Millionaire: Un embarazo ines...

By itxmaikai

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TERMINADA✔️ ¿Crees en las casualidades? Pues Bella era de las que no creía, pero su opinión cambia cuando de... More

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XLV
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Epílogo
Extra Tiempos Pasados I
Extra Tiempos Pasados II
Extra PALM BEACH 1
Extra PALM BEACH 2

Capítulo XLVI (Parte 2)

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By itxmaikai

Capítulo 46.2: Un final feliz

Bella

Ha pasado una semana, aunque a mí me parece que ha sido un mes. No es que haya hecho la gran cosa, pero pasar tiempo en el hospital y planear con Kaz y Gio no ha sido un tarea muy fácil. También influye mucho el que escribiera a Oliver —porque las llamadas no las ha atendido —y este solo me dijera: "te veo el sábado por la tarde en esta dirección".

¿Cómo se puede ser así?

Sacudo la cabeza cuando lo recuerdo. No sé qué se trae entre manos, pero lejos de calmarme me ha puesto más nerviosa aún.

Tengo las manos guardadas en el bolsillo de mi cazadora mientras avanzo por los pasillos en busca de la bebé. No está sola, mamá se quedó con ella está noche mientras montaba la cuna y todo lo que nos será necesario en estas semanas antes de que consiga la llave del piso que Oliver compró. ¿Voy a ser propietaria de un pent-house? ¡Aún no me lo creo!

No me separo del móvil desde el día que Hannah y Kaz partieron hacia México, hace ya tres días. Intento comunicarme con ellos dos veces por día ya que los dos estuvieron de acuerdo en que mi lugar ahora mismo era con Aisha. Mi corazón está dividido en dos, por un lado me gustaría estaré con Hannah, apoyarla y animarla, pero por otro... ¿Cómo puedo alejarme ahora de mi bebé después de lo que hemos pasado?

Doblo la esquina en el pasillo que está en ascensor y me detengo de golpe cuando veo a Louis y a Gerard conversando en voz baja. Sé que está mal escuchar conversaciones privadas, pero... ¿Qué daño puede hacerme? Quizás estén hablando de Oliver y eso sí que me interesa mucho.

—¿Está seguro? Porque esa decisión es para toda la vida y más dentro de una familia como la vuestra —murmura el australiano, se le ve alterado —. Yo he intentado hablar con él, pero sigue encerrado en su oficina sin querer ver a nadie.

Gerard se encoge de hombros.

—Solo sé lo que me ha comentado Merina y sí, parece que no habrá nadie que le haga cambiar de parecer.

¿De qué están hablando?

—La que me preocupa es Layla, en el momento en que se entere es posible que su estancia en el hospital se alargue.

—Por eos no ha querido decírselo, lo prohibió hace una semanas después de que él...

Un grupo de veinte personas me atropellan revelando mi escondite. Los dos médicos me ven, pero no creo que sospechen que yo estaba escuchando a escondidas. Ambos me sonríen cuando me acerco, cambiando el rostro que serio que tenían minutos antes.

—¿Cómo estás?

—Muy feliz —llevo así desde que me levanté pensando en Aisha—. Si Dios quiere, esta será la última vez que pisemos el hospital.

—Aisha es una campeona —dice el español —. Hay que ver a su madre para descubrir cómo será la hija.

—Te acompaño —Me dice Louis.

Me despido de Gérard cuando subo al ascensor. Dentro de la caja metalizada el ambiente se encuentra tenso, de hecho, es como se encuentra el ginecólogo mirando hacia la puerta.

—¿Estás bien? —Le pregunto poniendo una mano en el hombro.

Él da un respingo y parece que vuelve en sí cuando sus ojos recaen en los míos.

—Sí, perdona. Llevo de guardia más de 24 horas y no soy persona —sonríe para tranquilizarme, sin embargo, no le creo.

Las puertas se abren y me sigue por el pasillo que lleva a la habitación. Mamá está en la puerta charlando con una de las enfermeras y papá tiene en brazos a Aisha mientras le hace arrumacos junto a Lottie.

Ellos son los mejores abuelos que se pueden tener.

