CAPITULO 57
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"INVESTIGANDO"
ISABELLA
—Cenaremos en el comedor privado—mire por el espejo como Aleckey acomodaba su saco y cubrí mis labios con el labial que en el día de hoy había escogido.
—Bueno—acepte tomando una gargantilla del tocador y me acerque a él—. ¿Alguna razón por eso? —me gire cuando tomo la gargantilla y alce mi cabello.
—Pues hoy se cumplen dos lunas llenas desde que nos casamos—solté mi cabello cuando abrocho mi gargantilla—. Una ocasión especial—su mano se extendió por mi vientre y me acerco a su torso.
—Entonces te veré en la noche—solté un suspiro cuando sentí la presión húmeda de sus labios en mi cuello.
—Lamento no estar hoy contigo, Bella—me gire a verlo—. Pero volveré lo más rápido que me sea posible—asentí antes de que uniera sus labios a los míos.
Dulce. Cálido y mío.
Salí del brazo de Aleckey de la habitación, recientemente se había hecho el desayuno en el comedor por lo que muchas personas iban y venían en los pasillos.
—Excelencias—aparte la mirada del perfil de Aleckey y mire al susodicho que nos había saludo, un frio me recorrió toda la espalda cuando nuestras miradas se cruzaron.
—Señor Theo—ambos asentimos en su dirección—. Me complace saber que se ha unido a mi hogar para llevar su periodo de duelo—escuche atentamente las palabras de Alec.
—Le agradezco que me reciba, Alteza—Theo miro el piso—. No me quedare mucho tiempo solo el necesario hasta, sobrellevarlo—la última palabra fue dicha con dificultad.
Vi a Aleckey asentir antes de que emprendiéramos camino dejando atrás al hombre, muchas preguntas cubrían mi cabeza, empezando perfectamente con ¿Qué hacia Theo aquí?
— ¿Quién es? —pregunte sonando lo más desinteresada que pude.
—Un noble de familia. Su familia ha servido por décadas a la mía, su padre era amigo íntimo de mi abuelo, por lo que es alguien con mucha estima.
—Su color de piel, no es—busque una palabra para definirlo—. Usual.
—Sufre de una enfermedad degenerativa, tenía un hermano mayor que también la sufrió, murió poco después de nacer, así que él es algo como un milagro.
Si claro, milagro es el que no lo hayan descubierto.
—Su mujer murió hace poco—lo mire cuando agregó esto último.
¿Casado? Eso sí que era algo extraño.
— ¿Qué le paso?
—Se suicidó—guarde silencio cuando lo escuche.
Una mujer seguramente nacida en cuna de oro, con padres de sangre de hombres lobos, casada con Theo. Un vampiro.
Eso no me ayudaba mucho a aceptar el suicidio.
Me despedí de Aleckey con un roce de nuestros labios antes de seguir al pasillo que me llevaría a la sala privada de la reina. Aleckey seguramente volvería a la puesta del sol.
— ¿Qué tan difícil puede ser que me confeccionen un vestido en un día? —el quejido de Katherine fue lo primero que escuche al llegar—. No es mi culpa que la realeza se le dé por hacer una fiesta de un día para otro—gruño caminando a una de las mesas que había en el costado de la habitación.
—Seguramente tienes algo sin usar en tu armario—me senté.
—Pero no es lo mismo Isabella—negó acercándose mientras revolvía una taza de té—. Una tienes que ir con felicidad y satisfacción a una fiesta, ¿Y qué mejor satisfacción de estrenar un nuevo vestido? —me tendió la taza—. Ahora estaré de mal humor con todos.
—Tú siempre estás de mal humor—agregue antes de llevar la taza a mis labios.
—Me encanta el apoyo que me das, ¿Sabes? —el sarcasmo en su voz me saco una sonrisa—. ¿Qué te pondrás tú? —se sentó en al sofá del frente.
—No sé—pose la taza en la mesa más cercana antes de tomar la tableta que ella me tendía—. Seguramente tenga algo guardado—saque la mirada de la pantalla cuando la escuche bufar.
—Lo haces tan fácil—aseguro—. Eres la reina, nadie podría criticar tu vestimenta—alce mis cejas en si dirección—. Bueno tal vez sí, pero nadie te lo dirá en la cara.
—Tampoco a ti.
— ¡¿Y si lo hacen?! —deje de prestarle atención cuando chillo eso.
