierda, topándose con un chiquillo de no más de trece inviernos. Este, al ver que había conseguido acaparar su atención, se acercó a ella, a fin de susurrarle algo al oído.

Tan pronto como el zagal terminó de hablar, Drasil volvió la vista al frente, clavándola en Ubbe. El joven, que no le había quitado el ojo de encima desde que le había pedido a aquel crío que le hiciera llegar un mensaje de su parte, sonrió con picardía.

La hija de La Imbatible se mordisqueó el interior del carrillo. Las palabras que le había murmurado aquel chiquillo resonaron en su mente como un eco penetrante, provocando que algo dentro de ella se encendiera.

«Después del sacrificio, junto a la herrería».

Drasil cambió su peso de una pierna a otra, intranquila.

Fue en la oscuridad de aquel sórdido callejón, que permanecía desértico, donde se maldijo en su fuero interno, reprochándose a sí misma el hecho de haber acudido al llamado del primogénito de Ragnar y Aslaug. Pero es que le podía más la curiosidad de saber lo que Ubbe tenía que decirle que la propia sensatez. Porque así era su relación con el muchacho: un torbellino de idas y venidas, un constante tira y afloja.

Exhaló un tenue suspiro, justo antes de que sus iris esmeralda se posaran en la edificación que se erigía frente a ella.

La herrería.

Arrugó la nariz, consciente de que aquel punto de encuentro había sido algo premeditado por parte de Ubbe. Probablemente para regocijarse de la efímera pasión que, durante la festividad del Jól, había surgido entre ella y Aven.

Al mentar al aprendiz de herrero, un molesto nudo constriñó su estómago. Al igual que a Ubbe, a Aven también lo había estado evitando, concretamente desde que el Solsticio de Invierno había llegado a su fin. 

Le caía bien, no lo iba a negar. El chico había sido muy atento y agradable con ella, pero su compañía había empezado a asfixiarla, de ahí que hubiese preferido cortar por lo sano y no volver a intimar con él. Porque no quería darle falsas esperanzas.

—Pensé que no vendrías.

La voz de Ubbe se coló sin previo aviso en sus oídos, haciendo que el vello de la cerviz se le erizara. Drasil giró sobre sus talones, viéndose en la obligación de entornar los ojos para poder discernir la figura del Ragnarsson en uno de los recodos de la callejuela. Este, tras unos segundos más de fluctuación, emergió de las sombras, con los brazos cruzados sobre su pecho y una inapreciable sonrisa en los labios.

—He estado a punto de mandarte a paseo, créeme —siseó Drasil.

—Pero aquí estás. —Ubbe avanzó unos pasos, situándose delante de ella.

Drasil se abrazó a sí misma, sintiéndose indefensa ante la efusividad con la que el joven la escrutaba.

—¿Qué quieres, Ragnarsson? —inquirió, impaciente.

—¿Sigues enfadada conmigo? —quiso saber Ubbe, avanzando un paso hacia la skjaldmö, que lo contemplaba con el ceño fruncido y los labios curvados en una mueca desdeñosa. Era evidente cuál iba a ser su respuesta, pero quería oírla de todas formas.

Drasil hundió las uñas en la tela de su vestido, buscando con aquel pellizco de dolor que la mente se le despejara, que no se dejase embaucar por aquellos magnéticos y profundos iris celestes que no parecían querer apartarse de ella.

—¿Tú qué crees? —espetó sin variar lo más mínimo la expresión huraña de su semblante. La luz de la luna incidía directamente sobre ella, generando a su alrededor una especie de aureola que, a juicio del primogénito de Ragnar y Aslaug, no hacía más que ensalzar su belleza.

Ubbe hilvanó una sonrisa ladina.

—Que no —manifestó con la convicción grabada a fuego en sus titilantes pupilas. Se tomó la libertad de aproximarse un poco más a Drasil, que continuaba desafiándolo con la mirada, como si quisiera demostrarle que su presencia no la amedrentaba lo más mínimo—. Pienso que eres incapaz de odiarme, por más que lo intentes —puntualizó, a lo que la aludida profirió un breve resoplido—. ¿Acaso me equivoco?

—Completamente —contestó Drasil con un hilo de voz.

La sonrisa de Ubbe se ensanchó.

—No te creo.

La hija de La Imbatible arqueó una ceja.

—¿Qué pasa, que ahora que tu querida esclava se ha casado con tu hermano ya no tienes a nadie con quien entretenerte? ¿Es eso? —impugnó, mordaz.

En realidad, Ubbe tenía razón, pero ese era precisamente el motivo por el que cada vez que el muchacho se lo echaba en cara la rabia burbujeaba en su interior. Porque por más que se hubiera empeñado en renegar de él, sus esfuerzos habían sido en vano. 

Comprendía el odio y el rencor que le profesaba a Lagertha, así como sus ansias de vengar la muerte de su madre, pero la situación era tan complicada y ella estaba tan confundida que se sentía desbordada. Ya no sabía lo que estaba bien y lo que estaba mal, y eso era algo que le frustraba a más no poder.

#

El corazón se le encogió dentro del pecho cuando Ubbe se inclinó hacia ella, ocasionando que su hálito chocara contra sus labios y que sus pulsaciones se disparasen.

