¡Tú, idiota! 🌷 namjin

By ninic0

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❝la diosa luna sí se equivocaba, pero cuando lo hacía, lo hacía correctamente❞ Donde Seokjin conoce a un niño... More

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¡Nosotros, Idiota!

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By ninic0


"Desde hace muchos años atrás la jerarquía de los cambiaformas ha sido dividida de acuerdo a la segunda especie a la que un ser se presenta a partir de su primer celo. Al igual que la jerarquía, estas especies se dividen en 2 partes: la primera especie y la segunda.

La primera está definida como sexo femenino y masculino, y la segunda está definida como alfa y omega.

Según los libros de literatura de los ancestros pasados, los omegas son criaturas débiles, dóciles y sumisas, con aromas de característica suave y dulce. Son generalmente reconocidos por ser el centro de la casa, el centro del cuidado de los cachorros y su educación. En cambio, los altas son criaturas fuertes, bruscas y dominantes, con aromas normalmente agrios e intensos. Al contrario de los omegas, ellos son más reconocidos por ser el pilar y velador de la manada, tanto de manera económica como por seguridad.

Al pasar el tiempo, una nueva especie fue naciendo, la beta. Esta especie apareció a partir del momento en el que los cambiaformas empezaron a perder sus características especiales, convirtiéndose en humanos comunes y corrientes, con aromas nulos y una conexión con su animal interior inexistente. Se dice que los betas siguen teniendo un espíritu animal, sólo que este no se muestra pues los betas perdieron su primer instinto: el salvaje.

Así como nació la especie beta, aparece también la especie delta. Su creación se debió en la edad media, cuando a los alfas, por ser repudiados al haber cometido una falta hacia el alfa líder, eran sometidos por otros de su misma especie en contra de su voluntad, perdiendo la conexión con su lobo y al mismo tiempo perdiendo su instinto alfa. Un delta no sobrevive a este sometimiento, pues con su espíritu animal muerto, su espíritu humano tampoco puede vivir. La humillación y desdicha es arrasadora."


—Vaya. —murmuró el alfa, alzando las cejas— Y entonces, ¿se mueren y ya?

—Cállate, Taehyung. —siseó el omega, hojeando el viejo libro con ansiedad. Cuando al parecer no encontró lo que buscaba, suspiró, cansado— ¿Por qué mi tataratatarabuela no escribió sobre cómo revivir un espíritu animal?

—Quizás porque... ¿no era necesario? —se encogió de hombros, ensimismado en su videojuego— Digo, los alfas en ese tiempo se convertían en delta por desobedecer al líder, lo que quiere decir que era una condena que no debía tener remedio. —frunció el ceño, soltando una maldición al perder en su juego, lanzando el control a la cama y haciendo un puchero— O bueno, no sé, eso es lo que se sobreentiende.

El menor asintió y bufó, abrazando sus piernas y mirando por sobre sus rodillas el libro descuidado y con olor a viejo.

Jimin había encontrado ese libro en una búsqueda de sus juguetes en el ático de la abuela. Ese libro en su momento no le había parecido interesante pues habían palabras muy complicadas y también estaban escritas letras y caligrafía raras, pero lo había guardado debajo de su cama pues sentía, en lo más profundo del corazón, que eso le iba a servir, de alguna u otra forma, pero le iba a servir; cosa que en parte es cierta, pues al buscar la situación de los deltas había encontrado información muy útil, sin embargo, no halló lo que le interesaba: la manera de revivir al lobo de Yoongi.

Su tataratatarabuela había escrito sobre alfas líderes, ancestros, deltas, cambiaformas de otras especies, habían incluso hojas arrancadas y lo que esperaba que no fueran gotas de sangre secas. Al parecer la señora Park había vivido una vida muy dura siendo una omega investigadora de las manadas con advertencia de maltrato y corrupción. En verdad, Jimin la admiraba bastante y deseaba ser igual de fuerte como lo fue esa mujer antes de ser brutalmente asesinada y violada cuando las tropas de las manadas rusas la localizaron y atraparon. Sus hijos los dejó a cargo de la manada Kim, quienes apoyaban y protegían en las sombras a la omega valiente.

