Atary [Pecados Capitales] #1

By karlee_dawa

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Laurie es una joven de dieciocho años educada bajo una serie de reglas inculcadas por su autoritaria madre: N... More

Importante
Tráiler oficial + Premios + Nota
0. 1868
Capítulo 1
Capítulo 2
Publicación de Atary en físico
PUNTOS DE VENTA DE LA TRILOGIA MODIFICADO

Capítulo 3

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By karlee_dawa

Al día siguiente me dirigí con prisa a la clase que me tocaba, donde Atary me había guiado el día anterior. Dentro ya se encontraban algunos estudiantes que conversaban sobre una serie de televisión que al parecer era nueva y otros sobre una fiesta que al parecer iban a celebrar en alguna habitación. Mientras terminaba de sacar los materiales para la clase, busqué disimuladamente con la mirada a Atary pero, al parecer, todavía no había aparecido.

Suspiré. Decidí subrayar algunas hojas de mi libro de la asignatura que me tocaba a continuación y repasé mentalmente la conversación que había mantenido con mi madre durante la noche, donde me preguntaba si había cumplido lo acordado con ella.

Me sobresalté al escuchar una silla chirriar al moverse del suelo y me giré, observando como Atary se sentaba en la otra esquina, en el que parecía su asiento preferente. Dudosa, me debatí mentalmente sobre si acercarme o no a agradecerle en persona la ayuda que me había brindado pues debía de reconocer que me había salvado y además había chocado con él y después había salido corriendo sin mirar atrás. Pero mi cuerpo se mantuvo rígido al observar a las dos chicas que se habían burlado de mí y como la que me había hablado se acercaba y le susurraba algo a Atary antes de sentarse en su asiento y mirarme con aire triunfal.

Avergonzada, tapé parte de mi rostro con algunos mechones y disimulé subrayando un poco más de texto antes de volver a mirar a Atary, el cual se encontraba tecleando algo en su teléfono móvil. Parecía un tema serio, sus cejas negras se juntaban formando unos pliegues sobre su frente y estaba mordiendo de forma inconsciente parte de su labio inferior.

Era un chico realmente guapo pero parecía peligroso, seguramente de ese tipo de chicos que aparecían en las novelas que mi madre no me dejaba leer, donde fumaban, asistían a fiestas y hacían carreras o apuestas ilegales para ganar dinero. Sin olvidarme del hecho de seducir a chicas y llevárselas a la cama para después ignorarlas. Y bien sabía yo que no era el tipo de chico que buscaba y mucho menos aceptarían mis padres. Yo quería un novio apuesto, inteligente y maduro cuyos objetivos en la vida fueran trabajar y formar una familia, aceptando el hecho de que yo fuera una chica creyente y practicante y respetara mi deseo de llegar virgen al matrimonio. Además, mi madre tenía otros planes, ella quería a mi vecino Richard como futuro marido y cuando algo se le metía entre ceja y ceja, nadie podría pararla hasta conseguirlo.

Suspiré. Quise tener un arranque de valentía y acercarme pero me sentía presionada y observada por esas chicas. Atary parecía leer mi mente porque en ese instante sus ojos conectaron con los míos y mi corazón empezó a latir con fuerza, por lo que bajé la cabeza y sujeté mi dije con fuerza, tratando de calmarme.

Por suerte el profesor no tardó en aparecer y empezamos un tema que él denominaba candente en la actualidad: Motivos que generan bestseller entre el público femenino.

Al finalizar la clase terminé de anotar las últimas palabras del profesor y comprobé que parte de los estudiantes ya se había ido pero Atary permanecía sentado con total parsimonia, guardando sus cosas en su oscura y sencilla mochila.

Miré a mi alrededor y suspiré para mis adentros, tratando de mentalizarme sobre que nadie se burlaría de mí y estaba haciendo lo correcto porque hay que saber valorar y agradecer los buenos actos de las personas.

Me acerqué con cautela hasta donde se encontraba sentado y jugueteé con mis mangas antes de lanzarme a hablarle, era realmente complicado pues las piernas me temblaban como gelatina y sentía sudores fríos recorriendo mi piel.

—¿A-atary?

Al escuchar mi voz vacilante elevó su rostro y me quedé atrapada al observar como sus pupilas se dilataban, produciendo un efecto hipnótico pero, sobre todo, cuando tragó saliva y aprecié como descendía su nuez de Adán.

—¿Sí? —preguntó con esa voz ronca y arrastrada tan magnética que tenía.

—Y-yo...gra-grac...

—¡Laurie!

