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【 W R O N G 】
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Aquel niño que se aferraba tan desesperadamente a tu camisa mientras las lagrimas salían de sus inmensos ojos era tu hermanito menor, un pequeño de apenas cinco años, tú con quince años, no llorabas, no derramabas ni una sola lagrima, ni cuando bajaban el ataúd de tus padres para luego de ser cubiertos de tierra, lo único que podía asegurar que estabas consciente era el movimiento de tus manos palpando la espalda de tu hermano y el parpadeo ocasional, alguien tomo a Axel quien seguía llorando, una mano se poso en tu hombro, una de tus tías, esta te abrazo mientras su esposo se llevaba a tu hermano al auto, solo en ese momento te permitiste derrumbarte, caíste de rodillas y tu tía contigo, pronto, mas familiares se unieron a ti, tu tía acariciaba tu cabeza mientras soltabas todo el dolor que habías retenido durante la noticia, cuando los buscaron, la organización de funeral, darle la noticia a tu hermano y toda la escena anterior, no soportabas la idea de volverlos a ver, tus jadeos y gritos ahogados lo decían todo, te dolía, te dolía mucho, justo en el pecho, tu cabeza palpitaba.
— Vamos cariño... Axel te espera... — Con su ayuda te pusiste de pie y limpiaste tus lágrimas.
— Debes aguantar... Tienes a un hermano al cual cuidar. — Uno de tus primos intento darte ánimos, asientes lentamente, todos te dan el pésame, algunos siguen llorando, no pueden evitarlo, nadie puede evitarlo, se habían ido su hermano, hermana, hija, hijo, tía, tío, madre y padre, dejando solos a sus dos hijos.
"... Tengo un hermano que cuidar..." Fueron las palabras que te repetiste mentalmente para poder verle la cara a Axel y regalarle una sonrisa cuando lo viste, el pequeño que estaba sentado en la parte trasera del auto de sus tíos, tan solo verte se abalanzo para abrazarte "No puedo... Dejarlo solo..." Le devuelves el abrazo con fuerza "Es mi responsabilidad... Es todo lo que me queda de ellos".
Quedaron en custodia de tus tíos, quienes los trataban bien, tenían un hijo, pasaron los años, cuando por fin cumpliste los dieciocho, la herencia de tus padre se te fue dada completa, trabajabas, te emancipaste para no poner toda la responsabilidad sobre los hombros de tus tíos, quienes no veían problema de que ambos se quedaran con ellos, pero al ser como eres no podía aceptarlo, les agradeciste profundamente cuando te despedías de ellos.
— Cuídate... Si necesitan algo pueden llamarnos, iremos a visitarlos de vez en cuando, también háganlo, siempre son bienvenidos aquí. — Fueron las palabras de tu tío al despedirlos, quien durante esos tres años había sido como un padre para ti.
— Vendremos a verlos, no necesitan preocuparse. — Les regalaste una sonrisa a ambos y a Daniel, tu primo quien se acerco y los abrazó a ambos seguido de sus padres, el pequeño miró fijamente a Axel antes de decirle.
— Más te vale visitarme o me apareceré debajo de tu cama y te jalare de los pies. — A Axel le recorrió un escalofrió por la espalda.
— ¡Voy a hacerlo! No tienes porque decir esas cosas. — Ambos se llevaban sumamente bien, sonreíste y ambos se fueron directo a su nuevo hogar.
Hiciste lo que les dijiste que harías, los visitabas de vez en cuando y en los momentos que Axel casi se quedaba solo porque debías trabajar lo dejabas con ellos.
Fuiste una buena hermana mayor, cuidabas muy bien de tu hermano, estudiabas y trabajabas, todo era de admirar, todo lo que hacías era admirado por Axel, quien era muy inteligente para su edad, sabía que lo que hacías era cosas de adultos, podía decirlo por lo que le contaban sus compañeros de clases, extrañaba a sus padres, los quería mucho, habían ocasiones en las que lloraba por ellos o se despertaba también llorando directo a tu cuarto para buscar consuelo, consuelo que se le era dado, estar junto a ti le producía paz, no habían muchas palabras que se adaptaran para describirlo.