—A ver, préstame ese libro. —dijo el moreno, estirando los brazos hacia el omega, quien le miró con recelo antes de apretar en sus brazos el objeto.

Protege el libro. Protege el libro. Protege el libro.

Su lobo se había agitado en el momento en que Taehyung había hecho ademán de tocar el libro. Jimin no sabía por qué, pero Chimmy no estaba feliz con la idea de perder de vista la extraña herencia de sus antepasados.

—N-no... —balbuceó, guardando de nuevo el libro en su respectivo lugar debajo de su cama— Se puede dañar fácilmente... y aún hay cosas que quiero consultarle a ella.

—¿Ella? —preguntó Taehyung, frunciendo el ceño.

—Ella —repitió, sonriendo con levedad—, Park Jihyo. —su cuerpo se torció por segunda vez en busca de algo debajo de su cama. Se regresó sólo para alzar en su mano una foto desgastada y vieja— Ella es Park Jihyo, mi tataratatarabuela, la que escribió el libro.

Taehyung abrió la boca de par en par, acercándose más para ver con detenimiento la foto, frunciendo el ceño por la sorpresa.

—Demonios, ¿cómo conservan esa foto? ¡Se ve de hace siglos! —soltó una risa de emoción— Y... y... ¡se parece a ti, Jiminie!

Y efectivamente se parecía a Jimin, o como se podía apreciar entre los borrones y suciedad de la foto, pues no era una foto, era un dibujo hecho por un pintor compañero de sus viajes. Como había dicho ella: "Por él, soy capaz de dar la vida".

—Lo sé, lo sé. —sonrió de par en par, convirtiendo sus ojos en dos rendijas. Sus mejillas estaban coloradas pues hablar de Jihyo era un orgullo total para el omega, sólo que no era momento para eso— Bueno, ya la viste, ahora a guardarla de nuevo.

Taehyung asintió, dándole una última mirada a Jimin antes de levantarse y recoger sus cosas con rapidez. El omega al verlo, frunció el ceño, confundido, levantándose del suelo. De repente el aroma de Taehyung se había vuelto amargo, y su característico olor a leche caliente y ropa nueva se había esfumado.

Chimmy se alertó.

—¿Tae? ¿Ya te vas? —preguntó el más bajo, observando al contrario caminar directo a la puerta de salida de la habitación.

—Tengo cosas que hacer. —respondió sin más.

Jimin frunció el ceño, siguiéndolo—: Pero dijiste que te ibas a quedar a cenar, bobo.

Silencio. Silencio incómodo se generó a medida que avanzaban hacia la salida de la casa. Jimin se enojó, y también se entristeció; quería seguir contándole sobre el libro de su abuela, y quería que le ayudara a hallar lo que buscaba. A él le podía confiar este tipo de cosas.

—Taehyu-

Se detuvo abruptamente en el momento que el mayor le dio esa mirada. Ojos sin brillo, cara inexpresiva; aura que te advertía de un posible enfrentamiento. Jimin frunció el ceño pues sintió miedo, sus brazos aferrándose a sí mismos en manera de defensa propia y sin poder evitarlo, inclinando la cabeza. Y así se fue Taehyung, dejando al omega paralizado y cerrando la puerta al salir.

Jimin soltó un jadeo, llevando una mano a su pecho. Su corazón latía desbocado y sus piernas tenían un leve temblor. Sin duda había sido uno de los más intensos ataques de miedo, ¿y por qué fue el más intenso? Bueno, porque nunca imaginó que su primo le iba a someter la mirada de dominación, y por supuesto tampoco llegó a pensar que le iba a afectar tan fuertemente.

Jihyo. Jihyo. Jihyo.

