Horus

By bibliotecadorada

124K 10.8K 1.3K

¿Y si el amor de tu vida esta en otra galaxia? No todos los días te cruzabas con alguien como él: alto, muscu... More

Sinopsis
Capítulo 1: El misterioso chico
Capítulo 2: mitología egipcia
Capítulo 3: tropezones sin caídas
Capítulo 4: viajes acompañados de alucinaciones
Capítulo 5: biblioteca
Capítulo 6: heladería
Capítulo 7: la feria
Capítulo 8: la fiesta
Capítulo 9: estrella
Capítulo 10: Guiston
Capítulo 11: Guiston Park
Capítulo 12: inesperada visita
Capítulo 13: alucinaciones
Capítulo 14: menta granizada
Capítulo 15: ¿estoy loca?
Capitulo 16: la audición
Capítulo 17: el famoso número
Capítulo 18: nuevos cabellos
Capítulo 19: la barbacoa
Capítulo 20: la cabaña
Capítulo 21: celebración
Capítulo 22: verdades disfrazadas
Capítulo 23: miedo
Capítulo 24: playa
Capítulo 25: despertar
Capítulo 26: dura realidad
Capítulo 27: galaxia
Capítulo 28: orejas
Capítulo 29: el extraterrestre
Capitulo 31: información
Capitulo 32: Dhimot
Capitulo 33: Daemon
Capítulo 34: visita sorpresa
Capítulo 35: nuevo mundo
Capítulo 36: Hator
Capítulo 37: verdades incómodas
Capítulo 38: el beso
Capítulo 39: el tiempo
Capitulo 40: Salix y Thorm
Capítulo 41: Guixis
Capítulo 42: información valiosa
Capítulo 43: volvió
Nota de autor
Capítulo 44: primer entrenamiento
Capítulo 45: baile celestial
Nota de autor
Capítulo 46: más cosas a la luz
Capítulo 47: una hermana normal
Capítulo 48: el entrenamiento
Capítulo 49: las habilidades fallaron...de una buena manera
Capítulo 50: Gretik
Capítulo 51: Trina
Capítulo 52: almas gemelas
Capítulo 54: charlas reveladoras
Capítulo 55: elogios peligrosos
Capítulo 56: un mundo ideal
Epílogo
Nota de autor

Capítulo 30: visitas nocturnas

1.9K 175 23
By bibliotecadorada

Volver al instituto fue algo completamente irreal, y ni hablar de ver a Emma y Trevor. Estaba alucinando.

Era una extraterrestre.

Santo cielo.

Todavía me costaba aceptarlo, pero es que...era tan obvio. Ya mi genética decía bastante y la telepatía no se quedaba atrás.

Tenía unas ganas terribles de contarles a mis amigos o a mis padres lo que había descubierto, pero estaba segura de que me internarían. Aparte, Horus me había dejado muy en claro que ni se me ocurriera abrir la boca.

Así que, aquí estaba, sentada en Venus (lo cual era irónico) viendo cómo Emma miraba a Trevor acercarse a nuestra mesa. La situación entre ellos no estaba bien, y en gran parte se debía a que Emma no se había disculpado. Pero yo creía que lo estaba a punto de hacer en ese preciso instante.

—Así que vuelves con nosotras—dijo, enojada, cuando Trevor llegó a nuestra mesa.

O bueno, quizás no.

Trevor arqueó una ceja, pero luego lanzó un suspiro y se sentó a mi lado. Le sonreí un poco, pero yo también estaba un poquitito ofendida. Hacía dos días que no me hablaba y en cambio me ignoraba, al igual que a Emma.

—Lo siento, ¿sí?—dijo y nos miró a los ojos—. La he cagado un poco. Es que...—suspiró—no soy bueno para...expresarme—hizo una mueca.

Sonreí.

—Vaya, me haces acordar a alguien—dije, dándole una miradita a Emma, que hizo una mueca de burla.

—Lo sé—siguió hablando Trevor, y fijó su atención en Emma—. Lo siento por haberme enojado tanto el otro día, Ems.

Emma no parecía sorprendida, pero yo sí lo estaba. Ella le debía una disculpa a él también, pero parecía que se estaba conformando con dejarle cargar toda la culpa a Trevor.

