Suspiros Robados (Libro 1) [D...

By AnnRodd

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Todos tenemos una prueba que cumplir. El primer paso es descubrirla. Serena creyó que había perdido todo, per... More

Nota de autor - ¡Información importante!
Prefacio
1. Lo que fue de mi
2. El instinto es más fuerte
3. La friki en el camino
4. ¡Sí, señora!
5. Mentalizarse
6. Sangre y pánico
7. En su sitio
8. Casualidad
9. Las conjeturas
10. Infamias
11. Trampa
12. Millones de dudas
13. Dejando los miedos atrás
14. Guerra
15. Todo fue historia
16. La terapia no es tan mala
17. Restos del pasado
18. Cosas que marcan
19. Nombres que anotar
20. Halloween
21. Las diez
22. Desaparición
23. Las verdades de Nora
24. La fiesta
25. Miedos e ilusiones
27. Círculo de sangre
28. La verdad
29. La familia es el pilar
30. Verdades absolutas
31. El encuentro
32. Planes
33. Amarres
34. Invocación
35. La casa de la bruja
36. El robo
37. La última noche
38. La muerte
39. Juntos
Segunda parte: SUEÑOS ENTERRADOS
¡Suspiros robados en físico!

26. Luna Mora

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By AnnRodd

Luna Mora


Volví a la casa de Luca, todavía lloriqueado. Toqué su puerta y el timbre varias veces hasta que él salió y, por suerte, Alan no estaba en la casa ya.

—¿Serena? ¿Qué pasó?

Me metí dentro y me limpié la cara con unas servilletas de papel de la cocina.

—Mamá y papá lo saben todo —dije. Luca cerró la puerta y se acercó a mí, sorprendido—. Me descubrieron entrando por la ventana, amenazaron con meterme en un manicomio y huí —resumí.

Lo miré a la cara, esperando que me consolara, pero él simplemente se quedó viéndome como si intentara comprender qué estaba pasando. No dijo ni una sola palabra y yo hice un bollo con las servilletas, frustrada. Me di la vuelta y abrí la heladera, como si fuese mi propia casa. Estaba muerta de hambre y ya no podía atacar mi propio refrigerador.

—¿Huiste? —dijo, con tono agudo, al fin.

—¿Y qué querías que hiciera? —dije, sacando una botella de agua. Sorbí por la nariz y busqué un vaso—. Les conté todo porque no tenía opción. Estaban enloquecidos con el tema del tatuaje y piensan que deliro. Incluso aunque les mostré lo que podía hacer...

Luca me sacó la botella de la mano antes de que volcara todo el contenido fuera del vaso.

—Serena, aguarda. ¿Les mostraste...?

—Derribé mi biblioteca... salté por la ventana y luego al techo del vecino —dije, tomando aire con dificultad. Entonces, sobrepasada por la idea de que ellos me despreciaran por todo lo que había hecho, me tapé la cara con las manos y me dejé caer sobre la mesada—. ¡Seguro ahora creen que soy un monstruo!

—Claro que no, eres su hija —dijo, sirviendo el agua por mí—. Tienes que pensar con frialdad; ellos solo estaban confundidos y seguro lo estarán más a partir de ahora. Pero... ¿huir?

Negué, con la cara pegada al mármol de la mesada.

—No lo sé, es lo único que se me ocurrió cuando papá intentó agarrarme.

Luca me obligó a levantarme y me puso el vaso de agua en las manos. Me acarició la cabeza, me acomodó el pelo y pasó sus dedos por mis mejillas llenas de lágrimas.

—Es muy temprano. Deberíamos dormir los dos.

Tiró de mi mano escaleras arriba y lo seguí sin voluntad. Ya no sabía qué era lo mejor para mí y aunque estaba repleta de la energía que me había dado cuando lo hicimos, mi cabeza estaba agotada. Ese día había empezado fatal.

Me metí en la cama y le dije que no creía poder dormir. Luca se acomodó a mi lado y me tapó bien con las sábanas, que habían vuelto a su cama, y me dijo que él tampoco, pero que era mejor intentar.

