Praise of death(Hyungki)

By suukun

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"¿Estás realmente viviendo? No, estoy deseando morir para vivir de verdad." Chae Hyungwon, estudiante de lite... More

Parte 1
Parte 2
Parte 3
Parte 4
Parte 5
Parte 7
Parte 8
Parte 9

Parte 6

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Makpo, 1926.

Dos golpes en la puerta desconcentraron a Hyungwon de sus actividades, el alto levantó su vista cansada y recibió a uno de sus trabajadores quien llevaba en sus manos el periódico de ese día. Agradeció y esperó a quedarse solo nuevamente para comenzar a leer, sus ojos se paseaban por los titulares principales hasta que una foto llamó su atención, en la tercera hoja, en la columna central de la derecha, Kihyun aparecía elegante y más guapo que nunca en aquella foto a blanco y negro, acompañado del título en negrilla "El cantante Yoo Kihyun se presentará en Dansungsa".

Las manos de Hyungwon temblaron mientras apretaba más el papel entre sus largos dedos, fue inevitable que los recuerdos no regresaran a él con fuerza, como las olas golpeando la orilla. La voz de Kihyun resonó en su cabeza tan fresca como si estuviera allí mismo, a su lado, suave y serena, encantadora, porque ese hombre contaba con la mejor voz del mundo incluso cuando solo hablaba.

"Si tengo la oportunidad de cantar aquí en un futuro, ¿vendrías a verme? Ayúdame a no estar nervioso".

Aquellas palabras habían sido dichas por el mismo Kihyun cinco años atrás, todavía tenía fresco el recuerdo de aquella salida, el como los ojos del cantante habían brillado mientras miraba el enorme escenario, soñando despierto por un futuro que en ese entonces solo parecía un sueño lejano. Hyungwon terminó sonriendo orgulloso, porque al menos uno de los dos estaba cumpliendo su sueño, y en su mente divagó la idea de cumplir su promesa o ignorar la noticia, ¿qué tanto mal podría hacerle a ambos si volvían a verse? Consideró que tal vez, quizá, si iba a verlo sin hacer notar su presencia, entonces todo sería mejor.

Para la fecha, el escritor tomó un tren que lo llevó a la ciudad, el lugar se veía incluso más grande estando lleno de gente. Se ubicó en uno de los balcones, muy lejos del escenario para pasar desapercibido y escuchó embelesado a Kihyun cantar tras el micrófono después de tanto tiempo. Las notas altas de aquel tenor, la tristeza con la que cantaba las letras, provocaban en Hyungwon emociones muy fuertes, la piel de sus brazos de había erizado y sus ojos brillaban observando a la pequeña figura muchos metros más allá.

Kihyun no había cambiado, seguía estando tal y como lo recordaba y aquello le dolía. Su corazón dolía. ¿Le habría extrañado tanto como él lo hizo? ¿Aún lo recordaría? ¿Aún pensaría en él? Hyungwon mantenía su vista fija, sin parpadear, en cada movimiento que el más bajo hacía, allí donde brillaba tanto que su presencia parecía abarcar más de lo que el enorme escenario podía contener.

El alma de Hyungwon lloró, lloró por estos cinco años de distancia, era como si el tiempo en vez de borrar sus recuerdos, solo acrecentaran su anhelo; sus deseos de volver a verle no menguaban con el pasar de los días, solo se extendían por el vasto campo de sus memorias reminiscentes.

Cada hoja de papel que fue arrugada entre sus manos antes de ser enviada al dueño de su inspiración, cada gota de tinta dejada con un propósito no cumplido, cada una de sus palabras jamás enviadas a su destinario, regresaron a él como un viento gélido que le congeló en su puesto. Kihyun, aquel extraño hombre, demasiado orgulloso, demasiado obvio, demasiado solícito, demasiado hermoso, había regresado a él como si el destino quisiera burlarse en su cara.

Hyungwon disfrutó de los últimos minutos de paraíso que le quedaban, antes de darse la vuelta y salir de allí con el mismo sigilo con el que había llegado. No necesitaba nada más, a Kihyun la vida le estaba tratando bien y eso era todo lo que requería saber para seguir adelante con su infierno personal.

Cada paso que daba entre las calles abarrotadas de gente, eran como una aguja que se enterraba en su pecho, cada vez más lejos, más doloroso, Hyungwon había salido del teatro con una única idea en su cabeza, nunca más intentaría volver a escribirle a Kihyun, porque él estaba bien sin él.