— ¡Rah! ¡Mira lo que hice en el colegio! ¡A la maestra le gusto! — Entró corriendo a la casa inmediatamente después de que el transporte lo dejara, estabas estudiando en la sala en ese momento, tus tíos no estaban y tu primo aun no llegaba, en aquel momento, Axel tenía siete años, tomas los papeles que te tendía con tanto entusiasmo con una sonrisa, al leerlo, ríes levemente.
— Entonces... ¿Te quieres casar tu hermana? — Lo tomas y sientas en tus piernas, él asiente enérgicamente, vuelves a reír, ciertamente era bastante inocente — Pero, no puedes casarte conmigo. — El ladeo la cabeza con una expresión de tristeza.
— ¿Por qué no? — Pregunto mirándote con duda, vuelves a sonreírle.
— Porque eres un bebé y porque yo soy tu hermana mayor. — El inflo las mejillas.
— ¡No soy un bebé! ¡Y no lo entiendo! ¿Por qué no puedo? — Ríes ante sus expresiones.
— Lo entenderás cuando seas más grande, pero es lindo que me quieras tanto, yo también te quiero muuuuucho. — Alargas la "u" de las últimas palabras para luego abrazarlo y besar repetidas veces sus mejillas mientras él ríe y estas se ponen algo rojas.
Habías pasado los años, tiendo nueve, seguía sin entenderlo, quizás debía esperar más, seguía queriendo a su hermana, seguía queriendo que ella estuviera para siempre con él y si ella lo quería ¿Cuál era el problema?
— ¿Por qué no me puedo casar contigo? — La pregunta te sobresalto.
— Supongo que aun no lo entiendes. — Sueltas un suspiro, aquello era raro, pero al mismo tiempo no, habías escuchado que los niños hacia eso muy seguido — El cariño que tú me tienes a mí y que yo te tengo, no es el mismo que el de las personas que se casa, hay muchas maneras de querer a alguien, una de esas es el amor de familia, el amor que nos tienen mamá y papá a nosotros y el que nosotros le tenemos a ellos. — Explicaste cómo pudiste.
— Pero las personas se casa con otras para estar para siempre con esa persona ¡Y yo quiero estar para siempre contigo! — Dijo Axel.
— Así es, pero aunque no nos casemos nada va a separarnos, un día te vas a enamorar de alguien y te querrás casar con esa persona, quizás yo también me case con alguien, pero aunque eso pase, nada va a cambiar el hecho de que eres mi hermanito menor, siempre voy a estar allí para ti, hasta que de mi último respiro, siempre estaré allí para cuidarte y apoyarte no importa lo que hagas, porque soy tu hermana mayor y mamá y papá confiaron en mí para cuidarte y no dejar jamás que nada te pase, aun te falta mucho por crecer y por experimentar, no debes decir esas cosas tan a la ligera, tu y yo ya estamos unidos por nuestra sangre y nadie nos va a quitar eso. — Explicas mientras el tan solo te mira y asiente con una sonrisa para luego abrazarte, no lo viste como algo peligroso, alguien debía explicarle cosas a los niños que a veces son obvias para los adultos, podías entenderlo y por ello lo explicaste con calma, no había manera de que lo vieras venir.
El tiempo paso, Axel crecía, ahora tenia catorce, pero seguía sintiendo aquello por su hermana, aunque ya entendía todo el tema bien, no evitaban sus sentimientos, o lo que él creía que eran ese tipo de sentimientos, tenia catorce años la primera vez que lo hiso, fue una mezcla entre celos y rabia, aquel tipo había estado coqueteando con su hermana, pero también hacia lo mismo con otras, poco mas se entero que solo las usaba para acostarse con ellas y esto solo lo enervo aun mas, nadie tocaría a su hermana, no dejaría que cualquier bastardo le pusiera ni una mano encima, era egoísta, lo reconocía, quería a su hermana para él solo, aunque ella no lo quisiera de esa manera, así que lo hiso, lo asesino, se escapo de su casa en la noche, sabía que aquel tipo iba a salir a un bar ese día, por lo que esperaría el momento perfecto y si no se daba, esperaría otro, afortunadamente para él si pasó, el tipo se acerco a unos arbustos en un parque que daba a un lago para orinar, Axel lo había seguido durante todo su viaje, lo apuñalo por la espalda y lanzo al agua, rápidamente volvió a su casa y se cambio, puso a lavar la ropa y la tendió en su baño, su hermana nunca entraba allí, su corazón latía a millón, no podía explicar lo que sentía, era euforia, pero también algo mas, adrenalina, le gustaba la sensación, no le importaba hacerlo otra vez, no si otra persona intentaba alejarte de él.