Me sobresalté al escuchar una voz chillona y nasal proveniente de la entrada de la clase y comprobé que se trataba esa chica que había decidido humillarme y tomarla conmigo sin conocerme de nada. Roja por la vergüenza, supuse que tenía interés en Atary y yo estaba entorpeciendo su camino sin desearlo.

Quise escapar de allí y salir huyendo pero mis pies no me lo permitieron. No estaba preparada para que me humillara de nuevo y mucho menos en presencia de Atary. Pensaría que soy una chica tonta e insegura que no sirve para nada.

—Así que estás aquí —continuó ella clavándome sus uñas de porcelana en el brazo—. Estaba buscándote para invitarte a la fiesta que va a celebrar una de mis amigas. Tú también estás invitado —añadió mirando a Atary, pestañeando sin parar.

—Gracias pero no. Tengo cosas que hacer —respondió con un tono monótono, levantándose de su asiento con la mochila a cuestas.

Al quedarse de pie junto a nosotras aprecié que nos sacaba como dos cabezas de altura y el aroma que albergaba su jersey negro penetraba mis fosas nasales, relajando la tirantez de mi cuerpo sin ni siquiera darme cuenta.

—Una lástima... Katalin asistirá ¿Y tú? —preguntó ella mirando en mi dirección, elevando una ceja.

—Y-yo...yy-o...

—Ella tampoco va a poder —sentenció él—. Tenemos que hacer juntos un trabajo.

—¿Un trabajo? Pero si no...

—No sabía que ahora controlabas mi vida —le respondió tajante—. Y te agradecería que dejaras de hacerlo, Sophie, es molesto y perturbador. No me gusta que me acosen —y añadió antes de desaparecer—. Te tolero por ser amiga de Katalin, nada más.

Asombrada por el rumbo que había tomado la conversación y como la chica se había puesto roja por la furia o la vergüenza, decidí apresurarme para seguirle. Si me quedaba quizá se desahogaría conmigo y me humillaría todavía más, algo que Atary no podría controlar porque había decidido marcharse.

—¡A- Atary! —chillé ruborizada al ver que iba a desaparecer por uno de los pasillos—. ¡Es-espera!, por...por favor.

Complacida, observé como se detuvo y esperó a que me quedara a su lado para continuar su ruta hasta la siguiente clase. Su cuello tenía una vena hinchada que le otorgaba un aspecto más amenazante del que ya tenía y parte del tatuaje que se asomaba por la zona libre de su cuello brillaba con fuerza ante las luces situadas por el pasillo.

—Gra-gracias —musité bajando la cabeza.

—¿Por? —preguntó arqueando sus cejas.

—La...la ayu-uda. Esa chi-chica...

—Es realmente molesta, lo sé —respondió sonriendo de forma ladeada—. Pero terminará cansándose, no te preocupes.

—¿Por qué...?

—¿Por qué quería invitarte a la fista? Seré sincero, seguramente querría aprovechar la enorme masa de gente que va a haber para humillarte. La ha tomado contigo y querrá destruirte pero estate tranquila, no lo voy a permitir —respondió mirándome fijamente—. Por muy amiga que sea de mi hermana no tolero ciertas acciones.

—¿Tu her-hermana?

—Sí. Nos viste la mañana anterior en el comedor. Asiste a las clases de medicina.

Bajé la mirada avergonzada, no quería que pensara que le controlaba como esa chica o que le estaba acosando. Al recordar la mirada altiva de su hermana y su rostro hostil me entraron escalofríos. Si era amiga de Sophie no debía de caerle demasiado bien y no quería ganarme enemigas, yo solo quería encajar en la universidad y cumplir mis metas académicas tranquila.

Me sentía en una encrucijada. No quería mantenerme cerca de Atary por las consecuencias que eso podía traerme. Su presencia ya me estaba trayendo desventajas pero tampoco podía alejarme de él, pues entonces Sophie y su hermana aprovecharían para humillarme y no quería eso. Era una polilla volando hacia una luz que me atraía pero me mataría si me acercaba demasiado.

—No sabía que...y-yo lo-lo ssien-nto.

—No tienes que disculparte. Supuse que no eres de la capital y no conoces a muchas de las personas de la facultad.

—¿Tú e-eres de a-aquí? —pregunté acomodando un mechón anaranjado de mi cabello.

—Relativamente. Nací en Hungría pero mi familia estuvo un tiempo viviendo aquí antes de que yo naciera, así que decidieron regresar y nos instalamos hace unos años.

—Vaya... —musité—. Tienes un...in-inglés mu-uy bue-eno.

