Quiero darte un beso

By Sumeeer

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-¿Qué quieres de mi Eric? Te lo he dado todo-le grité fríamente y sin mirarlo, ni girarme- Me he entregado a... More

Prólogo
Ma belle
Nuevas y viejas amistades
¿Podemos ser amigos?
Primer beso de un chico
No me conoces, no me juzgues
Eres mi limón
Mi abuela habla de mi vida sexual
Tortuga montada en caracol
Clases de baile
Conociendo a los Woodgate
¿Norte o sur?
¿Norte o sur?(2°parte)
¿Tortura?No,amigas enamoradas
Fiesta de Halloween
No me esperaba esa reacción
Disculpas
Pero que tonta eres
Cuando mis abdominales hayan desaparecido
Día productivo
Neon Party
Hay algo que no cuadra
Navidad...Navidad...¿dulce Navidad?
Oh,oh...¿insectos?
Beso de Fin de Año
La dejo cinco minutos y...
¿Y si....?Dudas,muchas dudas
Noches de vodka
Días extraños y noches largas
No,no,no...¡NO!
Indiferencia vengativa
¡Estoy aquí!
¿Quieres ver algo?
Haciendo amigos debajo del agua
¡Feliz cumpleaños!
Ella me está esperando
No es un adiós, es un hasta luego
Definitivamente he creado un monstruo
Ah...mira dónde estaba...
Conociendo al famoso Mike
Spring Break
¡No me odies!
Estado de shock
Estado de shock(resubido)
Amélie Maunier
Epílogo
Agradecimientos y aclaraciones
Capítulo Especial
Reescribiendo
Primer capítulo de la nueva versión

¡No es justo!

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By Sumeeer

POV: Arianne

Me miré otra vez en el espejo, moviendo una mano para corroborar que era yo. Había logrado lo que quería,  había cambiado. Ahora no sabía si era yo la imagen que me devolvía el espejo.

Primer día de clase, también llamado primer día de tortura, pero mirando el lado positivo, era mi último año, así que estaba motivada.

Hacía exactamente 2 meses y 19 días que no veía a mis amigas o a la gente del instituto. Había llegado ayer de Italia. Sólo había hablado mediante el móvil. Le conté a mi familia la conversación con Julia y enseguida me apoyaron.

Bueno, también se enfadaron un poco porque no les había contado nada antes. Igual pasó con Ivy, Abbie y Gabriela. Ellas se enfadaron mucho más, porque sabían que Lizzie me molestaba pero no se imaginaban que tanto.

Nada más acabar las clases nos fuimos de viaje, lejos, a Italia para ser exactos, dónde teníamos familia y donde comenzó todo.

Yo insistí en no dejar Estados Unidos pero no sirvió de nada, ellos querían que cambiásemos de aires.

Hablamos con un nutricionista y dietista, para tratar lo del azúcar y la tensión y me apunté a un gimnasio junto con mi hermana Lea, que también se quería poner "cachas" porque estaba toda "fofa".

Aunque en mi opinión no lo necesitaba. También iba informando a mis amiga, por video chat de vez en cuando. Eso ayudó a que mi transformación fuera más motivadora y misteriosa. Mis amigas me apoyaron en todo momento y me mandaban mensajes de ánimo.

Pero aún así hubiera preferido que estuviesen conmigo.

En realidad esperaba que fuese más fácil, porque básicamente ADORO comer, y ODIABA hacer deporte, pero bueno, eso es otra historia que ya contaré más adelante.

Ahora, llevábamos una hora sólo preparándome a mí. Abbie, Gabi e Ivy gritaron cuando me vieron y ahora andaban por mi habitación dando vueltas de un lado para otro, que si las pulseras, que si los zapatos, que si la mochila...era su rata de laboratorio.

A las 7 de la mañana, yo me limitaba a bostezar y a obedecer sus órdenes.

Mi hermana Lea también estaba, arreglándome el pelo con un intrincado recogido de lado, ya que hizo un curso de peluquería en Roma (le dio por ahí), y hasta hace un rato mis padres, aunque ahora ellos estaban desayunando.

Finalmente acabaron.

Di una vueltita delante del espejo, para que la falda de mi vestido girase. Hoy llevaba un vestido de estampado floral con el fondo azul claro, que me llegaba una palma por encima de la rodilla (ni muy buscona ni muy monja, palabras textuales de Ivy) lo más que me gustaba del vestido era que en la espalda tenía una abertura con forma de corazón, que de momento iba tapado por una chaqueta vaquera y lo menos que me gustaba es que era demasiado pegado para mi gusto (aun teniendo vuelo en la falda) y unas sencillas sandalias marrones en los pies.