—¡Hyungwon! —Sus largas piernas se detuvieron ante el llamado de su nombre, reconociendo la voz que le nombraba. —¿Eres tú, verdad?

Las pupilas de Hyungwon temblaron, su cuerpo vaciló y su voz se esfumó, agachó la cabeza no queriendo girarse, su corazón latiendo tan fuerte como hacía unos minutos. Le tomó algo de tiempo recoger la voluntad para darle la cara, afrontando al otro hombre unos metros más allá.

—Kihyun...

Un par de pasos por parte del cantante los acercó más, Kihyun boqueaba, sus labios se movían como si tratara de formar en su lengua las palabras que tenía atoradas en su garganta. Ambos se miraron fijamente a los ojos, Hyungwon con paciencia, esperando, Kihyun inquieto, sobrecargado de emociones.

—Cuanto tiempo, ¿cómo has estado? —Otro par de pasos más acortaron la distancia nuevamente. —¿Tienes unos minutos?

De aquella forma, tan simple y fantasiosa, los dos terminaron caminando por la ciudad, tranquilos, serenos, como si el tiempo no hubiera pasado entre ellos, como si aún estuvieran en Tokio luego de los ensayos. Hyungwon con las manos en los bolsillos, Kihyun tratando de contener la sonrisa.

—Escuché que estás trabajando en el negocio familiar en tu ciudad natal, Seungcheol dijo que estabas muy ocupado, incluso para responder a sus cartas.

—Seungcheol, al final de cada carta, siempre me pregunta "Hyungwon, ¿estás escribiendo todavía?", no soy capaz de responderle que he estado firmando papeles y documentos en lugar de escribir literatura.

Kihyun agachó la mirada ante la respuesta, Hyungwon se detuvo en seco, se ubicó frente al más bajo y sonrió suavemente. Tampoco anhelaba convertir el momento en algo incómodo. —Te veías increíble en ese escenario hoy.

Kihyun volvió a levantar la vista. —Gracias por recordar la promesa de venir a verme.

—No te veías nervioso de todas formas, parece que no me necesitabas.

Kihyun sonrió más amplio. —Ya no me siento nervioso por cantar en un escenario, sin embargo... —Hyungwon lo miró curioso, Kihyun deshizo la sonrisa y lo miró directo a los ojos. —Al verte hiciste que mi corazón se acelerara, porque me estabas viendo. Yo... pensé que podría olvidarte, y pensé que lo había logrado, pero me impactó demasiado cuando te vi en la audiencia, y mi corazón latió más rápido que con cualquier otra presentación en mi vida cuando te vi marcharte nuevamente, dejé todo y salí corriendo tras de ti. Al final parece que no he podido olvidarte.

Hyungwon apretó los labios, su mirada anhelante parecía ser capaz de quebrarse en cualquier momento, Kihyun no se daba cuenta de lo que esas palabras habían causado, porque Hyungwon en aquel instante sintió que podría volver a soñar.

Dio un paso, dos, y sus brazos se cerraron al rededor del pequeño cuerpo hasta acunarlo contra su pecho, teniendo que agacharse para poder susurrarle al oído. —No lo hagas, no me olvides, porque yo tampoco creo poder hacerlo.

Kihyun soltó la primera lágrima de la noche mientras sus manos se levantaban y rodeaban el delgado cuerpo. Cinco años que parecían veinte, ahora de repente no eran nada.

—Te escribiré. No tienes que responderle a Seungcheol, pero estaré esperando por tu respuesta.

—Está bien.

—Hyungwon, agarra de nuevo tu pluma, me gusta como escribes.

Trató de sonreír, el escritor en verdad intentó hacerlo, pero sus lágrimas terminaron acompañando el paisaje mientras sus brazos se ceñían en el otro con más fuerza.

***

Kihyun llegó a su casa después de visitar la emisora en donde había trabajado la última vez. Su pago había sido tan poco que no iba a alcanzar para cubrir las necesidades en su casa, además que las palabras de su jefe seguían resonando en su memoria. Sabía que un día llegaría el momento en que sus canciones no iban a gustar más, la gente ya no escuchaba tanta música clásica, su jefe le había pedido que cantara cosas con las que la gente pudiera estar más familiarizadas y Kihyun no había tenido de otra que aceptarlo. Ahora su madre le pedía dinero para comprar el arroz que se había terminado, y Kihyun extendió el sobre con los billetes sintiéndose inquieto interiormente.