—Sí—respondió ella con la mirada fría—te pasaste.

Puse los ojos en blanco.

—Emma...—dije, sugestivamente.

Me fulminó con la mirada.

—Pero yo también lo hice. No debí decirte eso...—siguió hablando, y me sentí orgullosa de ella—. Pero bueno, es que realmente pareces no tener emociones.

Y ahí fue de mi orgullo.

—Lo que Emma trata de decir—empecé a hablar, porque tenía miedo de que se volvieran a pelear—es que ella nunca pensó que lo que dijo te afectaría tanto. Nosotros siempre hablamos de que tú no estas... preparado para el compromiso. Entonces nunca pensamos que te ibas a sentir tan mal al respecto.

Trevor se pellizcó el puente de la nariz.

—Lo sé. Y nunca me afecta, porque es verdad, pero es que...—Tomó un larga bocanada de aire—. Creo que...Diablos, esto es una pesadilla. Creo que me gusta alguien. En serio.

Abrí mucho mis ojos.

—¿No te han gustado ya otras personas?

Negó con la cabeza.

—No, esto es distinto. Siento...cosas cuando estoy con ella. No me la puedo sacar de la cabeza... Es escalofriante. ¿Me habrá hecho un amarre?

Con Emma largamos una carcajada.

—Mira, vamos a descartar lo del amarre, por ahora—respondió Emma—. Lo que sientes es normal, Trev. Pero ahora dime, ¿quién es la chica?

Bueno, parecía que se habían perdonado en silencio. Estaba feliz. Trevor, no tanto.

—Ese es el tema. No se los puedo decir...por ahora.

Me quedé perpleja.

—¿Disculpa?—dije, al mismo tiempo que Emma decía:

—¿Es una jodida broma?

Trevor se mordió el labio.

—Lo siento, ¡lo siento! Pero es que no estoy preparado. En serio. Apenas puedo asimilar lo que me pasa. Si llego a decir su nombre en voz alta creo que me haré diarrea encima.

Hice una mueca de asco, pero lo dejé estar. La verdad es que lo entendía. Hasta que uno no asimilaba bien sus sentimientos, era difícil comentarlos con el resto del mundo.

—Pero bueno—siguió diciendo Trevor y tomó un trago de su agua. Luego me miró—. Te debo una disculpa a ti también por haberte ignorado y eso... Es que tuve días muy difíciles.

Luego de tranquilizarlo y tener una especie de charla TED motivadora, me encontraba en mi casa, recién llegada de una clase de baile nocturna. Por primera vez en días estaba cenando con mis padres. Habían llegado hacía un rato de su último viaje.

—Están viajando mucho últimamente—dije, mientras pinchaba un trozo de tarta de tofu, espinaca y arroz.

Mi padre me miró con tristeza.

—Lo sabemos, pero las cosas están muy movidas en el trabajo—dijo y me apretó una mano—. Prometo tratar de estar más tiempo aquí, pero no depende mucho de mí, la verdad.

Mi madre asintió, aunque también se la notaba un poco afectada.

—Lo sentimos si te sientes sola, Iris. No es nuestra intención desaparecer así sin más.

Asentí.

—Lo sé, tampoco quiero que dejen de hacer cosas por mí. Fue un comentario, nada más...

La verdad es que no me sentía sola. Horus siempre venía cuando en mi casa no había nadie, y eso me reconfortaba bastante.

Terminamos de comer y subí a mi habitación. Estaba agotada. Cuando terminé de hacer todo, me metí en la cama.

—Ejem.

Mi corazón casi se para. Horus estaba parado en los pies de mi cama, mirándome con una sonrisa divertida.

Bufé.

—¿Por qué siempre vienes de noche, cuando estoy a punto de dormir? ¿Es que eres un vampiro? Esto es tortura, Horus. Tortura.

Comenzó a caminar y se sentó al lado mío.

—Lo siento, tienes razón. Es que durante el día estoy haciendo otras cosas. Este es realmente el único momento en el que estoy libre—estiró la mano y me acomodó un mechón de pelo detrás de la oreja.

