Jugaba al escondite
entre las sombras
de la felicidad,
y en las palabras
de una canción,
encontraba a sus
verdaderos amigos.
Tomaba el té
junto a su amigo el tiempo,
y le preguntaba
por qué nunca regresaba.
Las estrellas le susurraban,
y ella ya no se sentía sola
en las noches de diciembre.
Creció pensando
que el mundo
era un cuadro abstracto,
cuando era ella
la surrealista.