—¿Por qué aunque trabajes en un programa o un recital, siempre te pagan tan poco?

—Supongo que es porque la gente aún no está familiarizada con la música vocal.

—Aún así, tú estudiaste en Japón, incluso a los mensajeros les pagan más que esto.

Kihyun agachó la cabeza abochornado, por suerte su madre no insistió más en el tema y le dejó solo para que descansara, seguramente notando la incomodidad en su hijo mayor.

Los días para Kihyun eran grises cuando Hyungwon no estaba a su lado, cada trabajo nuevo que hacía, aquellos trabajos que tanto le costaba conseguir, terminaban siendo pagados en un monto pequeño de dinero que apenas cabía en un insignificante sobre. Su padre cada día estaba más enfermo, sus hermanos ya habían empezado la universidad, y Kihyun era el único sustento en aquella casa son cinco personas.

Pero ver a Hyungwon, escribirle a Hyungwon, le daban las energías para seguir luchando. El escritor lo visitaba cada que podía, tomaba un tren hasta Gyeongseong y pasaban las tardes juntos como si de cualquier pareja se tratase. Hyungwon le hacía sentirse valorado y querido, lo llevaba a lugares hermosos y le hacía vivir experiencias inigualables. Hyungwon le hacía sentir que incluso el fin del mundo podría ser maravilloso si era a su lado.


Hyungwon,

¿cómo están las cosas allí?

Yo estoy bastante bien, no tienes que preocuparte.

Voy a todos los lugares donde pueda cantar.

Ser capaz de cantar en mi lengua materna aquí en Joseon

me hace increíblemente feliz.

Pero estoy aún más feliz cuando puedo verte.

¿Será por el calor de tus ojos cuando me miras?

¿O será por lo caliente que se siente tu mano

cuando me tomas la mano con fuerza?

Sea lo que sea, no importa

Mientras pueda estar contigo.


Y Hyungwon seguía enfrascado en lo suyo, sus obligaciones en la empresa eran tantas que apenas y tenía tiempo para vivir, pero estaba complaciendo a su padre, estaba haciendo lo que le pidiera para mantenerlo calmado y feliz. Era agotador, pero tenía a Kihyun iluminando sus días como nadie más podría lograrlo. Cada visita a aquella ciudad solo dejaba en él un corazón cálido y sonrisas cómplices. Junto a Kihyun hasta caminar por un parque se convertía en el mejor momento de su vida; sentarse juntos a leer un libro, pasear en carretas por la ciudad, compartir un delicioso platillo, tomarse de la mano a ver el atardecer. Cada segundo que compartían juntos valía oro.


Querido Kihyun,

me alegra escuchar que lo estás haciendo bien.

Yo también lo estoy haciendo bastante bien.

Estoy luchando para acostumbrarme al trabajo que tengo que hacer para la empresa,

pero ocasionalmente escribo algunas reseñas para revistas literarias,

escribo poemas u obras de teatro

y pienso en ti para encontrar consuelo.

Y cada que pienso me doy cuenta de lo mucho que te extraño.

Visito Gyeongseong cuando me siento así

pero, ¿cuál es el punto?

En el momento en que vuelvo después de que nos separamos

ya te estoy extrañando de nuevo.

¿Qué debo hacer con mis sentimientos por ti?

Ayúdame a encontrar una respuesta.


Kihyun terminó de leer aquella última carta y sonriendo se le quedó mirando hasta que uno de sus hermanos le avisó que su padre lo buscaba en la sala. Cuando salió de su cuarto no pensó que de nuevo sería para discutir con su familia sobre aquel tema con el que venían insistiendo últimamente.

—Pero Kihyun, esta familia es mucho más rica que las anteriores, si te casas con su hijo sería lo ideal. —Su madre insistía con el asunto mientras su padre permanecía callado, cubriendo su boca con un viejo pañuelo.

—Ya lo sé, aún así... no quiero hacerlo. —Kihyun sin embargo se seguía negando a cada propuesta, nunca podría, su corazón ya le pertenecía a otro y esos sentimientos no podían comprarlos ni todo el dinero del mundo.

—¿Acaso estás viendo a alguien?

—Claro que no.

—¿Entonces por qué sigues rechazando estas propuestas?