Esta vez...esta vez no me aparté. Y me costó, muchísimo, dejar mi oreja expuesta. Cerré los ojos unos breves instantes, y cuando los abrí, Horus me miraba con ternura.

Dejé salir el aire y me relajé un poco.

—¿Te refieres a trabajar?—dije. Lo miré...y sentí cómo mis neuronas hacían clic—. Oh, cielos, ¡no eres heladero!

Frunció el ceño.

—¿Qué dices? Me ofendes, Iris.

Entorné los ojos.

—¿En serio piensas que voy a creer que un extraterrestre sexy trabaja en una tienda de helados?

Sonrió con arrogancia.

—¿Así que piensas que soy sexy?

Mis mejillas se incendiaron.

—Ese no es el punto.

Rio entre dientes.

—Creo que fue lo más relevante que dijiste hasta ahora.

Me hundí más en la cama, si era posible.

—Pero volviendo al asunto del helado... No, no trabajo allí. Pero no debería sorprenderte si lo hiciera. Hay muchos seres provenientes de otras galaxias en todas partes. Incluso en tu escuela.

Mordí mis labios y lo miré asombrada. Estábamos rodeados de extraterrestres y ni siquiera lo sabíamos.

—¿Y qué haces durante el día? ¿Visitas otros mundos?

Sonrió.

—Exactamente.

Lo miré expectante, para que dijera que era una broma o algo por el estilo.

No lo hizo.

—¿Es... en serio?

Asintió.

—Claro que sí. Es en realidad mi trabajo original.

Fruncí el ceño.

—¿Tu trabajo original?

Sacudió la cabeza.

—Digamos que estar aquí, contigo, no era parte de mis planes.

Mi corazón comenzó a latir rápido, y una sensación de angustia apareció en mi estómago.

—No, no—dijo, preocupado—no es por lo que piensas. Es que mi trabajo consiste en otra cosa. Para hacerlo resumido, me encargo de viajar entre los mundos evolucionados para ver si las almas siguen perteneciendo allí: si ya alcanzaron una mayor evolución o si al revés, han bajado su nivel evolutivo. Más adelante te lo explicaré bien...

Fruncí el ceño, súper confundida. Pero...había algo que me estaba perdiendo.

—Pero, entonces ¿qué haces aquí?

Se relamió los labios, y supe que me revelaría otra verdad.

Lo que no sabía es si era de las buenas.

—Estoy aquí porque me mandaron especialmente tus padres.

Mi cara se frunció más.

—¿Y eso por qué?

—Pues para contarte la verdad y prepararte para que los puedas conocer.

Asentí.

—Ya, capté eso. Lo que me pregunto es por qué te enviaron a ti.

Suspiró y se acostó al lado mío. Recé internamente para que a ninguno de mis padres (especialmente mi padre) se le ocurriera abrir la puerta de mi habitación.

—Porque soy... Mi familia es muy amiga de la tuya. Y como estoy acostumbrado a viajar todo el tiempo y a integrarme en sociedades distintas, pensaron que era la mejor opción—comenzó a deslizar un dedo por mi brazo desnudo, y mis vellos se erizaron.—Y en este momento, no puedo estar más de acuerdo.

Mi panza dio un vuelco y la invadió la emoción y la ternura. Vaya. Habían enviado especialmente a Horus, y no podía imaginarme a nadie mejor, la verdad.

—Tengo que informarte de tantas cosas, Iris...

Asentí.

—Lo sé. Pero me estuviste dando demasiadas noticias en muy pocas horas. ¿No podemos hablar de algo...normal?

Sus ojos tenían una chispa que no supe identificar.

—Claro, ¿de qué quieres hablar?

No tuve ni que pensarlo.

—¿Qué es lo que más te gusta hacer?

—Hay muchas cosas que me gustan hacer—profundizó su mirada en mí, y casi me derrito—. Pero algo que me encanta es jugar al kaos con Noriah.

Mi cerebro hizo cortocircuito

—¿Kaos? ¿Noriah? Háblame en español, por favor.

Soltó una risita.

—Lo siento. El kaos es un juego. Y Noriah es un gran amigo, del planeta Gretik.

Vaya.

—Wow...eso es... Wow. ¿Conoces su planeta, verdad?

