camaleón ¹ • taekook

By WTFangirl

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❝ A él le llamaban "camaleón". ❞ Kim Taehyung descubrió al verdadero chico camaleón; una persona totalmente d... More

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By WTFangirl

"Melón"

Al parecer sigue siendo el mismo. O, bueno, a mi parecer. Es difícil predecir su humor, pero cuando su corazón transmite sentimientos, ese chico los expresa con acciones. ¿Sabías? Tal como un niño —hablaba ameno, recapitulando sucesos de su vida—. Uno malcriado, claro. No voy a fingir —rió fuerte a través del teléfono—. ¿No piensas lo mismo?

—Para nada. Solo es un maleducado —respondió la chica—. No entiende la diferencia entre bueno y malo. No comprendo cómo pudiste llenarte de él sin terminar pedante, jactancioso... Es simplemente...

Dahyun —le detuvo—. Ya hemos conversado sobre eso, ¿sí? No hay nada de malo con ninguno de nosotros —un silencio se hizo presente en la línea. No era incómodo, ni molesto. Se sentía pacífico el solo saber que aún permanecía el otro tras el teléfono. Se escuchó el soplido del chico—. Y cuéntame. ¿Cómo está él?

—Se ha metido en varios líos, e inexplicablemente, siempre termino involucrada en estos. Me volveré harta de ellos, en serio. No estoy conforme —se oyó la carcajada del chico otra vez, con gracia—. No es gracioso, estoy cansada...

Vale.

—¿...En serio debes irte? —no hubo respuesta. El ambiente cambió de aura de repente— ¿Es que hay algo aquí que quieres dejar atrás? ¿Es que quieres dejarnos? ¿A mi, a papá? ¿A...?

Ya hablamos de esto, Dahyunie.

Para Dahyun, no se había entablado el suficiente diálogo para sentir que todo era concreto. Las inseguridades seguían ahí. Todo permanecía inevitablemente en la cabeza, y mientras más se pensara, más complejos se originaban.

Sin embargo, dejó todo ser tal como debe quedar.

—Vale.

Buscaría la forma de cumplir con el ansiado deseo que su hermanastro le había implorado antes de su ida. Se lo prometió, e intentaría lo mejor para cuando el día indicado llegase.

Debía prepararse para la contienda de emociones.

Kim miraba absorto las muletas a pocos metros de su alcance. Tan cerca pero tan lejos al mismo tiempo para él, quien observaba sus pies con titubeo. Escrutaba cómo sus dedos se movían con ansias y su pies enérgicos se balanceaban.

—Estoy listo —se dijo, y oscilando se paró del colchón.

Siempre dicen que el primer paso lo define todo, y Taehyung creyó con firmeza en ello.

Estabilizó su postura y con una enorme sonrisa, ignoró cómo su cuerpo temblaba de pies a cabeza hasta alcanzar las muletas apoyadas en la pared de su habitación.

Lo hizo. Lo había hecho.

—Estoy listo —se repitió—. Lo estoy.

Orgulloso de su mayúsculo logro, emprendió con sus inexpertos pies un camino sin ruta ni término por su hogar.

Recorrer los mismos pasillos y alrededores nunca se había sentido tan fascinante. Todo se veía mejor desde su punto de vista, se admiraba todo más claro. Desde su habitación a la sala de estar, abrió las cortinas para recibir el cálido calor que el sol emitía ese día sábado. Pasando por el comedor a su cocina, cada cosa transmitía un indescriptible brillo que le encantaba.

La puerta se escuchó sonar y su sonrisa se amplió hasta sus orejas.

Con los mejores ánimos que desprendió su interior, caminó con ayuda de sus muletas a la puerta, abriéndola abrupto culpa de su exaltación.

Los ojos del chico frente a él se abrieron inmensos y parpadeó varias veces para poder creer lo que contemplaba.

—¿Te sorprendí? Porque yo también lo hice —rió fuerte el mayor.

—¡Tae! ¡Estás...! —cubrió su boca con ambas manos en conmoción— ¡Estás de pie! ¡Caminas!

—Con muletas, pero es algo parecido.

El abrazo que le propinó al chico en muletas le hizo tambalear. Sin embargo, las ganas de sentir ese afecto era más copioso que cualquier otra cosa en ese momento.

—Es increíble, Tae... —exclamó en un susurro, con su cabeza en el espacio entre el cuello y el hombro de Taehyung. Éste al sentirle cerca de su oído se estremeció, y una corriente viajó por su columna vertebral hasta sus cinco sentidos, los que le ordenaron a alejarse revoloteado del castaño.

—Vamos, Kook —interrumpió—. Entra.

—Bien.

Dejó a Jeon entrar y cerró la puerta. Al girarse, pudo percatarse de cómo el chico no paraba de mirarlo, y se sintió de alguna manera preciado. La sangre subió cohibida a sus mejillas y comenzaron a caminar hasta la sala de estar, donde Jungkook obedeció a permanecer sentado hasta que Taehyung volviera. Kim fue a su pequeño balcón, donde el gato del castaño dormía plácidamente en el suelo, con el calor pegándole en su pelaje gris.