Su lobo, con cautela, empezó a repetir el nombre de su tataratatarabuela, recordándole a Jimin que podía buscar las respuestas de cualquier cosa en ese libro, incluso de por qué una simple mirada podía llegar a ser igual de fuerte que la voz de mando.

Corrió lo más rápido que sus piernas corrieron y se arrodilló a la altura de la cama, buscando el libro. Al encontrarlo, le echó un vistazo a todas las páginas hasta hallar lo que estaba buscando.

Mirada de mando, un arma letal y desconocida para todo aquel que no la haya presenciado antes. —leyó en voz baja, con miedo a que alguien más lo escuchara.

Siguió leyendo hasta quedarse sin palabras, hasta llegar a una hoja arrancada. Tragó saliva. Su mano rebuscó en la cama hasta dar con su celular, marcando con rapidez un número. No sabía cuál, pero sólo lo hizo. Esperó a que repicara y ahí se escuchó.

—Mocoso, ¿qué pasa? —la voz ronca del mayor le calmó.

—Yo... yo... —balbuceó, sin saber qué decirle al contrario. ¿Era de confianza?

—Tengo más ganas de rascarme las bolas a escucharte balbucear. Habla ya.

Frunció el ceño, pero después sonrió.

—Hyung. Tengo algo importante que contarle.

[...]

—Semana de adaptación, bien. —se repitió el alfa por quinta vez en el día— Comenzamos mal con esa adaptación, pero... yah, seguro mañana será mejor.

Seokjin aún no podía creer que su compañero de habitación era un orangután puro que ni siquiera había dormido en su cama en toda la noche. Aún incómodo, se cepilló los dientes en el baño, donde ni siquiera habían indicios de que se hubiera tratado de limpiar el lugar. Luchó por no vomitar y se vistió lo más rápido que pudo. No se iba a soportar esa bazofia e iba a hablar con el director o la coordinadora para que no lo dejaran con esa escoria de alfa. ¿Qué clase de alfa respetable no mantiene su territorio limpio, respetable y presentable? ¿O es que acaso eso "no era de alfas"?

Trató de acomodar un poco su parte de la cómoda y suspiró ásperamente, viendo que todavía eran las seis y media, y las clases comenzaban a las ocho. Lo bueno de la universidad era que los departamentos de los internos eran como una urbanización. Su idea de universidad-internado era una mucho más lamentable.

Bien, tenía una hora y media para perder el tiempo, y la iba a perder haciendo amigos y quejándose con la administración de la universidad por haberlo metido en una habitación con un asqueroso cerdo.

Ya con su ropa puesta, que era una simple sudadera gris, unos pantalones negros y unas deportivas blancas; salió de la "habitación", emprendiendo su camino fuera del edificio. Se compraría su desayuno y quizás un bocadillo para felicitarse por poder soportar el territorio de un idiota. Sin embargo, antes de celebrar, se dio cuenta que él era igual de idiota que el idiota, pues se había perdido y no sabía siquiera cómo.

—Si los departamentos están por allá —señaló por donde había llegado—, y la facultad de artes por acá —señaló esta vez uno de los tantos edificios de la universidad, y se quedó callado—... ¿a dónde me fui?

Sus ojos miraron a todos lados y fueron a parar a una larga espalda. Vio la oportunidad de oro de preguntar por una dirección y, sin pensarlo, se acercó. Sus dedos picaron el duro hombro del contrario.

—Oye, ¿sabes dónde queda el restaurante de comida más cer-

De repente, un intenso olor a galletas recién horneadas le envolvió, mareándole. El aroma venía del hombre frente a él, que al escucharle, se tensó. Sus piernas flaquearon y cayó al suelo, volteándose al sentirse vulnerable por estar de espaldas.

El desconocido tenía el cuerpo sudado, su ropa pegada a su piel por culpa de este, mostrando sus marcados abdominales y bíceps. Tenía incluso las mejillas sonrojadas al rojo vivo y su pecho subía y bajaba como si le faltara oxígeno por montón. Su cabello azabache también estaba pegado a su frente y en sus redondos ojos aparecían lágrimas.