—No es a Margrethe a quien deseo, tú deberías saberlo mejor que nadie —le susurró al oído con voz ronca. Su barba raspó sutilmente la delicada piel de la castaña, haciéndola estremecer. Le encantó aquella sensación, la de cómo ella se sobrecogía ante su contacto.

De nuevo, las mejillas de Drasil se arrebolaron. Dio gracias a los dioses porque fuera de noche y Ubbe no tuviese la oportunidad de comprobar lo mucho que le había ruborizado su comentario.

—No debí haber venido —farfulló tras un leve carraspeo.

Drasil hizo el amago de alejarse del Ragnarsson, de marcharse de allí antes de que las cosas se descontrolasen, pero Ubbe la retuvo. Este apresó su muñeca con suavidad, haciendo que la escudera se voltease hacia él, expectante. 

En un acto completamente impulsivo, el chico acortó la distancia que los separaba y fusionó sus labios en un apasionado beso. 

Tal y como ocurrió aquel día en la puerta de su casa, Drasil se dejó llevar... Al menos los primeros instantes, puesto que, en cuanto recuperó la cordura, se zafó de su agarre y reculó un par de pasos, no sin antes impactar la palma de su mano izquierda en la mejilla del joven.

Con la respiración entrecortada a causa de la creciente tensión, Drasil vio cómo Ubbe se masajeaba la zona golpeada. El primogénito de Ragnar y Aslaug esbozó una nueva sonrisa, para posteriormente volver a clavar sus iris azules en los verdes de la hija de La Imbatible, que refulgían con la misma pasión ardiente con la que él había atacado su boca.

Drasil cerró las manos en dos puños apretados, tratando por todos los medios de no caer en sus provocaciones... Pero ya era demasiado tarde.

Sus piernas se movieron por cuenta propia, ignorando aquella vocecita en su cabeza que gritaba que se detuviera, que no continuara adelante, que lo que estaba a punto de hacer era un error... Simplemente decidió dejar de pensar: tomó a Ubbe por el cuello de su camisa y, luego de atraerlo hacia sí, lo besó. El Ragnarsson enseguida la correspondió, rodeándola con sus fuertes brazos.

Fue un beso cargado de lujuria y deseo, de desesperación y anhelo. Las manos de ella no dejaban de recorrer el torso masculino ligeramente musculado, mientras que las de él exploraban la espalda y las caderas femeninas con desenfreno.

Drasil se dejó caer hacia atrás, apoyándose en la pared de sólida roca que se erigía tras ella. Ubbe gruñó sobre sus labios, aunque no demoró en apegarse nuevamente a su cuerpo, apretando su anatomía contra la de la skjaldmö.

Las manos de Ubbe acariciaron su cuello y bajaron sinuosamente por sus clavículas. Trazaron el contorno de sus senos y se detuvieron en la línea de su cintura. Drasil se vio incapaz de contener varios sonidos placenteros a medida que los experimentados dedos del Ragnarsson rozaban determinadas zonas de su cuerpo.

Ninguno de los dos supo cuánto tiempo transcurrió hasta que se separaron por la falta de oxígeno. Ubbe pegó su frente a la de Drasil, que resollaba debido a la excitación, al igual que él.

Por Odín, había fantaseado tantas veces con ese momento... Desde que la conocía, había ansiado hacerla suya. La deseaba, y sabía que ella también lo deseaba a él. Podía apreciarlo en sus ojos, en aquellos dos luceros que tanto lo fascinaban.

—Ven conmigo.

▬▬▬▬⊱≼≽⊰▬▬▬▬

N. de la A.:

¡AHHHHHH! ¡Rápido, llamad a los bomberos, que se nos quema el chiringuito! Uffff, ahora en serio, ¿soy la única a la que le ha entrado calor con esa última escena? Es que, miradles, ¿no son súper shippeables? Porque a mí casi me da un parraque escribiendo este capítulo. Madre mía, qué tensión x'D Apuesto a que muchos no os esperabais este momento tan pasional (lo digo por vuestras predicciones en el capítulo anterior, jajaja). A ver, estos dos habían llegado a un punto en el que o se liaban o no llegaban vivos a Inglaterra, porque esa tensión sexual no era normal xD

El caso es que, en un principio, mi idea era que este capítulo contara con dos escenas más, pero me he emocionado con el Drabbe y he decidido dividirlo en dos porque me estaba quedando muy largo. Así que mil perdones por haberlo cortado en la mejor parte x)

Bueno, supongo que ya os imaginaréis cómo van a terminar estos dos la noche, ¿no? So... sí, el siguiente capítulo va a ser muy tórrido (o intentaré que lo sea, ya que no estoy acostumbrada a redactar este tipo de escenas xD). De hecho, ya tengo un trozo escrito y Yisus Christ.

Ay, ¿y qué me decís de Björn y Eivør? Porque es evidente que el mayor de los Ragnarsson le ha echado el ojo a nuestra morena favorita. En realidad, ya se fijó en ella en el capítulo 3, cuando se conocieron, pero shhhh. El caso es que entre estos dos ya va a empezar también el salseo (¬‿¬)

Y eso es todo por el momento. Espero que os haya gustado el capítulo. Si es así, no olvidéis votar y comentar, que eso me anima muchísimo a seguir escribiendo =)

Besos ^3^

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