Por supuesto, Kihyun era guapo y bastante inteligente, además de su don para cantar, con facilidad lograba enamorar los oídos y corazones de muchas de las personas que le escuchaban cantar de casualidad, pero a él nada de esto le interesaba.

—Suficiente. —Su padre interrumpió de repente, tosió un par de veces y siguió hablando. —Kihyun, gracias por ser el sustento de este hogar y por poner a tus hermanos en la universidad en lugar de tu incompetente padre.

—Padre, no digas eso...

—Me avergüenza pedirte esto, pero hazme un último favor.

Kihyun miró al hombre extrañado, y fue su madre quien volvió a hablar. —Si aceptas casarte con el hijo de los Son, su familia pagará los estudios de Changkyun y Jooheon en Estados Unidos, incluso nos apoyarán a tu padre y a mí financieramente. Hijo, necesitas apoyar a tus hermanos para que tengan un futuro brillante, ¿podrías al menos considerarlo?

El mundo de Kihyun se hizo pedazos en ese momento, a pesar de que se insistía que nadie podría comprar su corazón con dinero, de repente se estaba sintiendo tan egoísta. Sus hermanos, su familia, todos los problemas en aquella casa podrían ser solucionados, quizá él no lograría ser feliz, pero su familia sí, además, ¿realmente valía la pena desaprovechar esta oportunidad cuando sabía que no podía casarse con quien quería? Hyungwon ya tenía a su cónyuge, no lo quería, pero era su esposo y su familia al fin y al cabo; algún día ellos iban a terminar separados y Kihyun iba a quedarse solo mientras que Hyungwon siempre iba a tener a su esposo, ¿valía la pena tal sacrificio?

Kihyun trataba de ser razonable, trataba de pensar con cabeza fría, pero entre más se repetía aquellas cosas, más necesitado estaba de Hyungwon, quizá por esto terminó saliendo de casa para tomar un tren directo hacia Mokpo como una respuesta impulsiva a los deseos de su corazón.

Hyungwon llegó corriendo a la estación después de que Kihyun lo llamara para avisarle en donde estaba, y a pesar de que el escritor intentó preguntarle qué había pasado, Kihyun lo único que hizo fue aferrarse a su única esperanza, a su única salvación, Kihyun lo estaba abrazando con fuerza en aquella estación de tren.

—En tu última carta escribiste que me echas de menos, es por eso que estoy aquí.

Hyungwon soltó un suspiro y le abrazo con tal fuerza que Kihyun por un momento se olvidó del resto del mundo. Sí, esto era justo lo que necesitaba, los brazos de Hyungwon, su calor, su olor, sentirse seguro entre el recio agarre. Hyungwon por siempre iba a ser lo único necesario.

La visita sorpresa por desgracia no podía durar demasiado, Kihyun tenía que regresar antes de que oscureciera y apenas y podrían estar juntos un par de horas, pero estaba bien, Hyungwon lo arrastró a la playa para pasar su tiempo a solas, escuchando las olas del mar golpear el borde mientras caminaban por la blanca arena, con los débiles rayos del sol de la tarde golpeando sus pieles.

El viento soplaba frío, despeinando sus cabellos, sus dedos entrelazados en la privacidad que el lugar les ofrecía, era el único calor que les abrigaba. Cada paso, lento y calmado, dejaba huellas a sus espaldas que el agua no alcanzaba a borrar todavía, y la simple compañía era suficiente para que sus corazones se libraran de cualquier agonía.

—Debiste haberme pedido que te visitara si tenías que regresar de inmediato.

—Me dijiste que tu padre te regaña cada vez que visitas Gyeonseong, diciendo que el presidente de la compañía está vagueando para ir a visitar otra ciudad. Por eso vine esta vez, no quiero que te regañen, tienes que ser un buen hijo.

Hyungwon sonrió por las ocurrencias de Kihyun y miró al frente sintiéndose muy feliz. Unos cuantos pasos más fueron dados en silencio hasta que el más bajo se detuvo de a poco y sus manos se soltaron, llamando la atención del escritor. —Abrázame fuerte. Pídeme que no me vaya.

—¿Qué quieres decir? ¿Pasa algo? —El cambio de tema había sido tan abrupto que Hyungwon se sentía confundido, pero es que Kihyun mientras hablaba, había terminado pensando de nuevo en lo mucho que ahora mismo no deseaba ser un buen hijo y solo ser un egoísta y seguir su corazón.