Omega en celo. Omega en celo. Omega en celo.

Ahí Seokjin entendió lo que su lobo quería decir.

Aléjate. Aléjate. Aléjate. No, no, no.

Ah, pero eso sí no lo había entendido.

Sus manos taparon su nariz pues el aroma le parecía demasiado desagradable para él y para su lobo, pero tampoco iba a dejar al omega en ese peligroso estado, aún teniendo en cuenta que su situación no le afectaba para nada. Por eso mismo se acercó y trató de cargar al azabache, pero era mucho más pesado y sus golpes no ayudaban para nada.

¡N-no! ¡Suéltame! ¡No quiero! ¡No! ¡A-ayuda! —lloriqueó con una voz melosa, el omega hablando en un intento de pedir ayuda.

—¡Yah! ¡Cálmate! ¡No te voy a violar ni nada, joder! —exclamó el alfa, sorprendiendo al contrario— Soy alfa, sí, pero no te quiero follar. Ahora déjame ayudarte que pesas lo mismo que un toro.

El omega cedió, aunque aún desconfiaba, era mejor que ser encontrado por un alfa que sí tenía intenciones de violarlo. Así que, entre tropezones, empezaron a caminar.

—¿Dónde vives? —preguntó Seokjin, viendo cómo el pelinegro señalaba, con su mano temblorosa, una de las torres donde residían los de primer ingreso.

Se dirigieron a ese lugar, con mucha cautela pues cualquier alfa podía llegar a oler al chico y nadie quería eso, más cuando parecía que cuando el omega estuviera en todos sus sentidos, le rompería la cabeza a quien se atrevió a abusar de él.

Llegaron a la entrada y poco a poco se acercaban a la habitación del azabache pues estaba en el segundo piso. Lo inoportuno llegó a partir del primer piso, donde alguien iba saliendo de su habitación con ropa de gimnasio. Se pudo ver cómo automáticamente sus ojos cambiaron de ser corrientes a ser una llama de fuego, seguro siendo atraído por el adictivo olor a galletas y carro nuevo.

Proteger. Proteger. Proteger.

Cuando el alfa dio un paso hacia ellos, Seokjin casi lanza un golpe, pero se contuvo a sólo gruñir con advertencia, sin embargo, eso no fue suficiente. El contrario quería un desafío, quién es más fuerte, quién se gana al omega. A Seokjin le parecía ridículo ello, pero a su lobo no, pues no supo cuándo y en qué momento, el control lo había dejado de tener él.

No quiero pelear. —murmuró con voz ronca, era su lobo hablando, cosa que sorprendió a Seokjin.

El moreno, desafiante, dio un paso más, y su lobo no soportó. Su forma animal emergió al mismo tiempo que el alfa frente a él, comenzando a pelear y a revolcarse. Seokjin ya no tenía el control, y su lobo sólo quería demostrar quién era el más fuerte y quién protegía al omega en celo. La rabia era tanta que, sorpresivamente, hizo chillar al contrario, haciendo que se alejara con recelo. Eso significaba que Seokjin había ganado, y que podía irse con el omega.

Gruñó por última vez y corrió hacia el azabache montándolo en su espalda con agilidad y llevándolo hasta el segundo piso rápidamente, donde el omega abrió la puerta temblorosamente y entró de zopetones, llegando hasta la nevera, sacando una jeringa y clavándola en su muslo.

El azabache cayó al suelo, dejando la jeringa vacía en el suelo. Su respiración se nivelaba con lentitud, y lo que quedaba del aroma, empezó a desaparecer. El lobo se preocupó y se acercó al omega, picándole la mejilla con el hocico. El contrario soltó una risa perezosa y le dio una caricia detrás de la oreja.

—Ya... ya puedes cambiar. —murmuró con voz ronca— Ve al baño.