Asintió.

—Conozco varios planetas de mi galaxia y muchos de otras.

Lo miré, maravillada.

—¿Y cómo son?

Me miró con curiosidad.

—Pensé que querías hablar de cosas normales.

Sonreí. Era verdad.

—Bueno, en algún momento esto me resultará normal, ¿cierto?

Me miró con orgullo.

—Así es—sonrió—. A ver, no hay ningún planeta igual, al igual que no hay ninguna persona igual. Cada uno tiene su...tema, por decirlo de alguna manera. Khracira, por ejemplo, nuestro planeta, es caracterizado por sus playas. ¿Los cuadros que tengo en mi casa? Son de allí.

Abrí mi boca de par en par. En sus cuadros había playas con arena rosa...

—Sí, y eso no es nada. Los paisajes no son como los de acá, la gente no es como acá, las casas tampoco...te gustará. Ya lo verás—añadió.—Oye, Iris, cambiando de tema... la otra vez que nos vimos nos quedamos en una parte crucial, ¿te la acuerdas?

Traté de hacer memoria, pero no me venía nada. Intenté recordar qué era lo último que me había dicho...

Ah, el nombre. Mi nombre.

¡Mi nombre!

―Veo que te acordaste. Bueno―dijo leyéndome los pensamientos―. Tu nombre real no es Iris. Ese te lo pusieron tus padres adoptivos. Tu nombre real es Zhelig.

Lancé una risotada.

― ¿Zelig? ¿Cómo la comedia de Woody Allen?

Frunció el ceño.

― ¿Quién es ese?

Decidí ignorarlo.

― ¿Cómo se escribe?—seguí preguntando

―Z-h-e-l-i-g―deletreó.

A bueno, tenía la letra «h», eso era algo bueno.

Pero raro. Muy raro. Nunca pensé que mis padres biológicos me habían puesto un nombre. Al no pensar (obviamente) que eran de otro planeta, creía que me habían dado y ya.

― ¿Tengo que usar ese nombre sí o sí?

Dudó.

―No lo sé, pero cuando vayas a Khracira seguramente te llamen por él.

Tuve un escalofrió. Pensar en ir a otro planeta ya me daban nauseas. ¿Pero que me llamen por otro nombre? Era demasiado.

Recorrí su cara con la mirada y se me cortó la respiración.

Una cosa era ver los ojos de distinto color de Horus, mágicos y cautivantes. Otra cosa era ver que él tenía las mismas orejas puntiagudas que yo, pero el doble de grandes. Levanté una mano y se la acaricié. Era muy raro. Toda mi vida pensando que era la única rara y acá estaba Horus. Un extraterrestre, al igual que yo.

Estaba bueno saber que no era la única en el universo.

― ¿Por qué te pusieron Horus?—Era una pregunta que había estado carcomiendo mi cabeza desde hacía un tiempo.

Me miró dubitativo un par de segundos.

—Verás, mi familia desciende de los egipcios. Sí, de tu planeta. Ya llegaremos a esa parte—aclaró cuando vio que abría la boca para hablar—. Así que como verás, mi familia sigue la tradición y nos nombran como algunos de sus dioses, o simplemente con nombres que provienen de allí—respondió y sonrió de costado—. Mi hermana, por ejemplo, se llama Hathor.

¿Horus me estaba diciendo que gente de un planeta provenía de otro planeta? Creo que eso, sin duda, era lo más sorprendente que oí hasta ahora. Estaba totalmente paralizada con esa información, y también con que tenía una hermana. Esta era la primera vez que me hablaba de su familia.

―¿Cómo es posible que provengan de Egipto, si eso queda aquí, en la Tierra?

—La versión resumida, es que en la antigüedad, Egipto era una civilización muy avanzada, y tenía contacto con nosotros. Y por las vueltas de la vida, varias personas de esa civilización tuvieron que ser rescatadas y llevadas a vivir a Khracira. Allí se quedaron, y bueno, siguieron teniendo descendencia.

Cielo santo... De todo lo que me había contado, esto era sin dudas lo más...raro. Pero que si lo pensaba en profundidad, le podía encontrar el sentido. En especial, por todas las cosas que tenía Egipto relacionadas con los seres de otros planetas. Como la construcción de sus pirámides y demás cosas...