Tome mi te mientras respondía algunos correos que tenía pendiente, invitaciones importantes, agradecimientos por presentes que ni siquiera yo había enviado, anuncios de mis nuevas adquisiciones y lo importante, correo de Elaine.
No es como si habláramos algo con exactitud, solo me adjuntaba las invitaciones que tenía que aceptar por obligación, antes de preguntarme por su hijo.
—Katherine—la llame cuando termine de copiar y pegar muchos mensajes—. ¿Sabes quién es Theo? El que está de luto.
—Theo Lexington—dejo de lado el libro que había tomado mientras yo hacia mi pequeño trabajo y me miro—. Es un buen partido si eres soltera, pero debes estar ciega para fijarte en el—bufo—. Todavía nadie entiende que le vio su mujer, aparte de su estatus.
—No es feo—murmure lentamente.
—Para ti no—negó—. Pero para nosotros sí, su piel se asemeja a la de un vampiro.
Porque lo es.
—Con eso ya es considerado desagradable en la sociedad. Fue presentado en sociedad hace pocos años, pues su enfermedad le impidió caminar por siglos. No hace mucho se había casado.
— ¿Alguna vez hablaste con él? —recosté mi espalda contra la suavidad del sofá.
—Cruce palabras, pero mi hermana se involucró en su cama por si quieres saber. Me comento que era buen...amante. Pero, ¿Por qué preguntas? —Frunció su ceño—. Ni siquiera ha pasado un año de tu boda, querida.
—No hables demás—pedí—. Me dio curiosidad, pues está pasando su duelo en el castillo.
—Vale—asintió antes de sacar su mirada de mí—. Tal vez lo ayude un poco, ¿Crees que le gustare? —se enderezo—. No soy tan diferente a mi hermana, además ella tiene un gran...
Volví a dejar de escucharla cuándo se desvió del tema, muchas veces lo hacía.
Tal vez Theo no fuera mi enemigo, pero tenía en claro sus intenciones.
Aleckey no sería destruido por él, eso lo tenía muy en claro, pero tampoco quería que si quiera fuera lastimado, debía cuidar lo que es mío.
Mmm.
[...]
Mire por ambos lados del pasillo con disimulación, claramente no encontraría a nadie, pues era la hora del duelo para mujeres y la gran mayoría de los hombres habría salido de caza.
Me adentre a la habitación cerrando la puerta detrás de mí, la gigante habitación estaba pulcramente limpia y ordenada. Me cruce de brazos caminando unos pasos más.
— ¿Isabella? —mire la puerta que conectaba al baño, Theo salía de ella.
Sus ojos estaban rojos.
— ¿Llorando? —pregunte cuando se detuvo a unos pasos de mí—. ¿La querías? —cuestione.
—Fue mi esposa por quince años—la confusión que había en su rostro desapareció y vino la molestia.
Al parecer debía hablar con Katherine con el dicho, "no hace poco se había casado", quince años no eran exactamente pocos.
— ¿Qué le paso? —fruncí mi ceño.
—Él te lo dijo—camino hasta sentarse en su cama—. Se suicidó—me miro—. Después de descubrir que en realidad no era un hombre lobo.
—Lamento eso—apreté mis labios—. ¿Cómo es que todavía no te descubrieron aquí?
—Cuando agarras a una familia importante, con un hijo moribundo, el control mental se hace por sí solo, casi. A quien reemplazo está muerto y yo fui puesto en su lugar.
— ¿Qué haces aquí?
—No te preocupes, Isabella—me sonrió—. No vine por tu hombre cariño, ahora mismo me da igual eso, solo estoy procesando lo que paso y este lugar es el que me quedaba mas cerca. Me iré pronto.
Mire con desconfianza a Theo, no confiaba mucho en él, no por mí. Sino por Aleckey.
[...]
Mire arriba de la puerta mientras pasaba mis manos por mis muslos, el espejo que descansaba sobre ella me dio el reflejo de mí, con un precioso vestido negro que cubría todo mi cuerpo, seguramente no era lo más precioso que habría usado, pero era el único que había llamado la atención en el armario.
Suspire antes de darme otro repaso por el espejo y bajar la mirada a los dos guardias que cubrían la puerta, asentí en su dirección antes de que estos abrieran ambas puestas dejándome entrar.
Sonreí cuando aquellos ojos negros me dieron la bienvenida.
62 días desde que nos casamos.
Desde que estamos completamente juntos.
Aleckey y yo.
[...]