— ¡¡Axel!! — Gritas molesta y asustada por la vista de tu sótano, allí se encontraba tu novio destripado y tu hermano quien sostenía un cuchillo, sus manos y pies estaban bañados en sangre mientras que habían manchas en el resto de su ropa y rostro — ¡Tu...! ¿Pero... Que has hecho? — Luchaba por no derrumbarse ¿Qué cosas había hecho mal?
— Él te estaba engañando Rah... No iba a dejarlo, no iba a dejar que te apartara de mí, mucho menos que te lastimara de esa forma, ese cerdo hablaba con otra mujer mientras estaba aquí contigo... No iba a soportarlo. — Con cada palabra su hermano se acercaba más y más hacia ella, no lloraba, sabia como retener las lagrimas, pero estaba aterrorizada.
— No... No, no no Axel... ¿Qué hiciste? — Su voz temblaba evidentemente, estaba asustada de su hermano, pero también de perderlo, se quedaría completamente sola y Dios sabría lo que le haría su hermano en prisión o lo que le mandarían a pagar, las leyes allí eran diferentes, no importaba si eras menor de edad o no, el pelinegro la estaba abrazando.
— No quiero a ningún hombre cerca de ti, no me gusta... Yo te amo... — Lo sostienes bruscamente de los brazos.
— ¡Axel! Soy tu hermana... Tu eres para mi... Mas que un hermano... Mucho más que un hermano... Eres como un hijo, soy como tu madre por Dios. — Tu voz se quiebra pero aun así no lloras.
— Eso lo sé... No me importa, no me importa si lo que siento está mal, no me importa si estoy confundido, aun si te quisiera solo como una hermana lo haría... Solo para cuidarte, así como tu cuidaste de mi... O acaso... ¿Planeas dejarme? — Te miró con los ojos aguados, era genuino, la idea se le había pasado por la mente al chico ¿Qué haría si su hermana decidía dejarlo solo? ¿Podría resistirlo? No, por supuesto que, él se movía solo por su hermana, vivía por ella y gracias a ella.
No podías hacerlo, era tu hermano, no importaba que pasara, lo criaste y consolaste cuando te lo pedía, te asegurabas que nunca le faltara nada, ni o comodidad, te dolía ver en lo que se había convertido, ver que se había convertido en un monstruo, a pesar de sus deseos, lo querías mucho, era tu hermano menor.
— No te quiero de la forma en la que tú me quieres a mí... Pero no me atrevo a dejarte solo, no lo soportaría, no soportaría pasar el resto de mi vida sin ti, Axel... ¿Por qué me haces esto a mi? — Por fin empezaste a llorar, haciéndolo sentir culpable, nunca te había visto llorar, no importaba lo triste o estresada que estuvieras y era cierto, nunca lloraste, desde aquel día no volviste hacerlo y en aquel momento no habías dejado que Axel te viera.
— No me importa si no me quieres de la manera en que yo lo hago... Pero no dejare que algún bastardo te lastime, quizás pueda llevar el que quieras a alguien, pero no te aseguro nada... Ahora me toca a mi protegerte... No me hagas ponerme celoso hermana... O acabara en tragedia... Ahora no llores, me harás llorar a mí también. — Te abrazó, era bastante bajo en comparación a ti, caes de rodillas, igual que aquel día, siendo sostenida por Axel quien en ese momento por la culpa había empezado a llorar también, le devuelves el abrazo, te vez incapaz de delatarlo, te vez incapaz de entregar a tu otra mitad a pesar de que lo que siente no lo consideras correcto, no puedes llevar a la muerte al chico por el que había peleado tanto en aquella vida, no podías, mas bien, no querías pasar el resto de tu vida cargando con otra perdida, silenciosamente aceptas el trato de Axel, sin tener mas opción.
Aunque él fuera un monstruo, ese monstruo era tu hermano, como un hijo y perderlo significaría para ti perder lo más importante que tienes.
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