Lo que un día fue » Justin Bi...

By hope-less

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❝Las promesas están para cumplirse, a pesar de lo que un día fue❞ Créditos tráiler: @/bieberfanficsof y @/pr... More

Sinopsis.
1. Invitación
2. Fiesta
3. Un baile caliente
4. Recuerdos dolorosos
5. Llamada telefónica
6. Viaje a California
7. Dejarlo con las ganas
8. Asientos compartidos
9. Los Ángeles, California
10. Aléjate de ella
11. ¡Vamos a surfear!
✖012.
✖13.
✖14.
✖15.
✖16.
✖17.
✖18.
✖19.
✖20. Maratón 1/5
✖21. Maratón 2/5
✖22. Maratón 3/5
✖23. Maratón 4/5
✖24. Maratón 5/5
✖25.
✖26.
✖27.
✖28.
✖29.
✖30.
✖31.
✖32.
✖33.
✖34.
✖35.
✖36.
✖37.
✖38.
✖39.
✖Capítulo final.
Epílogo
Aviso segunda temporada
Promesas (Segunda temporada)
Prefacio
1. De vuelta en donde todo empezó
2. Sospechas
✖3. ''Todo me recuerda a él''
✖4. "Despedida de soltero"
✖5. ''El reencuentro"
✖5. {Parte dos}
✖6. "Nuestra canción"
✖7. "¿Qué haces aquí?"
✖8. ''Cena para tres''
✖9. "Las palabras pueden abrir viejas heridas"
✖11. "Aléjate de mí"
✖12. "Seducirla"
✖13. "Muévete así para mí, nena"
✖14. "Niña de mis ojos"
✖15. "Dulce o truco"
✖16. "Labios tentativos"
✖17. ''Celos"
✖18. "Juego de seducción"
✖19. "Lo que siento por ti"
✖20. "Descubriendo verdades"
✖ 21. "Fue bueno mientras duró"
✖22. "Quédate conmigo esta noche"
✖ 23. "El corazón nunca se equivoca"
✖24. "No está en mis planes dejarla ir"
✖25. "Mi corazón no puede con tanto"
✖26. "Estoy aquí contigo, ángel"
✖26. Segunda parte.
✖27. "Pero te amo a ti"
✖28."Hasta nunca, Justin"
¿ELIMINADA?
✖29. "Mi futura esposa"

✖10. "Mis brazos siempre te abrigarán"

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By hope-less

El día en la ciudad de Ontario se encontraba con las nubes grises y la temperatura extremadamente baja, el frío era abundante por todos lados. Las personas caminaban abrigados por la acera, mientras se detenían en alguna cafetería para tomar algún café o chocolate caliente. Y como el día está tan nublado, probablemente empezaría a llover a cascadas.

Solo han pasado dos semanas exactas desde aquel día en el restaurante.Y ninguno de los dos habían vuelto a encontrarse, Justin tenía demasiadas ocupaciones en el trabajo y Kelsey buscó un trabajo mientras esperaba la respuesta del editorial. Trabaja como fotógrafa temporal en un estudio, un amigo le había ofrecido el trabajo y con gusto aceptó, pues le fascinaba la fotografía.Y tenía cierto talento en ello, desde pequeña le gustaba fotografiar y en la adolescencia tomó algunas clases.

Camila y Chaz regresaban de su luna de miel en dos días más, ya que decidieron quedarse unos días más en París. Y para cuando regresaran planearon juntarse en el bar de siempre, para recuperar el tiempo perdido y descansar un poco del agotador trabajo.

No era nada fácil para ellos estar la mayoría del día trabajando y se quejaban porque la escuela era difícil, pero ahora se daban cuenta de que se equivocaron. La universidad no era ni la mitad de difícil que trabajar. Pero de todas maneras estaban orgullosos de sí mismos, por cumplir todas las metas que se propusieron.

Kelsey se encontraba en el estudio, haciéndole una sesión de fotos a un empresario muy importante de Canadá. Mayormente las sesiones de fotos eran con empresarios importantes o mujeres conocidas con negocios exitosos, de vez en cuando famosos. Ericsson Fray tenía uno de los mejores estudios de fotografía y dirigía una famosa revista, incluso en Estados Unidos era conocido y amaban todas sus fotografías, también las personas que trabajan para él.

—Muy bien señor Cash —dejó la cámara a un lado. —Listo, hemos terminado.