Con gran empeño, despertó al felino de su siesta y logró seguirle hasta la sala de estar, donde su amigo lo esperaba.

—Aquí estás... —habló agazapado frente al minino— Hola. Te extrañé mucho, pequeño —le acarició la cabeza y orejas—. Bueno, no tan pequeño ahora.

—Lo notaste. Ha crecido un poco.

—Me haces sentir como un padre irresponsable y desinteresado —Kim rió al escucharle.

—Claro que no lo eres, intentas todo lo posible para pasar tiempo con él —le animó mirándolo desde arriba, desordenando los castaños cabellos—. De todos modos, ¿has pensado en un nombre?

—Dorian.

—¿Dori...? ¿Dorian? —inquirió— ¿Como Dorian Gray?

—Bueno, me gusta Oscar Wilde —admitió—. Siempre me encantaron sus ficciones y obras de teatro desde pequeño. Mi hermana intentó guiarse por la literatura porque en su clase era una "tendencia" y quería estar al tanto, pero cuando se dio por vencida fui yo el que retomó sus lecturas incompletas cuando estaba aburrido.

—Impresionantes coyunturas -expresó conmovido y divertido al mismo tiempo—. ¿Entonces debería asumir que siempre fuiste un empollón?

El castaño se levantó con el gato en brazos y acechó al mayor entretanto encubría al animal dentro de su sudadera color crema. —Jaja. Qué cómico —fingió su humorada.

—Siempre lo soy.

—Tae, dime —pidió de pronto, ocasionando que el mencionado levantará sus cejas curioso. El menor se tomó unos segundos antes de formular sus dudas y luego le miró—. ¿Cómo te sientes?

—¿Cómo me siento? —una risilla salió sin evitarse— No sabes por cuánto tiempo estuve esperando a que algo como esto pasara; las muletas pronto se volverán algo del pasado y mi corazón guiará mis pasos —Jungkook le observó, sumido en él sin desligar esa conexión tan singular entre sus ojos—. Bueno, cuando sea capaz...

—Lo serás, yo lo sé. Todo valdrá la pena.

—Entonces confiaré en tu palabra —le sonrió de oreja a oreja sin despegar los ojos del otro, encantado y llenándose de las mejores matices del chico ante sus reflejos.

Todo juramento que abandonaba la boca del castaño le parecía una ilustración a un futuro bondadoso y bienhechor, y nada podía convencerle de lo contrario.

El chico se levantó y la mano de Taehyung se encaminó hasta la oreja de su amigo, acariciando inconsciente la zona y sintiendo como ésta prestaba repentina calidez. Al percatarse del sonrojo en Jungkook alejó su mano arrepentido.

—Tae.

—Debes irte.

Pensó incorrectamente. Su cabeza se llenaba de culpas sin razón aparente.

Otra vez sucedió. Esa emoción que le surge del corazón se apodera de las acciones de Kim, como un impulso. La excepción está en que solo se presentaba con el chico frente a sus ojos, y era irrevocable. Le metía en líos y enredos.

La puerta fue abierta para darle salida a un trastornado Jungkook debido al cambio de atmósfera que creó el otro.

Suspiró.

—Hey, Tae. ¿Seguro que te encuentras bien? —el mayor no le comprendió— Si tienes... Quieres decirme algo, puedes hacerlo.

Kim asintió perplejo y su sistema respiratorio se mantuvo en un corto modo de pause.

—Entendido.

El castaño puso una mueca de disgusto en su rostro y asintió inconforme con la respuesta dada, abrazando al felino entre sus brazos y sudadera. No quiso seguir inquietándose con sus imaginaciones.

Al cerrar, Taehyung observó su mano. Aquella con la que acarició no solo el oído de Jungkook, sino sus cabellos, sus manos, y sus labios luego de juntarlos con los suyos. Esa mano con la que tocó un pedacito de cielo, y la cerró en un puño.

Las horas pasaron morosas en cuanto Jimin llamó a la puerta pidiendo que le abrieran. Era hora de almuerzo y estaba hambriento.

—¿Me haces comenzar un sábado inapetente? ¿Tratas de castigarme por algo?

—No exageres y entra.

—Espera —se detuvo el pelinegro, estudiando de pies a cabeza a su amigo—. ¿Esas no son tus muletas? ¿Las comienzas a ocupar? Ya era hora, hermano. ¡Felicidades! —le abrazó con una fuerza excesiva pero soportable— ¿Cómo te sientes? Muy bien de seguro.

—Claro, es dificultoso sentirse incómodo con tus pies tocando la tierra.

—Ya lo creo —cerró la puerta tras de sí.

—Kook había venido en la mañana a buscar a Dorian.

