Han pasado seís días enteros desde el incidente y Anne ha sido bombardeada con preguntas y visitas inesperadas de su amiga Diana.
"—¿Hola? ¿Hay alguien en casa?"Diana gritó mientras llamaba a la puerta de los Cuthbert una nevada mañana de invierno. Ella había estado viniendo a Green Gables todos los días durante los últimos tres días para revisar a Anne, quién "no se sentía bien" según la señora Cuthbert, y para satisfacer sus ardientes consultas, que Anne se negó a responder varias veces a pesar de su amable sutileza.
Diana golpeó la puerta una vez más, frunciendo sus labios rosados mientras esperaba pacientemente. En su mano, sostenía una cesta tejida de color marrón con galletas horneadas dentro de la cual había hecho especialmente para su amiga pisoteada.
"—¿Qué pasa, Anne? No había sabido nada de ti desde el baile. ¿Estas bien?" Diana había preguntado dos días después del evento. Había decidido visitar a Anne e invitarla a tomar el té para relatar los eventos del baile, pero se entristeció al encontrarla acostada en la cama, con los ojos hinchados y fuera de lugar.
"—No me siento muy bien." Anne había dicho. Los Cuthbert presumían que solo estaba enferma, pero Diana sabía que no era un dilema de tipo físico; era una cuestión del corazón. Y desde entonces, había estado haciendo visitas a Anne para animarla y llegar al fondo del enigma de la pelirroja.
"—Diana, entra."La Sra. Cuthbert sonrió abriendo más la puerta. Diana asintió con gracia y entró.
"—¿Se siente mejor Anne?" ella preguntó.
"—Me temo que no. Ha estado en su habitación desde el desayuno. Puedes ir adentro pero no demasiado cerca, también podrías enfermarte."
Diana sonrió de acuerdo, aunque sabía que Anne no estaba enferma. Pero ella decidió mantener las cosas entre ella y Anne mientras tanto.
"—Esta bien. Gracias, señora Cuthbert."
Tan pronto como Anne escuchó los pasos de Diana subiendo las escaleras, se escondió debajo de las mantas y fingió estar dormida. Ella apreciaba la preocupación de su amiga y apreciaba su compañía, pero a partir de este momento, no deseaba más que estar sola con sus pensamientos y drenar todas sus lágrimas.
Anne oyó que se abría la puerta y se detuvo la respiración para parecer que estaba dormida.
"—¿Anne?" Diana dijo suavemente.
Ella no respondió.
Diana se acercó a ella y se puso de pie junto a su cama. Anne podía sentir la presencia de Diana flotando sobre ella. Casi podía sentir el ceño fruncido de Diana.
Diana quitó suavemente la manta sobre la cabeza de Anne y reveló una Anne dormida. El cabello de la pelirroja estaba grasiento y descuidado, su nariz roja y llevaba ropa de cama manchada y arrugada desde hace dos días.
"—Oh, Anne." Diana dijo y Anne pudo escuchar la pena y la preocupación en su tono.
Anne casi se siente culpable.
"—Anne." dijo Diana de nuevo, sacudiendo ligeramente el hombro de Anne.
Anne fingió estar recién despertada y miró aturdida a Diana. Tuvo cuidado de abrir los ojos lentamente para aumentar el efecto. "—¿Hmm?" Anne murmuró. "—Diana, ¿Qué estás haciendo aquí?" Anne dijo lentamente sentándose como si no esperara que ella viniera, cuando de hecho, Diana había estado viniendo a Green Gables durante los últimos días.
"—Te hice galletas." Diana dijo acercando la cesta a su regazo y se sentó a su lado.
Anne sonrió débilmente. "—Gracias." su voz era ronca y tranquila.
Ambas chicas se callaron, sus mentes ocupadas por asuntos diferentes.
Diana habló. "—Anne, ¿Qué te pasa? Sé que algo está mal."
Anne sostuvo la mirada de Diana, sin saber cuánto tiempo más podría mantener sus cargas para sí misma.
"—Nada, Diana. Nada está mal. Me siento muy febril, eso es todo." Anne dijo sonriendo débilmente.
Diana frunció los labios, un ceño fruncido se hizo evidente en sus rasgos. "—No, no lo estás. Anne, soy tu alma gemela, ¿Por qué me mientes?" Diana preguntó un poco herida.
