En este banco || Albalia

By queenheartbrokenn

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Donde Alba y Natalia se conocen en un banco a las 4 de la mañana. More

16 de noviembre
4 pm
Esquina del 92
3 canciones y 3 cuadros
1 am, que te jodan
49.02
6 B
22 años
33/45
10 personas
5 segundos
22:07
32 pulgadas
5 de diciembre
1045
20 de diciembre
5 días
1992
Albalia 2.0
3:15
Sala 36
2 metros
16 de noviembre - Capítulo final

17:00

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By queenheartbrokenn

Reí amargamente.

-No me esperaba esto de ti, Julia. Con estas cosas no se bromea.

-¿Bromear de qué? Alba, te estoy diciendo que Marina está viva.

No sabía si llorar, reír, alegrarme o tirarme del puente más cercano.

Las palabras <<Marina está viva>> se repetían en mi cabeza una y otra vez mientras Julia hablaba de algo que ni conseguía oir.

Parecía que no podía vivir una vida tranquila.

-E-so es imposible... M-murió hace más de un año, por la moto.

Julia negó con la cabeza mientras se le escapaba una sonrisa.

-No cariño, tuvo el accidente pero no murió... Se recuperó hace unos dos meses.

No quería aceptarlo; no ahora que más o menos lo había superado.
No quería llorar más por ella.
Y tampoco quería hacerme falsas ilusiones.

-Donde. ¿Dónde la viste? -Agité su cuerpo nerviosa.

Mi sistema nervioso comenzó a alterarse ante la posibilidad de que ella, mi hermana, siguiese entre nosotras.

Y podía ser verdad. No vi su cuerpo en su funeral, ni en el hospital, mi padre podría haber fingido todo.

-L-la vi e camino a su piso y hablamos un rato. Lo comparte con 5 personas más... Alba, tranquilízate, estás muy nerviosa.

Y lo estaba; al borde del paro cardiaco.

Negué con la cabeza sin poder creerme aquel milagro y empecé a reírme.

Cualquiera que me viera en esa situación pensaría que estaba loca. Y razón no les faltaba.

Marina estaba viva; y estaba loca por dar con ella.

(...)

Narra Natalia.

Un puto desastre. Todo; yo, mi vida, yo de nuevo, mi casa, mi trabajo, mi corazón...

No sabía vivir sin Alba. Y ya habían pasado dos semanas, un dia y 12 horas.

Contaba cada segundo sin Alba como si mi vida dependiese de ello.

El tiempo pasaba y yo me quedaba atrás; estancada. Incluso llegué a pensar en volver a drogarme, pero Miki me frenaba cada vez que salía a la calle.

Me sentía culpable por ello; Otra vez estaba en el hoyo, y de alguna manera estaba metiendo a Miki también.

Parecía idiota.

Me lo decía mi padre a diario;
El amor duele.

Y sin embargo, lo vivía a diario. Lo vivimos.

Somos jodidos masocas en un mundo de amoríos.

Todos hemos llorado por alguien que no lo merecía. Yo no sabía si Alba lo merecía; pero seguía tirando océanos de mis ojos entre el oleaje de mis sábanas.

Me acuerdo cuando era pequeña; Me prometí nunca llorar por una novia o un novio... Y obviamente rompí la promesa.

Veía a la gente llorar y sufrir por alguien que no le quería y no lo entendía; Años después me metía cocaína por un imbécil.

Y veía a mi hermano días antes de morir sonriendo.

David tuvo cáncer. Pero lo tengo más que superado; 10 años son suficientes para pasar y escribir otra página.

Parece imposible que alguien sea tan idiota como para meterse en una operación suicida como es el amor.

Pero te das cuenta de que todo el suicidio anterior no importa cuando ella te llama Amor.

Yo quería que Alba me llamase Amor. Y que me lo dijese en nuestra boda, en nuestro hogar y durante toda la vida.

Sin pensármelo dos veces encendí mi ordenador y busqué con la mirada borrosa un billete de avión a Elche.

Era obvio que Alba estaba allí, lo supe desde que no la encontraba, pero necesitaba asegurarme.

Hice todos los trámites por internet que requería la compra del billete y lo imprimí.

Mientras el ruido de la máquina pintaba sobre el folio mi billete a por Alba yo hacía la maleta.

Cuando la iba a cerrar, Mouse se metió en ella.

Mouse era un gato que adoptó Miki hace unos días para que no me sientiera sola mientras el se iba a trabajar o a estudiar; como ahora, que me encontraba sola en casa.

-No, Mouse, no te puedo llevar, pero volveré pronto.

El felino simplemente me observó y torció su cabeza.

-Ay... -Acaricié su cabeza y con cuidado de que no me mordiera lo saqué del objeto de ruedas.

Ahora sí, cerré la maleta sin dificultad pues solo metí lo básico y la puse en pie. Me dirigí a la impresora y retiré los billetes.

Observé el trozo de papel y me paré a pensar en el árbol que se había utilizado para hacerme este pase que me podría cambiar la vida.

El maullido de Mouse interrumpió mis inútiles pensamientos y escribí un mensaje a Miki contándole la situación.

Y no me preocupaba que pasara Navidades o Fin de Año solo por que sabía que lo pasaría con su novia.

Cogí las llaves y salí de mi hogar esperando volver con Alba a él.