—En el cole he dicho que mi prima es el bebé más guapo del Estados Unidos —dice Lottie pinchando la mejilla de su abuelo —y que es mi prima favorita del mundo.

—Aisha tiene suerte.

—¿Le tocó la lotería? —Su inocencia me desarme.

—No —suelta mi padre riendo —. Tiene suerte por la familia que tiene.

—No puedo estar más de acuerdo con ello —digo y los dos se giran a mirarme—. ¿Preparados para irnos de aquí?

El bebé emite un gruñido cuando Lottie le toca las plantas de los pies y nos lo tomamos como un sí. Mi padre me pasa a Aisha, adoro que la pegue en mi pecho sobre mi corazón, y salimos del hospital con los ojos puestos en el futuro.

Por ahora "ese destino" es el apartamento de Charlie, por lo menos hasta que los albañiles acaben de arreglar las pequeñas imperfecciones del pent-house, según Gio serán solo cuestión de días. Nos separamos de nuestros padres en la estación de tren, ellos deber partir a casa ya que tienen una inspección para el día siguiente. Les despedimos con besos y abrazos antes de montarnos a un taxi.

El taxi se detiene al principio de la calle, no puede avanzar porque hay una mudanza. No importa, la distancia debemos caminar es mínima. La casa que han alquilado Charlie y Lottie se encuentra en una de las mejores zonas de New York. Tienen un gran jardín y dos parques frente a la casa, de hecho, se pueden ver desde la cocina del salón. Es un barrio tranquilo y no se parece en nada al que yo vivía.

La casa por dentro también es perfecta. Consta de tres habitaciones, dos baños, una cocina y un gran salón. Tienen todo para una familia de dos. La tercera habitación será la que usaremos Aisha y yo, es donde hemos puesto la cuna provisional y donde se encuentra toda la ropa que me ha dado Hannah, tanto para mí como para la bebé.

Acuesto a la niña en la cuna y me dirijo a la habitación principal. Charlie tiene pequeños montones de ropa sobre la cama y una mochila cuelga del picaporte de la puerta. Se ve confundido, pero noto ese atisbo de nervios que surgen cuando vas a hacer algo que te gusta mucho.

Charlie encontró trabajo en uno de los mejores colegios aquí en la ciudad, aún sigue sin creérselo. Supongo que las inseguridades vienen de familia.

—¿Quieres que te eche una mano? —Le pregunto cuando no se mueve por más de diez segundos.

Se pasa la mano por la cara y suelta un largo suspiro.

—¿Qué ropa se lleva a una excursión donde todos son adolescentes hormonados y debes evitar que lleguen embarazadas?

Mis comisuras se elevan al imaginarme a mi hermano como un pequeño sargente yendo de habitación en habitación confirmando que se han respetado las parejas.

—Ese montón de ahí está bien. —Señalo el que tiene dos vaqueros y dos sudaderas de la NBA. —No sé por qué te agobias tanto, solo será una noche.

—En una noche pueden pasar muchas cosas...

No le contradigo. Tiene razón. En una noche todo puede irse a la mierda. Quiero decir, cambiar.

Charlie guarda la ropa que le he recomendado. También añade productos de higiene intima y un par de píldoras para el dolor de cabeza. Cierra la mochila y suspira tranquilo.

—Me sabe mal dejarte con las dos a solas.

—¡Ey! —Le pongo una mano en el hombro. —Me sabe peor el tener que invadir tu habitación por tantos días, lo último que quiero es molestarte. El que me dejes pasar tiempo con Lottie créeme que no será agobiante, de hecho, creo que me vendrá bien.

Despedimos a Charlie en la puerta sin salir, un autobús pasa a recogerlo. Compruebo que Aisha siga durmiendo y después llevo a mi sobrina a la cocina. Se me ha ocurrido que podríamos cocinar alguna juntas. Si la entretengo sé que no extrañará tanto a su padre. Se sube a la silla que tiene su nombre y me mira con la frente arrugada mientras leo la receta de un plato que, a simple vista, parece sencillo.

—No me gusta el tomate —se queja señalando la foto que hay en la página web —. ¿Y si comemos una hamburguesa? ¿O pizza?

—Todo eso lleva tomate.