—Estoy ansioso por verlas —sonrió de costado.

—Y lo hará, no se preocupe. Las verá antes de que salgan en las revistas y espero que le guste.

—Por supuesto que me gustarán —asintió con la cabeza, colocándose la bufanda alrededor de su cuello. —Gracias señorita Cassey.

—Gracias a usted —le dedicó una pequeña sonrisa. Tomó la cámara dejándola en su lugar, junto a las demás cosas y salió de la habitación.

Entró en su pequeña oficina y rápidamente se sentó en la silla giratoria, descansando su cabeza en esta y soltando un suspiro cansino.

—¿Estás muy agotada? —arqueó una ceja, sentándose frente a ella. —Por tu cara te ves muy cansada.

—Solo han sido tres secciones de fotos —se encogió en hombros. —Y estoy así por cosas sin sentido. Nada de qué preocuparse, Eric.

—Oh vamos Kelsey, somos amigos. ¿No? Anda, cuéntame, puedo ayudarte sin problemas.

—¿Alguna vez te haz sentido que no puedes olvidar el pasado? Que tratas y tratas de superarlo, pero no resulta. Es como estar atrapado en la misma burbuja.

—Uh... creo que entiendo. Mis pasadas relaciones han sido difíciles de superar —hizo una mueca. —Pero, ¿qué va mal en tu relación con Logan?

—No se trata de Logan —suspiró frustrada. —¿Te recuerdas de... Justin?

Frunció el entrecejo confundido y contestó: —Claro que sí. Lo recuerdo perfectamente, casi me rompe la cara en un partido de fútbol —soltó una carcajada y Kelsey lo acompañó. —¿Qué pasa con Justin? Pensé que habían terminado hace mucho.

—Dos años —aclaró. —Pasa que nos hemos encontrado miles de veces, por casualidad —haciendo comillas con los dedos. —Y el otro día nos encontramos nuevamente, me dijo unas cosas que no he podido sacar de mi cabeza.

—¿Te afectó lo que te dijo?  —alzó ambas cejas.

—Desgraciadamente sí —bufó molesta consigo misma. —Odio rotundamente sentirme de esta manera, ¿sabes? Él se empañó en que debemos hablar y yo me he rehusado hablar.

—¿Y entonces? ¿Por qué te niegas hablar con él? No puedo comprender bien —ladeó la cabeza, mirándome fijamente. —Jamás supe cúal fue la verdadera razón de su ruptura, siempre los vi muy felices y juntos la mayoría del tiempo. Aunque por los rumores en la universidad me enteré de algunas cosas, no sé si fueron ciertas o no. Y las actitudes de Justin eran extrañas —se rascó la nuca. —Hablaron sobre ustedes durante un mes.

—Porque no quiero tocar más ese tema, me lo prometí —mordió su labio inferior. —Justin terminó conmigo por razones desconocidas, dijo que ya no sentía nada por mí y me dejó como un animal, sin ninguna razón concreta. Quiso que le diese una segunda oportunidad y se la negué, no quería volver salir lastimada por segunda vez... —tomó una bocanada de aire. —Es todo. ¿Y cuáles actitudes extrañas? —frunció el ceño.

—Vaya, nunca me esperé eso —dijo sorprendido. —Por la forma en que te miraba, siempre creí que enserio te quería de verdad. Las apariencias engañan, supongo —encogió los hombros. —Justin llegaba tarde a la universidad, se dormía en clases, no hablaba con nadie. Ni siquiera con sus amigos, iba al jardín casi todo el tiempo y tenía una cara de muerto, luego dejó de ir por un largo tiempo.

Kelsey miró fijamente a Eric, anonadada por lo que había escuchado y más confundida que antes. Nunca nadie le comentó sobre que Justin había faltado a la universidad, hasta pensó que siguió con su vida y superó todo entre ellos dos. Pero se había equivocado, algo terrible pasó con él para que dejase los estudios y algo le decía que habían muchas más cosas ocultas.

—¿No sabes nada más Eric? —preguntó muy curiosa. Debía averiguar más información, sin tener que preguntarle a Justin, Camila o sus amigos.

—Uhmm no —achica sus ojos, tratando de recordar algo. —Oh sí, recordé algo. Decían que habían visto a Justin tirado en la calle ebrio, afuera de tu departamento y también iba mucho a tu dormitorio preguntando por ti.