El primer día en el instituto la gente aprovechaba e iba ligeramente más arreglada de lo normal, para causar buena impresión. Por lo que el primer día parecía un pase de modelos.

Yo nunca había ido muy arreglada al instituto, porque nada me quedaba bien y siempre iba en sudadera y chándal, aunque a mis amigas les molestase, ya que ellas son muy coquetas.

Recuerdo que siempre había envidiado a aquellas chicas que se podían poner lo que ellas quisiesen. Y ahora estoy aquí, voy a ponerme lo que quiera.

Bueno, más o menos, lo que mi hermana y mis amigas diabólicas quieran.

Todavía no me acostumbro a mi nuevo cuerpo. Y todavía no me gusta del todo. Vale, estaba mucho más delgada, pero todavía no estaba como quería.

-Arianne-me llamó mi madre Mary, tapándose la boca por la emoción. ¿Iba a llorar?- Estas preciosa.

Yo me sonrojé ante la sinceridad de sus palabras, rara vez me pasaba, ya me había acostumbrado a los cumplidos por cortesía o falsos, que ni de lejos me creía.

Se secó un par de lágrimas y sonrió con ganas. Mi padre llegó por detrás y la abrazó con sus largos brazos.

Paul era un hombre de 45 años (igual que mi madre) y a mí me recordaba a un duende bonachón. No era mucho más alto que yo, no era gordo, se mantenía esbelto, pero aun así tenía una pequeña barriguita, fruto de esas barbacoas que tanto le gustaban.

Se notaba que de joven había sido un hombre muy atractivo con esos grandes ojos verdes, que siempre te miraban divertidos y bonachones.

Adoraba a Paul.

-Nuestra niña es un bombón-dijo mi madre, mientras que le daba un beso a mi padre. Todas en la habitación giramos la cabeza hacia un lado, para evitar la escena.

-Pero que a ningún goloso se le atreva acercarse-dijo mi padre cruzándose de brazos. Todos reímos y mi madre comenzó a pasarle las manos por los brazos de forma cariñosa, para hacer que se relajase.

-Ya, ya-dijo Lea- Vamos a desayunar que se nos hace tarde.

Después de tomar un delicioso desayuno, que consistía en crêpes con nutella y zumo de naranjas (mi favorito) que preparó mi madre especialmente para mí (normalmente cocinan las cocineras) mi hermana Lea nos llevó a las chicas y a mí al instituto, ya que ella estaba en su tercer año de universidad en la carrera de medicina (Sí, mi hermana iba a ser una futura cirujana) aunque a ella todavía no le habían empezado las clases.

Me están mirando.

Ese fue mi primer pensamiento desde que entré en ese maldito edificio.

Podía sentir cada una de sus miradas inquisidoras, que me revisaban de arriba a abajo como si se tratase de algún sujeto radioactivo. Sentía como mi garganta se cerraba hasta el punto de que necesitaba casi boquear para que el aire entrara en mis pulmones.

¿No podían dejarme en paz?¿Por qué no podían meterse en sus asuntos?

Acostumbrada a no ser nadie y pasar desapercibida, esto era nuevo para mí.

Nunca me había gustado que me mirasen, y ahora mismo estaban sobre mí demasiados pares de ojos.

Me concentré en mirar por donde pisaba, porque no creo que en esos momentos tropezar y caer fuera lo más adecuado. Apreté la carpeta contra mi pecho, como si eso fuese capaz de actuar como escudo contra mis compañeros.

Cada vez me costaba más moverme o respirar, sentía sus miradas despectivas, odiosas o simplemente curiosas sobre mí.

¿Me reconocerían? ¿O simplemente pensarían que era una alumna nueva?

Me sudaban las manos y creo que iba a empezar a hiperventilar muy pronto.

-¿Ivy?-la llamé en un murmullo. Ella me miró con sus azules ojos de forma curiosa-No me encuentro bien.

Ella enseguida captó de que se trataba y con una mirada fulminó a los presentes en ese momento.

-Cómprense una vida por favor-les ladró, para luego tirar de nosotras dentro del vestuario femenino más cercano.

-Fuera-echó Abbie a unas chicas que se encontraban maquillándose. Ellas la miraron burlonas al principio, pero captaron que no debían enfadarla en seguida y se largaron de allí dejándonos solas.

Me apoyé en la pared y me saqué la chaqueta. No aguantaba más, iba a desmayarme.