—Pero se lo quito y no lo como. ¡Todos felices!

Hacemos pasta después de unos diez minutos de arduas negociaciones en las que obviamente pierdo. Esa mirada de cachorrillo es demasiado para mí tras el descenso hormonal que he tenido tras el parto y he terminado accediendo a cocinar pasta de colores con una salsa que no sabía ni que existía solo porque no podía soportar sus lagrimas de cocodrilo.

Comemos viendo una película, aprovechando que el bebé sigue durmiendo. Tras recoger los platos y de los créditos finales, llevo a Lottie a su cama para que ella también se eche una pequeña siesta.

Y, es ese momento exacto, cuando el silencio reina, que pierdo la poca cordura que tengo y me vuelvo loca. Con cuidado de no despertar a Aisha comienzo a mirar y a preguntar qué debería usar mañana para mi encuentro con Oliver. Estoy emocionada. Mucho. Y eso me aterra. Me aterra el que vuelva a sentir esas mariposillas en mi estómago. Me aterra pensar que estoy lanzándome al vacío con los ojos cerrados por alguien que ya me rompió el corazón antes...

Pero, por otro lado, está esa parte que inconsciente todos tenemos en el corazón. La cual se acelera con una mirada, con una caricia... Esa que se encarga de sacudir el estómago cada vez que me imagino cómo será nuestro futuro. Y es perfecto. Maravillosamente perfecto. Es como si este parón de ocho años hubieran sido meses, porque el Oliver de ahora no dista mucho del de Francia.

Borro cualquier atisbo de miedo que lucha por emerger en mi cabeza y me centro en lo que de verdad importa. Aisha es la prueba más pura de que dos corazones pueden latir en la misma frecuencia, así pasen los años, las circunstancias cambien... Aisha es la prueba de lo que sucede cuando dos personas están destinadas a estar juntas. Cuando las casualidades se convierten en destino. Y puede que haya sido reacia cuando de Oliver se trataba, pero ¿qué puedo decir? Me costaba confiar.

Los balbuceos hacen que la tome en brazos y que la pegue a mi pecho disfrutando por todo los momentos que pintaban malos viendo el atardecer desde la ventana del salón junto a Lottie y a Capi subidos al sofá bajo. El sol se oculta detrás de los grandes edificios y la casa se sumerge en un silencio placentero cuando todos nos metemos en la cama.

Reviso el móvil antes de irme a dormir. El último mensaje de Hannah me indica que ya cruzó la frontera de México, pero que estará incomunicada una semana y de eso ya hace tres días. Me consuela saber que Kaz está con ella, él la protegerá. Es el mejor amigo que se puede tener. Bloqueo el móvil y me voy a dormir. Mañana será un nuevo día.

Despierto con los llantos de la bebé. Abro los ojos y ya veo a Lottie a su lado, sosteniendo su manita y acariciando su frente con el pulgar. Aún no comprendo como mamá insinuó que mi sobrina tendría celos de su prima, si se ve que Lottie adora a Aisha desde el momento en que supo del embarazo.

—Tranquila Aisha, la tía Bella ahora nos preparará el desayuno.

Esbozo una sonrisa desde la cama.

—¿Qué quieres desayunar cielo? —Le pregunto rodeando la cuna.

—Primero Aisha tiene que comer, ella es más pequeña y tiene que crecer para que pueda subirse al tobogán —dice sin soltar su mano —. Después ya desayuno yo.

Ella se adelanta al salón tomando asiento en la silla que le regalaron los abuelos por su cumpleaños y espera ansiosa —es igual que yo —a que Aisha empiece a succionar la leche. A Lottie le parece gracioso que Aisha solo coma, duerma y haga "popo" porque se parece a su muñeca.

—¿Después de desayunar podemos jugar a las muñecas?

—Claro.

Me cuesta no desviar la mirada hacia el reloj que cuelga de la pared mientras preparo nuestros desayunos, ¿por qué parece que el tiempo pasa tan lento? Estoy tan ensimismada que me pego un corte con el cuchillo cuando estoy pelando una pieza de fruta. Abro el grifo y pongo el dedo bajo el agua mientras Lottie enciende la televisión.