—¿Ebrio? —frunció el entrecejo, desconcertada. —Sé que cuando solía ir de fiestas y así, tomaba mucho. Pero jamás estando normal, ¿por qué hacía esas cosas?

—Creo que es muy obvio —rió entre dientes. —Le dolió haberte perdido. Yo, las pocas cosas veces que lo observé, se veía terrible. Se veía muy mal, enserio le afectó la ruptura. Pero se lo ganó por imbécil.

—Me cuesta creerlo, ¿sabes? —jugó con algunos mechones de su cabello, suspirando pesadamente. —Esa época fue muy difícil para mí. Me costó mucho superarlo, ¡fueron casi cinco años de noviazgo! Demasiado tiempo para olvidar tan rápido.

—Entiendo —comprendió, arrugando la nariz. —Para mí también ha sido difícil olvidar a mi ex novio —agregó con nostalgia.

—¿Y cuánto tiempo estuvieron juntos?

—Un año —soltó una pequeña carcajada. —Igual ha sido como mi verdadero amor. Hace dos meses que estamos peleados, no sé si volvamos a estar juntos.

—Lo siento mucho —hizo una mueca, comprendiendo aquel doloroso sentimiento. —Pero no pienses negativo, se arreglarán las cosas, ya verás.

—Ojalá que sí —dijo, levantándose del asiento. —Debo irme, hoy tengo un importante evento y no pienso faltar.

—Disfrútalo —sonrió, agitando la mano en forma de despedida. Ericsson le sonrió de vuelta y se marchó de la oficina.

Un fuerte viento hizo que su cabello se pegara a su cara, causándole un escalofrío por la espina dorsal, que le hizo temblar. El abrigo que llevaba puesto no era lo suficientemente grande para reducir la temperatura de su cuerpo, maldijo en voz baja por haber dejado su auto. Decidió caminar a pie hasta el edificio de Eric, pues no tenía ni idea que el día sería tan lluvioso, se estaba empapando toda la ropa.

Los dientes le estaban tiritando gracias a la helada lluvia, el gorro de lana no le cubría todo el cabello y éste se mojaba cada vez más. Pequeñas gotas de lluvia estaban encima de sus pestañas, bajando por la mandíbula y llegando hasta el cuello.Trató de cubrirse más, pero el abrigo solo podía cubrirle la anatomía y el cuello, no había podido alcanzar ningún taxi ya que todos estaban ocupados.

Quiso darse unas cuantas cachetadas por haber sido tan idiota en dejar el auto, porque ahora se moría de frío y empezaba a respirar con dificultad, se ahogaba por los temblores en su cuerpo. Intentó llamar a Logan cuando se detuvo debajo de un local viejo y abandonado, para su mala suerte no había señal.

Maldijo una y otra vez en voz baja, el departamento le quedaba a muchas cuadras y no podría llegar caminando, terminaría en el hospital.

—Maldita sea mi suerte —murmuró para sí misma. Guardó el celular en el boslo y se dispuso a caminar hasta un local abierto en el que hubiese calefacción.

Caminó una cuadra más y el rostro se le iluminó al ver un letrero con luces parpadeantes, una cafetería. Los autos cruzaban a gran velocidad  por la calle, pero eso no le daba demasiada importancia y cuando intentó cruzar la calle con rapidez, un auto deportivo estuvo a centímetros de atropellarla.

Un grito se atragantó en su garganta, cerrando los ojos con tanta fuerza que probablemente los párpados se quedarían pegados, y tenía los labios entreabiertos. El conductor del auto se bajó tan rápido, que estuvo a punto de caerse en un charco de agua sucia. Eso no le importó, estaba tan asustado porque creía haberle hecho daño a la castaña y rezó internamente para que no tuviese ni un rasguño.

—¿Está bien señorita? —preguntó alarmado y angustiado. Estaba frente a frente de la castaña, la lluvia no le dejaba ver con claridad. —Lo siento muchísimo, enserio. No la vi cruzar por la calle, está lloviendo demasiado fuerte y... perdóneme, nunca quise hacerle daño. ¿Se encuentra bien quiere que la lleve a emergencias? —volvió a interrogarle.