-¿Te encuentras bien?-me preguntó Gabriela con su dulce voz. Negué con la cabeza levemente.

-¿Por qué me miran?-obligué a mi boca articular.

Ellas se miraron entre ellas y luego suspiraron aliviadas, apoyándose en el muro despreocupadas.

-Ah solo es eso-dijo Ivy con una sonrisa. A mí no me parecía me estaba muriendo de la ansiedad en estos momentos y ella decía "solo es eso".

-Escucha-comenzó Gabriela-Todos ellos te miran porque no te tienen en sus listas de preciosuras.

-Te miran porque estas buena, vamos-dijo Abbie, como si fuera lo más normal del mundo.

-¿Yo?-dije casi riendo, era un buen chiste.

-Mírate-dijo Ivy tirando de mi para colocarme delante del espejo-Tienes mejor cuerpo que yo-explicó señalándome.

-Y eso que no es fácil que lo reconozca-dijo Abbie, a lo que todas reímos levemente. Ivy la fulminó con la mirada divertida, aunque con un falso enfado.

-Mira ese culo-me puso de perfil.

-Mira esas caderas-dijo Gabriela dándome un suave golpe con las suyas.

-Tienes más pecho que yo-refunfuñó Abbie.

-Y tía, ¡eres una p*** jirafa con piernas kilométricas!-gritó Ivy, haciéndome sonreír-En estos momentos me haría lesbiana sólo para violarte.

Tras unas risas reconfortantes, me volví a mirar en el espejo ¿podría ser? ¿podría tener un buen cuerpo, pero una cara común y aun así ser atractiva? No me convencía, yo era bastante corriente.

Gabriela me miró, como leyendo mis pensamientos.

-Y ahora en serio, Ari, tienes unos labios preciosos-me los toqué instintivamente, eran gruesos y rojos de por naturaleza- Unos ojos marrones, sí, pero grandes e inocentes-me apretó el brazo-y créeme entre tanta prostituta vas a destacar-sonreí divertida- y una nariz pequeña y respingona.

-Eres hermosa a tu manera-dijo Ivy, dándome un abrazo, al que se unieron Gabri y Abbie.

-Sois las mejores-les agradecí sinceramente, puede que no tuviese la autoestima por los aires, pero me habían ayudado a superar la crisis.

Nuestro momento fue interrumpido por el timbre, que indicaba el inicio de las clases.

-Bueno, y ahora, sal a deslumbrar a todo el mundo pequeña paloma-dijo Abbie, mientras que entrelazaba y agitaba las manos para hacer la forma de una paloma.

Un poco más calmada, me dirigí a mi clase, dónde por suerte compartía con mis amigas, aunque también con Lizzie y sus arpías.

Me dirigí a una mesa sin mirar a nada o nadie de forma específica y me senté con Gabriela, Abbie e Ivy detrás.

La profesora de lengua llegó y se presentó como Andrea, comenzó a contarnos su vida y desconecté, dibujando en mi cuaderno. Siempre lo hacía, ya que podía hacer ambas cosas a la vez (escuchar y dibujar) aunque al final de curso tengo que arrancar media libreta lleno de retratos y textos o poemas decorados.

Como a la media hora de empezar la clase, Andrea todavía nos estaba haciendo una introducción a su vida, cuando apareció la secretaria con una chica nueva.

-Alumnos, ella es Lydia Peterson y será vuestra nueva compañera, espero que la tratéis con respeto-nos informó Andrea. La chica en cuestión, Lydia era de mi altura más o menos, llevaba unos vaqueros ajustados y una camiseta suelta amarilla, que dejaba parte de su hombro al descubierto y unas All Stars. Su conjunto descubría que tenía un buen cuerpo.

Lydia tenía el pelo castaño y unos ojos marrones como los míos y una sonrisa en la cara. Era mona y parecía buena gente.

De momento.

-¿Arianne Lowell?-preguntó entonces la secretaria. Levanté una mano tímidamente. Toda la clase se giró para verme, algunos parecían sorprendidos y otros me miraban con asco (Lizzie)-Acompáñame por favor, la directora Orwell solicita tu presencia. Deje sus cosas, ya luego las recogerá-me levanté y me fui con ella, no sin antes decirle a Gabriela que cogiese mis cosas.

-Señorita Peterson siéntese en el lugar que ocupaba Lowell hasta nuevo aviso.

¿Qué? ¿Por qué? Ese era mi sitio. Miré a las chicas que parecían alarmadas... ¿me iban a cambiar de clase o algo así? Yo quería a mis amigas.

Seguí a la secretaria por todos los pasillos hasta el despacho de Julia, tenía ganas de verla y de darle las gracias.