Zhelig significa 'danza', no sé si te suena—cambió de tema, y me miró, expectante.

Dudé, pero luego até cabos.

― ¡Oh, Dios mío! ¿En serio? ―asintió con la cabeza y sonreí como nunca antes― ¡Qué lindo! Pero espera... ¿Es casualidad que me guste bailar?

―No, no lo es. Verás...allá los nombres tienen una especie de poder. Por eso, yo al llamarme Horus, tengo los ojos de distinto color y cualidades que otras personas no tienen. ¿Sabes su historia?

―Sí, que en una pelea perdió el ojo izquierdo—respondí, recordando lo que alguna vez leí con Emma.

Era increíble en dónde me encontraba ahora.

Asintió con la cabeza.

―Exacto, así que eso influyó en mi―se señaló la cara― en lo físico y también en mis habilidades. Aparte de poseer lo que todo un khraciariano posee, tengo la habilidad de ver cosas que los demás no pueden.

―¿Cómo qué?

—¿Te acuerdas del trabajo que te conté que hago? Bueno, tengo la capacidad para ver el... alma de las personas, y ver qué nivel tienen, y si hicieron algo que esta por debajo de ese nivel original.

Lo miré confundida.

—¿Su nivel? ¿En qué me momento se transformó esto en un videojuego?

Rio entre dientes.

—Su nivel de evolución—inclinó la cabeza hacia un costado—. Todos tenemos niveles de evolución, Iris. Al igual que los planetas, o mejor dicho, todos los seres vivientes. Hay más bajos o más altos. Y yo me encargo de que la gente se quede en el planeta que le corresponde según su evolución, como te expliqué antes.

Parpadeé un par de veces. Realmente parecía sacado de un video juego. Bueno, decían que la realidad supera la ficción, ¿verdad?

Horus asintió con la cabeza.

—Sí, si lo piensas de esa manera es algo raro.

—Entonces, ¿qué nivel tengo yo?—pregunté, curiosa.

Sonrió.

—Ah, eso no te lo pienso decir—se volvió a acostar boca arriba y miró distraídamente las pegatinas de estrellas de mi habitación.

—Horus...—golpeé mi brazo con el suyo, y una corriente eléctrica bajó por mi costado izquierdo—. Ya estamos de nuevo con eso, ¿qué tiene de malo que me lo digas?

Negó con la cabeza.

—Esto es diferente. Es información que realmente puede afectar a las personas. Piensa en esto: si tienes un nivel bajo, te decepcionarás contigo misma, pero sí en cambio tienes uno alto, sentirás orgullo y poder sobre los demás.

Lo miré, sorprendida.

—Eso es mentira. Jamás sentiría poder sobre los demás.

Me miró, y en sus ojos se reflejaron una sabiduría que no había visto antes y que lo hacían lucir mucho mayor.

—Bueno, ahí tienes tu evolución.

Mi corazón se aceleró, y decidí pensar en otra cosa.

—Volvamos al tema del baile—siguió hablando, y agradecí el cambio de tema—¿Nunca lo sentiste como algo mágico?

Mordí mi labio.

―Sí, la verdad es que sí. Soy otra cuando bailo―empecé a acordarme de baile, y luego me acordé de mis encuentros con Horus―. Tengo que confesar algo. Al principio, pensé que eras mi guardián o algo así. Siempre estabas cuando me pasaba algo medianamente malo.

Sonrió mostrando los dientes y casi me da un infarto. Tenía la sonrisa más linda del mundo.

Soltó una carcajada.

― ¿Tu guardián? No, por ahora no me asignaron esa tarea. Fue casualidad. Durante el día te vigilaba para ver cómo eras, y tenía que entrar en tu vida de a poco, por lo que había veces que te hablaba.

―Oh, ja, ja, claro...―me sentí media idiota y me mordí el labio por los nervios. Horus me miró y bajó la vista hacia mi boca. —Oye, ayer cuando me mostraste tu verdadero...ser, dijiste que habías modificado tu aspecto para que la gente de aquí no muriera del susto. ¿Pero por qué a mí no me pusieron ninguna? Me hubiesen ahorrado muchos traumas.