—¿Y Alan?

—Vino a buscarme para que fuera a la quinta con él y con los demás —me explicó, bostezando—. Alguien de mis compañeros lo invitó a él y a algunos más de Quinto C y A, por eso le molesto que yo no fuera. Así que... Le dije que si le decía algo a alguien le cortaría las pelotas. Creo que lo entendió —añadió después, de mala gana.

Supuse que estaría todavía enojado con él por la intromisión y no hice preguntas. Me dediqué a mirar un punto fijo entre las almohadas durante largo rato, hasta que él se arrimó a mí, me abrazó y me acarició el cabello como si fuese una niña pequeña. Tuve ganas de llorar otra vez, pero ahogué todo en su cuello y cerré los ojos.

Todo daba vueltas dentro de mi y me pregunté qué haría con mi vida de ahora en más. Tenía demasiadas cosas que resolver y, más que nada, en vez de solucionarlas, quería rendirme. Por primera vez en todos esos meses, luchando por recuperarme, por volver a vivir, quería desaparecer, no hacer nada y escapar de todo tal y como había escapado de casa.

En algún punto, mientras la mañana pasaba, me di cuenta de que eso era como morir. Rendirse, escapar, olvidar, dejar de luchar, era como morir. Al menos así lo era para mí, porque eso significaría dejar de robar energía, quedarme atrapada para siempre en la tierra y perder todo por lo que había trabajado en ese tiempo: amigos, familia, Luca y un posible futuro.

El miedo a estar atrapada y a no tener nada quitó todas esas ganas de rendirme de mi cabeza. Me levanté de la cama, separándome cuidadosamente de Luca, que se había dormido hacía rato, y fui al baño.

Me miré en el espejo, mi tatuaje que se escapaba por la camiseta de fibrana blanca; era grande, geométrico y con un significado que yo misma desconocía. Lo había ocultado durante mucho tiempo, sin pensar que realmente tuviera una conexión con él, porque no había elegido hacérmelo como las personas que se tatuaban por propia voluntad, pero ahora sentía que era diferente.

Me quité la camiseta y le pasé los dedos por encima. Si bien siempre había marcado las diferencias entre la Serena anterior y yo, la actual, más me daba cuenta ahora al mirarlo que ese era un símbolo de lo que yo era en verdad. La Serena anterior ya no existía, la que quedaba era la que se reflejaba en el espejo y el tatuaje era parte de eso. Era mi marca, mi sentido. Toda yo, mi personalidad, mis actitudes y decisiones, estaba atada a ese dibujo.

Bajé la mirada y marqué el punto final del tatuaje con el dedo índice, que terminaba al finalizar mis costillas. No iba a ocultarlo más. Era parte de mí, no pensaba negar más mi naturaleza cuando no tenía porqué hacerlo. La escuela se terminaba, mis padres ya sabían todo y fingir que era una niña normal no tenía sentido.

Cuando alcé la cabeza y miré mis ojos azules, me sentí decidida a no simplemente remar contra la corriente, a intentar adaptarme a la Serena antigua, sino a mostrar que ya no era la misma.

Luca se levantó como a las dos de la tarde. Yo me había quedado sentada en el sillón, en el piso de abajo, viendo la televisión, mucho más tranquila. Aún no pensaba volver a casa, pero al menos estaba más decidida a no llorar por eso.

Él se sentó a mi lado, adormilado y me preguntó si había podido descansar y si tenía hambre.

—No y sí —le dije, pero le sonreí—. No tenía sueño.

—¿No? —Luca hizo una mueca—. Te hubiera venido bien dormir.

—Preferí aclarar mi cabeza —contesté, poniendo la televisión en mudo—. Gracias por dejar que me quedara aquí. No sabía a dónde más ir.

Apoyó la cabeza en el respaldo del sillón, sonrió y estiró una mano para pellizcar mi mejilla.