Pero estaba nerviosa por lo que diría de la nueva Arianne.

Toqué la puerta suavemente y pasé:

-Julia yo...-callé al ver que no estábamos solas allí. Un chico estaba sentado frente a su mesa. Le di una rápida mirada para luego dirigir mi atención en Julia. Era una réplica de Lydia, por lo que tenían que ser familia. Castaño claro casi rubio, con ojos ¿azules o grises? No me dio tiempo de ver y no voy a volver a mirar de momento. Va a creerse que estoy interesada o siento curiosidad por él.

-¿Directora Lowell quería algo?-le pregunté esta vez más formal, ella asintió y me dio el pase.

-Arianne-me dijo con un tono casi cariñoso de madre. Me señaló la silla que quedaba junto a la del chico y yo me senté- Él es Eric Peterson-dijo señalando al chico, que se encontraba medio recostado en la silla con despreocupación, me dedicó una sonrisa deslumbrante y arrogante.

A modo de saludo, yo intenté hacer lo mismo, pero mi sonrisa fue menos grande y deslumbrante y por supuesto arrogante.

Eran hermanos, gemelos, bueno, mellizos en realidad.

Dios mío, que chico más guapo, antes no lo había visto bien, superaba con creces al capitán de fútbol Jorshua Cooper, ains como estaba ese chico, aunque el pobre era retrasado.

Eric Peterson tenía el pelo castaño, como ya había dicho antes, los ojos azules claro (muy claro, no parecía ni natural) los labios gruesos, los dientes bien alineados(cuando has llevado aparatos te sueles fijar en eso) y se le formaban unos adorables hoyuelos cuando sonreía. Que cliché todo. Además llevaba una camiseta ajustada negra, que hacía que se le marcasen todos los músculos de su ancha y trabajada espalda, así como de su torso.

Todo este escaneo sólo me llevó un par de segundos era bastante rápida.

"Eric" bonito nombre de príncipe para un sapo.

Reí internamente ante mi ocurrencia, a veces tenía unas cosas...

-Arianne te he llamado porque tú serás su tutora este curso-dijo Julia, con una sonrisa, como si fuese la mejor idea que se le había ocurrido en años.

-¿Qué? ¿Por qué?-pregunté con una mirada suplicante, no me hagas eso por favor. ¿Me tocaba otro Joan?

-Verás Arianne, creo que tu eres la alumna adecuada para intentar ayudar al señor Peterson con sus problemillas-explicó Julia, luego miró a Eric, que continuaba indiferente-No te ofendas.

-Nah tranquila-dijo Eric como si nada, total, ya estaría más que acostumbrado a que lo llamasen tonto.

-Arianne-dijo Julia casi en un susurro de súplica. No sabía por qué pero parecía importante para ella.

-Pero...-comencé, luego recordé que le debía una grande a Julia, pues me había ayudado muchísimo-Está bien-cedí. Ella sonrió con evidente satisfacción.

-Perfecto, ya podéis iros, yo informaré a los profesores-resolvió Julia.

Eric me miró divertido y salió por la puerta, me despedí con una mano de Julia antes de seguir a mi compañero.

-¿Arianne?-me llamó Julia, me giré para mirarla.

-¿Sí?

-Te ves bien-dijo con una cálida sonrisa.

-Gracias-contesté sonrojándome ligeramente. Luego cerré la puerta para encontrarme con mi nuevo alumno apoyado en la pared, con una sonrisa de autosuficiencia. Puse los ojos en blanco.

-Sígueme-le dije secamente, no me paré a ver si me seguía, ya que mi enfado era monumental.

Mi suerte era tan mala que asustaba, a ver, me tocaba el guaperas ¿en serio? Vamos a ver, mil millones de adolescentes y a mi me tocaba el atractivo. No podía ser el geek, el gótico, el nerd...no, mi suerte era tan buena que me tocaba el guapo.

¿Por qué Julia me lo había dado a mí? Se suponía que tenía que ayudarme....

Llegamos. Iba a abrir la puerta, cuando me acordé que no sabía si Peterson venía conmigo. Me giré...Un momento ¿me estaba mirando el culo?

Le alcé las cejas interrogativa. El me miró como si nada, encogiéndose de hombros, como si fuese la cosa más normal.

-Bonito culo-dijo mientras me daba una nalgada. Tenía un poco de acento, pero no reconozco de dónde.

Me sonrojé hasta la raíz, mientras mi enfado aumentaba. ¿Qué se supone que se hacía en estas situaciones?