Se congeló al escuchar esa voz tan jodidamente conocida, esta vez no era por el frío o la lluvia helada, era por esa voz varonil. Ronca y suave, excitante para cualquier mujer e incluso para Kelsey, que reconocía perfectamente la voz. Ni siquiera tenía que abrir los ojos para comprobarlo, el cuerpo le tembló aún más cuando él acarició y tocó su rostro procurando de no haberle dejado en estado de shock.

—¿Por qué no me responde? —su tono de voz irradiaba preocupación y temor. —Enserio lo siento mucho. ¿Quiere que la lleve?... —calló al ver esos grises ojos, no le salió ninguna otra palabra cuando lo miró fijamente.

—Cre-o que es-toy bien... —musitó con la voz entrecortada. Estaba temblando demasiado como para pronunciar bien las palabras.

—Estás temblando —frunció el ceño. Rápidamente se quitó su inmenso abrigo de seda, colocándolo por sus hombros y cubriéndole gran parte del  cuerpo. Él solo se quedó con su impecable traje, en el auto se abrigaría.

—Gra-cias —susurró, entrecerró los ojos y estornudó tres veces. Justin se preocupó aún más, tomándola delicadamente del brazo y llevándola hasta su auto.

—Iremos a mi departamento —abrió la puerta del copiloto y la ayudó a entrar. —No quiero que te niegues. De todas formas te llevaré y lo sabes mejor que yo —dijo seriamente.

Rodeando el auto rápidamente, entró al asiento del conductor, abrochó el cinturón de seguridad y puso la calefacción, conduciendo en silencio sin pronunciar otra palabra. De vez en cuando le daba algunas miradas discretas, Kelsey se mantenía recta en su asiento y mirando hacia el frente, ignorando que está en un lugar cerrado con él. Y sabía que había sido mala idea no negarse a subirse al auto, pero prefería eso a seguir muriendo de frío.

Justin había salido de la empresa luego de una larga jornada de trabajo, había tenido muchas reuniones, juntas e incluso una pequeña entrevista. Ni siquiera tuvo tiempo de almorzar o hacerle una llamada a Natalie, de todas formas le dejó un mensaje. Ya eran pasadas de las seis, Justin sabía que su novia no regresaría hasta más tarde —iba ayudarle a una prima con su boda—, y eso lo agradeció infinitamente.

Tendría tiempo a solas con Kelsey para poder hablar y cruzaba los dedos para que no se quedase callada. Aunque no estaba seguro de ser el momento adecuado para tocar algunos delicados temas.

—¿A dónde me llevarás? —frunció el entrecejo, mirándolo por el rabillo del ojo.

—Iremos a mi departamento —dijo sin voltear a verle.

No volvieron a dirigirse la palabra, el silencio no era incómodo pero tampoco muy cómodo, ambos estaban hundidos en sus propios pensamientos. El ojimiel aparcó el auto en el estacionamiento, estiró la mano y tomó un paraguas lo bastante grande para taparlos a los dos.

Agarró la pequeña y atractiva cintura de la castaña, pegándola a su cuerpo y caminando juntos hasta adentrarse en el edificio de apartamentos. Entraron al ascensor sin decir absolutamente nada, Kelsey mantenía cierta distancia y Justin se resistía para no agacharse hasta quedar a la altura de sus labios y besarla con hambre, fuerza, deseo y necesidad.

Trató de controlarse contando hasta diez, agradeció que las puertas del ascensor se abrieran, y salieron al unísono, Kelsey le seguía por detrás. El aire caliente los recibió, la castaña aún estaba tiritando del frío y se cubrió aún más con el enorme abrigo. Justin notó que seguía temblando y se dirigió hacia la chimenea, encendiéndola.

—Ven aquí —susurró con un tono suave. Rodeó nuevamente su cintura, dirigiéndola hacia la chimenea y sentándola frente a ella. —Buscaré algunas frazadas y ropa seca para ti.

—No... es necesario —lo miró a los ojos. —Solo necesito frazadas, estaré bien así.

—Por supuesto que no —negó con la cabeza. —Te podrías enfermar y no quieres eso, ¿o me equivoco? —enarcó una ceja.

—Ehh no. Pero no tengo ropa aquí —balbuceó. —Las frazadas son suficientes, Justin. No es necesario la ropa.

—Soy demasiado terco para dejarte así —bufó. —Te cambiarás esa ropa, no quiero que te enfermes.