Llevo al salón los alimentos. Mi sobrina está con el mando cambiando de canal hasta que encuentra unos dibujos de una esponja y una estrella que viven bajo el mar. Se queda embobada viéndolos y debo recordarla que desayune si quiere que después juguemos. Reviso los mensajes y mi hermano me confirma que llegará después de comer y se quedará a cargo de las niñas mientras que yo "me voy de compras con Hannah".

—Tú serás la barbie pelirroja —me dice tendiéndome la primera — y yo seré la rubia.

También saca un muñeco vestido de traje de novio y me causa gracia que tenga un vestido de novia confeccionado a mano. Reconoceré siempre la mano de mi madre.

Capi se pasea por la habitación, pero termina tumbado a mi lado. Ha estado con Charlie todo el tiempo que estuve ingresada, ya que después de que llegara la ambulancia se escapó y se quedó escondido en la rama de un árbol hasta que apareció mi hermano. O eso dice él.

—¿Va a haber una boda?

—Sí, se casará él y la rubia.

—¿Y no prefieres que sea la pelirroja? A mí me parece más bonita.

Ella niega mientras viste a la rubia.

—No, porque la rubia está embarazada del chico y un bebé no puede estar sin el papá y la mamá. — Baja la voz hasta que es casi un susurro. —Lo han dicho en la televisión.

¡Qué imaginación tiene!

Jugamos hasta que Aisha se despierta hambrienta. Le doy de comer en el sofá con Lottie contándole en el oído cómo estuvo su semana de clase y lo divertido es ir al colegio con muchos niños. Me gustaría que mi hija fuera como Lottie, siempre sonriendo pese a la madre tan hija de... que tiene.

Charlie regresa de la excursión después de comer como me ha prometido. Mi sobrina le cuenta todo lo que hemos hecho en este día y medio, sin olvidar el desastre que hizo Aisha cuando fui a cambiarle el pañal y tuvo la brillante ocurrencia de que ese era un buen momento para hacerse pis encima. Mi hermano me mira queriendo cerciorarse de que es verdad y no me queda más remedio que afirmar con la cabeza.

Me meto en la ducha después de esa charla tan enriquecedora. Me enjabono y preparo con calma porque mis manos no paran de temblar de lo nerviosa y ansiosa que estoy. Tampoco es que ayude que Oliver me mandase un mensaje más recordando nuestra cita. Ay, me siento como si volviera a tener 15 años...

El atuendo que he elegido es un vestido florado, ceñido en el pecho y más suelto en el abdomen. Aunque ya hace más de dos meses que nació Aisha, mi barriga no ha vuelto a ser la misma. Dejo el cabello suelto y ondulado. No me maquillo más allá que un poco de rímel. No quiero tocar mis pecas. No quiero esconderlas. Por primera vez soy capaz de mostrarlas al mundo sin verme tan cohibida. Sonrió a la imagen que se proyecta en el espejo y lejos queda los días en los que no toleraba ni mirarme, siempre había defectos, imperfecciones... ¿Cómo pude dejarme llevar por esos comentarios de Axel en los que solo los dejaba caer para hacerme sentir mal? ¿Cómo pude dejarme envenenar por su labia de manipulador?

Me siento como si hubiera un gran abismo entre la Bella del pasado y la de hoy. Ahora me veo con más confianza, segura de mí misma, llena de ilusiones y de sueños por cumplir. Y todo se lo debo a Oliver y al pequeño ángel que duerme en los brazos de su tío cuando me subo al taxi.

Pongo las manos sobre mi regazo cuando el vehículo se aleja de la ciudad. El paisaje cambia mostrándome los jardines de las mansiones en las que vive tanto famoso. El trayecto me recuerda al que hicimos Hannah y yo el día que fuimos a Millionaire. 

Sé que ese es mi destino porque lo he buscado en internet cuando las niñas dormían la siesta. Grita opulencia cuando pongo un pie al inicio de camino apedreado. Miro en todas las direcciones observando maravillada lo que me rodea. Es o parece un castillo. Las torres son tan altas que parece que va a llegar a tocar el cielo. Hay mucho movimiento, como si todas las personas que trabajan allí tuvieran prisa por llegar a algún lugar. Me aparto del camino cuando veo a un hombro con pajarita llevar una bandeja llena de copas corriendo hacia el jardín de atrás. ¿Será ahí dónde me está esperando Oliver?

