27. Círculo de sangre

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Círculo de sangre

Empecé a dar ordenes sin importar que alguien no estuviera de acuerdo

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Empecé a dar ordenes sin importar que alguien no estuviera de acuerdo. Le indiqué a Silvana y a Holly que se quedaran adentro por las dudas, por cualquier cosa, y levanté a Caroline del banco que estaba en el patio de Luna Mora.

—Nosotros vamos a buscarla a fuera, me dirás cómo era este tipo —le dije.

Ignoré a Nora y los demás hicieron lo mismo. Luca nos siguió y Holly dijo que volvería a llamar a seguridad para que la buscaran de verdad.

Caminamos buscando la salida más cercana, la que estaba por el mismo patio, y también ignoramos que Nora estuviese caminando detrás nuestro. Una vez fuera, Caroline parecía desorientada, por el miedo y la angustia, y le tuve que recordar al menos dos veces que me dijera como era ese tipo.

—Tenía... el pelo oscuro —empezó, haciendo bufar a Norita.

—¡Qué ayuda!

—¡Tú cállate! —le espeté, cuando nos detuvimos a una cuadra de Luna Mora. Le puse las manos en el hombro a Caro e intenté no sonar muy vehemente—. Caroline, por favor, tienes que recordar qué tenía puesto, el largo del cabello, de cuántos años parecía. Cualquier pista que sea significativa y distinga a este tipo de otros.

Caro asintió, pero no podía dejar de temblar.

—Tenía el... pelo corto. Una barba muy suave... era un tipo normalucho, creo. No me pareció muy guapo —añadió—. A Edén tampoco y además era mayor... unos veinte y tantos. Tenía una remera negra y una campera de jean. Hacía calor para estar allí dentro con una campera de jean.

Le froté los hombros para confortarla. Podía haber, al menos, cien hombres dentro de la disco con esa descripción y ninguno podría habérsela llevado, claro estaba. Pero era nuestra única pista, lo único a lo que podíamos aferrarnos.

Todo eso tenía que bastar, pero necesitaba distraer a Caro si quería saltar sobre los techos y buscar a ese tipo o a Edén. Miré a Luca y él entendió rápidamente qué necesitábamos hacer.

—Deberíamos separarnos —dijo, agarrando a Caroline de la mano—. Tú vienes conmigo.

—¿Eh? —Caroline nos miró a Nora y a mí, mientras él empezaba a tironear de su brazo. No le entraba en la cabeza que fuésemos juntas a cualquier lado. ¡Y con justa razón! Ni aunque Nora estuviese ayudando iba a dejar de caerme mal, pero tampoco iba a rechazar su ayuda, una vez más.

—Yo voy por allá —Nora señaló la calle de la izquierda, con una expresión aburrida. Parecía que eso de buscar a Edén era solo un poco más divertido que estar en el boliche y que por eso lo hacía, pero nada más—. Puedo cuidarme sola —añadió, dándose la vuelta y marchándose sin más.

Puse los ojos en blanco, porque a nadie le importaba, y tomé la otra calle sin decir más nada. Cuando Luca alejó a Caroline, que no paraba de voltear a verme, preocupada porque me fuera sola, salté a uno de los techos y empecé a peinar las cuadras.

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