La dejó con la palabra en la boca, perdiéndose en los pasillos que dirigen hacia las habitaciones y preguntándose porqué se preocupaba por ella, no debería hacerlo. «¿Acaso aún le importo?» se cuestionó mentalmente, batallando con su subconsciente. No admitiría que le importa, eso le haría pensar que aún tenía sentimientos por ella.

Justin se despojó del traje mojado que traía puesto, buscó algo más cómodo y abrigado, echando la ropa mojada en la secadora. Sacó un pequeño cajón que había escondido muy bien, éste contenía algunas prendas viejas de Kelsey y regalos que jamás recibió cuando se marchó.

Y salió de la habitación con las frazadas y la ropa seca.

—Aquí tienes —le entregó unos jeans y una blusa de mangas largas, junto con unos vans rojos, y un abrigo grande de seda. —Espero que aún te sirva, aunque no haz cambiado demasiado.Te prestaría ropa interior pero tus pechos han crecido y tu trasero también —mordió su labio inferior, sonriendo con diversión.

Escondió el rostro entre sus cabellos para que no se le notase el enrojecimiento, Justin sonrió ampliamente al notar que aún causaba  efectos sobre ella.

—Eres un morboso —susurró sin mirarlo. —No deberías fijarte en esas cosas.

—Es inevitable —la miró detenidamente, con una mirada pícara.

—¿Intentas coquetear conmigo? —arqueó una ceja, algo sorprendida. —Si es así, estás haciéndolo mal —se levantó del piso, tomando la ropa.

—Te logré conquistar con esas tácticas —rió, cruzándose de brazos. —¿Por qué ahora son fallidas?

—Porque no somos adolescentes, ni recién nos conocemos. Y tenemos parejas.

—Lo sé —dijo con una sonrisa torcida. —Solo quiero dejarte dicho que estás más guapa. Muchísimo más hermosa —murmuró, dándole una mirada rápida y disimulada a su cuerpo. Provocando que volviese a sonrojarse.

—Gracias... supongo —frunció el entrecejo, mirando hacia otra parte. Esquivando la penetrante mirada del ojimiel. —¿Dónde puedo cambiarme?

—En el baño que está a la izquierda de la habitación para huéspedes.

—Okey, gracias —asintió con la cabeza, pasando por su lado. Se detuvo cuando sintió que le hablaba muy cerca del oído.

—Haré chocolate caliente, ¿quieres una taza? —dejó escapar un suspiro. Podía oler su aliento mentolado y aquel embriagador aroma varonil.

—Sí, por favor. Y si no es mucha molestia, que tenga leche.

—De acuerdo.

Volvió a caminar por los pasillos, dejando la tensión a un lado y concentrándose en no dejar que la situación se escapara de sus manos. Justin la ponía nerviosa e inquieta, él lo sabía a la perfección pues lo hacía muy notable.

Echó pestillo a la puerta del baño, se quitó toda la ropa mojada excepto las bragas que no estaban muy mojadas y el sostén estaba muy empapado de agua, así que lo dejó a un lado. Miró detalladamente las prendas, eran bastantes bonitas y cómodas.

A pesar de que se había cambiado con ropa limpia y seca, seguía temblando y cuando se vio al espejo, tenía la nariz muy roja y los ojos llorosos, todo a causa del frío. Envolvió su cuerpo en el abrigo de seda, calmando un poco los temblores y saliendo del baño con la ropa mojada, dejándola en la secadora.

—¿Kelsey? —le llamó desde la cocina.

—¿Si? —contestó sentándose en suelo y frente a la chimenea.

—¿Deseas algunos panecillos? —asomó la cabeza por el mostrador. —Los compré recién hechos.

—Uhmm claro —le sonrió levemente. Colocó sus manos cerca del fuego para calentarse mejor y se acurrucó entre las frazadas, mirando fijamente el fuego.

Luego de dos minutos Justin se acercó con una pequeña bandeja y la dejó en suelo y seguido acto, sentándose al lado de Kelsey.

—Está rico —musitó, tomando la taza entre las manos y dándole un largo sorbo. —Y los panecillos también.

—Me alegra de que te gusten —sonrió mirándola. —¿Por qué caminabas sola en medio de esa tempestad?

—Pues dejé mi auto en casa. Pensé que el día recurriría soleado, no me imaginé que lloviera de esa forma.