—Mi madre es muy estricta en cuanto a la educación, así que he crecido aprendiendo a hablar correctamente el idioma.

—¿Ha-hablas más i-idiomas?

Observé como Atary abría la boca para responder pero la pregunta quedó en el aire al darnos cuenta que la siguiente clase estaba a punto de comenzar.

—¿Y te ayudó de nuevo a enfrentarte a esa chica? —preguntó Ana antes de devorar un pedazo de carne y soltar un gemido de satisfacción al pasar su lengua por la salsa grasienta que soltaba.

—No hagas eso, Ana —la regañé—. Vas a ganarte las miradas indecentes de muchos chicos y pensarán mal de ti, que eres una chica fácil de llevar a su dormitorio.

—Relájate, Laurie. Me da dolor de cabeza cuando hablas como tu madre. —Gruñó poniendo los ojos en blanco y me apuntó con el tenedor—. Simplemente estoy saboreando esta jugosa comida y no puedo evitar expresarlo. Tú misma dices que es de bien nacido ser agradecido, pues yo agradezco profundamente que hayan decidido cocinar hoy carne a la barbacoa con patatas fritas. Seguro que querían compensar la mierda de comida de ayer.

—¡Ana! —protesté sabiendo que era así y no podía hacer nada para remediarlo—. Y sí... esa chica quería invitarme a una fiesta y él se interpuso como un caballero, quería impedir que se burlaran más de mí.

—El objetivo me parece bien pero no las formas, sabes defenderte tú solita y no necesitas que ningún chico se interponga como un caballero —respondió haciendo el gesto de las comillas con los dedos para enfatizar la última palabra—. Por suerte existe la coeducación y las princesas están siendo sustituidas por guerreras y mujeres empoderadas.

—Sabes que me resulta imposible... me bloqueo y no me salen las palabras. No soy como tú, Ann.

—Aprenderás, Lau. Sabes que aprecio a tu madre pero necesitas liberarte de sus garras de protocolo y religión y este es el momento perfecto. Respeto vuestras creencias pero no es todo blanco o negro. Puedes ser practicante y relajarte usando el móvil cuando tengas gana o saliendo de fiesta conmigo, ¡o liándote con Atary! —añadió sonriendo de forma perversa.

—Eso nunca —siseé antes de tragar una cucharada de sopa de verduras, atragantándome al pasar por mal camino.

—¿Así que la chica que va de diva por la vida es su hermana?

—Es la chica que se sentaba ayer con él, Katalin. Al parecer es amiga de Sophie.

—Dios mío, qué mal me cae esa chica —gruñó arrugando el ceño—. Es despreciativa con los gestos pero hablando es todavía peor. Encima acaba las frases con un toque irritante, como si fuera la única que supiera de conceptos sobre medicina. Definitivamente la mugre se junta con mugre.

—No blasfemes, Ann. Es hermana de Atary, quizá solo le gusta mostrar sus conocimientos.

—Ya claro —apostilló con amargura—. Mejor sigo disfrutando de mi plato, no vaya a ser que me entre dolor de estómago por nombrarla y no pueda terminarlo. Eso sí que sería pecado. Recuérdame que escriba a la iglesia para que lo apunten como mandamiento: "Amarás y disfrutarás de la carne por encima de todas las cosas" —respondió, y añadió después de tragar otro trozo—, del tipo que sea.

—No entiendo como mi madre permite que seas mi amiga, Ann —suspiré mirando de reojo a Atary, que acababa de entrar en el comedor y se movía con ese estilo suyo tan particular—. Eres opuesta a nuestros ideales y bromeas sobre la religión que practicamos.

—Porque no la sigo y muchas cosas que profesa la iglesia me parecen realmente exageradas y retrógradas. Pero sabes que te tengo mucho cariño y no lo hago para burlarme de ti. Eres mi mejor amiga, Laurie y me alegra que Atary te eche una mano con esa harpía hasta que tú aprendas a desenvolverte sola. Me jode no poder estar contigo más tiempo y ayudarte pero sabes que leer me aburre y prefiero aprender a combatir y prevenir enfermedades.

—Lo sé —sonreí agradecida—. A mí también me fastidia el poco tiempo que podemos estar juntas pero doy gracias al Señor que estés haciendo la carrera que te gusta y puedas contribuir con buenos actos de fe, salvando a las personas que lo necesiten.

—¿Sabes? Llevo unos días sintiéndome un poco revuelta. Me duele la cabeza por momentos y me cansa la vista. Además, es extraño pero es como si el olor de la comida fuera más intenso y algunos platos llegan a marearme. Y qué decirte de las colonias baratas que usan algunas personas, me dan ganas de vomitar, pero eso es normal, parece que se bañan en ellas.