Anne desvió sus ojos.
"—¿No confías en mí?" Diana murmuró suavemente, su tono inequívocamente lleno de dolor.
"—Lo hago, Diana. Lo hago." Anne tartamudeó alcanzando las manos de Diana y sosteniéndola entre las suyas.
"—Entonces, ¿Por qué no me dices que pasa?
Anne suspiró y se dejó caer de nuevo en su cama, sus grandes ojos mirando hacia el techo blanco.
"—Me he metido en una tumba, Diana."
"—¿Qué quieres decir?"
Anne se sentó de nuevo. "—¿Recuerdas el admirador secreto?"
Diana asintió.
"—Era Billy."
Diana se quedó sin aliento.
"—Bueno, en realidad... era Gilbert."
"—¿Qué?"
"—O Billy, ¿Quién sabe?"
"—Anne, ¿De qué estás hablando? ¿De quién era realmente?"
Entonces Anne relató todos los eventos que condujeron a este mismo momento; el baile, la nota, Billy, el bosque, Gilbert.
"—Oh, Anne. No tenía idea de lo complicado que el enigma." Diana dijo poniendo una mano en la espalda de Anne.
"—No sé qué hacer, Diana." Anne dijo enterrándose la cara en las manos.
Diana frunció el ceño sintiendo pena por su amiga del alma.
"—Le hice daño." Ella sollozó. "—Tuve que hacerlo."
"—Lo que hiciste fue algo noble, Anne. Estoy orgullosa de ti."
Pero ambas sabían que eso no era lo que Anne quería escuchar. Anne miró a Diana, suplicándole que lo dijera, pero Diana no pudo hacer nada.
"—Pero no puedo decir que fue lo correcto." Diana finalmente dijo. "—Te preocupas demasiado por los demás y por eso te amo, Anne. Por eso te ama Gilbert."
"—Él no me quiere, me odia." Anne dijo, llorando aún más fuerte.
"—¿Entonces por qué crees que te dejó ir?"
Anne miró a su querida Diana, con el rostro lleno de lágrimas y desesperación.
"—Te dejó ir porque te quiere demasiado, Anne. Haría cualquier cosa para hacerte feliz."
Sólo quería hacerte feliz. La voz de Gilbert volvió a sonar en los oídos de Anne. Pensé que pedirle a Ruby te haría.
Esto lo hizo sollozar aún más fuerte.
"—Shh, está bien, Anne."
"—No, no lo está." Anne dijo, su voz apagada y llorosa.
"—Va a estar. Espero."
✳✳✳
"—Buenos días, señor Sebastian." Ruby saludó.
Mientras Diana consolaba el corazón roto de su amiga dentro de las paredes seguras de Green Gables, otro corazón dolía esa misma mañana.
"—Buenos días. ¿Puedo ayudarla, señorita...?"
"—Ruby Gillis." La pequeña sonrió alegremente.
"—Señorita Gillis. Encantado de conocerla. ¿Qué la trae aquí en esta fría mañana de invierno?" Sebastian le sonrió a la chica en la puerta de su casa.
Llevaba un vestido rosa con un grueso abrigo sobre el, su pequeña figura parecía hundirse. Sus rizos rubios volvieron a formar una coleta baja que estaba atada en su lugar con una cinta de encaje rosa que hacía juego con su vestido.
"—Me preguntaba si Gilbert estaba en casa. No había sabido nada de él desde el baile, y me sentí muy mal al partir sin haber dicho adiós."
"—Oh. Bueno, él está arriba en su habitación. No se ha estado sintiendo muy bien, pero puedes seguir adelante. Entra, te acompañaré." Sebastian ofreció amablemente, retrocediendo un paso para dejar entrar a Ruby.
No era la primera vez que entraba en la residencia de los Blythe, pero seguía mirando el lugar solo para ver que no habían cambiado mucho desde la última vez que había estado allí.
Ella recuerda ese día con bastante claridad; El padre de Gilbert acababa de fallecer y ella, junto con Diana y Anne, decidieron hacerle una tarta.
Ahora, un año más tarde, estaba de vuelta en la misma casa con la misma canasta, trayendo al mismo chico la comida que horneaba.
Subieron las escaleras destartaladas y bajaron los pisos de madera del pasillo de arriba. Sebastian la condujo a la última habitación a la izquierda y llamó a la puerta.