—Debes tener más precaución la próxima vez —negó con la cabeza. —Un auto pudo haberte chocado o mucho peor. Sé más cuidadosa Cassey.

—Lo seré —hizo una mueca. Justin la miró detenidamente por el rabillo del ojo, pudo notar que seguía temblando.

—Kelsey —susurró lo suficientemente alto para que escuchara. —Ven aquí y deja eso que tienes en la mano.

Justin dejó la taza de ambos nuevamente en la bandeja y abrió sus brazos, Kelsey lo miró anonadada. Ella no permitiría que tuviesen ese contacto físico.

—No me mires así y ven aquí —extendió más los brazos. —Sabes que no tienes que tener miedo.

—Creo que no es conveniente —miró el piso, evitando la mirada del ojimiel.

—Estás temblando demasiado. No seas tan terca, Kels.

—Ya se me pasará —apretó los labios. Conteniendo las ganas de tirarse en sus brazos y absorber todo su calor. Sentirse acogida y protegida.

Él no dijo nada más, simplemente le quitó la frazada y jaló despacio su brazo, haciendo que cayese encima de él. La abrazó con fuerza para que no tuviese la oportunidad de zafarse, hizo un espacio entre sus piernas  y la acomodó mientras cubría a ambos con la frazada. Kelsey tomó una bocanada de aire y se dejó llevar, envolviendo las piernas alrededor de la cintura de Justin.

Apoyó la cabeza en su pecho y éste le acariciaba el cabello, disfrutando del íntimo momento, se abrazaban mutuamente. Justin se sentía completo, feliz y cerró los ojos disfrutando del momento, Kelsey podía escuchar perfectamente los latidos de su corazón y simplemente se relajó, dejándose abrazar y ella abrazándolo de la misma manera. Ambos necesitaban ese abrazo, sabían que no lastimarían a nadie haciendo eso.

Poco a poco dejó de temblar, ahora se sentía más acogedora e incluso sintió un gran alivio.

—Mis brazos siempre te abrigarán —susurró en su oído, abrazándola con más fuerza, haciéndole saber que no quería dejarla ir. Nunca más.

—Extrañé tus abrazos —habló sobre su pecho. Justin sentía pequeños brincos en el estómago, el corazón le latía más rápido de lo normal.

—Y yo te extrañé a ti, ángel —besó su cabeza. Y la extrañó como nunca llegará a imaginarse, las noches eran frías y oscuras sin ella.

—Ángel —repitió ella en voz baja. —¿Aún sigo siendo tu ángel? —levantó el mentón para mirarlo mejor a los ojos.

—Sí —echó un mechón detrás de su oreja. —Eres la única persona para mí, que es digna de ese nombre. Siempre serás mi ángel, solo mía ángel.

—¿No haz llamado a nadie más así? —frunció el entrecejo confundida.

—Claro que no. ¿Por qué razón lo haría? —alzó ambas cejas. —Tiene un significado especial, porque tú eres especial.

—Justin... —suspiró profundamente. —¿Por qué estamos así?

—Porque ambos lo necesitábamos.

—Nos puede causar daño. Lo sabes, ¿no?

—Y estoy muy consciente de ello —acarició su mejilla. —Pero no me importa. Necesitaba abrazarte una vez más, tenerte así... demonios. Quiero tenerte así siempre —confesó inconscientemente. Pegó sus frentes y se quedaron mirando fijamente a los ojos, él acariciaba sus mejillas.

—Ya no podemos devolver el tiempo —murmuró, apretando los labios. —Si tendrías la oportunidad de cambiar algo del pasado, ¿qué sería?

Siempre había tenido esa duda y Justin es el único que puede responderla, quería saber si en verdad se arrepintió. Si enserio quisiera cambiar todas las veces que le hizo sentir miserable.

—Volver a tenerte entre mis brazos —miró directamente a sus ojos grises. Hablando con total sinceridad. —Y jamás dejarte ir. Decirte lo importante que eres, que por ti hubiese hecho hasta lo inexistente y también... decirte lo mucho que te amaba. Nunca debí dejarte ir, nunca —ahuecó sus mejillas, acercándola más a su rostro. Los ojos mieles brillaban, ella pudo notar el dolor en ellos. —Porque para mí lo eras todo, tú eras mi todo. Mi complemento, la razón por la cual sonreía.