Porque era la primera vez que me pasaba y no tenía ni idea.

Abrí la puerta y entré mientras mi compañero ahogaba una risa.

Tenía que hacer algo y lo iba a hacer.

Cuando entramos las chicas de la clase lo escanearon y se mordieron sus labios. Ugs perras en celo.

Me acerqué al profesor Dobrev, de geografía. Conocía a Dobrev desde el año pasado y siempre nos estaba dando charlas acerca del respeto y de nuestra orientación sexual. Le expliqué la situación y asintió.

-Yo me encargo-me aseguró mientras me sonreía, seguramente pensaba que era un milagro que hubiese algún problema de su materia.

Me acerqué a mi mesa, gesticulando un luego os cuento a mis amigas, que me miraban sorprendidas.

Me senté con una sonrisa.

Peterson, te vas a enterar.

-Bueno, alumnos, pues hoy empezaremos con un tema muy importante, para dejarlo claro desde el principio-muchos murmuraron quejas, los que ya conocían al profesor Dobrev-La homofobia.

Reí internamente, ahora venía lo mejor:

-¿Señor Peterson?

-Em...si-dijo éste confundido.

-Ya lo aceptó según me han dicho, lo felicito-dijo Dobrev palmeando su hombro.

-¿Aceptar?

-Sí, felicidades, es un gran paso.

-Eh gracias creo.

-Este queridos alumnos es un gran ejemplo de valentía-dijo Dobrev con orgullo.

-¿A qué se refiere?-me preguntó Peterson, dándome con el codo para llamar mi atención disimuladamente.

-Ni idea-dije inocente con una sonrisa, aparentando no tener la mínima idea-Pero yo de ti le seguiría el juego.

-Y cuéntenos señor Peterson, si es tan amable, su historia de cuando lo aceptó.

-Eh…pues esto...-comenzó Peterson, se veía que no tenía ni idea de que decir. Esto se pone interesante- Decidí que...

-Era lo más razonable-lo ayudé. Me miró confundido-Repite mis palabras. Confía en mí-le hice señas como que el profesor estaba loco.

Él asintió sin estar muy convencido, aun así comenzó a repetir lo que yo le decía.

-Decidí no seguir a la sociedad y lo reconocí, delante de todo mi antiguo instituto-me miró aún más confundido. Le gesticulé lo que tenía que decir- Conocí a alguien y decidí que era el amor de mi vida-repitió esto lentamente-¿Qué significa eso?-me preguntó en un susurro. Yo me encogí de hombros como si no lo supiera.

-Excelente-dijo el profesor Dobrev-Eso es reconocer abiertamente su homosexualidad, alumnos, quiero que aprendan de él.

-¿Mi qué?-dijo Peterson, tras unos segundos dándose cuenta de lo que sucedía. Me miró enfurecido-Tú-me acusó con un dedo-Para que confié en ti... ¿Qué has hecho?

-Yo no he hecho nada-dije inocente ante la mirada de Dobrev, que parecía confundido frente a la situación.

-No soy homosexual-dijo Peterson, ante toda la clase. Lo miraron incrédulos-QUE NO SOY HOMOSEXUAL.

-Ya claro-se escuchó desde el fondo de la clase-Menos mal que lo había reconocido.

Algunos rieron, cosa que puso más nervioso a Peterson.

-Que yo no...

-No te juzgamos, tranquilo-le dije con mi mejor sonrisa falsa.

Me miró furioso:

-Tú-repitió señalándome.

-Yo-le dije señalándome a mí misma.

-Ella-le dijo al profesor Dobrev, aún con su mano extendida hacia mí.

-Ella-repitió Dobrev, señalándome. Lo miraba como si Peterson tuviese algún tipo de problema.

La clase rio divertida y más nervioso se puso Peterson en su silla.

-Que no soy homosexual-gritó cansado de la situación.

-Ya claro-dije yo haciendo una mueca de incredulidad. Entonces, sin previo aviso, me cogió por la nuca y me atrajo hacia él, besándome. Mantuve mis ojos abiertos, igual que él y me quedé quieta. Comenzó a mover sus labios sobre los míos obligándome a reaccionar. En la clase se escuchó un Uhhh y ahí decidí que era suficiente, con mi pie empujé su silla, haciéndolo caer hacia atrás.

Me limpié la boca con la mano.

-No es justo-le grité. Luego la clase estalló en risas y el profesor intentó calmar a la clase, pero el timbre sonó haciendo que todos se dispersaran.

Yo salí enfurecida de allí, el imbé*** ese me había robado mi primer beso.

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