El lobo bicolor se dirigió al baño, que tenía la puerta entreabierta y de su forma emergió esta vez un cuerpo humano. Seokjin, después de tantos años sin haberse convertido en su forma animal, suspiró exhausto, tanto de mente como físicamente. Tomó una toalla y envolvió su cintura, saliendo del baño para ver al omega tomando un vaso con agua.

Un silencio tenso se generó en el ambiente, ¿y cómo no se iba a generar después de todo lo sucedido anteriormente?

—Bien, esto fue un poco muy intenso, ¿no? —comenzó la conversación, riendo incómodo.

—Gracias. —dijo el más moldeado, dejando el vaso en la mesa— Por salvarme, y protegerme.

Seokjin hizo un ademán, sintiendo sus mejillas enrojecer y el orgullo de su lobo envolviéndole completamente.

—No fue nada. No te iba a dejar ahí todo miserable y cachondo. —se encogió de hombros.

—No, en serio, gracias. —insistió, acercándose al alfa y sacándose la camisa húmeda por el sudor. Seokjin abrió los ojos de par en par al ver el tremendo sixpack— Me llamo Jeon Jeongguk. —su mano se alzó y Seokjin la apretó, tratando de no hacer una mueca por la fuerza contraria.

—Y-yo me llamo Kim Seokjin. Un gusto. —sonrió levemente, zafando su mano con rapidez— Hm... no pareces omega.

—Me lo dicen siempre. —caminó hasta la mini sala de la habitación, dejando la camisa en el piso— No pareces alfa.

—Me lo dicen siempre. —repitió, con una sonrisa irónica— Bien, creo que yo debería irme...

—No.

—¿No qué? —alzó una ceja.

—No te vayas aún. —dijo el contrario— Explícame por qué eres alfa y por qué no tuviste reacción a mi aroma.

—Eso no lo sé ni yo. —Seokjin se encogió de hombros, frunciendo el ceño cuando Jeongguk se quitó los pantalones— Mi lobo sólo quería protegerte... no follarte.

—¿Y un lobo que no quiere pelear? —preguntó.

—Pregúntale eso a él. —respondió sin más, encogiéndose de nuevo de hombros. Observó al más pálido, hasta que este hizo ademán de sacarse la ropa interior— ¡Mira que sigo aquí!

Jeongguk se volteó, viendo a Seokjin alzando una ceja—: Hola, un gusto.

Seokjin frunció el ceño, y cuando estuvo a punto de quejarse, alguien abrió la puerta principal.

—¡Ggukie! ¡Compré sándwiches de poll- —el castaño se quedó paralizado y callado al ver a los dos hombres semidesnudos— ¿Es esta una reunión de hombres calientes? Porque si quieren yo me uno con gusto.

—Hola, Yugyeom. —se acercó hasta el nuevo en la sala, quitándole el sándwich de la mano y comenzando a comérselo aún semidesnudo— Yugyeom, Seokjin. Seokjin, Yugyeom.

—Hola, Seokjin. —saludó con una sonrisa.

—Hola, un gusto. —saludó de vuelta el alfa.

—Soy omega soltero sin ataduras. —dijo de repente.

Seokjin abrió los ojos de par en par, asombrado por la propuesta sugerente del más bajo.

—Deja de coquetearle a todo alfa que pisa mi habitación. —regañó el omega más alto, con comida en la boca— Los espantas.

—Ya quisieras que te coqueteara yo. —atacó, sacando la lengua. Miró a Seokjin— Toma, el sándwich. Voy a comprar uno para mí, ya vuelvo.

Dicho aquello, salió de la habitación, dejando perplejo a Seokjin y sin ningún otro sentimiento a Jeongguk, quien había terminado de comerse su desayuno. Se acercó al mayor y lo tomó por los hombros, tesando a este.

—No soy omega.

[...]

Preguntas 📍

Besitos 📍

Golpes 📍

No tengo nada que decir hoy, byeeee
Espero les esté gustando u.u
Tengo muchas más ideas para esto y creo que puedo darle un final genial u u
Los amooo 💘

—Max.

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