Aquellas palabras habían tocado el fondo para Kelsey, le estaba costando respirar y podía sentir el nudo en la garganta aproximarse. Estaba consiente de que si confesaba lo que tenía guardado, hablaría cosas de más y no era momento de sincerarse por completo.

—Yo también debí haber cambiado muchas cosas —lamió sus labios. —Sé que cometí muchos errores, ambos lo hicimos. Pero debemos superarlo, es cosa del pasado. ¿Por qué lo haces tan difícil todo el tiempo? —dijo con un hilo de voz.

—Tú eras perfecta, en todos los sentidos. Fui yo quien cometí el error de perderte y aún sigo pagando el precio —cerró los ojos unos segundos. —Y sí es difícil. Es tan jodidamente difícil olvidar a la única persona que me quería por como soy, con todos mis demonios y mis imperfecciones.

—Natalie te quiere mucho y puedo verlo en sus ojos. Y sé que también la quieres, porque es una buena chica y te aceptó como eres Justin —negó despacio con la cabeza. —Lo que pasa es que te sientes mal por lo que hiciste. Debes dejar ese rencor por ti mismo que llevas dentro, de lo contrario no lo vas a superar.

—He tratado de dejarlo ir, miles de veces —bufó frustrado. —Pero hay cosas que me lo impiden, y por las noches apenas concilio el sueño. No puedo superarlo, no se me hace fácil.

—¡Eres muy terco Justin! —exclamó a punto de estallar. —¡Tú y yo nos hemos superado! ¡Acéptalo, maldita sea! ¡Nada es para siempre!

—¡Nos hicimos demasiadas promesas! —subió un poco el tono de voz, respirando pesadamente. —¿Olvidaste todo lo que nos prometimos? Siempre he cumplido mis promesas y por eso no lo he superado. Porque hice promesas que no logré cumplir, y debí haber cumplido. Por ti, por mí y por lo que fuimos.

—Las promesas están para romperse —susurró con un tono dolido.

—No es cierto  porque yo no he roto ninguna de ellas. Porque yo sí sé cumplir —murmuró cerca de sus labios. —Las nuestras eran irrompibles.

—Mientes —lo miró directamente a los ojos. —Lo hiciste hace mucho tiempo, las rompiste todas.

—Tienes razón —sonrió con amargura. —No las cumplí y enserio me arrepiento. Y nunca podré perdonarme por eso.

—Mereces perdonarte —acarició con delicadeza su mejilla. —Yo lo hice. Te perdoné todo, absolutamente todo.

—¿Y entonces, qué hace un rey en la cama sin su reina? —rozó sus labios, muy lentamente. —¿Qué hace la luna sin las estrellas? ¿Y qué hago yo sin ti?

—¿Ahora eres filósofo? —acortó la distancia, soltando una pequeña carcajada. Aún así estaba maravillada por sus palabras. —Uhmm es algo nuevo en ti. Me sorprendes.

—Leer libros hace que suene como uno —sonrió. Ambos volvieron a quedarse serios, meditando todo lo que se habían dicho. —Te juro que me estoy controlando. Son tan malditamente tentativos —susurró, acariciando el labio inferior de ella con su dedo pulgar.

Lentamente fueron acercándose, en ningún momento cerraron los ojos y aunque sabían que lo que harían estaba mal, se arriesgarían. Puede que después haya graves consecuencias, pero en ese preciso instante no les importaba, ni siquiera le dieron muchas vueltas al tema. Creían que era necesario, así tal vez podrían averiguar qué sentimientos renacían o si ya habían muerto.

Y también sabían que un beso podría romper cada uno de sus límites, llevándolos al abismo de la perdición. Nada perderían intentándolo.

Sus respiraciones se mezclaban, los labios se rozaban con lentitud para saborear el momento, con los ojos cerrados y el corazón latiendo a mil por hora, rozaron las narices a punto de acortar la distancia. Justin tomó su rostro entre las manos y estaba decidido a romper los pocos centímetros, para así devorarle la boca con besos hambrientos, deseosos. Nada en el mundo lo detendría, rompería los esquemas.

Y antes de poder dar el último paso a la tentación, una voz los interrumpió abruptamente y les hizo sobresaltar, separándose inmediatamente.

—¡Just, cariño, ya llegué! —cerró la puerta, tirando las llaves en el mostrador. —¿Dónde estás? Traje unos capuchinos.


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