—Te dije que quería que vinieras en la tarde. Y es en la tarde y aquí estás —bromeó, haciéndome reír—. Entonces, ¿comemos algo?

—¿Qué vas a cocinar? —lo pinché, antes de que pudiera ordenar sus ideas.

A decir verdad, Luca no era tan malo cocinando. Parecía que, después de la muerte de su hermana, había pasado largas horas al día solo debido a los juicios a su asesino, lo que permitió que aprendiera a valerse por sí mismo. No hizo nada complicado. Sacó unas milanesas del frízer y lo ayudé a cortar unas papas para un improvisado puré que le quedó excelente. Mejor que los míos.

Mientras esperábamos a que estuvieran cocidas las papas, me comentó que mi teléfono había estado vibrando en su cuarto y solo allí me di cuenta de que me lo había olvidado ahí desde que Alan había interrumpido en la habitación. Ni siquiera me lo había llevado a casa, en primer lugar.

Eran mis padres, claro, pero una vez tuve el teléfono en mano ignoré todas sus llamadas. Dejaron de intentar pasadas las tres de la tarde, cuando nosotros dos estábamos almorzando y comentando qué íbamos a hacer si Alan abría la boca.

—No va a decir nada —me insistió Luca.

—¿Y si sí? —contrataqué. No se podía confiar en Alan para cosas como esas—. Mis amigas se van a enterar y me van a matar.

—Bueno —Él se encogió de hombros—, en primer lugar, no dijimos nada por Nora, ¿recuerdas? Pero ahora Nora sabe que tenemos algo.

La frase "tenemos algo" me recordó a lo que habíamos hablado anoche. Y ni siquiera había sido una conversación directa y yo ya había entrado en pánico. Ahora, con la insinuación de Luca de que ocultarlo no valía la pena, sentí que me iba a caer de la silla.

—Es verdad —acepté.

—Y además la escuela ya termina, no veremos la cara de la mayoría nunca más.

—Pero sí de mis amigas —repliqué, metiéndome un papa en la boca—. O sea, saben que hablamos, como amigos, no que cogemos —añadí, haciendo una mueca al imaginar lo que me haría Caroline si se enterara—. Me van a odiar... Y para que entendieran todo tendría que implicar otras explicaciones. Y ya sabes, Edén parece que no me ha estado ignorando cuando hago cosas raras y...

Luca levantó el cuchillo en el aire, demasiado cerca de mí, para frenar mi verborrea, y yo me incliné hacia atrás, por instinto. Cuchillos, cerca, no.

—Aguarda un segundo. ¿Edén se ha dado cuenta de algo?

Apreté los labios y me corrí sutilmente lejos de su alcance, aún cuando sabía que obvio no iba a lastimarme.

—Rompí un lápiz frente a ella cuando jamas he tenido fuerza para nada y luego evité que Caroline me moviera de un lugar. Hablando de cosas extrañas, claro, cosas que alguien de mi tamaño no podría hacer. Ella sabe que hay algo raro conmigo y en su fiesta de cumpleaños, la semana pasada, me dijo que cuando quisiera decirle la verdad, me entendería.

Se quedó callado y finalmente bajó el cuchillo.

—Wow —dijo, sorprendido—. Bueno, siempre me pareció que Edén es muy observadora.

—Y sabe cuándo meterse y cuando no —agregué—. Pero no hay forma de explicarle esto sin que piense que soy una friki como Nora. O peor que ella.

Sabía que él iba a decirme que me comprendería, tal y como lo hizo él, pero me daba un poco de cosa. De todas formas, me recordé que había decidido mostrarme tal cuál era y dejar de ocultar mi verdadera personalidad a todo el mundo y eso incluía a mis amigas.

Y podía ser bastante cobarde y egoísta hacerlo de esa manera, pero siempre era mejor tarde que nunca, por lo que agarré mi teléfono y le envié un mensaje a Edén, a Caroline y a Cin, por separado, diciendo que tenía que contarles algo el lunes. La única que me contestó al instante y me preguntó si tenía que ver con un chico en particular fue Caroline, pero le clavé el visto y seguí comiendo hasta que Edén me respondió y me pregunto si estaba ocupada esta noche.