—¡¿No estarás embarazada?!

—¡¡Qué dices túúúúú!! Como no sea del Espíritu Santo...igual soy la nueva Virgen María —dijo entre risas.

—No blasfemes, Ana. Es un tema serio.

—Serio es que pienses que estoy embarazada —respondió haciendo un puchero—. Te recuerdo que lo dejé con John hace más de medio año y no he estado con nadie desde entonces.

—Lo siento —musité al observar como pinchaba lo que le quedaba de comida con desgana.

—No te preocupes, ambas sabemos que era un idiota promiscuo. Seguro que el karma ha actuado con él y ya no se le levanta.

—Mejor hablemos de otra cosa. ¿Has ido al médico ya? O pregúntale a tu padre, seguramente sepa lo que es.

—Esperaré un par de días. Si no se me pasa lo haré. Es muy desagradable estar así —sollozó.

Miré de nuevo a Atary, que se encontraba dando un mordisco a su trozo de carne poco hecha, mientras que su hermana revolvía su ensalada con la mirada perdida. Al observar su negro pelo lacio y bajar la mirada hasta su cuello me detuve frente a su tatuaje. Nunca me había detenido a analizarlo y parecía interesante, como un símbolo. Era una especie de triangulo con círculos encadenados en su interior. Tenía que buscarlo en algún momento para hallar su significado.

—A veces me siento tan tonta... —expresé sin querer en voz alta al ver como Sophie se acercaba hasta ellos para sentarse al lado y le ofrecía a Atary la mejor de sus sonrisas.

Ana se giró al escuchar mis palabras, mirando en mi misma dirección, e hizo un gesto de desaprobación con su cabeza.

—Eso es la falta de confianza, Laurie. Estás en el medio perfecto para desenvolverte socialmente y adquirir habilidades comunicativas. No es tan complicado hablar y hacer amigos, basta con dejarte llevar y no temer el qué dirán. Los que te aprecien se quedarán a tu lado, como yo.

—Gracias. Haces que parezca sencillo —suspiré ignorando las punzadas en mi estómago.

—Lo es. Quiérete y te querrán, valórate y te valorarán. Eres especial, Laurie —sonrió—. Eres luz.

Terminamos de comer y asistimos a nuestras últimas clases. Por suerte, Sophie no se volvió a acercar hasta mí pero varias veces me revolví incómoda en el asiento al sentir las penetrantes miradas de Atary sobre mi espalda.

Cansada, salí del aula con la mochila a cuestas y me centré en pensar en los siguientes pasos que iba a realizar nada más llegar a mi habitación. Tenía que darme una ducha, adelantar materia estudiando un par de hojas de cada asignatura y pasar los apuntes del día actual a limpio.

Estaba tan ensimismada con mis pensamientos que no me di cuenta de la oleada de gente que se amontonaba a la salida de la facultad, terminando por chocar con alguien. Al levantar la vista esperé que no fuera Atary, bastante ridículo había hecho ya, pero me encontré con un chico diferente, algo más bajo y con el pelo castaño y desenfadado. Al mirar hacia sus ojos tragué saliva con fuerza, uno de ellos era verde y el otro azul. Era inquietante.

—Lo s-siento —susurré con las mejillas encendidas.

—No pasa nada —respondió él con voz pausada.

Me había quedado tan inmóvil que mis ojos no podían dejar de mirar su rostro. Si bien sus ojos habían conseguido captar mi atención, los piercing de metal que llevaba en sus labios me generaban especial interés, en el pueblo de Luss nadie los llevaba.

—¿Estás bien? —preguntó de repente jugando con uno de ellos.

—Ssí —respondí meneando la cabeza—. Ten-tendré más cuid-dado. Ad-diós.

Al regresar a mi habitación cerré la puerta y me tiré en la cama recordando lo sucedido estos días. No sabía cómo lo hacía pero parecía que tenía un imán especial para conocer chicos potencialmente intimidantes y peligrosos, y eso me inquietaba. 

No estaba preparada para todo lo que iba a suceder.

Gracias a todxs lxs que me apoyáis, comentáis o votáis. Me hace muy feliz ver como os está gustando y tenéis el mismo entusiasmo que yo jaja 

Cualquier impresión, teoría conspiratoria o pensamiento que tengáis no dudéis en decírmelo y recordar que tenemos grupo de Facebook donde aviso de cuando subo capítulo y podéis ver los memes que hacen algunas de mis Dawer. 

¡Nos vemos en el próximo capítulo!

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