Sigo andando por el mismo lugar por el que van ¿los camareros? Los nervios que estoy sintiendo en el estómago no es solo por verle después de tanto tiempo, que también, sino porque creo que sé porqué estoy aquí. ¿Será que va a cumplir su palabra?

«Si me caso con alguien, será contigo»-

Tengo un nudo en el estómago y se comprime con cada paso que voy dando. ¿Por qué siento tantos nervios? No debería ser así. Juego con una goma del pelo entre los dedos cuando escucha a hablar a alguien a través de un altavoz, ¿Es un concierto? No. De ser así se oiría música. Los latidos se me aceleran cuando veo el inicio de una alfombra roja y unas sillas a ambos lados.

Mi corazón comienza a latir más deprisa. Mi cabeza se acelera. Y estoy empezando a sentir nauseas. ¿Por qué me siento tan enferma? No hay razón para estar así. Estiro los labios cuando trago con fuerza. Ni me había dado cuenta de que me había detenido cuando un camarero me golpea en el codo y se disculpa abruptamente.

Veo que el ajetreo se ha detenido. Los trabajadores del castillo se han quedado estáticos mirando hacia el frente. Algunos murmuran entre ellos y mi lado curioso me obliga a terminar de recorrer el camino hasta llegar el principal.

—Señores. Señoras. Estamos aquí reunidos para celebrar el santo matrimonio de Oliver y...

¿Qué?

El labio me tiembla y empiezo a retroceder mientras mis ojos se llenan de lágrimas y el corazón me deja de latir. Los oídos me pitan y voy... voy... no sé ni donde voy. Mi cuerpo se ha paralizado negándose en moverse, en respirar, en cualquier cosa que no sea mirar con asombro y luego dolor la escena que se proyecta sobre mí.

No puede ser.

No. Puede. Ser.

Él no me haría eso, ¿verdad?

Él me dijo que me quería.

Me dijo que me amaba.

Dijo que quería formar una familia conmigo.

Yo le oí bien.

No me lo imaginé.

No... ¿Por qué me hace esto?

¿P-por q-qué?

La tortura empieza cuando los recuerdos del hospital se convierten en pequeños sollozos. Cada maldito momento, sus palabras, sus promesas... ¡Todo mentira!

No me puedo creer que confié en él. Que le entregué la última parte de mi corazón, la misma que se negaba a ceder ante él, porque ya me había lastimado, ya me había destrozado...

Nunca me ha querido. Nunca le he importado. No quería un futuro, solo un momento. Solo quería divertirse a mi costa, jugar conmigo... ¿Es qué no merezco algo más que ser el segundo plato que solo quieren para divertirse hasta cansarse? ¿Es que no merezco alguien que me quiera? ¿No merezco que alguien le importa algo más que para un polvo?

La imagen de él se vuelve borrosa cuando sus labios pronuncian mi nombre.

Sacudo la cabeza dando la vuelta sobre los talones. No puedo seguir ahí como si no me doliera. No soy así. No puedo ignorarlo y hacer como si nada pasara. No cuando... Cuando yo... Ya no merece ni decir esas dos palabras. No merece que le quiera. Ni yo ni Aisha. ¿Para qué me hizo firmar ese contrato?

Agradezco la hora en que decidí poner esa estúpida regla. Será la forma en que pueda marcharme  de aquí, de alejarme de esta ciudad que no me ha traído más que desgracias. Debí haber escuchado a mi madre cuando dijo que me alejara de él, me hubiera ahorrado tanto dolor...

Oliver fue mi pasado, porque mi futuro es Aisha. Ella es lo único bueno que he sacado de haberle conocido.

¡Dios mío!

Juro que estoy temblando. ¡Qué rabia! E impotencia.

¡Mi pobre Bella!

¿Alguien se esperaba que el final fuera así?

No olvidéis dejar comentarios para saber qué os ha parecido ✨

Pd: nos leemos en 1 hora en el epílogo 💙

Makai.

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