Después de eso, ella se quedó en paz y Caroline tampoco me habló más. Cinthia me respondió un enorme "QUÉ EMOCIÓN", aunque no sabía de qué estaba hablándole.

Para calmar las aguas, horas después y antes de que Luca y yo nos divirtiéramos en su cama sin ropa y con muchos besos, le envié un WhatsApp a mi madre diciéndole que estaba bien y que necesitaba más tiempo para pensar antes de volver. Por las dudas, silencié todo y obvié sus intentos por exigirme regresar a casa.

Por la noche, cenamos pizza que había en el congelador —pues su madre era muy precavida y le había dejado todo preparado— y miramos una película en Netflix hasta las doce de la noche.

Entonces mi celular empezó a vibrar otra vez y yo lo cogí, ofuscada, pensando que eran mis padres. Me sorprendí al notar una llamada entrante de Caroline.

—¿Qué pasa? —dijo Luca, pausando la película, aunque le faltaban pocos minutos para terminar.

—Es Caro —dije, atendiendo la llamada. Apenas lo hice, la escuché llorar—. ¿Caro?

—¡SERENA! No sé qué hacer —me gritó. Había mucho bullicio a su alrededor, una música sonaba muy fuerte y dificultaba más que entendiera lo que estaba pasando—. No encuentro a Edén, no sé qué hacer.

Empezó a hablar tan rápido que no pude entender lo que seguía. La urgencia en su voz me hizo preocupar mucho, pero no lograba discernir qué pasaba. ¿La había perdido en un boliche? Desde donde estaba yo no podía hacer mucho.

—Caro, aguarda —pedí, poniéndome de pie—. ¿Dónde la perdiste? ¿En dónde estás?

—En Luna Mora —lloró, refiriéndose a un famoso boliche de la zona—. Vinimos las dos juntas con Holly y Silvana y ellas se encontraron con unos chicos. Pero Edén estaba conmigo y un tipo la miraba mucho y le invitó un trago. El tipo era raro, nos daba mucho miedo. ¡Edén le dijo que no y pareció molestarse! Y nos persiguió de la pista de electrónica a la de reggae y lo vimos cerca de nosotras y ella de repente desapareció. ¡No la encuentro por ningún lado! No me contesta los mensajes, llevo media hora buscándola.

Eso no me gustaba nada. Edén jamás se iría con un chico sin avisarle a Caroline y, además, sabiendo que la dejaría sola, de por sí no se iría de ninguna manera. Por la forma en la que Caro lo decía, ya la había buscado por toda la disco y ella no estaba ni en el baño.

Se me revolvió el estómago e hice la última pregunta posible.

—¿Le dijiste a Silvana y a Holly?

El sonido del otro lado se volvió algo turbio, pero Caroline respondió al final, todavía hipando.

—¡Sí! Fueron a buscarla también.

Luna Mora era una disco enorme. Tenía cinco pistas diferentes con estilos distintos y muchos recovecos entre ellas, además de pasillos y un gran patio que las conectaba. No era difícil perder a alguien allí, porque la rotación de gente podía complicarlo todo. Podían estar una hora más buscándola y no encontrarla. Apenas había empezado la noche, además.

—Sigue buscando —le dije, temiendo por mi amiga porque nada de eso era normal. Edén jamás haría algo como eso—. Mantente en contacto con Silvana y Holly. Sigue enviándole mensajes. Voy para allá.

Corté la llamada, esperando que eso la calmara solo un poco. Miré a Luca y él asintió. Se puso de pie y corrió escaleras arriba, para ponerme ropa. Yo me calcé las sandalias, me acomodé bien la falda de Jean y miré mi blusa. Sí, eso tenía que bastar para que me dejaran entrar a la disco.

Tomamos algo de dinero de Luc para las entradas, los celulares y salimos en menos de diez minutos. Luna Mora no estaba lejos, pero teníamos que tomar un bus, o saltar unas treinta cuadras por los tejados.