—¿Dorian? ¿El gato?

—Afirmativo.

—Vaya, un nombre tan peculiar como su mismo dueño —comentó con gracia adentrándose a la sala de estar para lanzarse cómodo al sofá de su mejor amigo, de brazos abiertos y exhalando gustoso—. Ah... Relajante.

—Hazte a un lado —ordenó Kim, manejándose para sentarse junto a Park y apartar las muletas.

Prendió la televisión para revisar la programación y giró su cabeza a su pelinegro invitado. Éste sintió como la mirada del otro le perforaba el alma y su cuerpo se volvió rígido. Le devolvió la mirada con más naturalidad y aclaró su garganta.

—¿P-Por qué me miras así, hermano? Sé que debí avisarte que iba a venir, pero...

—Ah, no es eso. No es nada —negó.

El pelinegro arqueo una ceja y calló un segundo para razonar.

—Entonces estabas pensando en algo —afirmó indudable—, lo sé porque lo veo en tus ojos de chucho imperturbable. Es como si te quedaras en blanco.

—¿En serio...?

—De veras. Te veo casi todos los días de mi vida, vamos —respondió animoso y abrazando sus piernas esperó por que el otro hablara—. Confiesa lo que sea que debas confesar.

—¿Lo que sea? De qué hablas...

—No te hagas es necio, porque yo no soy tarado. Dime con quién te involucraste.

—¿¡Por qué siempre asumes que involucro a personas en lo que me ocurre!? —se alarmó Taehyung ante las insoportables sospechas de Jimin. Exhaló devastado y se atrevió a revelarle sus acontecimientos—. Bien, se trata de Jungkook.

—No me sorprende —recibió la exagerada cara indignada de su amigo y soltó una carcajada de brazos cruzados—, es decir, en todo lo que te rodea o lo que te sucede está Jungkook. Es como si fuera parte de tu cotidianidad. Algo que nunca debe faltarte, por así decirlo. Como las clases de la universidad, ya que son necesarias. El agua, el pan de cada día, tu café a las noches, o hasta los colores que necesitas para pintar un dibujo —Taehyung no cerró párpado al escucharle. Tenía razón. Con solo pensarlo un minuto era fácil percatarse de ello. La influencia del chico en él se mantenía intacta y se hacía notar. Y sí, de hecho, el ejemplo de los colores le venía como anillo al dedo. Con Jungkook todo podía representarse en una perenne paleta de colores de varios tipos, interpretando los mil y un sentimientos que le consumían. Atando cabos, Jimin había mencionado una aseveración—. ¡O hasta los lapiceros que ocupas para escribir...!

—Ya entendí.

—Vale —se abochornó.

Kim sacudió su cabellera y continuó a hablar con ímpetu.

—El caso es que hay algo que no te he contado, y de haberlo hecho todo sería distinto. O al menos eso supongo yo...

—¿Qué...?

—Déjame terminar —le calló—. Ahora escucha atentamente estas declaraciones, porque no las volveré a repetir —los ojos del pelinegro sobresalieron de la impresión que le dio el asunto y se acomodó en el asiento asintiendo a las peticiones de su amigo—. Bien...

Taehyung suspiró y trató de imaginarse las maneras en las que su cabeza recreó estas escenas para llevarlas a las realidad, sintiendo sus pelos de punta y una chispa de extraña conmoción. Separó el contacto entre sus labios y preparó sus cuerdas vocales para darle a entender todo lo que confesaría, y Park le miró con potencia, abrazando sus rodillas. Sin embargo, al articular las primeras vocales desde la garganta de Kim, fueron silenciadas por el pasar de un gran camión de carga circulando por el exterior de la ventana abierta.

—¿¡Qué!? —gritó el pelinegro— ¡No, no, no! ¡Repítelo por favor!

—Ah...

—¡¡Vamos!! ¡Cerraré la ventana esta vez! —suplicó cumpliendo con su palabra, cerrando sin nada de sutileza los cristales.

—¡Ey!

El pelinegro apagó la televisión y, por último, se abalanzó al sofá como nadador en una piscina. Acercó su rostro y prestó su completa atención en bandeja.

El pobre no había sentido emoción alguna durante el día; estaba aburrido.

—Soy todo oídos.

Taehyung suspiró por milésima vez en el día y rascó su cuello.

Recordó el paraíso que visitó una noche en ese mismo sofá, en esa misma sala, con Jungkook a su lado. Ese sabor a edén que perduró en su boca y el miel que resplandeció en ese entonces. Una sonrisa surcó al rememorar, y un placentero regusto le dominó.

Juraba que podría repetirlo sin cesar si tuviera oportunidad.

Aquel momento fue en el que su día se tiñó de un color melón. Suave, atesorado y exquisito. Y así retomó las ganas de admitir lo que tanto le ocultó a su mejor amigo. Como un estímulo.

—Jimin, besé a Jungkook.

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