Era algo en lo que mi mente había estado dado vueltas. Me hubiesen hecho las cosas mucho más fáciles si me hubieran modificado algo.

Horus suspiró e hizo una mueca.

―En realidad, si te fijas, sí te cambiaron algo. Lo más esencial. Tus orejas son más pequeñas que las mías, pero técnicamente tendrían que ser del mismo tamaño. También, modificaron tu altura. Al nacer, te las cambiaron con un programa para que la gente no empiece a hacer investigaciones—explicó y miró a las pegatinas de estrellas—. También, en cada estudio de sangre que te hicieron cambiaron los resultados e incluso hicieron que los médicos tengan poco interés en por qué tienes esta genética―me explicó.—Pero no te cambiaron mucho para que sepas que no eres de por acá, Iris. Si hubieses sido como el estereotipo de una humana normal, todo lo que te estoy contando te hubiese costado un poco más aceptarlo...

Vaya. Y todo este tiempo había pensado en que en realidad mi estado natural era así.

Resulta que todavía era más rara.

Horus suspiró.

―Iris, no eres rara. En Khracira hay personas con tu aspecto.

―Y...―me daba miedo hacer esta pregunta, pero no lo podía evitar―. ¿Cómo son mis padres?

Sonrió.

―Son geniales. Unos de los seres más buenos. Gobiernan correctamente y son gentiles y amorosos.

― ¿Y físicamente?

―Ya los vas a ver—tamborileó los dedos en mi brazo.

Agh. Odiaba que me dejaran con la intriga.

― ¿Cómo se eligen quienes gobiernan? ―pregunté totalmente metida en la conversación.

―Se eligen a través de un medidor. Miden la capacidad de gobernar de cada persona y al más alto lo eligen.

Fruncí el ceño.

—¿Y si esa persona no tiene ganas de gobernar?

Me miró, divertido.

—No es así como el gobierno de acá. No se trata de dictar órdenes y que los demás las sigan. Sino que se trata de hacer la vida de las personas más fáciles y generar un ambiente de armonía. Si tienes la capacidad más alta para gobernar, de entre toda la población de un planeta, por algo será, ¿verdad?—dijo y me miró interrogativo—. Piénsalo.

Lo pensé. Y en parte tenía razón. Las capacidades que teníamos (la mayoría) eran más altas cuando nos gustaba lo que estábamos haciendo. Pero sabía que había otras veces que no.

Le devolví la mirada y sentí que estábamos en una esfera aparte de la realidad. Tenerlo acostado conmigo, en mi cama, hablando de otros mundos...era alucinante. Miré fijamente sus asombrosos ojos, y volví a pensar en lo de antes: parecía muy sabio para la edad que tenía.

Un pensamiento vino de la nada a mi mente.

—¿Cuántos años tienes?

Alzó las cejas.

―Cinco mil quinientos cinco.

Lancé un gritito y comenzó a reír a carcajadas.

―Era una broma―dijo, calmándose―. Ya sabes mi edad, te la he dicho.

Mi corazón se tranquilizó un poco.

—Lo sé, pero quizás era otra mentira.

Frunció el ceño.

—No, tengo veinte años...terrícolas, en serio.

Largué la respiración, aliviada.

―Me diste un susto bárbaro...

Sonrió.

—Lo lamento.

Hice un gesto pare que supiera que no pasaba nada, pero me preocupé.

Si algo sabía, era que a este chico le perdonaría absolutamente todo.

Y no sabía si eso era algo bueno

Continue Reading

You'll Also Like

8.1K 708 16
No se si salga algo bueno la verdad, esta será la primera vez que vaya a escribir una historia, y tampoco es que yo sea muy especial o que sea el mej...
142K 30.8K 200
⚠️Solo a partir del capítulo 201, primera parte en mi perfil.⚠️ En un giro del destino, Jun Hao, un despiadado matón callejero conocido por su fuerza...
28.6K 3.9K 40
Regulus esta dispuesto a todo por el amor que nunca tuvo pero ahora está a su alcance y Severus esta arto de ser la víctima bañado de un villano .. J...