—¿Qué crees que le haya pasado? —me dijo él, cuando llegamos a la parada y notamos que el bus no venía y que quizás tardaría veinte minutos o más.

—No lo sé —contesté, bastante ansiosa. Si alguien podía encontrar a Edén, era yo, pero con mi mala racha tratando de encontrar a Penélope, que seguía desaparecida, no tenía gran confianza en mis dotes—. Pero no es normal, Caroline tiene razón en estar asustada.

Esperamos unos cinco minutos. Como el bus brilló por su ausencia, tomé a Luca de la cintura y salté. Íbamos a llegar más rápido si yo usaba mis habilidades. No podíamos perder el tiempo en una situación como esa, porque conocía bastante bien al tipo de hombre que la había acosado en la disco.

Tardamos diez minutos, sin detenernos ni una sola vez, en los que Luca se aferró a mi como garrapata y bromeó sobre lo genial que era viajar de esa manera y que encima lo llevara. Aterrizamos en la acera a una cuadra de Luna Mora y caminamos hasta la entrada, casi corriendo. Una vez allí tuvimos que usar los ahorros de Luc y pagar dos entradas, porque obviamente, todo mi dinero estaba en mi casa, con mis padres.

Una vez dentro, le envié un mensaje a Caroline, preguntándole dónde estaba, si había encontrado a Edén y que ya estaba allí. Si la sorprendió mi rapidez, lo disimuló bastante bien, porque me llamó por Whatsapp una vez más y me dijo que estaba en el patio central, con Holly y Silvana, preguntándole a un patovica.

Cruzamos la pista de reggae entre empujones de los que bailaban. Ninguno pudo tumbarnos, porque yo pasé primero y aparte a cualquier idiota que se interpusiera entre mis amigas y yo. Después de varios minutos, encontramos a Caroline en el patio, que seguía llorando. El patovica ya no estaba. Cuando me vio, corrió a abrazarme; casi que ignoró el hecho de que Luca estuviese conmigo.

—¿No la han encontrado? —dije.

—No —contestó Silvana, porque Caroline estaba ocupada mojándome el hombro con sus lágrimas—. Le dijimos al hombre para que la llame por altavoz. Una de nosotras se quedará aquí, pero ahora que vinieron, podemos dividirnos mejor.

Asentí y froté la espalda de mi amiga.

—Tranquila, Caro. La vamos a encontrar. Tú quédate con Holly un rato, por si ella aparece. Nosotros tres iremos a recorrer el lugar.

—Dividámonos —propuso Luca—. Sil, ¿tienes problema de ir sola?

Silvana negó y los tres definimos a cuáles pistas iríamos. Yo fui a la música pop, Luca a la de electrónica y Silvana volvió a la de reggae.

Poco después, estábamos en marcha y yo traté de identificar cualquier fuente de energía conocida, pero la de Edén nunca se había extendido demasiado de su cuerpo como para notarla a distancia. Corrí gente, revisé las barras, entre a todos los baños y golpeé todas las puertas de los cubículos. Incluso me metí en el de hombres. Nada importaba.

Revisé todos los recovecos bajo las escaleras que iban de una pista a la otra, lo famosos "privados" u "oscuritos", lugares donde las parejas se juntaban a besarse y a unas cuántas cosas más. Ya tenía el estómago curado de espanto, así que pasé de largo ante cada acción de sexo explicito entre desconocidos que vi. Edén no era ninguna de esas chicas.

Entonces, al salir de allí, vi una cabellera parecida, bailando en el centro de la pista, y corrí hasta ella. La alcancé, pero resultó ser otra muchacha distinta. Me giré, frustrada, y para mi sorpresa me encontré otra cosa. Bueno, más bien a alguien más.

Nora estaba frente a mí, bailando con el grupo de al lado, gente que yo no conocía pero que al parecer eran buenos amigos.

