Paso una semana desde que termine con Liam y para ser franca no lo he superado... del todo. Por esa razón decidí ir a esa fiesta en la que sé que estará y comprobarle que es pasado, aunque en realidad no es cierto.
—Pareces monja— comenta Malia mirando mi outfit que consiste en vaqueros, blusa manga largo color vino y tenis blancos.
—Afuera hace frio Malia— reniego. Malia estaba a punto de contestar, pero Lydia interpuso gracias a Dios.
—Usa este, yo te lo presto y por el frio solo usa medias negras y botas altas— dice alzándome un mini vestido color negreo con escote en forma de corazón. Resoplé y me metí devuelta al baño para ponérmelo.
El vestido llega arriba de las rodillas que casi no cubre mis muslos, pero con las medias me siento menos descubierta, las botas son relativas cómodas y la chaqueta negra de cuero sirve mucho con el frio. Como toque final Lydia insistió en ponerme labial rojo vivo.
—Me siento prostituta— mi comentario irrito a Lydia.
—Verse sexy no significa que eres prostituta— decidí en solo sonreír en manera de agradecimiento mientras continuaba de rizar mi cabello. De todas maneras, cuando Liam me vea se volverá loco.
(...)
Música a todo volumen retumba por todo el lugar mientras la gente baila por toda la casa. Lydia me guía hacia al patio donde se puede respirar aire frio.
—Bien iré por bebidas...Malia no golpees a nadie— dice mirándola con una ceja alzada. Malia resopla antes de asentir —Y (T/N) cuídate de los morbosos ebrios, note que varios no dejaban de verte.
No mentía, desde que entramos sentí muchas miradas sobre mí.
Cuando Lydia volvió con las bebidas, Ella y Malia mojitos y para mi trajo un trago de tequila. Ella al notar mi desagrado rodo los ojos.
—Dijiste que querías divertirte, con uno de estos podrás hacerlo más relajada.
No creo que relajada sea la palabra correcta.
Puso la bebida en mis narices y la acepte, respire hondo y tome el trago sin pensarlo más. El liquido viajo por mi garganta dejando una sensación caliente y de inmediato me sentí algo mareada. Mi cuerpo no esta acostumbrado al alcohol, y esto es en verdad fuerte.
La música llego a mis oídos y comencé a moverme al ritmo de ella. No sé cuánto tiempo pasa, pero sentí un par de manos sobre mi cintura que se movía a la sintonía de mis caderas.
—Veo que eres buena bailarina— una voz ronca susurro a mi oído. No me importo saber quién era solo seguí bailando con el detrás mío.
Veo a Lydia y Malia a lo lejos quienes me miraban con una sonrisa que luego fue remplazada por unas expresiones de miedo. De pronto las manos del chico abandonaron mi cintura acompañado con un gemido de dolor. Volteé y por sorpresa encontré al chico tirado en el suelo y a Liam con sus manos formados puños.
—¡Aleja tus mugrosas manos de ella!
—¿¡Pero que te pasa!? Intente acercarme al chico, pero Liam me jala de la muñeca.
—Suéltame— no dijo nada y no soltó mi muñeca.
—Suéltame Liam.
En cambio, me acerco a el y me subió sobre sus hombros. Me cargo fuera de la casa y cuando estuvimos lo suficiente lejos me bajo.
—Eres un- — sus labios se estamparon sobre los míos cortando mi oración. Me besaba con ferocidad, lo intenté, pero me pude contener al exquisito sabor de sus labios.
Al romper el beso me miro directo a los ojos con la respiración agitada.
—No pudo entiendes, no puedo ver como un idiota te toca de la manera que solo yo puedo.
—Tu terminaste conmigo.
—Lo hice porque quería protegerte.
—¿Protegerme de qué?
—De mi... de lo que soy, mi mundo.
—Liam no es tu culpa que seas un hombre lobo.
—No soportaría si te pasara algo.
—Sé que estarías para protegerme— me miro por unos segundos para después volver a unir nuestros labios.