"—¿Gilbert? Alguien está aquí para verte." Sebastian gritó desde el otro lado de la puerta.
Al principio, todo lo que resonó fue el silencio. Sebastian volvió a llamar y se oyó pasos desde el interior. No mucho después, la puerta se abrió y reveló a Gilbert, aturdido e hinchado. Sus rizos negros estaban desordenados y fuera de lugar, su nariz estaba roja y tenía una expresión sombría.
"—Hola, Gilbert." Ruby sonrió.
"—Hey, Ruby." Gilbert saludó, tratando de sonreír pero fracasando miserablemente.
"—¿Me preguntaba si podría hablar contigo? " Ruby preguntó con los ojos abiertos. Gilbert la miró vacilante.
"—Está bien. Te dejaré con eso." Sebastian dijo y procedió a bajar las escaleras.
"—U-uhm, claro." Dijo con incertidumbre. Seguramente no estaba de humor para conversar, pero quería ser educado, así que dejo entrar a la alegre rubia.
Le ofreció una silla y se sentó en su cama.
"—Entonces..." comenzó.
"—Oh, um. Te hice unas galletas." Ruby dijo dándole la cesta.
"—Oh, qué amable de tu parte. Gracias." Gilbert dijo aceptando la canasta. Miró a Ruby como para preguntar por qué. Y como si ella hubiera escuchado sus pensamientos, respondió.
"—Um, Gilbert, realmente lamento haberte dejado en el Rushdon la noche del baile. Me siento muy mal."
Las cejas de Gilbert se fruncieron. "—Oh, no, no. Estaba bastante bien, de verdad. Entiendo. En todo caso soy yo quien te debe una disculpa. Lo siento por hacerte esperar en la mesa todo ese tiempo, sólo..." Se calló, sintiendo una leve punzada en su pecho ante el repentino recordatorio de los desafortunados eventos de el baile.
"—Yo, um, tuve que lidiar con... algo. Cuando volví al Rushdon, ya no estabas allí. Lo siento, no te acompañé a casa, fue muy grosero de mi parte." Gilbert terminó.
"—Oh, no. Esta bien. Genial en realidad." Ruby sonrió y Gilbert la miró desconcertado. "—Ya ves, mientras te estaba esperando, Jerry Baynard, ¿Conoces a Jerry Baynard? ¿El granjero de los Cuthberts?"
Gilbert asintió, tensándose ante la mención del apellido de Anne.
"—Bueno, ¡Sorprendentemente, fue una compañía siempre encantadora! Se ofreció a acompañarme a mi casa y, como se estaba haciendo tarde, decidí irme. Espero no haberte preocupado, Gilbert. La pasé tan bien contigo." Ruby aseguró, asintiendo con la cabeza.
"—Oh, sí, no. No te preocupes, está bien. Me alegra que te hayas divertido."
El silencio se asentó en la habitación.
Ruby suspiró. "—Bueno, debo irme ahora. Puedes devolver la canasta cuando regresemos a la escuela. ¡Disfruta las galletas!" Ella dijo alegremente y cerró la puerta detrás de ella, sintiéndose altamente lograda por tener una conversación completa con Gilbert sin que ella se quedara sin aliento o tartamudeando.
Ahora que lo pensaba, ya no se sentía tan nerviosa alrededor de Gilbert desde el baile. Estaba contenta de que no estuviera molesto con ella y estaba eternamente agradecida por haber pasado tiempo con Jerry Baynard esa noche. Para su sorpresa, a ella les gustaba su compañía mas de lo que pensaba.
"—¡Adiós, señor Sebastian! ¡Que tenga un buen día!" Ruby dijo.
"—Igualmente." Él respondió y cerró la puerta.
Ese día, Ruby felizmente saltó a casa preguntándose por qué Gilbert Blythe tenía la misma expresión que la última vez que ella había estado allí.
Y Gilbert murió de depresión xdxd.
Hola, espero no haber tardado jejejej. ¿Como están? ¿Quien mas quiere consolar a Gilbert? Oof.
¡POR CIERTO! YA SLMOS 1.08K LEÍDOS :3 ♡ gracias a las personitas que votan y comentan, y a las fantasmitas también. Me da gusto que le guste la historia, a mí me e n c a n t a. Por eso la traduzco *-*