Me miró mal, como siempre, pero le hice un gesto agotado. Ella no me importaba en absoluto. Seguí con lo mío, buscando a Edén en cualquier lado y al final me di por resignada con la pista de música Pop. Ella no estaba allí. Salí a uno de los pasillos, en donde la música no se escuchaba tanto y decidí que la de Rock metal sería una buena opción para mí. Silvana no podría aguantar un pogo con su estatura. Yo sí.

—¿Qué estás haciendo aquí? —me gritó Nora, que me había seguido—. ¿Alimentándote?

Me giré, impaciente.

—No, estoy buscando a Edén —le respondí. En el pasillo había más gente, pero nadie nos prestaba atención; estaban en lo suyo, así que Nora no tuvo miedo de acercarse—. ¿La has visto?

—No sabía que tú y tus amigas estaban aquí. Sin duda, de saberlo no habría venido.

—No me importa lo que hubieses hecho —repliqué—. Edén desapareció, yo vine solo a buscarla. Si no la has visto, pues no me molestes. Y si la ves, por favor, busca a Caroline y a Holly en el patio. Un tipo raro pudo habérsela llevado.

Empecé a caminar y me fui derecho a la otra pista. Nora podía hacer lo que le viniera en gana, pero si sabía lo que pasaba, era un par de ojos más a nuestra disposición. Dudaba mucho que su odio a mi persona la hiciera ignorar la desaparición de otra.

Me metí por las escaleras que iban a la pista de Metal y cuando llegué a la entrada, el sonido hacia retumbar las paredes mucho más que en cualquier otra parte de la disco. Me frené y alguien chocó contra mi espalda.

Nora me seguía otra vez.

—¿Qué haces?

—Busco a Edén —me contestó, sobándose el mentón—. Eres dura como una piedra.

—¿Por qué no la vas a buscar a otro lado? —siseé, volviendo la vista a la muchedumbre que saltaba sin parar. Un tipo voló por el aire y me dije que, definitivamente, ese no era un sitio donde Edén estaría. Y si otra persona se la había llevado, no la llevaría justamente ahí—. Mierda.

Volví sobre mis pasos, esquivando a Nora y volviendo a los pasillos, para marchar de ahí al jardín central que unía casi todas las pistas. Para cuando llegué, Luca había regresado y declaró haber buscado en la pista de Cumbias también. Apreté los labios e ignoré el hecho de que la friki estuviera pisándome los talones.

—¿Qué haces tú aquí? —le reclamó Caroline, al verla.

—Pues intento ayudar —declaró Norita, cruzándose de brazos.

—Es inútil —respondí, negando con la cabeza—. Si Silvana no la encuentra en la de reggae es todo. Edén no está aquí.

—¡No pudo haber salido! —exclamó Holly.

Luca suspiró cuando vio, a lo lejos, correr a Silvana. Su expresión lo decía todo.

Alguien se la llevó —zanjé, furiosa. Apreté los puños y le hice un gesto a Luc. Nada de eso olía bien. Desde el principio no lo hacía, pero algo me decía que más allá de lo que podíamos ver, Edén estaba en verdadero peligro—. Y lo voy a matar. 

¡Las cosas empiezan a ponerse densas e intensas! Por favor, no olviden dejar una estrellita y un comentario si la historia les está gustando.

Pueden visitar la cuenta de instagram de esta historia: @Suspiros.robados <3

¡Nuevo juego! Para ustedes, ¿qué escena personifica la imagen de este capítulo? Los que adivinen podrán optar por un adelanto de uno de los siguientes capítulos. ¡Tienen tiempo hasta el sábado a la noche para adivinar y el domingo a los que les pida me escribirán al instagram (@anns_yn )para reclamarlo! 

Ahora, ¡preguntas del día! Aquí vamos:

¿Qué piensan de la nueva visión de Serena de sí misma? Ya era hora de que dejara de intentar ocultar su nueva personalidad, ¿no?
¿Y qué creen que pasó con Edén? ¿Será que solo se perdió o está sucediendo algo más grave?

¡Gracias por millones! 

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