(...)

Narra Alba.

Llamé a la puerta de la dirección que me había dado Julia.

Anteriormente había estado buscando instagrams, cuentas de twitter, facebook, o de lo que fuera bajo el nombre de Marina, pero ninguna coincidía.

Mi única esperanza era esta, y Julia, que se encontraba impaciente a mi lado, tampoco estaba muy segura de que fuera ese el piso de mi hermana.

Me encontraba muy nerviosa, tenía la mirada fija en la puerta, impaciente por verla a ella.

No me había dado tiempo a pensar si quiera en si me odiaría por desaparecer de su vida cuando la puerta se abrió de par en par.

Dentro del hogar había una mujer de unos 18 años, muy alta y rubia dentro del hogar.

Nos sonrió amable.

-¡MARINA, LAS PIZZAS! -Gritó entusiasmada sacando dinero de su bolsillo.

-¿Qué? No, no... No somos de las pizzas. -Comenzó a hablar Julia- Buscamos a Marina.

Las piernas me temblaban cada vez que oía aquel nombre.

Ahora solo me importaba ella.

-Ah... MARINA UNAS TÍAS. -Gritó de nuevo para irse de nuestra vista.

Mi amiga y yo nos miramos con una media sonrisa y conseguí oír que Julia me deseaba suerte.

Oí pasos y a pesar de mi nivel de miopía logré ver a Marina al final del pasillo.

-¿Alba?

-Marina. -Solté en un hilo de voz.

Había cambiado. Mucho.

Quería llorar.

Estaba con nosotras, si, pero no en la mejor situación. Y se me partía el corazón ver que no estaba ahí cuando se recuperó, a su lado en la cama del hospital.

Se me salían las lágrimas al ver como se acercaba a mi en muletas, con un collarín y varios moratones en su cara con una sonrisa.

Siempre esa sonrisa.

Cuando llegó a mi posición se abalanzó sobre mi.

Tenía todo su peso encima de mi mientras lloraba desconsoladamente, y la verdad es que nunca me había sentido tan llena.

Solo esperaba que no estuviera enfadada conmigo, pero lo único que oía eran murmuros de Marina y lo único que sentía era su cuerpo contra el mío.

-M-marina. -Llamé a mi hermana para que se levantara y me mirara con dificultad por el collarín a los ojos.

Seguía siendo ella, y en su mirada no veía odio.

Volví a abrazarla.

-¿D-dónde estabas? ¿Por qué me dejasteis? ¿Y papá? ¿Estás bien? Joder... -Comenzó a lanzar preguntas mi hermana.

-Mejor vamos dentro Marina, y nos sentamos. -Intervino Julia.

Entramos en su hogar y no me dio tiempo ni a visualizar como era. No despegaba la mirada de ella.

-Habla, explicamelo todo. -Sonrió apoyando las muletas en la pared.

Le conté la situación en Barcelona, evadiendo bastante el tema de Natalia. No quería recordarla ahora por que me pondría a llorar, y ahora solo quería disfrutar de mi hermana.

Pero seguía sintiendo ese vacío que sientes cuando pierdes algo importante.

-Y cuando nuestra madre murió... -Seguí.

-Tu madre, Alba. Ya sabes que mía no es. -Sonrió levemente.

Recordé que Marina nunca llegó a considerarla como madre, y es que así era; Las dos, desgraciadamente teníamos el mismo padre, pero no la misma madre.

Ella era fruto de una noche de sexo sin ni siquiera pasión.

-Vale, pues, mi madre, cuando murió y naciste todo bien, pero luego de que "murieras" tu también, nuestro padre comenzó a pegarme... y me escapé de casa. Pero no entiendo por que fingió tu muerte.

Mi hermana me miró con el ceño fruncido y comenzó a jugar con una manzana que había en un bol.

-Igual lo hizo por no hacerse cargo de mi... Pero bueno, que llevo solo 2 meses en vida, así que me da igual. -Rió.

De repente mi móvil comenzó a sonar;

"Nat banco :)"

No había borrado su número, ni lo haría nunca. Pero agradecí mucho que no llamara hasta ahora; habría sido mucho más difícil oir su voz destrozada día tras día.

Tenía miedo de descolgar y de que me dieran una mala noticia. Mi optimismo hacía mucho que se había ido; ahora veía todo negro.

Miré a Marina.

-¿Quién es? -Cuestionó al ver la pantalla.

-D-del banco, que tengo que hacer unas... gestiones. -Mentí.

-Coge. -Movió la cabeza indicándome que el aparato seguía sonando.

La miré preocupada y me fui al balcón a hablar con Natalia.

-Alba... Por favor, te echo de menos.

Me mordí el labio conteniendo las lágrimas.

Dos semanas que no oía su voz y lo sentía como si fueran años.

-Natalia... Te quiero.

Solté lo primero que se me vino a la mente; lo que sentía, lo que quería decir desde el primer momento que la vi.

Oí durante unos segundos su respiración.

-Alba. Y yo. Estoy en Elche.

Una sonrisa se formó en mi cara. Me gustaba esta manera de hablar tan directa. Sin rodeos, a lo que vamos.

Estaba en Elche. Natalia estaba en Elche.

-Calle El Salvador, a las 17:00.

Y colgué.

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