—No puedes hacerlo... —Kihyun susurró con tanto pesar que su voz apenas y se lograba escuchar por encima de las olas. —Apuesto que no puedes, eres demasiada buena persona. Eres un buen hijo.

—Kihyun...

El cantante terminó alejando la vista y mirando hacia el mar, su miraba nublada era el presagio de muchas lágrimas que no deseaba. —Una familia quiere que me case con su hijo, al parecer son muy ricos. Están dispuestos a apoyar financieramente a mis hermanos para que puedan estudiar en el extranjero y también se harán cargo de los gastos de mis padres.

Hyungwon se quedó estático en su puesto, escuchando las palabras que oprimieron su corazón, despertando sus miedos más internos.

—Si te hubiera dicho que necesitaba dinero, hubieras hecho todo lo que pudieras para dármelo. —Kihyun siguió hablando, sus ojos fijos en el sol que se ocultaba entre destellos rosáceos y naranjas. —Y entonces, con tu dinero en mis manos, me habría sentido disgustado y avergonzado de mí mismo.

El escritor tragó en seco, y aún así no logró deshacer el nudo que se había creado en su garganta.

—Por favor dilo, pídeme que me olvide de mis padres y hermanos para huir juntos a un lugar lejano. Solo di eso, por favor. —La voz de Kihyun al fin se quebraba, sus ojos habían vuelto a donde pertenecían, y su mirada llena de desespero le rogaba a Hyungwon fijamente. —Vamos, no es tan difícil, solo dilo, abrázame y dime que no me vaya, que no puedes vivir sin mí, pídeme que me olvide de todo lo que tengo ocupando mi mente, por favor, solo dilo.

Hyungwon seguía allí de pie, conservando el aterrador silencio que el nudo en su garganta no dejaba ir, sus ojos observaban el dolor profundo en los de Kihyun y su pecho se sentía tan pequeño que le costaba respirar. Kihyun estaba llorando mientras le pedía una y otra vez que dijera aquellas palabras que no debía, hasta que los sollozos fueron tan fuertes que no le dejaron hablar y la frente terminó apoyada en el pecho adolorido de Hyungwon.

Esa noche Hyungwon regresó a casa sin poder cumplir el deseo de Kihyun, con la culpa pesando en su alma y el dolor nublando su vista. Hoseok le esperaba en la entrada tan pulcro y bien vestido como siempre, con su espalda recta y cabellos finos, recordándole que aquí era donde pertenecía, con su familia, porque Hyungwon no conocía de libertad, nunca lo supo.

—Su padre desea verlo.

—Iré en un momento, quisiera estar solo unos segundos. —El escritor pidió con voz apagada y sin nada de ánimos.

—¿Va a escribir toda la noche otra vez? Su padre lo ha estado esperando por un tiempo, así que por favor apresúrese.

Hyungwon observó en silencio como Hoseok se despedía con una reverencia y se preguntó qué clase de vida era esta, si es que acaso se le podía llamar vida. Hoseok claramente había hurgado en sus cosas si sabía que aún escribía a escondidas, pero en ese instante que poco le importaba, tan solo fue a la oficina del hombre mayor para ver que necesitaba y así poder salir rápido de sus problemas para tener el tiempo a solas que añoraba.

—Recibí una llamada de la oficina más temprano diciendo que necesitabas aprobar un documento pero que habías salido y no podían ubicarte.

—Lo siento. —Hyungwon estaba tan agotado emocionalmente que los reclamos de su padre ya se sentían como pequeños punzones en sus heridas gigantes.

—Has estado visitando Gyeongseong muy a menudo en los últimos meses y pensé que era extraño, ¿acaso estás saliendo con esos idiotas de nuevo para volver a la literatura? ¡Te prohíbo que vuelvas a Gyeongseong de nuevo!

—No se preocupe, no necesito visitar Gyeongseong de nuevo.

—¿Qué? —El hombre le miró totalmente extrañado.

—Buenas noches, padre. —Hyungwon hizo una última reverencia y sin decir nada más salió de la oficina sintiendo que su cuerpo pesaba más que antes.


"Este corazón mío se está quemando.

Este corazón mío es asfixiante.

Mis ojos están llenos de lágrimas y estoy ahogado de pena".





__________________________

Y una vez más separados, yo de ellos ya me hubiera rendido (?).

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